El hanyou estaba un poco desconcertado, sabia que la aldea emanaba una misteriosa energía pero no llego a imaginar que saliera de ese preciso lugar, entonces luego de salir de sus cavilaciones regreso la mirada a Miroku y este lo invitó a seguirlo, acción que ejecutó inmediatamente.
Una vez en las calles de la aldea caminaron en silencio hasta adentrarse en el bosque fuera de la aldea encontrándose con Sango, Shippo y Kirara que esperaban impacientes hasta que sonrieron al ver de nuevo al hanyou.
-Inuyasha! - exclamó Shippo lanzándose hacia el peliplata - ¿La encontraste? - preguntó entusiasta pero junto a esa felicidad el desgano invadió al pequeño kitsune, la respuesta en los ojos de Inuyasha le había dicho todo, regresando junto a Sango.
-No hay rastros de ella, no puedo sentir su presencia ni tampoco detectar su olor - lleno de ira empuño sus manos hasta el punto de clavar sus garras en su propia carne.
-Inuyasha - consolaba Sango llamando a su amigo al ver como su dolor estaba maltratándole - Aquí tampoco tuvimos éxito, pero debe haber mas lugares donde debemos buscar, no podemos ser impacientes, ella... - interrumpía con desgano y rabia el semi demonio
-Ella esta desaparecida Sango, ella esta fuera de mi vista...su aroma se ha desvanecido y esto va a enloquecerme en cualquier momento - soltó con la voz quebrada hasta que su cuerpo dio un respingo al sentir la cálida mano de Miroku en su hombro.
-Tranquilo Inuyasha ... - animó el monje - ¿Has sentido la energía de este lugar? -Pregunto y la mirada de Inuyasha pareció brillar.
-Es poco común, los pueblos no tienen esta energía espiritual, ni si quiera la vieja Kaede puede mantener algo así sobre una aldea por tanto tiempo - respondía conteniendo la ira, sabia que con la mente hecha un nudo no lograría resolver nada, debía intentar relajarse aunque pareciera tarea imposible
-Hay algo que necesito que hagas por mi Inuyasha - El ojidorado lo miró con la mas pura curiosidad en sus ojos.
-Esto es algo nuevo, tu no sueles pedirme ayuda Miroku dime que... - sus palabras fueron detenidas por Sango
-Escuché algo extraño mientras caminaba en el pueblo durante la mañana... - interrumpió Sango las palabras de Inuyasha obteniendo la atención de este, entonces suspiró - En una casa de venta de joyería para cabello habían dos mujeres charlando y una de ellas dijo que el pueblo era tranquilo desde que tenían a la joven sacerdotisa con ellos...
-Sacerdotisa...-entonces retrocedió un paso cuando su corazón dio un vuelco y recordó a - ... Kikyo ... quizás ella...
-¿Eh? ¿Por qué piensas en ella ahora? - pregunto Shippo enfadado ligeramente
-Ayer cuando estaba de camino a la aldea la vi...ellos hablan de una sacerdotisa y por esa energía espiritual podría ser ella, no estaba muy lejos de aquí cuando choque con ella durante el viaje - finalizó cruzándose de brazos dejando caer su cuerpo en su tradicional pose de piernas cruzadas.
-Si Kikyo es la sacerdotisa de esta energía espiritual ¿tu no serías capaz de reconocerla? - Cuestionó Miroku
-Es verdad Inuyasha, tu mejor que nadie conoces la energía de Kikyo y esto no puede ser obra de ella - culmino Sango cruzándose de brazos
-Insinúan que...podría ser... - Inquieto pensó en su compañera de viajes, quizá ella podría ser la dueña de ese poder
-Hay una forma de averiguar eso Inuyasha y necesitare tu ayuda - sugirió el monje mirando profundamente al hanyou
-Tienes una mirada extraña Miroku... - comentaba ligeramente nervioso Inuyasha - No me pidas que entre al pueblo cuando sabes que los humanos no se llevan bien conmigo, no puedo ser de mucha ayuda en este lugar, ellos me repudian...
-Tú no... -Detuvo las palabras de Inuyasha- tu versión humana es lo que necesitamos...
-¿Qué?... - un suspiro escapo de la boca sorprendida del peliplata
La impresión que tuvo en el momento casi lo hizo desfallecer, sus amigos ahora dormían mientras el reflexionaba sobre uno de los arboles que estaba cerca de ellos para cuidarlos pero lo suficientemente lejos para tener un pequeño instante de privacidad, estaba confundido, preocupado, desesperado y enojado.
El viento acariciaba suavemente la piel de su rostro, era un viento cálido que lo hacía recordar a ella, a su vivaz compañera, era perfecto para dar entrada al sol de la mañana, todavía pensaba que la idea de permitirse exhibirse en su versión humana con los humanos de esa aldea lo enloquecía, todavía recordaba la impresión de Kagome cuando lo vio por primera vez y también recordaba lo débil que era cuando su cuerpo se hacia mortal, entonces suspiró, observando el amanecer en el horizonte.
