La aldea Shinto era un lugar remoto y aparentemente tranquilo, tenía un aura que el hanyou percibía relajada y pura así que seguramente el lugar estaría protegido por una sacerdotisa. Cada paso que daba se sentía mas pesado, el cansancio en él era notable a simple vista, sin embargo la inquietud por encontrarse con sus amigos lo motivaba a acercarse más y más.

Dentro de la aldea caminaba a paso apresurado, ignorando las miradas inquietas de los pueblerinos, había mujeres, niños y hombres con buen aspecto y telas muy llamativas para ser un pueblo normal, entonces se detuvo un segundo para tratar de localizar el aura de sus amigos hasta localizar a Miroku, corriendo a su encuentro.

La impresión era colosal cuando el aura del monje lo llevo a una casa de citas donde se adentró sin el más mínimo cuidado con el enojo emanando por todo su cuerpo y lo escuchó, la risa del monje libidinoso era estruendosa igual que el sonido que hizo el eco de la puerta al abrirse.

-Miroku! ¿pero que crees que haces? - refutó molesto el hanyou.

-Inuyasha...

-Bastardo, sabes la situación en la que nos encontramos ahora- gruñía el hanyou manteniendo a Miroku por la tela de su túnica - Kagome esta desaparecida y podría estar en peligro!

Miroku le dirigió una Mirada fulminante a Inuyasha y este casi creyó entender el mensaje soltándolo inmediatamente frente a las miradas de las 4 mujeres que los acompañaban en la habitación y siguiendo en silencio al monje.

-Esta aldea es... - su voz fue interrumpida

-Está llena de una energía poco común ¿también pudiste notarlo? Inuyasha - interrogo el monje cuando se encontraba solo en el pasillo, el hanyou asintió - Sabes que mi debilidad son las mujeres hermosas y en este lugar abundan, pero no es lo que me atrajo aquí ... - un silencio llenó el ambiente dejando a un Inuyasha con la interrogante en la mente

-No me digas que ... ¿La energía proviene de este lugar? - Dijo Inuyasha perplejo, observando a Miroku asentir.