"Querido diario: No puedo parar de pensar en él. Tan solo pensarlo me pone húmeda. He estado perdiendo el control más y más, no puedo evitarlo… Mis fantasías se hacen cada vez más largas, y a la vez placenteras. Siento la necesidad de tocarme, cada vez más seguido. No puedo hacerlo en la habitación, me aterra que alguna de mis compañeras se dé cuenta. He estado tomando largos baños, y lo hago ahí. En la noche, antes de dormir, es el momento y el lugar perfecto. Entonces dejo que mis fantasías se desaten mientras me toco, en la ducha…"
Capítulo 1. Mi diario
Era una apacible tarde en Hogwarts, en cuarto año. Harry y sus amigos tenían catorce años y estaban entrando en la pubertad, lo que era notorio. Ya no eran unos niñitos inocentes. Las bromas con Ron y Seamus subían de tono, y ahora a Harry no le daba igual cuando un grupo de chicas mayores pasaban por los pasillos yendo a clase. De pronto, sus cuerpos llamaban su atención, y tenía que disimular mientras las miraba…
-Estamos horriblemente atrasados con el ensayo de pociones -sentenció Hermione en la sala común de Gryffindor, mirando a sus amigos con una de esas miradas tan severas que solo ella podía hacer.
-Pues les deseo suerte con eso -dijo Harry sonriente-. Yo no tengo que hacer exámenes este año, así que…
-Qué genial -dijo Ron con admiración y pena a la vez-. Quisiera tener el año libre también. Qué mierda de vida.
-Harry, te recuerdo que aunque estés exento de los exámenes finales, no estás exento de estudiar -dijo Hermione con otro de sus típicos tonos mandones y de reproche-. Y si no lo haces, Snape te pondrá detención. O, lo que es peor, te humillará ante toda la clase.
-Tiene razón, amigo -dijo Ron-. Malfoy se muere de ganas por tener una excusa para reírse de ti y hacerte la vida imposible otra clase más de pociones. No se la des.
-De acuerdo -Harry se alzó de hombros-. Hagamos el ensayo.
-Bien -Hermione recogió sus libros con prisa, dando por sentenciada la cuestión-. Esta tarde a las tres, cuando salga de Artimancia. Le dedicaremos toda la tarde.
Harry miró hacia un costado de la sala común, incómodo, donde un grupito de niñas de primero lo miraban y sonreían.
-Oí que hoy a las tres habrá reunión del Club de las Admiradoras de Harry en la sala común -dijo Ron burlonamente, que se había fijado en eso también-. Romilda Vane lo organizó.
Hermione se detuvo sobre los talones y miró hacia allí también, frunciendo el ceño con desprecio.
-Mejor reunámonos en mi habitación entonces, las otras chicas no van a estar.
-¿En tu habitación? -se sorprendió Ron-. ¿Acaso olvidas que no podemos subir allí? Las escaleras se volverán un tobogán, caeremos por ellas y todos se reirán de nosotros. Harry quizás pierda algunas admiradoras -añadió en broma.
-Cierra la boca -le dijo Harry, dándole un leve empujón y riendo.
Hermione puso los ojos en blanco.
-¿Acaso eres mago o qué, Ron? Y tú Harry, me extraña que no seas capaz de burlar un encantamiento tan fácil como ese. ¿Has derrotado al Innombrable pero unas escaleras encantadas son demasiado para ti?
A Harry se le borró la sonrisa. Ninguno de los dos respondió. Hermione resopló.
-Un "finite" será suficiente. Nos vemos a las tres. Estoy llegando tarde a clases.
Dicho eso, la chica se marchó.
-Wow, Hermione está muy fastidiosa hoy -dijo Ron, peinándose el largo cabello rojo-. Debe estar en sus días.
A las tres menos diez, Harry y Ron estaban sentados en sendas butacas de la sala común con la cabeza apoyada al mentón, mirando el cielo azul a través de la ventana más cercana. Les había empezado a crecer barba, roja en el caso de Ron, y ninguno se había preocupado por afeitarla.
Mientras miraba el cielo azul de la tarde, Harry sintió la mirada de las niñas de primero que ya empezaban a reunirse en el rincón usual. Miró hacia el otro lado, y vio a una chica rubia de séptimo que escribía un pergamino largo con su cabello cayendo sobre la mesa. Sus pechos eran enormes y se marcaban contra la camisa blanca, que parecía tensa por tener que soportarlos…
Miró hacia otro lado, temeroso de que la chica lo descubriera, y para su sorpresa vio que Ron también la miraba. Con mucho menos disimulo que él, los ojos de su amigo estaban clavados en esos enormes senos.
-Quizás deberíamos ir subiendo -sugirió Harry-. Ya van a ser las tres.
-Sí -coincidió Ron, saliendo de su ensimismamiento-. Vamos.
Se acercaron a las escaleras que subían a los dormitorios de las niñas con tranquilidad, tratando de no acaparar la atención de nadie, y mientras fingía que miraba uno de los cuadros de la pared de piedra, Harry sacó su varita y murmuró "¡Finite!". No hubo ningún haz de luz ni efecto perceptible. Solo había una forma de saber si había funcionado.
Subieron por las escaleras luego de echar una mirada rápida atrás, y cuando iban a la mitad del trayecto Ron se sujetó a la pared, como esperando que la escalera los lanzara de nuevo hacia abajo. Pero eso no pasó. Había funcionado.
Entraron al dormitorio de Hermione, que estaba vacío.
-Qué alivio -dijo Ron, lanzando su mochila sobre la cama más cercana y dejándose caer sobre esta de un salto-. Hubiera detestado caer con las patas arriba a los pies de Melanie Sanders -al ver la cara de Harry, añadió-. La de séptimo. La de los melones gigantes.
-Ah, sí -dijo Harry rápidamente-. ¿Se llama así?
-Me da igual su nombre -Ron se encogió de hombros-. Pero está buenísima. Fred ha tratado de meterse entre esos melones durante años, pero nunca tuvo éxito.
Harry se había sentado en otra de las camas. No sabía de quién era, porque nunca había estado en ese dormitorio antes. Como se sentía con sueño, se recostó sobre la almohada y cerró los ojos. Ron ya parecía a punto de dormirse en la cama de enfrente. El sol brillante entraba por la ventana y se sentía delicioso para una siesta.
Subiendo ya los pies a la cama, Harry se acomodó y metió una mano bajo la almohada, como solía hacer siempre, debajo de la cabeza. Pero al hacerlo, sintió que sus dedos tocaban algo. Parecía ser un libro.
Abrió los ojos. Ron ya había empezado a roncar. Harry sacó el libro de debajo de la almohada y se lo quedó mirando. La portada, color crema, decía "Mi diario" en un grabado con letra cursiva.
Trató de abrirlo, pero parecía estar sellado de alguna forma. Por más que intentaba abrir la cubierta, no se abría. Se dio cuenta de que estaba sellado mediante magia. Debía contener cosas muy privadas de quien fuera que durmiera allí…
Las palabras de Hermione llegaron a su mente. "¿Acaso eres mago o qué…?" Harry sacó su varita, apuntó al diario y susurró "¡Finite!".
De inmediato, el diario se abrió. Sorprendido por su éxito, Harry pasó las páginas rápidamente hasta las entradas más recientes. La letra pulcra y prolija con la que estaba escrito se le hizo tan familiar que tardó menos de un segundo en descubrir de quién era: Hermione. Aquella debía de ser su cama, y era su diario el que tenía entre sus manos.
¿Quería leer los pensamientos más secretos de su mejor amiga? Después de todo, ella lo había cerrado mediante magia. No quería que nadie leyera aquello… Pero, a su vez, era tan tentador…
Se detuvo en la última página escrita, que tenía una entrada fechada apenas con el día anterior. Hermione había escrito aquello ayer. Y se puso a leer:
"Querido diario: No puedo parar de pensar en él. Tan solo pensarlo me pone húmeda. He estado perdiendo el control más y más, no puedo evitarlo".
Harry se detuvo en seco. Aquello era mucho más de lo que había esperado leer. Empezó a ponerse nervioso… ¿Y si Hermione entraba al dormitorio? Ya era la hora en la que habían acordado reunirse.
Aguzó el oído, pero no se escuchaba nada más que los ronquidos de Ron. Siguió leyendo:
"Mis fantasías se hacen cada vez más largas, y a la vez placenteras. Siento la necesidad de tocarme, cada vez más seguido".
El corazón de Harry se aceleró de pronto, inexplicablemente. La imagen de Hermione Granger tocándose acudió a su mente a toda velocidad, mientras su propia imaginación adolescente llenaba todos los huecos que el texto pudiera dejar.
"No puedo hacerlo en la habitación, me aterra que alguna de mis compañeras se dé cuenta. He estado tomando largos baños, y lo hago ahí. En la noche, antes de dormir, es el momento y el lugar perfecto. Entonces dejo que mis fantasías se desaten mientras me toco, en la ducha…".
Oyó un ruido, y se pegó el sobresalto de su vida. Había pasos en las escaleras. Hermione. Debía estar por entrar.
Cerró el libro más nervioso de lo que hubiera estado en su vida, y acababa de meterlo otra vez bajo la almohada cuando la puerta del dormitorio se abrió y Hermione apareció ante ellos.
Los verdes ojos de Harry se clavaron en los de Hermione, y los de ella quedaron también fijos en los suyos. Por una fracción de segundo, Harry creyó que ella estaba leyéndole la mente, que en solo segundos sabría lo que él acababa de leer. En un momento de pánico, creyó que los ojos castaños de la chica irían hacia la almohada a su lado, y que ataría todos los cabos con su inteligencia superior…
Pero entonces Hermione apartó los ojos de él y se quedó mirando a Ron. Su rostro se transformó con indignación.
-¿Está dormido? -musitó, fastidiosa-. No fueron capaces siquiera de sacar sus libros, ¿no es cierto? Si no estoy yo, no hacen absolutamente nada.
-Ya deja de fastidiarnos -se quejó Ron, bostezando y abriendo los ojos-. Pareces mi madre.
-Gracias a Dios no soy tu madre -dijo ella, abriendo su mochila y sacando sus libros. Harry cerró los ojos unos instantes, sintiendo un alivio inmenso de que Hermione no hubiera llegado a ver cómo metía su diario bajo la almohada.
Harry encontró la mirada de Ron, que sin decir nada en voz alta le dijo moviendo sólo los labios la palabra "menstruación" mientras apuntaba con los ojos a Hermione. Entonces ambos tomaron asiento en la mesa del dormitorio, junto a ella, y sacaron sus libros también.
Comenzaron a hacer el ensayo de pociones, en silencio. La pluma de Hermione rasgaba el pergamino a solo centímetros de Harry. El dormitorio era pequeño, y la mesa aún más, por lo que los tres estaban prácticamente pegados el uno al otro. Los codos de Hermione rozaban los de Harry constantemente mientras ella escribía a su lado, y las piernas de ella, desnudas bajo la falda que llevaba puesta, permanentemente rozaban las de él.
Harry tragó saliva mientras luchaba por concentrarse en su ensayo. La sangre se disparaba desde su corazón hasta su entrepierna. La caligrafía de Hermione, que escribía a su lado, era idéntica a la del diario. Las palabras que había leído en esa misma letra se disparaban hacia su mente: "En la noche, antes de dormir, es el momento"…
Hermione respiraba a su lado. Su cabello castaño caía sobre el brazo de Harry. El chico era extremadamente consciente del roce de su pierna contra la de él. La piel de la blanca pierna de Hermione rozaba contra su pantalón…
"Entonces dejo que mis fantasías se desaten mientras me toco, en la ducha…"
Harry se dio cuenta de que se había puesto erecto. Su pene se había endurecido y se había parado. No era precisamente un pene pequeño, así que al bajar la mirada lo pudo ver claramente allí, contra su pantalón, tensando la tela al extremo.
Deseó con todo su ser que Hermione no se diera cuenta. Tenía que acomodarlo, de costado, para que no fuera tan obvio. O quizás ponerse la mochila arriba, fingiendo que buscaba algún libro. Pero cualquier movimiento que hiciera podía alertar a Hermione, y dirigir su mirada hacia allí…
Se puso muy nervioso. Deseó que Ron dijera algo, cualquier cosa. Alguna distracción. Del otro lado de Hermione, Ron tarareaba una canción de Las Brujas de Macbeth mientras pasaba las páginas del libro de pociones distraídamente, totalmente relajado.
Nada más distinto a Harry, que sentía el sudor formándose en su frente. Quería pensar en otra cosa, algo no sexual, pero la pierna de Hermione seguía rozando la suya, y hasta el sonido de su pluma contra el pergamino lo hacía pensar en sexo.
"Contrólate…", pensó con desesperación. "¡Contrólate!".
Pero su pene estaba durísimo. Y el sol que entraba por la ventana daba directo sobre Harry, lo que no ayudaba a ocultarlo. Hermione tan solo necesitaba apartar los ojos de su pergamino y mirar a su lado y hacia abajo para notar ese pene duro como una roca tensando el pantalón de Harry justo a su lado…
-Oigan, ¿qué mierda es un grano de sopóforo? -dijo Ron, con el dedo en una parte del texto de su libro.
Hermione arrugó la cara y miró a Ron.
"Es ahora", pensó Harry. "Este es el momento".
Solo tenía que estirarse y agarrar su mochila, fingiendo que quería algo de ella.
Empezó a hacerlo, pero entonces…
-Qué extraño -Hermione de pronto giró en dirección opuesta para mirar a Harry fijamente. Este se paralizó del terror, deteniéndose en seco. -¿Tu recuerdas que estas pociones llevaran granos de sopóforo, Harry?
Harry trató de fingir naturalidad. Hizo una mueca mientras negaba con la cabeza, fingiendo que pensaba detenidamente en el asunto.
-No, no lo recuerdo. ¿Qué dice ahí, Ron?
Añadió esto último con la esperanza desesperada de que Hermione se volviera al otro lado y centrara su atención en el libro de Ron. Pero, para su desgracia, Hermione no le quitó los ojos de encima.
-¿Estás seguro, Harry? -añadió, aun mirándolo a solo centímetros de distancia. El corazón del chico palpitaba a toda velocidad. -Tú estás con ese libro.
-Quizás el libro de Ron… -empezó Harry, pero Hermione le hizo caso omiso. En cambio, se inclinó sobre Harry y empezó a leer el libro de él.
-Que no, Harry, que eso no puede estar en el libro de Ron. Es este libro el que…
La voz de Hermione se volvió muy fina y se desvaneció. Con horror, Harry comprendió lo que pasaba, y al instante recibió una confirmación porque el rostro de Hermione se tiñó rápidamente de rosa.
Lo había visto. Los ojos de Hermione habían bajado hasta su entrepierna, habían visto su enorme pene erecto marcado contra el pantalón, se habían detenido allí unos dos o tres segundos, y luego habían subido otra vez hacia el libro que el chico tenía abierto delante.
Hermione fingió normalidad también, pasando un dedo por el texto de Harry, como si estuviera concentrada leyéndolo. Pero Harry sabía perfectamente que lo había visto, y el color en sus mejillas era la prueba irrefutable de ello.
Pasados unos instantes, Hermione se enderezó y volvió a escribir en su pergamino.
-Da igual -dijo finalmente-. No vamos a poner lo de los granos de sopóforo.
-¿Aun estaban viendo eso? -dijo Ron, mirando la hora-. Yo ya terminé, chicos. Vamos, Harry, apúrate a terminar también. Llegarás tarde a tu entrenamiento de Quidditch.
-¿Cómo que entrenamiento de Quidditch? -dijo Hermione-. Suspendieron el Quidditch durante todo el año, no hay partidos. ¿Para qué van a…?
-Angelina cree que es bueno que entrenemos de vez en cuando igualmente para mantenernos en forma y practicar -dijo Harry, tratando de sonar normal para dejar atrás el tenso momento que acababa de vivir-. Así que acordamos tener una práctica hoy.
Hermione puso una cara que decía claramente que eso le parecía una estupidez, pero no dijo nada. Ron enrolló su pergamino y empezó a guardar sus cosas, mientras Harry escribía en su pergamino a toda velocidad cualquier imbecilidad relacionada a pociones que pasara por su mente para terminar de una vez también.
-Vamos, yo te acompaño -le dijo Ron, poniéndose de pie-. Quiero volar un poco yo también, el día está espléndido.
-Me quedaré haciendo lo de Aritmancia -susurró Hermione, sacando aun más libros mientras Harry guardaba los suyos.
-Nos vemos en la cena -le dijo Harry, poniéndose la mochila sobre la entrepierna antes de ponerse de pie para tapar su erección, que seguía firmemente allí.
Los ojos de Hermione se dirigieron hacia Harry una vez más, y estuvo seguro de que quiso mirarle el bulto con disimulo una vez más, pero él ya se lo había tapado con la mochila, fingiendo que luchaba con el cierre. Ella desvió la mirada y entonces él y Ron abandonaron la habitación.
La acción de caminar por el pasillo exterior, fuera de la vista de Hermione, hizo que su pene se encogiera lo suficiente para acomodarse hacia un lado y dejar de estar tan marcado contra el pantalón. Se puso la mochila en la espalda mientras pensaba en lo vergonzoso de la situación que acababa de vivir. ¿Qué habría pensado ella de él?
Pero entonces, otro pensamiento acudió a su mente. ¿Quién sería el chico del que hablaba Hermione en su diario? ¿Aquel que de solo pensarlo provocaba que se mojara? Imaginó que sería algún musculoso y alto chico de séptimo, quizás Cedric Diggory. O quizás Viktor Krum.
Iban por el quinto piso, bajando, cuando Harry se detuvo en seco.
-¿Qué ocurre? -le preguntó Ron.
Harry acababa de darse cuenta de una verdad terrible, y su mente voló de nuevo hacia el dormitorio de Hermione y hacia su cama, y luego hacia su almohada, bajo la cual Harry había dejado nuevamente el diario.
Con pánico, se dio cuenta de que nunca le había vuelto a poner el encantamiento de sellado. En cuanto Hermione lo agarrara de nuevo, sabría que alguien lo había abierto. Y estaba seguro de que ella recordaría que era él el que había estado sentado en su cama cuando ella llegó.
Hola! Quisiera aclarar que este fic no es un Harmione. Es un todos con todos de Hogwarts muy explícito, con puro sexo y porno. Ha arrancado súper suave, pero es solo para ir preparando el ambiente. En la descripción del fic iré poniendo las parejas del cap anterior al actual, luego de publicado. Por favor dejar reviews! :D
