Los personajes no me pertenecen. Son de exclusiva propiedad de Keiko Nagita. Todos sabemos que Stear murió en la Historia Definitiva, pero esto es un "what if", creación de la imaginación. Espero que lo disfruten.

Desde la Sombra a la Distancia

No sé cuánto tiempo llevo exactamente en ese lugar. Al principio, había perdido momentáneamente la memoria, sí, como el mismo Albert. No, ni siquiera sabía mi nombre. Lo recordé un tiempo después. Y cómo había llegado allí, tampoco lo sabía. Lo único que recordaba era haber salido disparado de la cabina de mi avión. También sabía dónde había caído el avión, sí, en el fondo del mar, como a 100 metros de la orilla. Todo era cuestión de nadar y llegar allí. Pero las insignias y los números, no, no los entendí buen tiempo. Además, acercarme allí era un riesgo. Sólo lo hacía cuando me picaba mucho la curiosidad. Es que hay tiburones en el área, y yo me convierto en presa fácil si me acerco.

Tampoco me acuerdo de cómo llegué aquí. Sólo recuerdo que, en efecto, mi avión se accidentó. También que ya sé que tengo más o menos 26 años. ¿Pero cómo lo sé? Fueron los recuerdos que comenzaron a llegar a mi mente durante varios años. Candy, la dulce cobaya Candy. Sus hermosos ojos verde esmeralda me recordaban a alguien más, a una tía que se parecía mucho a ella. Y era raro que recordara a la tía Rosemary, ya que la tía abuela, según parece, escondió todos esos recuerdos de nuestra temprana niñez. Por qué, por qué lo había hecho. Bueno, no importaba realmente, de pronto, en medio de la nada y sin saber por qué, me asaltaron las memorias de esa niñez, ocultas a través de largo tiempo. Mi mente curiosa, esa que creaba los más ingeniosos inventos, de pronto no tenía mucho que hacer en medio de esa oscuridad en la que me encontraba.

Recordé a Anthony, el querido primo que pereció antes de que yo…bueno, todavía me quedaban detalles y piezas del rompecabezas por recordar. Me acordaba muy bien de sus ojos azules y cabello rubio como el sol. Se parecía demasiado a su madre, sí. Demasiado. Y Patty, la dulce y hermosa Patty, su rostro dulce, su mirada tierna. Cuánto la había extrañado. Por último, quedaba mi elegante hermano, a quien me encantaba bromearle y molestar. Ay, Dios, pero cuánto tiempo había pasado ya. ¿Se habría casado con Annie Britter?

Y Candy, ¿se habría finalmente quedado con Terry y no como pensaba realmente, que se daría cuenta de que Albert estaba enamorado de ella y que, a diferencia de Terry, no la haría sufrir? El día que fui a despedirme de ella a la estación de trenes, el último día que la vi, ella estaba feliz y entusiasmada con la idea de hacer realidad su sueño de amor con Terry, pero yo bien sospeché que Terry la haría sufrir, aunque quién era yo para decirle nada al respecto. Simplemente le regalé una cajita de música que había hecho para ella, que llamé la cajita de la felicidad. La realidad es que no dudaba y siempre sospeché que la necesitaría más que nadie. Espero que no se la haya dado a nadie más …

…..

Ya había hablado con mi hermano sobre la posibilidad de que Candy decidiera dejarlo todo por Terry, y esto no dejaba de preocuparnos. Sospechábamos que eventualmente Candy sufriría mucho, pues Terry siempre fue egoísta, y no iba a sacrificar su ego por nada ni por nadie. Sí, había hecho cosas que demostraban que quería a Candy, pero ¿podía superar en verdad ese ego y hacer feliz a nuestra amiga, o simplemente la arrastraría a una vida de sufrimientos y privaciones, de tener que elegir lo que pensaba que la haría feliz y lo que lo hubiera hecho de verdad?

Sí, todos habíamos caído bajo el hechizo de sus grandes y hermosos ojos verdes, pero el momento de la verdad no fue tan aciago. Realmente, mi hermano como yo habíamos decidido que Candy fuera feliz y que, para eso, teníamos nosotros que ser felices también. Al final, mi hermano se decidió por Annie, aunque para él no era la mejor opción, pero sí la que quería él, y yo encontré en Patty una relación estable y feliz, llena de momentos plenos que nunca antes había vivido, de verdad. Lamentablemente, fueron momentos muy breves y accidentados que en este momento añoro y extraño. Y aquí, ahora, me pregunto que hará mi bella y tímida novia. En que deleitará sus días. ¿Me extrañará aún? ¿Estará disponible cuando y si puedo regresar de este extravío?

Y más allá de todos nosotros, que será de Albert, que era el hombre que más amaba a Candy, y no hubo quien no se diera cuenta de ello. Yo deseaba que ella se hubiera percatado para así encontrar su verdadera felicidad. Quién no hubiera dado todo porque ella fuera feliz. Y el hombre para hacerla feliz y no dañarla era definitivamente él. Todos lo sabían, todos lo pensaban, pero nadie se lo decía a ella y ahora yo, aquí, que no daría por gritárselo, si es que no se ha dado cuenta aún. Pero, quizás, sólo quizás, ya ella lo sabe todo y está junto a él, no como la amiga y enfermera que quería cuidarlo, sino como algo más…

…..

Un día, no hace mucho, me desperté pensando que era más que probable que todos pensaran que yo estaba muerto. Esto, por cierto, es un pensamiento ocasional, que de pronto me toca el vientre y la cabeza, y me pregunto si fue, después de todo, buena idea dejar la vida que tenía por irme detrás de lo que no era otra cosa que un sentido de obligación y hasta de culpabilidad. En los años que llevo aquí, en esta isla deshabitada por otros humanos, jamás nadie se acercó para indagar sobre mí o sobre mi paradero. Es una isla pequeña, con buenos árboles frutales y agua fresca. Y yo, como inventor, he sacado provecho, pero decir que no me siento solo, sería una gran mentira. De hecho, mi única compañía son algunos animales, incluso salvajes, pero una de las cosas que aprendemos los cadetes cuando estamos en entrenamiento es a sobrevivir, y esa instrucción me ha ayudado muchísimo.

También ser inventor me ayuda bastante, pero las cosas que necesito para crear sistemas de comunicación con el exterior están en el avión. Cómo hacer para buscarlas. Tengo que calcular cuál es el mejor momento, pero no se me ha hecho nunca fácil. Lo más, pude construir una barca bastante simple, que me funciona mucho mejor que inventos previos, como aquel bote-cisne, que nunca funcionó bien aún lo hermoso que era. Otra cosa es que, según mis cálculos, yo estoy como a 200 millas o más de la estación más cercana, y no sé, aunque sospecho que ya la guerra ha terminado. Quizás sea un riesgo, pero acabar como prisionero siempre fue la alternativa para llegar al mundo exterior si es que aún la guerra continuaba, aunque pudiera ser un riesgo calculado. Quién sabe qué…qué…qué esté pasando allá afuera.

Por otro lado, quizás podría perfeccionar el aparato que creé para comunicarnos con la habitación de Candy en el San Pablo. Ay, pero qué digo, si casi todos mis inventos son un fracaso. La sola idea de tener que comunicarme a 200 millas de distancia me hace eco todos los días en la mente. También he tratado la telepatía, pero no conozco un ser que tenga esa habilidad, y más a cientos sino miles de millas de distancia. Ay, por Dios, en qué estoy pensando…

No, pero hoy he visto una ventana de oportunidad para acercarme al aparato que veo desde donde estoy, pero que se me hace complicado alcanzar. Como expresé, mi avión está como a 100 metros de la orilla, y el área está rodeada casi siempre de tiburones. Me imagino que ellos se sienten intrigados por el aparato en el fondo. Por cierto, son como 20 pies de profundidad, no mucho, pero para poder respirar cuando pueda llegar allá, inventé un respirador con bambús, una careta del tanque de oxígeno, que fue de las pocas cosas que pude sacar del avión. También estoy preparando un repelente de tiburones con ingredientes naturales. De nuevo, es de las cosas que aprendimos con el entrenamiento. De todos modos, conozco cómo preparar repelentes, así que no es nada nuevo para mí. La diferencia es que tuve que sustituir los ingredientes que no tenía a la mano, pero tengo que decir que, en pruebas con ciertas criaturas marinas, definitivamente es excelente el producto. Espero que funcione con los tiburones.

Llevo tanto tiempo aquí, que ya no sé ni siquiera qué año es, en especial porque estuve varios días sin saber nada, igual que Albert con su pérdida de memoria. Ojalá mi enfermera hubiera estado aquí para ayudarme igual que lo hizo con él. Ahora mismo no tendría tantas dudas. Pero de que es difícil, lo es. Eso no lo quita nadie.

Recuerdo ahora que el piloto que derribó mi avión me demostró que el honor en la guerra es de las cosas que valen muy poco. Yo tuve un gesto honorable con otro piloto que tuvo un desperfecto en su avión y cuando me retiraba, me disparó por detrás. No lo vi venir. De hecho, ese piloto se reía y burlaba de mí, como si mi gesto con su compañero fuera muestra de debilidad en medio de un campo de batalla que no era de nosotros. No sé si ese otro piloto con el que tuve el gesto se acuerde de mí de otro modo, o si alguno de ellos aún esté vivo, pero la movida ofensiva de su compañero dejó demostrado que todavía hay gente que piensa que la guerra es algo necesario y que el fin justifica los medios.

Nunca tomé en broma eso de matar a otro ser humano, aunque sabía, cuando me enlisté de cadete, que ese era un riesgo necesario, pero ahora que estoy aquí, solo, me pregunto si valió la pena sacrificar una vida por algo que no tenía que ver conmigo. Claro, Domy me lo decía. "No hagas sufrir a tu novia". Quizás Patty sufrió más que nadie por esa decisión mal calculada por mí. Pero era mal pensada realmente, ahora que estoy aquí, me lo pregunto todos los días.

…..

Albert fue quizás el único que se dio cuenta de mis intenciones incluso antes que Archi y Patty y Candy… A veces me preguntaba cómo era posible que un hombre que no nos conocía, a la vez que nos conocía tan bien, podía saber tanto de todos nosotros. Aún me acuerdo del día que fui a hablar con él, que se dio cuenta de mi intención. Me dejó pasmado cuando me lo preguntó ese día que Candy se fue detrás de Terry a una cita que no dudaba que terminaría mal. Le hice prometer que estaría para ella cuando se derrumbara su castillo en el aire. No dudo que aún lo esté. Pero ¿habrá recobrado la memoria? Y más aún, ¿se habrá dado cuenta Candy de que él es el único de todos nosotros que puede amarla sin ataduras? Digo, porque Albert es más maduro, pero no me parece que tenga compromisos que le impidan estar con ella. Eso siempre me lo cuestiono desde que estoy aquí, en especial porque rezo todos los días por su felicidad, y esa felicidad no se llama Terry. Para mí, desde el momento en que decidió armar su castillo en ese departamento del Magnolia, pensaba que Albert y Candy estarían juntos para siempre, aún si él recobraba la memoria. ¿Entonces, lo habrá hecho?

Albert arreglaba cosas. Él sabía trabajar con las manos. Me pregunto si sería una buena compañía para mí ahora. Quizás ya hubiéramos podido salir de aquí. Pero no, no le podía quitar a Candy su acompañante de vida. Y Terry, que tenía un buen par de manos, jamás se hubiera ocupado en aprender a arreglar cosas como lo hacía Albert. De por sí, nunca invitamos a ese mismo Albert a la mansión. Hubiera sido un escándalo para la tía abuela verlo con nosotros allí, pero por ratos me parecía que Albert evitaba incluso acercarse las veces que invitamos a Candy allí. A lo mejor pensaba que causaría peor impresión que Candy se apareciera allí con él. Porque, aunque Albert es un hombre elegante, la sola idea de que estuviera como amigo de Candy le causaría una muy mala impresión a la tía Elroy. Y claro, podría inventar cualquier excusa para hacerle daño a ella, al querer que el bisabuelo William le quitara el apellido.

Candy tampoco lo hace fácil. Ella misma ha querido renunciar, pero el bisabuelo William se niega a cumplir con ninguna de las dos. Sin embargo, aparecerse con Albert en la mansión, eso hubiera sido la gota que derramara la copa, y más si se hubiera sabido que ella vivía con él en ese pequeño departamento. El bisabuelo, de habers enterado, seguramente habría aceptado lo que exigía la tía abuela, y entonces Candy hubiera perdido esa única conexión con nosotros. Y Candy siempre fue muy testaruda. No lo debatiría. Pero si se casara con Albert, entonces sería otra cosa. Albert sería su protección. Entonces no necesitaría defenderse de nadie. Lo tendría a él para para eso. El apellido Ardlay sería secundario y hasta desechable para ella. Ay, mi Dios, ojalá fuera de este modo. Ojalá que cuando logre salir de esta isla, si es que pudiera, me encontrara con la buena nueva de que ellos dos formalizaron su vida y de que, por fin, Candy es feliz, sin necesitad de nuestro apellido. Sí, lo único que necesita Candy es de alguien que la ame por ser como es, y ese alguien, para mí, ya está en su vida.

Continuará...