Peace could be an option
Capítulo 21
Abby no podía dejar de observar intensamente a Erik, tratando de entender qué le había pasado, pero el hombre era indescifrable. A primera vista parecía estar bien, sin embargo el único cruce de miradas que tuvieron luego de abandonar el hotel para ir a Nueva York le reveló que era sólo una actuación, esos ojos fríos con que la miró estaban ardiendo en el interior. El que tuviera el casco puesto tampoco ayudaba; en ese momento no le parecía ridículo sino un incómodo obstáculo, una pequeña caja de metal que lo aislaba. Se maldijo por no presionar para quedarse más tiempo en la base o incluso posponer la misión, pero sabía que Erik no la hubiera escuchado, mucho menos si lo pedía en frente de los demás.
Escuchó en silencio el plan que poco a poco se armó para ingresar a Riverside y averiguar qué estaba ocurriendo ahí y de qué forma estaba relacionado al grupo que ya sin dudas consideraban anti-mutante. Si aún no habían tomado la isla se debía al sencillo detalle de que era de día y aunque sentían que tenían suficiente poder como para repeler cualquier intento de defensa, Erik quería información más que un enfrentamiento.
―Iremos al puerto para hacer algunas averiguaciones ―ordenó Magneto, quería investigar un poco más la isla a una distancia segura antes de indicarle a Azazel que los llevara. Además, era el único lugar con acceso oficial a Riverside, hasta donde tenía entendido no había forma de aterrizar si se trataba de llegar volando, el lugar no tenía implementado ninguna pista para avionetas o helicópteros.
El mutante de piel roja llevó al grupo al lugar que su jefe indicó, ahí Emma utilizó sus poderes para acceder a la mente de un trabajador e indicarles exactamente de dónde partían las pequeñas embarcaciones y el ferry a la isla. Además también consiguió extraer la localización de la oficina de registros para poder obtener la información de pasajeros y horarios de abastecimiento.
―Mystique, ve a la oficina y consigue esos documentos ―indicó Magneto y la joven mutante asintió rápidamente―. Azazel, trata de encontrar algún lugar donde puedas llevarnos que esté desocupado y lejos de miradas curiosas. Necesitamos mantener nuestra ventaja, si alguien te llega a ver encárgate ―continuó recibiendo una sonrisa por parte del mutante antes de que desapareciera en una nube roja―. Nosotros vamos a buscar un lugar donde esperar.
Abby se mordió la lengua para evitar quejarse, Erik le había dado libertad a Azazel de matar a quien se encontrara y Riverside era un hospital para rehabilitación.
Esperaron en silencio dentro de una cabina administrativa del muelle que por suerte se encontraba vacía. Erik estaba sumamente concentrado, tratando de sentir la estructura de las edificaciones de la isla para poder generar una especie de mapa mental.
―Nadie va a venir, deja de preocuparte ―habló Emma mirando a Abby con molestia al notarla inquieta.
El regreso de Raven impidió que el comentario de la telépata diera paso a una discusión. La joven mutante traía consigo el manifiesto de los últimos meses con los pasajeros que llegaban y salían de la isla, así como de los suministros que eran llevados dos veces por semana. Tenían suerte, ese día no estaba programado ningún viaje para abastecer el hospital ni tampoco alguna visita o salida por parte del personal. Leyendo con un poco más de detenimiento resaltó de inmediato que en el último mes casi no habían nuevas entradas de pacientes y sólo unas tres personas tomaron un bote con destino a la ciudad para regresar unas horas después.
―Es muy poco movimiento para ser un hospital ―observó Raven, mirando con curiosidad los documentos.
―Las últimas semanas, pero antes de eso hay muchas salidas del personal los fines de semana ―señaló Abby con cierto recelo, no se suponía que estuviera ahí y mucho menos opinando―. Aunque haya funcionado como una fachada para algún grupo o el gobierno, algo ha cambiado.
―¿El incidente en Cuba? ―se atrevió a sugerir Raven.
―Quizás, pero no encaja con la fecha―opinó Abby antes de mirar a Erik que se encontraba en silencio con una expresión pensativa―. ¿Las Vegas?
―Sólo unos días después de Cuba ―replicó él, recordando el destino de los miembros del grupo anti-mutante que encontró en aquella ciudad―. Además los cuerpos no los habían encontrado aún cuando nos fuimos no encaja tampoco ―añadió sin importarle la reacción de ella, Abby sabía que los había matado y en ese momento no se sentía de humor para suavizar las cosas.
―O no está relacionado en absoluto. No siempre tiene que haber una relación directa. ―opinó Emma, antes de acercarse a abrir la puerta de su escondite y hacer una señal con la mano.
―Encontré un buen lugar y nadie me vio ―habló Azazel apareciendo en medio del grupo―. Pero no creo que les vaya a gustar lo que hay ahí dentro.
―¿Qué encontraste? ―preguntó Magneto dominando su mente para no crear un escenario falso de la situación.
―Tienen que verlo, la gente actúa de forma extraña, como si sus mentes estuvieran ausentes ―explicó, extendiendo sus manos para poder llevarlos y que vieran por ellos mismos.
. .
Aparecieron en el techo de lo que parecía ser una pequeña planta de carbón, la larga chimenea que se extendía hacia el cielo por varios metros emanaba una fuerte cantidad de humo. Desde su posición tenían una imagen clara del resto de las edificaciones de la isla y rápidamente Azazel comenzó a señalar las construcciones, aunque varias se veían casi iguales debido a la capa de nieve que las cubría.
El gran edificio en el extremo norte era el pabellón de tuberculosis o al menos lo había sido en la época en que se utilizó para mantener en cuarentena a los pacientes con dicha enfermedad cuando aún era un problema de salud pública por la cantidad de casos. Dos edificios más pequeños hacia el centro servían como los dormitorios de doctores y enfermeras. En el este se encontraba el último edificio importante, el antiguo pabellón para niños que había sido transformado en una escuela que por desuso se veía bastante dañada por los elementos.
―¿No estamos un poco expuestos? ―intervino Emma con un tono de decepción ante el proceder de su compañero y su elección como lugar de observación.
―En otras circunstancias quizás ―respondió Azazel señalando a un par de trabajadores a unos cuantos metros que se encontraban removiendo la nieve acumulada del muelle de la isla.
No pasaron más de unos instantes para que el grupo se percatara que los hombres mantenían un ritmo muy marcado e idéntico en su trabajo y que además uno de ellos estaba vestido con una indumentaria oscura muy diferente a la de su acompañante que llevaba un uniforme de enfermero demasiado delgado como para estar haciendo labores en el exterior.
―Ese no creo que haya sido trabajador de aquí ―señaló Azazel al hombre que llevaba ropa más adecuada para el clima―. Es lo mismo en toda la isla, hay enfermeras e incluso pacientes en bata y descalzos limpiando la nieve.
Erik observó de soslayo a Abby en silencio. Ella no lo reconocería, pero el atuendo oscuro de aquel hombre era consistente con los integrantes del grupo anti-mutante con el que ya se había topado dos veces. La escena le preocupó, esperaba enfrentarse por una tercera ocasión contra esa organización, pero por lo que podía ver uno de sus integrantes había caído víctima de algún tipo de control mental. No tenía idea qué estaba ocurriendo ahí. Había asumido, quizás de forma errónea, que eran aliados del gobierno.
―Mencionaste un proyecto ―habló Magneto dirigiéndose a Azazel.
―MK Ultra. No se sabe mucho sobre qué investigan ahí, pero sé que se enfocan en nuevas tecnologías para enfrentar a los comunistas o al menos esa es su excusa.
―¿Control mental? ―inquirió Emma con una sonrisa burlona―. Había escuchado de experimentos con nuevas drogas, este lugar debe de ser ideal para encontrar conejillos de indias con familiares desesperados por una rehabilitación.
―Esos no parecen pacientes ―recalcó Abby consternada ante la idea de un gobierno, su gobierno, experimentando con su propia población.
―Quizás se salió de control ―respondió la rubia.
―¿Por eso estaba en la mira del grupo anti-mutante? ―preguntó Raven, algo no encajaba ahí.
―No sirve de nada que sigamos haciendo suposiciones ―intervino Magneto cortante, posando la vista sobre la telépata.
―Yo me encargo ―habló Emma sin que él tuviera que explicarse.
La mujer dirigió la mirada a uno de los trabajadores y con seguridad se adentró en su mente. Pero algo inesperado ocurrió, en lugar de darles respuestas soltó un grito desgarrador y cayó al suelo sujetándose la cabeza. Todas las miradas se posaron sobre Emma, ninguno en el grupo comprendía que había ocurrido.
El primero en reaccionar fue Erik que de inmediato se agachó junto a ella y le cubrió la boca para evitar que hiciera más ruido. Levantó la mirada en dirección a Azazel y Riptide, pero ambos hombres parecían tan o incluso más desconcertados por lo que estaban viendo. Frost era una telépata con mucha experiencia y jamás la habían visto reaccionar así, normalmente sus víctimas eran la que soltaban los gritos.
―¿Qué ocurrió? ―preguntó Magneto cuando sintió que la mujer relajó un poco su cuerpo.
―No es uno ―murmuró con dificultad, cerrando los ojos con fuerza ante el tremendo dolor de cabeza que estaba sufriendo―. Son muchos conectados, es como si hubiera tratado de entrar a la mente de cientos de personas a la vez ―explicó luego de tomar aliento haciendo un gran esfuerzo por ordenar sus ideas.
―¿Por eso actúan así? ―inquirió Azazel, observando el exterior para comprobar con asombro que el hombre al que Emma trató de leer la mente seguía trabajando como si no hubiera escuchado nada a pesar de la cercanía―. Ni se inmutó, sigue lampeando nieve.
―Hay alguien controlándolos, no tienen voluntad propia ―continuó Emma sumamente incómoda por todas las voces que invadieron su mente sin aviso―. Es como si estuvieran atrapados, no tienen idea qué está ocurriendo.
―¿Quién los controla? ¿Pudiste verlo? ―cuestionó Magneto presionando por respuestas útiles, nadie le podía asegurar que tras el grito que soltó su presencia siguiera inadvertida.
―Creo que está en el sótano en el edificio principal, al menos desde ahí sentí la mente más dominante ―contestó Frost tomando su forma de diamante en un intento por bloquear por completo los rezagos del golpe telepático que recibió.
―Mystique, ve con Abby a buscar información de lo que sucedió aquí en las instalaciones de los doctores y enfermeras, sino encuentran nada ahí vayan a la escuela ―ordenó, causando bastante sorpresa en las dos mujeres, hasta ese momento siempre se había mantenido con Abby cuando se separaban―. Riptide, vigila que nadie nos dé una desagradable sorpresa, si Emma sintió a nuestro anfitrión hay la posibilidad que éste ya sepa de nuestra presencia ―indicó. Hubiera preferido darle esa labor a Abby, pero necesitaba alguien que no dudara al atacar―. Yo iré al edificio principal con Azazel ―prosiguió, él buscaría la fuente de toda la situación. Si se trataba de un mutante lo invitaría a unírseles, de lo contrario se encargaría personalmente.
―¿Y Emma? ―preguntó Abby preocupada, no es que la telépata fuera su persona favorita, pero incluso en su llamativa forma de diamante podía notarse su expresión adolorida.
―De ser necesario apoyará a Riptide ―respondió Magneto sin darle mayor importancia al hecho que la mujer seguía visiblemente afectada.
. .
Era la primera vez que Raven estaba a solas con Abby, ambas mujeres tuvieron una relación cordial e incluso amistosa en la mansión de Charles, pero desde que optaron por irse con Erik no habían cruzado más de unas cuantas palabras. Raven tomó el mando de inmediato, sabía que su acompañante no estaba entregada totalmente a la causa e incluso aunque lo estuviera, dudaba que tuviera experiencia infiltrándose. No era que ella fuera una experta en el tema aún, pero ya llevaba un par de trabajos bien hechos en compañía de Azazel y había aprendido rápido.
Avanzaron sin problemas hasta los edificios residenciales, en el exterior un par de personas se encontraban despejando un camino que había quedado cubierto por la nieve. Entraron rápidamente y notaron que habían sido ignoradas por completo, la actitud de esos trabajadores era igual que la que vieron desde el techo donde aparecieron.
Los corredores estaban mayormente vacios, aunque de vez en cuando alguna persona los atravesaba lentamente. Raven guió a Abby por los diferentes espacios de la construcción, haciéndole señas para que se detuviera o apresurara el paso.
―Tenemos suerte que el edificio esté medio vacío y que ellos parezcan ausentes ―comentó Raven tomando a Abby del hombro para hacerla retroceder a un punto donde podía permanecer oculta ante el que parecía ser un doctor de apariencia descuidada avanzando con los ojos fijos en la nada.
―Me dan escalofríos ―admitió Abby tratando de ignorar al hombre que pasaba a unos metros frente a ellas, no era el primero que se cruzaban, pero su expresión ausente era perturbadora.
―¿Crees que podamos caminar entre ellos sin problemas? ―preguntó Raven con curiosidad. Estaba segura de que Abby ya habría llamado la atención de alguno si no fuera por sus mentes ausentes.
―No creo que valga la pena arriesgarnos ―respondió bastante segura.
―Entonces tienes que tener más cuidado ―indicó la menor con una sonrisa de confianza.
Abby soltó un suspiró y asintió. Podía ser sigilosa y ocultarse, pero atravesar un edificio completo, subiendo escaleras y avanzando por largos corredores era más de lo que su habilidad daba. Pero no pudo evitar notar que Raven tenía un talento nato sin necesidad de cambiar de apariencia, era extremadamente ágil y rápida.
―Si hay algún documento no creo que lo encontremos aquí ―opinó Abby, provocando que Raven se detuviera luego de revisar el tercer dormitorio de la segunda planta―. En la entrada no había nada y el resto deben de ser habitaciones, puede que algún doctor se haya llevado algún informe o que alguna enfermera hiciera lo mismo, pero son demasiadas habitaciones.
―¿Crees que tengamos mejor suerte en la escuela?
―Azazel comentó que estaba abandonada, pero si fue adaptada para dictar clases es mucho más seguro de que también tenga espacio de oficinas.
Decidieron probar suerte en la escuela y supieron que tomaron la decisión correcta tan sólo unos pasos después de ingresar al lugar. Si bien no había rastros de ninguna persona, a diferencia de los dormitorios, la relativa limpieza en comparación al deteriorado estado exterior dejaba ver que había sido habilitado nuevamente.
Exploraron la recepción y encontraron un detallado listado con extensiones de teléfonos, así como números de oficinas. Las antiguas aulas habían sido transformadas en espacios de trabajo y de almacenaje de documentos. De inmediato Raven comenzó a memorizar los lugares por los que empezarían, tenía un buen par de ideas dónde podían estar las pistas que necesitaban.
―Vamos al tercer piso ―indicó ella con una sonrisa de satisfacción―. Espero que estés de humor para leer un poco ―bromeó comenzando a avanzar, seguida muy de cerca por Abby.
Raven ignoró las oficinas que llamaban la atención a Abby, tenía una idea mejor que revolver escritorios. Su compañera había señalado un punto importante cuando estuvieron revisando habitaciones de doctores y enfermeras; no conocían los nombres de las personas que podían tener información útil. Fue por eso que irían de frente a donde almacenaban los documentos, si estaban realizando un experimento a gran escala la información no iba a caber en un cajón, ya de ahí podrían dirigirse a la oficina de quien estuviera a cargo si es que era necesario.
―Genial ―masculló Mystique cuando se topó con una puerta cerrada―. ¿Sabes abrir puertas? ―preguntó desanimada y anotó mentalmente que iba a tener que aprender, no siempre estaría en compañía de Azazel evitando obstáculos con sus dones.
―No ―respondió Abby antes de chasquear la lengua y dirigirse a una ventana cercana―. Aunque podría tratar ―ofreció levitando un puñado de la nieve que descansaba ahí. Seguía participando en la incursión ilegal a Riverside y lo peor era que con total libertad, nadie la estaba coaccionando, podía imaginar la sonrisa en el rostro de Erik.
Raven la observó con curiosidad y su rostro se iluminó cuando vio la nieve volverse agua e ingresar por la ranura de la puerta para luego solidificarse. El primer intento fue un fracaso y de haber sido una llave real hubieran tenido que encontrar una manera de retirar los restos de la cerradura cuando se rompió dejando un pedazo en el interior.
―Creo que tienes que empujar un poco los topes internos, por eso las llaves tienen picos ―aconsejó Raven, no era una experta, pero tenía una idea de cómo debía funcionar el mecanismo.
El segundo intento tomó algo más de tiempo, pero dio resultados satisfactorios para sorpresa y alegría de ambas mujeres. De inmediato entraron, ya llevaban mucho tiempo en el corredor y aunque no parecía haber nadie era mejor no jugar con su suerte.
Mystique comenzó a pasar por las filas de archivadores y estantes llenos de cajas y documentos, separando algunos conforme iba avanzando. Abby inició la revisión de lo que la otra mujer separaba, consciente de que parecía tener una buena idea de qué estaba buscando.
Lo que más abundaban eran reportes médicos llenos de anotaciones sobre el avance de los pacientes ante diferentes dosis de diversas drogas y tratamientos. En un primer momento todo parecía normal hasta que destaparon una caja con fichas médicas acompañadas de fotografías un tanto perturbadoras donde era claro que el paciente no estaba en posición de negarse a los procedimientos.
―No hay nada ―soltó molesta Raven golpeando una de las cajas que había revisado.
―¿Nada? ―repitió Abby con el estómago revuelto. Los informes señalaban que parte de los supuestos pacientes eran personas sanas, sin familiares que los extrañen, que habían sido llevadas contra su voluntad para someterlas a experimentos con drogas experimentales.
―Nada sobre los nuestros ―aclaró Raven al sentir el malestar en su compañera―. Es horrible, pero no es lo que estábamos buscando y tampoco explica qué ocurrió aquí.
―¿Qué hacemos entonces? ―preguntó Abby volteando una fotografía para no tener que ver el rostro de uno de los pacientes siendo sujetado por un armatoste de metal.
―Busquemos los informes de los últimos pacientes, quizás alguno fue traído por el grupo que estamos siguiendo, aunque dudo mucho que haya sido admitido formalmente si es así ―opinó Raven con desgano.
. .
Cuando la nube roja se disipó, Erik notó que se encontraban dentro de un edificio en un largo corredor que se extendía hacia ambos lados con numerosas puertas de metal que tenían una pequeña puertilla a la altura de los ojos. Debían de tratarse de las habitaciones de los pacientes. Se animó a observar el interior de una abriendo la ventanilla y notó que aunque estaba vacía parecía que alguien había utilizado la instalación en algún momento y nadie la había limpiado. Repitió la operación dos veces más y llegó a la conclusión de que los pacientes estuvieron ahí hasta unas semanas atrás, pero por algún motivo fueron movidos y nadie se encargó de ordenar las habitaciones luego.
―Mencionaste que estaban operando a menos de la mitad de su capacidad ―habló Magneto mirando a Azazel que se mantenía en silencio a su lado.
―Sí, como un espacio de rehabilitación para personas con problemas de drogadicción, supongo que no muchos buscan ayuda.
―Estamos en el cuarto piso ―mencionó ante la respuesta luego de observar por una ventana cercana―. Llévanos al primero, si los pacientes están en algún lugar seguramente será ahí.
La escena se repitió, las habitaciones de la primera planta también se encontraban vacías y desordenadas, incluso era más notorio ya que muchas puertas habían sido dejadas abiertas. Erik sabía que eso significaba que algo muy malo había ocurrido, seguramente una buena parte del personal y de los pacientes estaban muertos. Los cuerpos podían estar descomponiéndose en el sótano o fueron lanzados al río, incluso la planta de carbón comenzó a volverse sospechosa, él había trabajado quemando cuerpos en Auschwitz.
―El edificio parece vacío ―recalcó Azazel―. Los de afuera actúan como trabajadores, alguien quiere mantener cierto nivel de apariencia, quizás conservó una decena de personas para eso.
―Vayamos al sótano, hay dos niveles bajo tierra, si alguien se está ocultando es posible que sea ahí ―indicó Magneto tomando en consideración las palabras del otro mutante.
Con el don de Azazel se transportaron a los niveles inferiores y de inmediato un desagradable olor les alertó que encontrarían algo ahí. Nuevamente se toparon con el mismo patrón de distribución, largos corredores con habitaciones hacia ambos lados, pero la diferencia era que en ese nivel no había ningún tipo de ventana o luz natural. El que la energía siguiera funcionando sorprendió un poco a Erik, pero a pesar de que el olor nauseabundo significaba que había algo cerca, los ambientes seguían estando vacios.
Con cuidado Erik se adentró a una habitación que tenía una silla de metal con correas para las extremidades. Reconoció que no se trataba de un implemento médico al ver los restos de sangre seca salpicada en la pared, esas eran señales claras de tortura ante sus ojos. Siguió investigando más habitaciones, algunas se encontraban vacías, pero otras le traían desagradables recuerdos de las instalaciones supuestamente médicas en el campo de concentración.
―Cuando acabó la guerra algunos científicos Nazis fueron reclutados por los Estados Unidos ―habló Magneto en voz alta captando la atención de Azazel.
―Para apoyar contra los Soviéticos ―intervino el mutante de piel roja―. Algunos dicen que los Nazi no perdieron solo se mudaron a América.
Erik le dirigió la mirada, eso era lo que estaba pensando, pero encontrar confirmación en boca del hombre que trabajó justamente para uno de ellos le provocaba una sensación incómoda. Al final los supuestos héroes permitieron que los monstruos se les unieran sin importar toda la gente que sufrió bajo sus manos.
―No vamos a encontrar nada aquí, sigamos el olor, posiblemente nos lleve a lo que estamos buscando ―indicó Magneto comenzando a caminar.
―No creo que esto haya sido obra de humanos ―opinó Azazel siguiendo a su líder―. Creo que experimentando se toparon con algún mutante.
Erik asintió en silencio, hasta el momento esa era la idea con más sentido para explicar el estado de las instalaciones y los humanos sin control de sus actos. No temía por su mente, el casco lo protegería o al menos esperaba que lo hiciera, pero un mutante que podía controlar la voluntad de otros era sin dudas peligroso, incluso más que Frost por lo que podía apreciar. Si lograba convencerlo de que se les uniera sería un gran aliado, de lo contrario tendría que pensar muy bien si dejarlo tranquilo o eliminarlo.
Se adentraron por los extensos corredores hasta que sintieron la pestilencia volverse mucho más notoria en las escaleras que llevaban a la planta inferior. Sin dudarlo siguieron descendiendo, a ninguno de los dos parecía incomodarle demasiado el deteriorado estado del lugar. La humedad ya había comenzado a carcomer algunas paredes y varias de las luces del techo fallaban por momentos. Encontraron la fuente del olor a descomposición y se trataba de varios almacenes de alimentos con comida malograda.
―No era exactamente lo que esperaba ―comentó Magneto con fastidio, por más horrible que sonara se hubiera sentido más tranquilo con un cuarto lleno de cadáveres―. Sigamos, terminemos de explorar.
El par continuó hasta que llegaron a un gran ambiente subterráneo que estaba habilitado como un espacioso laboratorio. No habían cuerpos, pero los instrumentos y camillas de metal le daban una apariencia tenebrosa, eso sumado a varias jaulas de gran tamaño dispuestas a un lado. Erik avanzó sintiendo un brote de furia, pero se detuvo luego de unos pasos al notar cómo hacia un lado de la gran habitación había un agujero oscuro que se perdía en las profundidades de la tierra suficientemente espacioso como para que un par de personas caminaran lado a lado.
―¿Qué demonios es eso? ―preguntó sabiendo que no conseguiría respuesta.
―Hay alguien aquí ―susurró Azazel indicando con la mirada una de las jaulas.
Erik avanzó con paso firme y se encontró con los cuerpos de tres personas, cada uno en su propio espacio. Sin embargo notó que un ligero sollozo provenía de la jaula que tenía el aparente cadáver de una mujer. Casi como si se tratara de barrotes de papel se abrió camino al interior y la imagen del cuerpo sin vida desapareció dejando ver a una joven acurrucada en la esquina opuesta, temblando como un animal asustado.
―Una ilusión ―habló Azazel con interés, causando más miedo aún en la mujer cuando se dejó ver por ella―. Hay otro vivo al parecer ―avisó, señalando con su cola la jaula de al lado donde en lugar del cuerpo que vieron inicialmente un hombre los observaba con mucha sorpresa.
―¡Sáquenos de aquí antes de que ella regrese! ―pidió él acercándose a los barrotes.
―¿Y tú quien eres? ―preguntó Magneto no muy seguro de si se trataba de un humano o un mutante.
―Fabián Cortez. Unos locos que se creían militares me trajeron a este infierno ―respondió casi escupiendo las palabras.
―¿Ambos son mutantes? ―cuestionó Magneto sintiendo un poco más de seguridad al escuchar las palabras del hombre.
―Así me llamaron los que me capturaron, a él también lo trajeron, pero no sobrevivió ―respondió señalando al tercer cuerpo que seguía en el piso, muerto realmente―. Leslie ya estaba aquí, fue el monstruo quien la encerró con nosotros al no poder transformarla cuando tomó control del lugar.
―¿Transformar? ―repitió Azazel llevando una mano hacia una de sus dagas que colgaban de su cintura.
―La mujer o monstruo, transforma a los que muerde, pero parece que nosotros somos inmunes ―aclaró Fabián con impaciencia mostrando unas desagradables marcas de mordida en el brazo―. Cuando se percató que no podía hacernos nada hace unos días se volvió agresiva y mandó a sus criaturas a atacarnos, a él llegaron a matarlo ―añadió señalando el cadáver de la jaula continua―. Ayudé a Leslie con sus poderes para que mantuviera una ilusión y se olvidaran momentáneamente de nosotros.
Magneto decidió liberarlos, al menos por el momento parecía que se trataba de mutantes, pero las palabras de Fabián aunque sirvieron para descifrar algo de lo ocurrido, también generaron más interrogantes.
. .
La vibración en las ventanas de la habitación que estaba siendo usada como depósito llamó la atención de las dos mujeres que aún se encontraban revisando los documentos ahí. Raven se asomó con curiosidad y sus llamativos ojos amarillos se abrieron con mucha sorpresa ante lo que veía.
―Es un idiota ―soltó la mutante azul cuando Abby se acercó a ella para ver qué estaba ocurriendo―. ¡Cómo se le ocurre exponernos así! ―exclamó exasperada al ver un remolino gigante en la mitad de la isla haciendo volar algunos cuerpos.
―Creo que deberíamos salir de aquí ―opinó Abby retrocediendo unos pasos con temor de que algo golpeara los vidrios y los rompiera sobre ellas.
Mystique asintió con molestia, pero antes de poder dar un paso algo derribó la puerta que con tanto cuidado abrieron para no dejar pistas de su presencia. Ambas mujeres se sorprendieron cuando vieron frente a ellas una criatura humanoide vistiendo lo que parecía ser una bata de hospital andrajosa sobre su cuerpo cubierto de un pelo corto oscuro. El rostro desfigurado mostraba grandes colmillos y un par de ojos más adecuados para un insecto que una persona.
Sin previo aviso la criatura se abalanzó sobre Abby, golpeándola contra el escritorio en el que estuvieron leyendo. Mystique reaccionó rápidamente y con un veloz movimiento saltó sobre la criatura para luego darle una patada que lo dirigió directamente contra la ventana, haciéndolo caer al exterior.
―¡Vámonos!
Sin pensarlo, Raven tomó de la muñeca a Abby y comenzó a correr en dirección a la salida, las habían descubierto o mejor dicho descubrieron a alguien más, seguramente Riptide por su posición vio el movimiento y comenzó a usar sus poderes. Sabía que no podía pedirle a Abby que saltara del tercer piso a la planta baja como ella haría si estuviera sola, así que tendrían que llegar a las escaleras.
Unos gruñidos las obligaron a detenerse, otra de esas criaturas, con lo que parecía ser los restos de un vestido de enfermera, apareció frente a ellas. Raven jaló a Abby para ponerla detrás, ella podía mantener un enfrentamiento cuerpo a cuerpo o al menos pensaba que podría. Sin embargo no fue necesario que peleara, una ventana cercana se rompió por la presión de la nieve ingresando y se dirigió sobre su enemigo, cubriéndolo antes de congelarse y dejarlo pegado al suelo.
―La nieve… ―susurró Raven girando para notar como Abby bajaba las manos luego de manipular su elemento―. Acumúlala debajo, tenemos que salir rápido no hay tiempo para las escaleras.
Abby asintió, no tenía la intención de seguir navegando por esos corredores que ya no se sentían para nada seguros. Se asomó por la ventana y provocó que toda la nieve cercana se acumulara debajo de ella, ablandándola en el proceso, eran al menos seis o siete metros de caída y no estaba segura si sería suficiente.
―Dame la mano, así será menor la caída ―ofreció Raven tomándola de la muñeca para que se descolgara de la ventana y evitar al menos un metro extra de caída.
Abby se soltó y suspiró aliviada cuando no sintió ningún dolor. Estaba enterrada en la nieve, pero eso no le importaba en absoluto, por un instante su cerebro le sugirió que se quedara oculta ahí. Pero cuando sintió otro cuerpo caer cerca alejó la capa protectora para poder seguir moviéndose.
―Hay más en el edificio ―alertó Mystique, notando el movimiento detrás de las ventanas.
Abby no esperó a saber si la muchacha tenían algún plan y endureció la nieve sobre la fachada del edificio para impedir que alguna de esas criaturas saliera con tanta facilidad detrás de ella mientras se retiraban.
―Eso parece útil ―La voz de Riptide captó la atención de las dos mutantes, el hombre se acercó a ellas luego de lanzar una ráfaga de viento que elevó por los cielos a otra de esas criaturas―. Temo que ya saben que estamos aquí ―habló nuevamente, con entusiasmo, normalmente era reservado y no decía mucho, pero disfrutaba una buena pelea.
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Con los dos nuevos mutantes a salvo y tras asegurarse de que no hubiera otro capturado, Erik se dispuso a seguir investigando, no pensaba irse hasta encontrar al causante. Sin embargo sus planes sufrieron una interferencia cuando sin previo aviso todas las luces se apagaron y una ola de gruñidos se escuchó peligrosamente cerca.
―Debimos de traer al chico nuevo ―bromeó Azazel al verse envuelto en la oscuridad total.
―Sácanos de aquí ―ordenó Magneto, el único que veía en la oscuridad era el muchacho que dejaron en el hotel y aunque estuviera con ellos no servía de nada, no podían pelear si no veían al enemigo personalmente.
Magneto colocó la mano en el hombro de Azazel que momentos antes había estado un paso detrás de él. Un pequeño grito soltado por Leslie dejó claro que el mutante rojo la había encontrado y asumió que también a Fabián aunque éste no dejó escapar sonido alguno. En un instante se vieron rodeados por la nube roja bajo la luz del exterior.
Notas de autora: He peleado un poco al tener que decidir cuándo usar Erik y cuándo Magneto, ya me había acostumbrado mucho a que estuviera mayormente con Abby donde es sencillamente Erik. Pero creo que es una buena forma de señalar la diferencia de ambas caras e incluso de su humor. Con Raven es algo similar, pero en su caso la distinción no creo que sea tan importante.
Y por aquí apareció un personaje que inicialmente no había pensado poner, pero que tras unas charlas con mi beta se hizo su espacio y tras más charlas se ganó su punto de aparición aquí cuando comencé a escribir el capítulo. Fabián Cortez es un personaje canon con una historia más compleja de lo que se vio en el dibujo de los 90, pero que trataré de adaptar en medida de lo posible, así que no esperen algo completamente fiel a los comics y aquí tampoco hay Asteroide M como en el dibujo xD
El próximo será un capítulo con más acción y veremos quién está detrás del estado de Riverside.
