—Yo soy cinta negra tonto. ¡Recuérdalo bien!
La presión te corta todavía la respiración y su brazo te sujeta el cuello. Te quita el oxígeno. Rojo te sacudes intentando decirle que pare, que pare por favor, que te rindes sin decirlo apropiadamente.
—¡¿Crees que puedes jugar conmigo?! ¡Nunca vuelvas a atacarme si no es en serio idiota!
—¡Lynn, ¿qué estás haciendo?! —grita tu padre y escuchas sus pasos corriendo hacia ustedes —¡Lynn! ¡Es tu hermano, suéltalo!
Te socorre al punto de que veas las chispas, de que la conciencia se desvaneciera. Poniéndote morado, tus ojos se vuelven rojos, y el forcejeo hace que ella ponga más fuerza, te asfixia y tu padre le grita que pare.
Ya solo escuchabas su voz como silenciada y su figura difuminada, con la garganta áspera y destrozada, te escocia pasar saliva. La separó por fin y se contrajo al agarre de su homónimo. Es necesario que respires dificultoso, hasta que las figuras vuelvan y la cantidad de tiempo para que te recuperes, señala una inconsciencia. Todo se había puesto blanco, y ahora veías a tu padre apartando a Lynn Jr, volviendo a ti y el entorno se aclaraba.
—Lincoln, Lincoln, hijo... ¿Estás bien? —ves su faz y su incipiente barba —¿Cómo te sientes... ? —te pregunta tu viejo preocupado y algo decepcionado de tu estado. Lo notas en su mirada y tu hermana ya no luce tan enfadada y le habla pero era ininteligible para ti.
—Lincoln. ¿Por qué se te ocurrió pelear contra Lynn? —preguntó tu viejo, y agraviado, no podías decirle que fue para regresarle la patada que te propinó recién llegaste de la escuela.
Porque no deberías de pegarle a las mujeres y especialmente a tus hermanas. ¿No tú madre te lo había dicho ya tantas veces? ¿Cuando vas a aprender? Además tu padre te pregunta más por tu osadía: "¿Por qué se te ocurrió pelear contra Lynn?"; ese reto; tú que no practicabas ningún deporte y solo leías cómics y jugabas videojuegos comiendo comida chatarra. ¿Cómo ganarle a la galardonada en torneos deportivos juveniles de cada rama? Y ¿por qué se te hacían los ojos llorosos? ¿No había de por medio una excesiva obviedad sobre tu debilidad como el único varón de la casa Loud ya?
—Genial, ¿ya vas a llorar...? —comentó Lynn Jr molesta y cruel viéndote la cara cruzándose de brazos.
—Deja a tu hermano en paz Lynn —decía tu padre defendiéndote en vez de castigarla directamente—, él no va a llorar. Lincoln es todo un hombre como su padre. No vas a llorar, ¿no es cierto Lincoln? Mi muchacho es un hombre. ¿No campeón... ?
Quedaba mirándote tu padre listo para ver lo varonil que podías ser, mas, tus ojos no paraban de cristalizarse por el dolor, el ardor de la garganta y el escozor de los raspones y heridas de los que nadie se había reparado a notarlos o preguntar. Él quería que aguantaras, que te apropiaras, que te consolidaras delante de tu hermana, ganándole en no derramar lágrimas como una especie de lección de carácter rara, para un niño en una casa llena de mujeres. No pudiste comprenderlo, sin embargo, y por el dolor o a ciencia cierta por su rostro caído y roído en el orgullo fraternal al ver esas bolitas cristalinas que se derramaban por tus mejillas, veías su decepción y desilusión entrar, y rompías a llorar a lágrima suelta, abalanzándote sobre tu padre y abrazándolo en un plañido silencioso.
El Sr. Lynn quedaba consternado abrazándote. Con los ojos borrosos, veías cómo se terminaba de descomponer su expresión cariñosa, y Lynn Jr se reía de ti burlonamente.
Pegabas a la bola pero no hacías un home run igual a Lynn, que la lanzaba muy muy lejos sobrepasando las gradas, en cuanto tu padre rompía en unas carcajadas de felicidad y todos vanagloriaban, e iban corriendo hacia tu hermana, su equipo y el entrenador, donde el público laureaba ya a la liga local en exclamaciones, pero en especial, laureaban a tu hermana la castaña... Ahí comprendías que, aupándola tu padre al aire sobre los demás (sobre ti), quedaba claro que ella era su hijo favorito, hijo y no hija, porque eso tú no lo llenabas, y Lynn pese a su género, sí. Con tu absorción creciente y repugnante, no te reconocía propiamente a un varón común y respetable como los miles de chicos en Royal Woods, sino a una especie de extensión, con tu recato emocional e insensibilidad, de tus hermanas. Ellas, todas tan cariñosas y sadicas, con las que no te relacionabas. Porque de chico no entendías entonces y ahora, el porqué Luna a veces los cacheteaba a ti y a Lynn Jr con mucho enfado, cuando los descubría jugando a los besos. Porque te pegaba más a ti que a Lynn, que mentía diciendo que había sido tu idea estarse jugando a los besos en su cuarto, aunque Luna les había enseñado en primer lugar esos juegos personalmente a los dos.
Los insultos y bromas, se acompañaban a los comentarios sobre tu apariencia, "más bien absurda", que señalaba Lynn Jr con crueldad. Y no parecían tener ni un mínimo de empatía con sus sonrisas burlonas y miradas fijas.
Lynn Jr, enfatizaba las manchas de grasa que traías a veces en tu polo naranja, tus jeans de siempre y los calcetines rotos que arrastrabas, hasta que te levantabas ofendido del sillón sin ánimos de pelear para irte, pero entonces Lynn Jr se te cuadraba ante ti empujándote y pronto embistiéndote al piso. A quitarte la camisa, y pronto los jeans y los calcetines, desnudándote y avergonzándote. Solo con los calzoncillos te dejaba moviéndote aún como loco, más te inmovilizaba en el suelo con su cuerpo atlético y torneado que siempre estaba sudoroso por su afición a los deportes y a entrenarse. Te posicionaba con un agarre grecorromano, exponiendo tu cuerpo a Lori, Luna y Luan, que se reían de tu cuerpo enjuto o que se quejaban burlándose de lo que te hacía.
—Lynn, por favor —rogaste con la respiración entrecortada —¡Ahh, Lynn! ¡Déjame ir! ¡Me duele!
—Ni siquiera estoy haciendo fuerza, debilucho —alardeó Lynn Jr con fachenda y te presionó más ahondando el dolor del cuello y la cabeza.
—¡Por favor Lynn! ¡Me duele!
—¡No te muevas entonces gusano!
Hiciste caso enseguida, aguantando, y ella te soltó sin más.
El dolor se ausentó cuando se alejó, sin embargo cuando volvió al cabo se levantaba como si nunca te hubiera abandonado. Tapándote la luz eléctrica del foco, su sombra cubrió al principio tu cara, y luego en lo que avanzaba posicionándose a tus pies, te cubría los inferiores hasta tu ombligo. De imprevisto sentías que se proponía algo más al ver sus ojos destellar en lo que te balanceabas, descifrando su rostro y sobándote el cuello.
En un segundo tomó tus piernas acuclillándose y las levantó tensándolas y arrastrándote un poco. Te alarmaste y te moviste con cierta voluntad, pero ella puso su pie en tu entrepierna y atisbó a presionarte los testículos paralizándote.
Consternado, miraste dos siluetas acercarse, pero no te descentraste donde Lynn Jr afianzaba sus antebrazos a tus pantorrillas, apretando y pisando con la planta descalza de su pie, tus testículos y tu tronco, presionando, abrías un dolor que te sacudía y que contrariamente al dolor, te endurecía.
—¡¡AHHH LYNN, NOO!! —gritaste desmesurado.
—¡Callate debilucho! ¡Aguanta como un hombre o te hago estéril!
De uno de los cuartos contiguos. Tu madre alzó la voz pidiendo que no se pelearan.
—¡ME DUELE LYNN, SUÉLTAMEE!
—Mierda, Lincoln. No me digas que se te paró el pene; maldito sucio bastardo —dijo sonriente centrándose en presionarte más la verga, disminuyendo el harto dolor, y tornado a la presión quedaba tu miembro abultado en la trusa.
Era una especie de placer. Colocando la totalidad de su planta en el abultamiento, se atenuaba su pisar, y lo tentaba, pero nada quitaba que sonrieras y tus ojos se cristalizaran al mismo tiempo, viendo cómo ella seguía en una media sonrisa. ¿Por qué tan raro todo? Sentías desesperación, pero ¿por qué pareces excitado? En lo que la pierna y los cabellos rubios de Lori se descubren, acometiendo con sus dedillos a tus interiores, jalaba el elástico.
Le pide a Lynn que levante un poco el pie para descubrir tu verga. Su cara hermosa y maquillada surge al campo de tu visión en el momento.
La pierna preciosa se lleva con sus caderas frondosas, y el busto que oculta su barbilla de su rostro dominante, le repite la orden a tu hermana, que hace caso y luce por su parte enajenada.
—Vaya conejito... —murmuró Lori alejando sus dedos del pie, con esa voz dulce y maternal —Realmente eres irremediable... —dijo poniéndose sobre sus rodillas, retirando el calzón apropiadamente.
Él como hablaba parecía acunarte y te dieron ganas de llorar, pero también un impulso calórico en tu pene recibía la sangre y lo levantabas. Y Lynn Jr empezó a apretar contra tus bolas de nuevo.
—¡Ahhh, Lynn! No. Esperen, esperen —y tus bajos dolían por la presión mortal que Lynn Jr volvía a ejercer —¡Nuestros padres están aquí! ¡¡AAAAAHHH!!
—¡¿Qué haces idiota?! ¡Lo estás lastimando! —Lori dijo y se reincorporó al tratar de quitarla y no pudo.
—¡Callate imbécil! ¡Púdrete, si yo quiero le quebró el pene y los huevos y qué!
El dolor fue insoportable y gritaste. Tus padres por fin escucharon. Y probablemente solo recuerdas que gritaron como siempre, pero en realidad sí fueron, pero tardaron, como tardó Lynn en dejar de apretar, que no fue hasta que Lori la quitó, y te subió los interiores en lo que te retorcías del dolor tomándote los bajos, a nada de que sus padres llegaran y te encontraran revolcándote, y a tus hermanas peleándose.
Durante unos días sufriste al orinar al rato, pero nadie se preocupó por ti lo suficiente como para que te llevaran de consulta, en una familia que últimamente se ajustaba para sobrevivir cada vez más, mes con mes.
En esos días Luan se molestó contigo porque tu pene no se levantaba apropiadamente. Cada vez que Luan te lo sacaba entrando a tu cuarto y trabando la puerta con una silla. Te lo lamía por decenas de minutos, humedeciéndolo y tragándoselo en su totalidad por la boca alambrada. Semi despertándola, pero aún adolorido, le explicabas que te seguía doliendo, pero ella albergaba tus bolas en su boca con cuidado. Besándolo, seguía hasta que te lo ponía medianamente duro, y te absorbía como una paleta de hielo, sensible y satisfactoria, en lo que Lynn Jr golpeaba la puerta y gritaba que le abrieran al intentar entrar.
Luan la ignoró en principio, pero tú no podías. Le pediste a Luan que parara, aunque tu pene ya se erguía, y se sentía como en un paraíso tener su lengua deslizándola de arriba a abajo, y a los lados. Dando besitos esporádicos que te llenaban de ternura y excitación. Los golpes se agravaron, se tornaron en arremetidas escandalosas y el grito de Lynn Jr advirtió que iba a derribar la puerta si no la abrían.
Luan te dejó y fue a la puerta, en donde le habló a través de ésta a Lynn Jr, en lo que tú te subías el pantalón y te lo abrochabas, e ibas hasta tu escritorio donde te acodaste en la orilla, en lo que veías a Luan y le asentías para que retirara la silla de la chapa, y Lynn Jr prorrumpía presurosa, viéndolos a ambos, similar a un animal sin adiestrar.
—¿Qué quieres? —apresuró a decir Luan molesta enarcando las cejas.
Lynn Jr la ignoró soltando un gruñido, y solo te miraba a ti.
—Lincoln... —soltó.
Luan puso un gesto irritable y le habló. Ella no contestó, e interrumpiéndola al repetir su pregunta, te preguntó a ti si querías salir a correr con ella.
—¿A correr?
—Sí. A correr —te contestó.
Te dijo que debían de aprovechar que todavía era de día, y abruptamente mientras te disculpabas declinando su invitación (a gusto de Luan), se disculpó por lo de ayer, y te dijo que no volvería a suceder. Extrañado la miraste. ¿Tan fácil creía que era? Y tú la disculpaste, y de nuevo te pidió de favor que la acompañaras a correr antes de que oscureciera. Al preguntarle la razón, dijo que últimamente estuvo viendo las noticias, y las cosas ya no pintaban bien para las corredoras tardías como ella.
—¿Qué les ha pasado a las corredoras últimamente?
—¿De qué hablas, Linky? No me digas que crees en lo que dice, porque probablemente se lo invento. ¿Tú crees que de verdad ella mire las noticias que no sean deportivas?
—Son acosadas las corredoras y raptadas, además de violadas —acotó Lynn Jr mirándote a ti y sin prestar atención a lo que Luan había dicho —. Eso es lo que les pasa a las mujeres en este país lleno de bichos raros. Así como nuestra hermana Luan, pero adultos y peligrosos —dijo Lynn Jr en seriedad, en lo que Luan se enrojecía —. Hace poco una de mis amigas fue perseguida por un pervertido. Y creo que es obvio que sigo siendo una chica, y por ende, temo de mi seguridad...
Tú y Luan se quedaron atónitos por toda la información pregonada. Se miraron, y un aura de incredulidad les llenó las sonrisas.
—Tonterías —se te salió decir, y por un momento te sentiste grosero y te sonrojaste, pero consideraste absurdo como Luan, que de verdad Lynn Jr temiera por su seguridad, aunque cabía la posibilidad
Lynn se quedó seria, y Luan empezó a burlarse y llamarla mentirosa.
Lynn Jr siguió en silencio con la misma expresión, cosa que infectó la duda en tu cabeza.
—¿Hablas enserio... ? ¿A cuál de tus amigas persiguieron?
Luan soltó una risita cruel. "¿No creerás en toda esa mentira?", y te secundo sin pensarselo en tu primera reacción, solo que en vez de "tonterías" empleo el término "babosadas" y remato con un chiste extraño e inapropiado, en lo que caminaba hacia a ti con expresión victoriosa, y te rodeaba con su brazo la cintura.
Tú miraste hacia el suelo y Lynn no dijo nada. Volviste a preguntar: "¿A correr?", y trataste de recordar si habías visto esas noticias, buscando el teléfono con la mirada para consultar, y Luan tenía esa mirada envilecida que te veía cada tanto. Luego trataste de hacer plática sobre las noticias, pero no obtuviste respuesta.
Lynn Jr te observaba fijamente, y por fin informó:
—Yo creo que me voy apurando antes de que oscurezca.
"Espera", murmuraste, y aquella no hizo caso. Trataste de llamarla cuando salía de la habitación, y cuando por fin se había ido, Luan suspiró y agradeció con un: "¡Por fin!"
En un parpadeo tu hermana se pegó a ti y te abrazó poniéndose de frente. Besó tu mejilla y tu oreja.
—Luan, no...
Y sacó su lengua y sentiste cosquillas al chupar tu lóbulo, y luego la electricidad junto al calor gracioso en el interior.
—Huh, ohh, Luan, esperaaa Luuaan... —trataste de quitarla sonrojado —. ¿No crees que Lynn podría peligrar? ¿Crees que está bien que vaya sola?
Luan te miró a los ojos y te sonrió entrecerrando los párpados.
—¿Y tú vas a hacer que vaya más segura acompañándola? —inquirió Luan abyecta con pizcas de mofa —Porque si la acompañas, no cambiaría nada. ¿Lo sabes cierto? Porque si una van se les acercará, no solo se la llevarían a ella, si no se los llevaría a los dos Lincoln...
Interrumpiste su contacto visual. Ella seguía siendo más alta que tú. Más alta que tú y Lynn Jr, a quien ya rebasabas.
Luan delimita el espacio en tu abstracción. Piensas en ello y en lo que te dijo, y solo sientes que sus manos se posan en tu rostro y te dice un tanto alterada:
—¡Oye, no te vayas a la Luna ahora! ¡Yo necesito mi dosis diaria de A-M-O-R!
Por un momento te confundiste y alejaste la mano de Luan, que aprovechó para tocarte y acariciarte las nalgas. Tú te enrojeciste e irritaste, y la separaste con cierta fuerza pidiendo que te dejara. Ella arrugó las cejas, te preguntó por lo que te pasaba, y si de verdad querías que te dejara.
No respondiste. Seguías pensando en Lynn. La probabilidad de que un hombre trastornado se le presentara; un hombre malo y enfermo. Luego evocaste el escenario que planteó tu hermana de la van, y de repente volviste a quitarte las manos de Luan encima rechazando su beso.
Saliste por la puerta en el momento que Luan te llamaba.
Precipitaste al pasillo largo buscándola, y no te percataste de que Lana te hablaba, o que Lucy te clavaba la mirada saliendo de su cuarto, sonrojándose.
Bajaste las escaleras y aprovechaste que Lori seguía inmersa limpiando la sala acoplada a Leni que más bien procastinaba, y ni siquiera te notaron al ir a la puerta principal que estaba abierta, y saliste al exterior con el sol fulgurante opacando tu vista.
Te cubres con el antebrazo de los rayos del sol. Atraviesas el patio, tupido de césped, oyendo el ruido del coche que pasa, y te ves por la acera en la búsqueda de su conjunto deportivo. De derecha a izquierda, donde en esta segunda, imaginas que la espalda de tu hermana se aleja trotando y doblando por la esquina.
Respiras profundamente, y vas por ahí. Sigues un recorrido ya visto. Apresurando el paso, dos cuadras adelante, la ves alejada avanzando.
Abres la boca y no sale nada más que un monosílabo. Ahogando el llamado, volteas a los lados y piensas que no hay necesidad de gritar. Que eres un ser racional que evita el escándalo y la fijación. Debes de alcanzarla y hablarle como un ser humano normal.
Corres tras su pista, viendo si hay alguna cara conocida que pueda ojearte antes de que solo quede gritarle al perderla.
Volviendo a trotar te percatas que tienes que correr más aprisa. Lynn se ha adelantado mucho, y pasa lado a lado por las casas suburbiales dejándote atrás con ellas. Corres sintiendo el aire invadir y trabajar tus pulmones, y tu hermana ya está hasta el otro extremo pasando a otra calle.
Aceleras, pero no eres buen corredor; no tienes condición o rendimiento. Te atrofias viendo por el alto que ella ya está trotando y no corriendo, y pasa por el alto sin mirar a los lados como siempre.
—¡Lynn! —gritas sin dejar de moverte, y ella no acata, más bien parece que acelera.
"¡LYNN!", la llamas de nuevo, pero quizás tiene audífonos.
Te duele el pecho y te falta oxígeno. Aumentas tu velocidad casi alcanzándola pasando por las calles bajo el atardecer. Mas sientes un dolor en la entrepierna, y te detienes de imprevisto.
Recuerdas el abuso y recabas algo de aire aspirando por tus fosas nasales. Levantas la vista y miras la figura de Lynn Jr metiéndose a la arboleda de un parque pasando la avenida.
—¡Lynn, espera... ! —exclamas desinflado. Quieres pasar, pero unos automóviles te pitan y regresas a la banqueta recibiendo las ráfagas de viento a pocos centímetros de que te atropellen.
Pasas en cuanto no vienen más coches.
Del otro lado, ya no ves a Lynn Jr. Solo los troncos de los robles. Las hojas van moviéndose por el viento y la luz disminuye en las nubes y en el cielo.
—Diablos, Lynn... —susurras, y ya no corres o trotas; caminas adentrándote al parque.
"Nunca había estado en este lugar", piensas andando por los caminos. Con las bancas y los postes que ya empiezan a alumbrar.
Rememoras de repente pensar en Lynn Jr, cuando te perdiste en aquella plaza por estar jugando con tus hermanas. Lloraste hasta que te quedaste sin lágrimas, y ya era muy oscuro, y nadie te podía encontrar.
Escuchas unos pasos. Volteas hacia atrás tuyo, y no hay más que el viento acariciando las hierbas.
Luan quería que te quedaras con ella. Quería hacer que de nuevo gozaran con sus cuerpos. "¿Quieres que nos sintamos bien con nuestros cuerpos?", te preguntaba de más pequeño, y Luna no dejaba de meter sus manos debajo de su falda, cuando Luan empezaba a chupar tus tetillas.
Te extrañas. No habías tenido tan claras esas imágenes, como si por mucho tiempo, la mente las hubiera censurado como con otros recuerdos blanqueados, pero ahora lo recuerdas. Mientras Luan te lamia, Luna estaba en una de las sillas y se tocaba mirándolos.
Un escalofrío recorrió tu espalda. Sudabas frío, y decidiste pararte y sentarte cerca de un árbol. Recuperabas el aliento. Escuchabas unas voces infantiles no muy lejos.
Cuando te perdiste, las lágrimas no paraban. Pedias cerrando los ojos que tú madre o tus hermanas te encontraran. Un señor se te acercó para ayudarte, pero tuviste miedo y huiste en cuanto te preguntó si estabas perdido. Lori siempre hablaba sobre la gente mala que había fuera y que estaba dispuesta a hacerte daño.
Escuchaste unos pasos de nuevo, y miraste a un tipo desgarbado pasar a un lado tuyo.
—Buenas tardes —saludaste, pero aquel no te respondió y solo te miró lóbrego por un momento, antes de pasar de largo.
Sentiste algo de miedo y te incorporaste, aunque pronto diste unos pasos y pusiste la espalda contra el tronco suspirando.
"Vaya hombre que soy, ¿no?", te dijiste. Reconsideraste, que realmente tal vez no sumarías una diferencia si acompañabas a Lynn Jr, siendo que como dijo Luan, solo correrías la misma suerte de ser afectado.
—No. Yo podría hacer algo para ayudarla... —hablas solo.
¿Sacrificarte? Te ves seguro, pero vuelves con cierta inseguridad.
Te imaginas un escenario contra un pervertido o contra un secuestro. Razonas qué métodos podrías implementar en esos casos; verosímiles e inverosímiles.
Eres muy chico aún y esa es la verdad. Necesitas crecer, entrenar y superarte. Dejar las frituras y las gaseosas. Los cómics y los videojuegos. Meterte a practicar algún arte o deporte para la defensa personal. Ahora ya el sol se oculta, y solo quedan unos destellos.
—Linc —escuchaste y levantaste tu mirada.
Bajás la mirada. ¿Qué pasó ese día cuando te perdiste? Raspado y solo en el estacionamiento, Lynn Jr te encontró por fin y tú corriste a abrazarla en lo que te decía algo. ¿Qué era lo que te decía?
—Lincoln, viniste... —dijo Lynn Jr. Tú te despegaste del tronco, y sonreíste.
—Lynn, yo... —dijiste y tu sonrisa se deshizo. Bajaste la cabeza y te molestaste.
Te amargaste escuchando sus pasos aproximarse a ti. Sus tenis para correr sobre el césped, sus calcetas y sus marcadas piernas. Sus shorts rojos pequeños, y su torso chico con la camisa pegada a la piel por el sudor. Después puso su mano a tu barbilla; igual que Luan. E hizo que la miraras. Que notarás su rostro pecoso, sonrojado, circular con una sonrisa media, con ojos brillosos; lo contrario a lo usual de Lynn.
—Hey, Linc. ¿Te gustaría ver algo?
Sus ojos marrones eran fulminantes pese a las sombras que emergían de los árboles y los cubrían. Tú la odiaste brevemente, reconociendo que no le faltaba una pizca de seguridad, sin embargo otra vez asentiste y le dijiste que sí.
Por un momento te acordaste cuando se descontó a ese chico que te hacía bullyng, encarándolo al colmo de la pelea, y te derribó de un golpe en el estómago sacándote el aire. Y Lynn Jr, la cuál corría tras el aviso de sus amigas de que peleabas, se adentro pateando al agresor, y pronto noqueándolo de un derechazo, a ese tipo dos grados superior a ella. La gente se asombró, pero nada como tú, que no te lo creías.
Salió del camino de grava y tú la seguiste. Bajan por la leve vertiente pelada que vuelve a los interiores de la arboleda. Una pérgola vacía con aspecto de abandono se bordea ligeramente arriba de las ramas hasta dar con ella.
El sol ya no estaba, pero había la luz de la luna que se extinguió al ir a la sombra. Ahí por los peñascos cercanos había una gran roca que acrecentaba la semipenumbra. "Este lugar es un escondite... "
Te quedaste en el entorno, y en la duna en medio del circundar calvo de hierbas, donde el brillo lunar la resplandecía. Y de imprevisto, Lynn Jr te empujo a la roca en la que pegaste, abalanzándose a ti y sujetándote las muñecas, empezó a besarte toscamente pegando su cabeza contra la tuya. Encalando tus brazos te dolían. A Lynn no le importaba. Tampoco que sus dientes se golpearan al estampar sus labios repetidamente contra los tuyos, y pronto sentías el meter de su lengua invasora dentro de tu boca. Con ojos entrecerrados y con cierta desesperación en su rostro enrojecido, dejó una de tus manos al mover tu lengua dando con la suya. Libre tu muñeca, la moviste y la encajaste en su cintura mientras ella llevaba su mano a tu nuca, y se desposeía en besarte, para soltarte por completo y empezar a tratarte de quitarte los jeans.
En un momento ella se puso en cuclillas bajándote los pantalones y los calzones, y descubriendo tu pene rígido, empezó a chuparlo. A meterlo lo más que podía a su cavidad bucal caliente, que Lynn Jr babeó chupándolo muy duro, sacando gemidos. La erección era más grande y gruesa que nada, y viendo la cabeza castaña de tu hermana engulliéndose, te excitaba de sobremanera que no entendías. Lynn te lustraba la polla concentrándose en el glande antes de bagar, y estuvo por un momento así hasta empezar a atragantarse, antes de que pusieras tus manos en sus cabellos suaves tomando su cabeza, y la zambulleras para poder sentir el remojo y la estrechez de la garganta superior en la punta. Le siguió a producir cierta espuma salpicando saliva en una acción en la que parecía ahogarse, y luego la soltaste, ella se alejó escupiendo un chorro abundante a tu pene, a tus muslos y a tus prendas. Viendo el líquido viscoso ya manchado, creías que podría venir parte de ello de su estómago.
—Lo siento... —murmuraste con una voz ronca.
Y ella no dijo nada chupando un poco más la punta y el tronco.
Por ahí empezaste a empalmarla contra la roca. Le bajaste los shorts, y ella no opuso ninguna clase de resistencia. Solo resopló en lo que agarrabas sus nalgas y las estirabas para ver lo húmeda y olorosa que ya se encontraba, y el olor fuerte emanaba de sus efluvios vaginales y te penetraba las fosas nasales.
Besaste donde tenía sus pecas en su espalda baja, y te levantaste al ver que Lynn Jr te indicaba con un gesto que lo hicieran, y juntándose, tomó tu verga junto contigo, y la guió a sus labios sensibles que se enroscan al pasar y dar con su estrechez.
—Ahhh.
—Haah —gimió Lynn—Sí...
La presión y la humedad, entrando de poco en poco hasta llenarla con su resoplido.
—Haahh Lincoln...
Levantaste tu cara hacia donde ella agachaba la cabeza con las palmas y los antebrazos en la roca. No podías ver la totalidad de su cara, porque la medio escondía. No obstante, sabías que tenía los párpados cerrados.
Siente que su misma vagina te substrae. Es más apretada en definitiva que las otras, más hermética por el ejercicio, la natación combinada con la rutina de masturbarse. Porque de hecho no ha tenido sexo más que en contadas ocasiones contigo; sus dedos ingresando y saliendo haciendo chapoteos, y tú jalando tu pene a un ritmo más pausado al verla, Luan te graba y Luna se pasea besándolos.
—Woah... —dices y notas sus pliegues pegándose y retrayéndose al balanceo.
—Haahhh Lincoln —gime restregando por momentos su culo directamente a ti.
Es una impetuosidad que te sorprende de repente en el ámbito marcado.
Quedándote quieto, pronto era ella la que se movía dando su trasero con tu pelvis. Se tomó un segundo de la nada gimiendo muy fuerte como nunca y estremeciéndose, sacándose el teni. Tú te moviste, y gimió aún más fuerte, corriéndose, y te retuvo con la misma mano. "No", te dijo y se tomó unos segundos, y luego con la mano temblorosa se quitó con cuidado el short y las pantaletas con habilidad pese a los temblores, y aminoró el sacudirse siempre al albérgate húmedo y caliente. Caliente, muy caliente de hecho; como si fuera un horno y tu pene se hirviera adentro. Las ganas de venirte vienen cargadas de su agitar, de esa respiración difusa llena de adrenalina y estimulación. Te estrujaba como ninguna al borde de explotar.
—Esspera Lynn...
Y ella, escuchándolo perfectamente, empezó a moverse más rápido; era competitiva y energética. Las paredes se contraen a ti.
No querías entender lo bien que se sentía. Su trasero pequeño iba de un lado a otro sin que tú tuvieras la necesidad de moverte. Simplemente impactaba o rebotaba, y era como si ella abiertamente te follara. Ya no podías, ibas a estallar.
—¡¡Ah, y Lynnn!! —gritaste, y se la sacaste y te corriste un montón en su culo y espalda.
Lo sentiste como una descarga (una serie de descargas), y tomándote de tu pedazo de plomo caliente, diste un intento de masturbación, sacando las últimas gotas, suspirando de satisfacción. No creías que aquello hubiera durado tan poco. Te corriste al minuto prácticamente, tan rápido que a pesar de ya haberte exprimido ella en la mañana, no sabias el porqué de la cantidad, además de que su coño estrecho era muy estrecho.
—Diablos —decías resoplando y quitándote el sudor de la frente.
Te pulsaba, y Lynn no dejaba de pegarse, levantar tu verga y acomodarlo en la raya de su firme trasero, a sentir la sensación de unión con la piel, embarrándose el semen a tus muslos y en la ingle...
Lynn Jr movió su culo, y pasó una mano detrás, notando tu semen, con la vista todavía baja sin mirarte. Te toma del pene, se desune, y te une de nuevo apiñando las sensaciones dentro de su vagina junto a la alarma que te causa el haberte corrido y meterla así nada más.
—¡Lynn, esto no... —y te callaste al moverte sensible en esa vagina, que volvían el apretón más irresistible que nunca —Ohh, Lynn, esto es... —moviéndote con ella, agitas las caderas, tomándola de su cintura, empezándola a follar, te tomas la molestia de terminar lo que decías—. Esto es muy peligroso, Lynn...
Ella debió de escucharte, pero no dijo nada. Solo su respiración se puso más salvaje que sus movimientos. Compensaste las embestidas, las hiciste más fuertes en lo que empezaba a sonar su conexión viscosa y resbalosa, caliente, hasta pegar al útero, y volver abriendo la boca, el aspecto del trasero chico de Lynn Jr., gimiendo abiertamente, dando monosílabas afirmantes, de una forma femenil y pausada; tierna con los resoplidos exuberantes al quedarse casi callada.
No duraste mucho para embutirte y follartela dura y continuamente, hasta cuando detuvo sus movimientos, y la arrimaste toda a la piedra tomando su cintura y alzándole la camisa. Su flaca espalda y sus pezones erectos. Sumergiste tu ser en ella, pasando tus dedos a esos duros pezones, en lo que lamías su espalda, y le echabas toda la carga abrazándola y presionándola muy firme, para metértele todo, a esa presión exprimidora suya hasta donde topará y te exprimiera...
—¡Woah! —gemiste roncamente, y te quedaste abrazándola en lo que tú pene pulsaba dentro suyo. Esperando acaso que te golpeara por haberte venido dentro suyo, pero no fue así.
Lo que sí fue, fue que te tomó de la cabeza, y carició tu cabello, lo que sin duda alguna hizo que te endurecieras más adentro suyo, pese ya haberte corrido dos veces, y sus paredes te oprimieron en un calor descomunal lleno de jugos...
Era increíble lo bien que se sentía el sexo con Lynn Jr.
