Capítulo 10. La bestia sexual

Así fue como, esa noche, Harry, Ron y Hermione perdieron su virginidad a la vez.

Sin embargo, otras cosas pasaron en Hogwarts esa noche.

Mientras tanto, en la sala común de Slytherin…

-Tú eres Draco Malfoy, ¿verdad? -musitó una chica de segundo año de Slytherin, que lucía agotada por cargar un paquete gigantesco a lo largo de la sala común de su casa.

Malfoy la miró con los labios fruncidos, con desprecio.

-¿Qué quieres?

-Me pidieron que te traiga esto -dijo ella, dejando el pesado paquete a sus pies. Malfoy echó una ojeada a la caja y vio que tenía el logo de Artículos de Calidad para Quidditch. Se trataba de las siete escobas nuevas para su equipo de Quidditch, enviadas por su padre. El equipo de Quidditch que no jugaría ningún partido ese año y que no le interesaba en lo más mínimo.

-Déjalas en mi dormitorio -le ordenó Malfoy, manteniendo la mueca de desprecio, y se levantó del sofá donde había estado, alejándose de la niña.

Ella se quedó mirándolo alejarse con una expresión de desesperación. Suspiró hondo, resignada, y volvió a cargar el pesado paquete haciendo uso de todas sus fuerzas para llevarlo al dormitorio de Malfoy.

Este siguió de largo hasta la otra punta de la sala común, buscando a una persona. Había estado pensando y había decidido que lo mejor sería acudir a él.

-Montague, necesito tu ayuda -le dijo entonces, al llegar ante él.

Graham Montague, un chico dos años mayor a él, estaba sentado solo en otro sofá leyendo un libro titulado Las artes oscuras y el Quidditch: Una crónica de partidos arreglados, muertes y otras cosas fascinantes a través de los tiempos. Al ver a Malfoy acercarse, levantó la mirada de su libro lentamente y dijo:

-Claro, Draco. Ven, siéntate.

Con una expresión seria, Montague cerró su libro y lo dejó sobre el sofá. Se cruzó de brazos, mirando a Malfoy, mientras este se sentaba en otra butaca frente a él.

-¿Qué ocurre?

-Iré directo al grano -dijo Malfoy-. Sé que eres un experto en sexo y en todo lo relacionado y que has estado con muchas chicas. Es así, ¿verdad?

Añadió esto último con un dejo de duda, como si quisiera primero asegurarse de que la reputación de Montague fuera cierta. Este sonrió, mirándolo fijamente.

-Sí, es verdad -dijo entonces-. ¿Necesitas consejos?

-Estoy en medio de algo -dijo Malfoy, evitando los detalles-. Un plan. Y necesito aprender a cogerme a una chica, porque parte de mi plan será hacerlo con una. Y tengo que ser convincente. Tiene que parecer que soy un experto. Como tú.

-Ya veo… -Montague se acarició el mentón, pensativo-. Y no lo has hecho nunca, ¿verdad?

Malfoy se lo quedó mirando con su expresión típica de asco, y luego de varios segundos negó con la cabeza.

-Bien, puedo ayudarte… -dijo Montague-. Pero primero debo saber algo…

-¿Qué cosa?

-Necesito saber quién es la chica.

Malfoy no respondió enseguida.

-¿Por qué necesitas saber eso?

Montague suspiró.

-Porque esto no es un juego, Malfoy -se puso serio y se inclinó hacia adelante, mirándolo fijamente-. Somos Slytherin. Somos sangre pura. Sabes lo que puede ocurrir cuando andas por ahí cogiéndote chicas, ¿verdad?

Malfoy consideró la pregunta.

-¿Embarazos?

-No, eso no es lo que me preocupa -dijo Montague-. Los embarazos pueden eliminarse fácilmente, no por nada somos magos.

-¿Y qué es lo que te preocupa?

-Ser un sangre pura conlleva una gran responsabilidad -dijo Montague, con seriedad-. Es nuestro deber tener sexo solo con mujeres sangre pura. De esa forma es como continuaremos el linaje de nuestros antepasados. Solo de esa forma garantizaremos que los árboles familiares sean puros.

-No planeo tener hijos con esta chica -dijo Malfoy, como si la sola idea le diera náuseas-. Es solo coger. Nada más.

-¿Es decir que esta chica no es sangre pura?

Malfoy se quedó en silencio, y entonces decidió que no tenía sentido mentirle a Montague. Después de todo, él no estaba traicionando su linaje. Aquello era solo parte de un plan.

-No, no es sangre pura -le dijo-. De hecho, es hija de muggles.

La cara de Montague fue como si le hubieran echado un baldazo de agua fría a la cara.

-Pero justamente de eso se trata -Malfoy sonrió con maldad, reclinándose hacia delante y adoptando un tono de voz sombrío-. Mi plan es destruirla. A ella y a otros impuros de su tipo. Voy a cogérmela, a hacer que se enamore de mí, y luego la usaré para lograr mis propios fines. Al final de mi plan, tanto ella como sus mugrosos amigos sangre sucia y traidores a la sangre caerán. Todo es parte de un gran plan contra ellos.

Pero Montague no lucía impresionado. Todo lo contrario. Miraba a Malfoy con desconfianza. La información de que la chica era hija de muggles aún seguía impactándolo.

-Es un plan muy, muy peligroso, Draco…

-¿A qué te refieres? -Malfoy estaba enfadado-. ¿Acaso te opondrás a ayudarme a destruir a unos Gryffindor, sangre sucias y traidores a la sangre? ¡Eres una deshonra a la pureza de sangre si no me ayudas!

Pero Montague no tenía miedo de Malfoy, como tantos otros, ni de sus ataques de rabia. Lo observaba con los ojos entrecerrados, dubitativo.

-Mira, Draco, no dudo que tu plan sea ese, ahora -le dijo entonces-. Pero ha habido accidentes…

-¿Qué clase de accidentes? ¡Solo quiero usarla! ¡Para mi propio beneficio!

-Ha habido magos Slytherin que quisieron meterse con chicas sangre impura "solo para usarlas" -dijo Montague, calmadamente-, y luego acabaron enamorándose de ellas.

-¡ESTÁS LOCO! -gritó Malfoy, a quien la sola idea parecía provocarle ganas de vomitar.

-Ha pasado -dijo él-. Por eso es muy peligroso. Incluso si quieres usarla como parte de un plan. Revolcarse con los impuros no puede traer nada bueno, nunca. Te seré honesto: no quiero ayudarte con esto. No quiero ser parte de otra tragedia, como ya habido antes. Mi misión, como un honrado Slytherin de sangre pura, es mantener la pureza de sangre. Si sé que tu plan es follarte a una sangre sucia, entonces temo que…

-Te lo juro, Montague -dijo Malfoy, remarcando las palabras, cerrando los puños y dientes con fuerza-. Te juro que moriría antes que enamorarme de esta inmundicia.

Montague se seguía rascando el mentón, dubitativo. Su tranquilidad estaba poniéndole los pelos de punta a Malfoy.

-Estoy tan comprometido a mantener la pureza de sangre como tú -insistió Malfoy, que sabía que necesitaba el conocimiento de Montague para seguir adelante con su plan-. O quizás más, de hecho. El objetivo de mi plan es traer la grandeza a los Slytherin, ¡destruyendo a los putos Gryffindor!

-Ya veo que se trata de Potter. Sí, confieso que me encantaría verlo destruido también, Draco, pero…

-Quiero que mis años en Hogwarts queden marcados por algo grande, tan grande como fue el Señor de las Tinieblas en sus años aquí. ¡Mi plan es algo muy grande, Montague, y si sabes lo que te conviene me ayudarás a lograrlo! ¡Si me ayudas, ayudas a Slytherin! ¡Ayudas a los sangre pura!

Este lo miraba con la misma paciencia que antes, estudiándolo con la mirada.

-Tus deseos parecen genuinos -admitió Montague-. Desde luego, compartirte mi experiencia te ayudará a lograr tu plan… -parecía estar considerándolo, mientras se rascaba la barbilla una y otra y otra vez-. Pero es muy difícil para mí acceder sabiendo que ha habido tantos casos de magos sangre pura que, aunque tuvieran intenciones nobles, como la tuya, acabaron pasándose de bando… enamorándose… -puso una cara de asco ante la idea-. Incluso apareándose por placer con los sangre impura, casándose con ellos, criando a sus hijos… abandonando todo lo que habían jurado defender…

-Te digo que yo jamás…

-Necesito garantías, Draco.

-Sí, claro. ¿Qué quieres? Te apostaría mil galleons a que eso no pasará. Tienes mi palabra.

-No quiero tu oro, Draco, mi familia tiene muchísimo oro. No necesito más.

Malfoy apretó los dientes, furioso.

-¿Qué quieres entonces?

-Quiero tu palabra de que no acabarás enamorándote de esta chica y abandonando tu plan. Quiero que me jures que solo la usarás y luego la destruirás, tal como me dijiste, haciendo honor a los Slytherin y a la pureza de sangre.

-Te lo juro -dijo Malfoy de inmediato.

-No basta con eso… Haz un juramento inquebrantable.

Hubo un silencio. Malfoy y Montague se miraron fijamente a los ojos varios segundos. Malfoy parecía dubitativo. Lo que Montague le pedía era algo demasiado grande…

-¿…O acaso tienes dudas?

Malfoy tardó varios segundos en decidirse. Finalmente, dijo:

-De acuerdo... Si eso quieres… No tengo ninguna duda. Estoy seguro de lo que digo. ¿Enamorarme de…? No… Jamás. De acuerdo, saca tu varita. Consigue un testigo. Lo haremos aquí mismo.

Montague sonrió.

-De acuerdo, entones.

Llamaron a Crabbe, que estaba en una butaca cercana chupando un envoltorio vacío de ranas de chocolate. Este se acercó y se colocó en la posición del testigo.

-Dime el nombre de la chica -pidió Montague-. No funcionará de otra forma.

Malfoy suspiró, asintió y dijo:

-Hermione. Hermione Granger.

Montague se quedó unos segundos en silencio luego de oír el nombre, como si dudara en seguir adelante. Pero, finalmente, sacó su varita y pronunció el conjuro, haciendo que unos haces de luz salieran de su varita y rodearan tanto su mano como la de Malfoy, que ahora estaban estrechadas.

-Draco Malfoy… -dijo, comenzando el hechizo-: ¿Juras que nunca te pondrás de novio con Hermione Granger ni contraerás ningún tipo de relación romántica formal con ella a largo plazo, traicionando a la pureza de sangre?

Malfoy se quedó pensando en la pregunta unos instantes, y finalmente dijo:

-Lo juro.

El haz de luz brilló, atándose a sus manos firmemente.

Montague continuó:

-¿Juras que no usarás mi sabiduría sexual para traicionar a la pureza de sangre y a los Slytherin, pasándote al bando de los Gryffindor y los sangre sucia?

-Lo juro.

Finalmente, Montague dijo:

-¿Y juras solemnemente que, luego de acostarte con Hermione Granger, traicionarás a la chica, como parte de un plan, y no tendrás nada que ver con ella románticamente, jamás?

Malfoy respiró hondo, asintiendo con la cabeza lentamente.

-Lo juro.

El lazo de luz se cerró en ellos, apretando sus manos con fuerza. De pronto, el hechizo desapareció y ambos quedaron mirándose fijamente. La mirada de Malfoy era desafiante, y la de Montague era de respeto.

-Bien hecho, Draco -le dijo el chico mayor de Slytherin-. Será un placer enseñarte todo lo que sé.

A la mañana siguiente, Harry y Ron aprovecharon que los demás habían bajado temprano a desayunar para charlar en el dormitorio sobre todo lo ocurrido la noche anterior.

-¡No puedo creerlo! -decía Ron, mientras Harry le contaba lo ocurrido con Hermione.

-¡Yo no puedo creerlo! -decía Harry, oyendo todo lo que había pasado entre Ron y Fleur-. ¡Jamás hubiera imaginado algo así! ¡Qué excelente!

-Menos mal que pasó eso entre Hermione y tú, o te habrías arrepentido para siempre de no ir con Fleur, te lo aseguro.

-¡Menos mal que tuviste la idea de ir con Fleur! -decía Harry-. No solo por el sexo, que imagino que habrá sido genial…

-Lo fue.

-…Si no también porque me salvaste la vida. ¡Nunca hubiera creído que ella pudiera ver bajo capas de invisibilidad! Y pensar que la vi. Ella estaba allí, en las duchas. Me pregunto qué habrá pensado…

-Espera a que te cuente todo lo que hicimos, no tienes idea…

Se interrumpían el uno al otro, charlando muy emocionados. Ron le contó que lo había hecho otras tres veces con Fleur luego de acabar la primera, porque la chica le aplicaba hechizos para ponerlo "de nuevo en acción", sin quedar satisfecha. En un momento, le dijo, la poción multijugos empezó a irse…

-…Y me di cuenta porque los pelos de mis bolas se pusieron rojos -contaba Ron a toda velocidad, muy emocionado-. Pero lo manejé muy bien: La puse boca abajo en la cama, para que no viera nada, me estiré para tomar del suelo el frasquito con la poción del interior de mis bolsillos, la bebí sin que ella viera nada, ¡y volví a ser tú una hora más!

-Qué increíble. Oye, recuerda que no puedes decir nada de lo de Hermione a nadie, ¿de acuerdo?

-Sí, sí, lo sé…

-Es muy importante, Ron. Ella piensa que no sabes nada, ni tú ni nadie, y si supiera que te lo he dicho…

-¿Qué le has dicho qué cosa?

La puerta del dormitorio acababa de abrirse de un tirón, y Fred y George aparecieron dentro del dormitorio. Fred venía comiendo unas tostadas con manteca que se había traído del desayuno, y George llevaba una taza con humeante café en la mano.

-¡Harry y yo perdimos la virginidad anoche! -gritó Ron, súper emocionado.

Harry se dio una palmada en la frente.

-¡Genial! -dijo Fred, muy contento-. Me alegra que finalmente hayan aceptado su homosexualidad y decidido tener sexo juntos, chicos. Salir del clóset es un gran paso en la vida de todo mago…

-"Ja, ja" -dijo Ron, irónicamente.

-Ron, te dije que no dijeras nada, ¿y lo andas gritando a las primeras personas que entran? -dijo Harry, molesto.

-Auch, eso dolió -dijo George, sentándose en la vacía cama de Seamus-. Nosotros no somos "las primeras personas que entran". Somos mucho más importantes que eso.

-Mocosos desagradecidos -dijo Fred, tragando su tostada mientras se sentaba sobre la de Neville-. Les enseñamos todo sobre sexo y así nos pagan. Sin nuestra ayuda no habrían podido ni quitarse los pantalones.

-¿Con quién, Harry? -preguntó George-. ¿Con quien-tú-sabes? ¿Finalmente accedió?

-Solo necesitaba unos empujoncitos, ¿verdad? -bromeó Fred.

-Vamos, Harry, ellos ya sabían que podías llegar a hacerlo con Hermione -dijo Ron, eliminando cualquier tipo de duda de la cuestión, lo que molestó aun más a Harry-. Después de todo, ya les habíamos contado todo cuando fuimos a pedirles ayuda.

-Está bien, está bien -dijo Harry, resignado-. Pero tiene que quedar entre nosotros cuatro. ¿Está bien? Nadie más. Porque, si Hermione llega a saber que lo anduve diciendo por todo el castillo…

-Se te acabará el sexo, ¿verdad? -bromeó George, dándole un sorbo a su café-. Eso sería terrible para ti.

-¡Es en serio! -dijo Harry-. No es cualquier chica, ¡es Hermione! Sería terrible que ya no quiera hablarme nunca más.

-De acuerdo, de acuerdo -dijo George-. Despreocúpate, Harry. Nuestra boca es una tumba.

-¿Qué cosa es una tumba? -dijo una voz.

Lee Jordan acababa de entrar al dormitorio, con un café en la mano también, y se sentó en la última cama que quedaba vacía, la de Dean Thomas.

-Harry ha tenido sexo con Hermione anoche -dijo Fred, masticando su tostada con total despreocupación.

Harry le lanzó una almohada por la cabeza, furioso.

-Bueno, es que Lee no cuenta -se defendió este-. Él también ya sabía todo, ¿verdad que sí, Lee?

-No, no tengo idea de qué están hablando -dijo Lee, que tenía profundas ojeras-. Hace una semana que estoy bajo los efectos del snargaluff, y no recuerdo nada que haya pasado durante ese tiempo. De hecho, se me acaba de pasar el efecto esta misma mañana.

-Bueno, resulta que hace unos días estos mocosos vinieron a vernos para pedirnos ayuda sobre sexo.

-¿De verdad? -dijo Lee, muy interesado-. Pues, ¡felicidades, Harry! Me alegro de que te hayas follado a tu amiga la estudiosa, siempre pensé que estaba muy linda.

Bebió un sorbo de café, despreocupado también.

Harry tenía la cabeza oculta entre las manos, sintiéndose miserable. No le cabían dudas de que toda la escuela se enteraría de lo que había pasado para esa misma tarde, y que Hermione ya no le hablaría de nuevo.

-Relájate, Harry -dijo Fred, más serio-. Solo bromeamos contigo. Lee no dirá nada a nadie. Ni siquiera lo recordará.

-Sí, exacto -dijo George-. Solo es una broma. ¿Y qué hay de ti, Ron? No sabía que también tuvieras una candidata.

-Sí, Ron, ¿a quién te encamaste tú? -preguntó Fred, con auténtica sorpresa-. ¿Te sentías solo y le escribiste a tía Muriel, o qué?

-Tía Muriel, sí, claro… -se formó una sonrisa en el rostro de Ron-. Ya verán cuando les cuente…

A pesar de que Ron revivió su experiencia del día anterior con todo detalle a sus hermanos, ellos no parecieron creerle hasta que Harry les aseguró, con mucha seriedad, que era verdad, y varias veces.

-No es posible -decía Fred, indignado-. El mocoso no puede habernos ganado. ¿Fleur Delacour? No… No es posible…

-No podemos permitir que se coma a mejores chicas que nosotros, es totalmente indignante -decía George.

-Aunque jamás lo hubiera logrado si no fuera porque se disfrazó de Harry, ¿sabes? Así que, si lo piensas, no cuenta.

-¡Claro que cuenta! -discutió Ron-. ¿Lo hice o no lo hice?

-Si lo piensas, nuestro hermano es un maldito violador -dijo George, con seriedad-. Esa chica no sabía con quién se estaba acostando realmente.

-Yo creo que tendríamos que decirle todo a Dumbledore -dijo Fred, mirando a Ron muy serio.

-Es verdad -dijo George, fingiendo una mirada de horror que dirigió a su hermano-. Tú no eres un Weasley, no quiero volver a verte.

-Ni Percy se hubiera atrevido a tanto -dijo Fred-. Aunque estoy seguro de que Percy aún es virgen, ¿sabes? Nunca le tocó más que la mano a esa Penélope, eran solo dos ñoños.

-Confiésale la verdad a esa chica o le diremos a mamá, Ron -dijo George con gravedad.

-¡¿Qué?! -Ron estaba fuera de sí-. ¡No se atreverían!

Fred y George estaban actuando, Harry estaba seguro. Podían hacer muchas cosas para burlarse de su hermano, pero sabía que jamás le dirían a la señora Weasley algo así. Todo tenía un límite.

Cuando por fin acabaron con las bromas, Fred, George y Lee se fueron a clases.

-Creo que esta semana ya toca asistir -bromeó Fred, antes de cerrar la puerta tras de sí.

Harry y Ron quedaron solos, los dos luciendo preocupados. En el caso de Harry, porque temía que le contaran a todo el mundo lo que había pasado entre él y Hermione. En el caso de Ron, luego de un corto silencio le dijo:

-No soy un violador… ¿verdad?

-No, claro que no -dijo Harry, pensando rápidamente en una respuesta que dejara contento a su amigo-. Si hubiera ido yo, habría pasado lo mismo, ¿no es así?... Solo que fuiste tú en mi lugar… Si lo piensas, es como si yo te hubiera "prestado" un momento de mi vida para que lo vivieras tú, nada más.

Ron consideró esas palabras, en silencio. De pronto lucía malhumorado. Todo rastro de felicidad se había ido de él.

-Odio tener que usar todo lo prestado siempre -dijo con mal humor, mirando el suelo-. La ropa, los calderos… Hasta mi primera vez tuvo que ser prestada.

Y se marchó del dormitorio cerrando de un portazo.

Harry se quedó allí sentado, inmóvil, mirando la puerta con una mezcla de sorpresa y amargura.

-Bien, es hora de empezar -dijo Montague.

Malfoy y él iban caminando por el pasillo de habitaciones de la casa Slytherin, en las mazmorras.

-¿Encontraste a la chica?

-Sí, ya la tengo -dijo Malfoy-. No fue difícil. Está loca por mí hace tiempo. Accedió de inmediato.

-Bien. ¿Y su estatus de sangre?

-Sangre pura y Slytherin, por supuesto.

-Excelente, Draco.

-Está esperando en mi habitación. No perdamos tiempo, solo me quedan cuatro días para ejecutar todo el plan. Tengo que apurarme.

-Perfecto, Draco. Empezaremos de inmediato.

Ambos entraron al dormitorio de Draco. Había una chica allí, sola, esperándolos, sentada sobre la cama.

-Hola -saludó a Montague.

Se trataba de una chica de la misma edad que Draco, muy hermosa y con rostro burlón. Tenía cabello negro corto que le llegaba por los hombros, y llevaba sus ojos también negros con excesivo delineado estilo cat eye.

-Hola, Pansy -dijo Montague, devolviéndole el saludo.

-Pansy accedió a ayudarme -explicó Malfoy, acercándose a ella y colocando una mano sobre su hombro. La chica alzó la mirada hacia él, esbozando una sonrisa. -Le expliqué que necesitaba una chica que se ofreciera a estar conmigo, porque tengo que aprender sobre sexo como parte de un plan… un gran plan que hará caer a varios Gryffindor.

-Es un placer ayudarte, Draco -dijo Pansy, cruzándose de piernas-. ¿Él estará presente?

Señaló a Montague, que seguía de pie cerca de la puerta.

-Tengo que instruir a Draco, si no te molesta -dijo Montague, muy serio.

-De acuerdo -dijo la chica, enredando un dedo en su cabello. Mascaba chicle lentamente, mientras los observaba.

-Empecemos ahora mismo -dijo Malfoy, mirando a Montague. Este asintió y dirigió su varita a la puerta, aplicándole un hechizo para trabarla. Luego se volvió hacia ellos y empezó a hacerles señas en lo que pareció una parodia extraña de entrenador de Quidditch explicándole a sus jugadores cómo era el juego.

-Tú colócate por aquí -le decía a Pansy, señalando la cama-. Y tú, Draco, por aquí.

Montague se apartó un poco de la cama y observó la escena: Malfoy estaba de pie en el borde, con ambas manos en su chaqueta de cuero, como esperando la señal de Montague para quitársela. Pansy, en cambio, estaba acostada. La chica se colocó en una pose que evidentemente consideró muy sensual, con una pierna estirada y la otra flexionada y una mano apoyada en las caderas, mirando a Montague fijamente con esa mirada de chica mala que tanto la caracterizaba, mientras mascaba su goma de mascar.

-No está mal -dijo Montague, asintiendo-. ¿Saben algo sobre juegos preliminares?

-Aburrido -dijo Pansy, sombríamente-. Me gusta pasar directo a la acción.

Malfoy alzó las cejas, con sorpresa, y se volvió hacia ella.

-¿Ya has hecho esto antes?

-¿Qué cosa, tener sexo? -dijo Pansy, girando sus ojos negros lentamente hacia él-. Perdí la virginidad a los siete años. Tengo bastante experiencia.

Malfoy no podía ocultar su sorpresa. Se hizo un breve silencio.

-Mi tío de parte paterna -explicó ella, poniendo los ojos en blanco-. En ese momento no entendí lo que estaba pasando… Pero me he vengado. Un año después, le hice una pequeña visita con la daga de la antigua Orden Inquisidora que me regaló mi abuela, y le corté ambos testículos. Aun los tengo en mi habitación de recuerdo, en un frasco de formol que guardo junto al de mi tarántula, Patas.

Siguió mascando su chicle, en medio de un silencio penetrante.

Malfoy había palidecido ligeramente.

-¿Proseguimos? -dijo la chica entonces.

-Sí, claro -Montague se aclaró la garganta-. Bien, Draco, te explicaré muy rápidamente cómo son los juegos previos, porque con esta otra chica de seguro tendrás que usarlos.

Pansy revoleó los ojos, cansina, y se acostó boca arriba, mirando el techo, mientras Montague hablaba con Draco.

-Bésala aquí -indicaba él, señalando el torso de Pansy. Malfoy obedeció, reclinándose sobre la chica y besándola en las zonas que indicaba Montague, pero el rostro de Pansy permanecía totalmente inalterado.

-No siento nada -masculló la chica, mascando su goma de mascar. Malfoy le acariciaba los pechos por arriba de la ropa, como le indicaba Montague, y luego las piernas por encima de las medias de red negras, pero a ella no se le movía un pelo. -Absolutamente nada.

Era como intentar calentar un cubo de hielo en la Antártida. Luego de estar un buen rato así, Montague dio por finalizada la parte de los juegos preliminares.

-Bien, ahora quítate la ropa, Draco.

Malfoy empezó a desvestirse a toda velocidad y Pansy apartó los ojos del techo por primera vez para dirigirlos a él, pero sin cambiar su expresión de aburrimiento.

Ahora el chico estaba desnudo, de pie junto a la cama. Tenía bellos rubios en el pecho y en la entrepierna. Se tapaba el pene con las dos manos mientras miraba a Montague, esperando indicaciones.

-Desvístela a ella -le dijo este-. Normalmente, podrías hacer eso primero, pero estaba pensando que…

-¿Me permiten? -dijo Pansy entonces, interrumpiéndolos. La chica se puso de pie junto a Draco, y los otros dos se quedaron en silencio.

Mientras los dos chicos la miraban inmóviles, sin atreverse a cuestionarla, Pansy Parkinson caminó tranquilamente hasta un escritorio que había en una punta del dormitorio, poniendo una de sus piernas enfundadas en medias de red delante de la otra con calma; llegó hasta allí, se quitó la goma de mascar de la boca y la arrojó al cesto de papeles.

Entonces, se volvió bruscamente hacia ellos, tan bruscamente que Malfoy dio un paso atrás, con un susto.

Con una sacudida de varita, Pansy conjuró unos veinte objetos, que salieron de la nada misma, materializándose en medio del dormitorio de Malfoy y cayendo al suelo con estrépito.

Con los ojos bien abiertos, Malfoy contempló los extraños objetos: había cuerdas, juguetes, cosas de goma y cuero, y hasta un látigo…

-Primero, quiero que me ates las manos a la espalda -ordenó Pansy, mirando a Malfoy con la cabeza gacha y los ojos apuntando hacia arriba, de una forma malévola. Se había formado una sonrisa en sus labios pintados de morado.

-De… de acuerdo -tartamudeó Malfoy.

Torpemente, el chico caminó desnudo por el suelo hasta encontrar las cuerdas que Pansy señalaba. Las llevó hasta ella y le ató las manos a la espalda, obediente.

-Más fuerte -pidió Pansy. Malfoy tiró de las cuerdas, atándole las manos con más fuerza. -¡Más fuerte, Draco!

Malfoy tiró aun más, y entonces Pansy apuntó con la cabeza a la varita de Malfoy, que había quedado en el suelo junto a su ropa.

-Ahora, toma tu varita y desgarra mi ropa con un encantamiento seccionador.

Malfoy consideró sus palabras. Parecía que tenía objeciones, pero no se atrevía a decirlas en voz alta. Tomó la varita del suelo, indeciso.

-¡Ya, Draco!

-¿Estás… estás segura? -musitó él-. Un encantamiento seccionador puede herirte gravemente, si no lo hago bien…

-Hazlo -ordenó ella, mirándolo de una forma tan penetrante que su mirada bien podría haberle perforado los ojos.

Malfoy apuntó su varita a la ropa de Pansy, muy nervioso, trató de mantener la mano firme y gritó:

-¡Diffindo!

Montague miraba con una expresión de preocupación. La camiseta negra y de mangas largas de Pansy se rasgó, pero el encantamiento también le cortó un poco la piel a la altura del abdomen, provocando que un hilo de sangre goteara de allí.

-Lo… lo siento -masculló Malfoy.

-Bien, ahora rasga mi falda -dijo Pansy, que de pronto parecía empezar a sentir algo, porque su respiración había cambiado-. Pero esta vez intenta cortar mi piel un poco más.

Malfoy tuvo que asimilar esas palabras unos segundos antes de actuar. Luego asintió, con el sudor cayendo por su frente por los nervios, y apuntó su varita hacia la falda de la chica.

-¡Diffindo!

La falda se rasgó y cayó al suelo, revelando el calzón negro con encaje que había debajo. Un arañazo atravesaba ahora uno de los muslos de la chica, un poco más profundo que el del abdomen.

Pansy se mordió los labios con deleite, como si aquello la hubiera calentado mucho.

-Ahora usa tu varita para obligarme a inclinarme ante ti -ordenó.

-Cla… claro.

Malfoy la apuntó con su varita, y el cuerpo de Pansy se inclinó hacia adelante, como en una forzada reverencia. Con sus manos atadas a su espalda, su trasero quedó erguido, llevando nada más que el calzón y las medias de red en sus piernas. Su camiseta, destrozada, colgaba de ella y pendía sobre el suelo.

-Ahora toma el látigo -pidió la chica-. Y pégame en el trasero con él.

Malfoy cruzó una mirada con Montague, que se encogió de hombros, desconcertado. Eso parecía salirse de los planes que tenía para entrenar a Malfoy, pero no se atrevió a decir nada. Pansy se imponía fuertemente, y ambos tenían miedo de ella.

-¡HAZLO AHORA! -bramó la chica, con la voz cargada de ira.

-S… Sí, sí, claro.

Malfoy recogió el látigo, caminó hasta quedar tras ella y le golpeó el trasero con este, apenas usando el mínimo de fuerza para que el objeto lograra su efecto.

-¿Esa es toda tu fuerza, Draco? -se burló Pansy-. ¿Acaso eres un bebé? ¡PÉGAME COMO HOMBRE, MALDITO MARICÓN!

El pulso de Malfoy empezó a acelerarse. El chico volvió a blandir el látigo sobre los glúteos de Pansy, y esta vez dejó una marca roja en ellos, provocando un chasquido que resonó por la habitación.

-¡Ohhh, síííí! -gritó la chica, con deleite-. ¡Ohhhh!

Con disimulo, Montague se volvió hacia la puerta y lanzó un encantamiento muffliato en ella, para que no pudieran ser oídos desde afuera.

-¡AHORA APÚNTALE CON LA VARITA A ESE MANÍ QUE TIENES POR PENE Y HAZTE UN ENCANTAMIENTO ENGORGIO! -gritó Pansy, fuera de sí-. ¡RÁPIDO!

Malfoy pareció enfurecerse por el comentario sobre su pene, pero obedeció. Se aplicó el encantamiento y su pene creció varios centímetros.

-¡MÁS! -gritó ella-. ¡Y GOLPÉAME DE NUEVO!

Esta vez, cuando Malfoy la golpeó con el látigo, pareció disfrutarlo él también.

-¡AYYY, SIII! ¡ASÍ ME GUSTA, DRACO! ¡COMO HOMBRE! ¡AHORA LUBRÍCATE EL PENE! ¡MONTAGUE, ENSÉÑALE EL ENCANTAMIENTO, SI ES QUE DE VERDAD SABES ALGO DE SEXO COMO DICES!

-Sí, sí, claro -Montague se acercó corriendo a Malfoy, al borde de la crisis nerviosa, y le explicó cómo lubricar su pene con la varita. -Claro que no es necesario en la mayoría de las ocasiones… -le decía en voz muy baja, cuando Pansy lo interrumpió:

-¡SÍ QUE SERÁ NECESARIO, PORQUE LO METERÁ EN MI TRASERO!

-En ese caso sí -dijo Montague, asintiéndole a Malfoy. Pareció que iba a añadir algo más, pero Pansy, fuera de sí, volvió a interrumpirlos:

-¡TOMA EL OBJETO CON MUCHAS BOLAS, DRACO, Y MÉTELO POR MI ANO!

Malfoy empezó a buscar por el suelo el objeto, mientras Pansy se dirigía a Montague ahora.

-¡Y TÚ, VETE DESVISTIENDO TAMBIÉN! ¡UNO SOLO NO LOGRARÁ SATISFACERME!

-Por supuesto, sí -Montague empezó a quitarse la ropa, mientras Malfoy tomaba un objeto con varias bolas de colores atadas entre sí con una cuerda. Caminó hasta Pansy y le empezó a bajar el calzón, revelando todo ante sus ojos.

-¡MÁS RÁPIDO! -decía ella, irguiendo el trasero hacia él-. ¡METE ESAS BOLAS, DRACO!

Malfoy tomó la primera de las bolas de colores y empezó a apretarla contra el ano de Pansy, provocando que se lo abriera y entrara lentamente en él.

-¡QUE ENTREN TODAS! ¡AYY, SIII! ¡SI, ASIII! ¡MONTAGUE, TOMA ESOS AROS Y MÉTELOS AQUÍ EN MIS TETAS!

Montague le terminó de quitar la camiseta rasgada. Pansy no llevaba sostén. El chico le puso dos aros alrededor de los pechos, cuya función no parecía ser otra más que apretárselos.

-¡AHORA MÉTEME ESE ANILLO DE ALLÍ EN EL COÑO, DRACO! ¡Y TÚ, MONTAGUE, RECOGE ESOS VIBRADORES DE ALLÍ!

Obedientes, los dos chicos fueron tomando todos los objetos que ella les indicaba, a toda velocidad. Le colocaron un anillo en el agujero vaginal que se la mantenía abierta, y luego encantaron dos vibradores para que uno le rozara los labios vaginales por sí solo, cada vez más rápido, mientras el otro vibraba sobre su clítoris de forma enfermiza.

-¡AYYYYYY! -chillaba ella, en éxtasis-. ¡SIIII! ¡ASI ES! ¡AHORA, DRACO, MÉTEMELA POR EL ANO! ¡AHORA!

Malfoy tomó su pene agrandado y lubricado mediante magia y lo metió de a poco en el agujero anal de Pansy, que había quedado muy abierto por las bolas de colores. Empezó a cogérsela por allí, sosteniéndola por las manos que aun estaban atadas a su espalda.

-¡Y TÚ, MONTAGUE, MÉTEME LA VERGA EN LA BOCA! ¡HASTA LA GARGANTA, Y TIRÁNDOME FUERTE DEL PELO! ¡AHORA!

Montague obedeció. Mientras Malfoy la cogía por detrás, Montague le metió su pene en la boca hasta el fondo. Pansy lo tragaba con un sonido a ahogo y lo aguantaba varios segundos allí en su garganta, sin respirar. Mientras tanto, Montague la aferraba del cabello negro, tirándole con fuerza.

La chica se soltó de él y se dirigió a Draco:

-¡GOLPÉAME, DRACO! ¡PÉGAME FUERTE!

Malfoy le dio cachetazos en los glúteos mientras la follaba más rápido por el ano, descontrolándose, dejándose llevar por sus propios impulsos sexuales. Estaba sudando como loco por el esfuerzo en mantener el ritmo desquiciado de Pansy.

-¡GOLPÉAME EN LA CARA, MONTAGUE! -gritó ella, quitándose el pene de Montague de la boca para poder hablar.

Este obedeció otra vez, dándole cachetazos en las mejillas y metiéndole el pene en garganta profunda mientras le tiraba del cabello. Ella lo miraba desafiante mientras tragaba su pene, como retándolo a que la tratara con más violencia, más y más.

-¡AAHHHGGGGGGGG! -gritó Pansy, con la cara roja, moviendo todo el cuerpo hacia atrás y hacia adelante para acompañar el ritmo de la penetración, tanto por detrás como por la cara-. ¡MÁS RAPIDO, PAR DE MARICONES, MÁS RÁPIDO Y MÁS DURO! ¡GOLPÉAME CON EL LÁTIGO, MALFOY!

El anillo vaginal había caído al suelo y ahora uno de los vibradores se metía en ella a toda velocidad, penetrándole el coño impulsado por magia; mientras el otro, yendo más rápido que nunca, giraba en círculos sobre su clítoris sin control, tan rápido que empezó a echar humo.

Malfoy ahora la golpeaba con el látigo en la espalda mientras la follaba por el ano a toda velocidad, gritando con una expresión de sufrimiento en la cara; con tanta fuerza y velocidad que todo su cuerpo sudaba copiosamente, chorreando el sudor por su frente y cayendo sobre el trasero desnudo de Pansy.

Montague le daba de a vergazos en la cara ahora, golpeándola con el pene mientras ella gritaba tan alto que, de no ser por el muffliato, el castillo entero habría oído sus alaridos, que parecían ser de placer.

En un momento, sin que ninguno de los dos chicos entendiera cómo, Pansy logró arrancarse las cuerdas que le aferraban las manos a la espalda. En ese momento, Malfoy sintió el verdadero terror. Fue como si alguien liberara un dragón furioso en la habitación…

Pansy empujó a Montague con todas sus fuerzas, que tropezó hacia atrás, se golpeó la cabeza contra el borde de una cama y cayó al suelo, donde quedó tendido. Pansy, lejos de preocuparse por él, enfiló hacia Malfoy, gritando y aullando con una locura absoluta, y este abrió sus ojos con terror.

Pansy era una bestia. La bestia sexual de Slytherin. Y él, Malfoy, era solo una presa indefensa…

Pansy lanzó a Malfoy al suelo con tanta violencia que este se golpeó la cabeza también. Pero a ella no le importaba.

-¡CÓGEME DURO, DRACO! -le gritó en la cara, escupiéndole al hablar, sentándose sobre él y metiendo el pene del chico dentro suyo mientras saltaba encima de él de forma desquiciada, subiendo y cayendo sobre él con muchísima fuerza, golpeándolo contra el suelo-. ¡CÓGEME COMO SI FUERA UNA PUTA! ¡DIME QUE SOY UNA PUTA!

-¡ERES UNA PUTA! -le gritó Malfoy, con un sonido de dolor en la voz y sus ojos presas del miedo.

-¡DIME QUE SOY UNA PUTA SUCIA, MALFOY!

-¡ERES LA PUTA MÁS SUCIA DEL COLEGIO, PANSY!

-¡PÉGAME EN LAS TETAS, MARICÓN!

-¡AQUÍ TIENES! ¡TOMA ESTO! ¡Y… Y ESTO!

-¡MÁS FUERTE, PUTO DE MIERDA!

Los ojos de Pansy se salían de las órbitas mientras sacudía a Malfoy por el suelo, moviéndose con tanta violencia sobre él que el chico literalmente se sacudía por el suelo de un lado al otro, golpeándose nuevamente la cabeza, siendo zarandeado por todo el dormitorio.

-¡AAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHH! -chilló Pansy, que parecía a punto de llegar al orgasmo-. ¡AAAAAAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYY!

Entonces la chica salió de encima de su pene, saltó hacia adelante con agilidad y puso su vagina sobre la boca de Malfoy, sentándose en su cara.

-¡CHÚPÁLA! ¡CHÚPALA COMO SI TU PUTA VIDA DE MIERDA DEPENDIERA DE ELLO!

Malfoy le chupó la vagina, succionándola con todas sus fuerzas, mientras Pansy le tomaba la cabeza con ambas manos y se la apretaba y la sacudía hacia arriba y hacia abajo con extrema violencia, totalmente desquiciada, en un ataque de locura absoluta. Montague yacía tras ellos en el suelo, inmóvil y con los brazos extendidos.

-¡AAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH! ¡QUÉ BUEN SEXO, DRACO! ¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAYYYYYYYYYYYYYYYYYYYYY!

Pansy acabó, usando la cabeza de Malfoy como si fuera uno de sus objetos sexuales, moviéndola por su vagina con total control mientras un chorro de líquido semitransparente salía de su hoyo y se disparaba por la cara del chico, empapando su cabello rubio y chorreando sobre el suelo.

-¡OOOHH, SIIIIIIIII!

Pansy continuó y continuó, hasta que el líquido dejó de salir de su vagina.

Entonces, apartó la cara de Malfoy de un empujón, arrojando al chico a un lado como un producto descartable que ya no le servía.

Con ambos chicos yaciendo en el suelo, casi sin poder respirar, y en el caso de Malfoy escupiendo sus líquidos sobre el suelo y luchando por recobrar el aire, con el rostro rojo; Pansy se sentó en el suelo y, finalmente, se relajó.

-Uffff… -dejó escapar, recobrando el ritmo de su respiración.

Y entonces sonrió, mientras se peinaba el cabello con los dedos.

-Ahí ya puedes ver, Draco… Así es como se tiene sexo.