Peace could be an option
Capítulo 20
Descendieron del viejo autobus que tomaron para llegar a la pequeña localidad de Walker que era el punto más cercano al hotel a las orillas del Lago Leech. Cuando regresaron a Dakota del Norte, luego del día de Acción de Gracias, decidieron devolver el vehículo de alquiler en la misma ciudad de donde lo rentaron y optaron por tomar un tren hasta el límite con el estado de Minnesota para terminar el último tramo del trayecto por la carretera.
Para Erik la mejor forma de viajar era una donde dejara la menor cantidad de señales de su presencia, como al comprar boletos de tren donde no registraban su información o en el bus que ni siquiera pedían ver por unos instantes algún documento. Tenía que estar alerta dado que aún no confiaba plenamente en Frost y no sabía qué los recibiría cuando regresaran.
―¿Cómo planeas que lleguemos? ―preguntó Abby, no habían hablado sobre qué harían para llegar al hotel que sabían estaba bastante aislado del pueblo―. Deberíamos movernos o buscar algún lugar donde pasar la noche, el sol ya se está ocultando y no sabemos dónde está el hotel exactamente.
―Vamos a buscar un lugar donde comer algo ―habló él mirando lo vacío que se encontraba el pequeño pueblo, con sólo una ligera capa de nieve sobre el suelo esperaba un poco más de movimiento―. Seguiremos en la noche.
Abby sólo consiguió mirarlo desconcertada, era definitivo, Erik disfrutaba ponerlos en peligro. No sólo andar caminando a oscuras en la mitad de un bosque que no conocían junto a un lago era ya una locura, sino que además no tenían una idea muy precisa de a dónde debían de llegar. Azazel utilizó sus poderes para llevarlos y sacarlos de su destino, así que no conocían ninguna ruta tradicional que los encaminara hacia el hotel.
Comieron en un pequeño restaurante. El plan inicial de Erik que era tratar de pasar inadvertidos se frustró de inmediato, todos en el pueblo eran nativos americanos lo que provocaba que ellos resaltaran como una bombilla en una habitación oscura. Abby se lo había advertido cuando revisaron unos mapas para decidir el camino de regreso, el hotel parecía estar dentro del territorio de una reservación, pero no imaginó que destacarían tanto. Aún así estaba convencido que podían desaparecer si esperaban el momento adecuado, sólo tendrían que ser los últimos clientes en retirarse ya entrada la noche.
El hotel al que debían de llegar estaba ubicado en una península dentro del lago, rodeado por grandes extensiones de bosque y hasta donde tenía entendido era la única construcción en la zona. Por el tamaño de la edificación, la cantidad de metal utilizado en su estructura sería suficiente para que pudiera sentirlo cuando estuviera más cerca.
―Vamos a tener que ir varios kilómetros hacia el sur ―comentó ella haciendo memoria de un mapa que consiguieron ver en la estación inicial del autobús, un pequeño camino alargado era todo lo que evitaba que el lugar al que se dirigían se volviera una isla lacustre.
―No será necesario ―aseguró de inmediato, provocando un escalofrío en su acompañante.
Siguiendo la idea que trazó en su mente, Erik esperó con paciencia a ser los últimos comensales. Cuando decidieron retirarse se aseguró que los dueños del local no los siguieran por curiosidad provocando un estruendo en la cocina con las ollas al momento en que cruzaban la puerta de salida. A buen paso avanzaron hasta la orilla del lago y comenzaron a bordearlo amparados por el manto de la noche.
La visibilidad era limitada, aunque al menos había una ligera luz gracias a la luna y las estrellas, lo suficiente para distinguir la silueta de los objetos o no entrar al lago por equivocación. Erik parecía que buscaba algo y no demoró en encontrarlo ya que de un momento a otro tomó a Abby por la muñeca y aceleró el paso hasta que llegaron a un muelle de madera. Con cuidado él la guió a un pequeño barco de motor donde, tratando de no hacer mucho ruido, consiguió que ella se subiera con él.
―¿Estás loco? ―susurró molesta en su oído―. ¿Vas a robar un bote? Nos van a escuchar.
―No vamos a utilizar el motor ―aseguró con tranquilidad. Era un poco menos de un kilómetro hasta la península, podía arrastrar el bote de las partes metálicas sin problemas y que aparentara ser la corriente quien los movía―. Si realmente te incomoda podrías congelar el lago o al menos un camino para que crucemos ―ofreció con una media sonrisa, sabía que con eso ella ya no pondría trabas―. Recuéstate ―indicó, soltando la soga que mantenía el bote en su lugar.
Ella obedeció frunciendo las cejas, sin comprender el motivo para el extraño pedido. Erik se colocó a su lado sin dar explicaciones y movió las partes metálicas con sus poderes para que el bote comenzara a deslizarse sobre el agua.
Rápidamente la atención de Abby se dirigió al cielo estrellado y una agradable sonrisa se formó en su rostro. La pequeña embarcación se mecía acompasadamente, casi como si realmente fuera la corriente lo que los estaba guiando. Olvidándose por unos minutos el propósito por el que estaban ahí, acomodó su cabeza contra el pecho de Erik, disfrutando del calor que emanaba su cuerpo.
Erik desvió la mirada hacia Abby y notó lo relajada que se veía. Podía imaginar lo que estaba pensando y disfrutando, el cielo estaba especialmente despejado esa noche, pero para él no tenía nada de romántica la escena. No era la primera ocasión en que viajaba de esa manera, cruzar ríos oculto y con la preocupación de que alguien lo descubriera era algo a lo que había estado expuesto antes. Trató de no distraerse, el que el bote estuviera moviéndose lentamente no significaba que no fuera él quien lo estaba haciendo, era más complicado hacerlo avanzar de esa manera que sencillamente darle un fuerte empujón hasta llegar a la otra orilla.
―Vamos ―pronunció Erik cuando un pequeño choque anunció que habían llegado.
Abby se levantó y trató de observar la costa, pero no importaba si duplicaba la cantidad de astros en el cielo, para ver claramente necesitarían otro tipo de luz. Antes de que Erik descendiera congeló el agua alrededor del bote, lo último que necesitaban era algún dedo congelado por un descuido.
Erik la miró con curiosidad, pero no dijo nada. Cuando se adentraron un poco en la orilla seca, el agua volvió a su estado líquido y él controló nuevamente el bote para hacerlo flotar a la deriva.
―Debimos haber traído una linterna ―lamentó Abby, observando las siluetas de los árboles que se encontraban a unos pasos al frente de ellos―. Hay que bordear la península, el hotel tenía vista al lago, eventualmente llegaremos y no nos arriesgarnos a dar vueltas en círculos ―opinó.
―Me encanta cuando estás dispuesta a colaborar ―comentó Erik con una expresión divertida en el rostro―. El camino que une la península está al sur, vamos con dirección al norte, seguramente debe estar en el extremo.
Avanzaron por varios kilómetros bordeando el lago, a diferencia del pueblo cercano, el suelo del bosque estaba cubierto con una capa de nieve bastante considerable, aunque no lo suficiente como para entorpecer su avance. Erik iba al frente, tratando de sentir alguna acumulación de metal cercana que les permitiera adentrarse para cortar camino, con un rumbo fijo no iban a perderse.
Cuando al fin encontró lo que estaba buscando giró para hacerle una señal a Abby. Ahí notó que ella se encontraba moviendo ligeramente los dedos de una mano.
―¿Qué haces? ―cuestionó extrañado.
―Borrando las huellas de la nieve ―respondió con tranquilidad, ganándose una sonrisa por parte de él.
Con el conocimiento de hacia dónde debían avanzar se adentraron en el bosque para tomar la ruta más directa. Debido al terreno irregular y la poca visibilidad, la caminata en total les tomó cuatro horas, eso sin contar que cuando lograron divisar el hotel, Erik decidió esperar unos cuantos minutos bajo la sombra de la vegetación en caso hubiera alguien esperándolos.
―Parece que no hay nadie ―murmuró Abby que pese a que consideraba que Erik estaba siendo paranoico decidió observar atentamente también.
―Vamos a entrar por el balcón de la habitación principal ―indicó él comenzando a avanzar con cautela hacia la única área del hotel que estaba en la tercera planta.
Cuando llegaron a la pared que debían subir, Erik no pudo contenerse y sonriéndole a su acompañante se elevó lentamente por los aires mostrando un aspecto de su poder que no solía utilizar. Esperó con una expresión de superioridad e inmediatamente consiguió el efecto que esperaba.
Abby dibujó una mueca en su rostro, detestaba cuando él presumía sus dones. Cerró los ojos un momento para sentir la nieve a su alrededor y luego la arrastró debajo de sus pies, solidificándola, para elevarse sobre una columna de hielo. Cuando saltó al balcón se aseguró de deshacer su obra, no quería dejar ningún rastro visible.
Erik sonrió satisfecho, le gustaba verla utilizar sus poderes y esa noche había conseguido varias muestras de lo versátil de su don. Aunque ella insistiera en que se podía vivir sin usarlos, no le era difícil notar que la realidad era distinta, Abby disfrutaba de sus poderes y los usaba de forma muy natural, como si se tratara de una extremidad más.
Dentro de la habitación todo estaba sumamente oscuro, Erik se negó a prender alguna luz hasta cerciorarse de que realmente se encontraban solos. La temperatura no era para nada acogedora, pero al menos ya no se encontraban expuestos al viento y eso lo hacía más llevadero.
Abby se acercó a Erik al notarlo sumamente concentrado en la entrada de la habitación. Pensaba llamar su atención, pero de improvisto la puerta de abrió fuertemente y por el sonido que vino de toda la casa, el resto de las puertas habían hecho lo mismo. Ahogó un grito en su garganta y dio un par de pasos hacia atrás, parecía que estuviera en una historia de terror, en una casa habitada por fantasmas.
―Qué bueno que no gritaste ―habló Erik, manteniendo su atención en los sonidos―. Parece que estamos solos ―comentó, no estaba completamente convencido, pero revisar todo el hotel no era una opción en ese momento.
―Tú hiciste eso ―acusó ella―. ¿Esperabas que alguien saliera gritando?
―No esperaba nada ―contestó, cerrando de golpe todas las puertas del hotel y poniéndoles seguro―. Asumo que eso bastará ―anunció, regresando su atención a la mujer que lo acompañaba―. No vamos a usar la chimenea, ni vamos a prender las luces ―indicó, si se abrigaban bien en la cama podrían pasar una noche relativamente cómoda y aunque no hubiera nadie cerca no quería prender una luz muy fuerte―. Recuerdo que habían unas velas en la mesa junto a la chimenea, si quieres algo de luz puedes usar eso.
―¿Y si asustaste a Azazel y se transportó en lugar de gritar? ―comentó ella tratando de encontrar una caja con fósforos cerca a las velas que él mencionó.
―Ira a buscar a los demás y regresaran juntos, o al menos eso haría yo ―respondió con mucha naturalidad, aunque la verdad era que no esperaba que Azazel se espantara por algo como unas cuantas puertas abriéndose misteriosamente.
―Voy a darme un baño… si es que hay agua caliente ―avisó Abby cuando al fin pudo prender una de las velas―. ¿No hay problema no?
―No, pero asegúrate que las cortinas no dejen pasar la luz.
Cerró la puerta del gran baño detrás de ella, adentrándose por lo que parecía ser un espacioso vestidor ocupado por muy pocas prendas. Se lamentó por la poca iluminación que llevaba cuando se percató que las paredes no estaban cubiertas con losas, sino decoradas con un empapelado de todos dorados y madera tallada. Cedió a la tentación de utilizar la bañera en lugar de la ducha, si había agua caliente iba a ser mucho más relajante.
Pasó varios minutos disfrutando la sensación cálida sobre su cuerpo, los viajes con Erik eran planificados hasta cierto punto, pero los detalles como el clima y alimentos parecían no importarle en absoluto. Enfocó la mirada en el techo, quizás no era que no le interesara comer o mantenerse a una temperatura agradable, sino que tenían ideas muy distintas sobre qué era aceptable. Erik oscilaba entre extremos, podía estar una noche en un lujoso hotel disfrutando una costosa comida para luego dormir en un automóvil comiendo galletas duras. Pero al final sabía que esa aparente inconsistencia era sólo un reflejo de la vida que le tocó, estaba más que acostumbrado a vivir con poco aunque no fuera su elección.
Giró un poco el rostro en dirección a la puerta del baño, preguntándose qué podía estar haciendo Erik, todo se sentía sumamente tranquilo. Se envolvió en una toalla mientras pensaba en que la persona que hizo el trabajo de cerrar el hotel era un experto, una casa comenzaba a acumular polvo luego de unas semanas sin uso, pero ahí todo parecía estar listo para ser utilizado nuevamente.
Avanzó por el vestidor cuando la curiosidad la venció y se animó a husmear entre las pocas prendas que estaban colgadas. Encontró algo que podría servirle: Un camisón de noche, largo, dechiffon en un tono celeste muy pálido con algunos detalles blancos bordados a juego con una bata. Era más revelador de lo que escogería, pero no quería tener que rebuscar en su maleta a oscuras, para empezar ni siquiera recordaba dónde la había dejado Erik. Dudó un instante en ponérselo cuando pensó que quizás era de Emma, pero a pesar del escote la prenda no parecía ser su estilo, además tenía un diseño más propio de los cuarenta o comienzos de los cincuenta.
. .
Cuando Abby cerró la puerta del baño, Erik se recostó unos momentos sobre la cama para descansar y pensar. Eran los primeros en regresar y esperaba que no fueran los únicos en hacerlo, al haberle dado a los otros la libertad de alejarse había corrido un riesgo elevado, podía no volver a verles las caras. ¿Qué haría ahora? Sus principales opciones eran seguir reclutando y encargarse del grupo de humanos que ya los estaba buscando y que incluso Charles no podría tratar de justificar como un malentendido. Dejó escapar un gruñido cuando su cerebro le recordó a su amigo. Quería saber si ya se había recuperado de la herida, al menos gracias a Raven pudieron enterarse de que salió de Cuba y le borró la memoria a Moira. Sacudió ligeramente la cabeza, tenía que encontrar algo que hacer para alejar sus pensamientos de Charles.
Se acercó a una pared y retiró un costoso cuadro, encontrando una caja fuerte que ya había sentido antes. Utilizó sus poderes para abrirla; estaba vacía, pero no le importó. Abrió la mochila que habían llevado a Montana y comenzó a guardar ahí sus documentos, tanto los reales como los falsos, para luego proseguir con los de Abby, no los iba a necesitar por ahora. Notó las fotografías que les tomaron en Las Vegas, por un momento pensó en deshacerse de ellas; no le gustaba dejar pistas sobre su presencia, pero seguramente provocaría una discusión innecesaria.
Cuando sintió los pasos de Abby nuevamente en la habitación, cerró la caja fuerte y dejó sobre una mesa cercana la mochila con el casco aún en su interior. La vio acercarse a la cama vistiendo una bata muy ligera que ondeaba detrás de ella por el ligero toque del aire cuando avanzaba.
―¿Y eso? ―preguntó acercándose lentamente a ella―. ¿Dónde lo encontraste?
―Colgado en el vestidor ―respondió, avanzando hasta la cama y dejando la vela a un costado―. Hay agua caliente, si quieres podrías darte un baño también.
Erik negó con la cabeza, en ese momento su interés se dirigió por completo sobre ella. Sabía que Azazel traería al resto posiblemente a la mañana siguiente y que ese sería uno de los últimos días en los que podrían estar solos en mucho tiempo. Se acercó a ella tomándola por los hombros, disfrutando la suavidad de la tela que estaba usando aunque sin intenciones de permitir que la siguiera cubriendo. Abby sonrió y se dejó caer en la cama, con sólo la tenue luz de un par de velas en la habitación era extraordinariamente sencillo olvidarse del mundo exterior y simplemente disfrutar el momento juntos.
. .
Temprano por la mañana un sonido familiar los despertó. Abby gruño ligeramente tratando de ignorarlo, pero Erik se puso de pie y rápidamente comenzó a vestirse. Azazel había regresado y usó su poder para aparecer en la base de la escalera que llevaba a la habitación que estaban ocupando.
―Alístate ―indicó él ya vestido, colocándose su casco antes de dirigirse a la puerta.
Lo primero que Erik notó fue la presencia de dos jóvenes desconocidos y la ausencia de Angel. Gruñó internamente, aunque no podía decir que le sorprendió, ella abandonó al grupo en el cuartel de la CIA y luego rápidamente se unió a él para salir de Cuba, quizás simplemente era parte de su naturaleza. Pero decidió centrarse en lo importante, Azazel no habría traído a dos humanos con ellos, eran mutantes, estaba seguro.
―Bienvenidos ―habló fijando la mirada en el grupo―. Veo que tenemos nuevos miembros ―continuó, observando al par de adolecentes―. Pueden llamarme Magneto ―El nombre fluyó con tal facilidad que le costó recordar que ese no era el que su madre escogió para él.
―Thomas Lee ―se presentó un joven de piel muy oscura y ojos que parecían dos fosas negras. Se movió nerviosamente en su lugar sin saber qué más decir, la figura de Magneto imponía respecto de manera automática.
―¿Y tu don? ―indagó Erik de forma calmada.
―Puedo ver en la oscuridad ―respondió luego de dudar por unos momentos si era eso a lo que se refería con "don".
Erik asintió, no era el poder más interesante, pero podía encontrarle utilidad.
―Yo soy Yumi Tatsumaki ―prosiguió una joven de ojos rasgados y largo cabello negro―. Mi don… ―pronunció con algo de duda en su voz mostrando las largas uñas de sus manos emanando una pequeña cantidad de líquido verdoso―. Creo que es veneno ―explicó, no es que estuviera convencida, nunca había visitado a un médico para que la analizara.
El poder de la muchacha le pareció más interesante a Erik, aunque sumamente limitado si ella no era capaz de pelear y por su apariencia delicada estaba casi seguro que iba a necesitar mucho entrenamiento. Sin embargo las dos nuevas adquisiciones lo animaron, eso quería decir que reclutar no sería una labor tan complicada.
―Angel decidió quedarse en California a seguir una pista ―intervino Riptide cuando Magneto quedó en silencio―. Me dejó con Yumi y Thomas luego de que los encontráramos, aunque le indiqué un lugar donde podía dejar un mensaje, seguramente Azazel podría ir a ver cada cierto tiempo.
―¿Qué pista? ―cuestionó Erik un tanto irritado, le gustaba tener control. La envió con Riptide a buscar un mutante y aunque habían encontrado dos no estaba satisfecho con su decisión de separarse, aunque al menos no los había abandonado.
―Algo sobre Edwin Partridge.
La mención del general retirado que decía tener pruebas sobre la presencia mutante en Cuba no animó a Erik. Los humanos ya habían comenzado a moverse, ellos no podían quedarse esperando el primer golpe, pero Angel no le daba mucha confianza y dudaba que sus habilidades para conseguir información sin ser detectada estuvieran muy desarrolladas. Sin embargo ya no estaba bajo su alcance y no podía desviar su atención sólo para buscarla, estaba sola.
En ese momento Abby se reunió con ellos. Por unos instantes la mujer parecía indecisa sobre si quedarse con él en la parte superior de la escalera o descender junto al resto. Tras unos segundos de duda permaneció en la parte alta aunque se acomodó a un costado para dejarlo a él sólo en el centro.
―¿Lograron averiguar algo? ―preguntó Erik a Azazel y Mystique sin perder la concentración.
―Un par de posibles objetivos ―respondió Azazel asintiendo.
Raven no pudo mantenerle la mirada cuando escuchó la pregunta y eso despertó la curiosidad en Erik de inmediato. La joven se veía inquieta, como si algo la estuviera atormentando, su expresión reflejaba dolor, pero no del que se da por algún malestar físico. ¿Azazel le habría hecho algo? Descartó la idea rápidamente, ella estaba junto a él y no parecía ser la fuente del problema.
―Antes que sigamos ―interrumpió Emma dando un paso al frente―. Ya hice los arreglos necesarios para no ser molestados, pero debo recordarte que necesitamos personal para manejar este lugar.
―¿Quieres traer humanos aquí? ―cuestionó Erik seriamente.
―O mutantes si te hace sentir mejor ―agregó ella con una sonrisa―. Este lugar está helado y las calderas necesitan estar vigiladas casi de forma permanente a menos que no te importe el riesgo de un incendio. También hay que conseguir un cocinero y obviamente un par de personas que limpien ahora que hemos abierto el lugar.
―Aunque estemos en un hotel, Emma ―habló Erik casi arrastrando las palabras―. No estamos aquí de vacaciones ―acotó con molestia―. No vamos a encender las calderas, nadie va a morirse por vestirse adecuadamente para el clima y estoy seguro que podemos manejar los otros puntos, somos ocho, no necesitamos utilizar todo el hotel.
Emma no insistió, incluso parecía saber que esa sería la respuesta que iba a conseguir, aunque aún así trató. Dibujó una sonrisa claramente falsa, pero que dejaba dicho que se haría como él quisiera.
Azazel retomó la palabra, según sus averiguaciones había un lugar en Nueva York que estaba captando la atención de un grupo del gobierno recientemente formado del cual ya habían leído antes: el Proyecto Wide Awake. Aunque no estaba seguro quiénes lo conformaban, Mystique logró encontrar información sobre su formación luego de los eventos en Cuba para tomar medidas frente a una nueva amenaza. Aunque no estaba escrito literalmente, podía inferirse casi sin dudas que se referían a mutantes.
―¿Qué lugar en Nueva York? ―preguntó Erik, notando con satisfacción que Abby parecía estar un tanto desconcertada y preocupada con la noticia. Había una diferencia clara entre un grupo anónimo cazando mutantes y un grupo armado por el gobierno especialmente.
―El hospital Riverside. Está en una isla cerca a la prisión Rickers ―respondió Azazel con una sonrisa perturbadora―. Pasamos por Nueva York un momento, el hospital está funcionando como un recinto para rehabilitación de drogadictos, aunque no está trabajando ni a la mitad de su capacidad y dicen que suceden cosas extrañas. Hay rumores de que se trata de una pantalla para un proyecto secreto de la CIA que se inició a inicios de los cincuenta, MK Ultra o algo similar.
―Parece que ya tenemos objetivo entonces ―asintió Erik―. Yumi y Thomas se quedarán a vigilar la base, podrían revisar que tan abastecida está la despensa del hotel ―indicó señalando en dirección a donde sabía estaba la cocina, sabía muy bien que al no tener entrenamiento sólo serían una carga―. El resto prepárense para partir ―anunció, ignorando la cara de incredulidad de Abby, seguramente esperaba que le preguntara si quería acompañarlos o no, pero no podía darse esos lujos en frente de los demás.
―Magneto ―llamó Mystique subiendo las escaleras―. Necesito hablar contigo, a solas.
. .
Cerró detrás de ellos la puerta del oscuro estudio que escogió para hablar con Mystique. El ambiente frío de la estancia sólo permitía que se hiciera más notorio el nerviosismo de la joven que era incapaz de mantenerle la mirada. Era una visión extraña porque su lenguaje corporal demostraba que nuevamente se sentía incómoda consigo misma, pero había algo más que no lograba determinar.
―Es sobre Charles ―habló ella al fin―. Fui con Azazel para Acción de Gracias cuando estuvimos investigando.
Erik suavizó ligeramente la mirada, claro que tenía que tratarse de él, por qué otra razón su hermana adoptiva estaría así. Raven había cometido una tontería al ir a buscarlo en una fecha que obviamente estaba muy cargada de emociones y recuerdos para ella.
―¿Qué fue lo que te dijo? ―preguntó tratando de no dejar entrever su curiosidad e incomodidad.
―Nada, no llegué a hablarle sólo estuve en la casa.
La respuesta lo tomó por sorpresa, si no cruzaron palabras no comprendía por qué estaba tan afectada.
―Él… ―Los ojos amarillos de Raven temblaron cuando al fin se sintió capaz de posar la mirada sobre Erik―. La bala dañó su columna ―explicó frotándose los brazos―. Revisé los papeles de los médicos que tenía en casa, debe haber ido al menos a veinte y todos afirman que no volverá a caminar.
La quijada de Erik se tensó ante la noticia. Había dejado a Charles herido, sabía que demoraría en sanar, pero jamás pasó por su cabeza que el daño fuera irreparable. Notó los ojos de ella humedecerse, pero fue incapaz de darle alguna palabra de consuelo, sólo se giró y salió de la habitación, dejándola sola. Ahora sabía qué era lo que no lograba descifrar en Raven momentos antes: Culpa. Y podía sentir como ese mismo sentimiento estaba invadiéndolo, porque aunque él visualizaba a Moira como la causante de la tragedia, sabía que Charles lo culpaba a él, lo dejó claro en la playa en Cuba.
Erik avanzó a grandes zancadas hasta llegar a su habitación. No sabía qué pensar. ¿Por qué Raven tuvo que hablar justo antes de partir a una misión? Necesitaba mantener su mente enfocada, pero lo único que era capaz de ver era a Charles tirado sobre la arena ese fatídico día.
―¿Erik?
La voz de Abby lo distrajo un momento. Ella lo miraba preocupada, lo cual sólo hizo que se sintiera peor, debía notarse lo inestable que se encontraba y esa no era la apariencia que deseaba mostrar al resto.
Cuando Abby lo sintió llegar estaba preparada para quejarse, no quería ir a ningún hospital de rehabilitación en una isla, pero al verlo todo eso quedó en segundo plano. La fría mirada de Erik dejaba ver una horrenda combinación de angustia mezclada con furia, no tenía idea qué le había dicho Raven, pero lo que hubiera sido le había impactado profundamente. Controló su instinto de acercarse físicamente, cada músculo del cuerpo de él se mostraba tenso, como si estuviera a punto de estallar. Decidió darle su espacio, Erik era un hombre muy privado y aunque tenían una relación, estaba segura de que él prefería despejarse a solas, quizás luego hablarían.
―No hemos desayunado y el resto seguro que tampoco. Voy a decirles para buscar algo de comida, creo que podemos tomarnos unos minutos para eso ―habló ella con cautela.
Erik la observó un momento y asintió sin decir palabra, necesitaba algo de tiempo para retomar su postura controlada luego de las noticias que Raven trajo.
Notas de autora: Regresando al fin a la trama principal por decirlo de alguna manera. Al final para no engordar las cosas aquí haré un oneshot de Raven con Azazel y su salida en Acción de Gracias a donde Charles, pero eso no quita que es probable que haga más menciones sobre ese evento. Erik ya recibió las noticias y no lo ha tomado muy bien, pero en algún momento debía de enterarse. El pobre hombre está tranquilo un momento y al otro a punto de estallar, pero así es su vida. Me costó bastante encontrar un hospital para esta misión, la mayoría en los años 60 estaban bastante utilizados y no se adaptaban a lo que quería, pero Riverside, aunque no es totalmente perfecto, encajó bastante bien. También voy a introducir a una mutante canon que no ha salido en las películas, pero como buen personaje de comic es bastante fuerte, así que le bajaré los poderes, ya veremos cómo queda.
En mi página de DeviantArt (En la carpeta Scraps) subí un mapa del lago para que se hagan una idea más clara,si me ponía a describirlo bien iba a sonar a libro de geografía y me tomaría un par de párrafos xD También aprovecharé para subir imágenes de cómo está Riverside actualmente, pero en los 60 no se estaba cayendo a pedazos aún. Mención al proyecto MK Ultra, ese si fue de verdad, si buscan pueden encontrar su extensa gama de experimentos.
