Capítulo 21. Verity

-¿Cuál es tu historia? -preguntó Verity, descansando su mentón en su mano.

Era una adolescente muy delgada con cabello rubio y corto. Sus ojos castaños tenían unas pestañas muy largas que se agitaron mientras miraba a Harry fijamente, poniendo toda su atención en él.

El espléndido sol de la tarde cubría todo el cielo. Estaban sentados en una mesa redonda con sombrilla al aire libre, en una zona muy transitada. Mientras los extraños pasaban por la acera, pasándoles de largo, ellos bebían helado. El clima estaba inusualmente cálido para la época del año y era la tarde perfecta para sentarse a tomar helado al aire libre.

-Pues me llamo Harry Potter…

-Me lo suponía -bromeó ella, y al sonreír exhibió una hilera de blancos dientes, donde algunos inferiores estaban un poco torcidos. Sin embargo, Harry pensó que esa pequeña imperfección le sentaba bien. La chica tenía un rostro muy bonito.

-Tengo catorce años… -continuó Harry, sonriéndole también-. ¿Eso también lo suponías?

-¡No! La verdad que no. Te hacía de trece, ahora que dices.

Verity rió. Su risa era extraña y a la vez muy tierna. Su respiración salía entrecortada, como si tuviera asma. Harry le dio una lamida a su helado de menta y chocolate mientras la observaba reír y entonces continuó.

-…Y estudiaba en Hogwarts… hasta ayer. Así que es bastante reciente esto de no estar allí.

-Ya sé quién eres, y también sé que te expulsaron de Hogwarts -dijo Verity, estirando el brazo para tomar el periódico que un cliente había dejado abandonado sobre una mesa cercana antes de retirarse, junto a su cuchara chorreante de helado.

La chica colocó el periódico frente a Harry de forma que pudiera ver su portada. Era una copia de El Profeta de esa misma mañana, y el titular decía, en letras enormes: Harry Potter: El Niño que fue Expulsado. Por Rita Skeeter.

-Maldita perra -murmuró Harry.

Verity lamió su propio helado, de naranja y limón, mientras observaba su reacción.

-La Rita esta no se tardó nada en escribir su artículo sobre ti -dijo la chica, mirándolo de forma muy intensa-. Pero no creo que sea fiable, por eso te lo pregunto a ti. ¿Cuál es tu historia, entonces? ¿Cómo fue que te echaron?

Harry miraba la fotografía de la portada, que lo mostraba a él caminando por los terrenos de Hogwarts con una cara que había salido muy mal en la foto, con un ojo entrecerrado y la boca torcida, mientras se rascaba un brazo. Había salido con una cara de pervertido total. No recordaba que le hubieran tomado esa foto… Seguramente lo habían hecho en secreto también.

-Pues resulta que espié a una chica en la ducha -dijo Harry en voz baja, mirando aún la portada del periódico.

-¿O sea que es cierto todo eso de "El Sucio Potter" que ponen aquí?

-¿El Sucio Potter? -repitió Harry, horrorizado.

Ella se encogió de hombros.

-¿Y por qué viniste aquí luego de que te expulsaran?

-No vine aquí -le explicó Harry-. En verdad, me devolvieron con mis tíos muggles, anoche. Y, ni bien me recogieron en King Cross, ellos me llevaron al Centro de Seguridad San Brutus para Jóvenes Criminales Incurables, un internado muggle.

-¡Me estás jodiendo! -dijo Verity, quedando boquiabierta-. ¿Por qué hicieron eso?

-Porque mis tíos son una mierda.

-¿Y cómo escapaste de allí?

-No escapé -dijo Harry, encogiéndose de hombros-. Mis tíos son una mierda y también son estúpidos. Ambas cosas. No me dejaron dentro del lugar sino en la puerta, confiando en que yo entraría tranquilamente por mi propia voluntad… En cuanto su auto desapareció de vista, me puse mi capa para hacerse invisible, monté a mi escoba y me fui al carajo… Y entonces sí vine aquí.

-Pero no puedes usar magia fuera del colegio -observó ella-. Te podrías meter en aún más problemas.

-Es cierto. He tenido mucho cuidado de no usar nada de magia. Por ahora solo me han expulsado, pero no tengo problemas con el Ministerio, que yo sepa. Tengo mi varita conmigo y todo, pero no la he tocado. Por las dudas. Aún así, montar mi escoba voladora y ponerme mi capa para hacerse invisible no es "hacer magia". Así que usé eso. De esa forma hui de allí y me vine aquí. Le reservé un cuarto a Tom para pasar la noche… ¡y eso es todo! Esa es mi historia.

Verity asintió con la cabeza, impresionada.

-¡Oye, Verity! -se oyó una voz masculina proveniente del interior de la tienda-. ¡Hay clientes!

-¡Ya voy, Florean! -gritó ella por sobre el hombro. Miró a Harry de nuevo y puso los ojos en blanco. -Debo volver al trabajo.

Harry asintió, mientras la observaba ponerse de pie y regresar al trabajo. Verity era empleada en la heladería de Florean Fortescue. No sabía nada más sobre ella aparte de eso. Él solo había ido allí a tomar un helado, se sentó solo a esa mesa y la chica fue a llevárselo. Pero entonces, al reconocerlo, había querido saber más sobre lo ocurrido, y se fue a servir un helado ella misma para sentarse con él a preguntarle. No parecía muy tímida.

Bebiendo su helado, Harry miró a la gente que pasaba junto a él, por el medio del Callejón Diagon. Eran varios los que lo reconocían y se quedaban mirándolo. Verity no era la única que se había fijado en él ese día. La noticia estaba por todos lados.

Aún así, ¿qué opción tenía? Sus tíos ya se habrían enterado de que jamás ingresó en San Brutus la noche anterior, y, conociéndolos, ya habrían ido a la policía muggle para que lo buscaran por todos lados y lo encerraran allí; o mejor aún (si lograban salirse con la suya) hacer que lo llevaran directo a la prisión juvenil.

No era seguro andar por las calles muggle. Era mejor estar en el mundo mágico, donde al menos nadie quería llevarlo prisionero a ningún sitio… por el momento.

Se dio cuenta de que Verity había dejado su vaso de helado apoyado en la mesa, frente a él. Justo mientras lo observaba, oyó pasos y vio que la chica volvía a toda prisa y se sentaba a la mesa de nuevo.

-Ya volví -anunció la chica, sonriente. Tras ella, una familia de magos se alejó de la tienda con un helado en la mano cada uno: el padre, la madre y el niño pequeño. -Nada de magia para ti entonces, ¿eh?

-No, nada -se lamentó Harry-. No quiero más problemas, así que no pienso tocar mi varita por ahora.

-Pues no, será mejor que no la toques -dijo ella, lanzando una risita demasiado alta para un comentario tan casual.

Hasta que Harry se dio cuenta del doble sentido que Verity había impreso en él, y entonces se quedó mirando la mesa, avergonzado. Tendría que lidiar con eso ahora… con ser "El Sucio Potter".

-Pues estarás como yo entonces -dijo ella, apoyando una vez más el mentón sobre su mano y mirándolo fijamente.

-¿Tú tampoco puedes hacer magia? -le preguntó Harry-. Pensé que ya habrías terminado Hogwarts. De otra forma no me explicaba que no estuvieras allí.

-Tengo diecisiete, pero jamás fui a Hogwarts en mi vida -dijo Verity, mirándolo de forma misteriosa.

-¿Ah, no? -preguntó Harry-. Ahora quiero oír yo historia… ¿Cómo es?

-Por fin preguntas -dijo ella, sonriendo.

Harry le devolvió la sonrisa y tuvo la extraña sensación de que estaban coqueteando.

-Te dejaré adivinar el motivo -dijo ella, jugando.

-Mmm… -Harry se quedó mirando hacia el cielo mientras bebía su helado-. Vives en el mundo mágico, pero jamás fuiste a Hogwarts… Mmm… No lo sé… ¿Eres muy pobre?

Verity tuvo un ataque de risa tan grande que algunas de las personas que pasaban por allí se volvieron a mirarla.

-Lo siento -se apresuró a decir Harry, ruborizándose-. No sé por qué dije eso. Sé que hay que pagar una matrícula, pero jamás tuve que hacerlo porque Dumbledore me dio una beca… Ya sabes, por venir de una familia muggle.

-No, no -dijo ella, limpiándose las lágrimas y riendo-. Falso, falso… Sigue probando.

-¿Eres una Squib? -se aventuró Harry, escudriñándola con la mirada.

-¡Cooorrecto! -canturreó Verity, aplaudiendo-. Has acertado.

-¿De verdad? Jamás había conocido a uno. O una. De nuestra edad, digo. Jóvenes.

-Claro que no, no ibas a verlos en Hogwarts -dijo ella, revoleando los ojos-. ¿No te parece?

Rió de nuevo, y Harry se sintió un estúpido otra vez. Aunque le tomara el pelo, la chica le caía bien. Era muy alegre y divertida.

-Todos en mi familia son magos -explicó ella, mientras bebía su helado otra vez-. De hecho, soy sangre pura. Rarísimo, ¿no crees? Pero así son las cosas. Todos nacieron con magia: mis padres, mis hermanos… Todos menos yo. La magia simplemente no me quiso a mí.

Se encogió de hombros, con total despreocupación, bebiendo su helado.

-Así que me gano la vida trabajando en Florean Fortescue -finalizó.

-¿Eres familiar de él? -le preguntó Harry, interesado.

-No, para nada. Nací en Hogsmeade. Viví toda la vida allí, pero hace seis meses me vine aquí. Quería independizarme, vivir sola. Ya sabes, en "la gran ciudad". Y conseguí este trabajo. Pero toda mi familia es de Hogsmeade. Mi madre es dueña de Las Tres Escobas. Rosmerta Davies. Seguramente la conozcas, todos los de Hogwarts van allí.

-¿Eres hija de Madam Rosmerta? -preguntó Harry, sorprendido.

-"Madam" -se burló ella-. No sé por qué la gente le pone el "madam" delante, pero sí. Es mi mamá. Claro que podría trabajar en Las Tres Escobas si quisiera, pero yo quería venir a Londres y aprender a valerme por mí misma. Vine sola, sin nadie, y me las he arreglado bastante bien.

Bebió su helado mientras clavaba sus ojos en él otra vez. Tenía una mirada muy penetrante. Harry pensó que no se parecía tanto a Rosmerta: Si bien la camarera de Las Tres Escobas también era rubia, se notaba que usaba tintura para el cabello. Por otro lado, Verity era muy delgada, mientras que su madre tenía un cuerpo curvilíneo que siempre atraía las miradas de todos, en especial Ron.

Sintió nostalgia al recordar a Ron y a Hogsmeade, y Verity pareció notarlo.

-Extrañas Hogwarts, ¿verdad?

-Sí, la verdad que sí -admitió él-. Solo pasó un día, pero ya lo extraño… Aunque en este momento debería estar en clase de pociones, así que el estar aquí en cambio no está tan mal tampoco -sonrió de forma triste.

-¿Has pensado en qué harás de tu vida ahora?

-No realmente. Apenas llego aquí. Por el momento mi prioridad era huir de San Brutus y no acabar durmiendo en el suelo de la estación King Cross. Esas dos cosas… Le he pagado tres noches en el Caldero Chorreante a Tom con el oro que tenía encima y supongo que tendré que ir a Gringotts a sacar un poco más para pagar más días luego de eso… Pero tampoco puedo vivir allí, tendré que conseguir algo más barato. Además, perdí la mayor parte de mi oro de Gringotts… digamos que sufrí "una estafa". Así que no me queda tanto.

-Puedes trabajar aquí -dijo ella entonces, señalando con el pulgar hacia atrás, a la heladería-. Florean está buscando otro empleado hace semanas y no consigue a nadie. Los que acabaron Hogwarts no quieren trabajar en una heladería, y los jóvenes están todos en Hogwarts. Así que eres el candidato ideal.

-¿De verdad lo dices, Verity?

-Sí, claro. Servir helados es una estupidez, ya lo verás. Y no hay que usar magia, así que no te meterás en problemas. Cuando se acaben tus tres noches en el Caldero Chorreante, puedes rentar un dormitorio en la residencia donde estoy yo. Es aquí mismo, en Charing Cross Road, y todos son magos allí. Hay un comedor común, baño y muchas habitaciones, y es muy barato. Yo vivo ahí desde que llegué a Londres. ¿Cuánto te cobra Tom por la habitación?

-Un galleon y ocho sickles la noche.

-Esto cuesta tres galleons el mes.

-¿El mes? -dijo Harry, boquiabierto-. Genial, entonces… Me has salvado la vida.

Harry estaba muy sorprendido de la ayuda que esa chica acababa de ofrecerle desinteresadamente, y se sintió afortunado… lo cual era muy extraño, porque esos días su vida estaba siendo de todo menos "afortunada".

-¿No te molesta ayudar a "El Sucio Potter"? -le preguntó entonces.

Verity le sonrió abiertamente, acabó su helado y lanzó el vaso al cesto de basura tras ella.

-¿Y tú cómo sabes que yo no soy "La Sucia Verity"? -le dijo, de forma intrigante, mientras se ponía de pie-. Ven, vamos a hablar con Florean.

Querido Harry,

Quería que sepas que he pensado en ti. Y que me preocupo por ti. Por favor, cuéntame cómo estás. ¿Estás con tus tíos? ¿Te han tratado muy mal? ¿Necesitas algo? Lo que pueda hacer por ti, solo pídelo. Aún me siento terrible por haber causado que te expulsen, y sin importar nada de todas las locuras que nos han pasado últimamente, quería que sepas que, aunque no sé cómo te sientas tú hacia mí, yo te quiero mucho y te desearé siempre lo mejor y estaré allí para ti.

Te extrañamos.

Cariños,

Hermione

Las aves volaban por la pajarera de las lechuzas. Hermione cogió a una de color marrón claro bastante grande y le anudó su carta a la pata, mientras le acariciaba el pico.

-¿Le llevarías esto a Harry Potter, por favor? -le susurró.

La lechuza agitó sus alas y le dio un mordisquito amistoso en el dedo. Entonces alzó vuelo con la carta atada y desapareció por las ventanas de la pajarera, volando hacia el sol poniente.

Esa noche, Hermione esperó a que se hiciera tarde y bajó a la sala común, con sus cosas. Entró al baño de chicas y dejó su ropa en el banco de madera frente a las duchas. No había nadie más allí, como siempre.

Se quitó las zapatillas y las medias, tomó la toalla y la ropa limpia y anduvo hasta una de las duchas. Se metió dentro y empezó a desvestirse, quitándose el suéter, la camiseta y el sostén; y luego bajándose los pantalones color verde oscuro y el calzón blanco.

Ya desnuda, se puso bajo la ducha y abrió la llave. El agua hirviente cayó sobre su cabeza, llenando todo de vapor a su alrededor rápidamente.

Con los ojos cerrados, Hermione se quedó quieta allí, disfrutando del agua… El agua que limpiaba todo. El agua que sanaba las heridas… El agua que lavaba la culpa, el rencor, la impotencia…

Las imágenes venían a su mente como un relámpago: Malfoy y ella en la cama del dormitorio de Slytherin, teniendo sexo entre las sábanas… Malfoy y ella en el hotel de Hogsmeade… Malfoy y ella en una de esas mismas duchas, varios días atrás…

Pensó que iba a llorar de nuevo, pero eso no ocurrió. ¿Acaso había llorado tanto ya que sus ojos no tenían la capacidad de producir más lágrimas?

Eres una asquerosa sangre sucia, Hermione, y solo te usé para lograr mis fines. En verdad me repugnas. Y ahora que mi plan terminó, ya no volveré a verte nunca.

Había pensado que había algo entre ellos… De verdad lo había sentido… Y él era el chico con el que había fantaseado toda su vida… Prácticamente el único… Prácticamente…

Malfoy jamás la había estado espiando en esas duchas, porque todo el tiempo había sido Harry. Solo había sido parte de su engaño…

Harry…

Él sí la había espiado de verdad. No era una mentira usada para tratar de lograr un plan oscuro. Él de verdad lo había hecho, y luego había tratado de esconder la verdad por vergüenza. Y también había espiado a otras chicas…

Sin embargo…

-Yo también siento lo mismo que tú. Las mismas cosas -Eso le había dicho Harry cuando hablaron sobre su diario, que él había leído. Se refería al deseo sexual, el mismo que ella también le había confesado que sentía.

Entonces vinieron imágenes a su mente de ellos dos en el baño de prefectos. Recordó que la fantasía había acudido a su mente la misma noche en que Malfoy apareció en esas duchas, para usarla… para comenzar sus planes con ella…

Pero, antes de que Malfoy apareciera, ella había sentido algo por Harry, por la noche que habían pasado juntos, por cómo había perdido la virginidad con él.

Aquello aún estaba en su mente. La sensación de seguridad que le había dado Harry al estar juntos… La sensación de querer sentir sus manos sobre ella, bajo el agua caliente de la bañera del baño de prefectos…

El agua de la ducha caía sobre ella. Hermione se abrazó su propio cuerpo, aún con los ojos cerrados.

-¿Por qué me estabas espiando en la ducha…?

-Porque me gustas, Hermione.

Una lágrima cayó por sus párpados cerrados, por fin.

¿Qué había hecho? Había hecho que Harry sacara su oro de Gringotts por una mentira de Malfoy, y ahora lo habían enviado de regreso a Londres por culpa de ella, quizás sin oro y con sus horribles tíos maltratadores… Harry había perdido todo lo que tenía en esta vida por culpa de ella, por haber confiado en ella dándole ese oro, a pesar de que él creía que se trataría de una trampa; por haber querido darle a ella algo que ella había pensado que era necesario, solo para que estuviera contenta, solo para que ella consiguiera aquello que pensaba que necesitaba…

¿Cómo había sido tan estúpida de caer en la trampa del chico que Harry mismo le había advertido que tenía planes siniestros…? ¿Cómo había estado tan ciega hacia Malfoy…?

Las lágrimas se fueron intensificando. Se mordió los labios y se pasó una mano por la cabeza, sintiéndose terrible.

Sí, era verdad, Harry había espiado a otras chicas también… Pero había sido luego de leer el diario de ella. ¿Acaso había sido ella también la que había despertado ese deseo sexual en él, por medio de su diario, que luego él había tratado de satisfacer espiando gente?

La había espiado a ella, después de todo.

En la noche, antes de dormir, es el momento y el lugar perfecto. Entonces dejo que mis fantasías se desaten mientras me toco, en la ducha…

Harry había leído esas palabras, las últimas escritas en su diario la tarde en que estuvo en su habitación. Y entonces había comenzado a espiar chicas en la ducha.

Había tratado de espiarla a ella misma

-Porque me gustas, Hermione.

Hermione recordó las manos de Harry bajo el agua, su pene penetrándola contra el borde de la piscina de ese baño, sus besos sobre su piel, en su cuello…

Las lágrimas de Hermione cayeron sobre sus labios, sobre su culpa, su ira y su tristeza, y sus manos acariciaron su vagina bajo el agua caliente, mientras el vapor de la ducha le recordaba al calor del cuerpo de Harry pegado al de ella…

-¡Felicidades, Harry!

Verity descorchó una botella de vino espumante cuya etiqueta decía: Bodega "Los Tres Duendes", y sirvió dos copas de champagne con el líquido amarillento del interior.

Ya era de noche. Acababan de cerrar el negocio del señor Fortescue, que se había marchado a su casa. Luego de bajar la persiana de forma muggle, tirando de las cadenas en el costado de la tienda, se quedaron en el interior para limpiar, los dos solos.

Harry ya había sido contratado. El señor Fortescue le había dicho que le pagaría diez galleons por mes; lo que era suficiente para la renta y la comida, al menos.

-Por tu nueva vida en Londres y el Callejon Diagon -dijo Verity, brindando con él. Ambos bebieron sus copas. Era la primera vez que Harry probaba un espumante en su vida, y pensó que era bastante rico.

-Gracias a ti -le dijo, disimulando el impacto del fuerte alcohol en su cara mientras dejaba la copa apoyada sobre uno de los congeladores.

-No me lo agradezcas -dijo ella-. Fue Florean quien te contrató.

-¿Quieres que limpie los pisos? -preguntó Harry, buscando con la mirada los trapeadores.

-Relájate -Verity exhibió esa hermosa sonrisa que tenía, apoyada sobre los congeladores y clavándole otra de sus miradas penetrantes, batiendo sus largas pestañas-. La mayoría de las noches apenas hago un repaso. Lo importante es que Florean no vea manchas de helado mañana.

La chica había sacado la botella de espumante de una de las repisas. Las tenían que usar para hacer tragos con helado, le explicó; aunque no se vendían tanto. Le había dicho que el señor Fortescue los dejaba consumir lo que quisieran de la tienda, tanto así que ella hasta se había empezado a cansar de comer helado.

Entonces, mientras bebía su copa y lo miraba fijamente, Verity dijo:

-¿Tenías novia en Hogwarts?

Harry tomó su copa nuevamente y le dio un largo trago. La pregunta lo ameritaba, definitivamente…

-Es complicado -respondió.

-Complicado, ¿eh? -dijo ella, asintiendo-. Me imagino…

-Solo nos estábamos viendo desde hacía unos días -explicó Harry entonces-. No es como que fuéramos "algo"… Pero pensé que…

Se quedó mudo, con la mirada perdida en la nada. Era la primera vez que se detenía a explorar sus sentimientos por Pansy. Todo aquello había terminado tan rápido que se sentía como si nunca hubiera ocurrido en primer lugar, como si solo hubiera sido un extraño sueño.

-Sí, te entiendo -dijo Verity entonces, dando otro trago a su copa-. Aun no era algo lo suficientemente importante para sobrevivir a todo lo que te pasó, ¿verdad?

-Exacto -dijo él, jugando con la copa entre sus dedos, pensativo.

-No cualquier chica querría seguir contigo luego de que se publicaran fotos tuyas espiando a otras mientras se duchan.

-Eso supongo… -murmuró él.

-Si no te molesta la pregunta… ¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué espiar chicas duchándose?

A Verity parecía darle gracia aquello, pero al mismo tiempo se mantenía seria. Harry lo interpretó como una señal de respeto hacia él y a lo terrible de haber sido expulsado.

-A decir verdad… -Harry se rascó el cuello, con el ceño fruncido-. Había leído el diario de una amiga mía ese mismo día… un diario privado, claro. Ahí empezó todo, no debí leer eso… Y ella decía que se había estado masturbando en la ducha…

-Ya veo…

-No sé por qué, me quedé pensando en eso, y de pronto quería espiar chicas en la ducha -se siguió rascando el cuello, nervioso y evitando su mirada-. Supongo que sí soy un depravado, como todos dicen.

-Bah, eres adolescente -dijo Verity-. ¿Qué adolescente no piensa todo el día en coger? Yo también hice mis cosas, ¿sabes? Pero no voy a decírtelas… No hasta que las publique El Profeta.

Lanzó una risita, y Harry sintió que la tensión se aliviaba.

Mientras bebía su copa, la mente de Harry quedó pegada a algo, a una idea que acababa de aparecer… Había sido el diario de Hermione el que empezara con todo aquello.

Hermione…

Las palabras de Hermione le habían quedado grabadas:

-Has hecho todo mal. Absolutamente todo.

Hermione tenía razón. Él no debió espiar a nadie en primer lugar, y no debió esperar tanto para confesarle sus sentimientos. La había cagado más allá de cualquier punto en que pudiera darse marcha atrás.

Verity se había terminado su copa y ahora la rellenaba. Harry se terminó la suya también y entonces la chica se acercó para llenársela. Pero luego, en lugar de regresar a donde estaba antes, se quedó allí, a su lado.

-¿Y tú? -le preguntó Harry, mirándola de cerca-. ¿Te has puesto de novia aquí, en tu nueva vida en Londres?

-Por fin preguntas -dijo ella, igual que como le había dicho esa tarde. Volvió a clavarle los ojos, y esta vez había una inconfundible y deliberada sensualidad en ellos. -La verdad es que no. Todos los chicos están en Hogwarts.

-Pero tú tienes diecisiete -observó Harry-. Imagino que habrá chicos mayores de edad que ya terminaron sus estudios aquí en Londres.

-Sí, pero me gustan más chicos -dijo ella, y Harry notó que se acercaba un poco más a él, dándole otro trago a su copa. El también lo hizo, sintiendo los nervios trepando por su garganta…

Verity le parecía linda. Muy linda. Y, sin dudas, lo había ayudado mucho ese día… Conocerla había sido lo único bueno en una seguidilla de eventos catastróficos…

-¿Más chicos…? -le preguntó Harry entonces, subiendo su mirada hacia ella para encontrar sus ojos castaños, que estaban cada vez más próximos...

-Sí… -dijo ella, ahora con la nariz literalmente rozando la de él-. Como de catorce…

Ella se detuvo allí, con su nariz rozando la de él y sus ojos cerrados. Harry entonces avanzó los pocos centímetros que quedaban para llegar a ella y empezó a besarla en los labios.

Dejaron las copas de espumante sobre el congelador que había detrás de Harry. Se rodearon en brazos y se besaron pasionalmente. Ella era un poco más alta que él, por lo que Harry tuvo que ponerse en puntas de pie.

Luego de que los besos escalaran en intensidad, acompañados por el calor del alcohol dentro suyo, Harry sintió su pene ponerse duro, movido por la excitación del momento.

Abrazó a Verity por la cintura y se giró un poco para quedar enfrentado a ella. La chica quedó con el trasero apoyado en el congelador y Harry apoyó su pene contra ella, a través de la ropa muggle que llevaba, mientras la besaba con pasión en los labios.

Al sentir su pene haciendo presión contra ella, Verity se apartó un poco de sus labios y sonrió.

-Wow, vas un poco rápido, Campeón -le susurró.

Él no dijo nada. Le sonrió también, sin dejar de abrazarla.

-¿Eso crees? -le susurró finalmente.

-Se nota que de verdad eres "El Sucio Potter" -bromeó la chica.

-Cállate -dijo Harry, y entonces volvió a besarla.

No parecía la clase de cosa que Harry habría hecho con una chica en otros momentos de su vida, pero este no era como otros momentos de su vida.

Siguieron besándose más y más rápido, y entonces ella se soltó también y abrió un poco las piernas para dejar que Harry apoyara su pene contra ella y la tomara del trasero con ambas manos, masajeándole los glúteos mientras el calor crecía y crecía, más y más…

-Vamos a tu dormitorio, en El Caldero Chorreante -le susurró la chica al oído.

Harry despegó los labios de ella y giró la cabeza para mirar la fría y oscura heladería, donde solo se oía el zumbido de los congeladores y la respiración acalorada de ambos.

-¿No hay que limpiar?

-Olvídate de eso -susurró ella-. ¿Tienes condones?

-No…

Harry recordó las enseñanzas de Fred y George. Esta chica era Squib, por lo que no podía aplicarse encantamientos a sí misma. O sea que debía pensar en ella como alguien muggle.

-Ven, te diré dónde comprar.

La chica apagó las pocas luces que quedaban y salieron juntos de la heladería. Ella cerró la puerta de la persiana, colocó una cadena que la mantenía cerrada y empezó a caminar junto a Harry. Avanzaron por la oscuridad del Callejón Diagon en la noche. No había casi nadie por allí.

Mientras avanzaban hacia el muro de ladrillos que conducía a El Caldero Chorreante, Harry vio que Verity le señalaba un pequeño kiosco que parecía abrir por la noche también. Era el único negocio aún abierto en esa parte del callejón.

Ella lo espero más atrás, y Harry se acercó a la ventanilla mientras rebuscaba en sus bolsillos por Sickles y Knuts.

-Hola, ¿qué tal? -murmuró el adolescente que atendía, mascando goma de mascar mientras alzaba la mirada de su revista hacia él-. ¿Qué necesi…? -se detuvo al ver su cicatriz y puso una expresión de sorpresa.

-¿Tienes condones? -le preguntó Harry, en voz baja, muerto de nervios.

-Los magos no usamos mucho eso, pero creo que me quedaron algunos aquí atrás -dijo el adolescente, sonriendo de una forma que le provocó ganas de golpearlo.

Lo único que faltaba, que lo reconocieran como "El Sucio Potter" mientras le vendían condones. De seguro ese chico luego le contaría la anécdota a alguien.

-Aquí tienes -dijo, regresando con un paquete de seis condones-. Son dos Sickles.

Harry le pagó y tomó el paquete.

-Gracias. Adiós.

Se reunió de nuevo con Verity y caminaron juntos hasta el muro de ladrillos.

Cuando entraron en la habitación de Harry, sobre El Caldero Chorreante, Harry pensó en lo extraña que era su situación: Estaba lejos de Hogwarts, de sus amigos, viviendo por su cuenta en el Callejón Diagon y a punto de tener sexo con una chica que acababa de conocer, literalmente, hacía unas horas.

Estaba tan fuera de lugar… Tan fuera de su mundo…

Verity se acercó a él y le rodeó el cuello en brazos. Harry levantó un poco la cara para llegar a sus labios y se los besó otra vez.

Se besaron un rato junto a la cama, acariciándose y encendiendo nuevamente ese fuego que habían iniciado en la heladería…

Las manos de Verity lo recorrían. Se besaban en silencio, en la oscuridad del dormitorio. El pene de Harry estaba duro de nuevo y hacía presión contra su pantalón. Verity le acariciaba la espalda y los hombros.

Harry se sentó en el borde de la cama y observó cómo la chica se quitaba el abrigo y lo dejaba caer a un costado. Luego se quitó las zapatillas y se sentó sobre él, pasando una pierna a cada lado de su cuerpo y apoyando su trasero sobre su firme pene.

Se besaron otra vez, mientras la chica le quitaba la ropa. Harry también se la quitó a ella, besándole la piel y acariciándola…

Quedaron juntos en ropa interior sobre las sábanas, moviendo sus cuerpos juntos. Verity tenía puesto un sostén negro y unos calzones grises con encaje. Su cuerpo delgado estaba sobre Harry, que le acariciaba el cabello rubio mientras le besaba el lóbulo de una oreja. Ella estaba sentada sobre él, moviendo un poco la pelvis, provocando que ambos sintieran su ropa interior rozándose entre sí, apretada…

Se acostaron sobre la cama. Verity se puso arriba de Harry. Sin dejar de besarlo en los labios, la chica le bajó el bóxer negro y empezó a moverse en círculos sobre su pene, que ahora estaba al aire. Harry sintió el tacto del calzón de la chica contra su miembro, y cómo se hundía un poco en ella, con el roce…

Acabaron de desvestirse y entonces Harry tomó el paquete de condones y trató de abrir uno. Pero no pudo. Falló varios intentos. ¿Por qué tenían que ser tan difíciles de abrir?

Sonriéndole de esa forma tan provocativa, Verity le quitó el paquete de la mano con suavidad, se lo llevó a la boca y lo abrió con los dientes. Luego la chica quitó el condón del interior, bajó su mano y empezó a colocárselo ella misma sobre el pene, hasta que se lo cubrió por completo.

Poniéndose de nuevo sobre él, Verity condujo el pene de Harry dentro de ella. Este sintió cómo su miembro la abría de a poco, penetrándola, y entonces acompañó el movimiento con su pelvis, subiéndola hacia ella y penetrando a la chica.

Verity volvió a besarlo en los labios. Movió su pelvis sobre él, hacia arriba y hacia abajo, dejando que su pene se hundiera dentro de ella, abriéndola por dentro. Se besaron y chuparon la lengua del otro. Succionaron sus labios y acariciaron la piel de sus pechos y sus cuerpos.

Harry la tomó del trasero y se lo acarició, empujando un poco hacia abajo para acompañar la penetración. Subió un poco el ritmo, abrazándola ahora por la espalda con firmeza. Verity le pasó un dedo por la frente y Harry sintió que le acariciaba la cicatriz con forma de rayo.

Entonces lo besó con más intensidad y Harry la penetró más duro.

La cama empezó a temblar…