Capítulo 22. Fiesta en el barco de Durmstrang (parte 1)

Harry tenía los sueños más extraños. Soñaba que estaba de regreso en Hogwarts, espiando a cientos de chicas en las duchas, una tras otra… Veía a todas las francesas de Beauxbatons enjabonando sus cuerpos desnudos, mientras caminaba entre las duchas con su capa para hacerse invisible… Pero entonces Hermione estaba en otra de las duchas, sin cortinas que cubrieran su cuerpo de la vista, y se metía dos dedos en la vagina mientras adoptaba una expresión como de dolor, con los ojos cerrados…

Sintió su pene duro. Hermione lo ponía duro, muy duro… La veía en esa ducha, completamente desnuda, pero el cuerpo no parecía ser el de ella. Sus senos eran gigantescos, más grandes que los de ninguna otra chica que hubiera visto.

Parvati Patil apareció allí también, sacó su varita y la apuntó a los senos de Hermione, provocando que estos se pusieran aun más grandes… eran gigantescos. Ginny apareció del otro lado de Hermione y apretó uno de sus pechos con una mano, impresionada por el tamaño.

Harry se sentía tan atraído por ella… Dio un paso adelante, se metió en la ducha y empezó a tocárselos también.

Hermione no se asustó ni se inmutó. Le permitió apretar sus pechos, aunque él fuera un hombre invisible, aunque no supiera quién era. Se siguió masturbando a toda velocidad como si no pudiera contenerse, como si no pudiera detenerse de ninguna forma…

Entonces Harry se acostó en el suelo de la ducha, con el agua mojándolo por completo, y sintió que todas las chicas que lo rodeaban caminaban hacia él. Podían verlo. Había perdido su capa para hacerse invisible. ¿Dónde había ido a parar?

Luna Lovegood estaba allí, también desnuda, y vio también a Katie Bell. Todas se pusieron en un círculo a su alrededor y lo miraron desde arriba. Pensó que lo iban a agredir, que lo insultarían, pero en vez de eso empezaron a masturbarse, todas ellas, todas en un círculo sobre él mientras lo observaban.

Ahora Hermione se había puesto en cuclillas y le chupaba el pene. Se sentía tan real. Su pene estaba durísimo, explotando de placer, y la boca de Hermione se cerraba en torno a él mientras se lo chupaba, más y más…

Se movió en la cama. El sueño era demasiado real. Demasiado. Sentía la mamada de Hermione tan real como si estuviera ocurriendo en la vida real. Pero era imposible, porque aquello era un sueño… ¿no es así?

Quiso abrir los ojos, pero temía que el sueño terminara. Estuvo a punto de susurrar el nombre de Hermione, cuando se dio cuenta de que aquello no podía ser un sueño. De verdad sentía los labios de alguien sobre su pene erecto, chupándoselo más y más…

Harry abrió los ojos. La débil luz de la mañana se filtraba por la cortina abierta de su dormitorio de El Caldero Chorreante y el cuerpo de Verity estaba bajo las sábanas en la cama, junto a él, pero más abajo. Harry levantó un poco la cabeza para mirar hacia sus pies…

Verity estaba chupándole el pene. Había empezado a hacerlo mientras él dormía, y ahora continuaba su trabajo, con su cabello rubio cayendo sobre él, sosteniéndole el duro y enorme pene en alto con una mano cerrada contra su base, mientras movía la boca sobre él, dándole una mamada perfecta y que se sentía espectacular…

Harry apoyó la cabeza en la almohada otra vez. Era la primera vez que alguien lo despertaba con una mamada.

Se dejó llevar, cerrando los ojos y disfrutando del placer de la sensación de la lengua de Verity contra su pene, el roce de sus labios sobre la piel resbalosa de su firme miembro…

Eyaculó. Ella no detuvo el ritmo. Siguió chupándosela mientras el semen le salpicaba dentro de la boca y hasta la garganta. Oyó el ruidito de la adolescente tragando, mientras continuaba chupándosela rápidamente, moviendo su cabeza sobre él, con el semen saliendo directo en el interior de su boca y sobre su lengua…

Harry tenía las piernas muy estiradas y tensas. Acabó de eyacular y se relajó un poco. El corazón le palpitaba rápidamente. Verity nunca aminoró el ritmo. Siguió chupándosela y tragando su semen hasta que no salió más nada, y entonces finalmente se quitó su pene de la boca, pero le siguió dando lamidas con la lengua, por la cabeza y el tronco.

Finalmente, cuando Harry sintió que bajaba el ritmo de su respiración, abrió los ojos y vio su propio pene caer de lado, ya no erecto, mientras Verity lo soltaba y giraba su rostro finalmente hacia él.

-Buenos días, Campeón -lo saludó, subiendo hasta su cara. Se notaba que seguía desnuda, pero su cuerpo estaba envuelto en las sábanas. -Pensé que sería mejor despertarte, o llegaremos tarde al trabajo.

Harry estiró una mano y le acarició el brazo, con una sonrisa.

-Buenos días, Verity.

-¿Está todo arreglado, entonces? -preguntó Fred, cruzando una mirada con su hermano.

-Sí, todo estarrrá listo -dijo Krum. Estaban reunidos con otros chicos de Durmstrang y de sexto y séptimo de Hogwarts. -El profesor Karkaroff dice que podemos hacerr la fiesta en el barco. Según él, el barco de nuestrra escuela es una jurisdicción diferrente a Hogwarrtz, por lo que McGonagall y Dumbledorre no podrrán impedirlo.

-Igor me cae cada día mejor -dijo George, mirando a sus amigos y sonriendo-. ¿Jurisdicciones distintas? Eso es genial.

-Le importa una puta mierda si Dumbledore se enfurece -coincidió Fred-. Me encanta. Es justo lo que necesitábamos para que McGonagall no vuelva a cagarnos la noche. Es otra jurisdicción y ya. No se dice más al respecto. ¡Vamos a partirnos la varita en la cara legalmente, chicos!

Todos lanzaron silbidos y murmullos de excitación.

-Nosotrros nos encargaremos de la comida y la música -dijo Krum-. Ustedes pueden encargarrse de la bebida.

-Me parece justo -asintió Fred-. Durmstrang pone el barco y la comida, y Hogwarts pone la bebida.

-Necesitamos chicas -dijo Lee-. Alguien tiene que avisar a las de Beauxbatons y asegurarse de que todas asistan.

-Creo que su hermano podría encargarse de eso, chicos -dijo Jamie, mirando a Fred y George-. Ahora que está de novio con Fleur Delacour.

Fred y George parecieron ponerse de mal humor momentáneamente ante la mención de ese hecho, pero finalmente asintieron.

-Sí, que se encargue el mocoso -dijo George.

-Todo listo, entonces -dijo Krum, mirando a sus amigos de Durmstrang-. A las diez de la noche en el barrco. Que venga todo Hogwartz. Los esperaremos.

Cuando Krum y sus amigos desaparecieron de vista, los chicos de Hogwarts empezaron a murmurar entre sí con emoción.

-Tenemos que tener cuidado de todas formas -los previno Fred-. McGonagall y Dumbledore no pueden decirnos nada una vez que estemos allí. Pero si se enteran de esto durante el día, podrían prohibirnos salir del castillo. Y ahí estaremos jodidos.

-No se enterarán -dijo George-. El sábado pasado nadie anduvo hablando a gritos sobre el tema, y todo el colegio sabía de la fiesta.

-Sí, pero esta vez será más grande… Mucho más grande.

-Será genial -convino Lee-. Un pedazo de fiestón de miércoles por la noche para cortar la semana y en el barco de Durmstrang... Será lo mejor.

-Hay que comprar las bebidas -dijo George-. Necesitamos suficiente alcohol para emborrachar a tres escuelas de magia, muchachos.

-Vamos ya mismo para Hogsmeade, George -dijo Fred-. Vayamos directo con Rosmerta. Le haremos todo el encargue a ella.

-De acuerdo -George se dirigió a los demás-. ¡Oigan todos! Tenemos que juntar el oro para la bebida, ¡a abrir los bolsillos!

Empezaron a reunir el oro y se pusieron en marcha.

Querida Hermione,

Gracias por tu carta, ¡qué lechuza tan bonita usaste! Yo estoy bien. Estoy en el trabajo ahora mismo, de hecho, pero me tomé un segundo para responderte. ¿Puedes creerlo? Conseguí trabajo en solo un día. Estoy en la heladería de Florean Fortescue, en el Callejón Diagon. Conocí a una chica llamada Verity, es la hija de Madam Rosmerta. Está viviendo aquí y me consiguió el trabajo. Me ayudó mucho, de hecho. Me salvó la vida, prácticamente. Mis tíos trataron de meterme en el Centro de Seguridad San Brutus para Jóvenes Criminales Incurables, típico de ellos. Pero ahora estoy aquí y todo está bien, gracias a Verity.

Espero que tú también estés bien. Quiero que sepas que no siento ningún tipo de rencor por lo que pasó. Todo lo contrario, entiendo que Malfoy te manipuló. Tú eres la más inteligente de nosotros. Si tú caíste en su trampa, quiere decir que yo habría caído al menos tres veces en tu lugar.

Yo también pienso en ti, y me preocupa que estés bien. Si Malfoy sigue en el castillo, ten mucho cuidado con él. Ahora que sabes quién es…

Te quiero mucho yo también, y también los extraño. Espero que nos volvamos a ver en algún momento, lo antes posible.

Hasta entonces, que estés muy bien.

Un abrazo,

Harry.

Hermione terminó de leer la carta en silencio, sentada sobre su cama, en el dormitorio de Gryffindor, donde no había nadie más.

Cuando acabó de leerla, volvió al primer párrafo y lo releyó, con una arruga en su frente.

-¿Verity? -dijo en voz alta, apretando el pergamino con demasiada fuerza.

La noche llegó rapidísimo. Todas las luces del barco de Durmstrang se encendieron. Habían colocado velas flotantes como las del Gran Salón arriba de la proa y la popa, parpadeando de forma siniestra en la noche. El barco flotaba sobre una orilla del Lago Negro con una rampa larga de madera siendo la única conexión con tierra firme.

-Está excelente, muchachos -gruñía Karkaroff con las manos en los bolsillos de su grueso abrigo de piel, caminando por el chirriante suelo de madera de la proa, que había sido convertida en una pista de baile-. La decoración ha quedado magnífica.

-Stanislav se encarrgó de encantar la bola disco -observó Krum, señalando una bola disco de espejos que flotaba en lo alto de la proa mágicamente, sin pender de nada.

-Esto le enseñará al viejo tonto de Dumbledore -gruñó Karkaroff, con satisfacción.

-¿Qué cosa le enseñarrá? -preguntó un chico de Durmstrang que caminaba junto a ellos, colocando con esfuerzo una mesa contra la barandilla del barco.

-Le enseñará quién es el mejor montando fiestones -dijo Karkaroff, rompiendo en carcajadas bajo su gorro de piel con orejas y exhibiendo su dentadura amarillenta.

Se hicieron las diez de la noche. Las dos grandes puertas de roble de entrada al castillo de Hogwarts se abrieron lentamente y una silenciosa multitud empezó a avanzar en la oscuridad, de forma furtiva, por los terrenos exteriores y hacia el Lago Negro.

Era increíble el poder de los alumnos de Hogwarts por salirse con la suya: Todos se habían vestido, maquillado, perfumado y abandonado sus habitaciones y sus salas comunes en total silencio, caminando sigilosamente por los pasillos del castillo hasta el vestíbulo, sin despertar la atención de los profesores. Y ahora caminaban juntos y en silencio, hablando apenas en un murmullo bajo, por la pendiente que descendía hasta el lago.

La casa Gryffindor fue la primera en salir y caminar hasta el barco, todos juntos. La noche no podía estar mejor: el cielo estaba despejado e iluminado por cientos de estrellas, la luna nueva era visible en lo alto y la temperatura seguía bastante cálida para la fecha.

-Es increíble que me hayas convencido de ir a esta fiesta -susurraba Hermione, caminando junto a Ron entre la silenciosa multitud. Estaba vestida con un vestido púrpura y llevaba su cabello alisado y recogido. Sus zapatos con taco se clavaban en la tierra, mientras avanzaban junto a los otros alumnos de Gryffindor. Habían estado haciendo tiempo todos juntos en la sala común hasta que se hizo la hora y Fred y George les indicaron que ya podían iniciar el descenso en silencio.

Había una enorme expectación en el aire nocturno.

-No podías perderte esta fiesta, Hermione -le susurró Ron, que iba a su lado. Él tenía puestos unos jeans rotos, zapatillas y una camiseta a rayas roja y blanca. Se había peinado el largo cabello rojo y lucía bastante bien. -Va a ser épica. Todos hablaban en secreto de esto por todo el castillo hoy.

-Ojalá Harry pudiera venir… -oyó que Hermione se lamentaba en voz baja, mientras bajaban juntos hacia el barco. A su lado, Parvati y Lavender se habían producido como si estuvieran yendo a un casamiento, con túnicas preciosas con cortes extravagantes y mucho maquillaje, y chismoseaban en susurros, sin dejar de lanzar risitas en la oscuridad.

-Vamos a pasarlo bien, ya verás -dijo Ron-. Y te olvidarás de que Harry no está aquí.

-¡No quiero olvidar a Harry! -protestó ella en voz muy baja. Aun pensaba en la carta de Harry y en todo lo que le había escrito en ella.

Hicieron un breve silencio, continuando la procesión hacia el barco, y entonces ella añadió:

-Además, en cuanto veas a Fleur me dejarás sola. Lo pasaré fatal.

-Claro que no -la quiso tranquilizar él-. No te dejaremos sola, estarás con nosotros.

-Menuda fiesta tendré entre ustedes dos -dijo ella con mal humor-. Estaré tan de más allí en el medio… Creo que me quedaré solo un rato y luego me iré.

Llegaron a la rampa de madera y subieron al barco por ella. Todos los Gryffindor treparon juntos, mirando la decoración muy sorprendidos, y al llegar arriba de la embarcación fueron recibidos por Krum y Karkaroff primero, que estaban allí de pie en la entrada del barco.

-Bienvenidos, señores y señoritas -decía Karkaroff, sonriendo con sus dientes amarillos-. Pasen, pasen… Siéntanse como en casa.

Se quedaron muy impresionados: la proa del barco era gigantesca, mucho más de lo que parecía desde donde la miraban habitualmente, de lejos. Habían colocado mesas llenas de comida por todos lados, la decoración era estupenda y en ese momento había varios chicos de Durmstrang conectando unos parlantes de unos dos metros de altura para la música.

-Esperraremos hasta que estén todos para encender la música -les comentó Krum-. De forrma que, si nos oyen, nadie podrrá impedirles llegar.

Los Gryffindor tomaron comida de las mesas y empezaron a charlar muy emocionados, mientras observaban a los de Durmstrang acabar de preparar las cosas por toda la zona exterior del barco, no solo en la proa sino también en babor, estribor y más al fondo, en la popa. Toda la zona exterior sería parte de la fiesta y estaba decorada con luces.

Un nuevo grupo avanzaba en la oscuridad de los terrenos exteriores. Eran los de Hufflepuff, que no tardaron en llegar también, uniéndoseles. Subieron por la rampa todos juntos y el nivel de las voces empezó a elevarse en la noche. Se percibía el nivel de excitación de los alumnos mientras se reunían con los de Gryffindor.

Krum, al ver a Cedric entre la multitud, se alejó de la zona de ingreso al barco y se metió entre los Gryffindor, llegando junto a Fred y George.

-Oigan, muchachos, ¿dónde está la bebida? -les preguntó, con el ceño fruncido-. Todos están con las garrgantas secas.

-Llegará en cualquier momento, tranquilo -dijo Fred-. Hemos comprado suficiente alcohol para hundir este barco con él, amigo.

-Sí -coincidió George-. Rosmerta nos mandó una carta hace un rato diciendo que se retrasó un poco, pero que ya llegará. Tuvo que llamar a varios ayudantes para poder traer más de veinte barriles de alcohol desde Hogsmeade.

Krum sonrió al oír eso y les dio varias palmadas en la espalda a los gemelos, alegre.

-Perrfecto entonces, mis amigos.

-Bah, tengo sed -protestaba Ron a cierta distancia, comiendo bocadillo tras bocadillo junto a Hermione-. No puedo creer que no hayan traído el alcohol aún.

Hermione frunció el ceño mientras lo veía comer con cara de asco.

-¿Desde cuándo eres alcohólico?

Ron se limitó a encogerse de hombros mientras tragaba más bocadillos.

Llegaron los de Ravenclaw, y junto a ellos algunos Slytherin. Subieron al barco y se saludaron con los demás. Ahora todos hablaban en voz muy alta, de forma despreocupada.

-¿Todo Hogwarrtz ha llegado ya? -preguntó Krum, dirigiéndose a los últimos de Slytherin en subir al barco.

-Sí, solo nosotros vendríamos de nuestra casa -le dijo Blaise Zabini-. No falta nadie.

A poca distancia, Hermione miró con preocupación por si veía a Malfoy entre el grupo, pero él no estaba allí. Suspiró aliviada.

-De acuerrdo entonces -dijo Krum, volviéndose hacia el área de los parlantes y gritando muy fuerte-: ¡QUÉ COMIENCE LA FIESTA, MIS AMIGOS!

Sus compañeros de escuela que estaban allí asintieron, apuntaron sus varitas hacia los parlantes y de pronto una música bailable explotó en la noche con tanta potencia que una enorme bandada de pájaros despertó en el Bosque Prohibido y abandonó la zona de árboles donde estaba durmiendo, alejándose por el cielo estrellado.

Se oyeron gritos de celebración por todo el barco, al tiempo que los alumnos de las cuatro casas de Hogwarts junto a los de Durmstrang aplaudían, silbaban y gritaban con emoción.

Ron y Hermione se volvieron hacia el castillo, donde algunas luces se encendieron en los pisos superiores.

-¡Apuesto a que son los dormitorios de los profesores! -gritó Hermione, para hacerse oír por sobre el estruendo de la música-. ¡Estarán furiosos!

-¡¿A quién le importa?! -gritó Ron, alzando ambas manos al aire mientras gritaba con júbilo, como todos los demás-. ¡Es zona liberada! ¡Fuera de su jurisdicción! ¡FIESTAAAAAAAAAAAA!

Karkaroff se asomó por la barandilla del barco, apuntó un dedo hacia Hogwarts y gritó a todo pulmón:

-¡PARA TI, DUMBLEDORE! ¡ASÍ MOTIVAMOS A NUESTROS ALUMNOS EN ESCANDINAVIA!

Incluso Hermione no pudo reprimir una sonrisa. Se había armado una juerga tremenda enseguida. Todos se pusieron a bailar y a gritar muy fuerte por todo el barco, provocando que este se meciera ligeramente sobre el agua del Lago Negro.

-¡Oye, Ron! -gritó Fred, acercándose a él y haciéndose oír entre el alboroto-. ¡¿Qué pasó con las chicas de Beauxbatons?! ¡¿Cuándo llegarán?!

Ron le sonrió a su hermano mientras se acercaba a su oído para hablarle.

-¡Me dijo que les gusta hacerse desear! -explicó entonces.

Ambos se volvieron hacia los terrenos exteriores justo en el momento en que un grupo de figuras aparecían allí, abandonando el carruaje de Beauxbatons y caminando hacia el barco. Cuando llegaron lo suficientemente cerca, las luces que brillaban sobre sus cabezas alumbraron los preciosos rostros de todas las chicas de Beauxbatons, subiendo al barco por la rampa. Estaban todas tan bellísimas que parecía que emitían una luz propia, aunque debía tratarse únicamente del reflejo de las luces en sus cabellos brillantes, sus túnicas destellantes y sus perfectos rostros maquillados.

Los chicos de las otras escuelas se las quedaron mirando como hipnotizados, mientras ellas subían al barco y saludaban a todos, muy sonrientes.

-Buenas noches, queggrido mío -dijo Fleur, que destacaba entre las demás por su encanto de veela, y todos en el barco se la quedaron mirando embobados mientras la chica se acercaba a Ron y le daba un suave beso en los labios.

Ron sintió que su rostro ardía. Nunca le había pasado algo así. Era el centro absoluto de atención de todos, y al mismo tiempo la envidia de todos los hombres de dos colegios de magia completos.

-Suertudo de mierda -dejó escapar Ginny, de pie junto a Fred y George. Ellos se volvieron hacia su hermana y se la quedaron mirando con cara de intriga.

-Estás muy rara últimamente, hermana -dijo George.

Fred se volvió y se quedó mirando por encima de la barandilla del barco, con preocupación. No miraba hacia Hogwarts, sino hacia lo profundo del Lago Negro.

-¿Qué miras? -le pregunto Lee, comiendo un bocadillo a su lado y bailando.

-¡ALLÍ ESTÁ! -dijo Fred, muy feliz, señalando a la distancia-. ¡Por fin! ¿Lo ves, Lee? ¡Allí viene! Maldición… estaba preocupándome.

Lee se asomó sobre las oscuras aguas del lago, alumbradas por las luces de la fiesta, y entrecerró los ojos para ver mejor: Varios botes se acercaban a ellos a través del lago. Podía distinguirlos porque cada uno tenía una pequeña farola encima.

-¿Qué rayos es eso? -dijo Lee Jordan, boquiabierto y asomándose tanto como podía por sobre la barandilla.

-El alcohol, mi buen amigo -dijo Fred, pasando un brazo por sobre su hombro y sonriendo de oreja a oreja-. El alcohol…

Todos bailaban sobre el barco al ritmo de la música. Los de Durmstrang dirigían sus varitas a distintos equipos mágicos que habían colocado por todos lados y encendían luces de todos colores y varios otros efectos especiales que se habían guardado bajo la manga.

-¡Miren eso! -gritó Parvati, señalando al cielo, cuando cientos de papelitos de colores salieron disparados de un cañón que había en el costado del barco. El viento arrastró los papelitos hacia ellos y todos gritaron y bailaron con las manos en alto mientras estos les caían encima.

-¡AMIGO, NECESITAMOS EL ALCOHOL! -gritó Krum, ahora muy preocupado, acercándose a Fred-. ¡Estamos usando nuestrros mejores efectos, perrro todos están con las gargantas muy secas!

Entonces, Fred lo obligó a volverse hacia el lago y señaló los pequeños botes que se acercaban lentamente hacia ellos, atravesando sus negras aguas, como si hubiera una multitud de niños de primer año comenzando el colegio y dirigiéndose a los terrenos de Hogwarts por primera vez.

-¿Qué son esos botes? -preguntó Krum, atónito.

-¡Rosmerta dijo que no pudo conseguir un transporte terrestre para traer todo el alcohol…! -explicó George, uniéndose a ellos-. ¡…Así que lo traería de forma marítima!

-Incrreíble -dijo Krum, boquiabierto. Entonces empezó a reír, mientras le daba palmadas a Fred en la espalda de nuevo. -¡INCRREÍBLE, MIS AMIGOS!

Hermione bailaba junto a Ron y Fleur, tratando de divertirse tanto como era posible. Parvati y Lavender bailaban con Neville junto a ellos, con los brazos en el aire y sin parar de sonreír. Ginny y Luna acababan de encontrarse a Melanie y se habían puesto a bailar con ella, también de a tres. Todos estaban pasándolo genial. La noche era increíble. Era un momento perfecto…

Los chicos de Durmstrang hicieron nueva magia y salieron varios rayos de luces de colores desde el suelo de madera del barco apuntando al cielo. Estos se reflejaron en el cielo nocturno, alumbrándolo con sus colores parpadeantes y que giraban todo alrededor del barco.

-¡Esto debe ser visible desde muy lejos! -gritó Neville, muy alegre.

-No aguanto más -dijo Lee, mirando todas las luces de colores sobre el cielo nocturno-. Necesito un cigarro de snargaluff ahora mismo.

Se encendió uno, mientras Fred y George corrían nuevamente rampa abajo para recibir a los botes de Rosmerta, que finalmente habían llegado y anclaban todos juntos en la orilla.

Al ver la imagen de una multitud de magos de Hogsmeade bajando de los botes y arrastrando barril tras barril de alcohol arriba del barco, todos los chicos y chicas de las tres escuelas irrumpieron en sonoros aplausos y gritos, que resonaron por todo el cielo nocturno.

-¡Siiii! -gritó Blaise Zabini, dando un puñetazo al aire-. ¡Ahora sí es una fiesta!

-Enseguida vengo, mi vida -le dijo Ron a Fleur-. Voy a ayudar a mis hermanos.

-Claggro que sí, bello mío -le dijo ella, sonriente.

Hermione fue tras él, bajando la rampa de madera.

-"¿Mi vida?" -se burló, mientras bajaban a tierra firme tras Fred y George.

-Sí, así nos tratamos -dijo Ron, que no sentía ningún tipo de vergüenza, sino todo lo contrario.

La ayuda no resultó ser necesaria. El grupo de magos fue subiendo todos los barriles al barco, uno tras otro. Vieron a Rosmerta misma bajando de uno de los botes. No parecía feliz. Debía ser la única persona alrededor con cara de desánimo, mientras controlaba el descargue de su mercadería.

-Luce bastante fastidiada, ¿verdad? -comentó Ron, junto a Hermione.

Fred, que se había acercado a ellos, oyó el comentario y les respondió en voz baja:

-No es para menos -les susurró al oído-. Nos contó que su hija se metió en cosas de magia negra y huyó de casa… Está muy mal, la pobre Rosmerta.

Era difícil oírlo con los enormes parlantes del barco retumbando contra la noche, pero Hermione puso toda su atención en las palabras de Fred.

A unos diez metros de distancia, Rosmerta hablaba con uno de los magos ayudantes con expresión sombría, mientras este asentía con la cabeza.

Hermione de pronto sintió que la música se apagaba en sus oídos, como si se alejara de allí repentinamente, desapareciendo en lo profundo de las aguas del Lago Negro.

-¿Qué dijiste, Fred? -susurró. Se había puesto pálida.

Fred se acercó a ella y le habló directo al oído:

-La hija de Rosmerta -le explicó, lanzando una mirada furtiva alrededor-. No recuerdo su nombre. Vicky, o algo así. Se unió a un grupo de magos oscuros adoradores del Innombrable y huyó de casa. Parece que se hizo Mortífaga. Rosmerta lo está pasando fatal. No sabe donde está la chica. Ha huido con esos imbéciles adoradores de la magia negra, que quieren volverse Mortífagos y adoran al Innombrable, y quieren tramar cosas oscuras para que él los reciba si algún día regresa… Pobre Rosmerta…

Entonces vieron que a uno de los magos ayudantes se le caía un barril y este rodaba por la rampa a toda velocidad.

-¡Lo tengo! -gritó Fred, corriendo hacia allí para atraparlo. Ron corrió tras él y entre ambos lo detuvieron. George se unió y juntos empezaron a hacerlo rodar hacia arriba, de regreso a la proa del barco.

Pero Hermione apenas comprendía lo que pasaba. Estaba dando pasos hacia atrás, lentamente. Vio que Rosmerta se alejaba de allí a pasos largos, subiendo a uno de los botes y encantándolo mediante magia para que se moviera rápidamente aguas adentro, de regreso a Hogsmeade.

Se quedó petrificada mientras observaba el bote alejarse y desaparecer de vista en la oscuridad de la noche.

Conocí a una chica llamada Verity, es la hija de Madam Rosmerta. Esas habían sido las palabras de Harry, en su carta. Está viviendo aquí y me consiguió el trabajo. Me ayudó mucho, de hecho. Me salvó la vida, prácticamente.

Las palabras de Fred flotaron a su mente de nuevo: No recuerdo su nombre… Vicky, o algo así.

No, claro que no. La hija de Rosmerta no se llamaba Vicky. Se llamaba Verity. Y era una Mortífaga, o aspiraba a serlo. Y en este preciso momento, mientras Hermione asistía a una ruidosa y descontrolada fiesta en el barco de Durmstrang, estaba junto a Harry a cientos de kilómetros de distancia de Hogwarts y de cualquier clase de protección mágica; en algún lugar de Londres donde ni Dumbledore ni nadie podría protegerlo de sus planes oscuros…

Todo está bien, gracias a Verity, había dicho Harry en su carta.

-No, no está todo bien -susurró Hermione, sola en la noche. Había quedado sola allí, con sus zapatos de taco hundidos en el césped. Ron y sus hermanos le daban la espalda, subiendo los barriles al barco. -No está todo bien, Harry…

Se llevó una mano a la boca, al tiempo que sus ojos brillaban con terror.

Entonces, Hermione dio media vuelta y empezó a correr en dirección al castillo, tan rápido como le dieron las piernas. Nadie más la vio marcharse. Nadie más la vio desaparecer en medio de la noche, corriendo con desesperación, tropezando con sus zapatos clavándose en la tierra y con su alma abandonando su cuerpo...

Corriendo a salvar a Harry.