Capítulo 11. En plano secuencia

Era de tarde, pero parecía de noche en aquel lugar. La luz del sol simplemente parecía no penetrar a través de las copas de los árboles. Aquella parte del Bosque Prohibido era tan espesa que la maleza y la hierba lo cubrían todo.

Ginny iba caminando por allí, sola. Llevaba algo en la mano. Un objeto, que emanaba una centellante bola de luz en medio de aquella oscuridad.

¿Por qué estaba allí? ¿Por qué había ido hasta allí? La bola de luz la guiaba como si fuera un encantamiento, apoderándose de su mente, diciéndole que emprendiera aquel dificultoso camino a través de la hierba y de las raíces de los árboles…

Un pájaro se elevó por los aires y cruzó el cielo a toda velocidad, alejándose del bosque, por sobre el límite donde esa oscuridad parcial se iba y el cielo azul brillaba de nuevo; y cruzando los terrenos de Hogwarts a vuelo, hasta llegar al castillo y volar por delante de una ventana del sexto piso. Allí adentro, se podía ver cómo dos adolescentes salían de un aula un segundo después de que sonara la campana, sumidos en una conversación…

-Vamos a hacer algo al respecto, ¿verdad? -decía Fred, saliendo detrás de George-. No vamos a permitir que el mocoso nos gane, ¿no es así?

-No lo sé… -George lucía muy preocupado-. El problema es que estamos hablando de Fleur Delacour. Para ganarle, tendríamos que acostarnos con una chica más hot que ella. ¿Y quién carajo va a estar mejor que Fleur Delacour? Esa belleza francesa debe ser lo mejor por aquí. Es una batalla perdida, hermano. Es difícil de aceptarlo, pero creo que Ron nos ha ganado en esta…

-¡No! -Fred parecía incapaz de aceptarlo. Se detuvo a mitad del corredor y se enfrentó a su hermano, tan serio que no parecía ser él mismo. -Es una cuestión de principios, George. Piénsalo. ¿Cuál es la habilidad principal de cada hermano Weasley?

Se detuvo unos instantes para que su hermano pensara al respecto, y entonces prosiguió:

-Bill es experto en finanzas y todo eso de los bancos. ¿Hubiera dejado que alguno de nosotros le ganemos en una discusión sobre oro, u objetos mágicos valiosos, o duendes?

-No, claro que no.

-Y Charlie, ¿crees que dejaría que domemos un dragón mejor que él?

-¡Por supuesto que no!

-¿Y crees que Percy se quedaría ahí tan campante si alguno de nosotros chupara las bolas de alguna autoridad del Ministerio de la Magia más fuerte que él, succionando esos huevos corruptos de los altos mandos del poder con más ganas que él?

-¡Claro que no, hermano! Por Merlín, tienes tanta razón… Me convenciste. Casi parece que fueras mi gemelo, te lo digo.

-Tiene que haber una chica mejor que Fleur Delacour en este castillo. Vamos a encontrarla, vamos a conquistarla, vamos a acostarnos con ella, y vamos a ganarle a ese mocoso atrevido.

-¡Espera! -dijo George, alzando una mano-. ¡Claro! ¡Claro que sí! Lo tengo. Ya sé quién.

-¿Quién?

-¿Cómo no lo había pensado antes?

-¿Quién, George?

-¡Pero claro! Solo piénsalo, Fred. ¿En quién pensabas cuando te masturbaste por primera vez, allá por primer año? ¿A qué chica de este colegio le has mirado el culo y las tetas al pasarla por los pasillos más que a ninguna otra? ¿A qué chica de Hogwarts le dedicaste más pajas en toda tu vida?

-No estarás hablando de…

-Tiene que ser ella, Fred. No hay otra opción.

-Es que… Sí, tienes razón, pero es imposible. Lo hemos intentado…

-Y vaya que lo hemos intentado.

-Pero no hay forma. Hemos intentado todo y jamás accedió.

-Es la única chica, Fred. El mocoso nos ha dejado la vara demasiado alta. Solo Melanie Sanders está más buena que Fleur Delacour.

-Y eso, de hecho, es discutible, ¿sabes?

-¿Cómo que es discutible? Claro que está más buena Malanie Sanders.

-Es que Fleur Delacour es Fleur Delacour…

-Pero ni siquiera Fleur Delacour tiene las tremendas tetas de Melanie Sanders, Fred. Creo que deberíamos ir a buscarla para que salgas de dudas…

-No estoy seguro, ¿sabes? Las tetas de Fleur Delacour quizás sean más grandes. Quiero hacer esto bien, George, no quiero que queden dudas de que le hemos ganado a Ron.

-¡Pero claro que le ganaremos con ella! Tenemos que medir sus tetas, y luego las de Fleur, para que no quede ninguna duda. ¿Crees que nos dejen hacerlo? Podríamos inventar alguna excusa, como que estamos realizando una campaña de prevención contra el cáncer de mama…

Siguieron discutiendo el tema mientras caminaban por el pasillo que daba hacia el ala de la enfermería. Siguieron de largo, sin ver a dos personas que venían de allí, en sentido contrario: Malfoy y Goyle.

-Sí, ya estoy bien -decía Malfoy, mientras caminaba junto a su amigo por el corredor-. Me han sanado enseguida la cabeza, y la enfermera esta miserable, Madame Pomfrey, dijo que mi pene dejará de estar noventa grados torcido en cuanto recupere su tamaño habitual. Pero Montague la sacó más cara: parece que tiene algún tipo de fractura de cráneo o no sé qué. Cuestión que se quedará en la enfermería hasta la semana que viene. El maldito imbécil no me ha servido para nada. No tengo tiempo hasta la semana que viene. Tendré que seguir con esto yo solo.

-Uyy, eso es mucho tiempo -decía Goyle, con la mirada perdida hacia adelante en una expresión estúpida-. ¿Es decir que hiciste el juramento inquebrantable para nada, Draco?

-No me hagas acordar que hice ese juramento de mierda -se quejó Malfoy, con fastidio-. Bah, ¿de qué estoy hablando? Como si me importara. Jamás en la vida acabaría con una sangre sucia, encantamiento o no. Solo que no me gusta que me pongan condiciones.

Goyle se quedó en silencio, estrujándose los dedos, al parecer sin la suficiente inteligencia para contestar a eso. En cambio, se le formó una sonrisa estúpida y dijo:

-¿Crees que haya pudín para la cena?

-Estoy perdiendo el foco -siguió diciendo Malfoy, que parecía más bien hablar solo-. No puedo perder más tiempo. Ya tengo el suficiente conocimiento. Usaré eso. No perderé un minuto más. Empezaré con el plan ahora mismo. Sí, eso haré… Ven, Goyle, ayúdame.

Bajaron los distintos pisos del castillo hasta llegar a las grandes escaleras de mármol que conducían al vestíbulo.

-¿A dónde vamos? -preguntó Goyle, con cara de idiota-. ¿A comer?

-No, Goyle, no vamos a comer -dijo Malfoy-. Aun es muy pronto. Vamos a mi habitación, a prepararme. Tengo que ponerme guapo, ¿sabes? Es hora de conquistar a una chica… si es que se le puede decir chica a esta inmundicia.

Ambos rieron, aunque Goyle por dentro no sabía de qué reía, ya que lo único que había en su cabeza era la información de que no iban a ir a comer aún.

Desaparecieron juntos por las escaleras que conducían a las mazmorras, en el preciso momento en que Fred y George aparecían nuevamente, bajando por la escalera de mármol tras ellos; enfrascados en una discusión con un chico del mismo año que ellos llamado Jamie.

-El tema es este -decía Jamie, muy concentrado y hablando a toda velocidad-: Kenneth Towler, Geoffrey Hooper y otros cuatro chicos de Gryffindor acaban de decirme que Melanie está más buena que Fleur. Pero los números pueden cambiar si le preguntas a otras casas, porque recién me crucé a Bradley de Ravenclaw, que venía con Roger Davies, y ambos votaron por Fleur. Creo que el tema está en Gryffindor: como Melanie es de Gryffindor, muchos de nosotros pensamos que está más buena porque la conocemos de toda la vida.

-Exacto -decía otro chico de sexto, que venía también con ellos-. Muchos de nosotros nos hemos masturbado por primera vez pensando en Melanie, hace años. Tiene un significado sentimental, ¿sabes?

-Necesitamos preguntarle a más gente de otras casas -dijo Fred, muy serio-. George, ¿tienes algo para anotar? Vamos a preguntarle a todos los de sexto y séptimo año de cada casa. Menos Slytherin, claro. ¿A dónde están todos, de todas formas? No nos hemos cruzado a casi nadie.

-Están afuera -explicó Jamie-. Hoy es la lucha en el lodo, ¿recuerdas?

-Ah, sí, eso -George rió como si acabara de recordar algún chiste interno.

El grupo de chicos salió a los terrenos exteriores del castillo y cruzó la extensión de césped en dirección al Lago Negro. Allí, a sus orillas, había un pequeño tumulto de gente reunida. Eran todos hombres, de sexo y séptimo año, tanto de Gryffindor como de Hufflepuff y Ravenclaw. Además, había un grupo bastante grande de chicos de Durmstrang.

-¡Bienvenidos! -decía Lee Jordan, en medio de un círculo formado por la multitud, sonriéndoles-. ¡Es un placer recibirlos en esta primera edición autoconvocada por los chicos de sexto y séptimo de Hogwarts junto a nuestros invitados de Durmstrang, para unir a nuestras escuelas más allá del Torneo de los Tres Magos, en una de nuestras más antiguas tradiciones aquí en Gran Bretaña…la lucha en el lodo!

-¿De verdad es una de las más antiguas tradiciones de Gran Bretaña en el mundo mágico? -le preguntó un chico de Ravenclaw a George al oído, cuando estos hubieron llegado.

George sonrió.

-No -le susurró sin que oyeran los de Durmstrang-. Lee inventó todo solo para tomarles el pelo. La gracia era ver si se la creían.

-¡De este lado del cuadrilátero, démosle la bienvenida al luchador de Durmstrang…! -dijo Lee, relatando el encuentro en medio de la gente. Habían improvisado un charco de lodo en las orillas del lago y todos se habían dispuesto alrededor-. ¡Con ustedes, el Campeón, la estrella de Quidditch… Viktor Krum!

La multitud de Durmstrang se abrió y Krum apareció en medio de ellos. Todos empezaron a silbar y vitorear, mientras este asentía con la cabeza, serio, y se sonaba los nudillos de la mano, preparándose para la lucha.

-Oye, Summerby -decía Fred a un chico de Hufflepuff, en un costado, con pluma y pergamino listos en la mano-. ¿Quién crees que está más buena, Fleur Delacour o Melanie Sanders?

-¡Y ahora, démosle la bienvenida al luchador de Hogwarts! -decía Lee, animando a la audiencia-. ¡Nuestro propio Campeón, lo llaman el carnicero de cabritos, porque solía despedazarlos con sus propios dientes y luego prepararlos para la cena…!

Varios chicos de Durmstrang se miraron entre sí, impresionados. George tuvo que taparse la cara con una mano para que no lo vieran reír.

-¡…Cedric Diggory!

Todos los de Hogwarts aplaudieron y silbaron con aun más entusiasmo, y se abrieron para dejar pasar a Cedric al medio del charco de lodo. Sonriente, Cedric alzó una mano y saludó a sus amigos.

-¡Oye, Cedric! -bramó Fred, entre medio de los demás-. ¡¿Quién te parece que esté más buena, Fleur Delacour o Melanie Sanders?!

-¡Recuerden las reglas! -gritaba Lee, caminando ante el grupito de Durmstrang-. ¡No vale pegarse en la cara ni en las bolas! ¡Las varitas solo pueden usarse para lanzarle lodo al oponente, nada más! ¡Si alguno queda inconsciente, no se le puede seguir pegando a menos que haya quedado en una pose muy divertida! ¡Ganará el primero que consiga meter un dedo índice entero en el culo de su oponente!

Varios de los chicos de Durmstrang se volvieron a mirar entre sí, entre confundidos y sorprendidos. Los de Hogwarts se esforzaban con todo su ser por contener las risas. Cedric miraba a su oponente muy serio, tronándose el cuello y preparando su varita, en una de las esquinas del charco de lodo.

-Hay que cumplir con la tradición -dijo el chico de séptimo año de Hufflepuff, mirando a Lee-. ¡Sin camiseta! ¡Como nuestros antepasados!

Cedric se quitó la camiseta y se la lanzó a sus amigos, mostrando sus pectorales muy trabajados y sus entrenados abdominales a la multitud. Todos gritaron y aplaudieron, como si acabara de hacer algo muy impresionante.

-Baah -resopló Krum, escupiendo al suelo mientras miraba a Cedric con ojos entrecerrados-. ¡Te engseñarré, amigo inglés!

Se quitó su camiseta, exhibiendo unos pechos y abdominales al menos dos veces más grandes, duros y trabajados que los de Cedric. Todos los de Durmstrang bramaron y aplaudieron, animando a su campeón.

-¡Muéstrale, Cedric! -chillaban los de Hogwarts-. ¡Enlódalo!

-¡Métele ese dedo en el ano, Cedric!

Ambos saltaban en el lugar, calentando, esperando el pitido de Lee Jordan. Mientras tanto, Fred encuestaba a todos los presentes, recorriendo el grupo:

-¿Fleur Delacour o Melanie Sanders? -iba preguntando a todos, tomando notas.

Krum y Cedric se miraban fijamente mientras caminaban en un círculo, enfrentados.

Entonces, Lee se puso en medio de ellos y alzó ambas manos.

-¡Qué comience la lucha!

Toda la multitud empezó a rugir, alentando a los luchadores. Cedric y Krum se lanzaron hacia adelante, resbalando en el lodo y apuntando sus varitas a su oponente, usándolas para levantar el lodo del suelo y lanzarlo por los aires hacia el otro.

-¡Toma esto! -Cedric esquivó un chorro de lodo encantado y se lanzó sobre Krum, saltándole encima con un dedo índice en alto… Pero Krum fue más rápido: lo levantó por un glúteo y el costado de una pierna y lo lanzó por los aires.

Cedric voló unos tres metros antes de caer de cabeza al lodo, salpicando de barro a todos los espectadores que estaban en esa esquina del campo.

-¡Uhhhhhhhhhhh! -pronunciaron todos los de Hogwarts al unísono, en una exclamación de dolor. Los de Durmstrang prorrumpieron en vítores y aplausos.

Lee Jordan y George se acercaron a Cedric corriendo.

-¿Estás bien, Cedric?

-Sí, sí -dijo este, apartándolos de un empujón mientras se incorporaba. Ahora miraba a Krum furioso, con un hilo de sangre cayéndole del labio. Bajó la voz, para que los de Durmstrang no oyeran, mientras estos felicitaban a su campeón, aplaudiéndolo y haciendo escándalo. -¿Saben qué, chicos? Creo que ya no me causa gracia este juego…

-Sí, estaba pensando lo mismo -dijo George-. Ya no me da risa, ¡ahora quiero que aplastes a ese hijo de puta!

-Creo que acabamos de inventar un nuevo deporte nacional -dijo Lee, muy entusiasmado-. ¡Acábalo, Cedric!

-¡Acábalo! -gritaban los demás de Hogwarts, que también parecían haber olvidado la broma y ahora se estaban tomando aquello en serio.

-¡Hazlo cagar para adentro con ese dedo, Cedric!

La cosa se puso caliente. Cedric y Krum volvieron a embestir el uno contra el otro y esta vez Cedric logró derribarlo a él, lanzándole lodo en los ojos y luego usando su varita para provocar que Krum resbalara.

-¡TRRRAMPA! -empezaron a gritar los de Durmstrang, encendidos-. ¡HA USADO MAGIA PARRRA OTRRA COSA QUE NO ES LANZARRR EL LODO! ¡ES TRRRAMPA!

-Maldita sea -se quejó George, con otros chicos de Hogwarts-. ¿Nos discuten nuestras propias reglas que acabamos de inventarles?

-Tienen razón, técnicamente -Lee se encogió de hombros y elevó el tono de voz-. ¡Atención todos! ¡Cedric debe ser penado por uso ilegal de varita!

Los de Durmstrang festejaron de nuevo, aplaudiéndole a Krum y vitoreando.

-¿Y cuál es la pena? -preguntó Cedric, que se había acercado corriendo hacia Lee.

-¡No tengo idea! -respondió este en un susurro.

Finalmente, acordaron que Cedric pelearía la siguiente ronda con una venda en los ojos los primeros segundos, y entonces continuaron.

La lucha se fue encendiendo, más y más. Mientras todos gritaban y alentaban a los luchadores, que se golpeaban y lanzaban lodo a la cara, Fred continuaba con su encuesta al público:

-¿Fleur o Melanie…?

Las respuestas eran muy variadas:

-Melanie.

-Fleur.

-Yo digo que Melanie.

-Para mí Fleur tiene más tetas.

-Pero Melanie tiene mejor trasero.

-Creo que Fleur es más linda de cara.

-Las tetas de Melanie son definitivamente más grandes…

Mientras tanto, Krum aprisionaba a Cedric contra el lodo, tratando de inmovilizarlo con las piernas alrededor de su cintura. Ambos se miraron, allí en el lodo, uno sobre el otro, sus cuerpos musculosos sudados encontrándose, la piel de ambos pegada la una a la otra, y algo pareció encenderse…

De pronto, los gritos de la multitud parecían lejanos. Los rostros de todos sus amigos gritándoles palabras de aliento venía ahogado, apagado y distante…

Krum miraba a Cedric, y Cedric miraba a Krum. Sus corazones latían muy fuerte y muy cerca el uno del otro… Había lodo y sudor por todas partes…

Krum se desconcentró. Le fallaron las fuerzas. La mirada de Cedric lo atraía, y de pronto perdió el control del aprisionamiento que estaba ejerciendo sobre el sensual cuerpo de su oponente…

¡ZAS!

Cedric le lanzó un montón de lodo a los ojos, de improviso, y entonces Krum quedó enceguecido otra vez. Entonces Cedric se lanzó sobre él, derribándolo y actuando a toda velocidad.

-¡SIIIIIIIIII! -gritaron todos los de Hogwarts-. ¡ACÁBALO, CED!

Cedric le bajó el pantalón a Krum y trató de meterle el dedo en el ano a toda velocidad.

-¡NOOOOOOOOOOOO! -chilló Krum, sin conseguir quitárselo de encima-. ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! ¡AAAAAHHHHHHGGGG!

-Oh, por Merlín -dijo George, boquiabierto-. Lo ha logrado… ¡Lo ha logrado! ¡CED LO HA LOGRADO!

-¡CEDRIC DIGGORY ES EL GANADOR! -bramó Lee Jordan a la multitud.

Se desató el festejo. Todos los chicos de Hogwarts empezaron a saltar y agitar los brazos en el aire, con júbilo.

Sonriente, Cedric se apartó de Krum y elevó su dedo índice al cielo, cuya punta tenía un color asquerosamente marrón.

Todos lo aplaudieron y saltaron sobre él, resbalando en el lodo. La situación era completamente asquerosa. Los de Durmstrang ahora insultaban por lo bajo y se marchaban de allí enfurecidos, de regreso a su barco. Krum había quedado en el suelo, con el pantalón bajo y la cara llena de lodo.

-Ha ganado Melanie -dijo Fred, muy contento, reuniéndose con su hermano otra vez-. Diecisiete a catorce. ¿Qué me dices? ¡Sí que está más buena que Fleur!

-¡Genial! -dijo George, chocándole los cinco-. ¡Ya sabemos cómo derrotar al mocoso, entonces! Claro que no será fácil, pero quizás si…

Se alejaron juntos de regreso al castillo, charlando sobre distintas posibilidades para tratar de acostarse con Melanie.

Todo el grupo de hombres de Hogwarts y de Durmstrang se dispersó. Cedric, que estaba limpiándose el dedo con un pañuelo que alguien le había prestado, arrojó este último al piso y se acercó a Krum, tendiéndole la mano.

-Buen juego, Viktor.

Krum, que se había sentado en el suelo, le tomó la mano y se puso de pie con su ayuda.

-Bien ganado, Cedrrric.

Entonces, ambos se miraron a los ojos otra vez. Estaban llenos de barro, sus pechos musculosos chorreando lodo, igual que sus rostros y su cabello. Había algo allí, de nuevo. Algo en esa mirada, en ese momento, en esa conexión... Una chispa se había encendido en medio de ese charco de lodo…

-¿Sabes? Quizás deberrríamos ggreunirnos luego -le dijo Krum, pasando sus ojos por todo el pecho desnudo y embarrado de Cedric-. Para charlarr sobrrre el torrrneo, ¿no crees?

Cedric sonrió y se quitó un trozo de lodo del cabello mientras lo contemplaba con su sonrisa de dientes perfectos, en ese momento llenos de barro.

-Me encantaría -le dijo, con un destello en la mirada.

El mismo pájaro pasó volando por encima de ellos y se alejó por los aires, regresando hacia el Bosque Prohibido. Atravesó las copas de los árboles, internándose más y más en la espesura del bosque, sobrevolando las copas de los árboles más altos, hasta regresar a un punto muy cercano al que había sobrevolado anteriormente.

Bajo él, los árboles se sumergían en una zona del Bosque Prohibido donde no parecía haber humanos, solo criaturas mágicas, animales y todo tipo de vegetación.

Pero había una persona allí. Una personita de trece años, que estaba de pie descalza en medio de un claro…

Luna le lanzó un trozo de carne fresca a los thestrals, que se apiñaron para comer. Mientras lo hacía, las lágrimas caían por su rostro…

-¿Luna?

Ginny acababa de aparecer tras ella.

-Oh…

Luna se volvió en el lugar, limpiándose el rostro apresuradamente.

-¿Estás bien? Te oí llorar…

Ginny entró en el claro, guardándose algo en el bolsillo de la túnica.

-¿Qué haces aquí, Ginny? ¿Cómo me encontraste?

Ginny no respondió la pregunta. En cambio, se acercó hasta ella y le miró el rostro bajo a la escasa luz del sol que se filtraba en ese claro.

-Dime qué ocurre, Luna.

-Nada, no es nada… Solo… Una estupidez.

Los thestrals comían en el suelo, mientras Luna le contaba a Ginny lo que le había ocurrido.

-…Así que estuve esperándolo en la biblioteca, pero él nunca apareció -concluyó la chica, finalizando su discurso-. Esperé más de una hora, por si se le había hecho tarde… Supongo que no quería ser mi amigo después de todo, ¿verdad?

Ginny lucía molesta.

-Los hombres son todos iguales -dijo entonces-. Solo te quieren follar, Luna. No les importa nada más. En cuanto le dijiste que solo querías ser su amiga, desapareció. Alguna vez había pensado que Harry quizás era distinto a otros… pero veo que no.

-Yo solo quería un amigo…

Otra lágrima cayó por el rostro de Luna, y entonces Ginny la rodeó con un brazo para consolarla.

-¿Y cómo me encontraste, aquí en medio de la nada? Vine aquí para aislarme de todos, de todo el mundo. Me parece increíble que me hayas encontrado aquí, Ginny.

-Yo… bueno… -Ginny se puso nerviosa-. Mira, tengo esto.

Sacó el objeto de su bolsillo y se lo mostró. Era una especie de encendedor, pero más largo de lo normal.

-Parece un encendedor común y corriente. Lo encontré en el pasillo del tercer piso, frente a una gárgola, en el suelo… Hasta ahora solo me había sido útil para encender y apagar luces, ¿sabes? Lo aprietas y absorbe todas las luces de la habitación. Pero hoy, de pronto, una bola de luz salió de él y atravesó mi pecho… No lo sé, no puedo explicar qué fue lo que pasó. Flotaba en el aire, y sentí que debía seguirla… Lo hice y me condujo hasta aquí… hasta ti.

Luna y Ginny se miraron a los ojos. Había una extraña brisa en el aire, meciéndoles el cabello. Una energía se cernía sobre ellas, y de pronto las invadía un calor que no parecía corresponderse con el del clima en esa parte del bosque.

-Wow… -exclamó Luna, impresionada-. ¿Una bola de luz mágica salió de él, atravesó tu pecho y te condujo hacia mí?

Ginny asintió, lentamente.

-Creo que, de alguna forma, sentí… que necesitabas a alguien.

Aun tenía el brazo rodeando sus hombros. Luna giró la cara hacia ella y clavó sus ojos azules en los castaños de ella.

Y entonces, inexplicablemente, dejándose llevar por las energías que las rodeaban y que palpitaban en su flujo sanguíneo, ambas chicas acercaron su rostro a la otra y empezaron a besarse en los labios.