Peace could be an option

Capítulo 05


Cuando terminó de alistarse salió de su habitación y avanzó hasta la puerta de al lado. Con un ligero movimiento de su dedo quitó el seguro y abrió la puerta. Dio un par de pasos hasta quedar al lado de la cama que tenía a una mujer dormida profundamente.

Erik observó a Abby dormir plácidamente, completamente ajena al mundo que la rodeaba. Le costaba creer que no se hubiera despertado con su presencia, ni con el sonido de sus pasos o la puerta al abrirse. Él no recordaba haber podido conciliar un sueño tan profundo en su vida, siempre estaba atento, incluso antes de que su familia fuera capturada vivían con miedo de qué ocurriría al día siguiente. Era evidente que ella había tenido una buena vida, tranquila y sin peligros.

Abby se movió un poco y con pereza abrió los ojos. Había dormido como no lo hacía en semanas, si bien no era su cama no podía quejarse, era mucho mejor que la que tenía en su cuarto alquilado. Sin embargo toda la sensación de tranquilidad se esfumó en un segundo cuando notó a Erik, vestido con ropa de deporte gris, de pie al lado de su cama.

―¿¡Qué haces aquí!? ¿Cómo entraste?―cuestionó exaltada y visiblemente molesta, aunque su segunda pregunta era fácil de responder.

―Te dije que comenzaríamos temprano.

―No mencionaste la hora ―replicó ella desviando la vista y jalando la cubrecama para taparse. Sí, la noche anterior en la cena le había indicado que comenzarían a entrenar en la mañana, pero no fijó una hora―. ¿Y no pudiste tocar la puerta? ―le recriminó, pero él se veía inmutable ante sus reclamos―. ¿Para eso usas tus poderes?

―De ser necesario ―admitió sonriendo un poco y provocando que ella se ruborizara ligeramente, ya lo había notado, cada vez que le sonreía generaba ese efecto―. Te espero abajo en veinte minutos ―agregó, avanzando para salir de la habitación al ver que ya estaba completamente despierta.

Cuando él cerró la puerta, Abby se recostó y tapó su rostro con la almohada, tratando de ganar fuerzas para ponerse de pie rápidamente, Erik regresaría cuando pasaran los veinte minutos si ella no estaba abajo y parecía que las puertas no eran un impedimento para él. Giró el rostro y observó la ropa de deporte que le habían entregado, Charles los tenía uniformados a todos como si se tratara de una escuela privada.

Suspiró y se puso de pie, las cosas no eran como las había imaginado, todos eran muy diferentes entre sí: en físico, personalidad y sobre todo poderes. Cuando Erik mostró sus habilidades la primera vez se sintió sumamente identificada, pero no podía decir que Charles le diera esa misma sensación, ni alguno de los otros muchachos. El metal y el agua eran cosas sumamente distintas, pero era el hecho de la manipulación de algo físico lo que la convenció por un momento que cuando él se refirió a los demás vería algo similar sólo que con otro elemento.

. .

Luego de reunirse, Erik la llevó a un espacio muy grande en la planta baja que parecía ser la cochera por el tipo de puerta, pero al parecer él ya se había encargado de sacar cualquier vehículo del lugar. Abby observó con atención unas cubetas con agua dispersas por la habitación y luego llevó una mirada curiosa hacia el hombre que la acompañaba.

―No siempre vas a tener a tu disposición grandes cantidades de agua, esto es un escenario más real e incluso puede que siga siendo demasiado favorable ―habló Erik, percibiendo lo que ella podía estar pensando.

―Podría sacar más agua de las tuberías, alguna vez lo he hecho ―señaló ella.

―¿Puedes? ―preguntó él reduciendo el espacio que había entre ambos―. No asumas que en un momento dado podrás hacer algo que normalmente no haces ―explicó al confirmar la sospecha que estuvo paseando en su mente desde que la llevó a la mansión: Abby no tenía idea de sus límites ni de qué era realmente capaz. Él sabía demasiado bien que por más que uno quisiera hacer algo en un momento determinado no necesariamente lo podía hacer, sin importar cuánto lo intente, ni cuánto lo desee.

―¿Y qué se supone que debo hacer? ―cuestionó girando en dirección a la cubeta más cercana―. ¿Mojarte?

―Puedes tratar ―replicó con un tono de superioridad―. Pero por lo que vi ayer, la velocidad que usaste con el agua en Montana no es lo natural en ti.

Ella le dedicó una mueca como respuesta, era verdad lo que decía. Normalmente le tomaba tiempo mover el agua y dependiendo de la cantidad transformarla a estado sólido. Lo que él vio en Montana fue uno de esos extraños momentos en que sin pensarlo superaba por mucho el control que normalmente demostraba.

―Empecemos ―anunció, alejándose unos pasos de ella―. Trata de atacarme ―indicó, él no iba a tomar un acercamiento indirecto e incluso lento como el de Charles.

Abby extendió su mano hacia la cubeta más cercana, pero cuando él dirigió la mirada en la misma dirección la cubeta se transformó en una esfera del tamaño de una pelota, encerrando el líquido. Ella le lanzó una mirada de fastidio, pero él no se inmutó, se mantuvo quieto, esperando que continuara. Dirigió la vista hacía Erik y se concentró en sus pálidos ojos azules, si quería llegar a hacer algo tendría que evitar usar la mirada sobre lo que pensaba manipular.

Una de las cubetas tembló ligeramente cuando el agua se elevó y avanzó en dirección a Erik. Casi al momento el mismo recipiente donde había estado reposando el líquido se movió a gran velocidad, se transformó en una placa de metal y se interpuesto en el camino, bloqueando el avance del agua.

Comenzando a fastidiarse, Abby levantó los brazos y varias de las cubetas quedaron vacías. El agua avanzó de varios puntos hacia Erik, pero él sólo movió las manos ligeramente para repetir el mismo proceso que bloqueó el intento anterior de ella. En esa ocasión Abby no se detuvo y el agua que había quedado regada por el suelo tomó velocidad en dirección hacia Erik. El hombre esquivó el chorro cuando se elevó contra él y con rapidez lo encerró dentro de una gran esfera compuesta por las cubetas que utilizó antes para bloquear el agua.

Visiblemente irritada por su incapacidad y la facilidad con que él inutilizaba sus intentos, tomó control del agua dentro de la esfera y presionó con fuerza en dirección de Erik, provocando que tuviera que esquivar la gran esfera de metal. Pero él también podía jugar a lo mismo y comenzaron a pelear por el control. Flotando en medio de ellos se encontraba la masa de agua dentro de la esfera, podía verse que se movía ligeramente por la presión que ambos mutantes realizaban.

Una sonrisa un tanto maliciosa se dibujó en el rostro de Erik cuando percibió que el agua controlada estaba rotando a gran velocidad en un intento por avanzar. En el momento exacto, con un pequeño e innecesario chasquido de sus los dedos, la esfera se abrió dejando que toda el agua saliera con mucha potencia contra la mujer.

De forma instintiva Abby tomó el control antes que llegara a tocarla y logró que avanzara nuevamente en dirección a Erik. Con rapidez él bloqueó el agua a centímetros de que lo alcanzara con ayuda del metal, logrando desviar el líquido. En lugar de tratar de contener nuevamente el agua, utilizó el material de las cubetas para que avanzara fuertemente contra Abby, obligándola a esquivar y rodar por el suelo.

Erik soltó una media sonrisa, no esperaba que lo esquivara, al menos parecía que ella estaba en buena forma y si lo pensaba bien tenía lógica. Seguramente estaba acostumbrada a largas caminatas por la profesión que eligió y el haber crecido en un ambiente alejado de las ciudades. Además él sabía bien que caminar en la nieve no era cosa sencilla y menos si tenías que llevar tu equipo encima como suponía ella hacía.

Sin quejarse, Abby fijó la mirada en su objetivo y nuevamente dirigió el agua hacía él, pero el control de Erik era más veloz y el material de las cubetas volvió a dirigirse en su dirección, sólo que a medio camino se transformó en unas largas placas que la rodearon como si fueran sogas a la altura de los codos y rodillas, desconcentrándola e inmovilizándola en el aire.

―Parece que no pudiste mojarme ―habló de forma condescendiente, pero disfrutando lo frustrada que ella se veía.

Suavemente la depositó en el suelo y liberó. Iba a decirle algo, pero desde atrás un fuerte golpe provocado por el agua le obligó a colocar las manos al frente para no caer de cara al suelo.

―No dijiste que habíamos acabado ―comentó ella, con un aire de orgullo aunque sabía bien que había perdido.

Erik se puso de pie, la reacción de ella lo tomó por sorpresa, sacudió ligeramente sus manos mojadas y le sonrió.

Abby lo observó un instante y luego sintió como caía sobre ella un chorro de agua. Al elevar la mirada notó que la primera cubeta que transformó en esfera estaba sobre su cabeza con una apertura en la parte inferior.

―Ahora sí terminamos ―anunció Erik notando como ella se secaba momentos después―. ¿Puedes hacer eso con algo más que ropa? ―preguntó sumamente interesado―. Una planta quizás o una persona…

―¿Quieres que seque a Shaw? ―presumió ella ligeramente espantada ante la imagen mental. No, nunca había hecho eso con nada que estuviera vivo.

―De ser posible no, Shaw y yo tenemos una cuenta personal que saldar, pero en una eventualidad sería preferible eso a que escapara nuevamente.

―¿Nuevamente? ―repitió ella con curiosidad y se acercó a él para hacer el mismo proceso que con su ropa―. Me habían dicho que atacó la base que tenían en la CIA, pero ahí no estuviste. Incluso Moira mencionó que tú lo conocías como Klaus Schmidt.

―No necesitas cada detalle ―replicó con seriedad, de manera cortante al escuchar el nombre con el que conoció por años al hombre que arruinó su vida.

―Claro que sí ―expresó con molestia ante la respuesta―. Ni siquiera sé como se supone que se ve Shaw. Unos detalles o incluso las historias anexas servirían bien.

―No quieres saberlo ―aseguró él de forma fría, abandonando el lugar.

Abby lo observó retirarse. Sintió un pequeño escalofrío, Erik tenía una mirada muy intensa que podía hacerla sentirse como una adolecente tonta o dejarla sin palabras. El hombre le intrigaba, y aunque sonara ridículo por el corto tiempo que se conocían, se sentía muy atraída por él. No era sólo el físico, sino también su voz y la forma de moverse que emitía mucha seguridad, cuando hablaban sentía como si su presencia la llenara.

Trató de no pensarlo demasiado, en la cena de la noche anterior notó que el grupo se conocía por muy corto tiempo, pero habían generado lazos bastante fuertes para esos pocos días. Si no se lo hubieran dicho apostaría a que Charles y Erik llevaban años siendo amigos y que Hank llevaba mucho tiempo interesado en Raven. Quizás era la situación en la que estaban o por las que habían pasado en pocos días. A ella la "rescató" Erik y fue el primer mutante que conoció, esas podían ser razones para justificar esa atracción.

Decidió salir también, no tenía sentido quedarse sola en una cochera abandonada. Tenía preguntas y sabía que si Erik no hablaba, su conversador compañero seguramente sí estaría dispuesto a explicarle algunas cosas más.

. .

―¡Abby! ―exclamó Charles al verla subir las escaleras que daban al piso más alto―. Justo estaba por llamarte.

Ella observó al hombre que había estado buscando por la mansión con curiosidad, todos menos Moira estaban ahí, incluso Erik. Sean estaba siendo ataviado con un arnés que parecía tener unas pequeñas alas adheridas. Charles y Hank lo estaban ayudando mientras le explicaban algo sobre las ondas supersónicas que generaba. Cuando terminaron de asegurar las correas y verificar que todo estuviera correcto, lo llevaron a una ventana y el resto se acomodó en la de al lado. Una rápida explicación por parte del dueño de casa dejó ver que el objetivo era lograr que Banshee, como le gustaba llamarse al pelirrojo, se elevara por el cielo.

Un potente y extraño grito fue seguido de un fuerte golpe. Sean no logró elevarse ni un centímetro y gracias a la posición de sus manos durante el salto cayó de cara contra las plantas que decoraban el suelo.

Después de unos momentos, Hank bajó por la ventana haciendo gala de su agilidad y fuerza sobrehumana. Alex también se apresuró a descender, aunque él por los medios convencionales, seguido muy de cerca por Raven.

―Eso no fue como yo esperaba ―admitió Charles, dirigiendo la mirada hacia Erik.

―Me sorprendes, no parece preocuparte su seguridad ―replicó ligeramente incrédulo.

―Está bien, ni un solo hueso roto ―aseguró el telépata tocando su frente―. Ya me aseguré que nada le duela, lo único dañado es su ego ―agregó, posando la mirada sobre Abby―. ¿Y cómo les fue a ustedes?

―Bien ―respondió Erik sin entrar en más detalles―. Es mejor que sigamos entrenándote ―añadió, posando la mirada sobre Abby.

Charles asintió y se retiró para unirse al resto en la labor de recuperar el cuerpo de Banshee.

―¿Buscabas a Charles no es así? ―cuestionó Erik con una sonrisa un tanto maliciosa. Ella era como un libro abierto, sumamente fácil de leer―. ¿No aceptas negativas con facilidad? No necesitas saber más de Shaw, no lo vas a enfrentar sola.

―Insisto en que tienes una manía por controlar las cosas y parece que a las personas también ―replicó cruzándose de brazos.

―Sigamos, necesitamos que consigas más velocidad cuando controlas el agua ―dijo, ignorando por completo la conversación anterior, dándola por concluida para molestia de Abby.

. .

Charles le entregó una pastilla a Sean y éste se retiró de la cocina luego de tomarla con un vaso de agua. Moira observó al muchacho con preocupación, no se había roto nada, pero una caída desde un tercer piso tenía que dejar alguna secuela.

―No te preocupes ―intervino Charles al notarla, invitándole una taza de té―. Elegimos ese lugar justamente por las plantas que lo amortiguaron, unos días de descanso y sus músculos estarán como nuevos.

―Eso espero ―replicó ella aceptando la bebida, acompañando al dueño de casa a sentarse en la mesa cercana―. ¿Algún otro incidente mientras no estuve? ―preguntó con curiosidad.

―Todo está perfecto, Sean ha sido nuestro primer herido y no es de gravedad ―respondió con certeza y se quedó en silencio tras una ligera vibración de las ventanas―. Alex ha retomado su entrenamiento ―comentó sin preocupación, estaba seguro que el refugio nuclear no cedería ante el poder del joven.

En ese momento Raven ingresó a la cocina, llevaba un bonito vestido azul y parecía que acababa de terminar de arreglarse luego de su entrenamiento. Cruzó saludos con los dos adultos y sirvió un poco de té en un par de tazas antes de preguntar si sabían dónde estaba Hank. La respuesta era casi obvia, por lo que se dirigió al laboratorio.

Moira observó a la rubia abandonar la cocina y volvió a dirigir su atención en Charles:

―Sobre el tema que me pediste ―inició la conversación, endureciendo un poco la mirada―. No ha sido sencillo averiguar, pero ninguno de los agentes que se encontraban ahí ese día tenía antecedentes, ni relación conocida con algún grupo político o ideológico.

―¿Esa habitación era algo especial?

―No, era un cuarto de archivos y por lo mismo nadie estaba asignado a ese lugar ―explicó la mujer sin mayor ánimo. Cuando Charles le comentó lo que pensaba Erik y luego se confirmó con la llegada de Abby, se apresuró a tratar de seguir la pista, pero era un callejón sin salida, quien haya filtrado las coordenadas no dejó rastro.

―La paranoia de Erik resultó ser de mucha utilidad ―se aventuró a comentar, dejando entre ver una pequeña duda en su tono.

―Sólo en esta ocasión ―aseguró Moira tomándolo de la mano―. No había forma que supieras lo que iba a pasar o que habían personas infiltradas. Abby está a salvo y esto no volverá a ocurrir.

―Cuando detengamos a Shaw nos aseguraremos de eso ―asintió él sonriéndole, los mutantes dejarían el anonimato. La sola idea de que Erik tuviera razón era demasiado, siempre habría personas atacando minorías, pero no tenía que ser una regla―. Va a ser un camino largo y algunos no estarán preparados.

―Te tienen a ti ―intervino Moira, realmente creía que Charles podía ser la guía para que los mutantes se relacionaran abiertamente con los humanos.

―¡Cierto! ―exclamó luego de quedarse unos instantes sonriendo en silencio―. No nos toca cocinar hoy.

―¿Erik y Abby? ―asumió ella riendo un poco―. ¿Se llevan bien?

―Sí, Abby parece estar acostumbrada a ignorar el envoltorio y enfocarse en el contenido de lo que le dicen. Bastante útil con Erik, a veces no mide sus palabras ni la actitud con la que se presenta.

―No creo que sea sencillo ignorarlo ―comentó ella con una media sonrisa aunque sabía que Charles no se estaba refiriendo en absoluto al físico del mutante.

―En ese aspecto creo que cayó desde el inicio ―bromeó él. Había notado el interés de Abby en Erik desde que la trajo a la mansión―. ¿Es una historia familiar no lo crees?

―Desde el inicio es halagarte demasiado, Charles ―precisó Moira sin poder evitar dibujar una agradable sonrisa en su rostro. No, cuando lo conoció en el bar no le generó la mejor primera impresión, aunque tenía que aceptar que se enmendó con mucha velocidad, más al verlo en su faceta de mentor―. ¿Y al revés? ¿Crees que ella captó su atención desde el inicio? ―preguntó, aunque Abby era sólo una forma de desviar el trasfondo real.

―No, le faltó el gen MCR-1 para hacerlo ―respondió Charles con una sonrisa, tomando un mechón de cabello de la mujer, haciendo alusión a su primer encuentro con ella. Quizás había utilizado su rutina conocida, pero Moira no demoró en capturar su atención en un nivel muy superior al de otras féminas. Una parte de él le decía que era la indicada para tratar de avanzar en una relación, pero otra le recordaba la situación en la que se encontraban, ya tendrían tiempo para eso luego de capturar a Shaw y de impedir una guerra.

. .

Entrenar con Erik no era algo sencillo. El hombre no se desesperaba, no gritaba, ni se expresaba de forma demandante, pero su aura de superioridad y lamentablemente los resultados siempre favorables hacia él generaban mucha frustración en Abby. A pesar de eso no se quejaba, ni pedía para cambiar de actividad o incluso abandonar el entrenamiento, era terca y no pensaba darle el gusto de admitir que era mejor que ella usando sus poderes.

Cerca de las seis de la tarde Erik anunció que debían parar, había sido un día cansado y aún tenían una labor más gracias al cronograma de Charles. Ambos regresaron a sus habitaciones para lavarse y luego dirigirse a la cocina y preparar la comida.

―Charles se va a llevar una gran desilusión ―habló Erik luego de observar por varios minutos como Abby no usaba sus poderes en absoluto.

―¿Y eso?

―Creo que pensaba que llenabas ollas o lavabas los platos con tus habilidades ―explicó en un tono ameno―. Me alegro que no sea así.

―Eso sería innecesario ―aclaró ella, cómoda por lo relajado que él se veía ahora que estaban en un ambiente más tranquilo―. El mundo está hecho para que funcione sin poderes, no hay necesidad de usarlos. Lo de la ropa comencé a hacer en el viaje de mi tesis para mantenerme seca cuando terminábamos las caminatas en el hielo.

―¿Debo suponer que no le extendías ayuda a tus compañeros de viaje?

―Claro que no, mientras no se los estuviera tragando el glaciar no pensaba mover un dedo por ellos ―replicó con mucha seguridad―. Me hicieron la vida imposible por años.

―¿No había otras mujeres? ―preguntó, iban a tener que estar un tiempo en la cocina, una charla no le vendría mal.

―Muy pocas. Al inicio habían algunas en otras carreras, pero la mayoría terminaron abandonando ―admitió ella con un poco de fastidio―. Normalmente no te dicen nada de frente, pero el ambiente es hostil ―explicó y él se mantuvo atento.

―¿Por qué no te fuiste?

―¿Por qué iba a hacerlo? Yo quería estudiar y tenía todo el derecho ―contestó Abby de inmediato casi indignada ante la pregunta―. ¿Crees que debí de haberme ido?

―No ―respondió con firmeza, sirviéndose un vaso de agua para luego mirarla fijamente a los ojos―. Que ellos sean una mayoría no los hace mejores que tú. Se podrán sentir amenazados por tu presencia, porque no eres lo que ellos esperaban, pero deberán comprender que estas ahí para quedarte y no permitirás que nadie te lo impida ―añadió y cuando terminó de beber se acercó hacia Abby para dejar el vaso vacío junto a ella en el fregadero, sin romper en ningún momento el contacto visual―. Evolución ―concluyó.

―Es complicado para una mujer estar en la universidad ―intervino ella desviando la mirada luego de escucharlo―. Te juzgan cada cosa que haces o dices, no creen que estés al nivel y siempre que consigues un logro, alguien suelta el comentario de que seguramente lo conseguiste porque el profesor tuvo pena u otras cosas peores―Erik la observó en silencio por unos momentos―. Y las mujeres tampoco son mejores ―agregó soltando un suspiro cansado al recordar los grupos feministas, captando mucho más la atención de él―. Es como una guerra o estás en un bando o estás del otro.

―No hay términos medios en un conflicto ―aseveró con mucha convicción y un tono que estremeció a Abby ligeramente.

El sonido de la tapa de la olla en la que estaban cocinando pasta hizo que dirigieran su atención nuevamente a la cocina. El constante burbujeo del agua botó el objeto y ensució los alrededores.

―Quizás ahora sí vayas a usar tus poderes ―soltó él, nuevamente con una actitud relajada al ver el pequeño desastre.

―¿Yo? ―replicó ella riendo un poco―. Quizás tú deberías levantar esa olla y sacarla del fuego.

La pasta no se dañó, aunque si alguno le gustaba comerla al dente no iba a estar satisfecho. Abby comenzó a limpiar luego de que Erik tomara la cacerola, con un par de trapos para evitar quemarse, y se la llevara.

. .

Salió de su habitación, cerca de la media noche, con la intención de despejar un poco su mente y con suerte encontrar algo que le sirviera para conciliar el sueño; estaba ansioso, aún no había noticias de Shaw y comenzaba a desesperarse. Bajó las escaleras y notó la luz del estudio encendida. Charles se había dirigido a su habitación luego de la cena y a menos que también estuviera teniendo problemas para dormir no pensaba que otra persona estuviera ahí a esas horas.

Observó el interior del estudio y notó a Abby parada frente a una de las estanterías pasando los dedos por los libros como si buscara un título especial. Ingresó sin decir palabra y se acercó, nunca se consideró una persona especialmente sigilosa, por lo que consideraba que la mujer vivía demasiado distraída de su entorno.

―¡Dios! ―exclamó Abby al girarse para dirigirse a otra estantería y darse de cara con Erik―. ¿Quieres matarme del susto? ―soltó, apoyando la espalda contra los libros. Él no respondió, pero su rostro dejaba ver que la situación parecía entretenerle―. ¿Acostumbras hacer esto?

―No, no suelo quedarme mucho en un lugar como para cruzarme con la misma persona constantemente y normalmente la gente está mucho más atenta con su entorno.

―Estoy en una casa, no tengo razón para estar atenta.

―Siempre debes de estarlo, sobre todo ahora que el mundo se enterará que existimos, nos buscarán ―aconsejó mirándola fijamente. Ella sería una presa fácil en un mundo hostil, ajena a la idea de que el resto podía querer dañarla sin necesidad de haber hecho nada malo―. Es difícil tener suerte más de una vez ―agregó extendiendo su mano hasta tocar ligeramente el cabello de ella. No llevaba mucho tiempo consciente de lo que era, pero algo en su interior le decía que debía de hacer todo lo posible para proteger a los suyos, ahora sí tenía el poder para hacerlo. Charles fue el primer mutante que conoció, pero Abby también tenía un lugar especial, era la primera que él encontraba por su cuenta y que había aceptado seguirlo.

Abby se quedó quieta, segura de que en esa ocasión no sólo sus mejillas estaban rojas. Sentía el toque suave en su cabello y la mirada penetrante sobre sus ojos. Un momento pensó en besarlo, pero su cerebro le hizo entrar en razón, lo conocía un par de días y la verdad era que sabía poco o nada de él.

―¿Viniste a buscar algo para leer? ―preguntó Abby, tratando de relajarse un poco.

―No, vi la luz y decidí investigar ―respondió alejándose unos centímetros―. ¿Qué estabas buscando?

―La tesis de Charles ―contestó sonriendo un poco―. Habló un poco de ella y me entró curiosidad, pero no la veo por ningún lado.

―Deberías pedírsela a él o quizás a Raven ―aconsejó antes de comenzar a avanzar hacia la puerta.

―¿Y tú por qué estabas deambulando? ―preguntó ella acelerando un poco el paso para no quedarse atrás. Ya llevaba buscando el libro un buen rato sin éxito, posiblemente lo mejor era que siguiera su sugerencia.

―No podía dormir ―respondió directamente, subiendo la escalera junto con ella hasta sentir una puerta cerrarse y notar a Charles en el corredor, alejándose de la habitación que estaba seguro era de Moira.

―¡Erik, Abby! Qué sorpresa verlos por acá a estas horas ―saludó Charles, ligeramente desconcertado, pero tomando el control de inmediato―. Parece que nadie puede conciliar el sueño esta noche, me alegro que se hagan compañía ―agregó, pasando junto a ellos para dirigirse a su alcoba que se encontraba más alejada.

―¿Ese no es el cuarto de Moira? ―preguntó Abby cuando Charles estaba lejos.

―Lo es ―asintió Erik sin quitarle la mirada a su amigo. Moira era una mujer agradable, pero era humana. El pensamiento hizo que desviara los ojos hacia su acompañante, ella era como él. La idea de tener una pareja sólo la sintió por un muy corto periodo cuando estaba viajando, pero la abandonó totalmente, su necesidad por encontrar a Shaw sencillamente no dejaba espacio para más, pero quizás dentro de poco eso cambiaría―. Es mejor que vayas a descansar, mañana seguiremos entrenando ―anunció él, viendo como la mujer se retiraba a su habitación dándole una mirada antes de cerrar la puerta tras de ella.


Notas de autora: No pienso poner todas las escenas de entrenamiento. Algunas las obviaré y otras sólo las mencionaré, pero como Erik hizo aparición, y me servía para conectar un poco unas ideas, el primer intento de vuelo de Banshee ganó su espacio. Un poco de Moira y Charles para que no se olvide el tema con el que inicié la historia, además de darles un poquito más de espacio juntos.

Armar una relación amorosa para Erik es un lio dado el contexto de la película y los tiempos tan cortos para hacerlo. Por un momento pensé que quizás se hubieran conocido antes, pero este Erik se la ha pasado cazando a Shaw y aunque no dudo que haya tenido temporadas estables el tener que trabajar a fondo una idea como esa se me hacía demasiado complicada. Por otro lado, luego de matar a Shaw su lado de Magneto toma demasiado protagonismo y hacer una relación de cero desde ahí igual sería complicado, su mente está nuevamente enfocada. Tenía que ser en First Class… en su periodo más abierto de su etapa adulta.

Como siempre los comentarios son bien recibidos sean dudas, aclaraciones, curiosidades y cualquier cosa que deseen decirme.