Aclaraciones: Todo el contenido conocido pertenece a la Saga de Harry Potter.

Advertencia: Contenido +18 Puedes encontrar violencia, pensamientos suicidas y contenido sexual

Dramione de principio a fin.

Estamos ubicados en el séptimo libro.

Se cambiaron hechos y fechas para favorecer a la trama.

Disfruten la lectura.

Capitulo 9

₊°︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶ ‧₊˚

Recuerdos en la mente de Draco Malfoy

Se acercaba el invierno, por mucho que quisiese minimizar sus experiencias y atribuirlas a un desliz hormonal la realidad es que no recordaba Hogwarts tan agradable como hasta sexto grado. Pese a no realizar actividades reamente fuera de lo cotidiano, de hecho estaba más calmado nunca, cosa extraña por supuesto.

Acudía a la biblioteca con regularidad, algunas veces para leer, otras para estudiar, otras con el fin de acompañar a la castaña simplemente.

De hecho, había cogido un gusto particular por intercambiar libros con ella, ella le proponía una lectura muggle, él algún libro del mundo mágico, había descubierto que los escritores muggles tenían fascinación por la fantasía y pese a no tener idea real del mundo mágico creaban historias interesantes, quedaba atrapado sin mucha dificultad.

En el colegió su relación resultó un "acontecimiento peculiar" verlos juntos por los pasillos ya era algo que comentar, no es que fuesen muy dados a expresarse cariño en público, el simple hecho de verles atraía miradas curiosas, sobre todo de los Slytherins donde Draco había perdido por supuesto el respeto de la gran mayoría, Crabbe y Goyle lo seguían por el simple hecho de existir, Zabini se había convertido en un amigo mas cercano pero de ahí en fuera, la mayoría le había dado la espalda cosa que le importaba una mierda, pues pese a estar "solo" jamás se había sentido tan… Bien.

El grupo de Granger tampoco se lo había tomado del todo bien aunque por lo menos no se intentaban meter, bueno, La comadreja era la excepción. Era todo un suceso verlos en la misma mesa sin discutir demasiado.

En algún punto tuvo que hablar con su madre de lo que sucedía, era la primera vez que se había abierto tanto con ella, tanto como para contarle su situación. No quería que el comentario terminase llegando por alguien que no fuese él.

Su madre fue a verlo a Hogwarts y tuvieron una conversación un poco acalorada, claro que Narcissa estaba en desacuerdo. No es como que pudiese cambiar su pensar de la noche a la mañana sin embargo no intentó hacerlo cambiar de parecer ni le odió por darle la espalda a lo que le habían enseñado desde que era un crío. Simplemente le dejo ser.

Si nada podría ir mal

O eso creía él.

Vaya idiota

–¿Qué harás en las vacaciones? – Preguntó Draco, dejando el libro de lado. Tenía la vista cansada, ya era tarde en la biblioteca Hermione estaba terminando de escribir su pergamino, se giró hacia él.

–Mis padres quieren viajar a Paris…- La Gryffindor guardó su tintero y la pluma, había terminado por fin la larga redacción – ¿Y tu? – Quiso saber ella con curiosidad, el invierno se sentía ya llegar. No tardaban en iniciar las vacaciones, no podía creer que ya llevaban casi dos meses juntos.

–Viajaré con mi madre, quiero que se distraiga de todo – Hermione entendió a que se refería con ese "todo" aunque nunca lo habían hablado realmente, sabía que se refería a su padre en Azkaban, aún se mencionaba en el profeta de vez en cuando. Estiró su mano hacía él acariciando su mejilla, sus dedos se deslizaron por su piel suave, pasando por su patilla, sus ojos grises ya no mostraban arrogancia, ella siempre los veía tan cálidos, con un bonito color gris que le encantaba, motitas azuladas le daban un aspecto incluso angelical, sus cabellos, su presencia, todo el él la traía en las nubes, no era un hombre que demostrara su cariño, era torpe en ese aspecto a su parecer, pero el solo tenerlo ahí junto a ella sin hacer nada le decía bastante, no necesitaba que lo expresara en palabras cuando buscaba cualquier pequeño momento para compartir tiempo con ella.

Él disfrutó el contacto de sus dedos, cogiendo su mano, echó un vistazo detectando el pasillo solitario y solo entonces la atrajo para besarla, sus labios se encontraron como muchas veces en lugares como aquel, donde nadie les veía. Hermione ahogó un gemido cuando él tomo su boca con aquella posesión, como si quisiese tomar de su alma, él se calentó enseguida.

–Malfoy… - Se quejó ella por la brusca intromisión de sus manos en si cintura para atraerla.

–¿Qué? – Preguntó él con aparente inocencia.

–Nos pueden ver… - Estaba sonrojada, con los labios rojos y la mirada centellante, esos bonitos ojos avellana acusándolo pero a la vez pidiendo un poco más.

–No hay nadie aquí – Madame Pince estaba unos pasillos frente a ellos pero, las largas filas cargadas de libros no dejaba espacio a una vista de lo que hacían en el apartado rincón.

–Pero Madame Pince... – Hermione veía nerviosa sobre su hombro. Cuando él empezó a atacar con besos su cuello, relamiendo su piel sensible con el calor de sus labios. Sus manos grandes la cogieron con fuerza, obligándole a sentarse sobre él.

–¡Malfoy! – Se quejó bajito.

–Si sigues hablando sí que nos verán – Le susurro a la oreja, estremeciendo a la leona por el timbre aterciopelado y peligroso de su voz.

– Suéltame ya – Su trasero sintió algo duro y se sonrojó inevitablemente. Pero él no se contuvo, claro que no.

La mano que sostenía su cintura buscó camino bajo su blusa sintiendo la piel tersa de su abdomen, abriéndose paso hacía la curvatura de sus senos, ella se estaba retorciendo sobre él, a él su trasero lo estaba torturando, tenía unas ganas inmensas de follarsela pero se conformaba con el placer de tenerla así, temblando sobre él. Cuando jaló su sostén para liberar sus senos ella jadeó a penas perceptible.

–No hagas ruido Granger… - Le advirtió en un susurro sobre el oído empezando a estimular su pezón con los dedos mientras la otra mano se abría paso hacía su sexo deslizándose por su muslo, Hermione ya sentía húmedo aquel rincón en sus bragas – Abre las piernas para mi – Susurró el muy cabrón y ella incapaz de contenerse obedeció, sintiendo como sus dedos la estimulaban sobre la prenda, movió inconsciente la cadera provocando que su trasero se frotase contra la erección de la serpiente, lo estaba torturando de una forma exquisitamente placentera.

Pese a todo, los sentidos de Draco estaban bastante pendientes de la posición de la bibliotecaria. No se arriesgaría tanto sino estuviese seguro de que no los descubriría, jaló sus bragas hacía abajo con ambas manos dejando que estas cayeran por sus piernas Hermione por un momento temió que de verdad fuese a follarsela en la biblioteca y lo que más temía es que no planeaba detenerlo, no en ese momento donde su mente estaba adormecida al ritmo de sus dedos y cuando estuvo expuesta bajo la falda peor aún, tan expuesta.

No tardó un segundo en volver a atacarle, moviendo sus dedos a un ritmo enloquecedor, era una tortura no poder emitir ni un sonido, era una locura estar haciendo aquello en su espacio más preciado. Pero no quería parar sintió sus dedos estimularla cada vez más fuerte, la penetró entonces con dos de sus dedos, mientras estrujaba sus senos y ella tembló desbordada.

-Draco… - Murmuró ella incapaz de contenerse más.

-Quiero follarte Hermione … - Le murmuró al oído ella se estremeció ante la pretensión de sus palabras, tan él.

-Sí…- Dijo y la oleada de placer la arrastró con fuerza, corriéndose con violencia, si inclinó sobre la mesa respirando entrecortadamente, su cuerpo de pronto estaba cual gelatina, aturdida por las sensaciones que él le provocaba. Él la liberó entonces, acariciando sus muslos dándole espacio a relajarse y acostumbrarse de nuevo a la realidad – Eres un loco… – Soltó en un murmullo estrangulado, estaba colorada, molesta, satisfecha. Con él nada tenía sentido, nada.

–Así te gusto ¿no? – El tono burlón en su voz la hizo rabiar, el la rodeóo con sus brazos y besó el espacio en su nuca que tenía a su alcance estremeciéndola – Me llamaste Draco – Recordó, ella se sonrojó, aún no se había atrevido a tratarle así. Parecía que iban en reversa, haciendo todo al revés.

–Si.. – Se intentó levantar pero el se lo impidió con sus brazos -¿Está bien si te llamo así? – Sabía la respuesta.

–Ya era hora – Había un tinte burlón pero su forma de abrazarle en ese momento le dijo a Hermione que el Slytherin estaba feliz.

– Bueno Draco ¿me dejas levantarme? Me quiero acomodar las bragas – Él sonrío, peligroso.

Si, esas bragas…

Le permitió levantarse, las bragas cayeron hasta el suelo y el muy cabrón, las tomó antes que ella, quien lo miró con el ceño fruncido, el Slytherin se puso en pie y las guardo en el bolsillo de su pantalón, como si nada…

¿Qué ahora tienes fetiches extraños?

Quizá

–¡Draco! Dámelas – Chillo la chica

–No – Sonrió inclinándose lo suficiente para tener su mirada a la par de la de ella – Es un recuerdo – Quería golpearlo, besarlo también, si, con él todo era tan irracional.

–Eres un cabrón – Vaya ese es nuevo.

–Si hablando de eso ¿Cuándo me dejarás follarte? – Hermione parpadeó dos veces antes de ponerse colorada hasta las orejas. Le acaba de hacer cosas a las que no quería poner nombre por puro pudor y su petición la avergonzaba. Era una pegunta simple, pero el sonreía ladeado, mirándola profundamente con aquellos bonitos ojos grises que la derretían. Se mordió el labio y bajó la mirada buscando serenarse.

–¿Tienes que ser tan directo? –

-Soy práctico Hermione – Ella lo fulminó con la mirada.

–No, lo que eres es un cabrón malhablado – Se quejó

–¿Acaso yo te he insultado como tu lo estás haciendo ahora? – Sonrió, inclinándose más hacía ella para acorralarla contra la mesa posando sus mano sobre la madera a sus costados, ella dio dos pasos hacia atrás hasta que su trasero topo con el borde – Sino quieres está bien, es pura curiosidad ya que hace un momento parecías muy dispuesta – Si, quería arrojarle un libro. – De verdad me tienes loco – Murmuró, ok ahora quería besarlo.

Maldito cabrón.

–Podemos… - Empezó avergonzada, Draco la observó con curiosidad, es verdad la estaba molestando, no presionaría si ella no se sentía preparada pero… Ella lo estaba tomando enserio ¿de verdad? Eres un cabrón muy afortunado. Pensó –Regresar de vacaciones un poco antes – Ofreció ella, se sentía muy cohibida pero se aventuraría después de todo él tenía razón, ella también tenía muchas ganas de vivir eso con él – Y usar la sala de prefectos.. No habrá nadie si regresamos una semana antes – No era una mala idea, una sala cómoda, discreta, solitaria, privada. Era brillante.

–¿Estás segura? – Preguntó, ella lo miró, con aquellos bonitos ojos avellana cargados de timidez, pero a la vez un brillo de decisión.

–Si Draco, estoy segura – Un sentimiento indescriptible se anido en su pecho.

Estaban cerca, muy cerca cuando Madame Pince se asomó en su pasillo.

–¿No piensan ir a cenar? Ya voy a cerrar la biblioteca – Hermione dio un respingo sintiéndose atrapada y desnuda, no traía bragas, pero la falda cubría aquello, nadie lo notaría, Solo ella.

–Si Madame Pince, gracias – Soltó la chica dándole un codazo a Draco para que se alejara. Draco tomó su libro sobándole el golpe para seguir a una castaña que llevaba el rostro oculto con la cabeza gacha, estaba avergonzada lo cual por supuesto le divirtió.

Presente

₊°︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶ ‧₊˚

Hermione: ¿Por qué quisiste borrar todo esto?

Draco: Falta poco Granger…

.

.

Recuerdos en la mente de Draco Malfoy

₊°︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶ ‧₊˚

Si alguna vez había sentido que la vida podía llegar a tener un sentido fuera de su familia, fue en una tarde mientras leía un libro sobre medimagia. Hermione le había preguntado si le interesaba el tema, juntos se habían sumido en una conversación tan profunda sobre un futuro que a él muchas veces le sonó a imposible, el Slytherin entonces se había atrevido a confesar por primera vez a alguien lo que realmente quería hacer. Estudiar medimagia y ella sin una pizca de duda en su mirada le dijo "Serías un medimago excelente"

Ella en ese momento no lo supo, siquiera fue consiente de lo que provocó en él.

Rodeado siempre de responsabilidades, un pesado apellido, prejuicios y esa tarde, se sintió realmente como lo que era, un joven con sueños propios y ambiciones y ella… Tan pura e inocente lo alentó. Como nunca nadie lo había hecho.

Fue ese día en el que comprendió… Que ya no podía existir sin ella.

Como un perro, un perro domado.

Le habría gustado tener más tiempo, pero incluso las mejores cosas terminan precipitadamente. Se ahogan con el destino y buscan un fin abrupto sin remedio. Así fue como, una tarde un día antes de salir de vacaciones todo se derrumbó, por lo menos para él.

Caminaba por un pasillo aunque realmente no era plenamente consciente de donde estaba, quizá el quinto piso o el cuarto, no lo sabía y para ser sincero no le importaba en lo más mínimo, sentía que le habían arrancado los pulmones, el aire parecía acido, se sentía mareado y un sentimiento sumamente amargo estaba instaurado en su pecho inmovilizándolo, se detuvo contra una ventana, un fantasma pasó a su costado murmurando algo que él no entendió. Su cerebro estaba incapacitado para formar un solo pensamiento.

No podía respirar bien, ¿eso era ansiedad? O había caído en estado de Shock probablemente, se sentía… Increíblemente solo y desamparado.

Escuchó a lo lejos unos pasos corriendo precipitados hacia él pero no presto atención, no quería hacerlo. Si era sincero, habría sido mejor opción desaparecer.

–Draco… – Una voz familiar ¿Quién era? No importaba realmente, unos brazos lo rodearon arrancándolo de la bruma cuando el aroma dulzón de sus cabellos castaños llegó a sus fosas nasales, ella le abrazaba desde el cuello, atrayéndolo al calor de su pequeño cuerpo, calentando el frío que sentía, de pronto fue consciente de lo que había pasado y su cuerpo tembló, sujetándola con fuerza.

No… no podía perderla.

El "rato" que quería en un principio se había convertido en un "por siempre"

–Ya lo vi Draco… Estaremos bien ¿verdad? – Habló ella sobre su oído ¿Hermione estaba llorando? Comenzó entonces a acariciar esa mata de cabellos espesos y suaves. Enredando sus dedos para atraer su mirada a la suya, sus bonitos ojos avellana llenos de temor. Miedo. Y por supuesto lagrimas.

–¿Por qué no lo estaríamos? – Preguntó el gris de sus ojos estaba vacíos… había una tormenta que ella percibía claramente.

–Tu padre… Draco él no querrá que nosotros … – No pudo continuar, había callado su temblorosa voz con los labios, no quería pensar en ello, no quería tener que enfrentarse aún a la realidad. Juntos se enfrascaron en un beso tormentoso, profundo, largo, anhelante hasta que el aire fue ese molesto elemento vital que les obligó a separarse unos centímetros el uno del otro.

–Estaremos bien, confía en mi – Acarició su mejilla con suavidad, no podía mentirle, no quería mentirle, él quería creerse a sí mismo. Su padre había sido liberado, los mortifagos estaban cobrando fuerza, lo habían publicado aquella tarde en El Profeta y la noticia ya se había esparcido por todo Hogwarts.

Lo de Draco no era una simple rebeldía por parte de un hijo adolescente hacia su padre, él era Draco Mafoy su padre era un peligroso mortifago, un asesino despiadado y enfermo, enfrentarse a él era un ticket seguro al otro lado, debía pensar con cautela sus opciones.

Debía hacer el esfuerzo..

Porque ella estuviera bien..

Aunque no estuviesen juntos.

Una parte de él… Ya lo sabía.

–¿Lo prometes? – Preguntó ella en un susurro.

-Lo prometo – Hermione sabía que estaba mintiendo, pero una parte de ella quiso aferrarse a aquella promesa porque para ese punto ella ya estaba perdida e irremediablemente enamorada de él.