REY DE LOS DEMONIOS
Disclaimer: Los personajes de esta historia son de Rumiko Takahashi.
CAPÍTULO 1.
KAGOME
Temor. Era lo único que recorría mi cuerpo tras aquella batalla y mientras corría por el campo ya desolado. Los cuerpos ya sin vida de algunos soldados yacían en aquel aterrador escenario.
- ¡INUYASHA! - grité, aun sabiendo que la voz se me quebraría en el intento.
Me detuve en el filo del acantilado, busqué con la mirada al dueño de mi dolor, pero simplemente no lo encontré.
- ¡Kagome! - escuché que alguien me llamaba a lo lejos, pero decidí ignorarla por completo.
Usé todas las fuerzas que me quedaban para llenar de aire mis pulmones y rezar a todas las deidades posibles para que trajeran de vuelta a Inuyasha. Pero eso nunca pasó.
- Kagome...
Miré a Sango cuando su mano se posó sobre mi hombro.
- Sango... - repetí su nombre conteniendo el llanto - ¿Inuyasha...?
- Se ha ido - confirmó lo evidente.
- No...
- Princesa tiene que ser fuerte.
- ¡ÉL ESTÁ VIVO! Yo lo sé...
Me abrazó para contener mi aturdido y miserable ser.
- Cálmese por favor...
- ¡Princesa! - Aquella voz me provocó un escalofrío aterrador – Usted no debería de estar aquí, es muy peligroso.
Con mucha dificultad me liberé de la prisión casi inconsciente que había creado Sango alrededor de mi.
- ¿Dónde está tu Rey? - dije seria.
- Princesa yo...
- Kikyo, no lo volveré a repetir ¡DONDE ESTÁ TU REY!
La muchacha bajó la cabeza con fingido pesar. Lo supe porque, aunque intentó esconder aquella sonrisilla, la pude ver.
- ¡SANGO!
- Dígame princesa.
- Quiero que saques a esta serpiente de mi vista.
En ese instante los ojos de Kikyo me miraron con terror.
- No eres capaz... - se atrevió a retarme.
- Tienes razón, yo no soy capaz de quitarle la vida a un ser humano inocente. Pero tú - La tomé del brazo y la obligué a mirarme – No eres más de una maldita traidora.
- Pruébalo... - susurró.
- ¡Lo haré! Y entonces desearás no haber nacido.
Le di una última señal a Sango y esta se encargó de llevarla lejos de mi vista.
Para la noche toda mi vida había dado un giro de 360 grados y sin contemplación. Mis ojos ya se habían cansado de llorar, pero mi corazón y mente aún mantenían las esperanzas de que él todavía estuviera con vida.
Un suave golpe en la puerta alertó mi corazón.
- ¿Majestad? - Aquella voz... - ¿Puedo pasar?
Limpié mis mejillas una vez más y me cubrí con una bata.
- Adelante.
En cuanto mis ojos dieron con aquellos pares dorados mi corazón soltó un ladito doloroso.
- Sesshomaru. ¿Qué es lo que quiere?
- Por su tono majestad puedo deducir que mi presencia le molesta.
- ¿Es eso tan obvio? - moví la cabeza - ¿Cómo se encuentra ahora que el Rey se ha ido?
- Está muerto - aseguró con aquella característica crueldad.
- ¿Usted estuvo ahí? - no respondió - ¡ENTONCES NO PUEDE ASEGURAR NADA! Si tan solo hubiera acompañado a su hermano a aquella batalla ¡Él aún estaría con vida! - Pude ver un atisbo de dolor en su expresión seria - ¿Por qué no lo hizo?
- No era mi deber...
- ¡Era su hermano! - me precipité, pero aquel arrebato terminó en un dolor agudo en mi abdomen - Y si eso no era suficiente para usted, él era su Rey.
- Rey que impusieron para mi pesar.
- ¿Se atreve a cuestionar las daciones de su difunto padre? - dije fingiendo serenidad mientras me sentaba sobre la cama.
- No se sorprenda mi Reina, siempre lo he hecho. Y ahora, el motivo por el que estoy aquí es ese mismo.
- ¿Acaso, reclamará la corona?
- Se necesita alguien fuerte para mantener el imperio de los Taisho. Y antes de que diga algo, ese no seré yo, prefiero conservar mi orgullo intacto antes de ponerle una mano encima a esa corona.
- ¿Qué es lo que pretende? - Llevé una mano a mi vientre cuando el dolor se intensificó.
- Mi hermano está muerto, el impero se quedó sin un Rey ¿Qué cree que pasará después?
- ¡Por favor sea preciso! – dije adolorida.
- Cácese con el Rey de los Okami Yokai.
- ¡DE NINGUNA MANERA!
Me puse de pie rápidamente, decisión que lamenté en cuanto sentí que mis entrañas se desgarraban sin compasión.
- ¡Majestad!
La voz de Sesshomaru terminó por colmar todo el lugar, y en cuanto vi su mirada llena de preocupación bajé la mirada, y supe que la mancha de sangre sobre mi bata y bajo mis pies era un mal augurio.
Entonces el dolor se hizo más fuerte y terminé por doblegarme.
- Kagome – dijo Sesshomaru tomándome bajo sus brazos - Maldición... - musitó mientras me llevaba fuera de la habitación - ¡UN MÉDICO! - exclamó con desesperación - ¡SANGO!
En cuanto vi la mirada somnolienta de mi amiga, un nuevo golpe de dolor se instaló bajo mi vientre, provocando que soltara un grito lleno de angustia.
- ¡Majestad! ¿Qué le pasó?
- No es momento de hacer preguntas – intervino Sesshomaru – ¡Ve por el médico! La llevaré a la habitación principal – Sango asintió.
- No... por favor - musité mientras subía las escaleras – Ese lugar aún conserva su aroma.
- Eres la Reina ¿Qué pensará el médico si te ve en el cuarto de sirvientes?
Con aquel último comentario entramos a la habitación y como lo predije, su aroma aún se podía sentir en el aire.
- Inuyasha... - sollosé.
Sesshomaru me dejo sobre la cama justo cuando la puerta tras nosotros se abrió para dar paso al médico de la familia real.
- Majestad ¿Qué le pasó?
- No lo sé, estuvimos hablando y de pronto empezó a sangrar - contó Sesshomaru.
Grité de dolor mientras me retorcía sobre la cama.
- Por favor les voy a pedir que se retiren - Volvió a hablar el médico y todos obedecieron. Todos excepto Sango.
- Con su permiso mi Reina – dijo el médico antes de examinarme al detalle.
El dolor era insoportable, tanto que terminó por nublarme la vista y dejarme sin fuerzas para seguir consciente.
- ¡Majestad! - La voz de Sango se oía lejana - ¡Majestad!
Cuando abrí los ojos el dolor había desaparecido por completo, no podía decir si eso era un alivio o un problema mayor. Pero sea cual sea, aquello era lo de menos en cuanto el aroma de Inuyasha terminó por envolverme.
- Majestad.
Giré la cabeza lentamente y mis ojos enfocaron unos dorados.
- ¿Sigue aquí? - Cuestioné curiosa - Pensé que estaría en una reunión de confraternidad con el Rey de los Okami Yokai.
- Kagome...
- ¿Qué pasó con la formalidad príncipe Sesshomaru?
- Bien sabes que nunca existió tal formalidad – dijo serio – Tenemos que hablar.
- Ahora estoy muy cansada...
- Lo sé, pero esto es importante - aseguró tajante.
- ¿Más importante que formar alianzas? - ataqué.
- Más importante que todo el reino junto.
Lo miré seria ¿Qué podría ser? ¿Qué era lo que ocultaba su mirada? Pero si de algo estaba segura, era que aquello no iba a ser de mi agrado.
- Kagome perdiste a tu bebé.
Aquella confesión me tomó por sorpresa y más sabiendo que aquella información no era de mi conocimiento.
- ¿Qué?
- Kagome...
Intenté sentarme con mucha dificultad.
- ¡Mientes! solo me torturas. Yo no estaba embarazada...
Los ojos de Sesshomaru se abrieron en sorpresa.
- ¿No lo sabias?
Negué en desesperación.
Esto no podía estar pasando, no ahora, no después de tantas cosas. Cuantas desgracias más tenía que pasar. ¿Cuánto más tenía que soportar en su ausencia?
