Capítulo 2. Las duchas
El entrenamiento de Quidditch acababa de terminar. Los jugadores, sudados, caminaban a pasos largos con sus escobas en la mano hacia los vestuarios.
-Ha sido una gran práctica -dijo Angelina Johnson, tratando de motivar al equipo. Harry, por otro lado, pensaba que había sido un desastre.
-Estamos fuera de forma -añadió Katie Bell, mientras las tres chicas se alejaban hacia la parte de los vestuarios de mujeres.
-De ahí la importancia de seguir entrenando -dijo Angelina. Las tres chicas desaparecieron tras la puerta del vestuario de mujeres, y Harry siguió con Fred y George hacia el de varones.
-Oye, Fred, recuerda que tenemos que encontrarnos con Lee -dijo George-. Se hace tarde.
-Tienes razón, mejor nos duchamos luego.
George se olfateó la axila, pensativo.
-Yo creo que aguanto otra semana más sin ducharme.
-Yo también -bromeó Fred-. Vamos.
Se fueron hacia la salida, dejando a Harry solo, ya que Ron, al no formar parte del equipo, había estado practicando un poco con ellos pero luego había regresado al castillo.
Harry, ahora solo en el vestuario de hombres, abrió su mochila y sacó su ropa limpia, que dejó apoyada sobre el largo banco de madera. Su capa invisible salió de la mochila también. No recordaba haberla dejado ahí. Mientras sacaba el shampoo y el jabón del envase plástico donde los guardaba, las palabras del diario de Hermione volvieron a su mente: "Entonces dejo que mis fantasías se desaten mientras me toco, en la ducha…"
Harry se desvistió y, ya desnudo, caminó hacia una de las duchas. Se metió dentro, abrió el agua caliente y dejó que esta cayera sobre su cuerpo. Disfrutó de la calidez del agua y del vapor que salía de esta, cerrando los ojos y pasándose el jabón sobre el pecho desnudo, que se había puesto bastante musculoso últimamente. Ahora, además, tenía unos bellos negros que le habían crecido.
Mientras se duchaba, su mente seguía en el diario de Hermione y en las palabras que había leído en él. Imaginó que Hermione se tocaría en la ducha, en ese lugar privado, donde nadie podía verla… Seguramente, la misma noche anterior, había estado tocándose antes de escribir esas palabras…
Harry bajó el jabón y, al pasárselo por el pene, se detuvo unos instantes. Se había puesto duro de nuevo, y su pene erecto chorreaba el jabón blanco mientras el agua de la ducha, casi hirviendo, caía sobre su cabeza y sobre su cabello negro azabache, que esos días llevaba largo hasta los hombros.
Empezó a correr la piel alrededor de la cabeza de su pene, masturbándose lentamente. Pensaba en Hermione y en su diario, la imaginaba en la ducha, desnuda, pasándose los dedos por la vagina, se imaginaba sus tetas desnudas mientras ella también se enjabonaba el cuerpo, en su imaginación.
Se masturbó más y más rápido, mientras recordaba el roce de la pierna de Hermione contra la de él en su habitación…
Estaba totalmente caliente. Tenía ganas de tener sexo, unas ganas incontrolables…
Entonces fue que una idea acudió a su mente. Una idea desquiciada, una locura absoluta.
Pero no recordaba haber estado así de caliente antes. Sentía un deseo impresionante por realizar la nueva fantasía que se había apoderado de su mente.
Harry se enjuagó rápidamente, cerró el grifo y aguzó el oído. Podía escuchar el ruido de las duchas del otro lado de la pared, en el vestuario de mujeres. Estaban duchándose en ese preciso momento. Vino a su mente la imagen de Katie Bell volando en su escoba momentos atrás. La cazadora de Gryffindor tenía un año más que Harry, su cuerpo adolescente estaba más desarrollado y eso se notaba no solo en sus enormes pechos que se marcaban en su camiseta deportiva ajustada, sino también en sus tonificadas piernas que siempre tenía en forma.
El chico salió de la ducha, se secó rápidamente y se puso la capa para hacerse invisible en un dejo de locura, sin comprender realmente si iba a animarse o no a aquello. Su pene seguía duro y firme. Luego de mirar en el espejo para asegurarse de que no se le veía ni un solo dedo del pie, salió del vestuario oculto bajo la capa.
Le tomó apenas unos segundos pasar por la puerta entreabierta del vestuario de mujeres e ingresar de forma completamente imperceptible. Había primero un pasillo antes de llegar donde estaban las duchas, así que las chicas no abrían visto la puerta abriéndose sola, ni habrían podido oír nada con el estruendo del agua. Además, había tanto vapor flotando en el aire que hubiera sido difícil que vieran algo de él aunque tuviera un pie asomándose fuera de la capa.
Mientras se acercaba a las duchas, caminando con los pies descalzos por el suelo de cerámicos húmedo, Harry se preguntó si lo más sensato no sería dar media vuelta y regresar al vestuario de hombres. Pero sus pies no lo oyeron. Siguieron avanzando hacia las duchas, hasta que estas estuvieron justo frente a él. Le pareció que una mosca se había metido dentro de la capa para hacerse invisible. Trató de ahuyentarla con la mano y luego le restó importancia. Había llegado.
Alicia ya había terminado de bañarse, pero no de vestirse. Estaba en calzones, guardando su shampoo en un bolsito color rosa. Sus pechos caían libremente, desnudos, delante de ella, mientras la chica guardaba sus cosas. Eran los primeros pechos que Harry veía en su vida.
Se quedó allí inmóvil, observando cómo Alicia se ponía un sostén blanco y luego unos pantalones. Su precioso y redondo trasero dejó de ser visible, y entonces Harry giró la cabeza hacia las dos duchas donde aún se bañaban las otras dos chicas. Una de ellas era pequeña y tenía la cortina cerrada, por lo que no podía ver nada del interior. Pero la otra ducha, que estaba en una esquina, era el doble de grande y la cortina ocupaba apenas poco más de la mitad, porque el barral terminaba a unos cincuenta centímetros de la pared.
Harry se acercó en puntitas de pie hasta allí, tratando de no respirar. Caminó hasta el costado donde no había cortina y se asomó muy lentamente, protegido siempre por su perfecta capa para hacerse invisible.
Katie Bell estaba en esa ducha, con ambos brazos sobre su cabeza, pasándose el shampoo por su cabello castaño claro, con los ojos cerrados, mientras su hermoso cuerpo desnudo era un espectáculo para Harry.
Sus pechos colgaban desnudos bajo el agua caliente, eran enormes y sus pezones rosados eran pequeños. Su vagina también era totalmente visible, rosada también y con unos pocos bellos castaños creciendo sobre ella, como en un triángulo.
Harry no aguantó. Se arrinconó contra la pared más lejana a la chica, llevó su mano a su pene y empezó a masturbarse mientras la espiaba.
Al ser tan grande esa ducha, ni siquiera recibía muchas salpicaduras del agua. Desnudo bajo su capa, Harry corrió el prepucio de su pene una y otra vez mientras miraba ahora el trasero de Katie, porque ella se había puesto de espaldas. Su trasero era más grande que el de Alicia, y también estaba más erguido, parecía más duro, más firme.
Las piernas de Katie estaban muy trabajadas por el deporte, y su trasero también. Harry se sentía obsesionado por él, mientras se tocaba más y más rápido. No había peligro de que su mano masturbándolo a toda velocidad ocasionara ruidos, porque la ducha hacía un estruendo tan alto que tapaba todo.
Estaba por acabar, lo sabía. Su cuerpo empezaba a tensarse…
Katie se inclinó hacia adelante justo en ese momento, para enjabonarse los pies, aun de espaldas a Harry. Al hacerlo, su trasero quedó muy cerca de Harry, siendo todo visible ante los ojos del chico.
No supo por qué lo hizo. Algo lo impulsó. Harry sacó su pene fuera de la capa para hacerse invisible, sabiendo que ella no lo vería por estar de espaldas, y entonces acabó.
Su semen salpicó todo el trasero de Katie Bell, saltando a chorros sobre la piel desnuda de la chica. Ella no pareció notar nada, porque el agua de la ducha le caía sobre la espalda y chorreaba por allí hacia su trasero también, mezclándose con el semen. Harry vio como su propia eyaculación chorreaba por los firmes bordes del trasero de Katie, cayendo luego por las piernas de la chica hacia el suelo de la ducha.
Harry siguió masturbándose hasta que ya no salió más semen. Entonces, con el corazón palpitándole a toda velocidad, guardó su pene en la capa otra vez y dio un paso hacia atrás, arrimándose a la pared tras él. Observó cómo el jabón que caía del cuerpo de Katie se mezclaba con su semen, desapareciendo este por el suelo de la ducha. Katie volvió a enderezarse, se enjuagó todo el cuerpo una vez más, pasando sus manos por todo su perfecto cuerpo, y entonces cerró el grifo.
Pero Harry no se atrevió a moverse de allí. Ahora que todas las duchas estaban cerradas, sus pisadas podrían ser oídas por las chicas.
Katie se envolvió con la toalla que había colgado del barral y entonces abrió la cortina, empujándola hacia donde estaba oculto Harry y saliendo de la ducha, para encontrarse nuevamente con sus dos amigas.
Angelina se estaba secando, y Harry también llegó a ver su cuerpo desnudo unos instantes, antes de que la líder del equipo se pusiera rápidamente un calzón, un sostén y luego la túnica del colegio.
Vio a Katie hacer exactamente lo mismo, ahora alejada de él, donde estaban los bancos de madera, mientras las tres chicas se ponían a hablar de unos chicos de quinto año que Harry no conocía. Riendo, las tres acabaron de secarse el cabello con las varitas, en solo un segundo, tomaron sus cosas y desaparecieron fuera del vestuario.
Harry se quedó allí, en el costado de la ducha del rincón, esperando. Cuando sintió que ya era seguro, se fue de allí él también. Regresó a su propio vestuario, se vistió él también y se marchó de allí. Mientras avanzaba por la explanada de los terrenos de Hogwarts, hacia el castillo, veía a las tres chicas riendo una junto a la otra allí adelante, y se preguntó por qué había hecho semejante locura.
Pero, fuera o no una locura, lo cierto es que sonrió el sentir la brisa de la tarde alborotándole el húmedo cabello.
A mucha distancia, y en un lugar subterráneo, había un joven también de catorce años sentado en un mullido sofá en medio de una sala común, pero que no era la de Gryffindor. Dos muchachos corpulentos se sentaban a cada lado suyo en opuestos sofás, como una escolta de seguridad. Su cabello rubio caía sobre sus ojos grisáceos. El muchacho tenía los ojos entrecerrados, lucía pensativo.
-Tengo hambre -comentó Crabbe, que acababa de comer una rana de chocolate y ahora jugaba con el envoltorio, enrollándolo en su regordete dedo.
-Acabas de comer medio kilo de chocolates -dijo Malfoy, absorto en sus pensamientos.
-¿Me prestas unos galleons para comprar más? -le preguntó Crabbe, preocupado por la escasez de chocolates que parecía rodearlo, al haber ya terminado todos.
-Algún día tendrás que conseguir tu propio oro, Crabbe -le espetó Malfoy, con desprecio-. No puedo seguir pagando tus golosinas.
-¡Tú no me pagas las golosinas! -se quejó él-. Además, todo lo que tienes lo tienes por tu padre.
-Por cierto, Draco, ¿tu padre te ha enviado ya el oro para las escobas nuevas? -le inquirió Goyle-. Las Nimbus 2001 ya pasaron de moda. No podemos permitir que Potter vuele con una escoba mejor que las nuestras.
-Olvídate de las escobas, Goyle. ¿Acaso estamos en segundo año? Ni siquiera hay Quidditch este año, ¿para qué quiero eso? No… Pero qué bueno que sacas el tema de Potter, Goyle, porque tengo algo muy, muy grande preparado para él. Y precisamente quería hablarles de eso.
-¿A qué te refieres?
-Ya no me interesa tener una escoba mejor que la de Potter, Goyle -dijo Draco, recostándose en el sofá con una sonrisa que lucía malvada-. Eso es cosa de niños.
Goyle miró a Crabbe con el ceño fruncido, tratando de ver si su amigo entendía de qué hablaba Draco. Pero Crabbe no parecía tener espacio en su pequeño cerebro para nada más que no fuera la imperante necesidad de comer más chocolates y la problemática que surgía del hecho de no tenerlos.
-¿A qué te refieres? -preguntó Goyle finalmente.
Draco miró a su amigo sonriente. Había estado esperando esa pregunta para poder explicar lo que consideraba un maléfico plan, claramente.
-Potter ya ha cruzado la línea, ¿no creen? -dijo entonces, frunciendo la nariz con asco-. Ya saben, todo esto de ser siempre el centro de atención… Es hora de que le demos una lección. Pero de verdad. No una de esas mierdas como tener una escoba mejor que la suya, o burlarnos de él en clase. Estoy hablando de una lección digna de unos Slytherin de cuarto año. ¿Sabían que el Señor de las Tinieblas a nuestra edad ya había abierto la Cámara Secreta, provocando la muerte de una alumna?
-¿A los catorce? -preguntó Goyle, sorprendido-. ¿Estás seguro?
-No lo sé, ¿a quién le importa si fue o no a los catorce? El punto es que no era mucho mayor a nosotros.
-¿Quieres abrir la Cámara Secreta? -preguntó Goyle sorprendido, tratando nuevamente de encontrar la mirada de Crabbe, pero este se había puesto a chupar los restos de chocolate en el envoltorio vacío de un caldero de chocolate.
-No seas idiota, Goyle. Eso no tendría sentido. El basilisco está muerto. A lo que me refiero es que ya es hora de hacer algo grande. Grande como eso. Grande nivel "Cámara Secreta" en las épocas del Señor de las Tinieblas. Y que destruya de una vez por todas al imbécil de Potter. Que lo acabe por completo.
-¿Y qué tienes en mente?
-Ya lo verás… -Draco miró a sus amigos de forma misteriosa, y se formó otra sonrisa en su rostro-. Tengo a alguien muy especial para presentarles, que está aquí en este momento. Con su ayuda, lo lograremos.
Goyle miró alrededor del sofá, pero no había nadie más allí. Estaban solos. O eso creyó.
De pronto, y mientras Crabbe revolvía un envoltorio vacío de grageas de todos los sabores en busca de alguna gragea que hubiera quedado oculta en el fondo, vieron que lo que Draco señalaba era una especie de insecto, que volaba encima de ellos. Goyle no lo había visto hasta ese momento.
-¿Un insecto? -dijo finalmente.
-No es un insecto -dijo Draco con maldad en la voz-. Les presento a la persona que va a darnos lo que se necesita para acabar con Potter de la manera más humillante posible. De una manera nivel "Cámara Secreta". Solo ella sabe cómo.
Crabbe miró al insecto volador también, confundido.
-¿Ella? -dijo entonces, hablando por primera vez.
El insecto, que era en verdad un escarabajo, de pronto aumentó de tamaño de forma desproporcional, haciendo que Goyle cayera hacia atrás del susto.
Delante de ellos, luego de una impresionante transformación, había una bruja con cabello rubio y con unos rulos perfectos, y unos impactantes ojos azules debajo de unos lentes bastante ostentosos. Lo que más llamaba la atención de su aspecto era, sin dudas, una sonrisa pícara que parecía indicar que tenía el chisme más picante de todos justo en la punta de la lengua.
-Hola, muchachos -saludó Rita Skeeter, sin dejar de sonreír de esa forma-. Draco, no creerás lo que tengo para ti, recién salido del horno.
-No puedo esperar a saberlo, Rita -dijo Malfoy, sonriendo también con maldad-. Acabo de recibir tu carta. Dijiste que era urgente, así que aquí estamos. Dime, ¿qué tienes para mí?
-Acabo de ver a Potter en el estadio de Quidditch -dijo Skeeter-. Y me ha dado la pieza de información más valiosa, quizás, de toda mi carrera… -lanzó una carcajada malévola antes de continuar-. Si querías destruirlo, Draco, tengo para ti unas fotos que lograrán hacer que huya despavorido de Hogwarts mañana mismo. Su humillación será tal cuando se conozcan estas fotografías, que deseará no haber nacido.
Los ojos de Malfoy brillaron con codicia, mientras su sonrisa se ensanchaba aún más.
-Continúa, Rita, por favor.
-Debo decirte que no ha sido fácil obtenerlas… -siguió ella, haciéndose desear-. Digamos que he tenido que… meterme bajo su capa, por así decirlo.
Malfoy pareció un poco confundido, pero no perdió el interés.
-Con mi cámara reducida mediante magia, he obtenido unas fotografías tan incriminatorias que, te aseguro... será una hazaña aun mayor que eso de la Cámara Secreta.
-Las quiero -dijo Malfoy de inmediato, aunque todavía no sabía de qué se trataba, sus ojos muy abiertos por el deseo-. ¿Qué son, Rita? ¿Qué ha hecho Potter en el estadio de Quidditch? ¿Se cayó de la escoba? ¿Se desmayó otra vez? ¿Quizás se asustó pensando que había dementores cerca?
Rita lanzó su cabeza hacia atrás para poder reír más fuerte, llena de maldad.
-Eso son idioteces, Draco -dijo, sin poder dejar de reír-. Te dije que esto era nivel "Cámara Secreta". No tienes idea, de verdad... No tienes idea.
