Peace could be an option

Capítulo 10


Aparecieron en un almacén tenuemente iluminado por la luz que se colaba desde el exterior y se soltaron las manos. El olor a mar y el sonido de alguna sirena de barco a la distancia revelaron la ubicación general del lugar en donde se encontraban.

―¿Dónde nos trajiste? ―preguntó Erik luego de dar una rápida mirada sin moverse.

―Los muelles en Nueva York ―respondió el mutante de piel roja, Azazel―. Si tiene otra sugerencia puedo movernos para allá, pero es uno de los lugares que teníamos habilitados en caso de emergencia.

―No está relacionado a ninguno de nosotros, pero por lo mismo puede que tengamos algún visitante inadvertido, no debemos quedarnos mucho tiempo ―intervino Riptide, el otro mutante que estuvo bajo órdenes de Shaw.

―Estará bien por ahora ―aseguró Erik, no quería tener que pensar en ese momento y estaba seguro que si Shaw lo consideró habilitado al menos tendría un lugar donde recostarse.

Ambos mutantes asintieron y señalaron dos áreas detrás de unos contenedores de gran tamaño. No eran habitaciones, pero dispuestos de forma discreta se encontraban unos colchones que parecían ser parte de algún cargamento que esperaba aprobación para salir y algunas provisiones, cosas sumamente básicas. Azazel le señaló a Erik una de las áreas, ahora que había tomado el puesto de Shaw era su líder y no tenía que compartir espacio con los demás, ellos se las arreglarían por su lado.

―Abby ―llamó Erik sin mirarla, avanzando al espacio que Azazel indicó era de él.

Ella frunció el ceño. ¿Realmente quería hablarle en ese momento? ¿Después de todo lo que había ocurrido en menos de una hora? Ella misma aún no había procesado correctamente el evento y mucho menos estaba con ánimos para hablar, no se sentía en control de sus emociones y era consciente que Erik no era exactamente el hombre con más paciencia y empatía.

Aún así lo siguió sin decir palabra, incómoda al notar el cruce de miradas entre los dos mutantes que habían estado trabajando para Shaw. Cuando se alejaron de los demás, Erik se agachó y comenzó a desempacar unas cobijas, además de retirar el plástico que cubría el colchón que se encontraba ahí.

―¿Por qué viniste? ―preguntó él, deteniéndose un momento, pero sin voltearse.

―No lo sé ―respondió con honestidad mirando al suelo―. Nunca me das tiempo para pensar ―agregó, no era primera vez que él le pedía una respuesta rápida.

―Crees en la convivencia ―prosiguió Erik, girando ligeramente la cabeza y con profundo rechazo a la idea detrás de esas palabras.

―¿Me estás recriminando? ―se defendió Abby de forma automática―. Tú eres el que se quedó mirándome hasta que decidí darte la mano.

―¿Te arrepientes? ―preguntó, poniéndose de pie y volteándose por completo.

―¿De qué? ―replicó ella cruzándose de brazos y dejando escapar un suspiro―. Lo más honesto que puedo decirte a mucho de lo que seguramente me quieres preguntar es "no sé". Hace unos minutos pensé que me iba a morir en una playa en Cuba, hecha pedazos por un montón de misiles ―habló mirándole de frente y tratando de no elevar la voz―. Después decidiste tratar de matar a toda la gente que estaba en los barcos, luego Charles… ―siguió, pero se detuvo negando un poco con la cabeza y dando unos pasos hacia un costado quedando en silencio.

―Yo no quería lastimarlo, sino fuera por… ―habló Erik, pero Abby lo interrumpió.

―Lo sé ―No necesitaba que le dijera que no había sido su intención lastimar a Charles, ni tampoco quería escucharlo culpar a Moira. Erik actuaba con un instinto de supervivencia descomunal e incluso excesivo que traía consecuencias.

―¿Vas a quedarte?

Ella lo miró y no supo qué decir. Estaba molesta con él, pero no sabía exactamente por qué y decir que era por la forma en que reaccionó con los misiles era ser muy simplista. También se sentía profundamente preocupada, Erik era un misterio en muchos aspectos, pero ver ese tatuaje le dio la capacidad de entender de dónde venían muchas de sus actitudes y a la vez darse cuenta que aunque se veía sumamente confiado estaba destrozado por dentro. Por otro lado no quería dejarlo a él y Raven con los mutantes relacionados a Shaw, quizás tratarían de vengarse en cualquier momento. Haber dejado a Charles, herido, y al resto en Cuba comenzaba a atormentarla, era cierto que su relación más fuerte era con Erik, pero eso no quería decir que no se preocupara por los demás.

―No creo que me vaya a ningún lado esta noche ―se animó a responder.

Erik dejó escapar un intento de sonrisa. Se acercó para tomarla de la mano y guiarla hasta la cama improvisada que había armado.

―Hay agua, galletas y atún enlatado ―ofreció, señalando un pequeño paquete.

Abby desvió la mirada hacia la comida, dándose cuenta que llevaba varias horas sin probar bocado.

―Regresaré en unos minutos ―informó, saliendo de la pequeña área en la que se encontraban.

. .

Todo estaba mal. Erik se apartó lo más que pudo del resto y comenzó a caminar, tratando de distraer su mente inspeccionando que las instalaciones fueran seguras. Pero no había manera de alejar los pensamientos que lo atormentaban. Había conseguido su venganza y aún así no se sentía satisfecho, al contrario, el pequeño ápice de alegría que le dio ver el cuerpo de Shaw sin vida quedó totalmente enterrado tras los hechos que siguieron y en especial su separación con Charles.

Culpaba a los humanos, si ellos no hubieran lanzado ese ataque su relación con Charles no habría terminado de manera tan abrupta. Con más tiempo hubiera podido demostrarle que su visión idealista de coexistencia entre humanos y mutantes no era más que una fantasía. Que Moira reaccionara positivamente frente a ellos no significaba nada, era un excepción e incluso si lo pensaba más, ella dejó claro de qué lado se pondría si debía escoger un bando.

Sin embargo, lo que estaba carcomiéndolo por dentro era el haber tomado la decisión de abandonar a Charles en la playa, herido y sin ninguna forma rápida de salida. Por años fue incapaz de formar un vínculo con otra persona, hasta que conoció al telépata y se permitió abrirse a la idea de permitir cierta cercanía con otros. El que pudiera entrar en su mente facilitó mucho su relación a pesar de que no le gustaba sentirse expuesto de esa manera, él no era capaz de hablar de muchas cosas y eso imposibilitó generar lazos con otros. No quiso dejarlo, ¿pero qué otra opción tenía? No podía pedirle a Azazel que le hiciera el favor de llevarlo a un hospital y además también sacara al resto de Cuba, su posición como líder se hubiese visto debilitada en un momento crucial. Podía sentir la desconfianza de Abby hacia sus nuevos aliados y a pesar de no demostrarlo, compartía el sentimiento, habían sido seguidores de Shaw hasta unos momentos atrás.

Pensó en la mujer que reclutó en Montana, se sorprendió cuando aceptó seguirlo nuevamente, aunque con una disposición muy diferente de la primera vez. Se alegró cuando ella caminó hacia él, no lo esperaba, aunque no le había puesto atención durante la pelea, notó de inmediato que su rostro dejaba ver el descontento con sus acciones. No le dio tiempo de reconsiderarlo, posiblemente lo dejaría y se quedaría con Charles, algo que no pensaba permitir.

También estaba Raven, Mystique, con ella la situación era diferente porque aunque había sentido de primera mano el rechazo y temor a ser descubierta, Charles era su familia. Quizás no expresaba un desagrado abierto por los humanos o un sentimiento de superioridad, pero eso no era necesario, Raven había abierto los ojos a la realidad, los mutantes sólo podrían estar en total libertad de mostrarse como son en una sociedad sin humanos.

De Ángel sabía poco, desertó rápidamente hacia el bando de Shaw, lo que al menos ya le mostraba su línea de pensamiento. Azazel y Riptide eran casos con los que debía de tener cuidado. No dudaba de dónde estuvieran en el plano del conflicto que vendría, pero sí de su lealtad hacía él. Necesitaba investigar un poco sobre ellos antes de sentirse cómodo y entregarles un voto de confianza.

Habían muchas cosas por evaluar y debía moverse rápido. Su pequeño grupo no se mantendría unido con sólo la visión abstracta que luchar por los mutantes, requerirían cosas concretas y además necesitan crecer si deseaban ser un movimiento real que pudiera influenciar positivamente a los suyos. La lista de mutantes que Charles localizó se encontraba en la mansión, tendría que ir a buscarla, también sus documentos estaban ahí, no pensaba dejar rastro de su presencia en esa casa.

Tenía en mente los primeros pasos a tomar, lo único que debía hacer era esperar a que amaneciera y que todos estuvieran descansados. Con esto en mente regresó a donde había dejado a Abby y la vio sentada sobre el colchón comiendo unas galletas con una expresión de desagrado. Notó también un par de latas de atún cerradas dispersas cerca a ella.

―No había abrelatas ―comentó al verlo, alcanzando uno de los pequeños contenedores y extendiéndoselo.

Erik dejó escapar una media sonrisa antes de dirigirle la mirada.

―¿Quieres que use mis poderes para una labor cotidiana? Pensé que decías que el mundo está hecho para vivir sin habilidades.

―Yo hubiera traído un abrelatas ―declaró con molestia mirando hacia un costado―. ¿Vas a abrirla o comienzo a golpearla hasta que se desparrame por todos lados el aceite?

Él soltó un bufido y la lata se abrió. Se sentó junto a ella en silencio, comenzando a comer juntos. Las galletas sabían horrible, pero no era lo peor que había comido en su vida y al menos estaba seguro de que era comida.

―¿Vas a usar ese casco permanentemente? ―se animó a preguntar ella y él parpadeó un par de veces como si recién se percatara del objeto―. ¿Lo llevas un par de horas y ya te olvidaste de él?

Erik no respondió, sólo retiró el casco, observándolo en sus manos por unos momentos. Había llevado a cabo su venganza en el submarino e incluso pudo devolver la moneda que cargó por años como recuerdo de su primer encuentro con Shaw, pero ahora había tomado otro objeto que le recordaría al hombre. La situación era muy diferente, sin embargo no sabía cómo sentirse al respecto, lo único que estaba seguro era que lo necesitaba en caso Charles u otro telépata decidiera enfrentarlo. Abby acercó una mano a su frente sacándolo de sus pensamientos, apartando unos mechones de cabello que cubrían unos rasguños no tan profundos provocados en su pelea contra Shaw.

―Creo que vi una caja con algunas gazas y alcohol ―susurró ella antes de buscar los implementos para limpiar las pequeñas heridas.

Normalmente él se atendía solo. Llevaba años sobreviviendo sin nadie que se preocupara por él o incluso que reconociera su existencia. Dejó que ella se encargara, de cualquier manera no había un espejo cerca y sabía que no era nada profundo, la sangre en ningún momento brotó de manera preocupante.

Cuando Abby terminó, Erik se puso de pie y abrió el cierre del traje que Hank confeccionó, no pensaba dormir metido en eso. Al momento en que quedó con el torso desnudo se percató que ella lo miraba, un tanto insegura de qué hacer.

―¿Planeas dormir así? ―cuestionó, notando como Abby parecía estar buscando una excusa para responder afirmativamente―. Es incómodo, no va a dejarte descansar bien ―añadió y luego dejó caer el resto de la vestimenta―. No sería la primera vez que dormimos juntos ―comentó sonriendo un poco, recostándose y esperando que lo acompañara.

―No creo que pueda dormir con ellos cerca ―confesó, aún indecisa sobre cómo proceder. No era Erik el problema pese a todo, sino el estar en un almacén, con el grupo de gente que tenía pensado desatar la Tercera Guerra Mundial.

―Tengo el sueño ligero y el sólo aceptar mi oferta no quiere decir que les tenga confianza ―respondió él, tratando de reconfortarla un poco.

Abby dejó escapar un suspiro derrotada. Estaba cansada, eso no lo podía negar y la comida le dejó un mal sabor de boca que quizás un par de horas de sueño podrían eliminar. Se quitó el traje rápidamente, como si pensara que alguien podía estar observándola desde las sombras y se acurrucó junto a Erik cuando la rodeó con los brazos. Quería hablar con él, pero no con la posibilidad de que alguien los interrumpa o que alguno de los que trabajó para Shaw viera la discusión como un momento para hacer algo.

. .

Erik abrió los ojos al sentirse observado y giró la cabeza con cuidado en una dirección, aún era de noche, pero estaba seguro que faltaba poco para que amaneciera. Afinó la vista y reconoció que se trataba de Raven, ella estaba de pie esperándolo en silencio a unos cuantos pasos. No estaba seguro por qué estaba ahí, pero se separó de Abby con cuidado para ponerse de pie y dado que la expresión de ella no denotaba prisa se vistió con el traje del día anterior. Cuando se acercó, le hizo una señal con la cabeza para alejarse un poco más y él la siguió con curiosidad, aunque cuando estuvo a punto de perder de vista el lugar donde dormía Abby la detuvo.

―Aquí está bien ―habló él si elevar la voz demasiado―. ¿Qué sucede? ―preguntó, temiendo que tuviera un cambio de opinión.

―¿Por qué ella? ―preguntó Raven tratando de mantenerse seria, pero podía dejar de sentirse cierto grado de confusión en su voz.

Erik respiró tranquilo en ese momento, no se trataba de un problema ideológico, de una conciencia intranquila o incluso de una traición, simplemente era un problema de interpretación de lo que sucedió la noche anterior. Por un momento pensó en responder rápido, pero reflexionó un poco más, si no tenía cuidado había la posibilidad de un cambio en la decisión de Raven.

―Yo pensé… ―habló ella, pero las palabras no fluyeron naturalmente―. Pensé que era perfecta ―completó confundida. Sabía que Erik y Abby eran cercanos, pero no qué tanto, sin embargo luego del beso estaba casi segura de que significaba algo.

―Lo eres ―aseguró él―. La criatura más perfecta que he conocido.

―¿Entonces por qué estás con Abby? ―demandó sin poder comprenderlo.

La pregunta no lo tomó por sorpresa, pero él mismo se la venía haciendo y aún no conseguía una respuesta concreta.

―No soy tan joven como parezco, soy mucho más cercana en edad a ti que ella ―insistió Raven, aún tratando de comprender qué había ocurrido, qué había interpretado mal.

―¿Por qué me seguiste? ―replicó él mirándola a los ojos ante la declaración, el sólo hecho de que mencionara eso dejaba en duda su madurez emocional―. ¿Estás aquí porque pensaste que estaríamos juntos?

―¡No! ―aseguró ella, levantando un poco la voz para molestia de Erik que no quería que Abby se despertara hasta que arreglara la situación.

―Pensé que estabas aquí porque ya no querías ocultarte más ―habló él, tratando de no mencionar a Charles y la forma en que manejó la apariencia de Raven por años, ese nombre iba a tener que evitarlo por un tiempo al tratar con ella.

La joven lo observó en silencio asintiendo, claro que no deseaba ocultarse más, estaba cansada de eso, pero también se sentía engañada. Raven consideró el beso de Erik como algo muy especial que no sólo significaba el inicio de su nueva vida como mutante, sino también de una relación más cercana e íntima con él.

―Lo que tengo con Abby no es asunto de nadie, sólo de ella y yo ―aclaró al notar que Raven estaba asimilando las cosas.

Las palabras fueron directas e incluso bruscas para una joven que había estado por muchos años cubierta bajo el manto de Charles. Ella endureció la mirada en ese momento, comprendiendo el motivo por el cual él no la sacó de su habitación esa noche, no había nada de romántico, era sólo la línea de pensamiento que Erik demostró en Cuba aplicado a su caso específico. Se maldijo por no darse cuenta antes, era incluso tonto pensar que estaría con ella sólo porque decidió esperarlo en su habitación y logró que le diera un beso luego de palabras de aliento.

―Eres especial Mystique ―intervino Erik tratando de suavizar el momento―. Hay cosas que simplemente se dan de manera natural ―explicó tranquilo, evaluando qué más podía decirle―. Eso no cambia el hecho de que te necesito aquí, tú mejor que nadie comprendes lo que es tener que ocultarte sólo por ser diferente. Abby aun no lo comprende, lo que ella ha vivido es distinto y el resto seguían a Shaw en un intento de control mundial, no de reivindicación de los nuestros.

Raven lo observó a los ojos con determinación. No quería volver a caer ante sus palabras, pero encontraba que todo lo que decía era tan real que sencillamente no lo dudó y asintió ligeramente antes de retirarse. Las cosas ya estaban claras, pero eso no borraba el desencanto que sintió.

. .

Cuando el sol terminó de salir todos estaban despiertos y listos, esperando sus órdenes. Él junto con Azazel irían a la mansión de Charles a recuperar algunos objetos, a Raven y Riptide los dejaría en la ciudad para que trajeran las últimas noticias de los eventos que ocurrieron horas antes y Abby se quedaría junto con Ángel tratando de desaparecer cualquier rastro de que pasaron ahí la noche. No quería arriesgarse a dejar alguna pista a pesar de que si se iban dejando todo como estaba posiblemente parecería que un grupo de personas sin hogar decidió establecerse una noche. Los grupos que formó no los pensó al azar, no quería que ninguno de los que estuvo trabajando para Shaw se quedaría con alguno de sus compañeros, no pensaba darles oportunidad de planear algo y él estaba retirándose con quien consideraba era el más peligroso.

Ángel le pidió a Raven que le trajera algo de vestir que pudiera usar, lo que llevaba puesto llamaba demasiado la atención, sin contar que era completamente inapropiado para el clima en el que se encontraban. Erik accedió a recuperar las cosas de Abby ya que estaba yendo a la mansión que usaron de base unas cuantas semanas.

Azazel realizó una parada en un edificio abandonado cerca al centro de Nueva York. Dejó a Raven, que tomó la apariencia de una muchacha promedio, en compañía de Riptide para luego de algunos intentos aparecer en pleno recibidor de la mansión de Charles.

Erik se tomó unos minutos para asegurarse que no hubiera nadie en la residencia y luego se dirigió solo a los pisos superiores, no tenía la intención de darle un visita guiada a su acompañante. Encontró rápidamente la hoja con las coordenadas, él mismo la guardó en un lugar seguro luego de encontrar a Abby. Aunque no era una prioridad en su lista decidió cambiarse en ese momento y guardar las pocas pertenencias que tenía, prefería no dejar ningún rastro de su estadía de ser posible. Cuando terminó se dirigió a la habitación de al lado para repetir la misma operación con las cosas de Abby, aprovechó que la maleta de ella aún tenía algo de espacio para colocar sus cosas ahí mismo y tener un único objeto que llevar.

Regresó al recibidor de la mansión y notó a su nuevo compañero observando con detenimiento el decorado de la habitación.

―Me recuerda un poco el club ―comentó Azazel cuando vio a Erik descender las escaleras―. Aunque sin la compañía femenina y las luces ―agregó.

―Moira mencionó algo de eso ―habló él con interés, recordaba el nombre "Hellfire Club" y que se encontraba en Las Vegas―. Voy a necesitar que me expliques en qué estado se encuentran las posesiones de Shaw. Las legales, si tenía, están perdidas.

―Emma se encargaba de eso normalmente, pero conozco la mayoría de los lugares y tengo una buena idea a nombre de quién estaban, también podría averiguar qué es lo que sabe la CIA.

―Iba a pedirte eso, pero no vas a ir solo, dudo mucho que puedas encontrarlo al primer intento y tiene que ser algo que no llame la atención.

―¿La muchacha? ¿Realmente puede infiltrarse? ―cuestionó con interés. Lo había engañado durante la pelea, pero mantener un personaje dentro de una agencia gubernamental era un asunto muy distinto y por lo que escuchó de Ángel cuando Shaw averiguó sobre los otros mutantes, ella no parecía tener el perfil de espía.

―Aprenderá ―respondió Erik bastante convencido.

Partieron de regreso, siguiendo la ruta inversa con la que habían llegado. Esperaron cerca de una hora a que Raven regresara junto con Riptide. Tenían algunos periódicos y habían conseguido una idea bastante clara del estado anímico de la ciudad tras la amenaza nuclear. Erik no se sorprendió demasiado cuando le explicaron que por el momento nadie hablaba nada sobre ellos ni el incidente de los misiles, al menos no de la forma en que ocurrió. El gobierno pensaba ocultarlo y seguramente los Soviéticos también, eso eran buenas noticias para sus planes, le permitía tiempo para meditar.

En el almacén encontraron a Abby junto con Ángel, ya habían dejado el lugar casi sin rastros de que estuvieron ahí, aunque para Erik no pasó desapercibido que ambas mujeres no habían intercambiado más de un par de palabras en todo el periodo. No las podía culpar, ellas no se conocían previo a Cuba y de todos los que estaban ahí posiblemente eran las que tenían menos en común para poder generar una conversación.

Con un gesto le indicó a Riptide que lo acompañara junto con Azazel a un costado del almacén, quería que ambos le dieran una idea general de qué recursos del difunto Shaw podría utilizar. No pensaba iniciar una operación a gran escala, pero debía de hacerse una idea. Sabía que no estaba hablándose de montos pequeños y aunque confiaba en que muchas de las posesiones estaban cubiertas de forma adecuada, siempre habían detalles que no se podían controlar.

Raven parecía sumamente molesta ante la segregación, ella quería participar activamente, no ser una observadora. No dejó a su hermano en una playa con la esperanza que el resto lo cuidarían para sentarse a esperar que le dijeran qué hacer o a dónde ir. Cuando los tres hombre dirigieron su atención a la mujer de piel azul esta se quedó quieta, insegura de por qué la estaban mirando, ella aún no se había quejado.

―Mystique ―llamó Erik―. Irás con Azazel a Virginia.

―¿Para qué? ―preguntó con seriedad, no quería ser sólo una pieza más en el juego de otro.

―Vamos a necesitar saber qué información tienen sobre nosotros y el paradero exacto de Frost ―explicó Erik haciendo una pequeña seña en dirección al mutante de piel roja―. Irán juntos, estoy seguro que podrán trabajar bien.

Azazel le dedicó una sonrisa divertida a Raven, ella sería la primera compañera de trabajo con la que compartía tantas similitudes físicas. Claro, su piel roja era un poco más sencilla de disimular y sus ojos no eran de color amarillo brillante, pero él tenía una cola y no podía ocultarse de la vista pública con sus poderes, sólo desaparecer.

―Ángel y Riptide irán a Montana, hace unas semanas hubo un pequeño incidente en un pueblo, quiero que averigüen si llamó la atención de alguien en especial ―explicó, consiguiendo la atención inmediata de Abby, así como la de Raven que también sabía a qué se estaba refiriendo―. Yo iré con Abby a Las Vegas, sin Shaw hay cosas que deben recolectarse ―agregó mirando a la mujer. Luego dejó claro que Azazel los buscaría en dos semanas para juntarse nuevamente y con suerte añadir a Emma Frost como aliada.

Raven tomó una apariencia femenina que no resaltaba mucho y las otras dos mujeres fueron a cambiarse de ropa para no llamar atención innecesaria. Una última revisión al almacén y el grupo partió usando los poderes de Azazel, cada uno a su destino.


Notas de autora: Erik y Abby aún no terminan de hablar, pero con gente que podía escucharlos la conversación no se pudo extender, ya lo retomarán ahora que estarán solos. Nueva etapa del fic, al fin tengo libertad para escribir sin la película limitándome. Por ahora me enfocaré en la parejita, esos dos necesitan desarrollarse más juntos, Las Vegas no es el mejor lugar, pero es lo que hay :D

Review de "Kari": Erik vive con problemas, su relación debe tenerlos también, pero ya verás cómo será

Review de "Andrea": Abby con Erik es complicado, pero fue con el que más tiempo estubo en la mansión, con los otros su relación no pasaba de cordial, así que decidió irse con el alemán... Eso no quiere decir que esté de acuerdo con él xD