Ni la historia ni los personajes me pertenecen.
Capítulo 12
Era... era un caos.
La mitad de los caballeros cargaron contra Sasuke, y los otros se dirigieron sobre los que estaban alineados. Kidomaru enganchó el brazo de un caballero que había levantado una espada, rompiendo con su puño cerrado. El crujido del hueso provoco un aullido de dolor cuando Kidomaru agarro la espada y la volvió hacia el guardia. La espada era de piedra de sangre, y realizo lo que se esperaba, perforando la negra armadura y hundiéndose profundo en el pecho del caballero.
Kidomaru liberó la espada y yo esperaba ver caer al caballero, como un Craven, mientras Kidomaru giraba, su espada chocaba contra otra. Hubo gritos de dolor y un silbido astuto, pero yo no podía apartar los ojos del caballero. El simplemente no cayó como lo haría un Craven. Fisuras aparecieron a lo largo de sus mejillas, extendiéndose por todo su rostro y su cuello, formando una red de fracturas que desaparecieron debajo de la ropa y la armadura. Su piel... se agrietó. Trozos de carne se despegaron y desprendieron, convirtiéndose en polvo que fue atrapado y arrastrado por el viento. En segundos, no quedaba nada del caballero, excepto las ropas y la armadura que alguna vez había usado, dejadas en una pila en el suelo.
El Craven no moría de esa forma. Sus cuerpos permanecieron enteros. Eso le había ocurrido al Duque, pero él había sido asesinado por un bastón hecho de un árbol del bosque sangriento. Y eso tampoco había ocurrido cuando asesine a Lord Shimura, pero la espada era de acero. No piedra de sangre. Mi mirada se posó en mi daga de lobo, ¿eso... eso es lo que la piedra de sangre le hacía a un Ascendido?
Por unos preciosos segundos, quedé congelada en mi lugar, mi mirada recorrió el patio, sobre el choque de espadas y cuerpos, sobre la sangre que salpica la nieve.
Los caballeros... no solo estaban peleando con los Descendientes. Los estaban atacando. Muchos aún tenían sus espadas en sus vainas. Sus armas eran sus colmillos y su fuerza. Vencieron a los mortales entre la gente de la resistencia casi de inmediato, rostros retorcidos en gruñidos, colmillos brillando a la luz de la luna. Volaron hacia ellos, saltando sobre algunos, tirándolos al suelo como... como lo haría un Craven. Mis rodillas se sentían extrañamente débiles mientras permanecía de pie allí.
Sed de sangre.
Tal vez no chillaron como lo haría un Craven, o su apariencia no era descompuesta y media muerta, pero lo que estaba viendo era claramente sed de sangre.
Cualquier duda persistente que tenía sobre lo que Sasuke había afirmado casi desapareció cuando vi la sala. Pero ahora, no había ninguna, así era como los Ascendidos realmente lucían, y nunca había visto algo más aterrador en mi vida.
Neji apareció. De donde no estaba segura. Agarró a un caballero por la nuca, liberándolo de un hombre. Empujo en la espalda del caballero una espada corta, pero parecía que ya era demasiado tarde para el hombre. Cayó al suelo, su garganta hecha un desastre. De repente Iruka paso corriendo a mi lado, sacándome de mi estupor. Con una poderos embestida derribó a un caballero que había agarrado a una mujer, su rostro enterrado en su cuello... sus dientes en su garganta. La mujer se tambaleo unos metros, presionando con su mano la herida.
Parpadeando, me volví y vi a Sasuke meter una espada en un caballero y luego girar, dejando la espada allí. Agarro la parte posterior de la cabeza de otro caballero, tirándola hacia atrás. La cabeza del Ascendido cayó, y Sasuke...
El aire escapó de mis labios entreabiertos.
Desgarro y abrió el cuello del caballero. Echando al hombre a un lado, escupió la sangre mientras agarraba la espada del pecho de otro, liberándola un segundo antes de que el cabalero se convirtiera en cenizas.
Escaneé el patio, ya sin poder ver a Lord Chaney, pero si vi a un caballero retroceder- el que sostenía al niño. Usó al niño de escupo, manteniendo la espada bajo la barbilla del mismo. La daga de lobo prácticamente vibro en mi mando, y finalmente estaba moviéndome. El instinto desplazo al horror, y era como estar en el Rise o cuando recientemente enfrenté a un Craven. Una sensación de concentración y calma se apodero de mí mientras me lance al patio, corriendo hacia el carruaje. Por el rabillo de mi ojo, vi a Naruto saltar sobre un caballero que tenía la espalda de Kidomaru inmovilizada sobre la pared de piedra de la fortaleza. Agarró al caballero con su poderosa mandíbula de lobo, arrojándolo al suelo. Tayuya apareció, empujando una de las espadas de piedra de sangre hacia abajo.
Disminuí la velocidad mientras me movía por la parte trasera del carruaje, deteniéndome al final. Mirando a mí alrededor, vi al caballero arrastrando al niño que ahora luchaba hacia los establos, un grueso brazo alrededor de su cuello. A la luz de la luna, los ojos anchos del niño, ahora llenos de pánico miraron a los míos antes que el caballero lo llevara lejos.
—Sigue luchando —el caballero gruñó— Eso mantiene la sangre bombeando.
El niño no era más un escudo. Era comida.
La furia bombeó mi sangre mientras salía de detrás del carruaje, cruzando la distancia entre nosotros mientras giraba el mango de la pesada daga para así poder agarrarla de su hoja- tal como me había enseñado Yamato.
El caballero de repente giró, arrastrando al niño alrededor como si no fuera más que una muñeca de trapo. Levantó su espada mientras su mirada, negra rojiza a la luz de la luna, parpadeaba sobre mí… sobre mi cara. Las cicatrices. Sus ojos se ensancharon en reconocimiento. Él sabía quiero era yo. Su brazo se aflojó, cayendo una fracción mientras bajaba la espada. Vi mi chance. Y la tomé.
La daga voló de mis dedos, girando en el aire. La hoja dio en el blanco cortando a través del ojo del caballero e incrustándose profundamente en su cerebro. Su mano abierta tuvo espasmos, soltando la espada. Cayó al suelo mientras pequeñas grietas aparecían en su carne, corriendo por su piel. Eran delgadas y poco profundas, y cuando se rompió, fue como si se hubiera hundido en sí mismo.
—Demonios —dijo el pequeño niño, ojos ensanchados. Se volvió agachándose para recoger la daga de la armadura. Me la entregó a mí— ¡Le diste! ¡Le diste justo en el ojo! ¿Cómo lo hiciste? ¿Me lo mostrarías?
Aliviada de ver que el niño no estaba ni remotamente traumatizado, mis labios se crisparon.
—Quizás…
—¿Un especial de dos por uno? —una voz sonó desde atrás nuestro— Perfecto.
—Corre y escóndete —le dije al niño, empujándolo lejos.
Con la esperanza que me escuchara, me enfrenté a un caballero. Burbujas de sangre cubrían su boca en gruesos grumos. Estaba empezando a pensar que el voto de silencio no aplicaba a cuando no estaban escondiendo quienes eran. O no le habían dado una descripción de como lucía yo, lo cual no parecía probable, o estaba totalmente perdido en la sed de sangre. Eso sonaba más probable. Mostro sus colmillos, silbando mientras se inclinaba. Ahora vi que sus dientes eran como los del Craven. No solo había dos colmillos, sino cuatro. Dos arriba y dos abajo. Corto y fácil de esconder, pero no por eso menos mortal.
El caballero cargó contra mí con toda la fuerza de un Barrat. Sabiendo que la armadura me sería difícil de perforar, incluso con una daga de piedra de sangre, me prepare. En el momento en que sus dedos tocaron mi brazo, me hice a un lado mientras bajé mi daga al centro de su pecho con toda mi fuerza. Mi golpe encontró resistencia, pero el peso corporal del propio caballero y el impulso trabajaron a mi favor. La hoja atravesó la armadura y luego el pecho. El grito de dolor y el shock del caballero terminaron abruptamente. Sacudiendo la daga, baile hacia atrás mientras las fisuras en su piel aparecieron. No quería estar cerca de él cuándo se rompiera. El pensamiento de la ceniza, de las piezas de él, sobre mí, en mi cabello o boca, u oh, dioses, en mis ojos… me dio ganas de vomitar.
—¿Doncella?
El cabello a lo largo de mi cuello se levantó ante el sonido de la voz del señor Chaney. Me di la vuelta, mi corazón en la garganta. Los colmillos estaban ocultos, su placida expresión no mostraba asombro. La sangre brotó de una herida en su pecho. Parecía que alguien casi lo había atrapado con una espada o daga, pero había sido demasiado rápido. Lo que había causado la sacudida de mi pecho era lo que sostenía contra él. Era el niño.
O el niño no me había escuchado o no fue lo suficientemente rápido. Lord Chaney tenía una mano alrededor de la garganta del niño. Delgados riachuelos corrían desde donde las uñas del Ascendido clavaban la piel del niño.
—Me dijeron que tenías cicatrices —dijo el lord. Sus ojos eran como el fuego más negro cuando se movieron hacia la daga— Supuse que querían decir que era solo un rasguño o dos, solo un defecto menor. Pero eres tú.
—Soy yo —Rápidamente corrí sobre los posibles escenarios mientras el niño temblaba. Casi todos ellos terminaban con el niño muerto, y no podría tener eso en mi mente. Demasiadas personas ya han muerto o han resultado seriamente heridas. Nombres que serán tallados en las paredes de la sala, todo porque los Ascendidos habían venido a por mí. Solo vi una forma en la que niño pudiera vivir— Estas aquí para salvarme —Las palabras subieron a cenizas en mi lengua— Gracias a los dioses.
Lord Chaney me observó de cerca.
—¿Estás segura que necesitas ser salvada? Mataste a dos caballeros.
—Uno de ellos estaba tratando de lastimar al niño, y el otro caballero... el me asustó —forcé a decir— Creí que iban a lastimarme. No sabía que había Ascendidos entre los caballeros reales.
Una media sonrisa sin humor apareció.
—No hay necesidad de estar asustada ahora, Doncella —dijo— Estas a salvo, baja la daga.
Mis pelos todavía estaban fijos. La daga era mi única arma contra el Ascendido. Sin ella, el miserable cuchillo de carne seria de muy poca o ninguna ayuda. Al igual que lo habría sido si yo hubiera logrado escapar la noche anterior. Sasuke había estado dolorosamente en lo cierto sobre lo mal que habría ido, aunque ahora no era el momento de auto recriminarse.
—Estas lastimando al niño.
Las cejas del Lord se levantaron al sonido de la continua batalla en el patio.
—¿Lo estoy?
Asentí con la cabeza.
—Está sangrando.
No quitó sus ojos de mí. Sabía que no podía ser capaz de tirar mi daga como lo hice antes. El elemento sorpresa se había ido.
—Es un Descendiente, Doncella.
—Es solo un niño…
—Un hijo de los que pretendieron secuestrarte. Su seguridad debería ser la menor de tus preocupaciones. Por qué te paras ante mí sin el velo, no solo sosteniendo una daga de piedra de sangre, sino también con el conocimiento de cómo usarlo es mucho más preocupante.
Casi me rio. Deja que un Ascendido crea que mi rostro sin velo y mi habilidad para pelear era más preocupante que el destino de un niño.
—Pero él es solo un pequeño niño, y estoy convencida que es un segundo hijo —Rápidamente mentí— Él está destinado a los Ascendidos, y los dioses no van a estar muy conformes si algo le pasara, ¿o no?
—Ah, sí. No me gustaría ofender a los dioses —Sus dedos de aflojaron y el niño resopló entrecortadamente. El Lord puso sus manos sobre los pequeños hombros del niño— Baja la daga. No la necesitas ahora. Y entonces lo dejaré ir. Te llevare lejos de aquí, de regreso a tu Reina. Ella está muy preocupada por ti, Doncella.
Con la daga, tenía una oportunidad. Lord Chaney era rápido, y más inteligente que un caballero. El no vendría a mí como un jabalí. Tendría que ser inteligente. ¿Pero sin mi arma de piedra de sangre? no tendría ninguna posibilidad. El Lord no me mataría. Los Ascendidos me necesitaban. ¿El niño, sin embargo? Lo mataría sin perder un segundo pensamiento. Mi mirada se posó en el niño. Había estado en el establo, gritando, "de sangre y cenizas" cuando los otros pidieron que me enviaran de regreso a la Reina en pedazos. Pero él era solo un niño.
Lentamente exhalando, abrí mi mano. La daga se deslizo de mis dedos. Golpeó el suelo con un suave ruido como si se cerrara una puerta.
—Estoy lista para irme a casa —Estabilicé mi voz— A mi Reina, ¿Por favor?
Lord Chaney sonrió nuevamente, y el terror anudo mi estómago. El asintió con la cabeza, y esa fue la única advertencia que tuve antes de que un dolor impactante explotara en la parte posterior de mi cabeza, y mi mundo se hundió en la oscuridad.
Empujando hacia la conciencia, me desperté con la cabeza palpitante como si se estuviera partiendo en dos y una sensación seca y algodonosa en la parte posterior de mi boca. El constante choque con rocas forzó a mis ojos a abrirse. Todo era un borrón carmesí. Parpadee hasta que mi visión se aclaró. Una lámpara de gas emitió un suave resplandor sobre el carmesí. Estaba en un carruaje, tendida en un acolchado banco tapizado en rojo. Respiré hondo y casi tosí con la colonia espesa y demasiado dulce.
—Estas despierta.
Mi estómago dio un vuelco. Lord Chaney. Me levante vacilante, haciendo una mueca de dolor cuando el dolor se disparó intensamente en la parte posterior de mi cráneo.
El ascendido apareció en mi vista cuando alargue la mano y cautelosamente toque mi piel. Estaba tierno, y había un pequeño bulto, pero sin sangre, a pesar que el área palpitaba.
—Me golpeaste —dije, mi voz ronca.
—Yo no te golpeé —Lord Chaney respondió. Se sentó en una posición arrogante, brazos descansando a lo largo del respaldo del banco— El señor Terrlynn fue quien te golpeó. Fue desagradable pero necesario.
—¿Por qué? —rápidamente mire alrededor del carruaje.
No había nada que pudiera usar como un arma, y dudaba que hubiera piedra de sangre o de bosque escondida en cualquier lugar. Pero si tenía el...cuchillo. Aunque, ¿qué iba a poder hacer con un cuchillo de carne contra un Ascendido?
—Necesitábamos darnos prisa, y temía que de alguna manera... nos retrasarías involuntariamente —Se movió en el banco, las líneas de tensión formándose en las comisuras de la boca.
Mi miraba bajó mientras bajaba mi mano al asiento a mi lado. La herida en su pecho era visible debajo de su rasgada túnica. La piel de color rosa-rojiza estaba irregular, y la herida parecía profunda. Se sabía que los Ascendidos se curaban rápidamente de las heridas, al igual que los Atlánticos.
—¿Por cuánto tiempo estuve inconsciente?‖ —pregunté. Sin ventanas, no podría decir si era de día o de noche.
—Dormiste casi una hora.
Mi corazón dio un vuelco. ¿Una hora? Buenos dioses, yo no podía creer que no solo escapó de la fortaleza, sino que eludió a Sasuke. Pero el Príncipe tuvo que darse cuenta que me habían llevado… ¿Que, si pensaba que me había ido con los Ascendidos por mi propia voluntad, luego de todo lo que me habían dicho y había visto? La opresión se apodero de mi pecho, pero no podía preocuparme por eso ahora. Eché un vistazo a la puerta. Sobre el sonido de las ruedas del carruaje, podría oír el golpeteo de los cascos. No estábamos solos.
—Si planeas escapar, te desaconsejaría de tal tontería —Declaró Lord Chaney— Estamos viajando a bastante velocidad, y dudo que sobrevivas a tal caída. Pero si lo hicieras, quiero que sepas que no estamos viajando solos. El señor Terrlynn cabalga junto a nosotros, como también lo hacen varios caballeros y guardias.
Respirando superficialmente, ignoré el fuerte aumento de nauseas cuando me encontré con los ojos negros del vampiro. Un escalofrío barrió mi piel. Aunque no había considerado arrojarme por la puerta de un carruaje a toda velocidad, definitivamente estaba planeando escapar. No tenía idea de cuánto tiempo estuve en el fondo, pero supuse que estaríamos a varias horas del amanecer, cuando el Lord y los caballeros necesitarían refugio del sol. Esa sería mi oportunidad de escapar. ¿Y entonces qué?
No tenía idea, pero tendría que averiguarlo cuando llegara ese punto. Hasta entonces sería mejor si pudiera convencer al Lord de que no participe voluntariamente en esto.
—¿Por qué crees que querría escapar? —Pregunté mientras me recostaba, cruzando las manos en mi regazo mientras cruzaba mis tobillos. Me senté como lo haría si usara el velo. Fue como ponerse una máscara, un disfraz asfixiante y toxico— Yo temía que nadie viniera por mí. Estoy sorprendida por lo rápido que me encontraste.
—Tenemos ojos en todos lados, Doncella —respondió, frotando el espacio sobre su herida— Incluso en los lugares donde están firmemente arraigados los Descendientes.
—Fue así como encontraste a la señora Tulis? ¿La mujer que... que estaba contigo? —en este mismo carruaje, probablemente donde yo estaba sentada ahora. Y ahora ella estaba muerta en el frio piso— ¿Dónde estaba su hijo?
Una sonrisa tensa apareció en su rostro.
—Fue una mera coincidencia que nos encontráramos con ella. Ella estaba a pie, unas millas afuera de New Haven, caminando en la nieve. Estaba casi congelada cuando la encontramos. Que idiota —Dejo escapar una risa áspera, y quería golpearlo, haciendo que su risa fuera su último aliento— Ella afirmó que el Oscuro había matado a su marido.
La señora Tulis no había elegido ninguna de las opciones de Sasuke. Hundiéndome aún más en el dolor de mi corazón, reprimí un escalofrío. ¿Sasuke sabía que la señora Tulis se había ido? ¿Podría culparla? Probablemente temía que le pasara lo mismo.
—Estábamos en la ruta a New Haven, solo un puñado de días detrás de ti —me dijo— Descubrimos que muchos de quienes te escoltaban no eran quienes decían ser. Los Descendientes hicieron su trabajo muy profundo hasta los más altos rangos de nuestros guardias.
¿Él se refería al comandante Akatsuki? Tendría sentido si hubieran descubierto que había ayudado a Sasuke. Si era así, estaba segura que Akatsuki estaba muerto.
—Así que, la señora Tulis fue un hallazgo inesperado, pero fue ella quien nos confirmó que una mujer viajaba con el Oscuro, alguien sobre los que susurraban era la Doncella —me dijo, tragando espesamente— Ella tenía razón.
—Pero si sabias eso, ¿por qué la asesinaste? —pregunte, una parte de mi necesitando entender tal acción.
—Ella huyó de la ciudad en vez de obedecer la orden del Rito.
Esperé a que él diga más, pero no había otras palabras. Inhalé bruscamente, casi con nauseas por el aroma floral de su colonia.
―¿Y qué hay del niño? ¿Su hijo?
Lord Chaney simplemente sonrió. No hubo una explicación. Nada. El pavor de anudo en mi pecho al ver la fría curva inhumana en sus labios… No pudo haber hecho algo al niño, ¿correcto?
Mis ojos se cerraron brevemente. Mi negativa no viene de un lugar de ingenuidad, pero sí de la incapacidad de comprender como uno podría sonreír si había hecho daño a un bebe. Pero estaban todos esos niños, algunos tan pequeños, que eran entregados al templo durante el Rito. Nadie nunca volvió a verlos por una razón, y no tenía nada que ver con su servicio a los dioses.
—¿Qué hay del chico? —Abrí mis ojos— Sus padres pueden haber sido Descendientes, pero él es solo un niño.
—Permanece en la fortaleza.
Eso fue un pequeño alivio, pero me aferré a él. Cualquier cosa para evitar vomitar mientras arreglaba lo que esperaba hubiera sido una expresión serena en mi rostro. Una mirada de ciega confianza, devota confianza mientras me miraba, y yo...lo miraba a él.
Lord Chaney podría considerarse un hombre guapo. He escuchado hablar de él a algunas de las damas de espera, aquellas segundas hijas entregadas a la corte para ascender. Pero yo no recordaba que fuera tan pálido. Su piel estaba lixiviada de todos los colores, y pude ver las tenues venas azules debajo de su piel.
—¿Estas... bien? —pregunté— La herida parece... bastante feroz.
—Es una herida muy... feroz. —continuó masajeando su pecho. Las líneas de su boca se hicieron más profundas a medida que sus labios se entreabrían— ¿Sakura?
Me retorcí ante el sonido de mi nombre.
—¿Si, mi Lord?
El aún no había parpadeado. ¿Ni una vez desde que me había despertado, y no era eso completamente inquietante?
—Puedes dejar de fingir.
El hielo golpeo mis venas.
—¿Fingir qué?
Chaney se inclinó hacia mí, y me tensé. Sus dedos inmóviles.
—Dime algo, Doncella. ¿Le diste la bienvenida a la mordida de un atlántico? ¿Quizás hasta disfrutaste el prohibido beso sangriento? ¿O él te forzó? ¿Te derribó y tomó tu sangre contra tu voluntad?
La maldita mordida.
Clavé mis uñas en mis palmas.
—No fue... no fue bienvenida.
Una pizca de rojo se agitó en el abismo de sus negros ojos.
—Como lo haría un Craven. ¿Es eso así? —pregunto.
Asentí.
—El oscuro te mordió, y, sin embargo, te sientas frente a mí no como un Craven. Eso debe haber sido un shock.
Dioses, lo había olvidado. ¿Cómo pude haber olvidado eso? Los ascendidos nos habían enseñado que la mordedura de un atlante era ¿venenosa?
—Sí, pero yo soy la elegida…
—Y esta noche nos viste, afuera en el patio. Viste lo que somos —el interrumpió— Y sin embargo no pareces sorprendida. Mostraste más shock y desconcierto sobre la muerte de la mujer —levanto una mano y la coloco en el banco junto a mi rodilla— ¿Dices que estas aliviada de habernos encontrado?
—Lo estoy.
Suavemente río.
—No te creo.
Todos mis sentidos se pusieron alerta mientras le dedique una breve mirada a su mano. Las venas se destacaban crudamente. No estaba bien. De ninguna manera.
Chaney chasqueo suavemente entre dientes.
—El rey y la Reina van a estar muy disgustados.
No me atrevía a apartar los ojos de él.
—¿Disgustados por qué? ¿Vas a ordenarle a algún caballero que me golpee?
—Puede que no se sientan felices de saber eso, sí, pero yo creo que se sentirán más perturbados al saber que has sido comprometida —El rojo ardía más brillante en sus ojos— Y probablemente en más de un sentido.
La implicación en su tono encendió mi temperamento, y por un momento, recordé que no tenía puesto el velo.
—Deberías preocuparte más por ti mismo —Me encontré con su mirada— No luces bien Lord Chaney. Quizás la herida sea más seria de lo que crees.
—Ese Atlántico bastardo casi obtiene mi corazón —dijo, con una hueca característica— Pero sobreviviré.
—Me alegra escuchar eso —espete.
—Estoy seguro que lo estás.
El carruaje choco contra una roca, empujándome, pero Chaney no pareció darse cuenta.
—Había una razón por la cual fui el encargado de encontrarte. ¿Sabes por qué es eso?
—¿Tu paciencia y generosidad?
Su risa era como uñas arrastrándose en el final de mis nervios.
—No sabía que la Doncella fuera tan luchadora —Arqueé una ceja— Fui elegido porque sé lo que realmente eres —obligue a mis manos a aflojarse— Se lo que realmente hay en tu sangre, y me atrevo a decir que sé mucho más que tú.
—¿Es eso así?
Sus labios se separaron, y quise retroceder ante la vista de sus colmillos, una reacción que no se parecía en nada a cuando vi los de Sasuke.
—Ni siquiera puedes comenzar a comprender por qué fueron Elegidos, pero eso no está ni aquí ni allí. Aprenderás pronto.
—¿Y qué es lo que voy a aprender?
Sus ojos, un caleidoscopio de rojo y negro, se fijaron en mí. En mi cuello.
—Que marcará el comienzo de una era completamente nueva de Ascendidos.
El disgusto me recorrió el cuerpo.
—¿Crees que no lo sé?
—No creo que puedas siquiera empezar a entender lo que eso significa. Pero sea como fuere, tenías razón. Estoy un poco más herido de lo que pensaba. Si no hubiera sido piedra de sangre, ya estaría sanando. Les he dicho a la Reina y al Rey, una y otra vez, que todas las piedras de sangre necesitan ser destruidas. Pero sin más, a ella le preocupa que los Craven abrumen a la gente.
—No puedes destruir tu fuente de alimento ahora, ¿no? —dije antes de que pudiera detenerme.
—El Oscuro obviamente ha estado susurrando en tu oído —Su lengua recorrió su labio inferior— Él obviamente ha estado haciendo más que eso.
—No importa lo que haya estado haciendo —Sonreí solo tan fríamente como él— Lo que importa es que sé por qué soy la favorita de la reina. Sé lo que todos planean hacer conmigo. Sé que no me tocarás. Me necesitan viva para que o pueda mantener alimentado al Atlántico que han mantenido en cautiverio o usarme para hacer más Ascendidos.
Inclinó la cabeza.
—Tienes razón en una cosa. Sí que te necesitamos viva. Eso es todo.
Antes de que pudiera procesar lo que dijo, que solo estaba en lo correcto sobre una cosa, se levantó y se acercó a mí. Y reaccioné. Inclinándome hacia atrás, planté mi pie en su pecho y lo pateé de regreso a su banco.
Sus ojos se agrandaron mientras reía.
—Querida doncella, eso fue innecesario. Solo necesito un sorbo. El rey y la reina nunca necesitarán saber. Será nuestro secreto. Uno que serías prudente mantener…
Pateé de nuevo, alcanzándolo en el pecho una vez más. Siseó de dolor.
—Eso no fue muy agradable —gruñó mientras me moví, alcanzando el cuchillo— Eso realmente duele.
—Ese era el punto —Desenfundé la hoja, sosteniéndola estable— Si sabes tanto como crees que sabes de mí, entonces te darás cuenta de que sé cómo usar esto. Puede que no te mate pero puedo hacerte desear que así sea.
Sus ardientes ojos negros se agrandaron mientras levantaba las manos.
—Ahora. Ahora —Su tono fue apaciguador. Protector— No hay necesidad de amenazas de violencia.
—¿No las hay? —Manteniendo un ojo en él, crucé el banco, hacia la puerta.
ÉL rastreó mis movimientos.
—¿Te olvidaste de la velocidad con la que viajamos? ¿Los Caballeros?
—Prefiero arriesgarme a morir pisoteada. Al menos iré a la tumba sabiendo que probablemente vengas detrás de mí una vez que el rey y la reina se enteren de que estoy muerta gracias a ti.
Alcancé la puerta…
Chaney golpeó. Esperaba que fuera a por el cuchillo. Retrocedí. En el momento en que su mano alcanzó mi tobillo, me di cuenta de que había cometido un error de cálculo fatal. Tiró con fuerza, sacándome del Banco. Mi espalda se partió en el borde del asiento enviando una sacudida a mí ya adolorida cabeza mientras bajaba duramente en el estrecho espacio.
Me atrajo hacia él, sobre el áspero, sucio, húmedo piso, riendo todo el rato.
—No tiene sentido luchar…
Agarrando su rodilla, me senté, balanceando el cuchillo con todo mi poder en su pecho, en la furiosa herida que se filtraba. Chaney aulló, arremetiendo. Su puño atrapó mi mandíbula echando mi cabeza hacia atrás. Brillantes ráfagas de luz llenaron los lados de mi visión mientras él se echaba hacia atrás en su asiento, agarrándose su pecho. Luché por ponerme de pie. El carruaje se sacudió, enviándome hacia atrás y luego hacia adelante. Agarrando su hombro por equilibrio, me subí a él. Se retorció debajo de mí, moviéndose sobre su espalda y luego rodó, tirándome a un lado. Me estrellé contra el respaldo del banco, golpeando los cojines y luego caí al suelo. El aire salió de mis pulmones en una prisa dolorosa. Empecé a sentarme, pero Chaney cayó encima de mí.
—No sé cómo se las arreglaron los Teermans para estar cerca de ti sabiendo lo que realmente eres. No sin robar solo una probada. Puede que solo seas media atlántica, pero tu sangre es potente —Su peso y el hedor de su colonia eran insoportable, sofocantes, mientras agarraba mi brazo izquierdo, tirándolo hacia su boca— Solo necesito un poquito. Entonces la maldita palpitación de mi pecho cesará…
—¡No! —Grité, luchando salvajemente debajo de él.
Todos mis años de entrenamiento desaparecieron en una oleada de pánico. Pateé la parte inferior del banco con la pierna que no estaba inmovilizada. Lo pateé, el piso, el asiento… Pero fue inútil.
Los dientes del vampiro destrozaron mi piel, hundiéndose en la carne de mi antebrazo.
