Capítulo 25. Masaje completo

Todos los alumnos de las tres escuelas durmieron muchas horas, sabiendo de antemano que ese jueves no habría clases en todo el día, ya que toda actividad académica había sido suspendida por la muerte de Montague. Cuando por fin empezaron a bajar a desayunar los primeros, a media mañana, todos estaban con una resaca impresionante. Las caras de todos tenían ojeras.

Allí mismo, durante el desayuno, empezó a correrse el rumor de que Montague había muerto producto de un maleficio asesino, según informes de los aurores; y entonces se dispararon las teorías conspirativas: había un asesino en Hogwarts.

-Yo digo que es Ernie Macmillan -sentenció Cho Chang, descaradamente, en voz muy alta desde la mesa de Ravenclaw-. Sé que él estaba en el barco, pero el imbécil casi nos mata a todos por provocar al calamar gigante, así que de seguro él también fue quien mató a Montague.

La mayoría del colegio odiaba a Ernie ahora, y desde temprano empezó a recibir el odio de los demás, incluso de los de su propia casa. Un par de chicos mayores de Hufflepuff fingieron tropezar al pasar por su lado cuando iban a desayunar para lanzarle encima dos tazas llenas de café hirviendo y un plato con grasiento tocino que fue a parar sobre su cabello.

-¡Ups! ¡Lo sentimos, Ernie! -dijeron con una risita mientras seguían de largo, sin molestarse en limpiar el enchastre.

Otra noticia que se corrió enseguida fue que Hermione había sido violada. Aunque la chica no le dijo nada a nadie cuando regresó al colegio, cerca de las siete de la mañana, los primeros en abrir la edición matutina de El Profeta no tardaron en encontrar la nota de una página entera que hablaba del tema, y esparcieron la novedad entre las mesas de las cuatro casas en un murmullo que fue creciendo cada vez más, hasta alcanzar los oídos de todos.

Aunque ella ni siquiera había bajado a desayunar, fueron sus propias compañeras de cuarto las primeras en ir a hablarle. Lo que era sorprendente, porque sus compañeras no solían cruzar palabra con ella.

-Hermione, queremos que sepas que estamos contigo en este difícil momento -le dijo Lavender Brown, sentándose al borde de su cama y mirándola como si acabara de morírsele su propia madre-. Como mujer, entiendo perfectamente lo que has pasado y tienes todo mi apoyo.

Serás mujer, pero jamás has vivido tú esto, así que no tienes idea, pensó Hermione, pero en lugar de decírselo simplemente le dirigió una sonrisita y le agradeció brevemente por sus palabras.

Otra que vino con un discursito similar fue Parvati, poco después. Era increíble. Esas mismas chicas habían estado llamándola la puta Hermione tres días atrás, pero ahora la trataban como si fuera un ejemplo del empoderamiento femenino y cargara con la bandera de la revolución feminista en sus hombros.

Como no lo aguantó más, se inventó una excusa y se marchó del dormitorio. Pero no había dado cinco pasos por los pasillos del séptimo piso cuando McGonagall apareció ante ella para llevarla a hablar con Dumbledore.

Se repitió el mismo discursito, pero ahora a nivel directivo.

-Queremos que sepas que todos los profesores y profesoras estamos contigo en estos duros momentos -le dijo Dumbledore, mirándola por encima de sus lentes con forma de medialuna-. Quizás pienses que, como hombre, yo no puedo entender por lo que has pasado…

Ahí estaba de nuevo, un discurso que llevaba su tragedia personal a niveles de machismo y feminismo.

-…Y te daremos todo el soporte que necesitas -finalizó Dumbledore, luego de varias otras cosas que ella no se molestó en oír.

-Gracias -dijo ella finalmente, sin saber qué otra cosa decir.

-Qué conmovedor -murmuró McGonagall, tras ella-. Sus palabras me han llegado mucho, señor director. Jamás lo había oído hablar de su sexualidad antes.

¿Dumbledore había hablado de su sexualidad? Ni siquiera lo había oído. Solo quería dormir, descansar, apagar el cerebro un buen par de horas…

-¿Puedo irme, profesor? -preguntó Hermione finalmente.

-Sí, claro -dijo él, que pareció comprender perfectamente la educación que había impedido que Hermione admitiera que no había oído nada de sus conmovedoras palabras.

Hermione se marchó del despacho del director y volvió a caminar por los pasillos del séptimo piso, preguntándose a dónde podía ir. No quería regresar a su habitación, donde estaban Parvati y Lavender. No quería que nadie la tratara de "heroína trágica", o algo así, solo por haber sido violada por cuatro hombres asquerosos e inmundos en un callejón oscuro.

No sentía que tuviera nada de heroico haber pasado por eso. No toleraba la falsedad de todos en Hogwarts. Estaba harta del colegio. Quería ser expulsada, como Harry, para no ver a nadie nunca más.

Necesito un lugar donde alejarme de todos y descansar… pensó, deseándolo con todo su ser.

Y entonces, un muro que había a su lado, totalmente vacío, empezó a moverse. Asustada, se detuvo y se quedó contemplando cómo una puerta se materializaba allí mismo ante ella.

Lo dudó unos segundos y entonces entró. Se trataba de una sala completamente vacía, con muchas camas adoseladas.

-Wow… -exclamó en voz alta, impresionada por su descubrimiento. Cerró la puerta, y esta enseguida hizo un clic que fue suficiente para que entendiera que se había trabado por dentro y nadie podría molestarla allí.

Una sala creada mediante magia exclusivamente para ella.

Nada mal, pensó. Caminó hasta una de las camas y se recostó en ella, poniendo las manos bajo la almohada y cerrando los ojos. Pero no se durmió. No tenía sueño. Solo quería estar sola, así que lo hizo.

Estuvo sola todo el día allí, alejada de todos y disfrutando de la privacidad de la sala. Sola consigo misma, la única persona con la que quería estar. Sola consigo misma y con sus pensamientos, que volaron sobre todo lo que había estado viviendo esa última semana…

Era increíble, pero solo había pasado una semana desde que habían estado haciendo el ensayo de Pociones en su habitación, con Harry y Ron. Desde que Harry había leído su diario…

Una semana totalmente alocada, en la que habían pasado miles de cosas.

Cerró los ojos y trató de que el enorme peso que la aplastaba sobre esa cama se alivianara tanto como fuera posible. Necesitaba tiempo, tiempo y descanso. Sabía que, escaleras abajo, iban a hacerle un homenaje a Montague y Dumbledore diría unas palabras. Pero no asistió. Nadie podría recriminarle el no asistir, habiendo ella sufrido su propia tragedia.

Tendría que recordar cómo ingresar a aquella sala, porque definitivamente le salvó el día.

Cerca de las cinco o quizás seis de la tarde, su mente empezó a flotar hacia Harry. Aunque lo había oído decirle a Verity que él era culpable de que ella hubiera ido a Londres, Hermione sabía que no era así. No solo Harry no era el culpable, sino que posiblemente le había salvado la vida. Ese tipo llamado Jeremy había fallado el primer intento de matarla, pero si Harry no hubiera aparecido en escena de seguro lo habría intentado otra vez…

Harry. ¿Dónde estaría ahora? ¿Estaría con Verity? ¿Sería feliz con ella? ¿Qué estaría haciendo…?

Luego de su conversación con la madre de Hermione, Harry volvió por medio de polvos flú a El Caldero Chorreante. Iba a subir a su habitación cuando Tom se le acercó con su sonrisa extraña.

-Día de check out, Potter -le gruñó-. El horario de salida es a las diez si no pagas otra noche.

Harry, que tenía ganas de dormir veinticinco horas, miró su reloj de pulsera: Eran las seis.

-¿Puedo hacer un late check out?

Tom empezó a reír a carcajadas, como si fuera el mejor chiste que hubiera oído nunca.

-El Ministro de la Magia ya no está aquí para pagar por tu alojamiento como el año pasado, Potter -le dijo-. Y no le damos late check out a los pervertidos que espían chicas en la ducha. Considérate afortunado de que te dejemos alojarte aquí… Si te vas a dormir, a las diez tienes que haber desocupado el dormitorio. Ni un minuto más.

Harry lo miró con mal humor.

-En ese caso, me voy ahora.

Subió a su habitación conteniendo las ganas de batirse a duelo con él. Empezó a juntar sus cosas lleno de ira, sin poder creerlo. Justo cuando había vivido una noche de pesadilla y necesitaba dormir, luego de estar toda la noche despierto en el hospital, Tom decidía echarlo.

Salió del dormitorio con su baúl, su escoba y la jaula de Hedwig, y se marchó de allí. No saludó a Tom ni tampoco cruzó mirada con él. Se alejó de allí por la salida muggle y empezó a caminar por Charing Cross, cruzándose a los muggles vestidos de traje que iban a trabajar a la zona de oficinas. Algunos observaban la curiosa imagen de Harry arrastrando un baúl, una escoba y una jaula con una lechuza.

¿A dónde iba a ir? Verity nunca había llegado a mostrarle esa residencia donde se estaba quedando ella. Y, si estaba en una zona muggle, de seguro que estaba oculta. No sería fácil de acceder…

Empezó a pensar que finalmente iba a cumplirse esa distopía que había tenido la noche en que regresó en el Expreso de Hogwarts, donde dormía como un indigente en la Estación 9 y ¾. Pero entonces…

-Hola, Harry.

Alzó la vista. Verity estaba ante él, vestida con un jean, una campera de lana color rosa y usando unas botas marrones. Su cabello rubio estaba recogido con una colita de pelo color blanca, y sus pestañas largas estaban arqueadas. La chica llevaba dos cafés de Starbucks en vasos de cartón en la mano, y le pasó uno.

-¿Verity? ¿Qué haces aquí tan temprano?

-Pensé que te encontraría por aquí -dijo ella, encogiéndose de hombros-. Recordé que hoy se terminaba tu estadía en El Caldero Chorreante. Ven, vamos a desayunar.

Fue tras ella, sin poder creer su suerte. Cada vez que sentía que iba a acabar en la calle, Verity aparecía para salvar el día.

Se sentaron en la gigantesca escalera de un edificio de apariencia gubernamental, donde muchos muggles entraban a toda prisa. Ella le pasó el café y él le agradeció antes de darle un sorbo. Se sintió muy bien el calor de la bebida en su cuerpo, con ese frío de la mañana temprano y sin haber dormido nada.

-Aun falta para que tengas que ir a trabajar -murmuró Harry-. Supuse que estarías durmiendo.

-No, no pude dormir mucho, la verdad. Pero no importa.

Verity sacó un paquete con roscas y le convidó también.

-Me gusta comprar comida muggle -le explicó ella-. Es más barata que la comida de magos. El tipo de cambio nos favorece.

-El dinero mágico no puede cambiarse por el muggle -dijo Harry, reflexivo-. O eso me habían dicho.

-No a menos que conozcas a las personas indicadas -le explicó ella-. Cuando conozcas a los magos de la residencia lo entenderás. Todos se ayudan entre sí allí. Por supuesto que hay magos interesados en cambiar dinero mágico por dinero muggle, para hacer compras como esta.

Señaló la bolsa de Starbucks. Harry aceptó otra rosca y bebió su café.

-Yo iré a trabajar -se ofreció Harry-. Tú duerme, Verity. Lo necesitas más que yo.

La forma en la que ella lo miró lo dejó totalmente intrigado. Nunca nadie lo había mirado con una sonrisa que pareciera una burla y un gesto de ternura, todo al mismo tiempo.

-¿Qué? -dijo él, con su largo cabello negro agitado por la brisa de la mañana.

-Necesitas relajarte, Harry -le dijo ella, sin dejar de sonreírle así.

-Pues no ha sido una noche fácil, precisamente…

-Sé que no -dijo ella, poniéndose seria ante la mención implícita de lo ocurrido-. Pero de todas formas, no creo que fuera solo lo que pasó…

-¿A qué te refieres?

-A que eres así, Harry. Y está bien, es tu personalidad, lo entiendo… Pero no te relajas un minuto, ¿verdad?

Harry apartó la mirada de ella y se quedó observando a los transeúntes, reflexionando.

-Supongo que tienes razón -admitió entonces-. Sí soy una persona muy tensa… Pero es que la vida me ha hecho así, ¿sabes? Desde pequeño he estado envuelto en desgracia tras desgracia… Primero mis padres mueren asesinados por un mago tenebroso, y yo me salvo de casualidad… Luego mis tíos y mi primo me hacen la vida imposible, a puntos impensables… Luego descubro que soy un mago, y no pasa un año de eso que tengo que enfrentarme al mismo mago que había matado a mis padres… Y luego otra vez, por segundo año consecutivo…

"Y luego resulta que un asesino que también conoció a mis padres ha huido de la cárcel de los magos y quiere matarme… Y ahora, este año, alguien mete mi nombre en un cáliz mágico y me eligen representante del colegio en un torneo mortal y tengo que luchar contra dragones, y ahora quieren que descifre una pista en un huevo dorado porque tendré que someterme a alguna otra prueba mortal… Pero, ¿qué estoy diciendo? Eso ni siquiera va a pasar, porque ya no estoy en ese torneo ni tampoco en el colegio.

"Esta misma semana me expulsaron del colegio y todos creen que soy un violador, pero no tengo ni tiempo de pensar en eso porque hace solo horas verdaderos violadores han atacado a mi mejor amiga de hace cuatro años… Y ahora Tom me hecha de El Caldero Chorreante porque no quiere darme un puto late check out, así que estoy en la calle. ¿Lo entiendes? ¿Cómo no voy a estar tenso?

Verity alzó las cejas y se quedó mirándolo con sus ojos castaños muy abiertos.

-Wow, y yo que pensaba que mi vida era todo un caos porque Florean decidió incorporar un nuevo gusto de helado con una consistencia distinta que me impedía hacer el rulo del cono adecuadamente.

Se hizo un breve silencio ante esas palabras, y entonces ambos rieron.

-Dudo que tu vida sea tan tranquila como insinúas -dijo Harry-. Ahora que sé lo de tu hermana…

-Sí, tienes razón, eso es cierto. Pero es más bien mi vida familiar, porque yo nunca me llevé muy bien con ella. Pero supongo que eso cuenta. De cualquier forma, Harry, mi punto es que tienes que relajarte. Y creo que sé cómo puedo ayudarte.

-¿Cómo?

Verity se bebió el resto de su café y dejó el vaso vacío apoyado sobre los escalones.

-Ya lo verás -le dijo, de forma misteriosa-. Vamos, tengo que presentarte a los chicos de la residencia antes de que se me haga la hora de trabajar. Allí podrás descansar.

No tuvo punto querer discutir con ella. Verity insistió en ir a trabajar ella y que Harry durmiera. Luego de presentarle a los magos que vivían allí, le dieron un dormitorio todo para él solo donde podría quedarse el tiempo que quisiera a un precio muchísimo más barato que Tom, en esa misma calle muggle cerca del callejón. El dormitorio, de hecho, estaba mejor que los de El Caldero Chorreante. Era más moderno, estaba mejor cuidado y más limpio. Y le dio a Harry uno con baño privado.

De esa forma, luego de ayudarlo a desempacar, Verity se fue a trabajar y Harry se quedó allí, en la privacidad de su nuevo dormitorio.

Exhausto, se dejó caer en la cama, cerró los ojos y todo se puso negro de inmediato.

No recordaba cuándo había sido la última vez que cayó dormido tan rápido, y por tanto tiempo…

Tanto, de hecho, que cuando despertó ya era de noche.

Se sentó en la cama, mientras se estiraba, y miró por la ventana. Las calles de Londres tenían las luces encendidas ahora, y los autos pasaban por allí, junto a los buses rojos de dos pisos…

Verity regresó luego de cerrar la heladería, a la hora habitual. Ya era tarde, y los demás magos y brujas de la residencia estaban durmiendo, excepto un par que habían salido a tomar algo a un bar muggle, por lo que le dijeron. Todos eran bastante mayores, incluso más que Verity. Ya se habían recibido de Hogwarts y estaban haciendo sus vidas allí.

-¡Hola! -lo saludó ella al llegar, quitándose la campera y dejándola en un perchero que había en el salón principal.

-Hola, ¿cómo estuvo todo hoy? -le preguntó Harry.

-Bastante bien -dijo ella-. El hijo del matrimonio O'Higgins ha tirado su helado al suelo y armó todo un berrinche para que le compren otro.

-¿Otra vez? -dijo Harry-. Pero si ayer hizo lo mismo.

-¿De verdad? No lo recordaba.

-Creo que habías ido al fondo a buscar cucuruchos.

Harry la condujo a la cocina, donde había preparado lo que esperaba que fuera una cena aceptable, hecha de forma muggle. Aunque claro, él no tenía idea de cocina, así que lo más probable era que fuera asquerosa.

-¿Qué es ese olor? Oh…

-Sí, estoy seguro de que será horrible, pero al menos lo intenté -dijo él, nervioso.

Comieron la comida de Harry, y Verity seguramente fingió que le gustaba, porque no había forma de que le hubiera parecido bien. Harry estaba convencido de que había quedado horrible. Pero sabía que tenía que intentarlo, al menos, luego de que Verity fuera a trabajar para cubrirlo a él ese día y que él pudiera dormir, siendo que ella misma tampoco había dormido mucho.

Cuando terminaron, ella pareció recordar algo, mirándolo de golpe.

-Te dije que tenía una sorpresa para ti.

-Yo estoy bien, creo que tú necesitas dormir…

-Para nada. Ven, vamos.

Lo tomó de la mano y lo llevó escaleras arriba. Verity se estaba quedando en un dormitorio del segundo piso, pero siguieron subiendo hasta el tercero y se metieron al de Harry. Verity cerró la puerta y lo condujo a la cama.

¿Se trataría de sexo? ¿Esa era la sorpresa?

Pero entonces ella fue hasta el baño y volvió con una toalla. Harry la miró poniendo una cara de dubitación.

-¿Cuál es la sorpresa? -le preguntó entonces.

-¿Nunca te conté que soy masajista?

-Estás bromeando.

-¡No! -dijo ella, lanzando una de esas risitas raras y tiernas que tenía, como con asma-. Cuando supe que nunca sería una bruja, porque no llegó mi carta de Hogwarts y jamás demostré tener ninguna magia dentro, decidí aprender la mayor cantidad de cosas muggle posibles. También soy peluquera. ¿Te puedo cortar el cabello?

-¡Claro que no! -dijo él, agarrando su largo cabello negro y protegiéndolo de ella. Verity volvió a reír.

-Bueno, pero me dejarás hacerte masajes, ¿no es así?

-No tienes que hacerlo, de verdad. Yo debería hacértelos a ti…

Ella no lo dejó seguir.

-Termínala, Harry. No tienes que ser un héroe conmigo. Yo quiero ayudarte a ti a relajarte. Lo necesitas desesperadamente.

Le lanzó la toalla por la cabeza.

-Desnúdate y ponte esto.

Harry obedeció. Se empezó a quitar la ropa mientras Verity le daba la espalda, cruzada de brazos. Cuando hubo quedado totalmente desnudo, se envolvió la toalla a la cintura.

-Listo.

Verity se volvió y rió.

-¿Por qué te ríes?

-Es que no sé por qué te hago poner una toalla si ya te he visto desnudo muchas veces.

Nervioso y sonriente, Harry se acostó boca abajo en la cama, cerca del borde. Entonces vio que Verity sacaba varias cremas y productos de un bolsito que había llevado consigo a la habitación. Empezó a aplicárselos en la espalda y Harry cerró los ojos.

Las manos de Verity se sentían inmensamente relajantes. Empezó a recorrerle la espalda con sus dedos, apretando y masajeando sus músculos con las cremas…

-Oh, por Merlín -dijo la chica-. Creo que hay un poco de cuerpo en tus nudos, Harry.

El rió, acomodando la cabeza en la almohada.

-Todos esos dragones y asesinos sí que te han dejado tenso… -bromeó ella, ahora masajeando sus hombros.

Harry lanzó un suspiro de plena satisfacción. El masaje se sentía tan hermoso y placentero… Fue como bajar de velocidad de un millón de kilómetros por hora a cero. Como si todo el caos a su alrededor frenara y la calma invadiera todo…

Los fuertes y hábiles dedos de Verity se cerraron en la piel de su espalda, apretándola y masajeándola. Luego bajaron por sus piernas, apretándolas y soltándolas… El relax se fue intensificando más y más, a medida que la tensión desaparecía y sus músculos se relajaban…

-Pondré música -dijo Verity, y Harry se dio cuenta de que había empezado a hablar en susurros.

Ella encendió una vieja radio que había contra la pared y cambió la estación hasta que empezó a sonar una tonada antigua con violines, muy relajante. Entonces regresó a su lado y continuó su masaje, y ahora el vigor de sus manos fue acompañado por la delicadeza de su voz, ahora en un susurro tan relajante como el mismo masaje.

-Despeja la mente, Harry… -le decía al oído, mientras pasaba las manos por su cuello, apretándoselo y pasando sus cremas por él-. Olvida todo lo que haya en tu mente…

Era fácil relajarse con la suave voz de Verity susurrándole así, de forma tan dulce y placentera, con sus manos ahora apretando la piel de sus brazos, masajeando los músculos de su bíceps.

Lo hizo ponerse boca arriba. La chica caminó despacio hasta los pies de la cama y entonces le masajeó las pantorrillas, de una forma muy experta. Luego le masajeó los pies, apretándoselos en las zonas exactas para que las sensaciones más placenteras y relajantes se extendieran por ellos hacia todo su cuerpo.

Sintió que se podría quedar dormido allí mismo de no ser porque ya había dormido toda la tarde. Su cuerpo parecía flotar en preciosas nubes. Las manos de Verity apretaban sus pies y los recorrían, tocando distintos puntos en ellos que le generaban toda clase de sensaciones hermosas…

Ella volvió a caminar junto a la cama hasta llegar al cabezal, se puso una nueva crema en las manos y le hizo un masaje tras las orejas con ella. Harry cerró los ojos, disfrutando de la sensación.

-¿Estas relajado…? -le preguntó ella en ese susurro bajo y que se arrastraba por el aire como una corriente muy suave.

Harry asintió con la cabeza, muy lentamente. Estaba relajadísimo, más de lo que se hubiera creído capaz.

-Bien -susurró Verity, y sus dedos se metieron entre su cabello, masajeándole la cabeza ahora-. Tranquilo, no cortaré tu lindo cabello.

Harry sonrió.

-Ahora despeja la mente de cualquier cosa, de todo, concéntrate solo en el tacto de mis dedos, Harry. Piensa solo en mis manos…

Su tono de voz hubiera sido suficiente para relajarlo. Pero el complemento de sus dedos acariciándolo tras las orejas y en la cabeza, y luego en la mandíbula, fue una experiencia maravillosa.

Los labios de Verity se acercaron a sus oídos, y oyó ese susurro bajísimo de cerca, mientras sentía el roce de su boca en la piel de su oreja:

-A ti te haré el masaje completo, Harry…

Él no dijo nada, pero su corazón enseguida empezó a acelerarse.

Dejó los ojos cerrados, y sintió las manos de Verity acariciar su pecho y bajar, ahora en una prolongada caricia…

Ahora sus dedos estaban sobre la toalla. Su mano tocaba la zona interior de sus piernas, cerca de la entrepierna… Su pene se había puesto duro, y aunque Harry tenía los ojos cerrados estaba segurísimo de que sería plenamente visible para ella, levantando la toalla varios centímetros…

Los dedos de Verity le aferraron el pene a través de la tela de la toalla. Se lo empezaron a masajear. Harry inclinó la cabeza de lado y respiró largamente.

Luego ella corrió la toalla, y Harry sintió que el aire le daba en sus partes…

Sintió los restos de crema de los dedos de Verity sobre la piel de su pene. Estos bajaron su piel y luego la subieron, lentamente. Luego le acariciaron los testículos y le abrieron un poco las piernas.

Harry sintió la textura del cabello de la chica sobre sus muslos, y entreabrió solo un poco los ojos, lo suficiente para ver la cabeza la chica justo encima de su miembro…

Le empezó a chupar el pene. El glande de Harry la tocó en el paladar y se lo rozó, para luego continuar hasta el fondo de su lengua y tocando un poco su garganta…

La mamada de Verity fue ganando intensidad, pero se mantuvo en línea con el masaje, siendo relajante y lenta, pero estimulante. Lamía el tronco de su pene con la lengua hasta la cabeza y luego se lo metía en la boca para besarlo con los labios en la punta y luego bajar la boca entera por él, casi hasta la base, con su lengua mientras tanto moviéndose sobre su pene y llenándoselo de saliva…

Harry sentía un goce que no recordaba haber sentido nunca en toda su vida. Luego de varios minutos de besarle el pene y mover su lengua por él, Verity quitó la boca de su miembro con un sonido de succión que resonó en el dormitorio, donde por otro lado no se oía otra cosa que la música de violines que salía de la radio.

Los autos muggle que pasaban por la calle, afuera, dibujaban extrañas sombras en la pared, pero Harry no las miraba demasiado, porque mantenía los ojos cerrados casi constantemente. Su mente estaba en blanco, producto de las palabras y el masaje de Verity. Se había relajado como nunca, y no había lugar en su cabeza para nada que no fuera el tacto y la presencia de la chica, y el placer que le provocaba…

Sintió que ella le colocaba un condón. Entreabrió los ojos justo a tiempo para ver su espalda desnuda, mientras los dedos de la chica desabrochaban el sostén en su espalda y lo lanzaban al suelo. Se había quitado el pantalón de jean también, y su delgado calzón blanco era lo único que le quedaba puesto.

La vio quitárselo también y lanzarlo a un lado, en la cama.

Entonces Verity se subió sobre él, aun dándole la espalda. Sostenía su enorme pene con la mano, haciendo que apuntara hacia arriba, con el condón puesto. Harry abrió más los ojos para disfrutar del espectáculo visual que era su redondeado trasero justo delante suyo, bajo su delgada cintura. Su pene empezó a meterse dentro de ella, muy lentamente. Verity se fue sentando sobre él, arqueando la espalda y apoyando las manos encremadas sobre sus piernas desnudas, cerca de las rodillas, mientras sacaba la cola hacia atrás.

Harry levantó las manos y le acarició la espalda. Luego la cintura. Verity se sentó por completo sobre él, de espaldas, con su pene todo dentro de ella. Empezó a moverse en un círculo, haciendo que el pene de Harry la tocara toda por dentro.

Harry abrió un poco más las piernas y acompañó el movimiento de la chica sobre él. Lo hicieron un buen rato, con la cintura de Verity meneando sobre él y con la espalda de ella inclinándose cada vez más hacia adelante…

La vista de Harry estaba clavada en el trasero de Verity, que apuntaba a él. Podía ver con las luces de los autos cómo su pene se metía dentro de ella por el coño, y podía ver su agujero anal más arriba. Le acarició el trasero con las palmas de las manos y la sostuvo por este mientras la penetraba despacio y con un ritmo controlado, disfrutando a cada segundo de la sensación de su pene hundiéndose en su vagina.

El orgasmo no tardó en llegar. Empezó a eyacular dentro del condón, sin dejar de penetrarla en ningún momento. Movió su cintura más rápido, hacia arriba, y le acarició el trasero y la cintura con las manos mientras sentía cómo el semen salía de la punta de su pene, dentro de ella, con el orgasmo recorriendo todo su cuerpo y relajándolo más y más, otra vez…

Cuando terminaron, se acurrucaron en la cama y empezaron a besarse en los labios. Verity lo abrazó y se quedó mirándolo a los ojos en la oscuridad, con los violines de fondo.

-Me haces muy feliz… -le susurró la chica al oído, abrazándolo fuerte. Y Harry le devolvió el abrazo, y le contestó que ella también a él.

Ella se quedó dormida primero, aun abrazándolo y con sus labios rozando los de él. Harry sintió que su mente se despejaba, producto del relax causado por el masaje y por ella…

Sus pensamientos acudieron a él con una claridad sorprendente. Nunca antes se había sentido tan seguro y confiado en sí mismo como en ese momento. Era como si, luego del masaje de Verity, ahora su mente finalmente tuviera la claridad necesaria para afrontar las dificultades que constantemente ocurrían a su alrededor.

Las ideas llegaron a él, sorprendentemente nítidas. Ideas que no marcaban un camino fácil, pero sí un camino claro.

Gracias, Verity, pensó entonces, mientras subía las sábanas y frazadas despacio, para tapar a la chica sin despertarla. Gracias por haberme ayudado tanto… Ahora entiendo lo que debo hacer, finalmente… Es una lástima…

La abrazó y cerró los ojos con fuerza, acariciándole el cuerpo bajo las mantas.

…Es una lástima que ahora será mucho más difícil decirte que voy a dejarte.