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Advertencias del capítulo: (Lenguaje soez)
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Disclaimer: Ranma 1/2 y sus personajes NO me pertenece
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Nota: Esta historia es completa y absolutamente MÍA, y no es permitido tomarla sin mi autorización.
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UNEXPECTED LOVE
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CHAPTER 1
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Emotions and Feelings
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Con un suspiro, Akane Tendo se deslizó en el banco, permitiendo luego de una mañana agotadora, que sus pobres pies finalmente tuvieran un descanso.
Llevaba todo un día de vueltas, en un ir y venir que no había logrado más que causarle una inmensa frustración. Estaba cansada y no parecía que podría remediarlo en un corto periodo de tiempo.
La cafetería a la que había ingresado, tenia una temática muy moderna que se hizo popular de un tiempo al presente. Se trataba de un restaurante estilo americano, de esos que se vislumbraban en las películas estadounidenses de finales de siglo pasada, donde habían tocadiscos, carteles en las paredes y hasta un pequeña —parecía más bien decorativa— pista de baile.
Las chicas tenían trajes de meseras con volantes en la falda y un distintivo gorrito en forma de barco sobre la cabeza. No supo porque observó aquel detalle con demasiada atención. Talvez porque se sentía muy agotada y tendía a divagar cuando era así.
—¿Puedo tomar su orden? — una voz femenina la hizo sobresaltar. Levantó la mirada y se encontró con unos enormes ojos castaños. Era una chica menuda, incluso un poco más pequeña que ella, con el cabello verde largo y una sonrisa deslumbrante en los labios. Llevaba una carpeta en manos, donde seguramente tomaba los apuntes.
—Yo… quería — sintió como las mejillas le ardían mientras empezaba a buscar las palabras para soltar aquello que deseaba preguntar.
—¿Necesita el menú? — indagó la mesera con amabilidad extendiéndole una carpeta plastificada. Ella la tomó.
—Si, también… — carraspeando, Akane ladeó el rostro de un lado a otro —. Bueno, en realidad… deseaba saber si de casualidad están contratando personal aquí.
—¿Contratando? — una mueca de confusión se plasmó en la expresión de la chica, luego frunció el ceño y giró para observar a la caja —. No he escuchado nada ¿Vio algún letrero o comunicado?
—No en realidad — enrojecida, Akane se apresuró a negar —. Estoy buscando trabajo y quería saber si había una vacante.
—Puedo preguntar — se ofreció amablemente la gentil joven.
—No se preocupe — negó, luego miró el menú.
—No es molestia, mientras tanto puede ver el menú para saber que va a pedir.
—Gracias — Akane la observó alejarse.
Suspiró, llevando las manos a sus mejillas calientes. Aquella mañana había sido un constante porvenir de decepciones, pero estaba acostumbrándose, pues era exactamente así, como había percibido los últimos tres días desde que había llegado a Tokio.
Creyó que ir a la gran ciudad a perseguir su sueño sería más fácil. Había obtenido la beca de estudio que anheló por tanto tiempo. El esfuerzo, las horas de desvelo y todo el tiempo invertido en ello, dio sus frutos, pero en cuanto la universidad le solicito presentarse, supo que debía mudarse a Tokio.
Su padre se había mostrado renuente en un inicio, pero Akane lo anticipo, por lo que estuvo hablando con él sobre ello durante los últimos meses. Él no deseaba que viviera lejos y le había ofrecido la opción de que viajara de ida y vuelta a casa, pero Akane sentía que estaba en una edad suficientemente madura para independizarse, además de que la rutina de viaje prometía ser más extenuante de lo que estaba dispuesta a soportar.
Su beca estudiantil tenía condiciones estrictas y una de ellas era la de mantener su promedio académico. No tenía problema acerca de ello, pero no quería adicionar más cargas mentales que luego se pusieran pesadas. También necesitaba conseguir un nuevo trabajo para sostenerse económicamente, algo imposible si viajaba a su natal Nerima.
Al final, su padre cedió, haciéndole prometer que pasaría todas las vacaciones disponibles en casa, y ella aceptó, solo porque sabía que nunca obtendría nada mejor que eso.
Había llegado a Tokio, una semana antes de su ingreso a la universidad. Su padre había tratado de retrasar su viaje, pero Akane fue sabía en su elección y estaba agradecida por no ceder.
En un inicio, intentó conseguir un apartamento con los ahorros que poseía, pero establecer un trato cuando estaba aún en Nerima le parecía imprudente. En cuanto viajó a Tokio, decidió hospedarse en un hotel y luego empezó su búsqueda. Sin embargo, el coste del mismo sobrepasó en creces sus números, por lo que su búsqueda se volvió más una necesidad que una obligación.
La labor de encontrar trabajo y un hogar rentado era agotadora, pero estaba muy dispuesta y a la expectativa de la nueva vida que le esperaba. Lamentablemente, no considero que más que difícil, aquella tarea parecía casi imposible. Los últimos tres días habían sido una serie de desafortunados acontecimientos que le hicieron plantearse varias veces, todas aquella ideas fantasiosas que había tenido el último año.
Tokio era tal como sabia que lo sería. Una ciudad moderna, activa y con vida propia. Había ido ahí un par de veces a lo largo de su vida, pero un viaje fortuito era increíblemente distinto a establecerse en el lugar.
No había conseguido un apartamento aún. No es que buscará algo de mucho lujo, ni nada que se le pareciera. Había bajado sus estándares desde el segundo día, en cuanto notó que soñaba más de lo que posiblemente conseguiría, y con una diferencia abismal a lo que sus posibilidades económicas le permitían pagar.
Decidió que no necesitaba mucho, que podía vivir sin una gran vista o cosas que se le parecieran, pero no hizo mucha diferencia. Entonces, para el tercer día como era el presente, simplemente se dijo que necesitaba un espacio funcional. No debía ser algo grande, ni siquiera bonito. Podía compartir si era preciso y su única petición era que estuviera ubicado cerca de la universidad. Estaba enfocada en ello, pero una nueva vuelta alrededor de la ciudad la había dejado una vez más sin opciones y la búsqueda de trabajo no iba mejor.
No poseía ninguna experiencia laboral, pero si muchas ganas y disposición, ingenuamente creyó que sería suficiente, pero era evidente, una vez mas, que estaba equivocada.
—Hola — la voz femenina la hizo sobresaltar, tan metida en sus pensamientos como se encontraba.
Akane levantó el rostro y observó a la misma dulce chica de antes.
—¿Si?
—Hable con la jefa y dice que por el momento no hay ninguna plaza disponible, pero que si desea, puede dejar su número.
—Claro — asintió con rapidez.
—Puede escribirlo aquí — ella le extendió un papel.
Akane escribió su número de teléfono y luego le agradeció encarecidamente por el favor.
—Le conseguí el periódico. Hay una sección donde puede encontrar empleos, así es como yo llegue aquí — le extendió el impreso doblado.
—Muchas gracias — susurró por segunda vez, inclinando el rostro ligeramente.
—No hay cuidado… ¿Ya sabe lo que ordenara?
No había comido más que un panecillo con un jugo en la mañana, para esa hora del día estaba famélica.
Sin embargo, estaba apretada con el dinero, ya que había decidido solo gastar lo necesario hasta conseguir un empleo, por lo que decidió limitarse a dos comidas al día.
Aun era muy temprano para comer algo. Akane tomó el menú en manos y se lo extendió a la chica.
—Por el momento estoy bien así ¿Aunque seria mucho pedir un vaso con agua?
—Claro — la chica no hizo una mueca, ni expresión reveladora sobre sus palabras, pero Akane sintió la empatía emocional hacia su persona. No era algo que la avergonzara de hecho, al menos, no viniendo de una persona tan gentil como lo había sido aquella joven.
Observó que daba media vuelta y se acercaba a la barra.
Akane sonrió y bajó la mirada hacia el periódico, desdoblándolo.
No era muy fanática de aquella actividad en particular, ni de las noticias en general, por lo que estúpidamente, hasta el momento, no se le había ocurrido buscar en él lo que tanto necesitaba.
Empezó a pasar página por página hasta dar con la sección de trabajos. Las primeras opciones fueron descartadas al instante por la solicitud de algún título universitario o técnico, las segundas por la falta de experiencia. Ya pasaban de las tres de la tarde, por lo que optó por llamar temprano, al día siguiente, a las únicas tres opciones disponibles para ella.
Guardaba los números en su teléfono, cuando alguien carraspeó a su lado, se trataba de la mesera. La chica traía una bandeja en manos, Akane frunció el ceño mientras desplegaba frente a ella, un sándwich, lo que parecía un batido de color rosa y un vaso con agua.
—Disculpa… — confundida, levantó la mirada y se encontró con su expresión sonriente —. Pero… yo no pedí nada.
—Esto va por la casa — la chica le guiñó un ojo.
—Pero… no puedo aceptarlo… yo…
—No se preocupe… se por lo que esta pasando. Hace unos meses estaba igual. Solo no se preocupe en exceso, aunque no lo parezca, todo va a pasar y pronto va a encontrar lo que busca.
—Ohh… — Akane miró sorprendida su sonrisa.
—El sándwich es mi favorito, espero que le guste el pollo, y la bebida es un batido de fresas… porque no hay nadie en el mundo que pueda odiar las fresas… creo.
—Pero yo…
—Espero que disfrute su comida — ella hizo una reverencia ligera y se alejó, sin permitirle formular una palabra.
Akane miró el plato con una sensación de un nudo en el pecho. Aquel era un gesto muy compasivo y dulce de parte de una desconocida. Por un momento, su parte más cínica se preguntó si su expresión habría revelado algo que no deseaba, pero detuvo el pensamiento, decidiendo no quitarle la bendición a alguien que había hecho una buena obra con todo su corazón.
El emparedado estaba delicioso y la frescura del batido calmó su sed.
Mientras leía el periódico, Akane cayó en una nueva sección con el encabezado de "viviendas"
Irguiéndose con curiosidad, dejó el sándwich casi por terminar, a un lado, y empezó a buscar en cada casilla. Había de todo, desde enormes casas, hasta apartamentos familiares, pent-house y cuartos individuales. Los precios eran actualmente inalcanzables para ella, por lo que decidió seguir bajando, con un poco menos de esperanza en cada reglón leído.
Estaba a punto de rendirse cuando finalmente algo llamó su atención. Se trataba de un espacio compartido, en un edificio de apartamentos bastante cercano a la universidad. La publicación no decía mucho, solo que tendría su propia habitación, que podría llevar sus cosas, que compartiría baño y también que no se aceptaban mascotas, por política de los arrendadores; más abajo, Akane vislumbró un número.
Lo considero un momento, pero solo pudo pensar en todas las ventajas que suponía conseguir aquella oportunidad. Un espacio compartido también implicaba gastos compartidos. Dado que el edificio estaba cerca de la universidad, se ahorraría el coste del transporte y eso le permitiría también manejarse de su vivienda al edificio estudiantil sin ningún contratiempo. Casi sintió como si aquella fuera una revelación divina a todas sus plegarias.
Akane sacó su teléfono rápidamente y se apresuró a marcar el número correspondiente; sin embargo, se detuvo en el ultimo segundo, insegura. Volvió a leer la publicación y cayó en cuenta de que la misma, no hacía referencia acerca del género de la persona que buscaba un roommate.
No era que tuviera un problema con los chicos, pero no le parecía apropiado vivir con uno. El concepto de vivir con un desconocido ya era difícil, pero siempre había asumido que se trataría de una mujer, lo cual consideraba más prudente, por lo que parecía una decisión francamente temeraria y osada, hacerlo sin la firmeza absoluta de que su compañero de piso no se tratara de un hombre. No tenía mucha experiencia con el género opuesto —por no decir ninguna— y no quería ser una de esas personas que juzgarán, pero no podía dejarlo ir con facilidad.
Por el momento, aquella era la única opción que había encontrado, no es como si las ofertas como esas abundaran y quizás sería la última que tendría, lo mejor que podía hacer era llamar y ver que sucedía luego. No tenía muchas expectativas y aun así, pidió a Dios que nadie hubiera llamado previamente, no sabia cuanto tiempo tenía la oferta publicada.
Tomó una inhalación profunda y marcó el número incluso antes de arrepentirse.
El sonido de la llamada entrante rivalizaba con el de su corazón, que golpeaba su pecho con mucha fuerza.
La llamada entró y una voz contestó del otro lado.
—Buenos días.
¡Era un hombre!
Akane sintió como la garganta se le secaba y se apresuró a carraspear, antes de abrir la boca.
—Buenas — su voz se encontraba débil, por lo que tragó antes de continuar —. Estoy llamando por el anuncio del apartamento compartido ¿Es este el número correcto?
—Ohh… — la persona del otro lado parecía sorprendida —. Si, es este.
—Entonces… ¿Es usted la persona que busca compañero?... es que estoy buscando un apartamento ahora y…
—De hecho — el chico gruñó y permaneció unos segundos en silencio antes de continuar —. No soy yo el dueño del apartamento sino mi hermana.
—Ahhh, ya.
—Estoy contestando su teléfono, disculpa… — parecía decidido —. Ahora la llamo… ¡Ranko! ¡Tienes una llamada!... — se escuchó un ruido y como si el teléfono fuera depositado sobre algo.
Akane frunció el ceño y espero, mientras llevaba el índice a la taza del batido a medio terminar y tocaba la circunferencia del mismo, llevándoselo luego a los labios, para lamer la poca crema batida que había recogido.
Hubo un sonido del otro lado y luego una inhalación ligeramente ruidosa.
—¡Hola! — la voz se escuchaba agitada y un poco chillona.
—Buenas tardes — Akane sonrió, mientras fijaba la mirada en un punto indefinido de la mesa —. Estoy llamando por el apartamento compartido. Su… hermano contestó y bueno… no se si él le comentó que estoy…
—Ahh, si, si, claro… — una risita pequeña tintineó justo en el oído de Akane.
—Es un alivio que sea una chica — la Tendo suspiró con una sonrisa —. Estaba asustada de pensar que había sido tu hermano el que solicitaba un compañero de piso.
—Me lo imagino — rió nerviosamente.
—Menos mal que no es así — se sentía profundamente aliviada —. La publicación aún está vigente ¿cierto? ¿Aún está disponible el apartamento?
—Así es… todavía necesito un compañero de piso.
—Bien… ¿Podría darme la información?
La chica no había podido encontrarse con ella el día anterior, por lo que Akane programó una cita para la mañana siguiente, para conocer el apartamento.
Miró el edificio en el que esperaba vivir pronto y sonrió, antes de emprender camino dentro. Al ser una residencia de apartamentos, en la entrada no había ninguna seguridad. La construcción contaba con al menos quince pisos. No había mucha actividad a esa hora, pero no era algo inusual, pues eran ya las nueve de la mañana y la mayoría de los residentes deberían haber iniciado sus actividades diarias.
Ranko le había comentado que ella vivía en el tercer piso, en el quinto apartamento. El edificio contaba con un ascensor, pero aunque tomó el dato, decidió subir por las escaleras. Estaba cada vez mas entusiasmada con la idea de vivir ahí cuando finalmente llegó a la dirección acordada. Su pecho bullía de excitación. Levantó la mano y no dudo un segundo, en tocar tres veces exactas.
Del otro lado, solo se escuchó un vago y extraño "ya voy". Akane asintió, se meció sobre su cuerpo y luego, miró a los lados del pasillo. Por lo que había visto, por piso habían cinco apartamentos, lo que significaba que habrían al menos de sesenta a setenta y cinco viviendas considerando que habían unas familiares también.
Era bastante gente.
Se sentía extraño. No estaba acostumbrada a convivir con tantas personas y aunque sabía que era poco probable que realmente tuviera contacto con una minoría siquiera, era novedoso.
Escuchó como alguien recorría el pasillo y antes de siquiera voltear el rostro, la puerta finalmente se abrió.
Del otro lado, había una chica muy bonita, de cabello rojo y llamativos ojos azules. Era un poco mas baja que ella y poseía una sonrisa deslumbrante. Llevaba una camisa enorme, sin duda masculina y un short que se asomaba apenas debajo. Era evidente que estaba vestida para andar en casa. Le gustó que ella luciera como una chica tranquila y nada pretenciosa.
—¡Hola! — le saludó entusiastamente.
—Hola… Soy Akane, la chica que llamo por lo del apartamento.
—Asumí que eras tu, eres la única visita que tenia hoy.
—Ahhh, bien… menos mal — sonrió.
—Pero pasa… — la pelirroja se colocó de lado y le indicó con la mano que ingresara, Akane lo hizo.
La entrada era un estrecho pasillo que abría paso hacia un pequeño salón de estar donde solo había un sofá negro mediano y una alfombra azul oscura, además de un mesa central baja.
—El apartamento no es muy grande, pero cuenta con todos los espacios correspondientes — musitó la pelirroja, acercándose a ella —. Sígueme.
La chica la guió dentro del salón y hacia un pasillo. Una entrada daba hacia una cocina pequeña donde apenas había una estufa y un refrigerador mediano, además de un escurridor sobre el lavabo en el que se encontraban algunos utensilios de cocina.
—Como puedes ver, no poseo muchas cosas, solo lo básico. Acabo de mudarme hace un mes.
—Esta bien — asintió —. Yo tampoco tengo muchas cosas.
—Puedes traer lo que tengas o si quieres comprar algo, también.
Akane consideró la idea de amueblar el apartamento entre ambas. Mientras viviera ahí, sería un gran plan y cuando ambas tuvieran que partir, cada quien podría llevarse las cosas de su propiedad.
—Me gustaría eso.
—No se si tienes ya una estufa o refrigerador. Yo conseguí estos la semana pasada.
—No, en realidad no. No se si lo había mencionado, pero acabo de llegar a Tokio esta semana.
—Vaya… no, no creo que lo hayas dicho.
—Bueno… — encogió un hombro —. Tengo que conseguir algunas cosas aún, pero creo que no me enfocare mucho en utensilios de cocina.
—Esta bien… puedes usar los míos si así lo deseas.
—Gracias — sonrió rápidamente —. No soy muy diestra en la cocina, pero hago unos emparedados deliciosos.
—Yo cocino muy bien — Ranko empezó a caminar por el pasillo y la siguió —. Si vivimos juntos, puedo cocinar para ambos.
—Ohh, no. No quiero molestar.
—No sería una molestia.
Se detuvieron al final del pasillo, el cual terminaba con una puerta. En un espacio moderado, también a cada lado, se encontraban otras dos. Asumió que debían ser los dormitorios.
—Esta es mi habitación — Ranko señaló con el pulgar y por sobre el hombro, la puerta a su espalda —. Este es el baño — indicó hacia la que terminaba al final del pasillo, justo frente a ambas —. Y esta sería tu habitación si llegamos a un acuerdo.
La chica abrió la puerta y la empujó, permitiéndole tener un vistazo.
Dentro, no era más que una simple alcoba de cuatro paredes con una sola ventana, aunque al dar un paso dentro, Akane notó que en el lado derecho, justo atrás de la puerta, habia un armario incrustado en toda la pared.
—Ese viene con la habitación por supuesto — musitó la chica a su espalda.
—Menos mal — Akane sonrió, luego ingresó y se encaminó a la ventana. Su vista no era frontal, pero la parte de atrás el edificio tampoco estaba tan mal. Ya que se encontraba suficientemente arriba, poseía una buena vista de los establecimientos y edificios mas cercanos.
Ella volteó, cada vez más convencida de que aquel apartamento era el indicado. Miró a Ranko, hasta que algo mas captó su atención. Había una puerta en la pared del lado contrario.
—¿Y eso?
—Ahhh… — la chica se acarició la nuca, su risa era un poco nerviosa —. No te lo dije por teléfono, porque lo olvidé, pero… si te comente que el baño es compartido ¿cierto?... solo que puedes ingresar desde las habitaciones.
—Ohhh… — ella parpadeó, un par de veces.
Ranko suspiró y abrió la puerta.
—Posee tres puertas… esta, la frontal y… — señaló el final —. La mía también.
—Vaya… esperaba compartir baño, pero… creí que seria desde la entrada frontal.
—Si, bueno… debí habértelo dicho antes…
—En realidad — Akane lo consideró un momento antes de negar y apresurarse a sonreír —. No hay problema… somos mujeres después de todo. No tengo problemas con… ya sabes, con otra chica.
—Ahh, si… ¡Que bien!... — Ranko lucia nerviosa, seguramente porque temía haberla molestado.
—¿Puedo pasar? — Akane señaló el interior del baño.
—Claro, pasa.
El baño era más grande de lo que había esperado, aunque básico como supuso. Contaba con un lavabo, el inodoro y una ducha con puerta de cristal. El vidrio no era del todo transparente, por lo que podía ver en parte lo que había dentro. Solo vislumbró un bote de shampoo, un estuche de jabón en barra y lo que parecía un objeto mas pequeño, dedujo que debía tratarse de una afeitadora manual.
Sin embargo, lo que realmente llamó su atención fue lo que parecía una ropa interior colgada en la parte superior de las puertas de la ducha. Akane frunció el ceño, mirándolo con fijeza. Ella podría estar equivocada, pero aquello parecía ropa interior masculina… si, era un bóxer.
—Eso es…
—Ahhh — Ranko jadeó y se acercó a la ducha, colocándose de puntillas para alcanzar la ropa. En cuanto la tuvo en manos, la hizo un bulto.
—Entonces… yo… — ella quería preguntarle si traía compañía masculina al apartamento, pero le parecía un poco brusco, sin contar que era una falta de respeto total a su intimidad.
—Es de mi hermano — la chica soltó una risita nerviosa —. Él vino a visitarme unos días y seguramente olvidó esto.
—¿Tu hermano? — Akane no tardó en recordarlo. La voz masculina que le había contestado el día anterior.
—Ahhh…
—Es mi… hermano gemelo. Su nombre es Ranma.
—¿Ranma?
—Si, Ranma Saotome. Es un buen chico… muy guapo e inteligente.
A Akane le dio ternura la manera en la que lo decía. Sin duda Ranko amaba mucho a su hermano.
—Él es el mayor ¿cierto?
—Disculpa… — la chica lucía confundida.
—El mayor de ustedes dos.
—Ahh, si, si — asintió efusivamente y pareció recordar algo —. Por dos minutos nada más.
—Ya veo… yo también tengo dos hermanas mayores.
—Que bien.
—Si… ¿Y Ranma está en la universidad?
—Si… — Ranko frunció el ceño —. ¿Lo conoces?
—No, claro que no. Solo me parece curioso que busques compañero cuando él también está en la universidad. Me dijiste que te habías mudado aquí porque estudias en la universidad de Tokio.
—Ahh… es que él… no ingresó ahí, sino en otra.
—Que lastima — suspiró —. Creí que podría conocerlo.
—Tu también estas en la Tokio ¿cierto? — indagó.
—Así es.
—¿Y que carrera llevas? — la chica se alborotó el flequillo —. Tenía pendiente preguntártelo… para ver si… estamos juntos.
—Seria perfecto ¿no? — eso logro emocionar a Akane —. Estoy estudiando ciencias sociales ¿Y tú?
—Negocios y economía — soltó con una enorme sonrisa. A Akane le pareció curioso que de pronto luciera tan feliz, aunque la expresión no duró mucho —. Es una lastima que no estemos juntos.
—Cierto… — asintió —. Pero seguramente compartiremos algunas clases. Ambas carreras están entrelazadas.
—¿Si? — Ranko parecía preocupada.
—Entonces… preferiste vivir sola…
—Si… mi hermano vive con un amigo y yo quise independizarme. Ya sabes… vivir lejos de él. No siempre puede estar ahí para protegerme.
—Se escucha como una persona grandiosa.
—Lo es… en fin…
—Disculpa — Akane llevo una mano a sus labios —. Me entrometí demasiado e hice preguntas indebidas.
—No te preocupes… esta bien así. Por ahora… ¿Qué te parece el apartamento? Entenderé si quieres pensarlo.
—¡Lo quiero!
—¿Cómo? — Ranko parpadeó.
—Quiero vivir aquí. Me encanta el lugar. Esta cerca de la universidad, no tengo problema en compartir y tú luces como una gran compañera de piso — sonrió enormemente —. Espero que nos llevemos muy bien y seamos amigas.
Ranko parecía conmocionada y la miraba como si fuera la cosa mas divina y sorprendente del mundo. Seguramente había pasado por una odisea para conseguir una compañera de cuarto, Akane no podía sentir triste por eso, porque le había dado la oportunidad de llegar ahí.
—Entonces… ¿Serás mi compañera?
—¡Claro que si! — Akane asintió —. Me mudo hoy mismo si no tienes ningún problema.
—En lo absoluto. Puedes pasarte cuando quieras.
—¡Grandioso! — ella quería saltar de la alegría, pero sabiamente se contuvo —. Muchas gracias por la oportunidad — se inclinó —. Prometo cumplir con mi parte y espero que nuestra convivencia sea grata. Estoy a tu cuidado.
—El gusto es mío — Ranko también se inclinó.
Akane se irguió y supo que aquella oportunidad había sido una elección del destino.
Así que esperaba que solo vinieran cosas grandiosas a su vida.
Habían transcurrido tres semanas desde que se mudó a su nuevo apartamento.
Su vida se había vuelto tan ajetreada como sabia que sería, pero Akane se sentía muy satisfecha. Luego de varios días de busqueda, finalmente había conseguido un nuevo trabajo de medio tiempo como mesera, en un restaurante. La paga era mucho mejor de lo que había esperado y le alcanzaba para pagar la renta, los gastos de la universidad y personales. No podría ahorrar y definitivamente, no ganaba una cantidad exorbitante de dinero, pero abarcaba todo lo debido y era suficiente.
La universidad era tan emocionante como sabia que sería. Había ingresado solo cuatro clases, porque quería adaptarse a su vida actual antes de dar un paso demasiado osado. Las clases eran en la mañana, por lo que tenia el resto de la tarde para trabajar y la noche para completar sus tareas y proyectos. No podía negar que el ritmo era agotador y que las dos primeras semanas se había sentido infinitamente agotada, pero para ese momento, empezaba a manejarlo.
Los pies le palpitaba justo cuando llegó a su edificio. Dado que no hacía ningún ejercicio por falta de tiempo, solía subir las escaleras, pero esa noche estaba cansada y decidió ir por el ascensor. Había hecho tres horas extras en el trabajo, las cuales le valdrían algo de dinero adicional. Lo aceptó porque al día siguiente era sábado y no tendría clases, ni también que levantarse temprano.
Llegó a su piso un santiamén y se encaminó a su apartamento. Sacó sus llaves de la mochila y abrió la puerta. Las luces estaban apagadas, se quitó los zapatos en la entrada y tomó sus pantuflas de andar en casa, deslizando los pies en ellas. Se sentía celestial.
—¡Estoy en casa! — exclamó, aunque dudaba que su compañera de piso se encontrara ahí.
Se encaminó directamente a su habitación. Había comido en el restaurante, por lo que pretendía estudiar el resto de la noche. Tenia que adelantar algunos trabajos y repasar unos pocos temas, para no olvidar nada. Tomaría una ducha y luego enfocaría su mente en los estudios, aunque también pretendía relajarse un momento. Merecía un descanso luego de una semana ajetreada, talvez veria algo en la television o se distraeria en el celular un rato ya que planeaba dormir temprano.
Esas semanas, su vida había sido una montaña rusa de emociones. Desde el momento en el que ingresó a la universidad y poco después consiguió trabajo, no había logrado mucho tiempo de descanso. Inscribir cuatros clases, fue la mejor decisión que tuvo en mucho tiempo, le había permitido la libertad de adaptarse a la vida universitaria, también la oportunidad de conseguir un trabajo y por supuesto, de acomodar sus horarios.
Estaba saliendo del baño cuando tomó su teléfono, notó un mensaje entrante. Se trataba de Akari, su nueva amiga. Había sido una sorpresa total cuando se encontró con la mesera que le había ayudado cuando mas desanimada se sentía. Gracias a ella había conseguido aquel apartamento y casualmente estudiaban la misma carrera, por lo que coincidían en dos, de las cuatro clases que tenía.
Había resultado ser una chica muy dulce y alegre, y ambas se llevaban mejor de lo que había esperado. Tenían tantas cosas en común que pocas veces existían silencios entre ambas y Akane empezaba a considerarla una buena amiga. Diariamente, habían comenzado a encontrarse en los almuerzos y su compañía era agradable. Había congeniado con otras chicas, pero ninguna como Akari.
También estaba Ranko, aunque lamentablemente no la había visto mucho esas semanas, lo cual se sentía extraño, pues vivían juntas. La pelirroja había resultado ser alguien amable, dulce y amistosa. Su disposición era absoluta para cualquier problema que pudiera tener y la había hecho sentir lo más cómoda posible. Incluso, fue ella quien le ayudó con la mudanza y el arreglo de sus cosas en el apartamento. Sin embargo, apenas la había visto desde entonces, era como si Ranko solo hubiera desaparecido.
La chica le explicó que trabajaba en la mañana y unas horas en la noche, y que estudiaba en las tardes, lo que la hizo comprender la razón por la que no habían coordinado nunca. Ranko salía del apartamento desde muy temprano, cuando ella aún se encontraba dormida y volvía nuevamente, cuando el sueño le había vencido. Apenas la veía los fines de semana, porque ni siquiera permanecía en casa, ciertamente le sorprendía su energía.
Volviendo al presente, se apresuró a contestar el mensaje de Akari y luego decidió cambiarse, por algo cómodo.
El resto de la tarde-noche, se dedico a los estudios, tal como había planeado. Sin embargo, casi a las ocho, con el inicio de un dolor de cabeza y un poco de hambre, decidió dejar aquello por la paz. Salió de la habitación y se dirigió a la cocina. Ranko no había llegado aún, pero ya no le sorprendía. Se acercó al refrigerador y se sirvió un vaso con leche y cereal.
Volvió a su dormitorio y decidió distraerse con algo en la televisión. Había logrado comprar una a un precio módico. Aunque no había estado entre sus planes, fue su padre quien le envió el dinero para hacerlo y aunque se negó, él podía ser muy convincente e insistente.
Intercalando su atención entre el teléfono y el programa de TV, terminó de comer y se distrajo un momento. Sus ojos se cerraban cuando finalmente decidió dormir. Se acercó al baño, hizo su aseo rutinario y volvió a la habitación
Aunque los primeros días, dormir había resultado una hazaña, en ese punto ya se sentía cómoda con el lugar, por lo que no tenia ningún problema.
Lo último que pensó fue en lo extraño que era dormir en un lugar tan silencioso, justo antes de que el sueño le venciera.
Akane frunció el ceño, despertando.
La bruma en su mente hacia que fuera difícil entender su alrededor, pero una mirada a la ventana y bajo la cortina, le permitió verificar que aun no había amanecido.
Su vientre punzaba y fue entonces que cayó en cuenta de que habían sido las ganas de ir al baño, las que la habían sacado de un profundo sueño.
Por un momento le pareció también haber escuchado su nombre solo un momento atras, pero eso sería extraño. Se convenció de que seguramente lo había soñado.
Sacó los pies de la cama y se irguió lentamente, permaneciendo sentada unos pocos minutos. Fue consciente hasta ese instante, del sonido en el baño y cuando dirigió su mirada ahí, notó que la luz se filtraba a través de la puerta.
Ranko había llegado.
Akane buscó su teléfono y se dio cuenta que pasaban de las doce de la medianoche.
¡Ohh mierda! Las ganas de ir al baño aumentaban. Por lo que parecía, Ranko se estaba bañando. Akane esperaba que no tomara mucho tiempo.
Presionó los muslos entre sí y esperó, pero con la continuidad de los segundos, la sensación se fue haciendo peor. Se puso de pie con rapidez y se acercó a la puerta, tocando una vez.
—Ranko, necesito ir al baño.
Esperó, pero no recibió contestación alguna.
Volvió a intentarlo.
—Ranko…
Nada, pero ella no podía aguantar más. Si lo hacía, corría el peligro de orinarse en sus pantaloncillos.
—Voy a entrar — comunicó ansiosa. Tomó el pomo de la puerta y espero que Ranko no hubiera hecho llave.
Por suerte no era así.
Dentro, la humedad fue sorprendente. El baño se encontraba lleno de vapor. Akane no lo pensó un segundo antes de ingresar. El sonido del agua en el interior, era aún mayor y no podía creer que Ranko estuviera tomando una ducha caliente. Aquellos días, el calor se había propagado por doquier, tanto así, que parecía verano. El sistema de ventilación del edificio definitivamente era de gran ayuda, pero no podía imaginarse tomando un baño de aquella manera.
Ranko no pareció percibir su presencia, pero ella tampoco estaba muy atenta, pues lo que más deseaba era hacer sus necesidades. En cuanto terminó, se acerco al lavabo y abrió la llave para lavarse las manos.
Justo cuando había terminado, escuchó como la puerta de la ducha era abierta. Permaneció de espaldas, para proteger la intimidad de su compañera.
—¡Mierda!
Una voz masculina la hizo tensar. Akane levantó la mirada y observó a través del reflejo del espejo sobre el lavabo. El vidrio estaba empañado por el vapor, pero ella pudo distinguir una figura indudablemente varonil.
Con un gemido, volteó y miró con total sorpresa que había un hombre ahí. Tenia el cabello un poco abajo de los hombros, húmedo sobre su piel. Unos ojos llamativamente azules y el torso desnudo.
Pero no era lo único desnudo.
Akane deseó haberlo evitado, en serio que si. Pero estaba tan sorprendida que simplemente le recorrió con la mirada y pronto, fijó la misma, en el regazo desnudo del sujeto.
Había un hombre desnudo en su casa
¡Desnudo!
La morena soltó un grito que vibró en las paredes del baño. Dio un salto y corrió, tomando la puerta más cercana e ingresando a la habitación del otro lado.
La luz estaba encendida y pronto se dio cuenta que no estaba en su dormitorio.
¡Era la habitación de Ranko!
Miró hacia la cama, decidida a reclamarle por traer un hombre a la casa sin siquiera avisarle, pero encontró el lecho vacío y tendido.
¡¿Que mierdas?!
¿Porque Ranko no estaba ahí?
Si había un hombre desconocido ahí, le parecía obvio pensar que fue Ranko quien lo invitó, pero si no era así ¿Quién era ese sujeto?
¿Acaso se trataba de un asaltante?
¡No!
¡Claro que no!
¿Qué ladrón se tomaba la molestia de tomar una ducha antes?
¿Y si se trataba de un asesino o violador?
Akane jadeaba, considerando cada cosa que se le pasaba por la mente. Ella podría tener un ataque al corazón en ese momento.
Miró la puerta del baño, al percibir un movimiento y se dio cuenta que aquel sujeto ingresaba por la puerta.
Él tenía una expresión sería en el rostro y ella pensó lo peor ¿Qué más podría esperar?
—¡No te acerques!
—Cálmate Akane — levantó las manos al aire.
—¿Como sabes mi nombre? — ella buscó desesperadamente a los lados y tomó una lámpara de la mesita de noche.
—Yo… soy el… — él pareció considerarlo un momento —. El hermano de Ranko.
—¿Cómo? — eso la descolocó.
—Si, eso… soy el hermano de Ranko.
—¡No te creo! — Akane se apresuró a negar.
—Pero si lo soy. Soy su hermano mayor.
—Ranko me habría avisado que su hermano iba a venir.
—Es que iba a ser un sorpresa — él ladeo el rostro, como disculpándose.
—¡Si que lo fue! — le señaló con la lámpara —. ¡Y no te creo! ¡Eres un pervertido!
—Pero es cierto.
—Entonces, llámala — le retó —. Llama a Ranko y ponla en altavoz. Quiero escucharla.
—No tengo mi celular.
—Pues… búscalo — señaló hacia la cama, donde vislumbró una ropa hecha un bulto. Eran prendas de hombre, las que seguramente se había quitado para tomar una ducha.
—Voy a acercarme lentamente — el sujeto aún tenia las manos en el aire.
—Si das un paso en mi dirección e intentas hacerme algo, te voy a partir la cabeza con esto.
—¡No voy a hacer eso! — él pareció ofendido.
—¡Llama a Ranko! – demandó la Tendo.
Él pareció revisar vagamente en sus cosas y luego irguió el rostro y negó.
—No traje mi celular.
—Nadie olvida su celular hoy en día… — ella entrecerró la mirada —. Apártate de ahí.
—Espera… podemos arreglarlo.
—No quiero arreglar nada… ¡Quítate! ¡Te voy a lanzar esto y tengo muy buena puntería! – le advirtió.
El chico refunfuñó, pero siguió su mandato. Cuando tuvo el paso libre, Akane se acercó al bulto y empezó a revisar. Pronto, sintió en el bolsillo frontal del lado derecho del pantalón, un aparato.
—¿No que no lo habías traído? — volteó hacia él con la mirada entrecerrada y cada vez más tensa.
—No lo busque bien… — él gruñó entre dientes —. Estoy un poco nervioso con la amenaza que tienes sobre mi cabeza — intentó justificarse.
—Pues mal por ti.
—Pero lo que te dije es cierto… mi nombre es Ranma y…
—Llama a Ranko! — le tiró el celular.
El chico logró atraparlo rápidamente, tenia muy buenos reflejos; frunció el ceño, pero hizo lo que le pedía. Akane le miró fijamente, mientras se llevaba el aparato a la oreja.
Paso al menos un minuto, antes de que él negara.
—No contesta.
—Vuelve a intentar — le ordenó, apretando la lámpara en su mano.
—Debe estar de camino acá.
—Tu sigue intentando.
Cuando él llevó el celular a su oreja, Akane observó sus movimientos al instante, lo que le permitió encontrar el momento preciso para acercarse y arrebatarle el teléfono de la mano. Claro que, como había supuesto, el sujeto poseía unos reflejos envidiables, lo que le valió para que le quitara a ella, la lámpara.
Con el corazón hecho un puño, Akane miró el celular y observó lo que más temía. No había nada sobre una llamada saliente.
Él le había mentido.
—¡No estabas llamando! — le miró y luego a la lámpara que tenia en manos. El moreno pareció notarlo pues la tiro a un lado.
—Hay una explicación para esto.
—Te escucho.
—Pero… es algo… — rió nerviosamente —. No se si me vas a creer.
—Inténtalo — ella miró fijamente hacia la puerta, midiendo la distancia. Buscó también armas a su alrededor, pero apenas habían algunos implementos de aseo en un estante y un vaso con agua.
—Mi nombre si es Ranma Saotome.
—Si es así… ¿Por qué no llamaste a Ranko?
—Porque ella no iba a contestar — el chico movió las manos expresivamente.
—¿Cómo lo sabes?
—Lo se…
—¡No quieras verme la cara de idiota! — soltó Akane agresivamente —. No eres quien dices ser y no se que intención tengas al entrar a este apartamento, pero te juro que no conseguirás lo que quieres.
—Akane…
—¡No digas mi nombre!
—Hay que hablarlo — él parecía empezar a ponerse nervioso. Ella casi sentía que se le saldría el corazón del pecho, por lo que ambos estaban en condiciones iguales.
—No se te ocurra acercarte a mi — ella recordó hasta ese momento que tenia su celular en manos —. Voy a llamar a la policía.
—Espera… — levantó las manos con precaución —. No hagas algo estúpido.
—Tu eres el estúpido por escoger este apartamento.
—Tengo el celular bloqueado — le advirtió él.
—Las llamadas a emergencia nunca lo están ¡Imbécil! — ingresó a la opción de llamadas.
—Akane…
—¡No te me acerques! — exclamó.
—Akane… ¡Que esperes, maldición! — cuando vio la enorme figura caminar en su dirección, la Tendo supo que no podía quedarse de brazos cruzados así como así.
Tomó todo lo que había en el estante y empezó a lanzarlo hacía el sujeto.
—¡Aléjate! ¡Pervertido! ¡Violador!
—¡¿De que estas hablando loca?! ¡Dame mi teléfono!
—¡Ayuda! — desesperada, tomó el vaso de agua y se lo aventó.
Este se estrelló contra la cabeza del chico y algo sorprendente sucedió.
Los cabellos azabaches se volvieron rojos. La figura alta se fue reduciendo hasta tomar una forma curvilínea y sin duda ¿Femenina?
¿Una mujer?
¡Una mujer!
—¡Ranko! — jadeó Akane sin aliento
La chica pelirroja estaba frente a sus ojos, justo donde antes estaba el alto moreno.
—¿Que era aquello? ¿Qué demonios sucedía? ¿Acaso ella todavía estaba dormida y todo lo vivido no era más que un sueño?
—¡Arggg! ¡MIERDA! ¡Duele como el carajo! — la chica se llevo una mano a la frente, donde un hilo de sangre, delgado, pero fluido, descendía.
—Ranko… ¿Eres tu?
La chica pareció escucharla recién, pues levantó la mirada y la observó con sorpresa. Luego bajó el rostro y miró sus pechos desnudos antes de gritar.
Su alarido fue tan sorpresivo, que los nervios de Akane finalmente estallaron y también gritó.
Y esa noche, ambos posiblemente despertaron a todos los inquilinos del edificio.
—Entonces… ¿Te transformas en mujer cuando te toca el agua fría?
—Si
—¿Y en hombre cuando es agua caliente?
—Básicamente — asintió Ranma, de brazos cruzados.
Akane lo miró fijamente, como si de un ser sobrenatural se tratara. Ella no podía entender muy bien todo aquello, se había perdido un poco, a causa de la sorpresa, cuando Ranma empezó a explicarle de la maldición de Jusenkyo. Es que, en su cabeza simplemente no cabía la posibilidad de que algo así sucediera, pero no había duda. Lo había visto frente a sus ojos, como Ranma se transformaba en Ranko luego de que le aventara un vaso de vidrio y la transformación de vuelta, cuando él tuvo que echarse agua caliente para volver a ser hombre.
¡Eso en serio había sucedido!
—¿Eres transexual? — ella parpadeó, desconcertada.
—¡¿De que hablas?! — el chico alzó la voz, escandalizado.
—¿No? — Akane negó con la cabeza —. Entonces… ¿Homosexual?
—¡¿Que tontería estas diciendo?! — él pareció profundamente ofendido, tanto que su rostro tomó un intenso rubor —. ¡Claro que no soy gay! ¡Soy hombre y me gustan las mujeres! ¡Me gustan mucho!
—Ya, si, entendí… perdón por hacer una pregunta así, pero tienes que entender que esto es muy extraño para mi — negó con la cabeza.
El chico tomó una respiración profunda, cerró los ojos y luego, descruzo los brazos y se llevó una mano a su cabello, rascándose la parte trasera de la cabeza.
—Lo lamento… no quise engañarte, pero… en serio necesitaba un roommate — masculló visiblemente apenado —. Todo lo demás que te conté es cierto, aunque posiblemente no me creas. Llegué a Tokio hace ya dos meses y encontré este lugar. Estudio en la universidad de Tokio y trabajo en un restaurante. El apartamento es perfecto por su localización, pero tengo que distribuir mis gastos. Escogí algo de dos habitaciones porque así podría conseguir un compañero de piso. Esperaba que fuera un hombre el que respondiera al anuncio, pero al ver que era una mujer, pues bueno… — carraspeó —. Creí que te sentirías mejor si fingía también ser una chica. Tu misma dijiste que te sentía más cómoda con una chica, que con un chico.
—Pues… — Akane jadeó —. Que te conviertas en chica no quiere decir que lo seas y ¡Debiste decirme la verdad! ¡He pasado un susto de muerte hace un momento!
—No pretendía nunca que me vieras como Ranma.
—¡¿Y es que pensabas ocultarlo por siempre?! ¿Acaso creías que nunca me daría cuenta?!
—Esperaba que no.
—Esto es… — Akane bufó llevando una mano a su frente, se la acarició con un par de dedos —. Tengo que pensarlo, no sé si pueda seguir… aquí.
Ranma parecía visiblemente afectado. Abrió la boca, como si fuera a decir algo, pero volvió a cerrarla y asintió lentamente.
—Lo entiendo, lo entiendo… — entrelazó sus manos con fuerza —. Yo… te dije toda la verdad ahora. Esto solo fue un error de mi parte, por ocultarte cosas… pero espero que comprendas que lo hice sin ninguna intención, ni mucho menos. Realmente necesitaba un compañero de habitación… se que esto nos beneficia a ambos económicamente… solo, no tomes una decisión apresurada. Piénsalo seriamente… te prometo que no volveré a mentir sobre algo, ya te conté todo lo de Jusenkyo y es algo que solo mi familia conoce — soltó un pequeña risita, sin humor —. Siempre voy a respetar tu espacio y a ti… y nunca te haré sentir incomoda… incluso, entenderé si no quieres verme. Puedo desaparecer de tu vista si así lo quieres, puedo ser tan invisible como lo era Ranko… solo piénsalo ¿si?
Akane lo miro fijamente, escuchándole en silencio. El chico parecía sincero y además, le había contado algo que solo su familia sabía. Entendía que hablar de un secreto así, con alguien particular, no debía ser sencillo y también, comprendía las razones por las que lo había hecho. No se sentía particularmente tranquila, con el hecho de que le hubiera mentido, pero lo comprendía. No era tan inflexible.
Aun así, no sabia si se sentiría cómoda viviendo con un hombre.
Pero ya lo había hecho ¿no?
¡Por las pasadas tres semanas!
Porque, como había dicho, que Ranma se transformara en mujer, no la hacía una, y en ningún momento se había sentido incomoda con Ranko. En realidad, Ranma había sido muy respetuoso en las pocas interacciones que tuvieron.
Suspiró y se puso de pie, asintiendo.
—Voy a pensarlo — le prometió.
—Muy bien… gracias.
—Ahora siéntate… — bufó malhumorada —. Esa herida que te hice en la cabeza parece seria.
—No es nada.
—Esta inflamada y sangró bastante — señaló una silla con la mirada —. Siéntate de una vez.
Sorprendentemente, él le hizo caso esa vez y se sentó sin protestar.
Akane volvió a su habitación y tomó el pequeño botiquín que había llevado a Tokio consigo.
Cuando volvió, Ranma seguía en la misma posición. Ella tomó la caja y la puso en la mesa. Abrió y sacó todo lo necesario. Tofu, el prometido de su hermana mayor, Kasumi; fue quien le había dado aquel botiquín y comprobó por ello lo increíblemente completo que estaba.
También le había dado algunas lecciones sobre heridas menores, por lo que Akane no tuvo problema en limpiar la de Ranma. Por suerte era algo pequeño, que no necesitaba sutura siquiera, recordó que por lo que Tofu le había mencionado, las heridas en la cabeza eran propensas a sangrar, por lo que no le extrañó que el chico hubiera botado tanta sangre.
Ranma permaneció en silencio, mientras ella se encargaba de su herida. No hizo ningún sonido y ni siquiera se quejó cuando le limpio con alcohol. Tenía una gran resistencia al dolor y también buenos reflejos. Ella tomó aquellos datos para si misma.
El silencio que se extendió entre ellos no era incómodo, pero Akane fue sintiéndolo cada vez más pesado. Suspiró, mientras buscaba una gasa para cubrir la herida y por primera vez en varios minutos, decidió hablar.
—Solo quiero hacerte una pregunta y quiero que respondas con total honestidad.
—Claro — aceptó Ranma con rapidez.
—Cuando eras… Ranko... apenas te veía en el apartamento. Me dijiste que era porque trabajabas de día y noche, y estudiabas en las tarde... ¿Esto era cierto o solo no querías que descubriera tu secreto?
Ranma suspiro y negó con la cabeza.
—Estudio en las mañanas y trabajo en la tarde como tú… algunas veces hago horas extra, pero… eso te lo dije porque, en parte, no quería que descubrieras mi secreto, pero también para que te sintieras cómoda si era así. No quería que pensaras que… ya sabes… soy una especie de pervertido que finge ser mujer para estar cerca de una chica, en caso de que descubrieras todo.
—Bien — asintió, terminando de cubrir la herida.
Akane recogió todos los implementos y sin agregar nada más, se encaminó por el pasillo.
—¿Akane?
—¿Si? — se detuvo y permaneció de espaldas.
—En serio lo lamento.
—Lo se — susurró por lo bajo —. Y… entiendo porque lo hiciste. No creo que seas un pervertido ni nada… yo… — dudó —. Me voy a mudar el domingo si considero que no puedo vivir aquí, pero si… todavía estoy aquí el lunes, significa que pretendo quedarme.
—Bien — Ranma asintió, aceptando aquello —. Gracias por curar la herida.
—Yo te la hice después de todo… buenas noches — musito, retomando el paso.
—Buenas noches a ti también.
Aunque lo intentaron, ninguno de los dos durmió mucho esa noche.
Con un suspiro, Akane decidió salir de su habitación, insegura.
Apenas eran las seis y media de la mañana, y aunque era bastante temprano para ir a la universidad, no estaba segura si deseaba encontrarse con Ranma aún.
Se había pasado todo el fin de semana encerrada en su habitación, sin salir más que lo estrictamente necesario. Ranma no había aparecido mas, aunque podía escucharle salir y entrar al apartamento. Al parecer había hecho algunas horas extras en el trabajo, el fin de semana, pero no fue ella quien salió a preguntar tampoco.
Era lunes y ella seguía ahí.
Ese era el plazo que se había autoimpuesto para permanecer en el apartamento. Aun no estaba segura de su decisión, pero por el momento, dispuso que podía permanecer ahí. Sin embargo, aún no sabía cómo sería un encuentro con Ranma, por lo que prefería salir desde muy temprano.
Akane todas sus pertenencias y la mochila con sus libros, informes y el uniforme del trabajo. Cuando salió, lo primero que percibió fue un aroma delicioso a comida. Frunció el ceño, insegura y cerró su habitación con llave antes de recorrer el pasillo. Era muy temprano aún, pero sintió como su estómago rugía, estimulado sin duda, por el apetitoso olor de la comida.
Eso quería decir que Ranma aún no se había ido.
Maldijo entre dientes. Había esperado evitarlo o incluso, que él ya se hubiera ido desde muy de mañana, como antes de que ella descubriera su secreto. No había caso. Akane recorrió el pasillo y cruzó la cocina, mirando de reojo el interior. Ranma no estaba ahí.
Estaba a punto de llegar hasta la puerta, cuando lo observó, sentado en el piso, frente a la mesita central de la sala de estar.
—¡Akane! ¡Buenos días! – le saludó rápidamente.
—Buenos días — ella inclinó el rostro.
—Hice algo para desayunar. Ven, siéntate conmigo.
Eso la descolocó lo suficiente como para que se detuviera. Miró la mesa y notó que efectivamente, habían diversos platillos con comida casera tradicional japonesa, además de dos cuencos humeantes con arroz blanco.
—Yo… — negó y señaló la puerta —. Debo irme — musitó insegura.
—Vamos… no puedes rechazar el desayuno — él sonrió y la miró, con los ojos chispeantes de buen humor. Akane sintió que se sonrojaba.
—Pero yo…
—Es un gesto de disculpa por la mentira… además, como Ranko, te prometí que podía cocinarte ¿no? — insistió.
Rechazarlo tajantemente sería el colmo de la grosería y si quería permanecer ahí aún más tiempo, lo mejor que podía hacer era mantener una convivencia pacifica. Además, todo lucía delicioso y le sorprendía que él en realidad se hubiera tomado la molestia de realizar aquel detalle.
—Bueno…
El chico sonrió, mientras se hacia un lado, posicionándose en uno de los extremos de la mesa. Akane dejó la mochila a un lado y se sentó en el otro extremo.
—Puedes comer lo que quieras — le comentó él sonriente.
—Bien.
Insegura sobre eso, Akane tomó el cuenco de arroz en una mano y miró los platillos que Ranma había desplegado frente a ella. Desde un omelet esponjoso, hasta una sopa de nori, lo que parecía un jugoso filete asado y verduras encurtidas. Levantó ligeramente la mirada y observó los platillos de él. Eran los mismos que ella solo que en mayor cantidad.
Tomó el primer bocado y se maravilló por lo sabroso que sabía. Miró a Ranma, quien parecía a la expectativa de su reacción.
—¿Esta bueno?
—Muy bueno — aceptó, una vez tragó la comida.
Ranma sonrió satisfecho y también empezó a comer. Ambos degustaron en silencio y en cuanto terminaron, fue Akane quien se encargó de recoger los platos.
—Yo voy a hacerlo — indicó él haciendo un ademán de ponerse de pie.
—Déjame hacerlo, para agradecer la comida.
Él la miró fijamente y asintió, antes de ladear el rostro. Su reacción fue extraña, pero Akane no le tomó importancia, mientras se encaminaba hacía la cocina. Se puso el delantal para lavar los platos, dado que no quería terminar hecha un desastre con la ropa llena de agua.
En cuanto terminó, volvió a su habitación y se cepilló los dientes. Podía escuchar a Ranma desde el baño, moviéndose en su propio dormitorio y miró la perilla fijamente.
Poco después, salió del cuarto, cerró con llave nuevamente y volvió a la sala de estar. Tomó su mochila y miró el pasillo antes de acercarse a la puerta principal. Salió sin mucha diligencia.
Afuera, saludó a la amable señora Kana, que como siempre, estaba limpiando el pasillo. Era la inquilina del lado, una anciana muy jovial y sonriente.
—Ten un buen día — le deseó la mujer mayor.
—Usted también — exclamó Akane sonriente.
Estaba por llegar a las escaleras cuando escuchó aquella voz masculina que empezaba a reconocer muy bien.
—Buen día señora Tsukino… tenga un buen día.
—¡Tu también Ranma!
—¡Espérame Akane! — el llamado del chico la obligó a detenerse. La morena volteó y observó como se acercaba trotando.
Llevaba una playera roja de cuello, unos pantalones de mezclilla oscuros y unas zapatillas blancas. Lucía muy bien.
Akane negó con la cabeza, sin saber de donde venía el pensamiento. Sintió como se le enrojecía el rostro.
—Que bien que te alcance — afirmó Ranma con una sonrisa —. Vamos juntos a la universidad.
Ella no negó nada, por lo que juntos bajaron las escaleras. Ranma no le preguntó la razón por la que prefería utilizar las gradas en lugar del ascensor y la siguió de cerca.
En su camino hacia la salida, ambos se encontraron con otros habitantes del edificio a quienes saludaron con buen humor. Ella conocía varios rostros, pero era obvio que Ranma conocía a más gente, debido a que había vivido más tiempo en aquel lugar.
Una duda surgió en ella justo cuando salían del edificio.
—¿Las personas no se extrañan al verte como hombre?
La pregunta debió tomar desprevenido al chico, pues volteó hacia ella y le miró con extrañeza.
—¿Ehh?... ¿Cómo dices?
—Que si no les extraña verte así… digo — vaciló un momento —. Cuando vine aquí… tu estabas como Ranko y yo pensé que…
—Alquile el edificio siendo yo mismo y siempre que salgo, lo hago como Ranma… creo que ellos nunca me ha visto como… Ranko.
Akane asintió, sin saber muy bien cómo reaccionar ante aquella nueva información. Así que la única engañada hasta el momento era ella, se recordó que Ranma ya se habia disculpado.
Así que todos pensaban que era un hombre.
Eso le hizo caer en la cuenta de que todos los inquilinos la habían visto salir del apartamento del Saotome. Akane sintió como el rostro se le pintaba de carmín, mientras se preguntaba si ellos pensaba que talvez su relación era más estrecha de la que demostraban ¿Acaso creían que estaban en una relación?
Eso tendría sentido.
Después de todo, eran un chico y una chica viviendo solos en un apartamento. Seguramente los vecinos especularían al respecto
Aun no sabía que hacer, pero por sorprendente que fuera, ella sabía en su interior, que Ranma había hecho todo aquello sin mala intención. Además, era lunes, el plazo para irse se habia vencido.
No sabia como sentirse acerca de Ranma aún, pero había pensando profundamente en ello los últimos dos días y decidió que no podía dejar ir aquella oportunidad de vivienda así como así.
No es que hubiera otra de todos modos. Había buscado por todos lados y no encontró nada. Aquella era su única oportunidad.
Tampoco podía descartar fácilmente que, por alguna razón, estar cerca de Ranma no se sentía incómodo, no como lo había sido con otros chicos antes, aunque, aún no podía olvidar que le había mentido.
Talvez vivir con él no fuera tan malo. Lucía como un chico agradable y no era nada molesto. Quizás tendrían que establecer algunas reglas, como a quien llevar a casa y sus horarios para el baño. Definitivamente ya no podrían entrar libremente sin verificar que el otro no estuviera dentro, aunque Ranma nunca lo había hecho en realidad, ni siquiera cuando fingía ser Ranko.
Estaba aceptando con mucha facilidad que viviría con él.
Su padre estaría escandalizado si lo supiera, pero no sería ella quien se lo dijera.
Mientras caminaban hacia la universidad, bajo el cálido sol de la mañana, Akane miró al chico por primera vez, desde que se había colocado cerca.
Ranma parecía entretenido en su alrededor. Llevaba un paso relajado, una expresión calmada y parecía cómodo a su lado.
Ella también se sentía cómoda y empezó a pensar que talvez no sería tan difícil perdonar su falta.
—¿Akane?
Su llamado logró sobresaltarla y la morena se apresuró a voltear el rostro, esperando con la tez colorada de vergüenza, que el chico no hubiera percibido que le había estado mirando fijamente un momento atrás.
—¿Si? — su voz se sentía un poco estrangulada.
—Gracias por estar ahí hoy… creí que te irías ayer.
—Lo pensé… — aceptó ella, recuperándose con rapidez —. Pero creo que puedo… quedarme un poco más — le miró ligeramente.
Ranma sonrió y volteó hacia ella, los ojos le brillaban de satisfacción.
—Puedes quedarte el tiempo que quieras.
Suspirando, observó la expresiva sonrisa masculina, su mirada amable y sintió que se le estremecía el alma misma.
Con un vuelco al corazón, Akane experimentó por primera vez, un tumulto de emociones y sentimientos que cambiarían su mundo por completo.
Y es que… la mayoría de las veces, el amor era tan inesperado como sorprendente.
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FIN DEL CAPITULO
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NOTAS DEL CAPITULO:
Hola mis bellas.
Aquí como siempre, agregando otra historia a mi colección cuando tengo todavía muchas sin terminar, pero no podia quedarme atrás, menos cuando se está inaugurando una nueva actividad para este fandom.
Con esto, ya saben porque he andado perdida estos días. Esto y el trabajo como siempre. Casi todo esta completo, pero espero poder editar a tiempo.
El capitulo es solo una breve introducción a lo que sucede entorno a nuestra pareja. Como pueden ver, estamos dentro de un universo en el que la maldición existe, pero Ranma y Akane nunca se conocieron en su adolescencia, además de que es dentro de una época moderna y de hecho, actual.
Pudieron ver a través de la pantalla de Ranma y supieron desde el inicio que era él y no su hermana gemela Ranko ¿O cayeron igual que Akane?
Se que el primer capitulo no pinta del todo emocionante, recuerden que es solo el inicio de nuestra pareja, vamos a ver que les depara mas adelante.
Y finalmente, muchas gracias a las grandiosas chicas de Mundo Fanfics Inuyasha y Ranma, por siempre incluirme en sus actividades ¡Son las mejores!
Espero que les haya gustado.
Y nos leemos luego con el siguiente, que como ya saben, se titula "Momentos Magicos"
Besos y abrazos.
24/07/2023
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