Capítulo 3. El pervertido
-No es posible…
Draco había quedado boquiabierto, en una expresión muy poco común en él. Goyle también estaba impactado por la noticia, con los ojos fuera de las órbitas y una sonrisa estúpida en los labios. Crabbe, por otro lado, había encontrado una rana de chocolate entera bajo el sofá y ya no prestaba atención a la conversación.
-Por supuesto, esta clase de noticias están a un nivel muy superior -comentó Rita, y se quedó mirando más allá de los chicos, por lo que se entendió claramente que con "superior" se refería a cosas mucho más grandes que un par de alumnos de cuarto año de Slytherin-. Potter ha abusado de sus poderes mágicos para asaltar sexualmente a una alumna menor de edad sin su consentimiento… Es muy, muy grave.
Los ojos de Malfoy brillaban de maldad y emoción. Parecía que acababan de decirle que su cumpleaños se había adelantado al día siguiente.
-Y siendo que es el Niño que Sobrevivió, y además Campeón de Hogwarts… Estoy convencida de que esto haría la primera plana de El Profeta, tranquilamente.
-Hagámoslo -dijo Malfoy de inmediato, lleno de entusiasmo-. Publícalo, Rita.
-Sí, es una opción -dijo ella, llevándose su pluma de vuelapluma a los labios mientras parecía sumirse en pensamientos-. Lo malo de eso, por supuesto, es que no puedo publicar en El Profeta el tesoro más valioso de mi descubrimiento…
-¿Un tesoro? -dijo Goyle boquiabierto con cara de imbécil.
-No seas estúpido, Goyle -dijo Malfoy-. Se refiere a las fotografías que le tomó a Potter, mientras se masturbaba en esas duchas. ¿Verdad, Rita?
-Exacto -Rita le guiñó un ojo a Malfoy-. No se puede publicar contenido sexual en El Profeta. Claro que podrían censurarlas, pero no sería lo mismo. Estas fotografías valen mucho… Mucho más que una tonta publicación de El Profeta. Podría ganar muchísimo más vendiendo mis fotografías a un buen comprador… a alguien que tenga mucho oro y esté dispuesto a pagar muy bien por ellas.
-Vaya -comentó Goyle, que lucía tan estúpido que Rita incluso llegó a pensar que debía tener ascendencia troll-. Me pregunto quién podría tener tanto oro…
Malfoy se llevó una mano a la cara, avergonzado de su amigo.
-Se refiere a mí, Goyle. ¿Podrías cerrar la boca?
Crabbe, que masticaba su rana de chocolate con ganas, parecía ni siquiera oír nada de la conversación.
-Me alegra saber que tú sí captas mis indirectas, Draco -dijo Rita, lanzando una risita falsa-. Por eso mismo te escribí de inmediato a ti. Si hay un mago que odia lo suficiente a Potter para estar interesado en pagar el alto valor que tienen unas fotografías así de incriminatorias; y que además tiene el oro suficiente para hacerlo, ese eres tú, Draco.
-Desde luego, mi familia es muy adinerada, y yo también -dijo Draco, asintiendo mientras miraba a Rita con perspicacia-. Y esto es justo lo que necesito para destruir a Potter... Sí. Será un placer hacer negocios contigo, Rita.
-De otra forma, sería un desperdicio de mi trabajo periodístico -dijo ella-. Sería una pena que nadie llegue a ver mis fotografías. Pensé que los padres de Katie Bell podrían interesarse con fines legales, claro, pero no tienen ni la mitad de oro que un Malfoy. No, Draco, creo que tú eres mi mejor comprador. Solo piensa lo que podrás hacer cuando las tengas en tu poder… -se relamió los labios con maldad-. Hacerles copias… ponerlas por todos los pasillos del colegio… Todos verán en alta resolución y con fotografías en movimiento, cómo Potter se toca en las duchas de las chicas bajo su capa para hacerse invisible, y además hace… bueno, ya sabes… la "cochinada", encima de Katie.
Rita lanzó una risita, como si aquello fuera lo más gracioso del mundo.
-Potter será expulsado, desde luego. ¿Y te imaginas la cara de Katie? ¿Y de todos?
-Será el fin de Potter, para siempre -Malfoy estaba tan emocionado que parecía a punto de saltar-. Véndemelas a mí, Rita. Si sabes lo que te conviene, me las darás a mí.
-Por supuesto, Draco -la bruja le guiñó un ojo y entonces extendió una mano hacia él-. Serán mil galleons.
Hubo un momento de silencio. La cara de felicidad no se borró de Malfoy, pero un silencio se extendió por todos ellos tanto tiempo que Crabbe se terminó la rana de chocolate y empezó a chupar el envoltorio.
-¿Mil galleons? -dijo finalmente Malfoy, arqueando las cejas.
-Por supuesto -dijo Rita vagamente, como si fuera un monto totalmente cotidiano para ella-. Pensé que estábamos haciendo negocios de adultos… ¿o acaso me equivoqué?
-No, no… Claro que no -Malfoy trató de aparentar seriedad otra vez.
-Estamos hablando de fotografías explícitas de Potter cometiendo la gran deshonra de su vida… Potter, un mago con una imagen tan limpia, tan famoso, cometiendo un asalto sexual en una compañera. Es un delito sexual, es incriminatorio, es un crimen por el que podría terminar en Azkaban incluso… No lo sé, no tengo idea de leyes, soy periodista. Pero esa chica fue prácticamente violada por Potter, si lo piensas. Esto vale, Malfoy. Y vale mucho… Tu familia es muy adinerada, supongo que no te será difícil conseguir el oro.
-Por supuesto que no -dijo él, dándose aires a él y a su apellido-. Para un Malfoy mil galleons no son nada.
Rita sonrió.
-Por eso es que vine contigo. Me alegra que estemos en sintonía.
-¿Puedo verlas? ¿Las fotos?
-Oh, no las he revelado aún. Todo esto es muy, muy reciente. Pero créeme, las tendrás en tu poder en el mismo momento en que me des el oro. ¿Cuándo crees que lo consigas?
-Pronto -dijo Malfoy-. Muy pronto.
-De acuerdo -Rita se puso de pie y le tendió la mano-. Las verás "muy pronto" entonces. Pero apresúrate. O podría sentirme tentada de hacerle una visita a los señores Bell con una oferta.
Le hizo una mueca traviesa, sacando la lengua y guiñando un ojo a la vez, y entonces volvió a convertirse en escarabajo. Se alejó volando hacia la salida de la sala común de Slytherin, hasta desaparecer de la vista.
Crabbe terminó de chupar el envoltorio de su golosina y miró a Malfoy, que parecía molesto.
-¿Crees que tu padre te dé tanto oro, Draco?
-No lo sé -dijo él, pensativo-. Es mucho... Pero necesito esas fotografías, las necesito ya mismo.
-Jamás te han dado tanto oro en tu vida -le dijo Goyle-. Ni siquiera cuando querías comprar la alfombra voladora. Y costaba mucho menos.
-Cállate, Goyle. Tengo un plan. Sí… Lo de las escobas podría funcionar. Sí, quizás si le digo a mi padre que necesito el oro para comprarle escobas nuevas a todo el equipo… Pero debo asegurarme de que me dé el oro a mí y no las compre él mismo… Debo irme. Tengo que escribir una carta.
Dicho esto, Malfoy se alejó hacia su habitación a pasos largos, ondeando la túnica del colegio tras él. Lucía enfadado. El querer algo con tantas ansias y no poder tenerlo parecía haberlo enfurecido de verdad.
…
La ducha se abrió justo encima de la cabeza de Hermione. El agua caliente empezó a caer sobre su cabello y sobre su cuerpo desnudo. La chica se masajeó la cabeza, con los ojos cerrados, comenzando a relajarse. El agua se sentía deliciosa, cayendo sobre sus pechos, chorreando por su abdomen…
Estaba, como siempre, tomando una de esas duchas tardías, justo antes de la hora de dormir, en el baño de chicas que había en la sala común de Gryffindor. Como ya era tarde, no había nadie más allí. Eran unas cuantas duchas con cortinas que estaban una junto a la otra en un pasillo con mármol marrón, que finalizaba en un pequeño vestuario. Más allá estaban los baños y lavamanos, y la salida hacia la redonda sala común.
La chica empezó a enjabonarse el cuerpo, mientras disfrutaba del calor del agua y recorría su cuerpo desnudo con las manos, masajeándose, rozando sus pezones con los dedos, mientras su mente iba lentamente hacia aquel chico que le gustaba tanto…
En ese momento, Harry estaba en su habitación. Ron ya estaba dormido. Harry tenía abierto el Mapa del Merodeador y lo alumbraba con su varita. Podía ver claramente el punto que decía "Hermione Granger" en los baños de chicas de la sala común, donde ya no quedaba nadie. Era tarde y la mayoría de los Gryffindor dormían.
"En la noche, antes de dormir, es el momento y el lugar perfecto. Entonces dejo que mis fantasías se desaten mientras me toco, en la ducha".
Harry tragó saliva, nervioso. ¿Lo estaría haciendo? ¿Estaría Hermione tocándose en las duchas en ese momento, tal como había escrito en su diario?
Desde que había leído el diario de Hermione, algo había despertado dentro de Harry. Unas ganas irrefrenables de tener sexo. Ya lo había sentido antes, claro, con otras chicas incluso. Hacía tiempo que era un adolescente y que pensaba en sexo. Pero esto que había ocurrido con ese diario había desatado una fiera dentro de él… El saber, a ciencia cierta, que su amiga, que lucía tan inocente, que siempre había parecido tan "decente", tenía los mismos pensamientos salvajes que él… los mismos deseos que él…
No estaba seguro de si le había gustado Hermione anteriormente en su vida. Siempre la había visto como una amiga. Pero ahora, en este momento, no podía sacarse de la cabeza esa fantasía de Hermione en las duchas, tocándose. Y tenía unas ganas impresionantes de mirarla, tal como había mirado a Katie Bell y las otras chicas.
Desde luego, no podía hacer algo así otra vez… ¿verdad? Aquello había sido una auténtica locura. Estaba seguro de que no había estado bien. Espiar a sus compañeras mientras se bañaban no podía ser algo que estuviera bien. Pero era Hermione la que había empezado con todo eso, eran sus palabras las que habían enloquecido así a Harry… Si iba a espiar a alguna chica, por última vez, tenía que ser a ella.
Decidido, con el corazón latiendo a mil por hora, Harry se incorporó, guardó el Mapa del Merodeador y en cambio sacó su capa para hacerse invisible del baúl. Se la puso por encima del pijama y salió del dormitorio en puntitas de pie, sin hacer ruido.
Bajó las escaleras en caracol hasta la sala común, que estaba a oscuras. Vio la luz amarilla que salía por debajo de la puerta del baño de chicas. Se acercó y apoyó el oído contra la puerta. Nunca había entrado a ese baño. ¿Sería visible esa puerta desde la ducha? ¿Vería Hermione cómo la puerta se abría sola?
Esto parecía mucho más peligroso que lo del estadio de Quidditch. Mientras abría la puerta muy lentamente, tratando de que no hiciera ruido, Harry no pudo evitar sentir algo malo en el estómago. Una especie de señal de peligro, que le indicaba que algo iba a salir mal.
Pero lo ignoró. El deseo era tan fuerte, tan intenso…
Harry se metió al baño y cerró la puerta tras él tan sigilosamente como pudo. Le temblaban las manos. Había vapor en el aire. Había unos lavamanos y unos baños en cubículos. Más allá, había un pasillo que claramente daba hacia las duchas, puesto que el vapor venía de allí.
Poniendo un pie delante del otro lentamente, con mucho cuidado, Harry se acercó hacia la zona de las duchas. La capa lo cubría por completo, no podía haber riesgos de que Hermione lo viera. Pero la sensación en su estómago crecía más y más, una especie de alerta de peligro.
¿Sería por el hecho de que él sabía perfectamente que Hermione era unas veinte veces más sagaz e inteligente que Alicia, Katie y Angelina juntas? ¿Eso era lo que le daba esa sensación de peligro inminente, de que todo saldría horriblemente mal esta vez?
Sí, debía ser eso. Pero no había motivos para temer. Era invisible. La ducha hacía mucho ruido. Hermione no podía verlo ni escucharlo.
Mientras caminaba hacia las duchas, vio la ropa de Hermione colgada en el barral de la única ducha que estaba ocupada. Reconoció su túnica, y vio también un juego de ropa interior limpia y una toalla seca colgadas. Hermione no había dejado su ropa lejos de la ducha, en los bancos, sino allí cerca, con ella, colgada en la ducha. No tenía planes de pasearse desnuda por el baño como las otras chicas. Cuando terminara, se cambiaría allí mismo, en la privacidad de su ducha, y Harry no podría verla desnuda.
Tampoco había forma de meterse allí dentro, con ella, como había hecho con Katie. Esa ducha era pequeña, entraba una sola persona y estaba muy bien cerrada con su cortina. No había forma de espiarla allí dentro.
Se sintió vacío. Oía a Hermione en la ducha, pero no podía oírla bien, por el ruido del agua. ¿Estaría gimiendo? ¿Se estaría dando placer en ese momento?
Solo los separaba la cortina de la ducha, que no tenía ni un mínimo de transparencia. Y la ducha era más oscura que la parte exterior, por lo que no se podía ver absolutamente nada de Hermione, ni la más ínfima sombra. ¿Había ido hasta allí para nada, en vano?
Miró hacia arriba. El interior de la ducha sería visible desde arriba, por encima de la cortina. Si lograba trepar a la pared que separaba esa ducha con la de al lado… Pero aquello era mucho más de lo que hubiera imaginado. No se animaba a tanto…
¿O sí?
Sentía su pene poniéndose duro mientras miraba la cortina de la ducha. Hermione estaba allí dentro, posiblemente tocándose en ese preciso momento, cumpliendo todas las fantasías más locas de Harry… Pero no podía verla. No podía disfrutar de ese espectáculo.
Harry tomó aire, y luego de dudarlo un segundo más se decidió. Caminó en puntitas hasta la ducha junto a la de Hermione, que estaba vacía, abrió muy lentamente la cortina de esta y se metió dentro.
No tenía forma de saber qué tan terrible sería ese error.
Una vez en la ducha contigua, se afirmó bien la capa para hacerse invisible, asegurándose de que esta no fuera a deslizarse y dejarlo al descubierto, y entonces miró la pared que lo separaba de la ducha de Hermione y se preparó para dar un pequeño saltito que le permitiera colgarse a la pared con ambas manos.
La idea era trepar la pared y espiar a Hermione desde arriba, colgado allí. Pero esta era bastante más alta que él y tendría que tomar un buen impulso para poder treparse a ella.
Sin embargo, no tuvo en cuenta dos cosas: una de ellas, que la pared estaba mojada por la humedad de la ducha. Y la otra, que la capa para hacerse invisible rodeaba sus manos. Y por eso mismo, cuando finalmente saltó con las manos extendidas hacia arriba, ambas cosas provocaron que resbalara de la pared, sin poder sostenerse.
Harry cayó al suelo de la ducha contigua a Hermione con un ruido fuertísimo que resonó por todo el baño y que hizo eco en sus oídos. ¿O era el sonido de su cabeza partiéndose por el dolor? Se había dado un buen golpe con la pared opuesta. Veía estrellitas de todos colores.
Fue inmediato. Hermione cerró la ducha, del otro lado de la pared.
-¿Hay alguien ahí? -oyó que decía su amiga.
Harry se quedó inmóvil en el suelo de su ducha. Su corazón parecía a punto de saltar fuera de su pecho. Su cabeza se partía de dolor. Comprobó que la capa lo estuviera cubriendo bien, pero no tenía fuerzas para ponerse de pie.
"Por favor, que Hermione encienda la ducha otra vez", pensó, desesperado. Con la ducha de Hermione cerrada, el silencio del baño era absoluto. Cualquier cosa resultaría muy audible. "Por favor, que la encienda de nuevo así puedo huir de aquí sin que me oiga".
Pero Hermione no volvió a encender la ducha. Al contrario, Harry oyó claramente el ruido de la chica secándose con su toalla y vistiéndose a toda velocidad.
"Huye", dijo una voz dentro de la cabeza de Harry, mientras una especie de alarma imaginaria sonaba dentro de su cabeza. "¡Huye ahora! ¡Olvídate de los ruidos, que te oiga! ¡Pero huye! ¡HUYE!".
Sin embargo, no se pudo mover. Los pies no le respondieron. Algo lo tenía clavado al suelo, y no era solo el dolor en su cabeza. Quizás era la idea absurda e infantil de que, si se quedaba allí quieto y en total silencio, con su capa para hacerse invisible encima, Hermione ignoraría lo que había oído y continuaría con su baño como si nada.
Pero Hermione no solo era brillante y sagaz de una forma que las chicas del equipo de Quidditch jamás serían, sino que era toda una Gryffindor que siempre estaba dispuesta a enfrentar el peligro.
Y entonces Harry vio, con el terror trepando por su garganta, cómo Hermione aparecía ante él, completamente vestida, con el cabello mojado cayéndole sobre la cara, mirando el interior de la ducha en la que él estaba.
-Supe que había alguien desde que vi esta cortina correrse -reveló Hermione entonces, entornando los ojos mientras miraba el espacio aparentemente vacío de la ducha ante ella-. ¿Estabas tratando de espiarme mientras me bañaba, asqueroso pervertido…?
El corazón de Harry latía tan fuerte que temía que este produjera algún sonido que lo delatara. El silencio del baño era atroz. Con el eco, tenía miedo de que su propia respiración se oyera amplificada. Sentía ganas de que ese suelo de mármol lo tragara.
"Por favor, que Hermione piense que no hay nadie aquí", se dijo Harry a sí mismo, sin mover un solo músculo, con una esperanza absurda. "Si sus ojos no ven nada, que llegue a la conclusión de que no hay nada, y que se vaya…". "Que se vaya…"
-No soy idiota -dijo Hermione entonces, mirando directamente hacia donde estaba Harry-. Sé muy bien lo que oí… Eres invisible, ¿verdad?
El mundo se le cayó encima a Harry. ¿Por qué Hermione tenía que ser tan inteligente? ¿Por qué?
Y entonces vio que Hermione se llevaba la mano al bolsillo de los jeans y sacaba su varita mágica.
Aquello era el fin.
-Veamos quién eres, pervertido -dijo Hermione entonces, apuntando su varita directamente hacia Harry.
