Y EN OTRA PARTE DEL MUNDO…
"Buenos días, Sofía. ¿Alguna novedad en mi ausencia?", preguntó curioso Georges, que había llegado de Lakewood la noche anterior.
"No, Sr. Villers. El Sr. Ardlay se encuentra ahora reunido con el Sr. Archibald en el salón de conferencias. ¿Lo anuncio?"
"No, gracias. Ya me esperan, así que no te molestes".
George le terminó el saludo a la dama, y siguió caminó por un largo pasillo y a una gran puerta, que tocó antes de entrar.
"Buenos días, William, Archibald".
Archibald, que estaba en comunicación telefónica, lo saludó con la mano. William lo convidó a sentarse.
"Me alegra verte, viejo amigo. Cuando llegaste".
"Lo hice anoche, pero me fui al hotel. No quería molestarlos".
"Sabes que no es molestia. Me hubieras llamado, no importaba la hora".
"No quería molestar a la Sra. Candice con eso del embarazo. Debe descansar".
"Ella está muy bien. No debiste preocuparte. Candy te ama como si fueras su padre, y te atendería así tuviera que levantarse de madrugada. Bueno, pero cómo están Emma y Margot, ¿no vinieron contigo?"
"Están bien, y no, no las pude traer esta vez. A Emma le va muy bien con sus tutores particulares, y ahora le estamos enseñando a hablar francés. Margot ayuda en el Hogar de Pony cuando tiene algún momento libre. Todos estamos bien".
"Sí, eso veo. Me alegra que te vaya tan bien en el retiro. Te hacía mucha falta. Hasta luces más joven".
"Ay, William, de qué hablas, si tú parece que encontraste la fuente de la juventud. Cada vez que te veo, luces más rejuvenecido. La Sra. Candice te tiene cada vez más joven, mmm. En fin, pero dejemos los cumplidos para luego. Quiero saber por qué Roger nos citó aquí. Me he preocupado demasiado con la urgencia de su mensaje".
"Pues no sé. No creo que sea nada relacionado con los negocios, pues todo va viento en popa, según me parece. Pudo haber ocurrido algo que no me haya dicho aún y que yo desconozca", terminó William.
En eso, Archibald, que no había dicho nada mientras se mantenía en su llamada, se integró a la conversación.
"Albert, Georges, ya Roger llegó a las facilidades, y está en camino para acá".
"¿Sabes de qué trata todo esto, Archibald?", le preguntó su tío algo curioso.
"No. Y cuando le pregunté, me dijo que era importante, pero que no debíamos preocuparnos, que no era nada grave, bueno, como si eso fuera a evitar que nos preocupemos de todos modos", dijo con una chispa de humor.
"Entonces esperemos. Quizás tiene noticias de los negocios en Europa, donde las cosas han estado medianamente bien con esto del fin de la guerra. Debemos prepararnos para todo", terminó William modulando mejor el tono a uno algo más relajado, mientras esperaban por Roger Ardlay.
Al rato entró él detrás de Sofía, la secretaría de Archibald. Su rostro reflejaba cierto grado de preocupación. Los tres hombres lo miraron con un poco de expectativa.
"Pues, bien, Roger, a qué debemos esta inesperada solicitud para reunirnos los tres en este momento. ¿Pasa algo?"
Roger los miró de nuevo sin emitir palabra. Era difícil expresarse. Tenía que medir sus palabras, para no crear pánico.
"Qué pasa, Roger. Por qué estamos aquí. Qué es tan importante como para pedirnos una reunión hoy", preguntó de nuevo William.
Roger se puso pálido, y tomando fuerzas, expresó lo que nunca ninguno de ellos pudo haberse imaginado.
"Se trata del joven Aristear", contestó en un tono algo bajo, como con vergüenza.
"Qué pasa con mi hermano, por favor".
Roger se sentó. Lo que tenía que contar parecía imposible, aunque abría una puerta de esperanza para los tres hombres, que se miraban con desconcierto entre ellos. Roger lo sabía, y quería irse con cuidado, porque, aunque Stear llevaba más de cinco años desaparecido, siempre hubo cierta esperanza de que reapareciera, especialmente vivo. Lo que tenía que decir era una novedad que tenía que tomar con cuidado.
"Resulta que me llamaron del regimiento #3 donde estaba Stear en Francia".
"Encontraron su cuerpo", Archi adelantó, algo nervioso y con la voz entrecortada.
"No, pero… Bueno, aquí voy. Hace unos días, se recibió una rara señal en una estación de radio del regimiento aparte de varios intentos de comunicación por telégrafo de alguien que aparentemente no conoce el código".
"Mi…hermano…está…¿vivo?", dijo Archi con lágrimas en los ojos que comenzaron a aparecer, de pronto, sin control., y sin pensar.
"Bueno, no exactamente. Hay una posibilidad, pero lo que se hizo fue comunicar a cada una de las familias que tienen familiares perdidos de la guerra, y también hay un barco pesquero que se hundió recientemente, con cerca de 20 personas desaparecidas, algo no relacionado, pero que quieren también investigar. Cada uno de nosotros recibió la notificación de ese pedido de auxilio. Fuimos, bueno, cerca de 30 o 40 notificaciones…Qué hacemos, William. La verdad es que no supe que contestar cuando recibí esta extraña comunicación desde Francia".
"No hay que pensar demasiado. Debemos salir inmediatamente para allá. No debemos perder un solo minuto", dijo William sin pensarlo.
"Pero hay algo más. Y no sé de qué se trata. Archibald, ¿tú sabías de un tal Domi, amigo de Aristear?"
"Sí, Stear nos habló sobre ese muchacho que era su amigo, pero no supimos más de él después de la última comunicación con mi hermano. ¿Por qué?"
"Domi tenía una novia que se llama Marie Helène Pietri, que ahora mismo es enfermera de la Cruz Roja. Ella está ahora mismo en Francia esperando por nosotros".
"Esperando por nosotros, pero por qué", preguntó de nuevo William.
"Esa chica está buscando hace varios años a la familia de ese amigo de Domi".
"Me llegó esta carta en francés de parte del Regimiento", y se la pasó a William.
"Estimada familia del joven Aristear Cornwell,
Llevo varios años en búsqueda de alguna información sobre lo ocurrido con mi novio, Domi Armand. No había logrado conseguir mucho para conectar la tragedia de mi novio, así que decidí unirme como enfermera práctica a la Cruz Roja, y así recorrer los campamentos, buscando las piezas del rompecabezas que faltan sobre su muerte. Stear, el día de la muerte de mi novio, me envió una carta para contarme lo ocurrido, pero no me dejó una dirección para enviarle alguna respuesta. Yo sé que quizás no tenga sentido esto, pero para mí es muy importante.
Tan pronto supe que había alguna posibilidad de que el joven Stear estuviera vivo, me decidí pedirle a la jefa de enfermeras, que también es americana, permiso para indagar más a fondo. Ella es una mujer super estricta, pero al entender el motivo de mi misión, me permitió hacer el cambio al regimiento 3 y tratar de hablar con ustedes. Más cuando le mencioné a la familia Ardlay. Verán, Stear me dijo que era miembro de esa familia. Ella me mencionó que conoció una Ardlay que se llama Candy, así que más entusiasmo sentí de saber que a lo mejor no estaba equivocada con el asunto. La Srta. Candy le envió una carta que ella nunca contestó, pero tenía una dirección en Indiana, no de Chicago, así que no pude seguirle el rastro. De todos modos, ahora sé que voy tras la pista correcta.
Me estoy quedando en la enfermería del regimiento #3, y dejé sus datos para cuando decidan venir a Francia. Quiero también ayudarlos en lo que pueda con la búsqueda del joven Aristear.
Quedo con ustedes,
Marie Helène Pietri".
"Bueno, pues, tendremos que conectarnos con la Srta. Marie Helène, enfermera, lo más pronto posible", dijo Georges.
"Pues me parece bien. Archibald, llama a Sophie, para hacer los planes y prepararnos, para salir a Francia lo más rápido posible. Debemos estar ahí en dos semanas, a lo sumo", mencionó William.
"Qué haremos con Patty y Candy", preguntó Archibald.
"A Patty no debemos decirle. Evita hablar con Eddie del asunto. No podemos, sin embargo, evitar decírselo a Candy. Quizás pueda identificar a esa enfermera de la que habla Marie", comentó William.
"Ella querrá ir", dijo Archibald.
"E irá. Candy no se detiene por nada ni por nadie", dijo William. "No puedo impedírselo, y más porque considera a Stear como su hermano. Ella lo amaba profundamente. Tiene que ir con nosotros, no puedo impedírselo".
"Y tú, tío… ¿Querrás participar directamente?", le preguntó curioso Archi al recordar que Stear no sabía la verdad del bisabuelo William.
"Claro que sí. Ya no hay secretos. Además, si está vivo, que lo está, no me queda duda, quiero verle la cara cuando sepa quién soy yo realmente", le dijo con un guiño de ojo.
Y así se hizo. Unos dás después, salía todo un grupo de los Ardlay, con Georges y Roger entre los viajeros. Y algo más de dos semanas después, Francia. No se escatimó en gastos para este viaje, y más con un propósito tan importante, que era el de encontrar a Stear.
….
DE NUEVO EN LA ISLA…
Los días de pronto me comenzaron a parecer más largos. Especialmente porque, después de dos o tres intentos de comunicarme con el exterior, el radio perdió el canal de comunicación y, días después, los canales de entretenimiento; se apagó para siempre. Jamás escuché una voz que me respondiera, así que me sentí como un tonto. Cómo iba a pensar que el aparato funcionaría con la distancia de cientos, sino miles de millas, sin barcos ni aviones acercándose hacía tiempo. A veces pensaba que todo era inútil, que debía dejar que los animales salvajes acabaran con lo que quedaba de ilusión.
A veces lloraba como niño, y me quedaba dormido a la vista de cielo, mar y tierra, así que el miedo se convirtió en desesperanza. Había hecho el intento, así que lo que quedaba era morir en paz. Uno de esos días, en que tuve que encender la hoguera varias veces para que los mosquitos no me acabaran de consumir la poca sangre que me quedaba en el cuerpo, me quedé mirando a lontananza. La tristeza no me dejaba ver. Y así, en medio de dormitar y despertarme, de pronto, una luz azul tenue se asomó por la vereda hacia el río. La llama de mi hoguera se puso de un tono azul cielo, que me recordó de pronto los ojos de Anthony. Y entre medio, lo que parecía ser una alucinación, vi una dama alta, de unos 35 años, que se asomó, con su largo traje color lila y un moño bien arreglado. Ella tenía un bastón en la mano, pero tan pronto llegó a la hoguera, lo lanzó adentró y se sentó en la arena, sin mayor esfuerzo.
Mirándola bien, me recordó un retrato de la tía Elroy cuando era más joven que vi en ese salón de Lakewood al que ella misma había prohibido que entráramos años antes, ahora me pregunto el por qué de esta regla. Ella comenzó a reírse con ese tono ahogado de su voz cuando me vio, cavilando en mis pensamientos, sin hablarle, ya que pensaba que estaba desvariando. Luego se me quedó mirando, largo rato, tampoco sin hablar. La verdad es que no parecía mucho mayor que yo. Y seguía observándome, esta vez con mirada seria y profunda.
"Y bien, Aristear, dime que te sucede que no me dices nada", me preguntó de pronto interrumpiendo su largo silencio.
"¿Eres tú, tía Elroy?", pregunté algo confundido.
"¿Es que esperabas a alguien más?", me respondió con un tono algo jocoso, muy poco parecido a ella.
"La verdad, no esperaba a nadie", le contesté con algo de sarcasmo.
La tía Elroy se levantó ágilmente, y se acomodó el vestido. De pronto, se fue camino de regreso a la vereda por donde llegó. A esa hora, casi anocheciendo, su silueta parecía demasiado perfecta para ser la de una venerable dama en sus 80s.
"Sígueme", me dijo haciendo una seña.
"Hay fieras en la cima de la montaña y más allá", le contesté con el frío en el alma.
"Sígueme", me contestó sin darle más importancia a mi sarcasmo o indiferencia.
La verdad es que me levanté de pronto, y la seguí unos segundos después, sin cuestionar nada más. Cuando llegué a la cima de la montaña, con algo de esfuerzo, vi algo inesperado. Las fieras todas estaban juntas, como en círculo, protegiéndose, y protegiendo a sus crías, mientras me miraban, amenazantes.
"Qué pasa aquí", pregunté con algo de timidez cuando vi la escena.
"Hace unas cuantas semanas, vieron como domabas a los tiburones en el mar…"
"¿Qué?"
"Ellos piensan que quieres dominarlos. Por eso quieren acabar contigo, y planifican la forma de hacerlo. Te consideran un enemigo formidable, y por eso planifican todos unidos, el ataque", dijo bastante calmada considerando lo que me estaba divulgando; se diría que hasta divertida.
Entonces era cierto lo que pensaba, que los animales querían matarme. Era algo increíble. Era miedo, pero a la vez respeto a un enemigo que consideraban formidable. Comencé a verlos distinto desde ese momento también, como los tiburones en su momento.
"Pero no es para comerte, le aclaró Elroy. Simplemente, es que piensan que eres una competencia peligrosa", terminó, aunque con el tono aún jocoso.
Nunca lo vi de este modo, y nunca había visto a la tía conducirse así. Claro, no la conocí así de joven, y por lo que me contaban los grandes, ella siempre fue seria y formal. Eso me hizo pensar que no era ella. Pero fue durante sólo un momento, porque mientras me lo decía, las hienas por un lado y los lobos por el otro, mientras gruñían con ira, ella los apaciguó a todos con la misma cara sería con la que nos regañaba a nosotros. Terminaron calmados, y comenzaron inmediatamente a bajar por la vereda al otro lado del río, siguiendo su camino sin mirar atrás. En ese momento, me comenzaron a ignorar, a desatenderse de mí. Qué había hecho la tía para apaciguarlos. No sé, pero no importaba. Por primera vez en varios días, me sentía seguro.
"Ven, sígueme; el tiempo apremia".
La tía me estaba dirigiendo por el lado de la selva que nunca había visitado, al lado opuesto del camino que llevaban las fieras.
"Ellos no te harán daño. Te van a ayudar. Espera y verás".
Eso me lo decía con una seguridad que daba hasta miedo. Definitivamente, la providencia se estaba acordando de mí, como el asunto de los tiburones hacía semanas antes. Y definitivamente, esta era la tía Elroy, aún cuando parecía una nueva versión de ella.
"Pero cómo y a dónde me lleva", le pregunté, sintiéndome perdido.
La tía guardó silencio el resto del camino, mientras yo la seguía inquieto. Habíamos caminado un cuarto de milla o algo más, cuando llegamos a un lugar apartado, pero hermoso.
En ese hermoso valle, una increíblemente brillante luz blanca me cubrió de pronto. Mi rostro estaba limpio, mi barba había desaparecido, y lo único que tenía de frente era el Aristear joven e interesante que yo era años antes.
De pronto, la tía Elroy se me acercó con una toalla, para que me secara el rostro que me acababa de afeitar. Tenía el rostro húmedo y el cabello mojado también. Mis ropas no eran los harapos que a duras penas restauraba de mis trapos y de las cosas que yo mismo remendaba y reparaba con los productos de la isla, sino finas ropas, como las que llevaba cuando era algo más joven. Estaba asombrado.
"¿Dónde estoy? Este lugar de pronto se me hace familiar", le dije de verdad intrigado, mientras secaba mi rostro extrañamente mojado.
"Quiero que veas algo".
De pronto, un niño rubio salió corriendo por el bosque. Detrás, una joven mujer, hermosa y dulce lo llamaba con insistencia.
"Anthony, por favor, que mamá se cansa de jugar tanto".
"Mami, sígueme. Mira lo que encontré…" seguía Anthony tratando que una casi asfixiada Rosemary lo siguiera.
"Esa es la tía Rosemary. Así que entonces estamos…"
"Sí, estamos en los bosques de Lakewood".
"Pero qué hacemos aquí", y mientras preguntaba, la imagen se fue disolviendo al presente.
"Quiero que veas lo que fue. Y quiero que me escuches bien. Llevas más de cinco años perdido, más allá de nuestro conocimiento, así que te dábamos por muerto. Pero ahora mismo, no sabes nada de lo que ha ocurrido en nuestra casa, ya que, en sus mentes, en las mentes de la familia, ya no estás, aunque todos guardan la fe".
"Sí lo he pensado, que consideren que ya no estoy vivo".
"Te voy a mostrar varias escenas que te ayudarán a recordar cosas que has olvidados", y así hizo.
Vi varias cosas. Entre ellas, a la tía Rosemary con Anthony, a mi abuela con mi madre, nosotros de niños jugando en los jardines de Lakewood, de la mansión, en la casita del árbol, entre otras. Todas me llevaban a ciertas respuestas de cosas que había estado analizando desde que estoy en esta isla, y la tía lo sabía. De pronto llegué a una realización:
"Un momento, tía, pero espere. Usted ya no está entre nosotros. Usted ya murió, oh, qué tristeza".
"No, no estés triste. Dejé el mundo cuando nació el nuevo linaje de nuestra familia. Yo ahora soy feliz y estoy con mi hermano, con Priscilla y con Rosemary".
"Entonces mi hermano es padre. ¿Se casó con Annie?"
"Si, tu hermano es padre, se casó con Annie, pero no es exactamente el que creó un nuevo linaje para la familia. Hay alguien más".
"¿Neil? No me diga que fue Neil".
"No es Neil. Neil y los Leagan se fueron para Florida a trabajar en un proyecto del clan. Es alguien más".
"Puede decirme".
"No puedo decirte, Aristear. Esto es un secreto que sólo te pueden revelar cuando llegues a Chicago, o quizás algo antes. Es una sorpresa".
"Una sorpresa... Entonces podré salir de aquí".
Ella no me contestó directamente y eso no me dejaba conforme. La tía seguía con los misterios. Quise ir más a fondo, pero sabía que sería inútil.
"Y el bisabuelo William, ¿está vivo? ¿Ya se sabe quién es?"
La tía me confirmó con la cabeza, pero no me contestó directamente nada relacionado con ese tema.
"No me queda mucho tiempo, mi niño… Lo único que te puedo decir, Aristear, antes de irme es que tu bisabuelo William está vivo, y ya está donde tiene que estar, como cabeza de la familia. Ayúdalo, que te necesita… Adiós, mi pequeño Stear", la voz de la tía terminó, mientras se disolvía en la nada. Y así mismo, a los minutos, desperté.
"Espera, no se vaya, tía abuela, no me deje solo, por favor", le gritaba a la nada, porque la imagen se había disuelto hasta desaparecer. De pronto, era la medianoche. Lo sabía por la ubicación de las estrellas, y arriba, en la cima, ni un solo animal se asomaba por allí. Estaba, de nuevo, sentado frente a la hoguera, la barba crecida, mis pensamientos ardientes y mi mente desplomada. Qué había pasado. Por qué había tenido ese sueño. Y por qué se habían ido los animales. Quizás un milagro de Dios los había ahuyentado. Por otro lado, quizás eso había sido algo más que un sueño. Y así mismo, cansado por un largo día, me fui a la caseta y me encerré dentro de ella. Por primera vez, en mucho tiempo, pude dormir bien.
Continuará
