Capítulo 15. La fiesta de Hufflepuff

Luna se acabó de vestir para sus tres citas. Se acomodó la tira de su blusa amarilla para que cubriera la del sostén y se volvió hacia Ginny.

-Lamento mucho esto, Ginny.

-Tranquila, no es tu culpa -dijo Ginny, negando con la cabeza-. Los imbéciles de mis hermanos…

Se dieron un abrazo y un beso en los labios para despedirse.

-Te estaré esperando -dijo Ginny, señalando la cama con la cabeza y guiñándole un ojo.

Luna salió de su propio dormitorio y caminó por el pasillo de la casa Ravenclaw hasta llegar a la sala común y más allá, bajando por las escaleras de la torre y hasta el séptimo piso.

Eran las nueve de la noche. Aun podían pasear por los pasillos, pero no por mucho. En medio del pasillo del séptimo piso, la esperaba la primera de sus citas: Viktor Krum.

-Estas muy herrrmosa, Luna -dijo el Campeón de Durmstrang, recibiéndola con una inclinación de la cabeza y un beso en su mano-. Frrred dijo que debía ser rromántico para evitar la diagrrrea.

-Sí, es verdad -dijo Luna, sonriéndole-. No es mi primera cita arreglada por el juego de parejas. La vez anterior fue así también. ¿A dónde iremos?

-Pues he pensado en invitagrrte a mi pgrrropio barco, si lo deseas. Segrrá una velada agrradable.

Fueron juntos hacia allí, atravesando el castillo y los terrenos exteriores. El barco de Durmstrang estaba anclado a las orillas del Lago Negro, lúgubre y siniestro. Pero, una vez que subieron a la proa por unas escaleras de madera y caminaron por el estribor hacia una entrada lateral, el lugar se sintió mucho más agradable. Se oían voces de los alumnos dentro, riendo y caminando por las distintas partes del barco.

-Iremos al salón comedogrr, donde el cheff nos deleitará con sus mejogrres recetas escandinavas.

La cena fue agradable. Estuvieron charlando un buen rato sobre las diferencias entre las dos escuelas.

-¿Y cómo fue que acabaste en esta cita conmigo? -le preguntó Luna en un momento, mientras comía un trozo de pulpo asado.

-Pues Frred me encontró en Hogsmeade y me prreguntó si quegrría probar su juego. Yo andaba un poco trriste, y pensé que eso me animagrría…

-Estabas triste por lo que pasó con Cedric, ¿verdad? -dijo Luna, mostrándose abierta como siempre, sin disimular sus pensamientos.

-Sí, tú estabas allí, te he visto con tu novia, la herrmana de ellos.

Krum parecía muy triste.

-¿Qué se siente tenerr una pagrreja feliz, a la que no le imporrte lo que ogtrros piensen?

-A decir verdad, no estoy segura de lo mío con Ginny -reveló Luna entonces, mirando su pulpo fijamente.

Aquello había sido otro de sus momentos de brutal honestidad. No conocía para nada a Krum, era una cena con un total desconocido, pero se abrió ante él con total confianza.

-¿Tiegnes dudas? ¿Sobre ella o sobrre tu sexualidad?

-Sobre ella -dijo Luna, clavando el tenedor-. No se lo he dicho. A ella ni a nadie. Todo es muy reciente, apenas hemos decidido tener una relación, y abiertamente, ante todos. No tengo problemas en expresar mi sexualidad abiertamente, pero no estoy segura de que Ginny sea la indicada, ¿sabes? Ella está tan emocionada con todo esto… Y yo, no lo sé…

Krum la observó fijamente, asintiendo.

-Es difícil abrrrirse como gay -le dijo, reflexivo-. Sientes una grran dependencia en tu prrimera pareja. Te prreguntas: ¿Y si no es la indicada? ¿Y si no puedo egstarr solo? Cogrres el riesgo de estarr con la persona que no es la indicada, pogrrque tienes miedo de afrontar la opinión de los demás tú solo.

Luna lo miró fijamente, con los ojos muy abiertos.

-Es cierto… Creo que una parte de mí siente miedo de acabar en un camino de soledad… Pero luego recuerdo que yo siempre estaba sola antes, ¿sabes? Nunca tuve amigos.

Krum se rascaba el mentón.

-No te sientas obligada a egstarr con ella -le dijo entonces-. Egrres una persona librre, Luna. Puedes estar con quien tú quiegrras. Quien más te guste. Has iniciado tu camino, descugbierrto tu sexualidad… Perro tú eres la dueña de ese camino.

Ella asintió, sin dejar de mirarlo.

-Estoy segura de que Cedric cambiará de opinión -dijo ella entonces-. Le da miedo estar contigo, pero se siente atraído hacia ti. Necesita tomar la decisión, y entonces volverá.

-He estado con hombrres muchas veces, y jamás tienen pgrroblemas en la cama. Ahogrra luego, para abrirse al mundo… ahí es ogtrra cosa. Ya vegrremos…

Luna le sonrió de forma melancólica.

La cena acabó y se despidieron con un abrazo antes de que ella se dirigiera a su siguiente cita.

-¿Segurra de que no quiegrres que te acompañe de regrreso al castillo?

-No, no te preocupes. Muchas gracias por todo, Viktor.

Y se alejó de allí, bailando sola por la proa del barco de Durmstrang.

Harry estaba en el baño de hombres de la sala común de Gryffindor. Acababa de terminar de ducharse y se miraba al espejo. Su cabello estaba imposible de peinar, como siempre, pero hizo su mejor esfuerzo. Se puso un poco del mismo perfume que había usado la noche en que se había encontrado por primera vez con Hermione. En cuanto a la ropa, eligió su mejor jean, sus mejores zapatillas y una camisa blanca mangas largas.

-Aquí voy -se susurró a sí mismo, viéndose al espejo-. Mi primera cita con mi supuesta alma gemela…

Salió de allí y pasó rápidamente entre los demás alumnos, los sofás y butacas, hasta llegar al retrato de la Dama Gorda.

¿Acaso era Ron allí, en una mesa cercana? Decidió no mirar. Pasó de largo y se metió al agujero del retrato, abandonando el lugar. Atravesó el castillo desde el séptimo piso hasta el vestíbulo, y cuando bajaba las escaleras de mármol miró la hora. Faltaban pocos minutos para las diez.

Bajó las escaleras que conducían a las mazmorras y las atravesó hasta llegar al pasillo exterior de la sala común de Slytherin. Y allí espero, apoyado en el muro de piedra desnuda que había junto a la entrada, deseando con toda su alma no cruzarse a Malfoy ni a ninguna otra de las personas que odiaba de esa casa.

Se hicieron las diez, y nada pasaba. Pansy no salía. Diez y cinco… Diez y diez…

¿Dónde demonios está? Se preguntó Harry, consultando su reloj por duodécima quinta vez. ¿Me ha dejado plantado? ¿Se arrepintió de venir a la cita?

Entonces se dio cuenta de que, si Pansy no acudía, sufriría de una intensa diarrea durante una semana. La única buena noticia en ese caso sería, claro, que ella también la tendría.

Oyó pasos. Pero eran pasos que venían desde el vestíbulo, no desde la sala común. Es decir que no se trataría de Pansy…

Harry estaba apoyado allí contra el muro exterior, completamente solo en ese lugar, mientras oía los pasos acercarse. Seguramente sería algún Slytherin regresando a su casa…

Que no sea Malfoy, pensó. Que no sea Malfoy…

Pero no era Malfoy. Era alguien mucho, mucho peor.

Se encontró cara a cara con Hermione. La chica iba vestida como para una fiesta, con un hermoso vestido verde esmeralda y zapatos de taco, con el cabello alisado mediante magia y con mucho maquillaje. Estaba hermosísima.

Ambos se quedaron totalmente inmóviles, mirándose fijamente.

Ninguno decía nada. No tenía sentido que ninguno de los dos estuviera allí. Hermione se acomodó el cabello tras la oreja, luciendo nerviosa. El momento era de una tensión absoluta. El estómago de Harry se había encogido y sintió que se le entumecían los pies.

Harry estuvo a punto de decir algo, pero entonces Hermione le pasó resuelta por al lado, fingiendo que él no existía y yendo directamente hacia la entrada de la sala común.

-"Sangre limpia" -dijo Hermione entonces, rompiendo el crudo silencio que los aplastaba, de pie ante la puerta. Y esta se abrió, permitiéndole entrar.

La chica despareció dentro de la sala y la puerta se cerró tras ella.

¿Qué carajos…?

Pero no pudo pensar mucho más al respecto, porque en ese momento la puerta se abrió otra vez y apareció Pansy, yendo directo hacia él con una sonrisa.

Y estaba realmente hermosa también: Tenía su delineado cat eye de siempre, sus labios pintados de morado y su cabello negro corto recogido. Llevaba un vestido negro rasgado y deshilachado en varias partes, bajo el cual se apreciaban unas medias de red negras, y unos zapatos también negros. Se había puesto además un collar de cuero negro que iba apretado contra su cuello.

-Hola, Harry. Perdón por la demora.

-Hola, Pansy. No hay enema. Digo, problema... Estás… Estás muy linda -dijo, nerviosísimo.

Ella rió y le tomó la mano, tirando de él en dirección al vestíbulo.

-¿A dónde vamos?

-Pues había pensado en un lugar que quizás te guste -dijo Harry, tratando de relajarse y de que no le ganaran los nervios, que estaban especialmente aumentados por el sorpresivo encuentro con Hermione-. El carruaje de Beauxbatons.

-¿Dónde? -dijo ella, aun tirando de él mientras lo llevaba hasta el vestíbulo-. No quiero ir al carruaje de Beauxbatons. Qué aburrido.

-¿Has ido? Sirven muy buena comida…

-Ya comí. ¡Son las diez de la noche! ¿Tú no has comido?

Harry se sentía un poco descolocado por la personalidad de Pansy. Empezó a desear que la cita no acabara en una discusión a gritos como la de esa tarde en el arbusto.

-Sí, claro que comí.

-¿Y entonces? ¿Cuál es tu objetivo, llegar al peso de tu primo Dudley?

-Oye… ¿Tú como sabes de mi primo Dudley?

-Tienes todo un club de admiradoras, Harry, liderado por esa niña Romilda Vane. ¿No lo sabías? Saben todo sobre ti y no se cansan de repetirlo todo el día, por todos lados. Las oí hablar sobre tu familia muggle.

Harry sabía que existía ese grupito de niñas que hacían reuniones en la sala común de Gryffindor para hablar de él, pero no tenía idea de que estuvieran tan bien informadas.

-Qué emocionante, estar en una cita con un famoso -bromeó Pansy-. Ven, déjame elegir el lugar a mí mejor. Sé exactamente dónde ir.

Tiró de su mano, guiándolo a través del vestíbulo hasta el pasillo que iba para las cocinas, pero tomando el camino de la izquierda en lugar de hacia la derecha, llevándolo hacia una zona donde Harry no había estado antes.

Entonces, Harry lo oyó: música.

Había una música resonando en las paredes, de forma ahogada, como si estuvieran yendo hacia una discoteca oculta en lo profundo del castillo de Hogwarts. Cuanto más se acercaban, más fuerte se oía, y más les taladraba los oídos…

Cuando Harry entró de la mano con Pansy en ese lugar, fue como si acabaran de ingresar a la noche más salvaje de Ibiza. Había luces de colores por todos lados, una pista de baile, una bola de espejos girando en el techo y gente bailando, atiborrando cada centímetro del lugar. Por todos lados había mesas llenas de bebidas alcohólicas, gente fumando, bebiendo y riendo. Nadie se fijó en ellos. Estaba tan lleno de gente que apenas lograban pasar entre la multitud.

Harry no daba crédito a lo que veía. ¿Qué era eso? ¿Qué hacía una discoteca en medio de Hogwarts, explotada de gente? ¿Por qué nadie le había dicho que existiera aquello?

Vio gente de todas las casas y también de Durmstrang y de Beauxbatons. No lograba entender nada. Quería hablarle a Pansy, pero era imposible comunicarse con el estruendo de la música. Estaba fuertísima. Le sorprendió que no se oyera desde otras partes del castillo. ¿Le habrían aplicado algún encantamiento para aislar el sonido?

Se acercó a Pansy hasta apoyarle sus labios en los oídos, para hacerse oír:

-¡Pansy, ¿dónde estamos?!

Sonriendo, ella giró la cabeza y le habló también al oído:

-¡En la sala común de Hufflepuff!

Harry no podía creerlo.

-¡¿Desde cuando la sala común de Hufflepuff es una disco?! -le preguntó, nuevamente al oído.

-¡No lo sé! -le dijo ella-. ¡Una amiga vino aquí a una fiesta en la semana y oyó que hoy lo harían de nuevo, pero aún mejor! ¡Con más bebidas, más luces y todo! ¡Vamos, Harry! ¡Vamos a bailar!

Se metieron en medio de la pista de baile, aún de la mano. Harry era un queso total bailando, pero trató de seguirle el ritmo. Ella reía mientras tiraba de sus manos y bailaba frente a él, bajo la bola disco. Las luces giraban por todos lados. Los ojos negros de Pansy se clavaban en los suyos. Sus labios pintados le sonreían. Harry empezó a sentir calor, mientras asía sus dedos y bailaba con ella.

Se fue soltando lentamente, hasta que ya no le dio tanta vergüenza eso de bailar. Y se dejó llevar por la música, disfrutándolo…

-Aquí es.

-¿Qué es todo el ruido? -preguntó Luna, mirando a su segunda pareja de la noche: Neville.

-¡La fiesta! -dijo Neville, muy contento de estar allí con ella-. Todos estaban hablando de ella hoy. ¿No habías oído nada? ¿La famosa fiesta del sábado a la noche?

-La verdad que no.

-La organizaron los de Hufflepuff y toda la escuela fue invitada. También los alumnos extranjeros. Se supone que Dumbledore no sabe nada, que es todo clandestino, pero yo sospecho que sí y que hizo la vista gorda. ¡Anda, vamos!

Entraron al medio de la fiesta, con la música tronando contra sus tímpanos. Estaba todo oscuro a excepción de muchas luces de colores que giraban por todo el lugar, reflejadas en la bola de espejos sobre la pista de baile.

-¡Wow! -dijo Luna, maravillada-. ¡La primera cita fue en ese bello barco y ahora esto! ¡Qué noche más genial!

-¡No te oigo nada! -le dijo Neville, sin dejar de sonreír-. ¡Pero vamos a pasarlo bien!

Luna hundió un vaso de cartón en el enorme bol del ponche y se lo llevó a los labios, esperando que el alcohol la motivara a bailar. Neville no necesitó eso: había nacido con ganas de bailar. Tenía el baile inyectado en la sangre.

Cuando Neville puso su zapato sobre la pista de baile, los demás tuvieron que apartarse. Bailaba como todo un experto, moviéndose de formas impresionantes. Tomó a Luna de la mano y la empujó allí con él, y ambos fueron el centro de atención.

Recibieron silbidos, aplausos y vítores. Luna reía, muy divertida, con el vaso de ponche aún en la mano. Tomaba a Neville de la mano y giraba al ritmo de la música, y pronto ella misma hacía sus propios bailes, moviendo los brazos y manos en el aire de forma soñadora mientras miraba hacia la bola en lo alto…

Harry se había abierto una botella de cerveza de mantequilla y la bebía del pico. Pansy, a su lado, se preparaba un trago ella misma, mezclando distintos licores en una copa de vidrio. Cuando hubo terminado, ambos brindaron y se dirigieron otra vez hacia el medio del tumulto de gente, chocándose a todo el mundo mientras se abrían paso. Parecía que todas las tres escuelas estaban allí esa noche.

Harry vio a Fred y George. Los gemelos también estaban allí, riendo junto a Lee Jordan, mientras fumaban un cigarro de snargaluff en una esquina. Harry se tomó un buen trago de cerveza de manteca mientras los miraba con seriedad.

Se dio cuenta de que tenía ganas de emborracharse. De emborracharse mucho…

Pansy lo empujó nuevamente a la pista de baile en el momento en que empezaba una de las más famosas canciones de Las Brujas de Macbeth. Todo el mundo la bailó con más ganas que a ninguna otra canción, y él y Pansy no fueron la excepción.

-¿A dónde vamos? -preguntó Hermione, mientras cruzaba el vestíbulo junto a Malfoy. Ambos iban tomados del brazo, bien vestidos.

-A la fiesta de Hufflepuff -explicó él-. Todos están hablando de esta fiesta. Tenemos que ir.

-¿Tú? ¿En Hufflepuff?

-¿Qué tiene de malo?

-Pensé que te caía mal la gente de esa casa. Y de todas, para ser honesta.

-¿Lo ves, Hermione? Es otro de esos conceptos erróneos que tienes de mí. Será una gran fiesta, ya verás. Incluso los más conservadores de Slytherin estaban diciendo que no querían perdérsela.

-¿Y no te molesta ir allí conmigo? ¿No te molesta lo que vayan a decir los demás?

-No -dijo él, mirándola a los ojos-. No me molesta atraer las miradas de todos los envidiosos, muriéndose de ganas de haber sido ellos quienes asistieran con una belleza como tú.

Hermione se sonrojó.

-¡Déjame prepararte un trago, Harry! -le gritó Pansy al oído, en medio de la pista de baile, cuando Harry se hubo acabado la botella de cerveza de manteca-. ¡Te gustará! ¡Enseguida vengo!

Se alejó hacia una de las mesas de bebidas y Harry se quedó allí, bailando solo. Entonces chocó accidentalmente con una chica y se volvió para pedirle disculpas.

-Discul… ¡Oh! ¡Hola, Luna!

Ella no parecía tan contenta de verlo.

-¿Pasa algo? -le preguntó al oído. Neville se puso a bailar solo de manera profesional, provocando nuevamente los aplausos de todos a su alrededor.

-¡Sí, que me has dejado plantada el otro día! -le dijo Luna, con reproche-. ¡En la biblioteca! ¡Así que no quiero hablar contigo!

-¡Oh…! ¡Lo siento mucho, Luna, de verdad…! ¡Por favor, no te enojes tú también conmigo! ¡Me he quedado sin amigos…! ¡Fue solo un accidente, estaba con otras cosas en la cabeza!

Luna lo estudió con la mirada y tardó solo unos pocos segundos en cambiar su actitud y sonreírle.

-¡De acuerdo! -dijo, sin ningún tipo de rencor-. ¿Amigos de nuevo, entonces?

-¡Claro! ¡Si tu quieres! ¿Amigos?

Harry levantó una mano para chocarle los cinco. No tenía idea de por qué actuaba así. La cerveza de manteca se le había subido a la cabeza, provocando que quisiera hacer idioteces.

Luna le chocó los cinco, y entonces Neville se acercó a ellos.

-¡Hola, Harry!

-¡Hola, Neville! ¿Tú eres una de las citas de Luna, por el juego de Fred y George?

-¡Sí, la segunda! -dijo Neville, muy contento-. ¡Solo tengo hasta las once con ella, porque luego tendrá que irse con su tercera cita! ¿No es genial? ¡Bailemos!

Los tres se pusieron a bailar en medio de la pista, con Luna haciendo toda clase de cosas extrañas y exóticas que no tenían el menor sentido, como abrir y cerrar sus rodillas mientras sus manos giraban alrededor de su cuerpo. Neville, junto a ella, continuaba con sus pasos de baile profesionales.

Pansy regresó con el trago de Harry y otro nuevo para ella misma, y Neville quedó boquiabierto al ver que estaba con Harry.

-¡Neville, Luna, ella es Pansy! ¡Vino conmigo!

-¡Oh…! ¡Hola, Pansy! -dijo Neville, con muchísima incomodidad. Parecía muerto de miedo de que la chica fuera a querer humillarlo o hacerle algo malo.

Ella les sonrió mientras le pasaba su trago a Harry y bebía el de ella.

-¡Hola, chicos! -les dijo, empezando a bailar ella también junto a Harry, de una forma muy sensual. Harry pensó que la bebida se había subido a la cabeza de Pansy también, porque alzó ambas manos al techo y meneó las caderas contra Harry, rozándolo con su trasero mientras bajaba hasta el suelo.

Neville miró a Harry muy sorprendido, como si no pudiera creer que su amigo estuviera allí con esa chica. Harry le devolvió la mirada, sintiéndose con una renovada energía, una especie de poder que le daba el estar allí con una "chica mala" y a la vez sensual como Pansy. Lo hacía sentir poderoso, importante. Se llevó su trago a los labios y le dio un sorbo, mientras miraba a Neville de esa forma rebelde.

¡Puajjj!, pensó, luchando por no vomitar. El trago de Pansy era tan fuerte que sintió que puro fuego al rojo vivo bajaba por su garganta.

Y entonces la vio: Hermione acababa de entrar allí junto a Malfoy. Ambos iban juntos, tomados de la mano, caminando entre medio de la gente.

La música pareció desaparecer lentamente, como alejándose rápidamente de allí, perdiéndose a lo lejos. De pronto, la mente de Harry se nubló, su vista se puso borrosa y todo lo que lo rodeaba perdió la forma y el sentido. No estaba seguro de si el trago de Pansy tuvo algo que ver, o fue solo por su avistamiento, o si fueron ambas cosas.

Pansy se dio cuenta. Miró a Harry y luego siguió la dirección de su mirada, viendo a la pareja recién llegada.

-¿Malfoy con Granger? -Harry la oyó decir.

De hecho, atrajeron la atención de muchísima gente. En parte esto se debió a que Hermione había estado en boca de todos ese día. Pero, además, la pareja resultaba increíble, una pareja totalmente impensada. Tuvieron que pasar varios segundos para que la gente dejara de mirarlos.

Está con Malfoy…. pensó Harry, y de pronto todo tuvo sentido. El habérsela cruzado entrando a la sala común de Slytherin, tan bien vestida… Finalmente, ha acabado con él. Tal como ella quería… De alguna forma, no sé cómo, porque él no fue el que la espió en la ducha… Pero, de alguna forma, acabó con él… Ahora están juntos… El chico que siempre le gustó…

Pansy se acercó a Harry para hablarle al oído.

-Harry, ¿quieres que nos vayamos? -le apuntaba con la cabeza hacia la pareja de Hermione y Malfoy, y Harry entendió que Pansy le estaba leyendo los pensamientos-. No tengo problemas si quieres que vayamos a otro lado.

Harry abrió la boca y se metió todo el trago de Pansy hasta el fondo, haciéndolo pasar por su garganta como un volcán de lava ardiente quemándole las entrañas. Su vista se nubló una vez más, ahora producto del alcohol. Sintió que todo empezaba a vibrar a su alrededor. Negó con la cabeza, y al hacerlo vio a toda la gente a su alrededor doble y hasta triple…

-Estamos pasándolo bien -le dijo a Pansy, y trató de olvidar lo que había visto, de olvidar que Hermione estaba allí. Le sonrió a su pareja. -Sigamos pasándolo bien.

Pansy le sonrió y continuó bailando a su lado.

Harry estaba ebrio. Muy ebrio. Apoyó sus manos en la cintura de ella y bailó de forma sensual con ella, metiendo sus piernas entre las de ella y meneando con la chica hasta abajo, casi hasta el suelo.

Pero, mientras lo hacía, no podía evitar que sus ojos giraran hacia la otra parte de la sala, donde Hermione tomaba bebidas de una mesa junto a Malfoy. En ese momento, pusieron una canción más lenta y se abrazó a Pansy, sujetándola por la cintura y moviéndose con un ritmo más lento…

Pero sus ojos volvieron a girar hacia allí, y vio que Hermione bailaba con Malfoy a cierta distancia de ellos… ¿Lo habría visto? ¿Sabría ella que él estaba allí?

-¡Oye, Luna! -eran Fred y George, que se acercaron a saludarla. Neville y ella se habían apartado de la pista de baile. -¿Cómo están yendo las citas?

-¡Bien, creo! Estoy con Neville.

Lo señaló, a su lado.

-¡Hola, chicos!

-¡Hola, Neville!

-¿Recuerdas lo que te dijimos de tu tercera cita, Luna? -preguntó Fred, acercándose a ella con su cigarro en la mano.

-¡Sí, lo recuerdo! -dijo Luna, asintiendo-. ¡Me lo han dicho como veinte veces!

-¡No lo olvides! -dijo George, y se apuntó al reloj-. ¡Ya va a ser la hora! Le dijimos que te encuentre aquí mismo, ¡ya debe estar por llegar!

Era cierto. Ya casi eran las once. Neville se despidió de ella con un beso en la mano y se marchó al medio de la pista de baile, donde continuó bailando él solo. Y entonces, la tercera cita de Luna apareció allí, caminando entre medio de la gente con su cuerpo perfecto, sus piernas perfectas, sus pechos perfectos y su rubio cabello largo ondulado mediante magia y colgando por sus hombros. Llevaba un vestido rosa escotado que marcaba sus abultados pechos, se ajustaba contra su pequeña cintura y caía por su enorme trasero y sus piernas…

La tercera cita de Luna era Melanie Sanders.

-Hola, Luna -la saludó, al llegar a ella, dándole un beso en la mejilla y sonriéndole-. ¿Cómo estás?

-¡Muy bien! -dijo Luna, que no pudo disimular su asombro mientras la miraba de arriba a abajo-. Creo que no te conocía…

-¡Yo tampoco! -dijo ella.

Luna se había quedado sin aliento. Melanie levantó la mirada y vio que tanto Fred como George la saludaban con la mano, muy sonrientes. Les devolvió el saludo brevemente, tiró de la mano de Luna y se la llevó hacia las mesas de bebidas.

-¡Esos dos! -dijo Melanie, lanzando una risita, mientras caminaban juntas, alejándose de ellos-. ¿Te han pedido que me llevaras luego con ellos o algo por el estilo?

-¡Sí, eso es exactamente lo que me pidieron! -dijo Luna.

-Están tratando de conquistarme hace años -dijo Melanie, sirviendo dos vasos de ponche y pasándole uno a Luna, mientras se apoyaba en la mesa con una mano a la cintura y la miraba de arriba a abajo. Luna se dio cuenta de que esa chica mayor y sexy la ponía muy nerviosa. -El otro día no podía sacármelos de encima, en la última fiesta que hubo aquí. Y hoy no pude esquivarlos en Hogsmeade. Me obligaron a jugar a ese jueguito suyo… ¡Creí que habían encantado el pergamino para que uno de ellos saliera y tuviera que ir a una cita con ellos! ¡Por suerte saliste tú! ¡Pero debe haber sido solo porque les salió mal el encantamiento!

Empezó a reír, y Luna rió con ella. Melanie era preciosísima. Nunca había visto una mujer tan bella en su vida, y le hablaba como si fuera una igual, con confianza; a pesar de que Luna era mucho más chica que ella, no era popular y no tenía el impresionante cuerpo que ella tenía.

Melanie levantó su vaso para brindar con ella.

-¿Vamos a la pista de baile?

-¡Sí, vamos! -dijo Luna, que seguía sin aliento.

Ron salió del baño y empezó a caminar hasta donde estaban sus hermanos. Ellos le pasaron un vaso de ponche, que se puso a beber.

-¿Me perdí de algo?

-Sí, de hecho, sí -le dijo Fred, que lucía decepcionado de cómo Melanie había huido de ellos-. Había una chica preguntando por ti.

-Sí, claro -dijo Ron. Al principio no había querido ir a la fiesta. Pero, mientras pasaba el rato con sus hermanos hacía unas horas, se había dado cuenta de que necesitaba algo así: salir, bailar, estar con gente, distraerse. Aun se sentía dolido por la pelea con Harry, pero se había dado cuenta de que él también quería estar con chicas y divertirse. Todos los demás lo estaban haciendo y no quería ser el único en quedarse solo en su habitación.

Así que había ido a la fiesta con sus hermanos, decidido a buscar una chica con la que estar él también.

-Es verdad, Ron -dijo entonces George, mirándolo fijamente-. Pero te lo advierto, no es ninguna belleza…

-¿Me hablan en serio? ¿Una chica preguntó por mí?

-Y estaba muy interesada -dijo Fred-. Dijo que te vio sin pareja aquí y que quería bailar contigo.

Ron estaba convencido de que era una broma de sus hermanos. Pero siguió el dedo de Fred, que apuntaba hacia la chica en cuestión.

-Ya dejen de joderme -dijo entonces, al ver quién era. Se trataba de Eloise Midgen, que según el consenso popular era la chica más fea de todo Hogwarts: era gordita, tenía un problema de acné que se había resistido a la mayoría de los encantamientos conocidos por los estudiantes; y estaba allí en medio de la fiesta, sola, mirando hacia donde estaba él.

Fred y George empezaron a reír con disimulo detrás de él.

-Muy gracioso… -repitió Ron, pero entonces vio que la chica se acercaba a ellos.

-¡Te dijimos que no era broma! -dijo Fred, aguantando las carcajadas tras él.

-No es posible…

Eloise llegó hasta donde estaban ellos y miró a Ron muy sonriente.

-¡Hola, Gron! -lo saludó. Hasta la pronunciación de la chica era extraña, posiblemente debido a la ortodoncia.

Él se quedó allí quieto y le devolvió la mirada.

-Hola -la saludó.

Oyó cómo sus hermanos reían tras él y entonces le dio un sorbo a su vaso de ponche.

-¿Quieres bailar? -preguntó la chica. Ron se dio cuenta de que su acné no estaba taaan mal como decían todos en el castillo. Es decir, sí tenía mucho acné, pero al menos no era de color blanco o amarillento.

Y entonces, algo extrañó ocurrió dentro de él. Anteriormente, Ron habría sido el primero en rechazar a una chica por su aspecto. Pero, esa noche, se sentía distinto. Quería estar con alguien, quería pasarlo bien, y decidió que Eloise no estaba tan mal.

Ron asintió con la cabeza, lo que provocó que Eloise casi se desmayara. Y Fred y George también, tras él.

Ron se acercó a sus hermanos y les susurró:

-¿Saben qué? Ya me he follado a Fleur Delacour, y no veo a ninguna Melanie Sanders por aquí con ustedes. Así que yo he ganado. Ahora puedo estar con quien quiera, porque ya estuve con la mejor. ¡Me voy a bailar un rato con Eloise! ¡Qué lo pasen bien, chicos!

Y sonriendo ante la cara que le pusieron Fred y George, se dio la vuelta y se marchó de la mano con ella hacia la pista de baile.

-Qué hijo de puta… -dijo Fred, negando con la cabeza mientras los veía irse.

-¡Oigan, chicos, ¿cómo están?! -dijo entonces una voz. Fred y George se volvieron y se encontraron con Cedric. El chico, que tenía una camisa abierta por la mitad del pecho y unos pantalones ajustados, sonreía tontamente, como si estuviera muy ebrio. -¡HAY QUE BUSCAR MUJERES, VAMOS!

Fred y George se miraron entre sí, con el ceño fruncido.

-¡Vamos! -gritó Cedric, dándoles palmadas en los hombros-. ¡Necesitamos un par de buenas mujeres! ¿Qué esperan?

Y se fue hasta el medio de la pista de baile mientras le guiñaba el ojo a todas las chicas que se cruzaba y se las quedaba mirando, haciéndose el sexy.

Melanie y Luna bailaban juntas. La noche estaba en su punto más alto y todos lucían ebrios en toda la sala. Las dos chicas descubrieron que tenían mucho en común. Melanie también creía en un montón de las cosas en las que creía ella, lo que era loquísimo.

-¡Jamás había conocido a alguien más que hubiera rastreado las huellas de los Snorkack de Cuernos Arrugados! -le decía Melanie, muy sorprendida-. ¡Eres fantástica, Luna!

Ella tampoco podía creerlo. Sentía que Melanie era la persona más perfecta que hubiera conocido jamás.

Se tomaron de la cintura mientras bailaban juntas, y entonces la chica de séptimo se acercó a su oído para hablarle:

-Oye, Luna, ¿sabes por qué no he dejado de rechazar a Fred y George durante todos sus intentos por conquistarme?

Luna negó con la cabeza.

-¡Porque soy lesbiana! ¡Y ellos lo saben, pero insisten de todas formas, como si una mujer lesbiana fuera solo una mujer heterosexual con una característica que la hace ser más hot, o algo así! ¡Son tan tontos!

Rió de nuevo, y Luna con ella, sintiendo un nudo en el estómago. Melanie ahora la abrazaba por la cintura y la miraba a los ojos, acercándose más a ella de una forma totalmente sensual…

-Eres muy linda, Luna…

Se le contrajo el estómago. Sintió que flotaba. Luna se inclinó hacia adelante, y de pronto las dos chicas se besaban en los labios en medio de la pista de baile, bajo la bola de espejos, aun moviendo sus cuerpos al ritmo de la música.

Harry y Pansy no estaban muy lejos de ellas, y las vieron. De hecho, había muchas parejas besándose todo alrededor. El lugar se había puesto más oscuro, porque habían bajado la intensidad de las luces, y Harry creyó ver a Hermione con Malfoy en un rincón oscuro. No estaba seguro de si ellos también se estaban besando, o acaso el nuevo trago que le había traído Pansy le estaba provocando visiones.

Sintió a Pansy acercarse a él, tomándolo de las manos, y entonces se volvió hacia ella y vio sus preciosos labios pintados de morado acercándose a él, y sintió su aliento a fresa, posiblemente producto de la goma de mascar…

Empezó a besarse con Pansy, también bajo la bola disco. Se abrazaban y se besaban, mientras se movían al ritmo de una melodía lenta de otra banda del mundo mágico.

No muy lejos de allí, Ron y Eloise bailaban también, tomados de las manos. No hablaban mucho, pero se notaba que la chica estaba muy contenta de que él hubiera aceptado bailar juntos.

Ron se acercó a Eloise y le susurró:

-¿Quieres que nos besemos?

Realmente era malo con las mujeres, pero a ella no le importó. Sonrió y asintió. Y entonces ambos se besaron también, al ritmo de esa melodía.

El momento era perfecto. Todas las parejas se besaban. Todos lo estaban pasando tan bien. La noche era tan perfecta…

Y entonces…

-¡¿QUÉ DEMONIOS ES ESTO?!

La música se detuvo y alguien encendió todas las luces. Todos se volvieron hacia la entrada de la sala común al mismo tiempo, sobresaltados.

McGonagall estaba allí, con Snape al lado, y lucía más furiosa que nunca.

-¡VAYAN TODOS A SUS CASAS Y CON SUS ESCUELAS RESPECTIVAS AHORA MISMO! -bramó la profesora, furiosa.

Hubo un murmullo general de protesta.

-¡¿Quién demonios ha permitido que pasara esto?! ¡¿Acaso todos los prefectos y el Premio Anual de esta casa se pusieron de acuerdo para esto?! -gritaba McGonagall, fuera de sí. Se volvió hacia Snape. -¡Cuando Dumbledore se entere…!

-No solo ellos, sino también el jefe de la casa, porque no lo veo por aquí -dijo Snape-. De todas formas, Dumbledore me confesó que ya sabía de esto y que decidió hacer la vista gorda. Pero no me pareció que fuera prudente, profesora, permitirlo… Por eso fui a buscarla.

Recorrió a todos los alumnos con sus ojos negros, esbozando una mueca burlona.

-¡YA ME OYERON! -bramó McGonagall-. ¡A SUS CAMAS, TODOS!

La profesora tuvo que apartarse para dejar pasar a la multitud de alumnos de todas partes que abandonaban la fiesta a la vez. Ahora Harry ya no podía ver a Hermione y a Malfoy. Tomó la mano de Pansy y fue con ella por el pasillo exterior a la sala común de Hufflepuff, junto a la multitud.

-¡Qué fastidio! -se quejaba Pansy, a su lado-. ¡La fiesta estaba tan buena!

-Si, ¡qué mal! -dijo Harry, que no dejaba de buscar a Hermione con la mirada.

Todos los estudiantes de las tres escuelas iban en masa hacia el vestíbulo, excepto los de Hufflepuff. Una vez allí, se dispersaron en distintas direcciones: los de las otras escuelas hacia los terrenos exteriores, los de Slytherin hacia las mazmorras y los de Gryffindor y Ravenclaw escaleras arriba.

Pero Pansy tomó a Harry de la mano y tiró de él en dirección al Gran Salón.

-¿Qué haces? -le susurró Harry, pero fue tras ella de todas formas.

Se deslizaron por las enormes puertas del Gran Salón, que estaban apenas entornadas, y se metieron dentro. No había nadie allí. Estaba todo muy oscuro y las cuatro largas mesas estaban desiertas.

-¡Vamos, Harry! -dijo ella, riendo, mientras cruzaba corriendo todo el Gran Salón. Harry fue tras ella, hasta que ambos hubieron llegado a la mesa de profesores. -¡Por aquí!

Pansy lo condujo hasta la sala que estaba detrás de la mesa de profesores, del otro lado del Gran Salón. Allí estaba todavía más oscuro. No había un alma.

Entonces, Pansy lo empujó contra la pared y se lanzó sobre él. Empezaron a besarse en los labios. Harry la abrazó por la cintura y le devolvió el beso. Se besaron más y más fuerte, y Harry sintió el cuerpo de Pansy apoyándose en él por completo. Se puso erecto. Estaba excitadísimo. Pansy le provocaba calentarse muchísimo…

Estaban muy ebrios, los dos. Oían el lejano ruido de los alumnos volviendo a sus casas, pero no había nadie más que ellos allí.

Se siguieron besando, y Harry apoyó sus manos en el trasero de ella, tocándoselo por encima del vestido negro. Pansy metió una mano en su pantalón y empezó a tocarle el pene. Ahora le besaba el cuello y el pecho, por sobre la camisa entreabierta…

Pansy empezó a bajar, besándolo sin cesar… Entonces se agachó en el suelo. Harry sentía el alcohol dentro de él tomando el control de su mente, pero también sentía un retorcijón en el estómago al saber lo que estaba por pasar.

Pansy le desabrochó el pantalón, se lo bajó hasta las rodillas y tiró de su calzón hacia abajo. Tomó su pene con la mano y se lo llevó a la boca de inmediato. Harry sintió la cálida boca de Pansy en su miembro, la sintió succionarlo y pasarle la lengua. La sensación era indescriptible. Abrió grandes los ojos en la oscuridad y disfrutó de la mamada de Pansy, apoyado contra esa pared.

Ella se la chupaba cada vez más rápido y con más entusiasmo. Los ruidos de alumnos ya habían desaparecido, pero había una adrenalina aún en estar allí, no tan lejos de dos profesores que enviaban a todos a dormir…

Parecía que Pansy le leía la mente, porque dejó de chupársela, se incorporó y le dijo al oído:

-Quiero que me lo hagas Harry… Quiero que me lo hagas… sobre la mesa de los profesores.

Era una locura, y Harry lo sabía. Solo momentos atrás había estado lleno de gente en el vestíbulo, la sala contigua a allí...

Pero Harry le redobló la apuesta:

-Voy a hacértelo sobre la silla de Dumbledore -le respondió.

Pansy sonrió y tiró de su mano una vez más. Salieron juntos del cuarto y fueron del otro lado, donde estaba la mesa de profesores, totalmente oscura y desierta, con la vajilla limpia sobre cada silla y con sus candelabros apagados.

No se oían más ruidos en el vestíbulo. Habían apagado la luz allí también. Pero aún había voces lejanas, provenientes de los pisos superiores, de los últimos alumnos que regresaban a sus casas.

Luego de comprobar rápidamente que no hubiera nadie en el Gran Salón, Harry y Pansy fueron juntos hasta la silla de Dumbledore, donde Harry se sentó. Ella se arrodilló sobre él, aunque la postura no era muy cómoda porque la silla ornamentada tenía apoyabrazos sólidos que impedían que pasara sus piernas por detrás.

Aun así, se besaron locamente allí arriba, sobre la silla del director, con el pene de Harry aun afuera, apoyado contra el vestido de ella. Harry le pasó los labios por las tetas, por arriba de la tela de su vestido, y entonces se la corrió para que sus pechos quedaran al descubierto y siguió besándola directo en la carne de estos.

Pansy se puso de pie y tiró de él. Harry salió de la silla del director y abrazó a la chica allí delante apoyándola contra la mesa y sintiendo su pene erecto rozando la tela de su vestido. Dejándose llevar por esa locura, la sentó en la mesa mientras le levantaba el vestido por la altura del ombligo.

Vio la tanga negra de Pansy, que se metía en medio de su raja. Sus piernas estaban abiertas y ella lo miraba con una expresión de profundo deseo con sus ojos negros. Harry se le lanzó encima y ambos cayeron sobre la mesa de profesores, lo que provocó que una copa de vidrio rodara y se cayera al suelo, haciéndose añicos.

Harry se detuvo, asustado. ¿Y si el ruido alertaba a McGonagall o a Snape? ¿Y si estaban por allí aún?

Pero Pansy lo miraba con una sonrisa desafiante.

-¿Tienes miedo? -le susurró.

-Claro que no -dijo él, besándola nuevamente.

Le corrió la tanga con la mano, tocándole la vagina con los dedos. Se besaron encima de los platos y los cubiertos del profesor a la derecha del director. Se subieron por completo a la mesa, provocando el ruido de la vajilla siendo aplastada por sus cuerpos.

Harry dirigió su pene hacia ella y empezó a penetrarla. Se sintió entrando dentro suyo. Metió la cabeza lentamente y luego el resto del pene, más rápido. Pansy estaba húmeda. Lo abrazaba por la espalda y lo besaba sin cesar, mientras rodaban por la mesa.

Otra copa de vidrio rodó y cayó al suelo, con un sonido que hizo eco por todo el Gran Salón.

Ella quedó sobre él, moviendo su pelvis encima suyo, provocando la penetración. Su vestido había quedado todo arrugado a la altura de su abdomen, con sus tetas colgando desnudas sobre Harry y su trasero desnudo visible con la luz de la brillante luna que entraba por los ventanales laterales del salón.

Le acarició los glúteos, besándola con locura. Se metió más dentro de ella, disfrutando de la penetración.

-Por el ano -le dijo Pansy entonces-. Házmelo por el ano.

Se pusieron de pie, desatados, enloquecidos. Harry la empujó boca abajo contra la mesa, se puso detrás de ella y apoyó una mano sobre su espalda baja mientras con la otra dirigía su pene hacia su ano. Empezó a penetrarla de a poco por allí, mientras Pansy se frotaba los dedos contra la vagina a toda velocidad.

La penetraba por el ano con el cuerpo de Pansy boca abajo sobre la mesa y con los brazos de la chica extendidos hacia adelante, aferrándose del mantel. Tiró un poco de este con el movimiento y un par de platos cayeron al suelo, haciéndose añicos también.

-¡Ohhh! -gemía Pansy, un sonido que hizo eco por todo el Gran Salón-. ¡Ohhhhh! ¡Maltrátame, Harry! ¡Vamos! ¡Maltrátame!

Harry se inclinó hacia adelante, aferró el collar de cuero de la chica y empezó a tirar suavemente de él hacia atrás, deseando que eso la excitara. Pansy hizo un sonidito de ahogo al recibir la presión del collar estrangulándola, y dejó que Harry tirara de él mientras movía su trasero hacia atrás, para recibir el pene de Harry más dentro de ella.

-¡Ayyy! -chillaba la chica, llena de goce-. ¡Lo tienes tan grande, Harry! ¡Ay, sííííí!

Se dio la vuelta y se lanzó sobre él como un animal salvaje. Cayeron juntos sobre otra de las sillas, donde Pansy sí pudo pasar sus piernas para el lado de atrás. Y empezaron a hacerlo allí, ella sobre él con las piernas apuntando hacia atrás, saltando sobre él enloquecida.

El cuerpo de Pansy caía sobre él y luego se alzaba otra vez, a toda velocidad, con su pene metiéndose dentro suyo hasta el fondo. No dejaban de pasar sus lenguas por la lengua del otro, por sus labios, por sus cuellos… Harry tenía la camisa toda abierta, porque Pansy le había arrancado todos los botones de un tirón.

Sintió que acabaría. No faltaba mucho.

Y Pansy lo supo.

-Vamos, acaba -le dijo la chica al oído, mientras saltaba sobre él totalmente enloquecida-. Acaba, pero avísame cuando vayas a hacerlo.

Harry supuso que querría usar alguno de esos encantamientos para alargar el momento.

Sentía que la excitación subía hasta niveles extremos…

-Ahora -dijo Harry, jadeando, sin poder aguantar más-. Ahora…

Pansy se apartó de él, lo que le resultó algo anticlimático. Lo dejó allí sentado en la silla, con su pene durísimo hacia arriba, sintiendo que en cualquier momento acabaría, pero con la chica habiendo cortado el momento…

Y entonces, Pansy regresó con algo en la mano: era el cáliz del director, aquel con el que Dumbledore bebía durante las comidas, uno hecho en madera y ornamentado con muchos detalles en oro.

Pansy volvió a chupársela, arrodillada ante él. Harry sintió que el estremecimiento volvía a él y lo invadía…

Cuando sintió que iba a acabar, Pansy se quitó su pene de la boca y, en cambio, lo masturbó con una mano mientras con la otra acercaba el cáliz de madera hacia la punta de su pene…

Todo el semen salpicó dentro del cáliz, saltando dentro de él, más y más. Ella lo masturbaba y su semen saltaba dentro de la copa del director, hasta que la llenó unos cuantos centímetros.

Entonces, cuando Harry hubo terminado, vio que Pansy alzaba el cáliz con una expresión muy seductora y sexy en el rostro…

La chica se llevó el cáliz a los labios, sin dejar de mirar a Harry fijo a los ojos, y se puso a beber su semen. Se lo fue tragando, poco a poco, hasta que hubo vaciado todo el contenido.

Dejó el cáliz del director a un lado. Harry vio que un poco de semen chorreaba por la comisura de sus labios.

Pansy se limpió la boca con el dorso de la mano.

-¿Qué te parece si te reanimamos con un encantamiento y continuamos en el cuartito de allí atrás…? -le dijo.

Harry la ayudó a ponerse de pie y se alejaron juntos por la puerta que daba al cuartito de atrás, donde la noche continuaría..