Peace could be an option

Capítulo 12


Llegaron a las puertas del Painted Desert Room, el restaurante del hotel. Rápidamente fueron recibidos por una anfitriona que los llevó hacia una mesa para dos personas casi al centro del establecimiento, invitándolos a quedarse luego de su cena para disfrutar del espectáculo de la noche que comenzaría a las 8:30pm. Les entregó la carta y avisó que en breve un mozo se acercaría a tomar el pedido.

Abby sonrió ligeramente al ver la decoración del concurrido local. Los colores usados eran cálidos y con inspiración en minerales reflejando muy bien el desierto que los rodeaba, un escenario elevado sobresalía en el extremo opuesto a la entrada enmarcado por grandes cortinas, lo único que traicionaba el ambiente elegante era la peculiar portada de la carta con fotos un tanto amateur de plantas del desierto.

―¿Vamos a quedarnos para el show? ―preguntó ella, leyendo en la contra portada que esa noche se presentarían las Trillizas Kane y aunque últimamente no había tenido oportunidad de escuchar mucha música, el grupo le gustaba.

―Sí ―asintió Erik, observando con detenimiento en dirección a la puerta; luego de que ingresara un grupo de parejas hizo su aparición un hombre de mediana edad que reconocía de sus años siguiendo pistas de Shaw. Su nombre era Jeremy Anderson y se dedicaba a blanquear dinero según sus fuentes, nunca hizo contacto directo con él, pero acababa de encontrar la primera persona que pensaba investigar.

―¿Qué quieres pedir?

Las voz de Abby capturó su atención, ella parecía estar bastante indecisa por como sus ojos se movían de la parte superior de la hoja a la inferior continuamente. Erik comenzó a leer, no le interesaba comer, pero tampoco podían quedarse ahí sin hacerlo, al menos no sin atraer atención en una forma que no deseaba.

―El coctel de camarones debe ser bueno ―comentó ella manteniendo una expresión pensativa, no se decidía por el plato principal aún―. O quizás la crema Vichy… ―añadió, cortándose a la mitad al notar una sonrisa condescendiente dibujarse en el rostro de Erik cuando sintió que no podía pronunciar el nombre correctamente.

Vichyssoise ―pronunció él sin complicación.

―¿También hablas francés? ―cuestionó Abby con una mezcla de molestia y curiosidad.

―Es bastante común que un europeo hable más de un idioma ―respondió con tranquilidad, aunque disfrutando la expresión de ella, era poco usual que los americanos hablaran algo más fuera del inglés―. ¿Sabes que la crema Vichyssoise es fría, no?

―Sí ―asintió ella. No estaba pensando pedir algo que no conocía, a pesar de no poder pronunciar adecuadamente el nombre sabía que era una crema de puerro, papa y leche―. ¿No te gustan las cremas frías?

―No, prefiero que mi comida esté caliente de ser posible ―explicó sin ahondar en más detalles―. ¿Y como plato de fondo?

―No lo sé… ―Devolvió la mirada a la carta tratando de decidirse.

Erik la observó en silencio, no había prisa. Se alegró al notar que Abby parecía relajada, por unos momentos temió que terminara ordenando un vaso de agua o alguna cosa similar a modo de protesta por arrastrarla ahí vestida con ropa comprada con dinero de dudosa procedencia.

Nuevamente su atención se dirigió a la entrada al notar a un hombre joven ingresar en compañía de unas mujeres muy ruidosas y sonrientes, pero lo que lo marcó como posible objetivo fue el guardaespaldas de apariencia peligrosa que se quedó de pie como una estatua a un costado de la puerta.

―Un solomillo Wellington ―se decidió Abby finalmente.

Erik le sonrió un momento y luego giró ligeramente la cabeza para localizar al mozo que debía de estar en las inmediaciones. No pasaron más de unos segundos y un joven se encontraba a su lado listo para tomar la orden.

―Un coctel de camarones y una copa deVermouth ―pidió Erik como aperitivos y sin dejar que el mozo levantara la vista de su libreta de notas continuó―. Una crema Vichyssoise y una de hongos. ¿El chef flambea el filete Diane?

―Sí ―respondió el muchacho tratando de dirigirle la mirada a su cliente a la vez que terminaba de escribir.

―Entonces un filete Diane y un solomillo Wellington ―ordenó―. ¿Qué vinos tienen? ―preguntó ante la ausencia de la carta de vinos, pero antes de que el joven anotara los platos principales y levantara la mirada para hablarle reformuló la pregunta―. ¿Tienen un Haut-Brion o un Pinot Noir?

Abby le lanzó una mirada de desaprobación a Erik. No le gustaba el tono inflexible con el que estaba tratando al mozo, era bastante obvia la falta de empatía hacia el muchacho que trataba de seguirle el paso a su exigente cliente.

Erik comenzó a averiguar por los vinos, luego de años persiguiendo Nazis e incluso por su periodo con Shaw había aprendido algo del tema. Cuando la Segunda Guerra terminó, los seguidores de Hitler que escaparon y ostentaron un rango importante no se mantuvieron mucho tiempo ocultos, a algunos de ellos los localizó dándose una buena vida en restaurantes de lujo a los que pudo acceder cuando aprendió a mezclarse entre la gente con poder.

Por fin se decidió por un Beaujolais St. Louis de 1940 y el mozo asintió con alivio que con algo de nerviosismo repitió la orden completa y en cuanto Erik confirmó el pedido se retiró rápidamente.

―Eso fue un poco cruel ―intervino Abby dejando escapar una sonrisa pequeña cuando él la miró aparentando inocencia.

―Asumí que tenías hambre y querías tu coctel rápido ―explicó con humor.

―¿Y sólo vamos a comer? ―preguntó curiosa.

―Sí. Quiero que nos noten nada más ―explicó, sólo necesitaba proyectar la imagen correcta esa noche.

―¿Y por qué asumes que van a notarnos?

Erik no respondió, sólo la observó con una expresión de seguridad que bordeaba la arrogancia. Él sabía muy bien que atraía miradas femeninas, había aprovechado el recurso en muchas ocasiones, pero parecía que Abby no era consciente que generaba un efecto similar entre los hombres. A pesar de haberse arreglado y de alguna manera mezclado entre las mujeres presentes, destacaba lo natural que se veía y actuaba. Sus gestos no eran pensados, realmente parecía que estaba ahí para comer y no para lucirse como era la intención de muchos de los comensales. Era atractiva y el aire de inocencia que emanaba servía como un imán para el tipo de hombres con los que quería contactar.

―Mandaste a Ángel y Riptide a Montana ―intervino Abby al percatarse que su pregunta anterior no iba a recibir respuesta―. ¿Qué crees que pasó ahí?

―Seguramente deben de haber enviado a otro grupo a averiguar qué ocurrió ―respondió y se quedó en silencio unos momentos para permitir que el mozo sirviera los aperitivos―. No te preocupes, dudo mucho que puedan relacionarte.

―¿Qué ocurrió? ―se atrevió a preguntar mirándolo fijamente. Si enviaron otro grupo quería decir que los hombres que estaban en el vehículo no pudieron contar nada.

Erik la observó y sonrió de lado, acababa de revelar indirectamente el destino de los tripulantes del automóvil, aunque no pasaría de eso, no tenía que enterarse que hubo dos vehículos más.

―¿Realmente quieres saber? ―Probó su Vermouth y esperó hasta que ella rompió el contacto visual negando con la cabeza―. ¿Por qué te quedaste tanto tiempo ahí luego de que cancelaran el proyecto? Estoy seguro que hubieras podido conseguir otro empleo.

―Pensé que cambiarían de opinión ―explicó y él la miró un tanto escéptico―. ¿Qué?

―¿Mintiéndote a ti misma para evitar pasar un mal rato buscando trabajo? ―asumió él y ella resopló como respuesta―. ¿No es malo que estés mucho tiempo fuera de tu área de trabajo y estudios? ―preguntó, no conocía cómo era la competencia en su campo, pero sabía que la gente que trabajaba en diferentes ramas de las ciencias necesitaba mantenerse al día de los avances y en contacto con sus colegas.

―Aún no es mucho tiempo y no hay tantos geólogos, pero sí, se puede volver incluso más complicado de lo que ya era para mí ―aceptó ella ligeramente preocupada ante la idea―. Pero dudo que se olviden de quien soy aunque no me conozcan en persona.

―Debe de haber otras mujeres geólogas.

―Sí, pero no suficientes como para que no puedan adivinar quién eres si nos ponen a todas en la misma habitación y nos dejan hablar un rato ―explicó encogiéndose de hombros.

Erik se quedó en silencio, no había pensado a fondo lo que significaba para Abby estar con él. Por el momento no tenía definido dónde irían ni exactamente cómo actuarían, pero estaba convencido que no se instalarían en un solo lugar por mucho tiempo o incluso en medio de ciudades muy pobladas. Eso de alguna forma significaría que ella tendría que renunciar a la profesión por la que luchó tanto para completar.

―No te preocupes ―intervino ella sonriéndole, comprendiendo qué debía estar pensando―. No planeaba buscar nada pronto, prefiero tener que retomar algún estudio para actualizar mis conocimientos luego y descansar de todos esos problemas. Y no todos eran unos patanes, conocí a un par de personas con las que podría contactar más adelante.

La cena continuó y los temas de conversación se volvieron más intrascendentes y relajados. Erik no era muy conocedor de las celebridades de momento y aunque Abby tampoco era experta se dedicó a contarle un poco cuando se lo pidió. El plan a seguir incluía una visita en la mañana al campo de golf y cabía la posibilidad de que saliera algún comentario sobre una estrella del momento de la cual él no conocía nada.

―¿Te gustó? ―preguntó él cuando estaban esperando el postre que acababa de ordenar luego de una velada agradable y tranquila.

―¿La comida?

―Todo ―contestó mirándola fijamente.

―Sí, pero siento que no me gustaría si supiera la procedencia del dinero ―respondió con honestidad. El hotel era agradable, la comida deliciosa, la ropa hermosa y también le gustaba la compañía que tenía―. Aunque pese a todo me sigue gustando más el campo abierto.

―¿Un picnic? ―indagó con curiosidad.

―Campamento ―corrigió sonriendo―. El picnic es bonito, pero es casi sacar tu almuerzo al jardín y comerlo sobre un mantel.

―¿Me estás diciendo que prefieres comer encima de una roca algo preparado en una fogata improvisada en la mitad de la nada a estar aquí? ―cuestionó un tanto intrigado.

―Quizás ―aceptó ella riendo un poco―. Además, sólo estás cerca de la gente con la que quieres estar y nada le gana a un bonito paisaje natural.

―Parece que eres de bajo costo ―bromeó y ella de inmediato le lanzó una mirada asesina―. Apariencias. No vas a pasar por una adorable esposa si me miras así ―agregó sin realmente preocuparse mucho mientras veía como Abby peleaba por relajar su rostro y no gritarle―. Mira, creo que es el postre ―comentó al ver a un mozo acercarse.

La noche continuó y el local terminó de llenarse justo a tiempo para el espectáculo. Unas trillizas rubias tomaron el escenario para cantar y Erik notó como su acompañante se alegró bastante. Sus voces eran agradables, pero esperaba algo un poco más único al ver la cantidad de atención que tenían sobre ellas, nunca terminaría de agradarle cómo funcionaba el negocio del espectáculo y mercadeo. Entre el público un hombre mayor en una mesa cercana captó su atención y cuando cruzaron miradas este de inmediato redirigió la vista al escenario; había estado mirando a Abby, estaba casi seguro.

Pese a las luces bajas por el show fue capaz de percatarse de un grupo de tres hombres que desentonaban con el resto de personas ya que por su físico parecían más ser guardaespaldas como el que vio al inicio de la cena que simples espectadores. Tenían la atención sobre el escenario, pero la forma en que miraban a las trillizas casi podía identificarse como repulsión. Trató de identificar alguna marca llamativa en cada uno de ellos para poder recordarlos si los veía en los días siguientes, algo le decía que traerían problemas.

. .

Abby disfrutó bastante escuchar a las Trillizas Kane, pero además de ellas también se presentaron las llamativas bailarinas del grupo dirigido por Donn Arden así como Phil Harris que era fácilmente reconocible por los programas de televisión a los que era invitado continuamente. Cuando los espectáculos terminaron alrededor de las 11:00 pm. una banda tomó posesión del escenario en espera de que los presentes acabaran de retirarse y como se trataba del restaurante del hotel nadie podía siquiera mandarles una indirecta para que se marcharan.

Regresaron a la habitación bastante tarde y Abby se quitó los zapatos en cuanto la puerta se abrió sin siquiera esperar a que Erik entrara, sólo quería liberar sus pies. Él por su parte se acercó al ropero y colgó el saco de su terno, seguido por la corbata.

Pasaron algunos segundos en los que Abby luchó en vano contra el cierre de la espalda de su vestido. La prenda le quedaba tan bien que no había mucho espacio para maniobrar y jalar hacia un lado el pequeño objeto metálico.

―¿Necesitas ayuda? ―preguntó Erik, acercándose y sin realmente esperar una respuesta.

Deslizó el vestido suavemente, disfrutando la cálida sensación en sus manos al recorrer los hombros de ella. Cuando la prenda se encontraba reposando sobre el suelo acercó su rostro al cuello de Abby respirando lentamente, rozando con sus labios la piel expuesta. Pudo sentir un intento por girarse de parte de ella, pero la contuvo, no había necesidad de apresurar el momento, tenían toda la noche.

Besó el espacio donde el cuello se une con el hombro y Abby inclinó la cabeza hacia el lado opuesto como un reflejo automático. Podía sentir como las manos de ella lo buscaban, pero estando detrás sólo le permitió que alcanzara sus piernas. Continuó besando la zona lentamente, disfrutando el suave olor a perfume sobre la piel y tratando de mantener el ritmo lento a pesar de que podía sentir el cuerpo de la receptora de sus atenciones listo para girar en cuanto tuviera una oportunidad. Sonrió de lado cuando escuchó un ligero quejido, disfrutaba la sensación de deseo que sentía emanar de ella, no pensaba que fuera tan impaciente.

Cuando por fin le permitió voltear, ella no desaprovechó la oportunidad. Sin embargo se contuvo unos instantes para mirarlo cara a cara, buscando una confirmación de que no estaba entendiendo mal la situación. Los ojos de Erik se desviaron a los labios de ella y eso bastó para que se empinara un poco y alcanzara la boca de él dejando fluir una exquisita sensación de placer.

Abby dirigió sus manos hacia el pecho de Erik aún envuelta en un profundo beso, una mirada de él era suficiente para hacer que perdiera cualquier duda que pudo estar navegando su mente. Comenzó a desabotonar la camisa torpemente, sus cuerpos estaban tan juntos que le costaba maniobrar y la anticipación por el momento sólo aumentaba la dificultad.

―No estarás borracha, ¿no? ―preguntó él con una sonrisa sutil en el rostro cuando se separó por un instante del beso para verla bien.

―¿Te parezco borracha? ―replicó sonriendo, reposando la frente sobre la de él ahora que tenía la cabeza inclinada hacia adelante, aprovechando el instante de calma para terminar de desabotonarle la camisa.

―Tus mejillas están rojas ―susurró, despojándose de la prenda.

Avanzó de forma brusca contra Abby, como si estuviera capturando una presa y la aprisionó entre su cuerpo y la pared.

―El vino ―atinó a responder antes de volver a buscar otro beso.

La correa siguió a la camisa, seguida por el pantalón, y el resto de sus ropas hasta que quedaron completamente desnudos. Ella se impulsó con intención de dirigirse hacia la cama, pero luego de un único paso, Erik presionó nuevamente, regresándola contra la fría pared.

Había algo más que necesitaba quitar para estar plenamente cómodo, el cabello de Abby aún se mantenía sujeto a pesar de haberse desordenado. Aunque para la cena fue apropiado y le gustó como se le veía, sentía que verla con el cabello amarrado era casi como si aún conservara una prenda de vestir. Trató de retirar las horquillas de un tirón en vano y ahogó el quejido de Abby con un beso. Maldijo un poco internamente por el fracaso, aunque se relajó cuando notó como ella comenzó a ayudarlo tomando rápido y sin mucho cuidado uno a uno los pequeños objetos que aprisionaban su cabello y desarmando la trenza que estaba oculta debajo.

Libre del peinado, Abby nuevamente trató de conducirlo hacia la cama y Erik no se resistió. Entre besos y caricias llegaron al borde del lecho, él se dejó tumbar contra el colchón y ella lo siguió. En ese momento sonrió, no tenía dudas de lo que quería, nada fuera de esa habitación le importaba, lo único que podía pensar era en Erik.

Ella se acomodó sobre él, lista para proseguir, pero en ese momento notó un destello en los ojos de Erik seguido por un rápido movimiento de cuerpos que la obligó a girar y quedar con la espalda sobre el colchón. El cambio la tomó por sorpresa, pero no le importó, no estaba apoyando su peso sobre ella y la posición era agradable.

Erik sonrió observando cuidadosamente la expresión de ella. Le gustaba estar encima, ahí donde podía gozar por completo al controlarlo todo e impedir que Abby y su impaciencia acortaran el tiempo de placer.

Ella lo rodeó con las piernas en un intento por atraerlo más, por tenerlo aún más cerca.

Pero Erik no se permitió ceder ante la invitación, ella aún no estaba lista y quería que disfrutara el momento tanto como él. Aún sabiendo que se enojaría la tomó por las muñecas y forzó sus brazos sobre su cabeza, besándola casi con urgencia. La cabecera metálica de la cama cambió de forma y sujetó a la mujer sorprendiéndola.

―¡Erik! ―se quejó y clavó los ojos en el hombre que acababa de aprisionarla mientras trataba de recuperar el aliento.

―Relájate ―pidió descendiendo por su cuerpo con las manos, atento a su mirada.

Ella se removió unos momentos, inconforme, pero cuando sintió la lengua de él recorriendo su cuerpo soltó un gemido. Su posición era extrañamente placentera a pesar de que se encontraba a merced de Erik, pero confiaba en él, no se sentía en peligro.

Al sentirla relajarse como pidió, Erik tomó más confianza y su lengua comenzó a navegar sobre la piel, buscando esos puntos que sabía ella disfrutaría. Comenzó a subir nuevamente, dando especial atención al busto y a un espacio cerca a la clavícula que en cuanto tocó la obligó a arquearse de placer.

Cuando regresó para depositar un beso en la boca de ella fue recibido por una respiración un tanto entrecortada y un susurro que no llegó a entender, pero que comprendió que debía ser algún reclamo por la posición en la que la tenía. Decidió liberarla durante el beso y ella lo rodeó con los brazos fuertemente.

Erik deslizó su mano derecha con suavidad por las curvas del cuerpo de Abby hasta llegar al espacio entre sus piernas y avanzar hacia el interior. Ella le mordió ligeramente el labio inferior casi como si se tratara de una advertencia, ya había aguantado bastante y no estaba dispuesta a seguir esperando. Acomodó su peso sobre los brazos y al momento en que la rozó sintió las piernas de ella atrayéndolo más cerca hasta hundirse en su interior.

Un movimiento rítmico y suave marcó el inicio, pero con cada segundo comenzó a tomar más fuerza y energía hasta que se detuvo con la ola de placer.

Se permitió un momento de vulnerabilidad, sus sentidos estaban perdidos en las sensaciones y no quería obligarse a regresar tan de prisa. Mantuvo los ojos cerrados y la cabeza apoyada contra la de Abby por varios minutos hasta que el cansancio del cuerpo lo venció y se acomodó a un costado.

Casi de inmediato ella entrelazó las piernas con las de él y se acomodó contra su pecho. Él la rodeó con su brazo y cerró nuevamente los ojos.


Notas de autora: Salió más extenso de lo que esperaba para sólo dos escenas, pero espero que les haya gustado. La cena fue para introducir ligeramente a las personas que Erik seguirá y además para trabajar un poco más su relación con Abby agregando pequeños detalles. Tampoco se preocupen, no van a estar en Las Vegas por muchos capítulos, no me siento en la capacidad de escribir a fondo una investigación.

No saben cómo me he peleado para escribir la segunda escena, en mi mente todo va bien, pero escoger las palabras fue todo un problema y tampoco quería que saliera estilo película de Hollywood donde todo es mágico y perfecto. No estoy súper contenta con como quedó este lime, pero nunca me he considerado muy buena para estas cosas, yo peco siempre de ser muy descriptiva. Erik y Abby hablarán, pero no esperen nada tan acaramelado, quiero mantener la esencia de Erik y aunque creo que es un hombre que puede sentir mucho afecto no lo veo como la persona más expresiva del mundo.

¿Vieron el trailer de Apocalipsis? Yo creo que Erik va a ser Guerra si es que llegan a explicar quién es cada jinete. Como siempre los comentarios son bien recibidos, si no quedó tan desastroso mi lime podría agregar algo pequeño al inicio del capítulo que viene, pero a ver qué les pareció. El siguiente capítulo debería ser para el 7 de Agosto si es que tengo internet en mi nueva casa para ese momento, sino trataré de publicar desde otro lugar y si realmente no consigo internet en ningún lado para esa fecha pues en el primer momento que pueda conectarme lo subo, sin importar el día.