Peace could be an option
Capítulo 28
Erik demoró unos segundos en reaccionar, no era usual en él quedarse sin palabras, pero un embarazo era algo para lo que no estaba preparado. Su mente comenzó a trabajar velozmente, recalcándole que las múltiples noches en compañía de Abby no tenían razón para estar eximidas de la ley natural, por lo que la posibilidad de tener un hijo no debería de haberle tomado por sorpresa.
―Vamos adentro ―pidió y ella asintió en silencio. Iban a tener una conversación larga y un balcón en pleno invierno no era el lugar más adecuado.
Cuando Abby tomó asiento en la cama, Erik se acomodó a su costado. De inmediato notó que no era capaz de intuir lo que ella estaba pensando, algo bastante inusual ya que normalmente era un libro abierto para él. Trató de analizarla, de interpretar cada pequeño movimiento o incluso el ritmo de su respiración, sin embargo lo único que podía sentir emanando de ella era nerviosismo a un nivel muy cercano al miedo a pesar de su aparente tranquilidad.
Comprendía que con un anuncio como el que recibió no había escapatoria, iban a tener que tomar decisiones claras, seguir postergando la conversación sobre su futuro como pareja ya no era una opción. Minutos antes había estado bastante convencido que el hotel no era el mejor lugar para Abby. Aunque le costara aceptarlo, separarse era algo inevitable y hacerlo por decisión mutua era un mejor final que en medio de una pelea en un futuro no muy lejano. Pero todos los argumentos que lo habían llevado a convencerse se esfumaron con las palabras de ella.
Iba a ser padre y eso lo cambiaba todo. Jamás se imaginó como un hombre con familia, la verdad era que hasta hace unos meses el futuro para él simplemente se resumía en dos opciones: venganza o muerte. Sin siquiera haberlo planeado poco a poco estaba reconstruyendo lo que el destino le arrebató tan cruelmente, pero no era el momento adecuado.
―No pareces feliz ―comentó, sin saber muy bien cómo manejar la situación.
―Debería estarlo, ¿no? ―replicó Abby con una sonrisa triste―. Hannah no dejaba de sonreír cuando se enteró de su embarazo, creo que llamó a cada persona que conocía para contarle.
―No eres tu hermana ―intervino él, tratando de no quedarse en silencio y consiente que no había negado su falta de alegría.
―Y unos meses después volvió a llamar a todos sus conocidos cuando se enteró que no era sólo un bebé ―continuó, recordando lo emocionada que se veía su hermana ante la idea de que su primer embarazo la volvería mamá de dos bebés―. Me quejé con ella por no planear una forma más original de anunciarlo, claro que estando tan eufórica no creo que hubiera podido guardar la noticia por más de unas horas ―agregó sonriendo de medio lado.
En ese momento Erik se dio cuenta que, a diferencia de él, Abby tenía expectativas mucho más amplias que sólo un bebé saludable como resultado final. No podía culparla, no se encontraban en medio de una guerra donde uno se enfoca en lo más básico, ella no tenía razón para conformarse con lo mínimo.
―¿Vas a quedarte? ―preguntó Erik, necesitaba saber qué pensaba hacer ella.
―¿Quieres que me quede? ―replicó Abby cerrando los ojos―. No quiero irme.
―Es tu decisión ―respondió, sabía que lo que realmente quería decir ella era que deseaba quedarse con él, sólo con él.
―Es tuyo ―dijo ella dirigiéndole la mirada al fin―, no es sólo mi decisión.
―No voy a abandonar esta lucha, menos ahora ―Si antes quería velar por el futuro de los suyos, la llegada de un hijo era aún más razón para hacerlo. Su deber como padre era garantizar que estuviera a salvo, sabía por experiencia propia lo que podía ocurrir cuando quien te debe proteger pone demasiada confianza en que la sociedad no va a lastimarlos.
―No es lugar para criar un hijo ―intervino Abby, comprendiendo que Erik seguía completamente convencido que algo malo iba a pasarles.
―No, no lo es ―aceptó y también dudaba que él fuera adecuado para tomar el rol de padre―. Puedo llevarte a casa, ahí estarás a salvo y tendrías ayuda ―ofreció, en su mente era la opción más lógica.
―¿Eso es lo que quieres? ―preguntó Abby mirándolo intensamente.
―No ―respondió, en ese momento no estaba seguro de qué era lo que quería.
―Entonces no tienes que llevarme a Great Falls ―replicó bajo la mirada curiosa de Erik. Ella no estaba cómoda en el hotel y no comulgaba con sus ideales respecto al futuro de los mutantes, sin embargo lo último que quería hacer era separarse de él.
―Abby…
―¿Qué se supone que le voy a decir si me voy? ―le interrumpió elevando la voz cuando notó que pensaba convencerla de que era mejor llevarla con su familia. Si se separaban no sólo tendría que enfrentar al mundo sola, sino que en algún momento se vería obligada a explicarse con su hijo.
―No lo sé ―respondió con honestidad, recién estaba comenzando a asimilar la noticia, aún no había pensado más allá de eso.
―Jamás lo verías ―Ella lo sabía, Erik desaparecería, mantendría su distancia―. ¿Tienes idea lo que va a tener que afrontar si nos separamos? ―preguntó alarmada, a la sociedad no le gustaban los niños sin padre y no demoraban en demostrarlo.
―Te estás adelantando demasiado ―intervino Erik, notando que Abby se estaba alterando―. Lo principal es que estén a salvo y aquí no lo van a estar.
―¿Y si es mutante? Tú lo dijiste, posiblemente vaya a serlo ―Recordaba cuando le hizo ese comentario en la mansión de Charles.
―Eso lo resolveríamos en unos años si es que hay necesidad ―respondió con seguridad, quizás para ese momento ya no habría peligro.
―Esto no es como cuando decidí probar suerte e ir a la universidad a ver si podía hacerlo. No puedo simplemente regresar a casa y seguir como si nada hubiera pasado; no sé si puedo hacer esto sola ―confesó asustada, era la verdad, sus posibilidades laborales se volverían aún más escasas de lo que ya eran e iba a necesitar trabajar si quería criarlo―. Un bebé necesita a sus padres, no a sus abuelos o a sus tías. No voy a irme a menos que vengas conmigo.
―Eso lo sé, pero a veces no es posible ―respondió Erik tratando de relajarse para poder ver con claridad qué decisión era la mejor. Observó con atención a Abby, notando que no iba a ceder, si pretendía llevarla a Montana tendría que ser por la fuerza y no pretendía hacerlo, podía ver lo preocupada que estaba―. ¿Y qué harías si te quedas? ―se animó a indagar―. Sé que no eres feliz aquí.
―Ignorar a Fabián ―contestó bufando sin ser capaz de dar una respuesta seria.
―¿Podrías ignorar todo? ―preguntó Erik tomándole el rostro con una mano para verla directamente a los ojos, quizás esa era la salida a la difícil situación en la que se encontraban―. ¿No involucrarte en las misiones o tratar de averiguar qué estamos haciendo? Yo no te diría nada, para ti este sería sólo un hotel en el que estaríamos viviendo.
―Quizás ―contestó llena de dudas, extrañada ante la propuesta―, pero no creo que eso sirva por mucho tiempo.
―Una base permanente de esta magnitud nunca fue mi plan ―explicó Erik, ya más tranquilo, comenzando a imaginar posibles escenarios a futuro―. Todos juntos somos un objetivo muy llamativo, cuando estemos más organizados lo ideal sería tener puntos de encuentro, pero no vivir juntos.
―¿Cuánto tiempo?
―No lo sé, no más de un año. Pasarías el embarazo aquí y luego de unos meses más nos iríamos ―respondió tras meditarlo un poco, era la forma de mantener al grupo y a Abby―. Me juntaría con los demás cada cierto tiempo para organizar y dirigir.
―Seguiría siendo peligroso ―opinó Abby, aunque sumamente tentada por la oferta. No era lo ideal y estaba segura que en ese momento era la desesperación hablando, pero era un paso más cerca a lo que ella quería.
―Sí ―aceptó él―. Pero sé moverme, mantendré el peligro lejos de donde vivamos.
―¿A dónde iríamos? ―preguntó Abby permitiéndose sonreír un poco ante un futuro no tan gris.
―Donde quieras, no tenemos restricciones ―respondió con confianza al ver como ella se animaba―. Pero posiblemente una ciudad con muchos habitantes sería lo mejor para pasar más desapercibidos.
Abby sabía que se estaba dejando ilusionar, que mil cosas podían salir mal antes de que Erik cumpliera y se alejaran del resto, pero se negaba a considerar la otra opción: separarse y criar al bebé sola. Si había una posibilidad de estar con él iba a tomarla, pese a que ya tenía experiencia rechazando el rol que se esperaba de ella, iba a pelear por tener una familia unida.
Por su parte Erik era consciente que acababa de hacer una oferta difícil de cumplir, el grupo iba a absorber mucho de su tiempo, más ahora que Wide Awake parecía estar fortaleciéndose. Sin embargo los recuerdos felices de su infancia le hacían imposible negarse a la oportunidad de formar una familia, más cuando sin querer ya la tenía. Alejar a Abby era lo más seguro, más si estaba embarazada, pero si antes le tomó mucho esfuerzo llegar a esa conclusión y estar a punto de actuar conforme, ahora le resultaba imposible hacerlo.
―¿Cuánto tiempo tienes? ―preguntó, necesitaba comenzar a planear.
―No lo sé, Emma dijo que posiblemente un mes.
―¿Frost? ―cuestionó sin comprender.
―Ella me lo confirmó, yo lo sospechaba aunque no quería pensarlo demasiado ―explicó, relatándole la pequeña conversación que tuvo con la mujer.
Erik escuchó atento, sintiendo como su cuerpo se tensaba por la cólera. Le advirtió a Frost que no volviera a usar sus poderes con nadie del grupo y no le interesaba el tecnicismo respecto a si el bebé que esperaba Abby podía considerarse en esa lista. ¿Y si le hizo algo? Emma había sido cercana a Shaw, pudo haber tomado la oportunidad para vengarse sin exponerse a una represalia, pasarían meses antes que pudiera saber si debía cazarla o no.
―¿Erik? ―Abby notó preocupada como los músculos del cuello del hombre parecía que iban a explotar.
―Voy a buscar un médico para que nos pueda decir si todo está bien y nos confirme el tiempo.
―¿Médico? ―repitió Abby bajando la mirada con preocupación.
―¿Sucede algo? ―cuestionó él, olvidándose por unos momentos de Frost al ver la reacción de ella.
―No, nada ―respondió mordiéndose el labio inferior. Era lo más lógico y sabía que era lo mejor, pero la mención de un doctor le hizo recordar todas las historias sobre madres solteras a las que les arrebataban sus bebés.
―¿Qué te preocupa? ―insistió, nuevamente podía ver a través de ella con facilidad.
―No estamos casados ―respondió nerviosa y cuando Erik la miró sin comprender muy bien qué tenía que ver eso con la visita al médico ella prosiguió―. Muchos creen que las mujeres solteras no van a ser buenas madres y piensan que es mejor dar los bebés en adopción a parejas casadas.
―¿Tienes miedo que alguien vaya a quitarte al bebé? ―cuestionó levantando una ceja. Ese nivel de paranoia era inusual en ella, incluso él que era mucho más consciente de las atrocidades que la gente podía cometer no imaginaba que algo así pudiera ocurrir―. Voy a ir contigo, estás preocupándote por gusto.
Abby asintió tratando de convencerse que Erik tenía razón. Si iban juntos, sumado a que no se veían como una pareja de adolecentes, era posible que nadie se percatara de que no estaban casados.
―Va a ser Navidad ―recordó ella cuando trató de pensar qué día sería bueno para ir a que la revisen.
―No creo que vayamos a poder ir a tu casa si eso estás pensando ―habló Erik con cautela. No quería volver a usar a Azazel para que lo acercara a Montana y a sólo unos tres días de noche buena la otra opción era manejar a toda velocidad a través de tres estados, algo que hasta antes del anuncio de Abby no le hubiera incomodado demasiado.
―Ya lo sé ―respondió negando ligeramente―. Lo decía por los médicos.
―Estoy seguro que van a atender ―opinó meditándolo un poco.
―Para emergencias quizás, pero para ser atendidos por primera vez puede que sea más sencillo esperar.
―No perdemos nada tratando ―insistió, pese a que notó que ella se veía algo renuente―. Vamos a tener que alejarnos un poco y además tratar de evitar todo lo posible cualquier registro médico.
―¿No tienes idea cómo funcionan los hospitales, no? Uno no puede salir sin dejar rastro de que se trató ahí ―cuestionó ella, no iban a atenderlos sin al menos pedir sus nombres y abrir una ficha para que el doctor hiciera sus anotaciones.
―Eso déjamelo a mí ―contestó sonriéndole, él sabía cómo manejarse muy bien en ese aspecto.
. .
A la mañana siguiente Erik comenzó a revisar mapas de la zona en búsqueda de un hospital que pudiera cumplir con sus expectativas. La ciudad más grande del estado, Minneapolis, se encontraba a más de 250km. una distancia prudencial que en otro tipo de situación le serviría, pero que le parecía demasiado cercana como para llevar a Abby. No debía de dejar ningún rastro, tenía que eliminar la posibilidad de que algún día se pudieran cruzar de casualidad con los médicos y enfermeras del lugar. Visitarían una vez el hospital para verificar que todo estuviera bien y de ser así no regresarían, se las arreglarían con algún médico de pueblo pequeño o partera para el resto del embarazo.
Siguió buscando opciones más lejanas, descartando por completo la opción de ir a Montana, la familia de Abby vivía ahí y si algo ocurría a futuro quería esa zona libre de problemas. Chicago llamó su atención; con su población, porcentaje elevado de inmigrantes y problemas sociales seguramente el personal médico los olvidaría rápidamente. Sin embargo no lograba convencerse, a pesar de que pensaba utilizar documentación falsa sentía que con Wide Awake moviéndose necesitaba algo incluso mucho más seguro.
En ese momento sus ojos se dirigieron al norte del mapa, cruzando los límites del país. Canadá era una opción, se encontraban relativamente cerca a la frontera y dudaba que el control en esa zona fuera muy fuerte entre las dos naciones aliadas. Winnipeg era la ciudad más cercana y hasta donde tenía conocimiento era parte de una ruta de comercio, lo que significaba mucho movimiento de población, un escenario perfecto para él.
Se decidió por Canadá, incluso pensó que Abby se sentiría más a gusto en una ciudad con fama de tener inviernos horribles que en Chicago o Minnesota. Lo único que quedaba era ver qué hacer con los mutantes que lo estaban siguiendo.
Fabián no podía quedarse en el hotel durante su ausencia, seguramente volvería para encontrarse con menos miembros. Pero no sería problema, lo enviaría a California en compañía de Riptide y Azazel para localizar a Angel y ver si la muchacha consiguió algo de información. Aún estaba molesto con ella por haber decidido quedarse a investigar, sin embargo podía pasarlo por alto si es que obtenía algo de utilidad. Mystique quedaría a cargo del hotel y dado que era la que parecía haber tomado más en serio el rol de mentora quizás podría seguir trabajando en ello sin que nadie la interrumpa.
Con todo planificado reunió al grupo para darles las indicaciones correspondientes. No explicó qué haría con Abby en Canadá, no era el mejor momento para revelar su estado y tampoco sentía que debía dar explicaciones sobre sus acciones. Los tres mutantes asignados a encontrar a Angel parecían conformes con su misión, pero Mystique no pudo ocultar a tiempo la expresión de desencanto cuando escuchó cuál sería su labor. Erik se sintió un poco confundido ante la reacción de la joven mutante, no parecía molesta y estaba seguro que la labor en sí misma no era lo que la desanimó, había algo que no era capaz de distinguir, pero rápidamente asumió que debía de ser a causa de la fecha que se acercaba, la primera Navidad que pasaría alejada de Charles.
―Hay que alistar algo de ropa ―dijo Erik luego de retirarse en compañía de Abby.
―¿A qué vamos a ir a Canadá? ―cuestionó ella sin comprender, pensando que la estaba embarcando en alguna misión.
―Es más seguro si vamos a un hospital en otro país ―respondió con tranquilidad―. No creas que te estoy engañando. Ya lo hablamos ayer, si eres capaz de ignorar lo que hacemos aquí en unos meses nos iremos ―añadió mirando como ella se relajaba.
―Pero Canadá ―susurró pensativa―. ¿Qué parte?
―Winnipeg, está un poco más lejos que Minnesota, no será problema.
―¿Eres consciente que tenemos que cruzar una frontera? ―inquirió ella con curiosidad, si lo que Erik quería era no dejar rastros de sus movimientos esa era una pésima opción a su parecer.
―No vamos a cruzar oficialmente ―respondió él sonriendo maliciosamente, ignorando la mirada de reproche que Abby le lanzó de inmediato.
. .
Cuando Erik le dejó entredicho que no ingresarían a Canadá por un puesto fronterizo, no se imaginó que lo harían en la mitad de la noche, con las luces apagadas, atravesando una zona de granjas cubierta de nieve mientras él levitaba el automóvil para no dejar el rastro de los neumáticos sobre la capa blanca. Parecía que no importaba el motivo del viaje, Erik era incapaz de hacerlo como el resto de las personas, Abby temblaba con sólo imaginar qué sucedería si es que alguna vez salían con el propósito de ir de vacaciones.
Winnipeg se encontraba a 100km. de la frontera si es que hubieran tomado la ruta tradicional, pero el desvío de Erik adicionó unos cuantos kilómetros. Sin embargo para él esos minutos extras de viaje alejado de la zona más transitada le serviría para obtener una placa canadiense para el Chevrolet Corvair que tomó del hotel y así evitarse atraer la atención de alguna persona extremadamente amistosa que creyera que eran turistas.
―¿Sabes a dónde vamos a ir? ―preguntó Abby cuando el sol comenzó a asomarse en el horizonte y los letreros de camino anunciaban que se encontraban cerca a la ciudad.
―Hospital General Victoria ―respondió sin quitar la mirada del camino, había escogido ir ahí por su ubicación en el límite sur de Winnipeg―. La temperatura está baja ―comentó observando la nieve acumulada a los lados de la carretera.
―¿Tienes frío? ―preguntó ella con algo de sorpresa.
―No, pero no quiere decir que no sienta la temperatura ―replicó de inmediato, en realidad estaba más preocupado por ella pese a que a diferencia de él estaba vestida de forma más adecuada.
―Quizás ahora sí aceptes ir a comprar algo de ropa para el invierno ―comentó Abby, recordando que de camino a Montana él se negó.
―Cuando salgamos del médico ―ofreció, quería asegurarse lo antes posible que todo estaba bien.
―En estas épocas los hospitales suelen estar llenos, no creo que vaya a ser tan sencillo como llegar y que nos atiendan.
―Ya veremos ―Erik sabía que ella tenía razón, pero confiaba que los obstetras o ginecólogos no estuvieran en alta demanda.
. .
Erik no comprendía el nerviosismo de Abby. La enfermera que los atendió se mostró bastante amable cuando les informó que tenían suerte, una pareja decidió cancelar a última hora su cita y ellos podrían tomar su turno. Sin embargo lo que para él era una buena noticia sólo provocó que la piel de Abby tomara una coloración algo pálida. Prefirió no indagar demasiado, él no era quien llevaba al hijo dentro y sabía que la situación distaba de ser perfecta.
Se encargó de llenar la ficha médica con lo mínimo de información requerida, utilizando el apellido falso que había utilizado previamente en Las Vegas: Eisenhardt. Cuando entregó los documentos a la enfermera de recepción ésta trató de indagar un poco más, pero Erik le explicó que eran turistas y que realmente sólo estaban ahí para una consulta rápida que les confirmara que todo estaba bien, ya cuando regresaran a casa se atenderían con su médico usual. La mujer pareció comprender y les indicó que en unos minutos serían atendidos.
Cuando fueron llamados, otra enfermera los instaló en un consultorio donde le entregó a Abby una bata de hospital y la dirigió a un pequeño baño adyacente para que se cambiara. Sentado, esperando, Erik observó con cierto recelo la camilla que se encontraba en medio de la habitación, tenía un par de extensiones de metal para soportar los pies. Era normal ver el instrumental, pero le traía pésimos recuerdos de cuando Shaw experimentó con él.
Abby se tomó su tiempo para cambiarse, alargando lo inevitable. Al momento que retornó al consultorio la enfermera la acomodó sobre la camilla y les indicó que el doctor llegaría en un momento.
―No te ves muy cómoda ―se animó a comentar Erik, viendo como ella sólo se removió un poco en su lugar tratando de taparse mejor. No insistió más, sabía que debía de sentirse bastante expuesta.
Un doctor de avanzada edad ingresó y los saludó cordialmente. El hombre leyó la ficha que Erik llenó minutos antes, realizando algunas anotaciones y sin perder más tiempo se acercó al lado de Abby.
―¿Este sería su primer embarazo? ―preguntó, colocando las manos sobre el vientre de ella y dando pequeños golpes.
―Sí ―Abby no podía evitar los movimientos involuntarios de sus dedos a causa del nerviosismo.
―Es normal estar nerviosa ―dijo, utilizando el estetoscopio para revisarla―, deben de haber estado preocupados, llegar a los veinticinco sin hijos alteraría a cualquiera―comentó el médico con una sonrisa sincera pese a que sus palabras estaban fuera de lugar.
Erik levantó una ceja, quizás Abby tenía motivos para estar preocupada. Era cierto que luego de la Gran Depresión las personas retomaron la costumbre de casarse bastante jóvenes, pero veinticinco no era tampoco una edad escandalosa para tener el primer hijo. Nunca le importó demasiado lo que la sociedad pensara, sabía que era indeseable que una mujer estuviera embarazada sin estar previamente casada, pero jamás le dio demasiada importancia. Quizás tendría que consultar con Abby cómo se iban a presentar al exterior respecto al embarazo, ella parecía estar más al tanto de las posibles reacciones de otras personas.
―Parece que todo está bien ―anunció el médico antes de sentarse en una silla al pie de la camilla y pedirle a Abby que se deslizara hacia él y colocara los pies en las extensiones de metal.
Erik observó lo incómoda que ella se veía con el doctor revisándola y él mismo tampoco se sentía exactamente relajado viendo al hombre hurgar entre sus piernas con el instrumental médico.
―Por aquí también está todo bien ―finalizó, alejándose para que ella volviera a acomodarse mejor en la camilla―. Sólo necesito que me responda unas preguntas más y terminaremos.
Abby asintió y respondió, si todo estaba bien como decía entonces quería salir de ahí lo antes posible.
―Si su esposa recuerda bien la fecha de su última menstruación ―habló el médico dirigiéndose a Erik―, el bebé debería estar naciendo alrededor del quince de Agosto.
―Ya puedes cambiarte ―intervino la enfermera ayudando a Abby a bajar de la camilla.
En ese momento Abby notó como los ojos de la mujer se clavaron en sus manos y la expresión amable con la que la había estado atendiendo se borró por completo. Una sonrisa forzada tomó posesión del rostro de la enfermera cuando dirigió la mirada por un instante a las manos de Erik, ahí fue que Abby se percató que quizás debieron de haber vuelto a usar anillos de matrimonio falsos. Tomó aire profundamente tratando de calmarse, ya no importaba, la revisión había terminado y nunca volverían.
―Sabes ―intervino la mujer cuando la guió al baño y entró con ella―, es importante pensar en el bienestar de ese bebé, si viniste aquí estoy segura que lo crees ―añadió, tomando un papel del bolsillo de su uniforme y escribiendo un nombre con un número al cual llamar.
―¿Qué es esto? ―preguntó Abby confundida al recibir el papel.
―Es un buen lugar donde pueden encontrarle un hogar adecuado a ese bebé.
Abby leyó un número y luego el nombre de una monja, se trataba de un hogar para madres al cuidado de una congregación. Le tomó todo su autocontrol no responderle, sabía que algo así podía ocurrir, no se suponía que hiciera una escena que el personal médico fuera a recordar.
―Hay muchas mujeres en tu posición… ―presionó la enfermera al darse cuenta de la expresión molesta de Abby.
―Voy a cambiarme ―respondió ella, casi empujando a la mujer con la puerta al cerrarla.
Erik escuchó algunas recomendaciones del doctor, pero no pasó inadvertido para él la fuerza con la que se cerró la puerta del baño. Cuando terminó, realizó el pago por la consulta directamente con el médico, al parecer por el sistema de salud del país no era tan usual atender consultas pagadas para algo como un embarazo, pero al ser extranjeros no contaban con ese tipo de atención.
Abby salió del baño avanzando rápido y se retiró de la consulta sin dignarse a agradecer por la atención o siquiera esperar a Erik.
―¡Abby! ―llamó Erik caminando detrás de ella para alcanzarla antes de llegar a la salida del hospital―. ¿Qué fue eso? ―preguntó serio, comprendía que una mujer embarazada podía tener cambios de humor, pero habían límites.
―Esto ―respondió, extendiéndole el papel que le entregó la enfermera.
―¿El número de una monja? ―cuestionó confundido.
―Es la forma amable de decirte que llames para ver si pueden encontrarle una familia adecuada a tu bebé ―explicó cruzándose de brazos, pero cuando notó como los ojos de Erik se dirigían al consultorio del doctor ella lo tomó del brazo―. Sólo vámonos ―pidió, pese a todo no tenía intensión de que nadie sufriera un accidente con alguno de los múltiples instrumentos metálicos que seguramente Erik no tendría problema en manipular.
―Hay que buscar un hotel ―Erik aceptó retirarse a pesar de que por unos momentos tuvo toda la intención de buscar a la enfermera.
Se adentraron en Winnipeg en búsqueda de un hotel, al no ser un centro turístico y a pesar de la fecha, no esperaban tener demasiados problemas para encontrar una habitación. Erik desvió la mirada hacia Abby que se encontraba en el asiento del copiloto revisando un mapa de carreteras, tratando de encontrar la zona más antigua de la ciudad donde seguramente habría varios lugares donde podrían tratar de hospedarse.
―Había escuchado que los canadienses eran más amables que los americanos ―comentó devolviendo la mirada al frente.
―Lo son ―aseguró ella soltando un suspiro―. Al final fue mejor venir hasta acá, al menos sólo me dio un papel y no hizo un escándalo o le comunicó al doctor para que tratara de convencerme.
―Es gente con mucho tiempo libre si son capaces de meterse donde nadie los llama ―opinó él.
―A veces pienso que es el verdadero deporte nacional ―bromeó, ya más tranquila―. Dobla a la derecha, creo que por ahí podemos probar suerte ―indicó cerrando el mapa―. O podemos preguntar ―añadió señalando a una familia que caminaba a unos metros frente a ellos en la acera, pero Erik optó por girar como ella sugirió primero.
. .
Pasarían Navidad en el hotel que acababan de instalarse. La noticia sorprendió a Abby, había asumido que regresarían esa misma noche. Erik simplemente le explicó que deseaba que Raven se quedara unos días con Yumi y Thomas para entrenarlos, incluso tenía la esperanza que pudiera animar a Leslie para que se les uniera.
Abby nunca había pasado la festividad lejos de casa y no esperaba hacer una visita de último momento a su familia como sucedió en Acción de Gracias. Sabía que Erik no celebraba la fecha, él era judío o al menos debió de haberlo sido, si lo pensaba bien no hizo el menor intento por celebrar Hanukkah y por lo poco que había escuchado era una celebración de varios días que solía ocurrir en Noviembre o Diciembre.
―¿Quieres quedarte a descansar? ―preguntó él luego de refrescarse en el baño.
―¿Vas a salir? ―Acababan de instalarse y a menos que Erik tuviera motivos ocultos para haber manejado hasta Winnipeg no comprendía a dónde pensaba ir.
―A comprar un abrigo ―respondió y sonrió divertido―. ¿Crees que estoy planeando algo?
―No me culpes, siempre estás planeando ―replicó más tranquila.
―Quizás sí lo esté haciendo ―comentó divertido. El instinto de ella había acertado, tenía una idea que estaba rondando su mente, aunque aún no estaba seguro de cómo proceder.
―Voy contigo ―respondió, ignorando el último comentario―. Nunca he visitado Canadá y no pienso decir que me quedé sentada en el hotel en lugar de salir a conocer.
En la recepción les indicaron que el mejor lugar para comprar era el Polo Park un centro comercial inaugurado unos años antes. Llegaron sin contratiempos, las indicaciones que les dieron fueron claras y cuando se encontraron cerca simplemente siguieron al resto de los vehículos que se movían en masa. Canadá no era reconocida por el consumismo de sus habitantes, pero eran bastante parecidos a los americanos. Les tomó unos minutos encontrar un espacio para estacionar a pesar del gran tamaño del espacio designado para los automóviles, con eso se hicieron una buena idea de que seguramente el centro comercial estaría atestado de compradores.
―Nada de regalos ―advirtió Erik cuando bajaron del vehículo y su rango de visión se vio invadido por las múltiples decoraciones navideñas.
―Aguafiestas ―masculló Abby, pero aceptó, consciente de que si realmente quería regalarle algo iba a necesitar semanas para evaluar qué podía gustarle―. ¿Te desagrada la decoración? ―preguntó cuando comenzaron a avanzar entre los llamativos escaparates.
―Se ve sobrecargado ―opinó dándole un vistazo general al corredor principal donde estaban las tiendas―. ¿Tienes idea a dónde podemos ir?
―Debería haber alguna tienda grande en el extremo ―contestó, hasta que logró ver un mapa del lugar en una pared cercana―. Simpsons-Sears puede que sirva ―No conocía Simpsons, pero Sears era una tienda famosa en los Estados Unidos.
Erik le ofreció el brazo y ella lo tomó contenta, disfrutaba estar con él. Avanzaron evitando chocar con otros compradores, deteniéndose por momentos cuando algún escaparate captaba la atención de Abby. La compra del abrigo demoró más de lo que cualquiera de los dos había previsto; Erik era extremadamente exigente al momento de escoger, la cantidad de clientes era asfixiante y había largas colas para pagar.
Cuando salieron al fin de la tienda fueron recibidos por la nieve que caía en pequeños copos y poco a poco comenzaba a acumularse en el suelo. Erik decidió que era el momento adecuado para usar el abrigo negro que acababa de comprar y no dudó en colocárselo sobre su casaca.
―Justo a tiempo ―comentó revisando con la mirada las pequeñas tiendas adyacentes.
―Tienes suerte ―asintió ella, no comprendía cómo recién se sentía en la necesidad de buscar ropa que lo mantuviera caliente―. ¿Vamos a comprar algo más? ―preguntó al ver dónde estaba puesta su atención.
―No creo, pero podemos dar una vuelta ―ofreció consciente de que ella aceptaría, aún no había localizado el tipo de tienda que necesitaba.
―¿Quieres hacer algo mañana? ―preguntó mientras caminaban.
―No celebro Navidad, pero supongo que sería sospechoso que nos encerráramos en la habitación.
―Nunca he ido a una fiesta de Navidad ―comentó ella pensativa.
―Y no creo que vayas este año tampoco ―replicó Erik de inmediato, no iban a ir a una fiesta―. Podemos salir a cenar si quieres, el restaurante del hotel se ve decente sin llegar a los extremos de Las Vegas, dudo que quieras cruzarte de nuevo con gente como la de ahí.
―Eso suena bien ―aceptó sin dudas, no quería ir a un lugar lujoso donde seguramente por la fecha los asistentes serían personas que preferían mostrarse públicamente en lugar de pasar una noche tranquila en familia.
―Te ves mucho más tranquila.
―Un poco, pero no es como si estuviera todo bien ―admitió sujetándose más fuerte del brazo de él.
―¿Lo sientes como un problema? ―indagó con curiosidad.
―¡No! ―negó fuertemente sin pensarlo siquiera―. Es inesperado y no me siento preparada, pero lo que me incomoda es cómo lo va a tomar el resto de las personas.
―No pensé que eso te afectara ―confesó un tanto intrigado por la respuesta.
―No es por mí. Yo puedo ignorar los comentarios, pero no soy sólo yo la que los recibirá ―explicó entristeciéndose ante la idea―. Además va a ser una odisea si es que quiero conseguir trabajo, antes al menos no podían negarse a contratarme diciendo que debía quedarme en casa a cuidar a mis hijos.
Erik no ahondó más en la conversación, sabía que incluso sin tener de por medio al grupo que estaba armando el futuro sería complicado. O quizás no, había una forma bastante sencilla de solucionarlo para que el mundo exterior no les pusiera trabas, por eso no decidió irse del centro comercial en cuanto consiguió el abrigo. Estaba buscando una tienda específica, una joyería, para poder regresar sin Abby cuando pasaran las festividades.
Notas de autora: He abierto una encuesta, si tienen cuenta pasen por mi perfil para ver si adivinan qué será el futuro mini Lehnsherr.
La primera escena me costó muchísimo escribirla e incluso aún no estoy totalmente satisfecha. Erik es un hombre que rara vez pierde el control y no me lo imagino saltando de alegría o histérico por la noticia, cosa que hace difícil que lo maneje (Más de lo que ya es) Abby por otro lado aunque está preocupada tampoco es de las que se ponen a gritar o llorar, por lo que este par me ha hecho batallar con el anuncio y su decisión de quedarse juntos. El ofrecimiento de Erik no es para nada un regalo, va a ser complicado, yo desde fuera diría que no debió aceptar. Erik con su estilo de vida actual es un pésimo prospecto como pareja y ni hablar de futuro padre, no por ser malo sino por lo que puede acarrear con él.
Por si lo han olvidado, Angel nunca regresó de la misión de reclutar mutantes a la que fue con Riptide, ella se quedó en California. Lo he tratado de mencionar en algunos capítulos, pero es algo que no va a tomar mucha importancia hasta dentro de un par, pero que quede claro, no me he olvidado de ella xD
Hasta los 60s era una práctica común lo de encontrar "soluciones" a los bebés fuera del matrimonio (Creo que en algunos países siguió siendo común hasta los 80s) No voy a ponerme a juzgar a quienes lo hacían, para la época tenía cierta lógica el preocuparse por el futuro de un bebé hijo de una madre soltera, más en los casos donde la familia no pensaba apoyarla. Me la pasé viendo algunos capítulos de Cold Case que iban justo con la época y uno en especial encajaba con la temática.
He tenido muchos problemas para encontrar información sobre cómo eran las pruebas que se hacían en esa época a las mujeres en estado, así que mil disculpas por no ahondar por ahí, pero preferí dejarlo como algo superficial a expandirme y escribir algo totalmente irreal.
