Aclaraciones: Todo el contenido conocido pertenece a la Saga de Harry Potter.
Advertencia: Contenido +18 Puedes encontrar violencia, pensamientos suicidas y contenido sexual
Dramione de principio a fin.
Estamos ubicados en el séptimo libro.
Se cambiaron hechos y fechas para favorecer a la trama.
Disfruten la lectura.
Capitulo 5
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Se sentía enloquecer, tantas cosas en su cabeza, tanto por hacer, el mundo en guerra y ahí se estaba aferrando a la única cosa que podría en ese momento devolverle, aunque fuese un poco de estabilidad mental. Sabía que estaba siendo un poco irracional, sabía que quizá se estaba aferrando demás a una idea completamente demente.
No podía dejar de pensarlo, inevitablemente había considerado la posibilidad, había investigado posibles causas de su aparente locura antes y se encontraba siempre en camino a eso: el olvido, el ser forzado a olvidar cosas que no querías olvidar.
Cuando se encontró con Draco, cuando él la abrazo y la besó. Todo pareció volver a esa preciada "calma" que había perdido de repente. Como si se la hubiesen arrancado a la fuerza.
Y ahí estaba, suplicando como idiota, suplicando que sus deducciones fuesen correctas y no una simple suposición de alguien próxima a entrar a la sección de psiquiatría en San Mungo.
Intentó contenerse, pero lo había hecho tanto tiempo ya que no pudo más.
No supo cuanto tiempo estuvo ahí retorciéndose las entrañas hasta quedarse seca en sus propias lagrimas, pero de pronto pasó. Sus brazos la rodearon de nuevo.
Aquel sentimiento era real. No podía ser un invento de su imaginación, no podía.
Volvió a suplicar… Y cuando Draco por fin habló sus palabras fueron un susurró en su oído, suave.
"No estás loca" había dicho ¿Eso significaba lo que creía?
–¿Qué hiciste? – Preguntó con dificultad, sin poder verlo, escondida en su pecho, aferrando la fina tela de su camisa con sus puños, tomando de a pocos ese aroma tan tranquilizador y dejándose calentar por aquel cuerpo tan... Conocido.
Las palabras de Hermione lo golpearon, se sintió como una patada en el estomago. Ya no podía escapar de eso, hechizarla, huir, era una opción tentadora. Pero no podía, había cruzado una línea y no creía poder volver atrás. No ahora.
Había pasado un año en el que vivir solo le era posible porque su madre estaba presente. Valoraba mucho su existencia, sí. Pero en un año había perdido la única cosa que genuinamente lo hacía sentir como una persona cualquiera sin la pesada carga del apellido Malfoy detrás. Una carga que nadie podría comprender.
A la mierda Malfoy, manda todo a la mierda por una vez.
Su agarre se aflojó, soltándola lentamente la cogió por los hombros, su semblante aparentaba tranquilidad una que estaba lejos de sentir. Sus miradas se encontraron, tras la barrera de lagrimas que aún humedecían las pestañas de la castaña, no pudo reprimir el impulso de acariciar sus cabellos, observando cada pequeño detalle en el rostro de la mujer, desde el tímido lunar oculto en un espacio bajo en su mejilla, su pequeña nariz, sus labios, su mentón y deteniéndose en aquellos ojos tan expresivos, cargados de dudas y preguntas habló.
– Todos los recuerdos que tenías de sexto grado referentes a mi… – Se detuvo tomando aire – Los modifiqué – Pudo notar cuando ella apartó la mirada, estaba pensando, estaba analizando sus palabras casi sin poder creerse lo que acaba de escuchar.
Ahí estaba, la respuesta a todas sus preguntas, tan abrupta, tan real. Dio un paso hacia atrás demasiado conmocionada para soportar su cercanía y él no le impidió alejarse, estaba serio, demasiado serio. Sus ojos cargados de temor, el iris hielo derritiéndose, esperando atento su reacción.
Hermione se llevó las manos al pecho, había una mezcla de alivio, dudas, temor, miedo y… enfado. Un terrible y dominante enfado, con él.
–¿Por qué? – Preguntó, él se quedó callado bajando su mirada, huyendo de aquella pregunta. Las palabras estaban ahí, no podía expulsarlas. ¿Cómo podría decirle que por ella…? – ¡No te atrevas a no contestarme! – Gritó entonces, quería respuestas. Debía tenerlas.
– Debía hacerlo – Soltó él, caminó entonces hacia donde estaba apoyándose en la mesa de nuevo.
–¿Por qué? ¿Te cansaste de tu juguete y lo botaste sin más? ¿Era muy molesto para ti que yo recordara? – No podía pensar con claridad, no cuando todos los recuerdos que guardaba de él eran insultos, veneno, peleas y desprecio.
Todo era tan confuso, no podía imaginar que él hubiese hecho lo que hizo sino era más que por arrepentimiento de haberse acercado siquiera un poco a ella. No, ese sentimiento era más grande que una simple cercanía, era algo más fuerte. No entendía, quería entenderlo.
– No Granger, no fuiste un juguete y no fue por eso – Contestó, quería todo menos que ella pensase eso. Jamás hubiera jugado con ella, con la persona más importante que había tenido. No lo permitiría.
–¿Entonces?-
–¿De qué te sirve saberlo ahora?-
– Eran mis recuerdos ¡míos! No tenías derecho a hacerlo – Quería golpearlo, tenía la impetuosa necesidad de arrojarle los libros que estaban dispuestos en los estantes detrás del escritorio.
– Lo hice por ti –
-¡Cállate! Si hubiese sido por mi me habrías dejado decidir – Le gritó con todo el despreció que pudo sentir. Era su culpa… Todo ese año… Era su culpa ¡Su culpa!
-¡Ya lo hice! ¡Ódiame todo lo que quieras Granger, si tuviese que elegir de nuevo, lo haría todo igual! – Ella echó otro paso hacia atrás. El labio inferior le tembló de la furia antes de acercarse levantar su palma y estampar su mano en su mejilla, Draco del impulso giró el rostro. Sus cabellos platinados cubrieron parcialmente sus ojos y antes de que pudiese reaccionar ya estaba ella dándole golpes en el pecho, débiles. Lloraba de nuevo.
–¿Querías eso? ¿Querías que fuese miserable sin saber siquiera el por qué? – Le preguntó, cada golpe era cada vez más débil.
Él la sujetó por las muñecas, se sentía jodidamente mal. No podía ponerle palabras siquiera a la sensación amarga que cubría todo su pecho.
– No, él prometió que estarías bien… - Sus miradas se encontraron.
–¿Quién?-
– Potter – La confusión estaba ahí plantada en sus facciones cuando abrió la boca con sorpresa.
–¿Él sabía? –
– Si… – ¿Qué? Quiso soltarse enseguida, maldecir a su amigo, maldecirlos a todos. Se sentía idiota.
–¿Ron? –
-También… - La brusquedad con la que quiso soltarse en ese momento fue violenta.
–¡Suéltame! –
-Cálmate – Palabras mágicas para ponerse aún más violenta, jalándose con brusquedad mientras el agarre firme de Draco no le permitía moverse ni un centímetro ¿Por qué todos se creían con el derecho de jugar así con su memoria? Quería… Escapar y mandarlos a todos a la mierda.
Quería sumirse en un agujero bajo tierra y desaparecer, por la eternidad.
– Vete a la mierda Malfoy, déjame ir –
–¿Si quiera sabes a dónde irás? – Preguntó, ahí estaba esa voz aterciopelada, segura.
–¿Qué te importa? Jugaste con mi memoria, déjalo así y finjamos que no nos volvimos a ver – Le dolían las muñecas de tanto forcejear con él.
–¿Crees que hice todo esto para que te pongas en peligro a lo imbécil? – Se detuvo en sus forcejeos, fulminándolo con la mirada avellana.
– No lo sé, ni lo sabré… - Contesto mordazmente y él, no pudo contenerse más.
–¡Lo hice para que estuvieses a salvo! – Hermione respiraba fuerte, como si el aire en la habitación fuese escaso y no pudiese llenar sus pulmones. Sus labios temblaban intentando contener sus lagrimas. Se mordió el interior, evitando el movimiento y él, débil no pudo más que atraerla con fuerza, con posesión, besándola.
Por un momento breve ella se resistió intentando empujarlo, pero fue breve, ya estaba enredando sus manos en los cabellos crecientes en su nuca, abriéndose paso entre sus piernas para estrecharse contra él, enredando sus labios en un beso entregado. Draco ladeo el rostro adentrándose en su boca, rozando con su lengua la suya, mientras sus manos apretujaban la piel de sus caderas en lo que pareció ser un encuentro desesperado, la sangre fluía violentamente al ritmo de su corazón. Deseoso por ella.
Hermione se sintió mareada, debatiéndose en las ganas de mandarlo a la mierda o besarlo hasta quedarse perdida en sus labios y olvidar quien era. Sintió sus dedos largos traspasar la barrera de su blusa, dejando la piel expuesta de sus caderas y cintura cuando sus dedos rozaron su piel, haciéndole gemir por el tacto, estremeciéndose y estrujándose contra su pecho duro. Había olvidado ya como respirar correctamente cuando decidió morder su labio inferior, él la cogió de pronto por las nalgas cargándola, en el acto lo rodeó con las piernas, la giró hasta sentarla sobre la mesa. Se inclinaron un poco arrastrando las cosas sobre el escritorio olvidándose de donde estaban, sus labios se buscaban desesperados Hermione sintiendo su sexo humedecido contra la ya notoria erección del mortifago.
Debía parar, sino… inevitablemente se dejaría tomar sobre el escritorio. Los residuos de su consciencia adormilada la trajeron de vuelta a la realidad, cuando él besaba su cuello. Abrió los ojos, vio el techo y suspirando intentó controlar sus ansias por ser tocada por lugares que nunca veían la luz del sol.
– Malfoy… - Soltó con dificultad, interponiendo distancia con su mano en su pecho. Él se tensó, cerrando los ojos Estas brutalmente jodido cabrón Se dijo a si mismo antes de terminar de incorporarse sobre el cuerpo seductor de la castaña.
–¿Qué quieres? – Intentó regular su respiración.
– Regrésame… los recuerdos… - Pidió ella.
– Creo sabes que no puedo hacer eso – Ella estaba sentada sobre la mesa, Draco poso sus manos a sus costados, sus miradas estaban cerca, podía sentir la brisa de su respirar – El obliviate es irreparable -
– Hay una forma – La intensidad con la que se miraban era capaz de derretir hielo.
–¿Qué quieres que haga? – Suponía que estaba pensando, ¿estaba dispuesto a dejarle entrar? Respiraba calmado intentando recuperarse de lo que acaba de pasar.
No lo hagas, la perderás para siempre.
– Déjame ver tus memorias sobre nosotros… –
Sabrá lo que has hecho
–¿Eso quieres? – Suspiró, ella dudó por un momento…
– Si, eso quiero-
Ocúltalo imbécil, puedes hacerlo. Sí, Bellatrix le había enseñado Oclumancia y era excepcional, podía fácilmente bloquear esos recuerdos para que ella no tuviese acceso a ellos, podía hacerlo. Pero ¿quería hacerlo? Ella vería lo peor de él.
Puedes engañarla, puedes volver a tenerla.
No, no podía. No podía mentirle. Le daría acceso pleno a todo para finalmente alejarle ya que al parecer su fuerza de voluntad era demasiado débil para alejarse por su cuenta. Creía fielmente que incluso bajo la maldición Imperio, no se atrevería a hacerlo ahora que la tenía tan cerca y que notablemente la chica le correspondía pese a todo.
Si, jodida Hermione Jean Granger ¿por qué te fijaste en un imbécil como yo?.
–¿Sabes usar la legeremancia? – Preguntó entones.
– He leído sobre ella, pero nunca lo he intentado… –
– Es fácil cuando la persona no pone resistencia – Le explicó y ella frunció el ceño – No, no pondré resistencia – Una media sonrisa apareció en sus labios pero extrañamente, parecía triste.
Se alejó entonces y empezó a caminar – Ven conmigo – Hermione se levantó, sentía un pesar de verlo así ¿Qué le mostraría? ¿Por qué se veía así?
Muchas dudas la acompañaron mientras lo seguía hasta la sala, donde Draco se sentó en un sillón acomodando ayudado de su varita otro frente a él.
– Siéntate – La invitó – Será una sesión algo larga – Su voz era sedosa, calmada pero no podía dejar de percibir con un nudo en el pecho que algo no iba bien. ¿Se detendría? No, merecía la verdad.
Se acercó sentándose frente a él, cada uno luchando con sus propios pensamientos.
– Solo debes concentrarte en mis ojos e intentar entrar dentro de mi mente, sabes el hechizo – Le alentó él.
La perderás.
Lo sé.
¿Por qué lo haces?
Porque… la amo
Puto subnormal.
Suspiró entonces, cruzó sus piernas y se sentó plácidamente, esperando. Ella lo miró nerviosa pero aún así levantó la varita en su dirección.
Y entonces, con puertas abiertas, se encontró dentro de la mente de Draco Malfoy.
