Sinopsis:
Muy jóvenes e inmaduros cuando rompen su relación, Helga y Arnold se reencuentran en la universidad, ambos están dispuestos a no tener contacto alguno, sin embargo, diversas situaciones les obligará a encontrarse con distintos resultados, algunos de esos momentos con resultados catastróficos, es por eso que cuando comienzan a hablar con alguien por el chat de la universidad, lo último que se imaginarán ambos, es que la persona que despertó su interés, es aquella que precisamente quieren evitar... ¿Qué sucederá cuando se den cuenta de ello?
la imagen pertenece a Koizumi-marichan.
………….Arnold……………
Estaba nervioso por lo que había decidido hacer. Sintió las manos sudorosas y la respiración acelerada a medida que se acercaba la hora. Miró el reloj en su muñeca por enésima vez aquella noche y se dijo que podía hacerlo. No era tan difícil. O al menos eso le habían dicho. Tenía amigos que ya lo habían hecho un par de veces, uno de ellos le había mencionado que era muy sencillo, solo debía prepararse para unos insultos al final (lo más probable) y algunas lágrimas quizás, esto último era lo menos que quería, de lo otro ya estaba acostumbrado realmente.
Respiró profundamente para darse ánimos y se encaminó hasta el lugar donde su cita aguardaba conversando con su mejor amiga Phoebe.
Aquel día ella estaba particularmente bonita. Cabello rubio recogido en una cola de caballo, con un adorno de flores. Llevaba una franelilla blanca con encajes en la parte del pecho y una falda rosada, además de unas sandalias bajas que dejaban a la vista sus lindos pies y uñas pintadas de rosa pálido. Le había detallado. Debía admitir que definitivamente el cuerpo de Helga estaba tomando formas femeninas y aunque no era considerada como una de las chicas más bellas de la escuela, sí que era bonita y había aprendido apreciar tanto su belleza externa como interna. A pesar de que esta última se escondía muy dentro de ella y pocas veces salía a relucir.
Le vio reírse a pleno pulmón, estaba realmente feliz y le hacía más difícil el mantener su posición.
Aquel, había sido el último día de clases del 6to grado y aquello era la fiesta de fin de curso en la casa de Rhonda. Todos le habían buscado conversación. Y él a duras penas fue capaz de seguirlas con algún sentido. Demasiado Nervioso para hablar, así que contestaba de forma automática.
Se pasó la noche tomando vaso tras vaso de cóctel de frutas (sin alcohol) excusándose para ir al baño y mirando de vez en cuando a su compañera… o mejor dicho su novia. Con la que había asistido a la fiesta, ella seguía conversando con cuánto se cruzara, ajena completamente a la odisea que se llevaba a cabo en su cabeza. En varias ocasiones parecía darse cuenta de que estaba distinto, pero su típica reacción era el golpearle en el hombro mientras gritaba que estaba siendo "más aburrido que de costumbre".
Lo típico. Y él ya se había acostumbrado a sonreír con paciencia ante esas muestras de "Afecto" que la chica le brindaba. Extraño sería que no lo hiciera.
Ya estaba próxima la hora de marcharse, varios de sus compañeros se habían ido ya, cuando por fin tuvo el valor necesario para hablar.
-Helga. ¿Podemos hablar un momento?
La chica rubia le miró alzando su ceja. Para después virar los ojos con fastidio.
-Duh… ¿Y ya no estás hablando? - preguntó con sorna.
Aquel tono no le afectó para nada. Antes incluso de arrepentirse, el rubio la tomó de la mano y le arrastró fuera de la casa, bajaron las escaleras del pórtico y se alejó un poco de la entrada para tener más privacidad, Ignoró las quejas de la chica por el camino.
Y cuando le volvió a mirar tuvo que recordarse que había tomado una desicion, ya que la chica realmente lucía adorable bajo el brillo de la luz de la luna.
-Pero… ¿Qué te… es que estas…? - Helga se había estado quejando durante todo el camino Pero cortó sus palabras al momento que el chico fijó sus ojos en ella. Le miraba con tanta intensidad que presentía que algo importante iba a ocurrir. Se sintió nerviosa pensando que quizás la besaría. Se estremeció.
Arnold Por un momento fugaz había pensado en besarla. Pero se reprendió internamente. "Concéntrate". A pesar de que él era unos centímetros más bajo que ella, se paraba como el que estaba seguro de llevar las riendas de la situación.
-Helga. Necesito que me escuches - comenzó a hablar decidiendo que era mejor decirlo rápido y terminar pronto con aquello - este año de novios, he tratado de conocerte. Y eres simpática, bueno… algunas veces. Cuando no me estas empujando o insultando o diciendo apodos o…
-Oye oye oye - la chica le interrumpió de inmediato levantando las manos y cruzandolas por sobre su pecho con expresión burlona - no es para tanto, no seas llorica cabeza de balón.
El rubio viró los ojos con molestia y quizás alzó la voz, más de lo que había esperado.
-¿Lo ves? Ni siquiera hablando con normalidad puedes llamarme por mi nombre, siempre ese apodo. ¿Que solo no podrías…? - se detuvo y respiró profundo. Debía mantener la calma - Por favor… necesito que escuches lo que tengo que decir sin interrumpir.
El tono que usaba era tan serio que Helga se cayó al instante. Arnold estaba decidido a dar uno de esos sermones que dejaban sin habla a todo el mundo. No había nada que pudiese hacer, más que escucharle.
Vió como el chico tomaba aire y ella contuvo la respiración.
-...Yo lo he intentado. ¿Lo sabes verdad? - articulaba sus manos dándole énfasis a sus palabras, Helga seguía sus movimientos. Era un gran orador de eso no cabía duda -. Hemos salido, hemos hablado, tratado de llegar a un acuerdo, pero siento que no estamos preparados para… esto - señaló a uno y a otro - ¿me entiendes?
Vio como Helga fruncía el ceño mientras procesaba lo que acababa de oír.
-Tú, eres genial, me gustas, pero… creo que nos apresuramos a ser novios.
La chica ya abría la boca por la sorpresa. Ante poniéndose a lo que diría.
-Ya va… ¿Que? ¿Estás diciendo que…?
-Helga… Creo que debemos romper. Ser primero amigos. Amigos de verdad. Sabes que nos conocemos de pequeños, pero siempre hubo algo que... Nosotros no… creo que nos precipitamos.
Parecía apenado, como si le doliera lo que él mismo proponía. Y Helga parecía haber perdido la capacidad de hablar… o de escuchar… o ambas quizás.
………….Helga…………
Sintió la cabeza dándole vueltas. No podía creer lo que escuchaba. Arnold le estaba terminando. ¿Era en serio? Pero no podía ser cierto.
Aquel año escolar había sido como un sueño para ella.
Arnold tomando su mano en clases y… fuera de ella también.
Arnold sentándose a su lado cuando salían con sus amigos.
Arnold invitandole al parque y a comer helados…
Arnold… Arnold, Arnold todo el tiempo, en todas partes y está vez ella no estaba escondida tras un bote de basura ni mirándole por la ventana vigilando sus pasos, ni a través de una cámara, sino a su lado.. sintiéndose en el cielo, flotando en todo momento…
Al parecer había Sido la única que se sentía así.
Bueno… quizás viéndole desde la perspectiva de Arnold, ella tal vez se había excedido un poco... y algunas veces cuando estaban sentados juntos se levantaba y se iba de pronto diciéndole que ya estaba cansada de su cercanía y necesitaba su espacio. O cuando tomaba de su mano ella optaba por alejarla con brusquedad, o algunas veces cuando había querido besarla (en público) le daba un puntapié y se reía a sus despensas.
Está bien...había hecho esas cosas. Lo Admitía. Pero ¿Qué otra cosa podía hacer?
Cuando estaba con Arnold se idiotizaba. Literalmente. Siempre estaba nerviosa. Tan avergonzada de su torpeza, que le aterrorizaba que él se diera cuenta que a su lado tenía dos pies izquierdos, manos sudorosas, tartamudeo y que estaba completa y absolutamente obnubilada. Parecía que de un momento a otro su corazón estallaría o se detendría, ¿Qué quería? Que se quedara a su lado para morir infartada?
Realmente, no era su verdadera "yo" la que le hacía todos aquellos desplantes. Era la Helga que trataba de protegerse del mundo exterior. La Helga atemorizada. Arnold solo se encontraba con la coraza que había creado todo aquel tiempo. Y a ella. A esa Helga. la de la coraza. Aún no sabía cómo controlarla. Ni como echarla de su vida.
Claro que había otras veces que no podía soportar el tenerle tan cerca y le había sorprendido besándole hasta la inconsciencia… solo que luego se burlaba de la expresión idiota de su cara. Pero repetía... ¿Qué más podía hacer? ¡Lo amaba! Lo amaba con locura. Y se sentía tan... vulnerable a su alrededor. Esa era la razón principal de su rudeza, de su idiotez… bueno. la mayor parte del tiempo.
-¿Qui-quieres ter-terminar? - tartamudeo aquellas palabras cuando por fin recordó cómo se hablaba.
-Mira Helga. Si me gustas. Hay algunas partes de ti que he ido conociendo que me han gustado mucho, eres lista, leal, dulce, y claro, que bonita. Pero son menos los momentos que eres agradable conmigo y más los momentos que me haces daño. Tanto física como psicológicamente.
-Pues siento mucho que seas tan sensible como una nenaza, pero yo soy así San Arnoldo… - dijo poniéndose a la defensiva. No sabía cómo más actuar. La sumisión nunca había Sido su fuerte. Arnold no se acobardó y siguió hablando.
-Mira hay relaciones que hacen daño. Creo que no estamos preparados para tener una relación aún… somos muy jóvenes… quizás al crecer… conozcamosno más. Podemos esperar…
Arnold hablaba con tanta seguridad. Como si se tratara de una persona adulta y no de un chico de 12 años.
-Quizás no te guste tanto como tú crees.
Helga quería reírse solo que no podía hacer nada. Que no le gustaba. ¡Ja! Si el solo estar en su presencia se sentía desmayar. Quiso gritar. Helga no le escuchaba ya, a pesar del argumento coherente. Se sentía muy herida y sabía que pronto comenzaría a llorar. Debía huir antes de que eso pasara…
Y allí estaba Arnold, hablando… seguía enumerando las razones por lo que era mejor terminar y lo peor era, que parecía tener razón en TODO, y hablaba y hablaba hasta que...
No pudo soportarlo más.
El puño se dirigió por sí solo a la mejilla ajena. Lanzandole de una al piso. Todo con tal de que parara de hablar.
-Es-esta bien Arnold - tartamudeo un poco. Pero hizo lo posible por mantener la voz firme - Terminemos. Ya no tienes nada que ver conmigo. Pero si quieres que seamos amigos olvídalo. Jamás volverás a verme. No quiero volver a verte nunca más.
Y se fue corriendo. Atravesó la calle y se perdió en la noche. Escuchó al chico llamándole. Pero lo menos que quería era que le viera con las lágrimas ya brotando en cantidades. ¿Qué hora serían? Cerca de las 8 seguramente. Pero eso no le importaba, cuando sintió que ya se había alejado lo suficiente, bajó la velocidad y se obligó a gimotear bajito. No era la hora de avergonzarse públicamente. Sin embargo las emociones se acumulaban en su cuerpo y sin pensarlo dos veces Pateó una lata con todas sus fuerzas, está rebotó ruidosamente contra el bote de basura haciendo que algunos gatos escondidos en el callejón salieron maullando perdiéndose en la oscuridad.
Una pareja de ancianos que caminaba unos metros por delante de ella, volvieron el rostro, luciendo asustados y apresuraron el paso, le pareció escuchar la palabra "bandalos" y esta palabra le detuvo en seco. Tal vez sí que lo fuera. Las lágrimas comenzaron a caer nuevamente y se abrazó así misma tratando de consolarse mientras caminaba un poco más lento. Arnold se merecía una mejor persona. Y ella quería serlo… pero no podía.
Llegó a su casa casi sin darse cuenta. Abrió la puerta y se apresuró dentro cerrando con fuerza. La voz de Miriam se escuchó desde la salita, seguramente estaba recostada como siempre en el mueble. No se detuvo a averiguarlo.
-¿Helga? ¿Eres tú?
Ignoro las palabras y subió al piso superior, con los escalones de dos en dos. En el pasillo superior se cruzó con su hermana quien habló con su empalagosa y suave voz…
-¡Helga! Ya Estaba a punto de ir a buscart… ¿estás bien?
Pasó por su lado con la cabeza gacha deseando que no notara que había llorado. Olga era una persona indiscreta. Pero debía admitir que el último año habían estrechado mucho más sus lazos.
Helga por fin comprendió que su hermana no era mala, no era su intención ser la mejor en todo y dejarla siempre a su sombra, solo que era muy tonta como para darse cuenta de ello, pero de verdad la quería… habían compartido mucho más que nunca aquel año. Siempre conversando por teléfono cuando estaba en el campus universitario y ahora en sus vacaciones había regresado al pueblo, tenían una especie de amistad. Pero de verdad, lo que más quería era estar sola en esos momentos.
-No quiero hablar de eso. - y entró a su habitación. Por primera vez, Olga pareció entender sus palabras y no intento entrar a su habitación...
Helga lo agradeció.
No supo cuanto tiempo pasó hasta que su mente analizó lo que había sucedido y pasó del llanto desolado al llanto frustrado.
¿Qué rayos había hecho? Debía haberle pedido que no terminara con ella. Qué cambiaría. Que sería una mejor persona. Una mejor novia. Pero no. Le había dado la razón siendo agresiva. Impulsiva… le había golpeado! Si en Arnold hubo alguna duda, con "eso" le había convencido.
Gimió de nuevo contra la almohada lamentándose por su comportamiento. Se odió enormemente así misma por haber sido injusta con el amor de su vida. Y lamentó no poder regresar en el tiempo.
-Arnold…
Y con su llanto aún vivo, por fin se quedó dormida.
...
acotación final: gracias por leer. Ya llevo tiempo queriendo escribir sobre esta pareja. espero les guste y puedan apoyarme con un comentario. un abrazo.
