Aclaraciones: Todo el contenido conocido pertenece a la Saga de Harry Potter.
Advertencia: Contenido +18 Puedes encontrar violencia, pensamientos suicidas y contenido sexual
Dramione de principio a fin.
Estamos ubicados en el séptimo libro.
Se cambiaron hechos y fechas para favorecer a la trama.
Disfruten la lectura.
Capitulo 3
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— Señor ya está lista la habitación que pidió — La voz de la elfa lo trajo de vuelta al presente, abrió los ojos y se encontró con ella, le hizo una señal de que podía retirarse. Miró entonces a Hermione. Sintiendo de nuevo esa sensación, deseaba tenerla. Como antes
"¡No puedes imbécil!"
"¿Por qué no?" Se preguntó a si mismo.
"Le borraste la memoria Además… Eres un jodido asesino.
Apretó los labios, parecía loco conversando consigo mismo, un año rodeado de parásitos humanos que decían ser mejores magos que los "sangre sucia" no le había dejado mucho espacio a eso llamado socializar por lo que inevitablemente había despertado ese extraño comportamiento.
No es como que pudiese expresarse abiertamente no cuando estaba en desacuerdo con la causa y todo lo que hacían y le hacían hacer.
"Eres un mortifago y haz hecho cosas terribles" Quiso callar los pensamientos, pero eran inevitables, reales por mucho que los ignorase seguía siendo una realidad irrefutable, por mucho que intentase guardar toda la culpa en una caja en un rincón de su consciencia la realidad no podía negarla
Con la jodida angustia rascando su pecho se dirigió a Hermione. Era imbécil, de eso ya no quedaba la menor duda, podía llevarla con un encantamiento de levitación pero prefería cargarla en sus brazos, sentir el calor de su cuerpo, sentirla tan cerca, al punto de percibir su aroma.
Tan Jodidamente romántico.
La llevó hasta la habitación cuya puerta estaba abierta, una estancia grande con muebles de madera oscura. Una gran ventana y una cama con postes altos, la depositó con delicadeza sobre la colcha, cubriéndola con las sábanas, suponía que despertaría en unas horas. Había sufrido de tortura y una maldición, debía estar exhausta.
El dejarla descansar le daría el tiempo suficiente para pensar lo que haría.
Dejarla ir por supuesto.
Espera.
Eso denotaba inseguridad, el mundo estaba loco, ella misma lo estaba al enfrentarse a todo con tal de ayudar a cabeza rajada alias San Potter.
Debía comunicarse con él de alguna forma ahora que lo pensaba. Digamos que la situación en la mansión de su familia no había dejado mucho lugar para una plática, lo máximo que pudo hacer por él fue fingir que no lo reconocía, esperaba que por lo menos hubiese notado aquello.
Después de todo Draco deseaba que venciese a Voldemort. De verdad lo deseaba si debía poner toda su esperanza en San Potter lo haría aunque fuese contra sus propios principios.
Se dirigió entonces a la chimenea, supuso que podría usarla para comunicarse. Para su mala suerte usar un patronus estaba descartado. O quizá no. No lo había intentado desde la clase con su madre. Podría intentarlo, tenía recuerdos nuevos, más interesantes y algunos... que ciertamente llenaban su pecho de sensaciones demasiado románticas para ponerlo en palabras. Prefería dejarlo así.
Quizá eran lo suficientemente fuertes.
Quizá debía intentar.
Sacó su varita con la disposición de hacerlo una vez más, e hizo lo que su madre le había indicado alguna vez cerrando los ojos. Dejando que el recuerdo fluyera por su mente.
Dejándose invadir por la sensación.
Flashback
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La clase había terminado, el proyecto tendría que ser entregarlo la próxima semana y él se encargaría de alargar lo máximo que se pudiera el tiempo con ella ¿por qué? Porque era Slytherin y una oportunidad así no de desaprovecha Espera, ¿que carajos?
Sí, una cosa era disfrutar molestarle, verla atractiva, disfrutar de su sola cercanía... Otra muy diferente era desear compartir tiempo con ella.
—Me compadezco de ti Draco, te tocó con la sangre sucia sabelotodo —
Malfoy tensó la mandíbula sin saber porque la voz de Pansy ese día le resultó más molesta de lo normal.
— Sacará la mejor nota por lo menos — Apoyó Blaise a sus espaldas, Draco no prestó demasiada atención, disimuladamente vio como la melena castaña se levantaba ignorando a sus amigos, si es que podía llamarles de esa forma. Pero esta extrañamente no caminó hacia la salida. Con paso firme pese al nerviosismo en su mirada cambió el rumbo hacia él, mierda.
— Malfoy, tenemos que hablar sobre el proyecto — Le escuchó decir, sujetaba firmemente su mochila con una mano mientras que con la otra aferraba el libro de pociones sobre su pecho como si se tratase de un escudo lista para recibir hostilidad.
— Granger no puedes esperar un poco. Recién termina la clase — Le soltó Pansy con aquella voz cargada de desprecio mientras la veía como si fuese un insecto repugnante.
— No estoy hablando contigo Parkinson — No supo porque disfrutó tanto de aquella expresión molesta con la que Hermione miró a la Slytherin. El ceño ligeramente fruncido y los ojos avellana tan expresivos cargados de fastidio, Hermosa.
Estas jodido Draco pensó. Formando una sonrisa ladeada, desdeñosa y burlona en sus facciones perfectas.
— Déjala Pansy. Los veo más tarde — El aula se iba quedando vacía, Blaise tuvo casi que escoltar a la Slytherin fuera del salón, la Slytherin no parecía muy contenta de dejar a su casi algo con Hermione
— Granger — Le animó a hablar una vez que se quedaron solos, él se sentó despreocupadamente en la silla cruzando los piernas, llevaba el uniforme por supuesto, pero en el lucia incluso más elegante que de costumbre, pese a llevar la corbata ya medio deshecha, los botones de la camisa desabrochados hasta un punto alto en su pecho, se alcanzaba a ver su piel pálida en su cuello, las mangas remangadas hasta sus codos, la capa estaba en algún lugar de su pupitre. Hermione se percató entonces de sus manos. Dedos delgados, largos, sus manos con venas marcadas. Elegantes, como todo en él.
Malfoy le vio sacudir levemente el rostro y arqueo sus cejas con curiosidad.
— No esperes que vaya a hacer todo el trabajo sola —
Le acusó ella adelantándose, era muy probable que el Slytherin hubiese preferido pagarle a su compañero antes que trabajar en equipo pero aquel no era el caso, estaba bastante interesado en participar activamente, además pociones siempre le resultó una asignatura por demás sencilla.
— Me ofendes Granger – Su voz era una caricia aterciopelada mientras arrastraba las palabras lo cual provocó un estremecimiento en Hermione ¿por qué tenía que ser tan guapo el cabrón? Sí, muy lógica y todo pero seguía siendo una chica de 16 años, inexperta frente a la encarnación del mismísimo demonio.
— Dame tus horarios, tenemos solo una semana hay que organizarnos— Mandona como ella sola.
Mándame lo que quieras Granger. Me gusta se burló internamente mientras abría su mochila, Hermione estaba expectante esperando uno de sus comentarios afilados, siempre le hacía rabiar aunque por lo menos no estaba tan venenoso como en años pasados. Se mordió el labio impaciente mientras el Slytherin buscaba algo en su mochila.
Sacó un pergamino pulcramente doblado ofreciéndoselo a la leona quien dudo un momento antes de tomarlo. Lo abrió y vio el horario de él, compartían horas libres, bastantes de hecho.
— ¿Te parece bien el lunes a las 4? —Preguntó ella, primera vez que tenía la oportunidad de ver la letra de Malfoy, era larga, pulcra, bonita y si... elegante.
— Si ¿Donde? — Cogió el pergamino que Hermione le devolvía.
— Podemos usar el aula de usos múltiples, no lo usan mucho - Le informó.
El aula era el lugar donde los alumnos iban a ensayar encantamientos, pociones, hechizos y estaba equipado con todo tipo de utensilios, Malfoy asintió esta vez poniéndose en pie, el aroma que desprendía llegó a la nariz de Hermione, ¿siempre había olido así de bien? Tan masculino, no supo porque pero de pronto se sintió nerviosa por su cercanía pese a estar aún a una distancia prudente. Draco cogió su capa, su mochila y se la colgó en el hombro.
— ¿Algo más? – El Slytherin sentía la necesidad de alejarse, se estaba conteniendo, su mirada centrada en la forma en la que mordía su labio inconscientemente, como su cabello ondeaba y pequeños mechones rizados rebeldes se cruzaban en su rostro dándole un aspecto encantador
¿cómo dijiste? Si, si,si encantador.
Hermione levantó aquellos ojos avellana hacia el ¿por qué de pronto estaba sonrojada? Joder.
— No, eso es todo — Dijo la muchacha antes de girarse, un pensamiento cruzó velozmente la mente de Draco
"No lo hagas"
"Claro que lo haré"
Sacó su varita. Y en un encantamiento no verbal la hizo tropezar hacia atrás cayendo con todo su peso y pequeño ser sobre el pecho de Malfoy. Claro ya estaba preparado para recibirla, pero no para lo que sintió al momento que sus cuerpos se estamparon.
La sensación caliente fluyendo por su pecho y extremidades hacia su centro. Joder. El aroma dulzón de sus cabellos llegó hasta su nariz descubriendo que le gustaba, le recordaba incluso al olor que había sentido en la poción de amor que les había mostrado el profesor Horace en clase.
Draco sujeto sus hombros para permitirle recuperar el equilibrio sintiéndolos delgados, femeninos en contorno a sus manos. Ella se había quedado petrificada, si quiera le había dado momento a gritar, era como si el suelo se hubiese hecho gelatina a sus pies, estática, perpleja en sus brazos sintiendo algo bombeando en su interior desde el tacto caliente de sus manos.
¿Esas eran mariposas en su estómago? NO. Por él no.
Se separó cuando su cerebro le recordó que era Hermione Granger en los brazos de Draco Malfoy, dejándole una sensación de pérdida al rubio, una amarga sensación de querer acariciar todo el cuerpo de la Gryffindor, por simple curiosidad ¿sería tan suave como aparentaba? Se lo preguntaba seriamente.
— Yo sé que todas quieren caer en mis brazos Granger, no seas tan evidente —
Se burló la serpiente y pese a estar afectado, su voz fue una clara muestra de desdén. Su rostro impasible no mostraba en absoluto como se encontraba en realidad por un momento había olvidado como respirar, como imbécil, su grado de imbecilidad ya podría equipararse al de la comadreja.
—Cállate Malfoy créeme que el piso habría sido mejor opción— Dijo ella acalorada, sus mejillas estaban completamente rojas.
— ¿A si? — Su ceja se arqueó y hubo algo peligroso en ese iris metálico que Hermione no supo leer.
—Sí por lo menos el suelo no es insoportable como tu — Dudó un momento, su mirada paró en la puerta calculando su escape de aquella bochornosa situación.
Draco sonrió, y se acercó los dos pasos que los separaban llenando a la mujer con aquel aroma, con aquella presencia, era mucho más alto que ella. Delgado pero atlético, su cuerpo alargado, era guapo, lo admitía, demasiado, quizás. Pero no le interesaba, no, era odioso, prepotente, mal hablado, si, era inteligente pero eso no compensaba todos sus defectos.
Todos eran pensamientos lógicos, pero sus pies no se movieron. Solo supo mirarlo con aquellos ojos expresivos llenos de desaprobación.
— ¿Y por qué te ves tan nerviosa Granger? cualquiera pensaría que es porque te gusto — Ella apretó los labios. Los abrió un poco a punto de hablar, los cerró y los volvió a abrir, su mente estaba atorada en un bucle de insultos que no sabía por cual empezar.
— Vete a la mierda Malfoy —
¡Vaya! tardó mucho para tan poco Pensó el.
— ¿Con esa boquita te besuqueas a la comadreja ratita? - Se burló el, antes de alejarse y dejar a la mujer plantada en el suelo. Completamente nerviosa, enojada, furiosa, pese a querer aparentar lo contrario.
Espera ¿le había dicho ratita?
Era insoportable.
Había llegado el esperado lunes. Draco atravesaba los pasillos como si fuese el dueño de Hogwarts, con paso decidido arrollando a los alumnos de primero que se cruzaban a su paso, gozaba de su puesto como prefecto y abusaba de ellos cuando tenía la oportunidad, por ocio y diversión.
— Malfoy... – Escuchó una voz femenina a sus espaldas a mitad del pasillo, el Slytherin se detuvo y se giró hacia ella con fastidio. Llevaba prisa.
— ¿Si? — La reconoció de la sala común, era una chica de Slytherin quinto grado quizá, daba lo mismo. No le interesaba, la impaciencia podía reflejarse en sus facciones afiladas.
La morena lo miró con esos ojos anhelantes, ya sabía a que iba eso, suponía su intención pero no tenía tiempo por muy bonita que fuese.
Alta, delgada con grandes ojos verdes y una piel pálida y tersa de porcelana
— Tengo prisa — arrastrando las palabras, volvió a su andar ignorando a la chica, que por supuesto no se detendría, sintió sus manos tomándolo de la muñeca ¿que coño? ¿Como se atrevía a tocarlo?, el Slytherin se soltó con brusquedad de ella, arqueado las cejas.
— Malfoy me gustas y quería saber si quisieras, salir conmigo — ¿que? Parecía agraviada por el rechazo del rubio pero a él poco le importaba, iba tarde.
— No me interesa, piérdete — Por el rabillo del ojo notó una melena castaña. Hermione, veía con curiosidad aquella escena al final del pasillo. Oh si, la muchacha estaba a punto de llorar. El diablo en Malfoy cobro el control de la situación.
"Eres un cabron"
"Si lo soy"
— ¿Cómo te llamas? —
Su voz aterciopelada se había suavizado magistralmente, se inclinó hacia la chica para verla mejor, Hermione desde su posición pudo notar la cercanía. Algo se contrajo en su pecho cuando uno de los bonitos dedos del desgraciado ese acomodó el cabello de la pelinegra detrás de su oreja, se había inclinado sobre ella para susurrarle algo al oído. Parecía idiota observando la escena, sus pies se habían clavado al piso de nuevo cual estacas y no podía moverse de la impresión.
—Scar…lett Gre..en— Tartamudeó notablemente afectada por la cercanía de Malfoy
—Hablamos en la sal común, más tarde — Murmuró Draco, la chica estaba temblando nerviosa. Aun así le extendió un frasco con jugo de calabaza en el interior. Casi como ofrenda.
— Es para ti — Draco la hubiese rechazado. Si, pero tenía público y no lo iba a desatender. Cogió la botella y sonrió ladeado. Pasando de largo a la chica que por algún extraño motivo se encontró muy decepcionada cuando él rubio se alejó de ella.
— ¿Espiando Granger? — Preguntó con ese tono sedoso y prepotente, la castaña lo fulminó con la mirada, pudo notar entonces que llevaba el libro de posiciones aferrado en los brazos, un chongo casi deshecho que apartaba los cabellos de su rostro precioso, dándole solo un aspecto lejos de desaliñado, encantador, maldito cursi.
— Estas en medio del pasillo. No estoy espiando — Rodó los ojos y paso junto a él empujándolo un poco, se aproximó a la sala de usos múltiples.
—¿Qué te pasa? — Hermione lo ignoró y comprobó que en la sala había un par de parejas trabajando en algún proyecto del colegio, la estancia era muy grande, amplia. Había mesas dispuestas y un espacio de duelos.
Las ventanas iluminaban desde la derecha mientras candelabros en el techo apoyaban cuando la noche había caído, había una pizarra donde gises encantados trabajan dibujos que se borraban pasado el tiempo, además de estantes de libros.
Hermione se dirigió a una mesa donde estaba dispuesto un caldero y utensilios para fabricar pociones, al fondo había un mueble lleno de frascos, artilugios e ingredientes.
Draco la siguió con la mirada hasta que finalmente se decidió a emprender camino hacia ella sentándose en la silla continua, a una distancia digamos prudente. Ella parecía fastidiada dejó su libro sobre la mesa abriéndolo en la página donde estaban las instrucciones que debían seguir.
— ¿Tanto tiempo en la biblioteca te ha dejado sin lengua o qué? — Preguntó despreocupado ante el silencio persistente que no parecía querer ceder.
Ella le dirigió una mirada chispeante, Draco arqueo la ceja apoyando su codo contra la madera de la mesa seguido de su mentón contra su mano, Hermione se preguntó entonces ¿por que tenia que ser tan atractivo? No era justo para los mortales que paseaban a su alrededor. Arrugo los labios por el rumbo de sus pensamientos acción que despertó incluso más la curiosidad del rubio.
— No tengo nada que decir—
Esa escena era tan bizarra, jamás habían estado sentados en la misma mesa como compañeros, siquiera recordaba haber compartido con él una conversación que se alargará a más que insultos. Y ahora estaban ahí. Prácticamente solos. Se remango la blusa y leyó los ingredientes
— ¿Puedes traer las cosas de la lista? Prepararé el caldero — pidió ella con poca paciencia.
— Ahora me das ordenes, increíble — Soltó con ese clásico desdén y la media sonrisa que se presentó en sus labios provoco un escalofrió en la castaña. Debian concentrarse. Draco se estaba divirtiendo, bastante.
— Se llama trabajo en equipo, te lo presento — Negó con el rostro y siguió leyendo las instrucciones, parecía una poción sencilla, bueno más sencilla que la poción multijugos por ejemplo, repasaba con el ceño fruncido mientras Draco, con pereza disponía de los ingredientes uno a uno en el almacén al fondo del aula
Cuando regresó y al verla tan concentrada no pudo evitarlo, era su naturaleza. Se inclino detrás de ella permitiéndole sentir el calor de su cuerpo y suavemente susurro sobre su oreja — ¿Algo más Granger? – La chica casi se muere del susto, dio un respingo en la silla y empezó a toser victima de pasar mal la saliva al ser sorprendida mientras estaba tan concentrada.
Draco se separó un par de pasos y al ver que seguía tosiendo no le quedó más remedio que ofrecerle la bebida que antes le habían dado a él.
— Toma esto, pensé que los Gryffindor eran más… Valientes – Se burló, Hermione con los ojos húmedos de tanto toser lo fulminó con la mirada aún así aceptando la bebida.
Se la llevo a los labios y tras unos tragos su garganta se aclaró. Miró de nuevo al chico y algo en su cerebro hizo corto circuito.
Draco la miró enseguida ¿qué era esa sonrisa? Parecía embelesada. Con sus dulces ojos avellana mirándolo como quien observa a un ser amado, como le miraban las chicas tontas de su sala común.
—¿Granger? ¿Estás bien? – Preguntó Draco, ella se levanto de la silla acercándose a él, parecía mareada, sus pasos eran lentos y tambaleantes. Tuvo que cogerla por la cintura para que no cayera al piso, comprobando que efectivamente, ahí había curvas interesantes.
— Malfooooy…. – Dijo ella, para sorpresa del Slytherin le echó los brazos al cuello estrechándose con él. Carajo.
—¿Qué coño te pasa? – Estaba incómodo, o sea, si la quería cerca pero no en ese estado de ¿inconsciencia? Parecía borracha y loca.
— Draco me gustas, bésame… — Murmuró ella como en ronroneó de un gato sobre sus labios, poniéndose en puntitas para alcanzar su rostro, él miró a los alrededores para su buena suerte todos ahí parecían tan absortos en sus proyectos muy ajenos a ellos dos, él intento soltar su agarre y de pronto sintió la curva de sus senos presionando en su pecho, mierda.
— Granger apártate – El aire parecía no existir, su corazón estaba latiendo cerca de sus oídos martillándole el cerebro, sus labios sonrosados y húmedos tan cerca, dejándole percibir su aliento, su olor, su estrecho cuerpo contra en de él, era hombre maldita sea, estaba sufriendo, mucho.
— ¿Es que no te gusto? – Jodida Granger, sus ojos avellana lo miraron con tanta intensidad y ternura, suplica. Estaba completamente petrificado, con una parte de su anatomía apunto de asomarse y decir "hola, quiero clavarme en ti ¿me dejas?". Piensa en Hagrid, si piensa en él. Se animó para bajarse de la nube en la que estaba flotando en ese momento.
Jodida Granger, con sus bonitos y aparentemente jugosos labios.
Estaba como un imbécil, no podía pensar. Debía hacerlo. Y ahí en el último atisbo de su razonamiento al tenerla tan cerca lo encontró, el recuerdo de la chica de Slytherin. La muy jodida había intentado darle una poción de amor y el imbécil se la había terminado dando a Hermione. Maldita sea.
"Eso que importa, aprovecha. Tómala"
"NOOO"
Si, era un jodido Malfoy. Pero no podía hacerlo. Si la iba a besar iba a ser con su consentimiento, es más, con ella rogando porque lo hiciese, no aprovechándose de su nulo razonamiento ante la presión de una poción, ella volvió a moverse felinamente sobre su pecho, y sin darle pie a la razón de un pequeño jalón desde su nuca estampó sus labios con los de él, dejando al rubio completamente descolocado y desarmado.
Sintió su piel suave, caliente, jugosa sus manos en su cintura aplicaron fuerza robándole un gemido condenadamente sexy, no pudo alejarla pero tampoco acercarla, en el precipicio de la conciencia, con ganas de soltarla pero también con ganas de invadir esa boca hasta dejarla sin aliento.
Tembló, vaya que lo hizo cuando ella paso su lengua sobre los labios del Slytherin, ronroneando. Piensa en Dolores joder se animó algo comenzaba a doler allá abajo.
— Draco, no me rechaces, me gustas mucho… — Soltó ella en un susurro. No podía más, estaba perdiendo la cabeza.
Reacciona imbécil dijo la voz en su cabeza antes de tomar toda su fuerza de voluntad para alejarla con un poco más de violencia de la necesaria, pero sino era así la tomaría, se la llevaría a un rincón en el colegio para follársela, no eso sí que no, clavando sus dedos en su cintura respiró sonoramente, estaba mareado.
— Granger, vamos a la enfermería – Le soltó notablemente afectado. Sin dejarla responder la cogió de la mano y prácticamente la arrastró hacia la enfermería. Necesitaba una ducha, muy fría, es más, congelada.
