Peace could be an option

Capítulo 16


Si el almacén en el muelle había sido desagradable, la casa en la que se encontraban lo hacía ver como un hotel de lujo. Con la luz que se colaba a través de las ventanas tapiadas se podía ver las partículas de polvo flotar en el ambiente, las telarañas se habían adueñado de cada esquina de la habitación en la que se encontraban e incluso extendían su dominio desde las paredes hasta el mobiliario cubierto por viejas y desgastadas sábanas. El aire frío se sentía cargado con un intenso olor a humedad y putrefacción, como si hubiera algo muerto a unos cuantos pasos. Cada pequeño movimiento provocaba que la madera del piso crujiera e incluso daba la sensación de que en cualquier momento se partiría abriendo camino a un oscuro sótano que debía estar seguramente en peor condición que el resto de la vivienda. Además el viento que circulaba con total libertad entre las habitaciones y las grietas de las paredes generaba sonidos parecidos a silbidos y murmullos lastimeros que erizaban la piel.

―Las habitaciones de arriba están un poco mejor ―habló Raven al percatarse que Abby había invadido el espacio personal de Erik luego de unos segundos―. Aunque lo malo es que es bastante tenebroso ―agregó, permitiéndose tomar su verdadera apariencia.

―Servirá ―intervino Erik casualmente, pese a que venía de alojarse por dos semanas en un lujoso hotel el cambio brusco no le afectaba―. Vayan a buscar a Ángel y Riptide ―indicó, esperando no tener quejas por parte de la hermana de Charles que sólo le lanzó una mirada de fastidio al tener que volver a cambiar de apariencia tan rápidamente para poder salir.

Cuando Azazel y Mystique desaparecieron en una nube roja, Erik avanzó lentamente por la habitación, retirando la tela que cubría una mesa y dejándola caer al suelo.

―¿Vamos a quedarnos aquí? ―preguntó Abby moviendo con el pie algo que tenía la forma de un sombrero sólo que con una gruesa capa de polvo y pelusa recubriéndolo.

―Puedo pedirle a Azazel que te deje en un hotel si gustas ―contestó secamente antes de colocar una de las maletas sobre la mesa y buscar los documentos que robó sobre Sebastian Shaw. Estaba tenso, no necesitaba quejas por parte de ella, ya sabía qué iba a hacer respecto a Azazel, Riptide y Ángel, pero seguía repasándolo en su mente en caso encontrara algo que hubiera ignorado.

―No, no quiero un hotel ―respondió en voz baja, recién percatándose del cambio de ánimo de Erik―, pero este lugar se está cayendo a pedazos y huele a zorrillo muerto ―aclaró ella olfateando un momento y luego tapándose la nariz con la mano.

Erik levantó la mirada ante el comentario, el olor no le molestaba especialmente, no era lo peor que había olfateado en su vida, pero debía admitir que era bastante potente. Un animal muerto era extrañamente relajante, pues considerando quién había sido usuario de la casa anteriormente no descartaba la presencia de uno o más cadáveres descomponiéndose en el sótano.

―¿Estás seguro que es buena idea reunirlos?

No, no estaba seguro, pero era lo que necesitaba hacer. Inicialmente realizó el viaje a Las Vegas para recolectar información sobre ellos y tomar una decisión al respecto tras cerciorarse que su lealtad hacía Shaw no se basara en cuestiones personales sino más bien ideológicas y prácticas. Sin embargo el viaje reveló un peligro mucho mayor que una posible traición a futuro y tomó la decisión de trabajar con ellos a pesar de no haber podido asegurarse por completo si lo seguirían tan fielmente como lo hicieron con su líder anterior.

Ángel no le preocupaba, de alguna manera era muy similar a Raven y sabía que lo peor que podía esperar de ella era que lo abandonara en un mal momento. Riptide era un misterio, no tenía idea siquiera de dónde había salido y pese a haber estado siempre en compañía de Shaw tenía un perfil muy bajo. Azazel era casi la misma historia sólo que por su apariencia física no había podido evitar llamar la atención a pesar de que trataba de no mostrarse al público. Sorprendentemente de la que sí había logrado conseguir información útil era de Frost y no lo gustaba en absoluto lo que encontró dado que consideraba que con sus habilidades era demasiado valiosa como para dejarla en manos de la CIA.

Emma había estado trabajando para Vinny Lavecchia por años, utilizando sus poderes para fortificar la presencia de su empleador dentro de Las Vegas. Si bien corrían muchos rumores sobre ella, algo que no dudaba es que su situación mejoró enormemente luego de que Vinny falleciera misteriosamente y pasara a trabajar con Shaw. La relación de ambos parecía estrecha y con un vínculo de confianza grande dado que ella se volvió la mano derecha de él a pesar de tener a otros dos mutantes que lo habían acompañado por más tiempo. Se hablaba de que eran amantes y aunque no podía imaginar a esa pareja enamorada, no dudaba que hubieran compartido una relación al menos física y eso podía ser peligroso.

No todos los telépatas eran como Charles, lo había comprobado en carne propia la primera ocasión en que cruzó caminos con Frost, pero por más que quisiera olvidarla su cerebro le insistía que era necesaria para la causa, que era un riesgo que valía la pena correr. Pero fue el objeto que conservó de Shaw lo que justamente inclinó la balanza a favor a ella y no sólo porque le sirviera de protección, sino que su misma existencia despertaba interrogantes sobre su verdadero propósito.

Al no emitir ninguna respuesta en voz alta notó como Abby se dirigió a una de las ventanas y observó con curiosidad el exterior por entre los tablones de madera. Posiblemente en los próximos días se decidiría qué iba a ocurrir entre ellos, el pequeño mundo aislado de la realidad que tuvieron por dos semanas en Las Vegas había llegado a su fin. Abby demostró ser una compañía agradable e interesante que pese a no estar de acuerdo con él lo había estado apoyando, mostrándole lo valiosa que podía ser. Pero por más que lo disfrutó no pensaba seguir ignorando los peligros que se avecinaban dándole la espalda a los suyos.

Los hombres que asesinó en Las Vegas pertenecían al mismo grupo que trató de encontrar a Abby en Montana, pero a diferencia de esa ocasión, donde se encargó con relativa rapidez de sus oponentes, pudo tomarse el tiempo necesario para interrogarlos. Si bien no consiguió nombres, logró averiguar que se trataba de una organización que ya había extendido sus tentáculos por todo el país en su búsqueda por mutantes. Eso solo no hubiese sido un peligro mayor en sí mismo, el problema era que tenían miembros infiltrados en agencias del gobierno y nadie podía asegurarle que sólo en los niveles inferiores. El acceso a armas militares ya dejaba entrever algún tipo de relación con el ejército y por la cantidad que parecían manejar dudaba que los militares no estuvieran conscientes de su procedencia.

Sin embargo consiguió muy poca información exacta, sólo nombres de algunos proyectos y rumores de la existencia de bases donde estudiarían mutantes, que no era otra cosa que una forma diplomática para decir que experimentarían con ellos. El grupo nunca había tenido una reunión a gran escala según le dijeron, se movían como células pequeñas y eran contactados cada dos o tres semanas para informar de su estado o recibir nuevas órdenes.

―Creo que no vamos a poder prender luces cuando oscurezca ―comentó Abby dejando escapar un suspiro―. Hay una familia viviendo al frente y la casa se ve en buen estado, seguro que tenemos vecinos a cada lado también.

Erik chasqueó la lengua con molestia, por el estado de la casa esperaba que se encontraran en una zona alejada o en todo caso un barrio marginal donde si veían luces asumieran que se trataba de gente de mal vivir pasando la noche en el lugar. Supuso que era lo mejor que Azazel pudo conseguir al no estar seguro de qué propiedades podían estar siendo examinadas por la CIA.

―Si regresan rápido no vamos a necesitar las luces ―respondió un poco fastidiado, sin iluminación no iba a poder trazar un plan y mostrárselos a los demás, posiblemente eso tendría que esperar al día siguiente.

Antes de que se cumpliera una hora desde su partida, Azazel regresó en compañía de los otros tres mutantes. Raven permitió que su piel azul quedara expuesta, deshaciéndose de la apariencia que usó por años cuando estuvo con Charles y que aún acostumbraba a utilizar cuando debía salir en público. Ángel por su lado se apresuró a remover el abrigo que llevaba para poder extender sus alas, dejando ver que el extremo de una de ellas había perdido el color y apariencia delicada gracias al ataque que recibió por parte de Alex en Cuba. El tejido se estaba cicatrizando, pero flexionar la delicada ala cada vez que deseaba ocultarla no agilizaba el proceso de curación. Riptide y Azazel no perdieron tiempo en nada y fueron directamente hacia Erik que se encontraba en silencio observándolos desde la mesa en la que colocó los documentos sobre Shaw.

Abby dejó su posición en la ventana y se acercó hacia Erik con algo de recelo, no se sentía cómoda en la presencia de los otros dos hombres y no era en absoluto por la apariencia de Azazel sino más bien por lo que eran capaces de hacer. Trató de disimular una sonrisa amarga, Erik no era diferente en ese aspecto y lo sabía, pero lo que le hacía que se sintiera segura era que extrañamente confiaba en él, a pesar de que era consciente de que su forma de actuar podía variar entre extremos dependiendo de con quién tratara.

―¿Algo interesante en Montana? ―preguntó Erik cuando las dos mujeres faltantes se acercaron.

―No mucho, hubo un incidente hace poco más de un mes. Unos hombres tuvieron algún tipo de accidente vehicular, pero la policía local no investigó mucho, alguna agencia gubernamental se llevó los cadáveres y los restos del accidente ―explicó Riptide observando a Erik con atención, porque aunque no lo decía su mirada dejaba ver que sabía que él debía de haber sido el causante―. Fueron tres vehículos en total, en dos locaciones diferentes y ocho víctimas sin identificar.

Erik no giró el rostro, pero su mirada se desvió unos momentos hacia su derecha donde a unos pasos se encontraba Abby. No le importaba mantenerlo en secreto, pero hubiera preferido que no se enterara ahí donde estaba seguro el resto no pasaría por alto la desaprobación silenciosa que emanaba de ella en ese momento. ¿Qué esperaba? ¿Qué los amarrara a un árbol mientras escapaban? No, ella ya lo sabía, sólo que escucharlo como noticia era lo que faltaba para darle un cierre al tema.

No se sentía cómodo tomando su posición como líder sabiendo que Abby chocaba con sus ideas y sobre todo con la forma en que las ejecutaba. Era curioso como la persona que podía hacerlo sentirse tan bien y relajado podía al mismo tiempo ser la fuente de su incomodidad. Pero no importaba, podía manejarlo y lo haría, sólo necesitaba que los días pasaran para acostumbrarse al papel que ahora debía tomar.

―¿Nadie sospechoso en el área? ―cuestionó, tratando de ahondar más, sabía que esos hombres no estaban solos.

―Nada, es un pueblo muy pequeño ―respondió Ángel adelantándose a Riptide que sólo asintió en conformidad.

No le sorprendió, aunque si le decepcionó un poco. Quería recolectar más pistas sobre esos humanos, la razón por la que estaba dispuesto a mezclarse con los antiguos seguidores de Shaw sin asegurarse de que fueran a serle leales era para poder responder más rápido contra esa amenaza.

―¿Y Frost? ―preguntó, cambiando su atención hacia Azazel y Raven.

―En la base central de la CIA, no muy lejos de aquí ―respondió el mutante soviético con tranquilidad―. Aunque quizás le interese más saber lo que encontró Mystique sobre nosotros ahí ―agregó, captando el interés de Erik.

―Tienen un registro medianamente completo sobre nosotros ―explicó ella con seriedad―. Algunos datos sobre nuestros poderes que lograron recolectar por observarnos o algún informe de Hank o Moira ―añadió con cierto pesar.

―Pero no de todos ―intervino Azazel con cierto tono divertido y posó sus ojos azules sobre Abby―. No tienen nada sobre ella.

―¿Nada? ―cuestionó Erik con mucho interés.

―Nada ―afirmó el mutante de piel roja―. Saben de un mutante que no estaba dentro de la información que tenían, pero la distancia a la que estaban en Cuba no les permitió siquiera identificar si era hombre o mujer.

―Abby no fue reclutada para la CIA, sino luego del ataque… ―trató de explicar Raven, pero el recuerdo del evento hizo que la idea quedara en el aire generando cierta incomodidad en los presentes.

―Eso puede ser útil ―comentó Riptide tratando de retomar el curso de la conversación.

―¿Debo suponer que no tocaste la información? ―preguntó Erik serio, necesitaban pasar desapercibidos por el momento.

―No ―replicó Raven casi de forma defensiva, no era tonta, sabía que si hacía eso sería mucho más difícil volver a entrar, sin contar que nada aseguraba que no hubieran copias en otro lugar.

―Entonces nuestra prioridad es rescatar a Frost ―anunció Erik luego de regalarle una sonrisa a Mystique, el que no se dejara llevar y destruyera la información sobre ellos dejaba claro que sí iba a poder tomar el papel que imaginaba para ella―. Es mejor que nos acomodemos antes de quedarnos sin luz ―indicó y el grupo asintió, luego hablaría más a fondo con Raven para saber exactamente qué sabían sobre ellos.

. .

Raven y Ángel decidieron compartir habitación, el lugar era bastante lúgubre con la poca luz que entraba y posiblemente se pondría peor cuando la noche cayera, también querían hablar a solas, los ojos de la joven alada dejaban ver que necesitaba que alguien le confirmara el destino de Darwin, pese a que podía imaginarlo. Ella optó por seguir el camino que Shaw le ofreció, pero no pensó que el muchacho trataría de impedirlo y pagaría con su vida el acto heroico.

Azazel y Riptide se retiraron cada uno a un cuarto diferente, no era la primera ocasión que descansarían en ese lugar y estaban acostumbrados. Además eran mutantes poderosos que no creían en fantasmas y supersticiones, estaban a salvo ahí a pesar de la apariencia del lugar.

Erik tuvo que casi empujar a Abby dentro de la alcoba, no pensaba que la mujer creyera en fantasmas, pero seguramente imaginaba que había algo muerto en algún rincón o una colonia de insectos, cosa que la verdad no le sorprendería. La habitación estaba visiblemente más limpia que el resto de la casa, sin embargo la apariencia lúgubre no se borraba sólo con la ausencia de polvo y telarañas.

Una gran cama de madera oscura decorada con grandes cortinas de tonos rojos era el foco de la habitación. El papel que cubría las paredes dejaba entrever lo que en su momento de gloria debió haber sido un intrincado diseño victoriano, pero ahora no era otra cosa que una sombra de colores desgastados por la humedad. Erik dejó las maletas al lado del sillón que se encontraba al pie de la cama y se dirigió a la puerta que conectaba con el baño privado de la habitación.

―Mejor que lo ocupes antes que no tengamos luz ―sugirió desde el marco de la puerta tras observar el interior en silencio por unos segundos.

Abby asomó la cabeza y vio con asco el estado del lugar. Cerró fuertemente los labios para contener su desagrado y no darle gusto a Erik que la observaba como si estuviera esperando que se quejara. No sabía qué era lo peor, si la tina ocupada por alguna sustancia grisácea irreconocible, el lavabo de tonalidad verde gracias al hongo que crecía desde su interior o la taza del baño con un halo de humedad rodeándola y su agua marrón.

―¿En serio no prefieres un hotel? ―preguntó él con una sonrisa condescendiente ya que ella no se atrevía a ingresar.

―No ―declaró fuertemente empujándolo un poco hacia atrás para poder entrar y cerrar la puerta.

Erik dejó escapar una sonrisa, quizás hubiera sido buena idea ver si alguno de los otros baños estaba en mejor estado para que lo usara, pero le costaba no dejarse llevar por la tentación de molestarla un poco. Sabía que Abby aceptaría casi cualquier cosa si hacia el comentario correcto y con ella no necesitaba siquiera insinuar que siendo mujer no era capaz de hacer algo, sola agregaba el subtexto aunque él no hubiera tenido esa intención.

Se acercó a la cama y tras comprobar que nada la estaba utilizando se dejó caer, levantando una ligera polvareda. Esa noche descansarían, los días que vendrían serían complicados, necesitaban planear con sumo detalle cómo sacarían a Frost de la prisión de la CIA y si eso era lo único que harían.

―Creo que algo estaba viviendo en las tuberías ―comentó Abby saliendo del baño luego de varios minutos.

―¿Hiciste que funcionara el bañó? ―preguntó alzándose con los codos para observarla mejor.

―Podría forzarlo, pero seguro que va a escucharse en cada casa a la redonda si lo hago. Sólo saqué agua del lavabo para lavarme ―explicó y luego desvió la mirada―, y limpiar un poco…

―La cama es cómoda ―comentó él fijando la mirada en los diseños tallados en la madera.

―¿La sacudiste? ―preguntó ella acercándose no muy segura si creerle.

―Sí ―mintió, aunque en teoría había hecho algo similar al levantar el polvo con su cuerpo. Ella se recostó a su costado con cuidado, como si estuviera alerta para ponerse de pie si veía algo que no le gustaba―. No pensé que fueras tan quisquillosa ―comentó con humor.

―No lo soy ―se defendió colocando su cabeza sobre el pecho de él―. Es solo que si me dieras a escoger preferiría dormir afuera, el jardín descuidado se ve más limpio que esto.

―Es más frío.

―Me atrevería a dudarlo ―replicó, al fin y al cabo el lugar estaba muy cargado de humedad.

―Sólo será mientras terminamos nuestra misión, luego nos iremos ―informó acercando su rostro a la cabellera de ella, era el único olor agradable dentro de esa habitación―También tenemos que arreglar las maletas ―recordó, hablando en voz alta, no podían seguir cargando tanto equipaje y aunque dudaba que Abby le dejaría botar su maleta, la otra era de él y pensaba desaparecerla.

Se levantó, provocando un quejido de disconformidad en la mujer y avanzó hasta donde se encontraba la maleta que compró con la ropa para Las Vegas y los documentos. Primero decidió retirar sus pocas pertenencias de la maleta de Abby, incluyendo el casco, no necesitaría ni la mitad de eso y de requerirlo podía conseguir más, luego se dirigió a la segunda valija y retiró unos cuantos papeles de todo lo que habían recolectado.

―¿Segura que no quieres conservar nada? ―preguntó él dirigiendo sus ojos azules a los de ella, sabía que la estaba tentando, lo podía ver escrito en la expresión de ella―. El último vestido te quedaba muy bien ―añadió con cierta satisfacción al recibir una mueca como respuesta.

―No, no quiero nada de eso ―aseguró ella, conteniéndose, porque la verdad era que sí le encantaría poder conservar los vestidos, no sólo por lo bonitos que eran sino porque él los había escogido para ella.

―Eres terca ―soltó divertido, cerrando la maleta que compró con los trajes de él, los vestidos de ella, los zapatos e incluso los collares, además acomodó la ropa que ya no pensaba seguir cargando y los papeles que ya no le servían.

―¿No vas a botar tu casaca no? ―preguntó ella casi alarmada al ver la prenda marrón a un costado.

―¿La quieres? ―replicó con interés, el clima pronto sería demasiado frío para seguir usándola y no era suficientemente holgada como para permitirle ponerse más capas de abrigo debajo.

―Me gusta como te queda ―confesó sonrojándose un poco.

Erik le sonrió y cerró la maleta sin guardar la casaca, si tanto le gustaba podía seguir llevándola por el momento al menos. Luego le pediría a Azazel que lo llevara a algún lugar donde pudiera quemar todo lo demás sin llamar la atención.

―Aún queda ver qué hago con esto ―comentó, sentándose sobre la cama a un costado de ella y haciendo que el oro con el que hizo los anillos que usaron levitara frente a ellos―. Esto no fue con mi dinero.

―No, se le robaste a una mujer ―recalcó ella tratando de sonar seria, pero le costaba por más que sabía que lo último que debía era alentarlo aceptando ese comportamiento.

―Como creo que te encariñaste, pensaba que podía hacer algo con esto para ti ―comentó fingiendo poco interés. En su momento notó que no le agradó que le quitara el anillo por más que hubiera sido sólo para aparentar.

Abby sonrió y abrió la boca para preguntarle qué podía hacer, pero se contuvo. Al final era lo mismo que con los vestidos, por más que quisiera no era correcto que aceptara, pero le era más difícil negarse con eso, sabía que parte de lo que flotaba frente a ella había sido el pequeño anillo al que le tomó cariño aunque no fuera un aro de matrimonio real.

Con cuidado Erik estiró el material dorado hasta volverlo un hilo suficientemente grueso como para formar los eslabones necesarios para crear una delicada cadena de oro. Se decidió por algo sencillo no sólo por el poco material para trabajar sino porque sabía que mientras más simple e inocente más le costaría a ella rechazarlo.

―Luego puedes buscar algo para colgarle ―añadió, satisfecho al ver que Abby parecía haber accedido a recibir el regalo.

―Pensé que no te gustaban las manualidades ―señaló, recordando que él sólo había reído cuando sugirió que quizás era joyero.

―Mi familia tuvo una joyería ―comentó tratando de no darle mucha importancia―aprendí algunas cosas ―añadió y tomó la cadena para ponérsela.

Abby no ahondó en la respuesta, Erik no hablaba de su pasado, si sabía algunas cosas era por el tatuaje y algún detalle que comentaba que podía relacionarse a él, pero jamás se habían sentado a conversar sobre su infancia o lo que le ocurrió en la Segunda Guerra o incluso después. Quizás por eso terminó cediendo por completo con la cadena, era algo bastante sencillo que le estaba regalando y aunque hubiera usado sus poderes para crearla, también vertió el conocimiento que obtuvo cuando era joven.

Con la llegada de la noche el frío comenzó a aumentar y sin decir más se alistaron para dormir. A pesar de que la temperatura era baja, Erik prefería el calor que conseguía al acercarse a la piel de Abby que el que le daba una pijama. También era más sencillo hacer el amor sin perder tiempo quitándose la ropa y esa noche en especial no quería sólo irse a dormir, su mente estaba inquieta y la intimidad con ella siempre conseguía que se olvidara de todo lo demás.

. .

Pasaron dos días planificando el rescate de Emma, de todo el grupo Raven era la que se encontraba con más presión ya que habían decidido que extrajera los documentos sobre ellos a pesar de que estaban seguros había copias en otro lugar. Erik necesitaba saber con exactitud qué conocimiento recolectaron los humanos y era adecuado aprovechar la situación, no pensaba que volvería a atacar un cuartel de la CIA en el corto plazo.

Atacarían esa noche y Erik le comunicó a Abby que ella se quedaría esperando dado que prefería mantenerla en perfil bajo. Si realmente desconocían de su existencia era mejor que se mantuviera así, no pensaba jugar esa carta por un rescate que confiaba podían realizar sin problemas.

―¿Y si algo te pasa? ―preguntó ella preocupada mientras él comenzaba a alistarse para salir. No se quejaba en absoluto por no participar, liberar a un prisionero de las manos de la CIA no estaba en su lista de cosas que deseaba hacer―. ¿Estás seguro que no te van a abandonar?

―Deja de preocuparte ―respondió tomándola del rostro y mirándola fijamente. No estaba nervioso por la incursión que iban a realizar, pero si ella seguía hablando iba a contagiarle sus miedos.

Abby desvió la mirada, en los dos días que había estado con los otros mutantes casi no interactuó con ellos, cada uno estaba por su lado preparándose o atendiendo algún pedido de Erik. Una parte de ella le decía que debía darles una oportunidad, pero rápidamente recordaba que su problema no era que fueran mutantes o físicamente diferentes, sino que eran criminales.

―¿Y eso? ―cuestionó ella al notar como Erik levitaba frente a él su casco, sólo que en lugar de ser de color gris y plateado ahora era de un rojo brillante con los bordes que enmarcaban el rostro morado.

―Decidí cambiarlo un poco para darle un nuevo comienzo ―explicó, quería hacerlo suyo y modificarlo aunque fuera un poco le permitía sentir que ya no era un objeto perteneciente a Shaw―. ¿No te gusta? ―añadió controlando el metal para moldear un par de pequeños cuernos en el frente.

Abby sólo lo observó en silencio unos instantes y luego comenzó a reír.

―Se ve ridículo ―admitió cuando consiguió controlar la risa.

―Me alegro de ver que contribuyo a tu buen humor ―comentó con sarcasmo, ¿qué de malo tenía su casco? Quería que cuando los vieran distinguieran rápidamente quién estaba liderando al grupo, necesitaba destacar fácilmente.

―Es un poco llamativo ―dijo ella sonriendo.

―Esa es la idea.

―Pensé que preferías pasar desapercibido.

―Normalmente sí, pero no sólo estamos liberando a Frost, los humanos lo tomarán como una declaración de guerra ―explicó, dándose cuenta que su elección de palabras era inapropiada para hablar con Abby―. Y ya sé lo que vas a decir, pero no te adelantes ―se apresuró a proseguir cuando notó la expresión de ella―. Es sólo una forma de decirlo, entrar a una base gubernamental sin permiso jamás va a ser bien visto.

―Podrías no ir.

―No le tengo un afecto especial a esa mujer, pero la necesitamos, sin Charles… ―respondió y dejó que la idea se perdiera en el aire. No había pensado muy a fondo en su amigo los últimos días, pero pese a la compañía de Abby, extrañaba al telépata. Si tuviera que explicarlo daría razones lógicas mayormente relacionadas a la utilidad de sus poderes, conocimientos de genética y gran inteligencia, pero la realidad era diferente, lo que sentía le daba más valor a Charles eran las largas conversaciones que tuvieron, su empatía y sobre todo la sensación de que había llegado a quererlo como si fuera parte de su familia.

Erik trató de descartar esos pensamientos, debía enfocarse en el presente y el futuro. Continuó arreglándose y se colocó la ropa que había escogido especialmente para ese día: uno pantalones negros, un saco rojo, botas, guantes y una capa oscura. La risa de Abby volvió a llenar la habitación antes de que terminara de acomodarse todo el atuendo.

―¿Fuiste a comprar con Riptide? ―preguntó ella entre risas, el saco le recordaba el estilo del mutante―. No deberías, tienes buen gusto, o al menos me diste esa impresión hasta ahora.

―La ropa tiene su objetivo ―declaró un tanto ofendido, no podía ir con su ropa usual y no pensaba llevar un terno y acercarse al estilo de Shaw―. Sólo te ríes porque no me tienes miedo ―agregó colocándose el casco para completar su vestimenta.

―Lo dudo, me río porque te ves ridículo ―replicó sonriéndole.

―¿En serio? ―cuestionó él dibujando una sonrisa de superioridad en su rostro―. Quizás deberías tenerme miedo ―continuó y provocó un chirrido en las oxidadas y viejas cañerías del baño.

Abby borró la sonrisa de su rostro y giró rápidamente deteniendo en el aire el agua que acababa de liberarse de los tubos que apuntaban directamente hacia ella.

―¡No hagas eso! ―exigió entrando en pánico al ver el agua de desagüe tan cerca de ella―. ¡Arréglalo!

―Como no vas a venir quizás te puedas entretener con eso ―dijo sonriendo, acercándose para darle un beso en la frente y luego retirarse de la habitación ignorando las quejas de la mujer.

. .

No era la primera oportunidad en que Mystique ingresaba al cuartel de la CIA y sabía que tampoco sería la última. Utilizar sus dones a favor de los suyos la hacía sentirse viva y le daba un propósito en la vida, algo que bajo el manto de protección de Charles nunca experimentó. Trató de no pensar en su hermano, no se arrepentía de haber escogido a Erik, pero sí se sentía culpable de haberlo dejado herido en Cuba a la merced de los humanos que momentos antes trataron de matarlos.

Avanzó por los corredores con la forma de un agente que había salido en misión esa mañana, conocía el lugar y sabía a dónde debía dirigirse para apoderarse de la información sobre ellos. Pero se distrajo de su objetivo al ver una cara conocida, Moira estaba siendo escoltada por un par de agentes y se veía profundamente preocupada.

Eso no era parte de su misión, sin embargo su mente ni siquiera se cuestionó el por qué comenzó a seguirla. Quería saber de Charles, con ella ahí Charles también debía de estar a salvo, pero la expresión en el rostro de la mujer no la reconfortaba en absoluto, algo estaba mal y quería saber qué era.

El grupo se detuvo frente a uno de los cuartos de reunión y ahí fue cuando Levene, el antiguo compañero de Moira, se acercó y apartó a la mujer de los hombres que la estaban escoltando. Raven no pudo acercarse más, al menos no sin llamar la atención, pero logró escuchar cómo ella respondía con voz triste que realmente no recordaba nada de lo ocurrido.

Mystique se alejó después de eso, no pensó que Charles fuera capaz de llegar al extremo de borrarle la memoria, realmente creía que estaba enamorado de ella. Negó con la cabeza, de nuevo estaba enfocándose demasiado en su hermano y en un pésimo momento; Moira no recordaba, pero estaba a salvo, eso quería decir que seguramente lograron salir de Cuba y esa información debía bastarle para apaciguarla.

Recuperó la atención en su misión, si se demoraba demasiado podía provocar un desastre y malograr el plan inicial, no quería tener que improvisar en medio del cuartel de la CIA, ella era la única que estaría sola hasta que lograra juntarse con los demás. Se dirigió sin más retrasos al área donde almacenaban los documentos y utilizando su agilidad y sigilo ingresó como lo había hecho anteriormente en sus investigaciones.

Tomó los archivos que hacían referencia a los mutantes y tras asegurarse de estar sola encendió la trituradora de papel de una oficina contigua. Tal y como Erik le había indicado separó algunas hojas que contenían nombres que pudieran serles de utilidad, él ya les había comentado sobre el grupo que cazaba mutantes y quería saber de qué forma estaba involucrado el gobierno. No encontró nada explícitamente incriminador, pero si informes sobre acciones que se atribuyen al susodicho grupo anónimo, una mención a un general retirado llamado Edwin Partidge que decía tener pruebas fotográficas de la presencia de mutantes en el reciente incidente en Cuba y un informe sobre la formación de una fuerza dedicada a la investigación e identificación de mutantes nombrada Project WideAwake.

Cuando concluyó con la destrucción de los papeles se apresuró para ir al punto de reunión, tenía poco tiempo, pero estaba segura de que llegaría. La sensación la llenó de orgullo, si bien estaban ahí por Frost, ella tenía un papel especial y había jugado su rol a la perfección.

El grupo de mutantes esperaban en un área restringida en el sótano del edificio, cerca de donde sabían estaba recluida Emma Frost. Erik observó a Raven con satisfacción cuando llegó y le entregó unos cuentos papeles, informándole a la vez que había destruido lo demás. No es que los humanos tuvieran información muy útil sobre ellos, la CIA había seguido a Shaw pensando en él era una persona corriente y de los mutantes que reclutó junto a Charles o ellos mismos nunca llegaron a investigar mucho.

―Ya es hora ―anunció Erik con seriedad acomodándose el casco una última vez, no sabía cómo reaccionaría la mujer al verlo.

Avanzaron con seguridad por el corredor que llevaba al área de detención, podrían haber aparecido ahí directamente con las habilidades de Azazel, pero Erik quería dejar claro que sus paredes reforzadas no valían nada, que eso no los mantendría a salvo si él decidía atacarlos. La idea era que supieran que el escape de Frost no fue posible por un cuidadoso plan de escape basado en sigilo, eso un humano normal lo podía realizar.

Sin sentir presión alguna sobre sus poderes se encargó de los guardias que trataron de detenerlos, volviendo las armas que llevaban en sus manos contra ellos. Sacó de golpe la puerta reforzada de la zona donde recluían a los prisioneros, asegurándose de que se sintiera en todo el edificio pese a que pudo haberla retirado con cuidado. Se adelantó al grupo hasta la celda en la que Mystique le indicó Frost descansaba y nuevamente sin delicadeza arrancó la puerta.

La mujer lo esperaba en el interior en su forma de diamante y en una posición defensiva.

―Sé que tuvimos nuestras diferencias ―habló caminando lentamente hasta quedar a unos metros frente a ella.

―¿Dónde está tu amigo telépata ? ―preguntó Emma tratando de sonar tranquila luego de reconocer el casco de Shaw a pesar del cambio de color.

―Se ha ido ―respondió Erik―. Dejó un vacío en mi vida si debo ser honesto ―agregó, no esperaba que lo primero que Emma le preguntaría era por Charles―. Esperaba que tú lo llenaras ―ofreció con sinceridad antes de dirigir la mirada hacia la puerta, ahí se encontraban los otros mutantes que lo habían acompañado―. Únetenos.

―Erik, creo ―preguntó ella luego de ver al resto y permitir que su forma de diamante desapareciera.

―Prefiero Magneto ―declaró en ese momento, ese era su nombre mutante y al menos entre los suyos ese sería el nombre que usaría.


Notas de autora: Erik podría vivir en un basurero de ser necesario, pero eso no quita que le gusten las cosas costosas y más si puede usarlas para tentar a Abby… la pobre se niega, pero es difícil ser fuerte cuando hay cosas que de verdad le gustaron o detalles con algo más de valor fuera del material o precio xD

Inicialmente en este capítulo no iba a poner mucho a Abby, o al menos en mis notas salía poco, pero la primera parte se extendió más de lo que pensé cuando comencé a desarrollar las ideas, me expando mucho con este par cuando están a solas. Pero bueno, ya tenemos a Frost… lo cual puede ser un problema. Erik se viste muy bien de civil, pero su primer traje de Magneto es sencillamente para reírse xD