Peace could be an option
Capítulo 30
La tormenta de nieve duró más de lo que Erik había esperado y se vio obligado a pasar el cambio de año en Calgary. Estaba fastidiado por la mala jugada del clima, había calculado estar unos ocho o nueve días lejos del hotel a las orillas de lago Leech, pero con el retraso no iba a haber manera de regresar antes de las dos semanas. Trató de no pensar demasiado en las consecuencias de una ausencia tan prolongada, Mystique aún no se encontrara a la altura para manejar el lugar, al menos no sin ayuda.
Logró divisar Great Falls tras diez horas de viaje, pensó que podría hacerlo en siete, pero debido a la nieve acumulada en la carretera no hubo manera de apresurar la marcha. Giró ligeramente la cabeza para ver a Abby dormir tranquilamente en el asiento del copiloto, ella había manejado cuando salieron de Calgary. Aunque le incomodara admitirlo la mujer tenía mucha más experiencia maniobrando en la pista semi-congelada de la que él poseía y recién le devolvió el mando cuando tuvieron que atravesar la frontera.
No se apresuró en despertarla, a pesar de que estaban llegando desde una dirección distinta a la primera vez, se ubicó con rapidez y emprendió la ruta a la casa de los padres de Abby. Redujo la velocidad pensando en que quizás era mejor detenerse en algún lugar para descansar un poco antes del encuentro con la que ahora era su familia política, pero lo descartó, era mejor ir directamente.
Llegó hasta la casa de sus suegros, aunque le tomó unos momentos reconocerla. La nieve había cubierto por completo el techo y aunque el camino estaba bastante despejado lo que era el jardín de la propiedad se encontraba bajo una gruesa capa de nieve fresca.
―Abby ―llamó Erik al estacionar en frente de las puertas del garaje―. No me obligues a llevarte cargada ―amenazó, sin mala intención, cuando ella se negó a abrir los ojos.
―¿Ya llegamos? ―preguntó somnolienta, se suponía que sólo iba a descansar un momento no quedarse profundamente dormida.
―Creo que una de tus hermanas está en casa ―comentó, reconociendo uno de los automóviles que había visto en Acción de Gracias.
―Hannah ―afirmó Abby―. Aunque es curioso que no haya usado el otro espacio dentro del garaje.
―Quizás están tus dos hermanas ―opinó, tratando de no sonreír ante la expresión de Abby.
―No puedo creer que tenga tan mala suerte ―se lamentó. Ya bastante problema iba a ser explicar su nuevo estado civil y embarazo a sus padres, no quería imaginar cómo sería la escena con sus hermanas en la ecuación.
Resignada, Abby se acomodó bien el abrigo y los guantes, no había vuelta atrás. No sabía exactamente cómo dar las noticias, pero definitivamente no iba a soltarlo en cuanto entrara a la casa.
Tocó el timbre tratando de disimular su nerviosismo. Erik estaba a su lado y como siempre se le veía completamente tranquilo, quizás debía pedirle a él que hiciera los anuncios mientras ella se ocultaba en algún lugar.
Fueron recibidos por el padre de Abby. El hombre se mostró sumamente contento ante la visita sorpresa de su hija mayor y no ocultó su entusiasmo por ver también a Erik, saludándolo animadamente al momento de extenderle la mano.
―¿Pensaron venir para año nuevo? ―preguntó Richard con tono ameno―. Espero que no se quedaran atorados en mitad de la tormenta.
―Nos retrasó un poco ―respondió Erik al notar que Abby no parecía dispuesta a hacerlo.
―Es una suerte que hayan venido, mi hermano está de visita ―anunció Richard consiguiendo que su hija se tensara de golpe.
Erik observó en silencio, eso sí podía complicar las cosas. Supuso que se trataba del banquero, era el único hermano que Richard le llegó a mencionar en su visita anterior y recordaba con claridad que le comentó que el hombre tenía contactos en todos lados.
―Y tengo una sorpresa ―agregó entusiasmándose más―. Vamos al estudio para que la vean.
Abby intercambió miradas con Erik antes de que ambos decidieran seguir a Richard. En el estudio, la primera puerta a la derecha desde la entrada, se encontraron con una escena un tanto curiosa: un viejo escritorio de madera se encontraba repleto de sobres y estampillas postales casi como si se tratara de una sucursal de la oficina de correos. En una de las esquinas de la habitación dos grandes cajas llenas de lo que parecía ser revistas estaban siendo examinadas por un hombre con mucha curiosidad.
―Erik ―llamó Richard―. El es Maxwell, mi hermano mayor ―presentó cuando el mencionado se giró al ya no encontrarse solo.
―Un placer ―intervino el tío de Abby extendiendo la mano para intercambiar el saludo―. Me han hablado bastante de ti en las horas que llevo de visita.
―Espero que nada malo ―replicó Erik en un tono amistoso.
Abby trató de no entrever su incomodidad, sabía que Erik estaba actuando, pero era escalofriante ver lo bien que podía hacerlo. Respiró profundo planeando cómo podía dar los anuncios con su tío presente, quizás era mejor no hacerlo y esperar a que cuando naciera el bebé su familia no se tomara mal el que lo hubiera mantenido en secreto.
―Abby ―llamó su tío acercándose a ella para darle un abrazo―. No te veía desde tu graduación. Tienes que dejar de moverte tanto, no tuve oportunidad de agradecerte por la tarjeta de cumpleaños.
―¿Cómo están la tía Donna y Steven? ―preguntó ella sonriéndole.
―Tranquilos ―respondió el hombre y rápidamente cambió de tema, cosa que no pasó desapercibida para Erik―. Es una suerte que llegaras, quizás puedas evitar que tu padre cometa un suicidio social, a nadie le gusta que sus amigos les refrieguen en la cara que estaban equivocados.
―¿Qué planea hacer? ―preguntó sin comprender.
―Mira ―dijo su padre extendiéndole una de las revistas que se encontraban en la esquina.
―¿Desde cuándo te interesan las revistas científicas? ―cuestionó ella al notar el tipo de publicación.
―Busca la página veintidós ―pidió el hombre conteniendo su emoción.
Abby obedeció con curiosidad. Se quedó unos segundos estática al leer el título del artículo al que su padre la dirigió: "Técnicas geofísicas aplicadas a la investigación del permafrost en los Andes Patagónicos". Parpadeó incrédula y se vio obligada a revisar el autor para asegurarse que se trataba de lo que ella pensaba. Leyó su nombre en la publicación: B. Sc Abigail Stirling y levantó la mirada.
―Voy a mandarle una copia a todos los que se la pasaron diciéndome que debí convencerte que no estudiaras geología ―soltó Richard emocionado―. Estoy muy orgulloso ―agregó abrazándola fuertemente.
Erik observó la escena con curiosidad y avanzó hasta donde se encontraba otro ejemplar para ver de qué se trataba. Leyó el nombre de Abby y no pudo evitar sonreír, supuso que aunque no se tratara de una revista muy conocida ser publicado no era cosa sencilla.
―Vamos a decirle a tu madre que no tienes ningún problema en que reparta la revista ―comentó Richard riendo un poco, llevándose a su hija en dirección al jardín, la cual no se recuperaba aún de la sorpresa.
―Esa revista va a ser el tema de conversación del año ―comentó Maxwell dirigiendo su atención a Erik.
Erik sonrió de forma carismática, conteniendo el impulso de comentar que posiblemente en unos minutos esa publicación pasaría a segundo plano. Decidió tratar de hacer algo de conversación, era mejor que dejara que Abby fuera con sus padres, así al menos tendría más privacidad para darles las noticias.
. .
Abby y su padre salieron al jardín trasero, ahí se encontraba su madre en compañía de Hannah revisando el estado de unos pequeños trineos de nieve que normalmente guardaban en el cobertizo, seguramente deseaban cambiar los de las gemelas por alguno más grande para que se deslizaran con más comodidad. Cuando la notaron ambas mujeres se acercaron a felicitarla por la publicación.
―No sabes lo emocionados que estuvimos cuando llegó por correo una copia ―habló la madre de Abby sonriendo―. Tu padre se volvió loco y creo que compró todos los ejemplares de la ciudad.
―¿La revista no vino con una carta? ―preguntó Hannah al hacer memoria―. Creo que era de la secretaria del editor.
―¿Connie? ―Abby recordaba a la mujer, pero no tenía idea por qué le escribiría―. Supongo que es lo usual. Aunque honestamente no pensé que me publicarían, fui tantas veces a hablar de detalles sumamente tontos que pensé que el editor sólo estaba tratando de ver cuándo me iba a aburrir.
―Pero al final lo aceptó ―le recalcó Beth a su hija.
―Cuando dejó de encontrarle errores y lo recibió estaba convencida de que lo iba a poner debajo de una ruma de papel hasta el fin de los tiempos ―confesó Abby extrañada―. En algún momento le escuché que no pensaba publicar un artículo de una recién graduada sin experiencia.
― Lo cual ya no importa ―intervino Richard de inmediato.
―Por cierto, ¿viniste con Erik? ―pregunto Hannah con mucho interés, observando con detenimiento a su hermana mayor.
―Sí, vine con Erik. Se quedó con el tío Maxwell.
―¿Alguna razón por la que sigues con el abrigo y los guantes? La casa no es tan fría.
―Papá nos arrastró para ver las revistas ―explicó Abby, quitándose el abrigo, pese a que estaban afuera el viento no les golpeaba directamente y con eso la temperatura era más soportable.
Hannah asintió en silencio, pero su mirada inquisitiva no pasó inadvertida. De inmediato Abby se preocupó, su hermana era una mujer bastante atenta a los detalles y estaba convencida de que algo le incomodaba, como si intuyera que había hecho la visita para dar un anuncio. Se quitó el guante de la mano derecha y en ese momento se percató que si hacía lo mismo con el otro no sólo Hannah notaría los anillos, sino incluso su madre que no estaba tan atenta.
―¿Te sientes bien? ―preguntó Hannah acercándose a Abby al verla incómoda.
―Sí, claro, me siento perfectamente bien ―respondió tratando de sonar natural, pero el brillo en los ojos de su hermana delataban que no le creía―. Sólo quisiera algo caliente, el viaje fue largo. Por cierto, ¿dónde están las gemelas?
―Con Gale, en casa de mis suegros ―contestó, pero no se distrajo de su objetivo―. Sabes que entre hermanas no debería haber secretos ―comentó llamando la atención de sus padres.
―¿Qué crees que te oculto? ―cuestionó Abby, sabía que debía de hablar, pero no tenía idea cómo.
―Quizás nada, pero… ―respondió y se lanzó contra Abby para tomar su mano izquierda y quitarle el guante.
―¡Hannah! ―recriminaron sus padres al ver el forcejeo entre sus hijas―. ¡Ya no tienen diez!
―¡Lo sabía! ―gritó Hannah victoriosa al remover el guante y darse con el anillo de compromiso―. Sabía que tenías uno, por eso vinieron. Chloe pensaba que iban a tomarse más tiempo para comprometerse, pero yo sabía que… ―explicó con emoción hasta que sus ojos notaron que Abby no llevaba un único anillo―. No lo hiciste ―soltó sorprendida clavando sus ojos en los de su hermana mayor―. ¡Te casaste sin decirnos nada! ―acusó, provocando que Richard se abalanzara sobre la mayor de sus hijas casi rogándole que desmintiera la noticia.
―¡Abby! ―llamó su madre cuando salió de su estado de sorpresa inicial.
―¡Erik! ―exclamó Hannah en voz alta entrando a la casa a paso rápido.
Abby trató de detener a su hermana, pero le fue imposible, sus padres se interpusieron y comenzaron a llenarla de preguntas. Richard no comprendía por qué su hija mayor le había robado el privilegio de llevarla al altar, Beth por su parte trataba de que le confesara si lo había hecho porque se sentía excluida de la familia sólo porque sus hermanas menores estaban ya casadas.
Cuando Erik sintió a Hannah llamarlo percibió el tono y supo que Abby ya debía de haber hablado. Vio como la joven mujer se acercó a él visiblemente irritada, eso le sorprendió, esperaba a Richard en esa posición no a una de las hermanas. Maxwell se quedó en silencio, visiblemente confundido por la actitud de su sobrina.
―¡Erik! ¿Cómo pudiste? ―le recriminó Hannah casi conteniendo las lágrimas―. ¿Cómo se supone que voy a explicarle a mis hijas?
―Igual que como explicarías cualquier otro embarazo ―replicó él con compostura.
―¿De qué hablas? ―cuestionó ella sin comprender―. Yo les había prometido que serían las niñas de las flores en la boda de su tía Abby.
Erik la observó en silencio unos segundos y cerró los ojos con molestia; Hannah aún no sabía nada del embarazo y él lo había soltado sin percatarse. Simplemente asumió que la actitud debía estar asociada a la inesperada llegada de un nuevo miembro a la familia y no al hipotético papel que Alexis y Zoe tendrían en una boda.
―¿Abby está embarazada? ―cuestionó Hannah cuando logró procesar las palabras de Erik. No esperó por una respuesta y giró para regresar al jardín trasero―. ¡Abby! ¿Cómo no me dijiste nada?
―Felicidades ―intervino Maxwell con tranquilidad al quedarse nuevamente a solas con Erik―. Hannah sobreactúa. Era la más emocionada con que esto se diera, claro que lo esperaba por partes para el próximo año.
Erik asintió tratando de ocultar el fastidio por haber soltado información sin siquiera darse cuenta. Abby tendría que lidiar con las consecuencias, aunque la verdad no comprendía por qué no dio la noticia del embarazo primero, en cuanto le reclamaran por estar soltera podía mostrarles el anillo.
. .
Tomó cerca de media hora para que todos los presentes quedaran informados del embarazo y la boda. Pese a que Abby se sentía abrumada por la situación y la cantidad de preguntas, estaba a la vez aliviada de que nadie hubiese tomado una postura negativa con Erik, en realidad casi lo estaban ignorando, era a ella a quién tenían en medio de un interrogatorio.
En un momento de descuido, Hannah tomó el teléfono y llamó a Chloe para darle las noticias, lo que provocó que Abby no tuviera más remedio que hablar con la menor de sus hermanas para explicarle desde cero que ya estaba casada y además esperando un bebé. Cuando terminó la llamada, su madre comenzó a marcar los números de todos los parientes cercanos del lado de su familia, que eran bastantes, para que ninguno se enterara a través de un chisme, ya bastante malo era que no hubieran estado presentes en la boda.
―¿Dónde van a vivir? ―preguntó Maxwell cuando notó que el ambiente se había calmado, ya no parecía un interrogatorio sino una sesión de anuncios telefónicos obligatorios.
―Minnesota ―respondió Erik, sabía que era mejor que él manejara este tipo de interrogantes―. Están desarrollando unos vecindarios agradables en las afueras de Minneapolis ―Era una mentira, no tenía idea cómo iba el desarrollo urbano en aquella ciudad, pero en los periódicos había leído superficialmente sobre el tema y parecía ser una tendencia generalizada en el país.
―¿Ya tienen la casa? ―indagó el padre de Abby con cierto grado de preocupación―. Muchas veces dan una fecha y entregan meses después o peor con la propiedad llena de problemas.
―Aún no, estamos en la ciudad buscando una opción que nos convenza.
―¿Dónde se están quedando? ¿No están viajando todo el tiempo? ―preguntó Hannah atraída por el tema cuando se aburrió de escuchar como Abby repetía vez tras vez la misma historia a algún pariente por teléfono.
―Un hotel en la ciudad, al menos por el momento ―replicó, tenía que alejarse de ese tema, no pensaba darles ningún dato real―. Estábamos pensando en conseguir una casilla postal, dudo que los nuevos vecindarios tengan servicio a domicilio de correo.
―Tienen que planear con cuidado que propiedad compran ―intervino Richard pensativo―. ¿Hay gemelos en tu lado de la familia? ―preguntó con cierta inseguridad. Por lo que habían hablado previamente sabía de dónde había salido Erik y que probablemente era un tema con el que debía de tener cuidado.
―No ―respondió con interés.
―Alexis y Zoe no son las únicas gemelas en la familia ―comentó Richard bajando un poco la mirada―. Yo tuve una hermana melliza, Elizabeth, sé que no es exactamente igual, pero es bueno que tengan en mente que podrían ser dos bebés y no uno.
―Elizabeth murió hace unos años junto con su esposo en un accidente ―explicó Maxwell, era más sencillo decirlo que andar con rodeos sobre dónde estaba su hermana menor―. Tuvieron un hijo, pero fue a vivir con la familia de su padre y perdimos el contacto, George Bass Jr.
Abby se reunió con Erik en la sala cuando su madre decidió liberarla al estar mínimamente satisfecha con las llamadas que realizaron. Perdió la cuenta de con cuántos familiares había hablado y cuántos gritos de emoción y enfado escuchó por el auricular, lo único que quería era descansar. Hablar con la familia por teléfono resultó ser agotador, más cuando trataba de evitar dar el apellido de Erik por todos los medios, lo último que quería era lo repitieran hasta el cansancio cuando él le comentó días antes que no se sentía seguro usándolo públicamente.
La conversación se relajó y las preguntas disminuyeron considerablemente para dejar paso a los consejos. Beth se retiró unos momentos para poder buscar su copia de "El libro del sentido del común del cuidado de bebés y niños" escrito por el Dr. Benjamin Spock ya que estaba convencida que Abby necesitaba a empezar a leerlo lo antes posible.
―¿Ya han pensando en nombres? ―preguntó Beth al entregarle el libro a su hija―. Tienen que asegurarse de que no suene mal con su apellido.
―O que sea fácil que le pongan un sobrenombre ―añadió Hannah completamente convencida de sus palabras―. Lehnsherr… ¡Ivy! ¿No suena bonito?
Abby abrió ligeramente la boca, pero decidió no hablar, no tenía idea qué decir.
―Preferiría que no usaran ese apellido ―habló Erik, provocando que todos quedaran en silencio―. Oficialmente utilizo Eisenhardt ―explicó con total naturalidad, controlándose lo mejor posible. Quería que la familia de Abby fuera imposible de ser asociada con él y el apellido iba a ser un problema si no lo solucionaba.
―¿Tienes dos apellidos? ―cuestionó Hannah con desconfianza.
―Suele ocurrir cuando le dan nuevos papeles a un niño ―respondió de forma ambigua. No era verdad, su documentación falsa la consiguió como adulto, pero conocía varios casos de huérfanos de la guerra que tras ser adoptados cambiaron sus nombres a los de sus nuevas familias.
―Claro ―intervino Richard lanzándole una mirada seria a su hija para que no insistiera―. No es ningún inconveniente.
―¿El acta de matrimonio la tienen con ese apellido? ―indagó Maxwell, Richard le había hablado sobre Erik y las sospechas que tenía sobre dónde pasó la infancia.
―No lo pensé a fondo en ese momento ―admitió Erik y era la verdad―. Tendremos que arreglarlo, aunque Lehnsherr es mi apellido real.
―O pueden volver a casarse en frente de toda la familia ―propuso Beth sonriendo con emoción ante la posibilidad―. No ahora claro, tienen cosas más urgentes que ver, pero quizás luego de que nazca el bebé.
―Por cierto, el anillo de compromiso no parece ser una reliquia familiar ―destacó Hannah, observando el brillante objeto que llevaba su hermana en la mano izquierda.
―No lo es ―respondió Erik confundido, le era difícil predecir a Hannah pese a que la mujer no mostraba signos de malicia alguna, que era una característica usual de la poca gente que le traía ese tipo de problemas.
―Oh ―articuló Beth luego de darle una fugaz mirada a su esposo―. Es muy bonito.
―Vamos a verlo a la cocina, ahí hay mejor luz ―propuso Hannah, retirándose con Abby y su madre.
Richard se encorvó ligeramente y observó con cierto nerviosismo la escena. La mirada que le lanzó su mujer despertó una preocupación que había rondado su mente luego de la visita de Erik cuando habló con sus yernos.
―Erik ―habló Richard seriamente cuando las mujeres desaparecieron de su vista―. ¿Cómo pudiste? ―preguntó consternado.
El aludido observó a su suegro en total confusión, intuía que había algo malo con el anillo, pero no comprendía qué era.
―Hannah se lo va a contar a Chloe ―susurró Richard preocupado―. Debiste venir a consultarnos sobre el anillo primero.
―¿Qué sucede con el anillo? ―cuestionó extrañamente interesado.
―Se ve costoso ―intervino Maxwell con una expresión compasiva dirigida a su hermano―. Las mujeres son competitivas.
―Gale y Mathew no van a dejar de oír sobre ese anillo hasta el día de sus muertes, ni yo tampoco seguramente ―se lamentó Richard.
Erik sonrió ligeramente al comprender. La cantidad de dinero que usó era sin dudas mayor a la que el resto de hombres de la familia habían invertido en sus respectivos anillos. No se sintió mal, él podía darse esos lujos y era una compra de una vez en la vida. Cuando lo escogió no pensó en el dinero que gastaría, sencillamente optó por el que pensó sería mejor para Abby. La verdad le parecía un poco tonto, pero los americanos estaban bombardeados con ideas sobre cómo el valor material de alguna manera representaba el sentimental.
Notas de autora: No fue un anuncio malo como quizás esperaban, en realidad el resultado no fue malo en absoluto, un poco de incomodidad, pero eso es llevárselo barato xD Hannah realmente quería que sus hijas participaran en la boda (Estaba convencida que se daría), pero Erik rompió los sueños de sus lindas hijas de ser damitas de las flores…
El primo de Abby tiene un pequeño Oneshot "Monstruo" pueden pasar a leerlo desde mi perfil. A través los descendientes de la gemela del papá de Abby se llega a un personaje canon del mundo de X-Men, quizás lo logren sacar con el apellido, el Bass es el apellido de soltera de su madre (aunque Abby es la sobrina de la bisabuela de este personaje… ni idea qué vendría a ser xD)
El libro que menciono era la "biblia" de bebés de la época, actualmente no creo que la gente haga la mitad de lo que vi que aconsejaban, pero es lo que había. Abby tiene una publicación, que no es su tesis :D. El apellido de Erik es algo que me estaba molestando desde hace varios capítulos, no estaba segura de cómo manejarlo, incluso vi si podía él tomar el de Abby (Pero por lo poco que leí creo que era ilegal no tomar el apellido del esposo en esa época, así que no averigüe mucho más por ahí xD)
El anillo de compromiso… no sé si realmente es cosa de mujeres andar comparando (Yo no lo hago xD), pero sí que hay familias en las que aunque no te presionan te "sugieren" mantenerlos todos en cierto rango para que ninguno parezca que tiene demasiada diferencia xD En este cap Erik ha cometido algunos errores, no es usual en él y lo sabe, no volverá a ocurrir :P (se le escapó lo del embarazo y el lio con el apellido)
