Peace could be an option
Capítulo 11
Azazel los dejó en un depósito oscuro, lleno de objetos mecánicos polvorientos y luego desapareció sin decir una palabra. Cuando se quedó sola con Erik, Abby se percató que llevaba con él su maleta naranja en la que trajo sus cosas y también había acomodado un par de las de él. Supuso que era lógico, el almacén debía quedar sin rastros de que estuvieron ahí.
―Hay que buscar un lugar para hospedarnos ―indicó él, extendiéndole una mano para guiarla hasta la puerta―. Tenemos bastante trabajo.
Ella lo observó con curiosidad, no tenía idea a qué se estaba refiriendo. Las Vegas no se encontraba en su lista de ciudades que quería conocer, por el contrario le tenía un poco de rechazo y aparecer en un depósito no hacía que mejorara su opinión. Cuando salieron, él le ofreció su brazo derecho y ella lo tomó un poco extrañada por el gesto.
―No creo que llamemos la atención aquí, pero hay que ser precavidos de cualquier manera ―explicó Erik, avanzando con la maleta en la otra mano por una calle vacía hasta doblar en la esquina y ver en todo su esplendor el aeropuerto de Las Vegas. Azazel los había dejado en un pequeño cuarto de mantenimiento de una zona no muy transitada.
―¿Planeas ir al club de Shaw? ―preguntó con cuidado, no se imaginaba los planes de Erik para esa ciudad.
―No, no planeo poner un pie ahí, la CIA sabe de ese lugar ―respondió él con la mirada al frente y una expresión tranquila―. Necesitamos a Emma para poder tomar posesión de los bienes de Shaw, pero no planeo rescatarla sin asegurarme que los otros no van a traicionarme.
―¿Y cómo vas a asegurarte de eso? ¿No deberías estar con ellos para conocerlos?
―Hay muchas formas de conocer a alguien, a veces su historia o acciones hablan mejor de sus lealtades ―respondió con confianza, él había aprendido a leer bastante bien las intensiones de las personas sin necesidad de los poderes mentales de Charles, pero para eso necesitaba encontrar de dónde habían aparecido los mutantes que acompañaron a Shaw y por qué lo habían seguido.
―¿Conoces la ciudad? ―preguntó ella, desde donde estaban no se veía ni remotamente los letreros luminosos que sabía caracterizaban el lugar, aunque claro, era de día.
―No, pero tengo una idea de a dónde ir ―Las Vegas era uno de esos lugares que solían salir en las conversaciones cuando estuvo en su periodo de cazador de Nazis. No era que los hombres que buscaba estuvieran gastando su dinero en un casino, pero los que habían vendido favores a precios astronómicos solían acabar ahí.
Avanzaron hasta llegar a un pequeño lugar de alquiler de vehículos, parecía que era una constante en el actuar de Erik. Pagó en efectivo y el encargado le dio las llaves de un Ford Falcon azul de dos puertas, luego tomó la maleta y la metió en la cajuela.
―No pareces cómoda ―mencionó él cuando salieron del aeropuerto, al adentrarse en la vía que llevaba a la ciudad.
―Estamos en un desierto.
―Es casi invierno, la temperatura es baja.
―Eso no quiere decir que va a caer nieve o haya agua ―explicó sin mirarlo antes de soltar un suspiro―. Pero no es eso lo que me fastidia…
Erik la observó por el rabillo del ojo, pensar que podía dejar atrás todo lo ocurrido en Cuba era ridículo, aún así se negaba a tener esa conversación mientras manejaba. Hablarían en el hotel, el que ella siguiera ahí, acompañándolo, dejaba claro que no pensaba tomar su propio camino por el momento. Pese a que no compartían la misma visión del futuro para gente como ellos, Abby era la persona a la que le tenía más confianza en ese momento y no planeaba perderla.
―¿A dónde vamos? ―preguntó ella mirando sin mucha emoción el desierto.
―Wilbur Clark's Desert Inn ―respondió―. Está cerca, en un par de minutos debemos llegar.
―¿No es ahí donde filmaron Ocean's 11? ―Era un hotel y casino bastante conocido.
―No lo sé, no suelo ir al cine ―contestó, siempre tuvo dificultad para estar al corriente con la actualidad en espectáculos y personalidades. No sólo no le interesaba, sino que al moverse por varios países cada lugar tenía su propia farándula, pocos actores gozaban reconocimiento mundial a menos que tuvieran años trabajando continuamente―. ¿Tienes guantes entre tus cosas? ―preguntó de improvisto.
―Sí, pero no hace tanto frío ―Llevaba un abrigo ligero sobre su ropa que la cubría por encima de la rodilla y con sus botas casi no dejaba piel expuesta.
―Póntelos ―pidió él, deteniendo el automóvil para abrir la cajuela y acceder a la maleta―. Va a ser más sencillo si no nos ven las manos ―explicó sin dar mayores detalles, al parecer él pensaba cubrirse también.
. .
Erik desvió el vehículo hacia el lado derecho de la carretera para atravesar un arco de madera y piedra sobre el que descansaba el nombre del hotel. Estacionó en la entrada y de inmediato un hombre se acercó a abrir la puerta de Abby para que descendiera. Una pequeña sonrisa escapó de sus labios al notar lo incómoda que se le veía a su acompañante ante las atenciones y no pudo evitar preguntarse a qué tipo de hoteles había ido cuando viajó, abrirle la puerta a una mujer era un servicio estándar. Entregó las llaves para que estacionaran el automóvil y otro empleado llevó la maleta por ellos.
Lo ofreció el brazo y por suerte Abby lo tomó sin mostrarse insegura o sospechosa. En la recepción, una señorita de aspecto impecable los recibió con una amable sonrisa y se disculpó de inmediato por los posibles inconvenientes que la remodelación del hotel pudiera ocasionarles, una torre de nueve pisos estaba siendo construida en esos momentos.
Erik pidió una habitación matrimonial para quedarse por dos semanas. Abby trató de mantener la compostura, pero estaba segura que la mujer notó algo, porque casi de inmediato sintió como examinaba con atención las manos cubiertas de ellos.
Él no se inmutó, sólo tomó nota mental que debía explicarle a Abby que para evitar el escrudiño era mejor que dijeran que estaban casados. Una pareja que compartiera habitación no era extremadamente llamativa, pero siempre prefería actuar de manera en que los trabajadores de los lugares que se hospedaba no lo recordaran. La sociedad americana marcaba a quienes no estaban casados y no quería sobresalir por haber sido el chisme de un par de personas sin nada mejor que hacer. Además, era la primera vez que podría jugar con esa carta, nunca había hecho el papel de hombre casado, pero sabía bien que con eso bajaría las sospechas de otros mientras estuviera investigando. Abby no era exactamente el modelo de la esposa perfecta, pero estaba seguro de que podría actuar con un poco de ayuda.
Erik tomó la maleta luego de pagar, sin permitir que algún trabajador los acompañara y se dirigió a la habitación, no quería algún ojo atento viendo como Abby volvía a sonrojarse. Como había previsto las mejillas de ella tomaron un ligero tono rosa al ver la gran cama que ocuparían, pero casi de inmediato se distrajo con la vista a la piscina.
Él dejó el equipaje a un costado y se detuvo unos instantes para observar la habitación. No se comparaba ni remotamente al nivel de elegancia en el que habían estado viviendo las últimas semanas gracias a Charles, pero sin duda una gran mejora que el almacén donde descansaron la noche anterior.
La cama estaba flanqueada por dos mesas de noche donde reposaba un pequeño teléfono junto con unos papeles con las reglas del local, números de interés y un menú del restaurante para pedidos a la habitación. Abrió uno de los cajones y se encontró con una biblia, no comprendía por qué siempre había una en casi todos los hoteles de buen nivel que visitaba. Sobre una mesa frente a la cama había un televisor y a su lado una mesita servía para exhibir algunas botellas con licores, un par de vasos y por supuesto el listado de los precios. El resto del espacioso cuarto era ocupado por un ropero, un tocador con espejo junto a su banqueta y una mesita redonda con dos sillas.
―Asumí que preferirías esta vista a los campos de golf ―habló él, colocándose junto a ella en la ventana. Estaban en el segundo piso y aunque no era digno de una postal supuso que le gustaría.
Abby le sonrió, pero notó que la expresión no se mantuvo de forma sincera por más de unos segundos. Seguía fastidiada y la piscina no iba a solucionarlo.
―¿Te molesta que impidiera que nos mataran en Cuba? ―preguntó Erik de improvisto, luego de acercarse a la mesita de la habitación y servirse un trago.
―No ―respondió ella con seriedad al sentir el tono de la pregunta, la voz de él era tensa, como si estuviera controlando las palabras―. Pero las cosas no son tan simples, Erik.
―Nos atacaron, supongo que estarías más contenta si sencillamente hubiera dejado los misiles reposando sobre el agua ―prosiguió con sorna. ¿Qué otra cosa podía hacer? Ese era el momento para dejar claro que los mutantes no serían erradicados, al menos no sin pelear.
―El mundo no es blanco y negro ―replicó levantando una ceja ante el comentario, esa conversación no iba a acabar bien―. Puedo asegurarte que sólo un par de personas de esos barcos sabían a qué le estaban disparando. La mayoría debe haber pensado que estaban por atacar al país contrario o en todo caso a Shaw, Moira trató de contactarlos para advertirles sobre el reactor del submarino.
―¿Piensas que cuando te vean controlar el agua simplemente te van a sonreír, hacer un par de preguntas e irse a dormir tranquilos esa noche? ―cuestionó con impaciencia aunque sabía perfectamente la respuesta, ella se había cuidado de no permitir que sus habilidades fueran vistas más que por su familia.
―Claro que no. No soy idiota, pero tampoco puedes asumir que van a venir en grupo con picas y antorchas a tratar de matarte ―respondió fastidiada, entendía que la convivencia iba a ser complicada, que los humanos sospecharían de ellos, sobre todo de mutantes con habilidades como Charles o Raven. Sin embargo lo que Erik trató de hacer en Cuba era justificar el miedo que podrían tener.
―Tratarán ―le aseguró, sería tan sencillo si sólo los quisieran lejos, pero él sabía que eso no iba a bastar. No, ella no era capaz de imaginar el alcance real que podía tener el odio de un grupo de personas―. Tú y yo podríamos vivir entre ellos, pero Raven, Hank o Azazel tendrían que ocultarse. Mutantes jóvenes que no sepan controlarse tampoco correrían con suerte.
―No estoy diciendo que estés totalmente mal, van a haber problemas ―intervino ella tratando que la situación no pasara a una discusión mayor, causando una sonrisa en el rostro de Erik―, ¿pero qué planeas hacer?
―No voy a empezar una cacería de humanos si es eso lo que te preocupa. Nosotros somos el futuro, ellos eventualmente se extinguirán, lo que quiero evitar es que nos arrastren en el proceso.
―¿Juntándote con el grupo que quería desatar una guerra nuclear? ―le recriminó de forma automática, olvidándose que la idea era suavizar la discusión y no acrecentarla―. ¿Cómo supones que puedo estar tranquila con algo así? No estás hablando de mutantes que tuvieron algún altercado menor con la ley, atacaron la base de la CIA y sabían perfectamente qué estaban haciendo. ¡En cualquier momento podrían matarte! ―exclamó. Él se arriesgaba demasiado, con sólo un pequeño descuido Erik podía acabar muerto en manos de cualquiera de los que fueron hombres de Shaw y esa idea la asustaba.
―Su permanencia va a depender de lo que pueda averiguar ―respondió de manera cortante para luego acercarse hasta quedar a centímetros de ella, mirándola fijamente―. ¿Y qué propones? ¿Quieres que te lleve a alguna ciudad pintoresca y nos quedemos ahí, ignorando las señales, hasta que sea muy tarde y acabemos arrinconados? ―No iba a repetir el error de su padre y quedarse esperando a que las cosas mejoraran hasta que la realidad le golpeara en la cara.
Abby parpadeó unos momentos, nuevamente podía sentir que no sólo hablaba de lo que temía podía ocurrir, sino de lo que ya le había ocurrido. Ella cerró los ojos y respiró profundamente, no quería adentrarse en un tema tan delicado en medio de una discusión. Negó con la cabeza, dando un paso hacia atrás y soltó un suspiró.
―¿Exactamente qué estás buscando? ―preguntó cruzándose de brazos. Al menos le había dicho que no pensaba iniciar una cruzada contra los humanos, eso tendría que bastarle por el momento.
―Estamos ―corrigió con cierto aire de victoria, tomando al fin el trago que se sirvió―. Ya te lo dije, seguirme no hace que confíe en alguien, menos si estuvieron trabajando para otro y cambiaron de bando con tanta facilidad.
―¿Confías en mí? ―preguntó extrañada. No lo había pensado mucho hasta ese momento, pero Raven parecía mucho más dispuesta a aceptar sus ideas, la muchacha hubiese sido una mejor opción como compañía.
―Eres un libro abierto. Además no creo que hubieras disfrutado la compañía de Azazel ―respondió con gracia, ganándose un bufido por parte de ella. No podía culparla por preocuparse, los hombres de Shaw no estaban limpios, sino todo lo contrario. El pensamiento le molestó un poco, él debía de tener las manos igual de sucias y aunque sus motivos eran justificables no sabía realmente con qué ojos lo miraría si supiera.
―¿Y cómo planeas investigarlos? ―preguntó Abby, regresando al tema.
―A través del Hellfire Club.
―Pero me dijiste que no pensabas poner un pie ahí ―recordó ella, confundida por la respuesta.
―Es sólo el punto de partida, es un local con cierta fama y recuerdo un par de nombres que nos podrían ser útiles ―aseguró con confianza, caminando hacia la puerta del cuarto―. Vamos a conocer el lugar, la gente no suele quedarse en su habitación en el día cuando está de vacaciones.
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Las instalaciones del Desert inn eran grandes, el hotel contaba con más de doscientas habitaciones distribuidas en ambientes de uno o dos niveles y la torre que estaba en construcción agrandaría aún más esa cifra. La piscina no estaba rebosante de gente como seguramente era la imagen en los cálidos días de verano, pero eso no evitaba que las personas descansaran a su alrededor. El campo de golf podía verse hacia el fondo, el verde sobresalía ampliamente contrastando con el desierto. Pero con la cercanía de Halloween los ambientes que realmente destacaban gracias a su decoración eran el restaurante, el gran casino y el famoso Sky Room, que era el espacio más alto de todo el hotel al estar en un tercer nivel. Ahí se detuvieron a observar la vista a través de las ventanas que cubrían tres de las cuatro paredes del recinto.
Erik notó a Abby distraída, o al menos lo estaba para sus estándares, así que cuando vio la oportunidad de simplificar un poco la actuación de su estado civil, sencillamente actuó. Una mujer de atuendo extravagante, vestida con pieles a pesar de no hacer tanto frío y joyería abundante, captó su atención. Los broches de sus pulseras se abrieron de improvisto, permitiendo que la pesada joyería cayera al suelo. Un poco torpe por la abultada ropa, la mujer se tomó algo de tiempo en percatarse del problema y reaccionar a recoger sus valiosas posesiones, suficiente como para no notar una pieza alejándose a velocidad a ras del suelo.
Cuando la pulsera llegó a manos de Erik, Abby lo notó y sólo atinó a levantar una ceja.
―¿Le robaste? ―preguntó en voz baja, observando por el reflejo de las ventanas a la mujer a varios metros de distancia. La verdad era que no pensaba que la estuviera robando sólo por el gusto o para venderla, Erik era bastante más complejo que eso.
―No la va a extrañar y nosotros podemos darle mejor uso ―comentó tomando el objeto en su mano, transformándolo en dos anillos ante los ojos atentos de ella
―¿Ahora eres joyero? ―cuestionó, mirando cómo la pulsera de oro había cambiado de forma completamente.
Erik dejó escapar risa, si ella supiera la ironía de la frase. El negocio de su padre había sido justamente ese, su familia había sido dueña de una joyería hasta el día de la noche de los cristales rotos. De joven ayudaba como podía y aunque nunca aprendió el oficio completamente, tenía algunos conocimientos a pesar de que nunca desarrolló la parte artística.
―Póntelo ―indicó sin dar mayores explicaciones, sabía que ella comprendería por qué.
Abby se ruborizó, claro que entendía para qué le estaba entregando ese anillo. Se quitó el guante y acomodó la pieza en su mano izquierda, tratando de ignorar que él estaba haciendo lo mismo. El anillo le quedaba un poco flojo por lo que Erik lo modificó tomándolo entre sus dedos sin quitárselo.
―Con esto bastará ―dijo él con tranquilidad hasta que notó cómo ella observaba con mucho interés el anillo.
―¿Cómo lo haces? ―preguntó Abby con extrañeza elevando la mirada para hablarle―. Pensé que tus poderes eran sobre metales ferrosos…―explicó. En un primer momento no lo había pensado, pero el oro no es atraído por un imán, los poderes magnéticos de Erik no deberían afectarlo de esa manera―. ¿O es una aleación? ―agregó con curiosidad, aunque estaba convencida de que era oro.
―¿Quieres analizar mis poderes? ―preguntó él con interés. No era la primera ocasión que escuchaba algo así, recordaba un poco de los comentarios iniciales de Shaw y lo metódico que había sido en probar cómo afectaba diversos tipos de metales. Él por su lado en algún momento experimentó con sus poderes, pero de manera superficial, hasta hace poco todos sus esfuerzos estaban enfocados en seguir la pista de Shaw para matarlo.
―No, es sólo curiosidad. Aunque si lo pienso bien no es la primera vez que controlas un metal así ―añadió, la moneda que estaba levitando entre sus dedos la noche antes de partir a Cuba, la noche en la que la besó, tampoco debería de poder controlarla así.
Hasta ese momento imaginó que Erik era una especie de imán y que para moldear la forma de los metales ejercía diversos niveles de presión. Era difícil de darle una explicación científica, muchas teorías de la física y química se verían afectadas con la aparición de los mutantes, pero pensaba que tenía un conocimiento básico como para comprenderlo en ese aspecto. Si realmente controlaba el oro y otros metales no ferrosos entonces la habilidad de él iba mucho más allá de lo que usualmente se asociaba al magnetismo.
―Esta es una conversación que vamos a tener ―garantizó él con honestidad―. Pero ahora tenemos otras cosas en que enfocarnos.
―¿Vas a falsificar documentos de matrimonio? ―bromeó ella, tenía que relajarse con ese tema. No tenía idea cómo calificar su relación con Erik y con los eventos de Cuba aún tan recientes sentía que no era el momento adecuado.
―Dudo que nos lo pidan ―respondió, comenzando a caminar de nuevo con ella, en esta ocasión hacia la salida del hotel―. Vamos a la ciudad, hay un par de detalles que atender.
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Abby le lanzó una mirada de confusión luego de escuchar una explicación breve de cómo pensaba conseguir información sobre Emma, Azazel y Riptide. Sabía que ella era una mujer inteligente, pero su conocimiento respecto a seguir personas o conseguir datos era tan nulos como esperaba. Erik detuvo el Falcon Ford que alquiló en el aeropuerto en una calle tranquila, alejada de los grandes casinos, dispuesto a entrar en más detalle, pero ella se adelantó.
―Sí entiendo lo que me dices, pero simplemente no veo cómo va a funcionar ―intervino con notoria curiosidad.
―Muchas veces son callejones sin salida, la mayor parte de la información que podamos conseguir no va a guiarnos a nada.
―¿Entonces es un trabajo de prueba y error? ―preguntó ella no muy segura, hasta que él le sonrió asintiendo―. Eso puede tomar mucho tiempo. ¿Cómo sabes si estás siguiendo un camino que no te va a llevar a nada?
―Con experiencia ―respondió, satisfecho de que al menos Abby podía imaginar de forma abstracta lo tedioso del asunto.
―Pero el punto de partida sería el Hellfire Club ―señaló con preocupación―, y me dijiste que no pensabas ir ahí.
―No voy a realizar entrevistas a los trabajadores así que la mayor parte de lo que necesito para comenzar no está físicamente dentro del lugar. Me interesa saber cómo y cuándo Shaw adquirió el local, también algún evento llamativo si es que lo hay ―explicó, complacido por la atención que tenía, nunca había podido compartir con nadie sus habilidades para rastrear personas.
―¿Planeas ir a registros públicos? ―preguntó con una ligera sonrisa burlona en el rostro.
―¿Qué es lo gracioso?
―Me imaginaba algo más peligroso ―bromeó ella luego de responder.
―También tenemos que visitar ciertos establecimientos ―agregó con una sonrisa maliciosa que le quitó el buen humor a su acompañante.
―¿Qué establecimientos? ―No, Abby no quería ir a ningún lugar peligroso.
―Los que necesito visitar para obtener el material adecuado para conseguir la información ―acotó, dejando entrever una sonrisa más suave, le divertía verla preocuparse por gusto, no pensaba hacer nada que los pusiera en una situación complicada ese día.
―Yo me quedo con registros entonces, también podría pasar por la biblioteca a ver noticias ―informó Abby ante cierta incredulidad de Erik.
―¿Quieres ir sola? Pensaba que no te interesaba mucho nuestra causa ―bromeó, tratando de ocultar cierto recelo a confiar en ella a ese grado.
―No tengo idea a que hueco de mala muerte planees ir, pero estoy aquí, así que te puedo ayudar con los registros ―aclaró mirándolo. No le gustaba lo que Erik quería formar, pero al menos podía apoyarlo en conseguir información sobre si sus nuevos compañeros realmente actuarían como aliados o no.
Erik se tomó unos momentos para meditarlo en silencio, observándola intensamente, como si tratara de encontrar alguna señal que le advirtiera que lo estaba engañando, pero no hubo nada, Abby era sincera. Se sintió extraño, de una manera agradable, era un cambio muy grande en su forma de vida ya que por años no tuvo a nadie a su lado y su primer acercamiento con otra persona, Charles, terminó en desastre. Ella seguía ahí con él, algo debía de significar.
Encendió el automóvil para dirigirse al edificio gubernamental y comenzó a darle algunos consejos de cómo agilizar la búsqueda que haría. Ella lo miró un poco disgustada, al parecer estaba confundiendo sus intensiones con mera condescendencia, pero Erik no lo aclaró, verla así tenía cierto encanto. Abby era bastante sensible al tema de ser mujer con una profesión en ciencias y cualquier cosa que se relacionara a sus capacidades académicas, por lo que las recomendaciones de búsqueda fueron mal recibidas.
Cuando llegaron a su destino ella se bajó del vehículo mientras él le daba las últimas indicaciones, en registros públicos no podía ser muy explícita con lo que buscaba, iba a tener que ingeniárselas para que la información del club de Shaw saliera mezclada con otra. La historia que le preparó fue que era una estudiante tratando de conseguir datos para un proyecto sobre el desarrollo de los clubs en la ciudad.
―Te recojo en un par de horas en la biblioteca ―informó y ella sólo movió una mano para confirmar que escuchó.
Erik sonrió mientras le veía alejarse, se notaba que estaba molesta por la forma en la que se movía. Luego la compensaría de alguna manera, al final ella no quería estar ahí y aún así seguía acompañándolo, pero eso sería luego. Arrancó el automóvil y se dirigió a un banco para retirar dinero de una de sus cuentas, hasta un punto era mejor que Abby no estuviera presente, no quería tener que inventarle una historia del origen de su fortuna.
Recordando un poco las calles por las que ya había manejado se puso en rumbo a los lugares de los que conseguiría los implementos necesarios. La gente con la que entablaría conversación no iba a estar en un restaurante familiar, iba a tener que alistarse y preparar a Abby también.
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Abby torció la boca, llevaba casi media hora esperando a Erik. Normalmente no se molestaría mucho, no quedaron en cuanto tiempo se verían exactamente, pero con la pequeña torre de papeles que tenía no se sentía con humor para esperar. Algunas personas la observaban con curiosidad y ella les dedicaba una mirada no muy amistosa como respuesta. Si alguien no se creyó inicialmente la historia de la estudiante buscando información para un proyecto, sus dudas debían de haberse disipado, sólo los estudiantes se quedaban abandonados fuera de la biblioteca con su material de investigación.
Cuando vio el automóvil azul sonrió, al fin iba a poder dejar de prestarle atención a todos esos papeles, tenía pánico que una ráfaga de viento se los llevara y acabaran a los pies de algún agente de la CIA. Se puso de pie y cargó con todo, no esperó algún gesto caballeroso por parte de Erik, sólo quería terminar.
―¿Mucho trabajo? ―preguntó él sonriéndole al bajar del vehículo para adelantar su asiento y que pudiera poner todo en la parte posterior―. Son bastantes papeles ―observó con curiosidad al notar que el de más arriba parecía tener un número escrito a mano a pesar de ser la copia de una noticia.
―Agradécele a la ciudad de Las Vegas, me sorprendió lo barato de las copias ―respondió con alivio al librarse del peso, pero sin poder evitar que sus ojos se dirigieran a una maleta de color marrón que se estaba segura no estaba ahí cuando ella dejó a Erik―. ¿Y eso?
―El material ―respondió colocando el asiento de vuelta en su posición original.
―¿Qué hay ahí? ―se atrevió a preguntar, su mente era incapaz de imaginarlo.
―Ropa ―respondió Erik sin poder evitar reír al ver la expresión de ella―. ¿Qué pensabas que iba a comprar? ¿Armas? ¿Herramientas de tortura?
Ella abrió la boca, pero no salió ninguna palabra.
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Cuando regresaron a la habitación Abby acomodó los papeles en la mesa y luego se dejó caer en la cama, estaba cansada mentalmente, investigar sobre un tema del cual casi no conocía nada cobró su factura. Erik dejó la maleta a un costado y se dirigió hacia la ruma de información, quería ver qué había conseguido ella y si necesitaría hacer una visita en persona para completar con algunos documentos.
―Lo de registros está dentro del sobre ―habló Abby al notarlo rebuscar un poco―. Y las noticias del club están con el número uno.
―¿Y el dos que significa? ―preguntó comenzando a separar los documentos.
―¿Querías encontrar otros mutantes no? ―dio como respuesta y él dirigió la mirada hacia la cama―. Mientras buscaba en las noticias noté un par de sucesos extraños, puede que sean sólo eso, pero nunca se sabe.
―Eres muy útil cuando estás dispuesta a colaborar ―soltó y ella resopló como respuesta―. ¿Has leído todo esto?
―No a fondo. Como sugeriste, a pesar de que ya lo sabía ―habló levantándose de la cama y caminando hasta la silla disponible―, me concentré en palabras específicas. Lo único que realmente he leído con atención fue lo de registros, para saber en qué nombres concentrarme.
―¿Y los incidentes? ―indagó al verla sentarse frente a él.
―Suelen estar relacionados a lugares de construcción, lo que no dice mucho porque parece que todos los hoteles y casinos están construyendo algo.
―Vamos a tener mucho trabajo ―recalcó, luego de revisar rápidamente se dio por satisfecho, parecía que tenía suficiente material con el cual trabajar.
―Mientras no te vayas de compras de nuevo y me dejes con todo esto ―susurró ella un poco fastidiada.
―¿Te gusta comprar? ―preguntó con curiosidad, la verdad era que él disfrutaba de las comodidades que el dinero le traía luego de años en la miseria durante su infancia.
―No es que me encante, pero sí; de vez en cuando me gusta ver tiendas.
―Supongo que la próxima vez te llevaré ―ofreció y notó como ella lo observaba con mucha curiosidad, seguramente pensando en el tema del origen del dinero―. Voy a pedir que nos traigan el almuerzo, no quiero dejar todo esto aquí sin haberlo revisado antes. ¿Quieres algo en especial? ―Él tenía sus gustos, pero la verdad era que podía comer cualquier cosa.
―Nada picante ―pidió y él asintió, pero cuando estaba a punto de marcar el teléfono ella habló de nuevo―. Túnel de fudge como postre ―añadió sin mirarlo, un tanto avergonzada por el pedido.
Almorzaron juntos mientras revisaban los papeles, por momentos tenían algunos problemas respecto a cómo organizar la información. Eventualmente Erik consiguió convencerla de usar su método, lo había perfeccionado por años y daba buenos resultados, seguir Nazis no era una tarea sencilla y aunque el objetivo fueran los socios de Shaw no pensaba que fuera tan diferente.
Las horas pasaron y sus conversaciones comenzaron a reducirse notablemente hasta el punto en que se quedaron en silencio resaltando nombres y locaciones en los papeles antes de pasar al siguiente. Cuando la falta de luz natural se hizo demasiado grande, Abby se pudo de pie para prender las luces, pero al voltearse con la intensión de retomar su labor, vio a Erik guardando todo.
―¿Qué haces?
―Se está haciendo tarde y hay un lugar al que debemos ir ―respondió de manera natural―. Este es un hotel con renombre, la gente que va al restaurante y el casino puede sernos de interés ―añadió y se giró para verla―. Date un baño, yo me encargo de guardar todo esto.
Ella pareció dudar de sus intensiones un momento, pero terminó asintiendo, de cualquier manera le vendría bien un baño relajante.
Erik guardó todo rápidamente y luego se dirigió a la maleta. La abrió y se detuvo un momento observando los múltiples paquetes con ropa que tenía, dudó por unos momentos hasta que se decidió por uno. Con cuidado colocó sobre la cama un vestido blanco con estampado de encaje de flores negras, la forma no era especialmente elegante, pero el diseño y colores le daban el toque que buscaba. Estaba seguro que le quedaría bien, su única duda eran los zapatos, esperaba haber atinado a la talla correcta.
Cuando Abby salió de bañarse envuelta en una bata, notó la nueva maleta junto a la puerta del baño y extendido sobre la cama un bonito vestido de color blanco y negro con unos zapatos que hacían juego. Dirigió la mirada hacia Erik y negó con la cabeza, sabía perfectamente qué es lo que le iba a decirle.
―Dame gusto ―pidió él, pero la verdad es que no le estaba dando muchas opciones.
Abby frunció el ceño. La idea de que le estuviera comprando cosas no le gustaba mucho, pero lo que realmente le decía que no debía de siquiera considerarlo era el que desconocía la fuente del dinero de Erik. Aún así tomó los zapatos y el vestido, no estaban ahí para vacacionar y era cierto que con su ropa usual iba a llamar mucho la atención en el restaurante, tenía alguna falda y un vestido, pero nada adecuado para el lugar.
―No pienso llevarme nada de esto cuando nos vayamos ―recalcó con determinación, ya era bastante seguirle el juego.
―Nos lo llevamos y luego lo botamos ―asintió él, una maleta llena de ropa abandonada en el hotel sería muy sospechoso―. Igual pienso hacer que Shaw pague por todos los inconvenientes ―agregó antes de meterse en el baño y dejarla sola en la habitación.
Abby soltó un suspiro pesado y comenzó a arreglarse. La ropa no era un problema, sólo debía ponérsela, pero arreglar su cabello como la mayoría de mujeres lo usaban era una incomodidad. La moda del momento era el cabello corto, o al menos que no sobrepasara mucho de los hombros, algo bastante diferente al largo que ella tenía. Ya había enfrentado el problema meses antes en la boda de su hermana menor, pero pensó que iba a pasar mucho tiempo en el que podría dejar su cabello suelto o en una cola simple.
Se sentó frente al espejo y comenzó el proceso de separar su cabello en dos para luego trenzar la parte inferior muy cerca a su nuca y poder trabajar con la capa superior. Tomándose su tiempo armó un Bob falso que imitaba muy bien alguno de los peinados que se veían en las revistas, ya que se negaba a usar un estilo colmena o un bouffant, no entendía el atractivo en que la cabeza se viera tan grande. Enrollar hacia adentro la masa marrón oscura que llegaba por debajo de los omóplatos no era una labor sencilla, mucho menos si quería que se viera bien. La cantidad de horquillas para el cabello que estaba usando era inmensa, de alguna manera tenía que sostenerlo todo en su lugar, pero la parte exterior no dejaba entreverlo, su cabello se veía perfecto y de aspecto muy natural. Al menos estaba segura que había hecho un buen trabajo, creció con dos hermanas en casa así que peinarse había sido parte de sus actividades desde pequeña.
Acabó casi al momento en que Erik salió del baño y al verlo con sólo una toalla sujetada en su cintura perdió la cuenta de las horquillas. Estaba segura que lo hacía a propósito, que encontraba algún tipo de placer enfermizo en ponerla nerviosa. Se acababa de afeitar, lo notó de inmediato a pesar que siempre mantenía su rostro sin barba, la casi imperceptible sombra que se había estaba formando ese día ya no estaba.
―¿Te cortaste el cabello? ―preguntó él rápidamente, dejando ver cierto grado sorpresa. No se le había pasado por la mente que ella tomaría una medida tan drástica para parecerse más al resto de mujeres.
―Claro que no, está sujeto nada más ―respondió, girándose nuevamente hacía el espejo para acomodar algunos detalles más.
Ella continuó preparándose, normalmente sólo se preocupaba en estar limpia y presentable, pero eso no significaba que no le gustara arreglarse de vez en cuando y aunque sabía que había intensiones debajo de esa invitación a cenar, quería verse bien para salir con Erik. Tomó el pequeño estuche de maquillaje que llevaba con ella y comenzó a delinearse los ojos resaltando el azul intenso de sus iris.
Erik abrió nuevamente la maleta y retiró del fondo una bolsa que contenía un terno. Ser hombre era mucho más sencillo en temas de moda, cambiaban los colores y un poco el diseño, pero al final un terno no resaltaba de la manera que lo hacía un vestido. Se vistió rápidamente, notando el intento de miradas discretas de Abby, nunca iba a poder pedirle que vigilara a alguien. Cuando terminó se acercó hacia el mismo espejo donde estaba ella para revisar que todo estuviera perfecto.
Abby se puso de pie de inmediato para dejarle el espacio, pero él extendió su mano hacia el cabello de ella, con curiosidad al ver cómo la mayor parte estaba recogido de forma que no dejaba pistas del largo real. Notó como se sonrojó un poco con su tacto y se dijo a sí mismo que quizás debían de hablar sobre el estado de su relación, él no le veía mucho caso, las acciones valían más que las palabras, pero podía ser que ella lo necesitara.
―¿Te quedaron los zapatos? ―preguntó, mirándola de frente, había tenido la precaución de no comprar tacos demasiado altos para esa ocasión.
―Sí y el vestido también.
Con cuidado la tomó por los hombros y la giró para que ambos pudieran verse en el espejo. Aun con los centímetros que ganaba por los pequeños tacos ella no lograba pasar de la altura de sus ojos, la diferencia de tamaño podía apreciarse y eso le gustaba. La imagen reflejada era incluso mejor de lo que había previsto, el vestido acentuaba perfectamente su pequeña cintura y se balanceaba con la falda en corte A que llegaba hasta sus rodillas. Si tuvo dudas se habían disipado, ahora estaba más que seguro de que podría mezclarse con el resto de huéspedes sin inconvenientes o levantar sospechas.
―¿Vamos? ―preguntó ella, mirándolo a través del reflejo del espejo.
―Sólo un detalle más ―respondió él, sacando una pequeña caja de la maleta nueva―. Son casi un uniforme entre las mujeres americanas ―agregó entregándoselo.
Abby levantó una ceja y abrió la caja con cautela. Le dirigió la mirada a Erik con evidente rechazo, pero él negó con la cabeza tomando el collar de perlas que había comprado para colocárselo.
―Si te hace sentir mejor este sí lo podría devolver a la tienda cuando terminemos ―aseguró, ella ya había dejado claro que no pensaba conservar nada de lo que había comprado y él por su lado no se opuso a la idea. Siempre trabajó así, compraba la ropa necesaria para moverse en los círculos que deseaba y luego la desechaba.
Sin más detalles por los que preocuparse, Erik se dirigió a la puerta y la abrió, ahora sólo debían de pasar un par de horas en el restaurante.
Notas de autora: Inicialmente pensaba poner más contenido, pero ya hay varias cosas aquí y quiero evitar hacer capítulos gigantes, así de paso desarrollo más lo que viene. Erik y Abby han discutido un poco más, lamentablemente no será el final estos dos no opinan igual así que será una constante en su relación. Sin embargo el que está ganando es Erik ya que al final Abby sigue ahí xD
El próximo capítulo no será la semana que viene, sino hasta el 24 de Julio y es posible que tenga que mantener las publicaciones cada dos semanas hasta mediados de Agosto. Me estoy mudando de país y aunque casi todo ya está coordinado no me encuentro en el mejor momento para escribir con comodidad y betear adecuadamente xD Dicho esto el próximo capítulo tal vez me obligue a subir el rating, va a depender de cómo me quede mejor la escena cuando termine de acomodarla, ¿ustedes tienen alguna preferencia? Lo de los ratings es un poco abierto con el contenido adulto, no es que haya una línea sumamente clara que te diga que está en cada categoría, pero uno puede hacerse una idea. Al final va a quedar como sienta que es mejor, pero siempre es bueno saber qué opinan los lectores. También me gustaría preguntarles si tienen algún pedido, de repente algo clásico de la época que les gustaría ver, por ejemplo aquí mencioné la película original de Ocean's 11, el Falcon Ford y el túnel de Fudge que son de ese momento.
Subí un un oneshot de Erik y Charles para un reto en el foro Groovy Mutations, si pueden pasen a verlo :D
Por si les interesa, el vestido lo pueden en mi perfil o sino me lo piden y ya veo como les mando el link.
