Peace could be an option

Capítulo 35


No tenía idea si su mensaje había sido escuchado o si le creerían, pero no pensaba quedarse a esperar y luego verse atrapado en medio de una batalla que sin dudas cobraría varias vidas. La información que reveló fue básica; sólo la localización del hotel que era usado como base para un grupo mutante y la ausencia de su líder, el mutante que controlaba metales. Eso debía de ser suficiente como para tentar al enemigo sin inclinar de forma desmedida la balanza a favor de ellos, no tenían conocimiento de cuántos eran o qué poderes poseían todos. Cuando Magneto regresara y viera que fueron atacados olvidaría por completo la idea de alejarse e irse con Abby. Además estaba convencido que los mutantes lastre del grupo no sobrevivirían.

Fabián apagó el radiotransmisor y comenzó a moverse en dirección a la cocina. Tomó unas cuantas botellas del licor más barato que encontró y las guardó en una mochila. Luego se dirigió al almacén del hotel y escogió una caña de pescar que se veía a punto de terminar sus años de vida útil. Aún cubierto por la oscuridad de la noche, se dirigió a la orilla del lago y arrastró un viejo bote por varios metros hasta conseguir que entrara en el agua. Estaba seguro que su ausencia o la del bote pasarían inadvertidas, gracias a los poderes de Azazel nadie le prestaba atención a las embarcaciones que llevaban meses en desuso varadas en tierra.

Su plan era sencillo, navegaría hacia el lado noreste del lago, alejándose lo más posible y luego esperaría rodeado de botellas de licor como si se tratase de un pescador borracho en caso Wide Awake decidiera tomar control de toda la zona y no sólo ir contra el hotel. Estaría a más de veinte kilómetros, pero esperaba poder presenciar el resultado de sus acciones a la distancia. Cuando todo terminara buscaría a Magneto, le diría que logró escapar luego de que lo capturaran, pero no pudo regresar a tiempo para ayudar al resto.

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El calor del verano y la falta de sueño habían logrado drenar toda la energía de Abby. Dormir era un suplicio con la barriga que no le permitía moverse con comodidad y las constantes visitas al baño se volvieron más frecuentes aún por la cantidad de líquido que bebía al intentar mantenerse fresca. No podía esperar a que llegara la fecha del parto para que su cuerpo comenzara a recuperar su apariencia habitual pese a que sabía que el bebé seguiría impidiendo que durmiera, aunque al menos podría compartir la falta de sueño con Erik.

Se dio un baño y se arregló lo mejor que pudo, pero luego de verse en el espejo decidió que no pensaba salir del cuarto en todo el día. Pasó una noche terrible despertándose cada media hora por alguna incomodidad o por el simple hecho de no sentirse acompañada en la cama. Detestaba cuando Erik se ausentaba por las noches, le era imposible no preocuparse al punto de tener dificultad para dormir y no podía dejar de pensar cómo iban a ser las cosas cuando dejaran el hotel detrás, dudaba que él fuera a dar órdenes por carta o teléfono.

No habían conversado sobre a dónde irían, Erik le dijo que a donde ella quisiera y su primer instinto fue considerar pedirle que al lugar más alejado de donde fuera a mandar a los demás. Sin embargo cada noche que le tocaba dormir sola reconsideraba la idea, al final quizás era mejor estar en un punto donde Erik pudiera juntarse con los otros sin dejarla abandonada por una semana a causa de las distancias.

«Debería buscar un lugar en Montana» consideró. Su familia estaría relativamente cerca y podría acudir a ellos si es que necesitaba ayuda cuando se quedara sola, porque sabía que se vería en esa situación, Erik no tendría un trabajo con horario de oficina.

Suspiró y dirigió la vista a la última carta que había recibido por parte de su familia. Con la fecha de nacimiento tan cerca ya podía sentir la presión en las palabras que escogían al escribir, querían saber dónde estaría para poder visitarla. No los culpaba, en realidad estaba sorprendida por lo bien que manejaban la ausencia de respuestas claras, si estuviera ella en el lado opuesto de la correspondencia no hubiera sido capaz de mantenerse tan calmada.

Se sentó en la cama y tomó las agujas de tejer. Pese a que no era una experta y muchas veces tenía que descoser horas de trabajo, el movimiento repetitivo y mecánico le servía para despejar su mente, aunque luego acabara con dolor en las manos y muñecas. Llevaba un par de mantas de las que estaba muy orgullosa, pero esas eran sencillas de hacer; el reto real eran los gorritos y la ropa que como no sabía qué sería su bebé había optado por colores neutrales como blanco o amarillo. Su némesis resultaron ser los zapatitos, todos sus intentos habían acabado en derrota y decidió ser más práctica convenciéndose que el bebé no necesitaría zapatos hasta que caminara y ahí le compraría unos de verdad.

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La noche despejada trajo una refrescante brisa a las orillas del lago Leech. Sin embargo la sensación de alivio ante el inclemente calor del verano no era otra cosa más que la calma antes de la tormenta.

Varios militares se encontraban posicionados en el pueblo cercano y también bloqueando el estrecho camino de tierra que llevaba al hotel. Pequeñas embarcaciones fueron movilizadas a la zona para permitir un acercamiento desde todos los ángulos, las órdenes eran que nadie escapara. Debido a la cantidad de mutantes que sospechaban se encontraban en el hotel, el apoyo del ejército era necesario, los otros objetivos se encontraban en solitario o parejas, algo manejable para la organización.

A pesar de no haber contado con suficiente tiempo como para desarrollar una estrategia completa y bien analizada, los militares lograron armar un plan suficientemente sólido para la ejecución. Un grupo pequeño ingresaría al hotel y cortaría la electricidad para limitar la capacidad de reacción de los mutantes. Mientras tanto un grupo de mayor tamaño se posicionaría en el tejado, esperando la confirmación que la electricidad se cortó para deslizarse con sogas e irrumpir a través de las ventanas del segundo piso. No sabían con exactitud cuáles cuartos estaban siendo ocupados por lo que los equipos se dividirían para cubrir cada habitación. Seguido al ataque inicial, los soldados avanzarían en grupos para revisar todo el hotel, desde el gran comedor de la primera planta, la cocina, las salas comunes del primer y segundo nivel, hasta la habitación principal del tercero que estimaban debía pertenecer al líder, la cual muy posiblemente se encontraba vacía al momento.

El plan estaba sujeto a errores e improvistos, pero dado que debían de atacar esa noche no tenían otra opción más que ejecutarlo de la mejor manera posible. A las veinte horas el primer grupo cortaría la electricidad y los militares apostados en el techo recibirían una señal de confirmación desde el bosque cercano. Sólo esperaban que desde que las luces se apagaran hasta el asalto no transcurrirían más de treinta segundos.

Un grupo constituido por seis miembros de Wide Awake esperaba con impaciencia la orden de ataque oculto en el bosque, apenas a unos cuantos metros del hotel. Ellos participarían activamente, pero los soldados eran quienes irían a la cabeza de la ofensiva y según lo que les habían informado había una alta posibilidad de que pudieran eliminar a varios de los objetivos sin que estos llegaran a reaccionar.

Ellos querían pelear contra las aberraciones que ya habían confirmado estaban habitando el lugar. Esa tarde lograron identificar al mutante de piel roja en compañía de lo que parecía ser una mujer azul y estaban convencidos que debían de haber más engendros ocultos, los cuales posiblemente conscientes de lo que eran no se aventuraban al exterior. A pesar de saber que sus posibilidades de eliminar mutantes directamente eran bajas, el grupo integrado por seguidores de Partridge mantenía los ánimos altos, casi todos los otros objetivos que debían atacar ese día en distintos lugares del país habían confirmado su éxito; la única excepción era el objetivo en Minneapolis.

Hasta ese momento no habían recibido noticias de esa locación o de los operativos de Wide Awake que debían de haber realizado el ataque horas antes, lo que era un poco preocupante, pero el grupo había recibido órdenes de sólo dirigirse al lugar cuando el hotel estuviera limpio de presencia mutante. Minneapolis estaba a unas cuantas horas de distancia y eran los que podrían llegar más rápido ya que la mayoría de miembros se encontraban dispersos por toda la nación debido a los ataques conjuntos que se realizaron ese día.

La operación dio inicio cuando un escuadrón del ejército ingresó en completo silencio al hotel por una de las puertas que llevaba a lo que creían debía ser el área de servicio. Avanzaron con sigilo, alejándose de los exquisitos corredores recubiertos de fina manera hasta que encontraron la puerta que dirigía al sótano. Con sumo cuidado la abrieron y comenzaron el descenso bajo la tenue luz de sus linternas. Cuando el grupo encontró la caja de fusibles avisaron por radio que se encontraban en posición y que el resto de soldados podían comenzar a dirigirse a sus respectivas posiciones.

A las ocho en punto de la noche el hotel se sumió en total oscuridad, la energía eléctrica fue cortada.

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Raven se encontraba acurrucada en los brazos de Azazel cuando las luces se apagaron de golpe. Por los sonidos de reclamos viniendo de las otras habitaciones, específicamente por parte de Riptide, la pareja asumió que no sólo ellos se quedaron a oscuras.

Ella gruñó en voz baja, el hotel era su responsabilidad cuando Magneto se ausentaba. En un primer momento le tomó por sorpresa la noticia, no esperaba que él le confiara algo de esa magnitud, más teniendo a Abby presente, pero como la mujer estaba embarazada sencillamente asumió que era para poder mantener su nivel de estrés lo más bajo posible.

―Voy a pedirle a Thomas que vaya a revisar ―masculló ella con fastidio, la idea de moverse no era para nada atractiva, estaba muy cómoda.

―Puedo ir yo, es más rápido ―ofreció Azazel cuando percibió la pesadez en las palabras de Raven―. Además sé dónde está la caja de fusibles.

―Pero no te demores ―pidió, sonriendo.

Azazel se puso de pie y usó sus poderes para aparecer en el sótano. Esperaba que simplemente se hubiera tratado de un alta en la tensión y pudiera resolverlo con sólo volver a elevar la palanca de seguridad, pero se llevó una gran sorpresa al encontrarse junto a cinco hombres armados vistiendo uniforme militar. De inmediato comprendió qué era lo que estaba ocurriendo, el corte de energía no había sido un accidente; estaban a punto de ser atacados.

Pudo haber tratado de escapar en ese instante, pero su don tendría que competir contra la velocidad de las balas que volarían en su dirección desde una distancia despreciable. Optó por tomar la ofensiva, de cualquier manera tendría que encargarse de ellos y mientras antes comenzara a eliminar enemigos sería mejor, estaba convencido que se encontraban ante una gran desventaja numérica.

Con velocidad extendió su cola y tomó con fuerza al soldado más cercano. Sintió el sonido de las balas siendo descargadas por cuatro ametralladoras quebrar el silencio de la noche, pero los impactos fueron recibidos por el cuerpo de su enemigo que para ese momento ya lo había colocado frente a él como si se tratara de un escudo. Tomó nota mental de no volver a salir de su habitación sin llevar sus cuchillos y le arrebató el arma al soldado que segundos antes le sirvió como defensa.

No tenía el espacio para maniobrar adecuadamente, pero sus objetivos estaban tan cerca que disparó sin preocuparse por atinar a algún punto letal. Vio como uno de los hombres fue impactado directamente en el rostro, provocando una gran explosión roja cuando la sangre brotó como si se tratara de un globo lleno de agua reventando. Un segundo soldado dejó escapar un grito ahogado al momento en que su pierna recibió un proyectil que atravesó su rodilla, haciéndole perder el balance. Azazel sonrió de medio lado, con eso confirmaba que tres de los cinco soldados estaban muertos o suficientemente heridos como para no ser una amenaza y confiaba en que los otros dos algún daño hubieran recibido.

Apareció en su habitación, tendría que moverse rápido, pero esperaba que la ronda de disparos del sótano fueran suficiente aviso para el resto de mutantes. Sin embargo no encontró a Mystique en una posición alerta, sino más bien en el suelo, comenzando a cubrir su cabeza de forma instintiva. Sintió la primera bala golpearlo desde un costado a la vez que reconoció la sensación de vidrios rotos bajo sus pies. Maldijo en su interior, no se trataba de un ataque cualquiera, el ejército había desplazado múltiples efectivos y armamento hasta un lago en la mitad de la nada en Minnesota.

Se transportó fuera de la trayectoria de las balas, pero sabía que varias habían adentrado su cuerpo. Apareció al lado de uno de sus atacantes y apretó el gatillo de la ametralladora que aún tenía en las manos, consiguiendo tomar por sorpresa a los tres soldados que se habían descolgado desde el techo con unas cuerdas que aún se bamboleaban afuera de las ventanas.

―¡Azazel!

El grito de Raven llegó a sus oídos, pero no encontró la fuerza suficiente para decirle que se mantuviera oculta y a la vez seguir manteniéndose en pie. Vio como la joven mutante trató de acercarse a él, pero en ese momento ocurrió lo que temía y la puerta de la habitación se abrió de golpe, permitiéndole la entrada a más soldados.

Realizó una ronda de disparos que impactó contra el primero que hizo su aparición, los otros retrocedieron para tratar de cubrirse con la pared y realizar disparos a ciegas contra los objetivos que sabían estaban atrapados, era inocente pensar que las ventanas eran posibles vías de escape.

Trató de transportarse, pero le fue imposible. No recordaba que su habilidad alguna vez le hubiera fallado, pero si lo pensaba un poco incluso estaba teniendo problemas para enfocar la vista y respirar. Avanzó hasta detrás de la cama con la poca fuerza que le quedaba y jaló a Mystique a su lado.

―En unos momentos van a entrar, nada aquí va a servir para que te pongas a cubierto ―habló él entrecortado―. No trates de atacarlos, esquívalos y trasformaste en uno de ellos para mezclarte, escapa en el caos.

―¡No voy a dejarte! ―No importaba la excusa que le diera, no pensaba abandonarlo a una muerte segura mientras ella huía.

―Yo no voy a ir a ningún lado aunque quiera ―susurró, enfocándose en ella, incluso si le obedecía las posibilidades de que Raven saliera con vida era extremadamente bajas. Se arrepintió de no tomar el riesgo de salir del sótano en el momento que vio a los soldados, al final igual acabó con múltiples heridas de bala.

―Azazel ―llamó Raven al notar como los ojos azules de su pareja se cerraban lentamente y el arma que llevaba en las manos se deslizó hasta reposar en el suelo―. ¡Azazel!

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La ráfaga de disparos que ocurrió en el sótano alertó a todos los mutantes de la casa, que para ese momento ya habían cenado y se encontraban descansando en sus respectivas habitaciones. Thomas fue el primero en reaccionar ante el sonido de los disparos, lanzándose contra el suelo para mantener su cuerpo a buen recaudo de lo que sea estuviera pasando. Riptide por su parte reconoció de inmediato que lo que había escuchado no se trataba de una pistola o una escopeta sino más bien de varias ametralladoras y sabía que en la casa no tenían ninguna de esas. Leslie cayó aterrorizada junto a su cama, sujetándose la cabeza en un intento por no escuchar y perdiendo el control de su don, generando dos imágenes de ella en dispersas por la habitación. Por último, Yumi trató de llegar a la puerta de su alcoba para buscar a los demás, pero el sonido de los vidrios de su ventana reventándose detrás de ella la hicieron girar, sólo para recibir de frente la descarga de las armas de dos hombres que se descolgaron desde el techo.

Abby no reaccionó de inmediato, tanto su cuerpo como su mente estaban agotados y le demoró unos segundos dar crédito a que lo que estaba escuchando eran efectivamente disparos. El golpe de adrenalina la obligó a ponerse de pie y alejarse de las ventanas, pese a que tenía ocho meses y medio de embarazo logró moverse con una asombrosa velocidad hasta la relativa seguridad de la pared que ocultaba su habitación de la vista de quienes ingresaban.

Escuchó el sonido de vidrios rompiéndose en las habitaciones del segundo piso a la par de más disparos. Su respiración se aceleró ante la expectativa de que algo similar ocurriera en su habitación, pero una extraña calma para nada tranquilizadora se apoderó del lugar.

Las puertas que daban a la escalera del cuarto que compartía con Erik se abrieron de golpe frente a ella. Pero no fue a causa de alguna persona tratando de irrumpir, sino una violenta ráfaga de viento que se expandió por todos los corredores del hotel. Escuchó gritos y cuerpos golpeando contra las paredes seguido de más disparos.

Impulsado con su don, Riptide llegó hasta la base de la escalera que llevaba a la habitación principal y cuando vio a Abby en la penumbra observándolo desde lo alto corrió hacía ella.

―¡Sella la puerta! ―ordenó, girando sobre sus talones para lanzar un remolino contra sus perseguidores―. ¡Congélalo todo! ―insistió al ver que ella se demoró en reaccionar.

Abby extendió los brazos unos instantes y luego los atrajo hacía su pecho, provocando que el agua que recorría las cañerías se liberara con fuerza y flotara frente a ella bloqueando por completo la entrada a la habitación. Congeló el líquido formando un gran bloque de hielo de cerca de medio metro de espesor y dejó una fina capa de hielo sobre el resto de las escaleras con la esperanza de que si alguien trataba de subir se demoraría un tiempo extra tratando de evitar resbalarse.

―No estamos a salvo ―habló Riptide, asomándose por la pared―. No han decidido atacar por aquí, pero en cualquier momento lo harán.

―¿Qué está pasando? ―preguntó Abby sosteniéndose con ayuda de la pared.

―El ejército ―respondió Riptide sin quitar la mirada de las ventanas, dudaba que Wide Awake tuviera tanta capacidad―. Azazel no debe demorar, estamos en mala posición para pelear, nos tienen rodeados.

―Los otros… ―susurró preocupada, posando la vista en la pared de hielo que creó.

―Por el momento están por su cuenta ―respondió y la miró de reojo―. No vayas a tratar de hacer una locura. Si no estuviéramos rodeados y pudiéramos verlos no serían una amenaza, pero en estos momentos estamos en desventaja.

Abby bajó la mirada y trató de enfocar su mente, era demasiado para poder pensar con claridad. Lo único certero en ese momento era su deseo por estar con Erik, pese a que siempre criticó sus ideas contra los humanos, sabía que si él estuviera presente se sentiría segura incluso en el caos que se estaba desatando frente a ella.

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Thomas aprovechó el pánico que generó la ola de viento que reventó la puerta de su habitación y botó al suelo a los soldados que segundos antes entraron reventando las ventanas. A pesar de la oscuridad podía ver claramente con su don, más claro que lo que había visto jamás. No lo pensó dos veces, avanzó con prisa y tomó una de las ametralladoras que se deslizó lejos de su dueño. Disparó aprovechando que sus atacantes recién comenzaban a recuperarse del impacto que los lanzó por el aire.

Asomó la cabeza por el corredor y notó que varias de las puertas de las habitaciones habían sido dañadas, los cuadros y demás decoración estaban regados por el suelo. Podía ver varios cuerpos vestidos con uniforme militar tratando de recuperarse del impacto, algunos parecían inconscientes y otros comenzaban a ponerse de pie. Corrió lo más rápido que pudo, ellos estaban distraídos y no gozaban de una visibilidad total como la de él.

Entró a la habitación de Yumi y se encontró con la desagradable sorpresa de ver su cuerpo inerte en el suelo. Por las marcas de sangre parecía haber sido arrastrada hasta la pared por donde los soldados debían de haber ingresado, pero el cuerpo había sido abandonado con una soga amarrada a su cintura. No trató de comprender qué había ocurrido y se dirigió a la siguiente habitación con premura, por lo que escuchaba los militares estaban rearmando sus grupos.

Al ingresar a la habitación de Leslie se encontró con dos imágenes de ella, de pie en diferentes partes de la habitación, completamente ajenas a lo que estaba ocurriendo en sus alrededores. Los cuerpos de tres soldados se encontraban inertes y por lo poco que pudo ver parecía que habían sido heridos por múltiples disparos. Unos sollozos viniendo de una esquina del cuarto revelaron la ubicación real de la mutante, oculta detrás de un mueble, acurrucándose contra la pared.

―Leslie ―llamó acercándose con rapidez―. Soy Thomas ―anunció cuando vio cómo ella comenzó a temblar con descontrol al sentirlo acercarse―, tenemos que salir de aquí ―habló con urgencia.

―Querían matarme ―susurró entre sus sollozos―. Le dispararon a mis imágenes.

Thomas no respondió, la haló del brazo con fuerza para que se pusiera de pie y comenzara a caminar bajo su guía, no tenía idea qué iban a hacer, pero quedarse ocultos en una esquina significaba una muerte segura. Necesitaban ayuda, tenían que encontrar a los otros si es que seguían vivos.

El corredor era una como una trampa, los soldados estaban congregándose en la escalera que llevaba a la habitación principal y con eso bloqueaban también la ruta de escape hacia la planta baja, el único camino era en dirección contraria, hacia el final del largo pasillo donde se encontraba la habitación que Azazel ocupaba. Pese a que Leslie no estaba llorando con fuerza, sus quejidos atraerían atención en cualquier momento y Thomas no sabía qué haría cuando eso ocurriera, ninguno de los dos tenía poderes ofensivos.

Fue en ese momento de vacilación que Thomas vio la figura de un hombre emerger de una de las habitaciones cercanas y apuntar en dirección hacia ellos. Como reflejó empujó a Leslie hacia un costado, siendo él quien recibió el impacto de las balas contra su cuerpo. La joven no emitió grito alguno, estaba paralizada de miedo, lista para aceptar su destino a manos del soldado que comenzó a apuntar su arma en dirección a ella como si se tratase de una escena en cámara lenta. Pero lo que siguió al sonido de las balas no fue dolor, ningún proyectil fue lanzado contra Leslie.

―¡Levántate! ―exigió otro soldado, éste acababa de salvarle la vida al dispararle a su supuesto compañero―. No me hagas repetírtelo ―insistió inclemente con una clara voz femenina, jalándola con rudeza a una habitación para no estar a la vista de todos, pese a que el resto de militares gritaba y disparaba contra el tercer piso, en cualquier momento dirigirían su atención al resto del hotel.

El hombre cambio de forma, revelando por completo su identidad como Mystique.

―Thomas está… ―susurró entre lágrimas Leslie, casi no podía distinguir nada en la oscuridad, sólo algunas siluetas, pero comprendía qué estaba ocurriendo.

―Muerto ―completó la mutante azul con dureza―. Igual que Azazel.

Le costó decir las palabras, no había podido siquiera asimilar la pérdida cuando su habitación se vio golpeada por la ráfaga de viento que seguramente fue creada por Riptide. Era el momento que necesitaba para cambiar de apariencia y perderse entre los atacantes y eso fue lo que hizo, tal y como Azazel le indicó.

―Hay que salir de aquí ―dijo, pero la verdad era que no imaginaba cómo lo lograrían. Por la posición de los soldados y el hecho que no avanzaran estaba convencida que Abby seguía viva, pero no tenía idea por cuánto tiempo.

―No… no sirve de nada ―Leslie se terminó de desmoronar en ese instante.

―Vas a moverte ―le ordenó Raven, incrédula ante la actitud y el nulo deseo de tratar de conservar su vida.

―No puedo ―insistió la joven y se sorprendió cuando la otra mutante la soltó y volvió a transformarse en el soldado.

―Haz lo que quieras ―sentenció molesta, no pensaba sacrificarse por alguien que no iba a tratar de pelear por su vida y no había tiempo para convencerla o calmarla―. Al menos trata de hacer algo útil si planeas quedarte aquí ―salió de la habitación y tomó la radio del soldado que asesinó momentos antes, lo único que podía hacer era escuchar las órdenes que comenzaban a dar y tratar de moverse acorde a ello.

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―¡Revienten el hotel de ser necesario! ―gritó el comandante de la misión ante los continuos reportes que le informaban sobre una gruesa capa de hielo impedía el avance al tercer piso―. ¡No me importa que se repare sola! ―gruñó con frustración, las balas que poco a poco quebraban la barrera se veían inútiles ante la propiedad aparentemente regenerativa del hielo.

El ataque había iniciado según los planes; las luces fueron cortadas a las veinte horas exactas y desde el bosque se utilizó una luz para avisar a los militares que se encontraban apostados sobre el tejado. Sin embargo antes de que todos recibieran el aviso se escucharon disparos desde el interior y la misión tomó un giro inesperado.

Se siguió con el plan de ingresar por las ventanas y atacar, pero antes de que pudieran recibir algún reporte todos los vidrios del segundo piso que habían quedado intactos explotaron hacia el exterior debido a una fuerte presión de aire. Los soldados informaron que el mutante de piel roja había sido visto, pero ninguno pudo confirmar si había sido abatido o no. Luego siguieron los reportes sobre el hombre que controlaba el viento refugiándose en el tercer piso y congelando el acceso.

―Ordena a la gente de los botes que desembarquen y ataquen ―indicó el comandante al soldado que se encargaba de las comunicaciones, incluso desde su posición en el pueblo cercano podía escuchar el caos que se había desatado―. Un grupo que se encargue de recuperar los cuerpos de los mutantes que vayan cayendo ―agregó, recordando que eran especímenes valiosos aunque estuvieran sin vida―. Y que los bufones de Wide Awake no se muevan de su posición, no los quiero en medio de mi campo de batalla.

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Los continuos impactos amenazaban con quebrar la barrera de hielo, pero Abby se mantuvo regenerándola de forma constante. Cientos de balas quedaron aprisionadas en el agua congelada, cada una de ellas comenzando a debilitar la estructura que ya no estaba compuesta exclusivamente por el elemento que ella controlaba.

―En cualquier momento lanzarán un ataque por las ventanas ―advirtió Riptide con cierta ansiedad―. Cuando eso ocurra usaré mis poderes, tienes que quitar el hielo en ese instante para que también afecte a los que están en la escalera.

Abby no respondió. Podía quitar el hielo, pero si calculaba mal y lo hacía antes de tiempo quedarían expuestos a las constantes ráfagas de balas, pero si por el contrario se demoraba en hacerlo, la pared de hielo sería la que recibiría el impacto, dejándole el camino libre a los soldados.

―Azazel debe estar muerto ―habló el mutante y consiguió captar la atención de Abby―. Ya hubiera venido a sacarnos de aquí de lo contrario.

―No lo sabes, puede que esté peleando en otro lado ―respondió, aún sabiendo que él tenía razón.

―Nos deben de haber estado vigilando, no puede ser coincidencia un ataque como este justo el día que…

Riptide no pudo terminar la frase; los vidrios de las ventanas se rompieron abruptamente, pero no a causa de un grupo de soldados bajando a rapel desde el techo como él esperaba sino por varias granadas listas para detonar. Reaccionó a tiempo para lanzar un torbellino que logró repeler los explosivos y enviarlos de regreso por donde vinieron. La explosión se produjo en el exterior, sólo dañando la parte de la habitación más cercana a las ventanas.

―¡Refuerza la entrada! ―indicó, cambiando rápidamente de opinión respecto a cómo manejar la situación―. No podemos quedarnos más tiempo aquí.

Riptide se acercó al espacio abierto que generó la explosión y utilizó sus poderes para generar un fuerte viento que lanzó por los aires a varios militares que se encontraban en las cercanías. Mantuvo su torbellino girando, la única opción que veía para salir vivos de ahí era abandonar el hotel.

―Vamos a bajar…

―¡¿Estás loco?! ―Abby trató de quejarse, pero él la tomó de la muñeca para luego crear un torbellino pequeño que los dejó en lo que momentos antes había sido un jardín exterior.

―Tenemos que atravesar el lago ―indicó él, guiando hacía un costado el gran torbellino que aún giraba violentamente y que por el momento estaba bloqueando los disparos del grupo de soldados que se habían congregado en el exterior previo al intento de detonar las granadas.

Riptide avanzó y se percató que sobre las aguas habían múltiples botes tratando de acercarse a la ventosa costa para desembarcar más tropas. Maldijo fuertemente, eran demasiados frentes para manejar solo.

Abby también lo notó, el cielo nocturno estaba despejado y la luna brindaba algo de iluminación. Sin esperar a escuchar el plan de Riptide, ella se apresuró a controlar las aguas para generar una gran ola que volcó de forma violenta todos los botes, arrastrándolos junto con sus tripulantes hacía el interior del lago. No se detuvo a recuperar energía y nuevamente manipuló el agua para que invadiera la costa y se llevara a el grupo de soldados que estaban siendo contenidos por el torbellino, jalándolos a las profundidades también.

En ese momento Abby no estaba pensando detenidamente lo que hacía, sólo sabía que estaban tratando de matarla y que no iba a permitirlo. De improvisto sintió una fuerte contracción que la obligó a arrodillarse por unos momentos, no era para nada la primera de la noche, pero no podía llegar en un momento más inoportuno.

―Dime que no vas a dar a luz justo ahora ―pidió él preocupado.

―Claro que no, falta más de dos semanas ―respondió cuando recuperó el aliento―. Las contracciones días previos al parto son normales ―agregó, repitiendo con convicción las palabras de su médico.

―Se están alejando de las aguas ―anunció, viendo las pocas siluetas que quedaban de pie adentrándose en la península que ocupaba el hotel―. Ve hacía el bosque y trata de atravesar el lago ―indicó luego de meditarlo un poco―. Se están reagrupando, eso quiere decir que los hemos debilitado, puede que esta sea la mejor oportunidad que tenga para encargarme de ellos.

―No puedes ir ―No quería quedarse sola.

―No vas a poder ayudarme y no quiero ni imaginar qué me va a hacer Magneto si dejo que vengas conmigo ―replicó con calma―. No puedo protegerte y a la vez atacar a mi mayor capacidad ―explicó y le sonrió―. Además si vas por el lago dudo que tengas problemas.

Ella no pudo tratar de convencerlo, Riptide finalizó de hablar y comenzó a alejarse.

Quería seguirlo, el miedo la invadió en el momento en que se quedó sola, pero se contuvo. Avanzó en dirección contraria, acercándose a una parte del bosque que colindaba con el lago, estaba embarazada, lo más sensato era alejarse del peligro. Miró hacía atrás un instante, preguntándose qué había ocurrido con los demás y si podían necesitar su ayuda.

«Muévete» se ordenó a sí misma, pese a que había usado sus poderes para defenderse, no creía que sería capaz de repetirlo si se encontraba al descubierto.

Dio unos pasos entre los árboles y su cerebro comenzó a llenarla de dudas y preguntas. No tenía idea qué haría cuando consiguiera cruzar el lago. ¿Cómo se suponía que se reuniría con los demás si lograban escapar? ¿Debía quedarse en los alrededores o debía de huir lo más lejos posible? ¿Erik iba a poder encontrarla? ¿Volvía a su casa esperando que Erik la fuera a buscar ahí?

El sonido de un despliegue descomunal de balas provocó que diera un brinco. No tenía idea qué planeaba hacer Riptide, pero sin dudas estaban muy enfocados en atacarlo.

―Miren lo que tenemos aquí

Una voz masculina hablando de improvisto la congeló en su lugar y su corazón dio un sobresalto. Unos hombres fuertemente armados hicieron su aparición, pero no llevaban uniforme militar.

―Al final al menos nos tocó un mutante ―comentó otro hombre sonriendo en la penumbra―. Y miren, ¡se están reproduciendo!

Abby pudo ver como seis siluetas levantaron sus armas contra ella y sin siquiera darse cuenta que usó sus poderes, los hombres quedaron confinados dentro de una gran estructura de hielo. No sólo las aguas cercanas habían avanzado sobre sus enemigos sin darles oportunidad de siquiera gritar, los árboles que rodeaban la zona quedaron totalmente secos, como si todo el líquido que fluía por sus hojas y troncos los hubiese abandonado.

Ella observó como si estuviera en un trance, no era capaz de apreciar la magnitud de lo que había hecho, pero podía ver que el hielo era sumamente traslúcido y reflejaba de forma tenue la poca luz que ofrecía la luna.

Un agudo dolor le hizo regresar a la realidad. Llevó las manos hacia su abultado vientre y logró apoyar la espalda contra el árbol más cercano antes de que su cuerpo se desplomara contra el suelo. Dejó escapar un gemido cuando sus piernas se humedecieron de improvisto y un pequeño charco se formó debajo de ella. Faltaban casi tres semanas completas, no se suponía que el bebé llegara aún y menos en un momento tan caótico.

Tragó saliva y elevó la mirada al cielo, casi implorando por una respuesta, pero de inmediato asimiló que nadie iba a ayudarla y que tenía que salir de ahí por sus propios medios. Avanzó con pasos torpes, alejándose lentamente del hotel con dirección al bosque. Sabía que no iba a llegar muy lejos, pero también era consciente que si no se movía expondría a su bebé a un peligro mayor al que ya estaba.

Las contracciones la obligaron a detenerse por un momento. Le era difícil respirar y no podía evitar que sus ojos se movieran en todas direcciones buscando peligro, nunca había estado tan asustada. Se sentía abrumada, entre el terror de que la encontraran y el estar completamente sola, a punto de dar a luz un bebé que debía de haber permanecido en su interior unas semanas más. Pensó en Erik y sintió un dolor en el pecho, deseaba tanto verlo feliz, no sumar una tragedia más a su vida.

Cuando ya no pudo caminar más se apoyó contra el grueso tronco de un árbol que pensaba podría cubrirla si es que la buscaban. No tenía idea de cuánto se había alejado, pero ya no se sentía con más fuerzas para continuar. Con dificultad se preparó lo mejor que pudo para lo que venía. Jamás en su vida pasó por su cabeza que alguna vez tendría que dar a luz sola y mucho menos en un bosque en la mitad de la noche.

La mezcla de emociones sólo le hacían sentir las contracciones con más fuerza, pero cada vez que pensaba que iba a gritar se cubría la boca para que ningún sonido saliera. Se colocó de rodillas cuando las piernas ya no la pudieron mantener de pie y sintió con las manos como la cabeza del bebé comenzaba a asomarse. Las lágrimas nublaron su vista, estaba tan asustada que no conseguía coordinar su respiración con las contracciones y el temor de que el bebé muriera naciendo no le permitía concentrarse.

Los interminables y tortuosos minutos de dolor cesaron al momento en que el peso del bebé reposó en sus brazos y comenzó a llorar fuertemente. Se dejó caer al suelo y abrazó a su recién nacido llorando en silencio. Con cuidado trató de limpiarlo un poco con la tela de su vestido para luego abrazarlo fuertemente. Le sonrió y trató de calmarlo, el llanto de un bebé podía escucharse a distancia, sobre todo en un bosque. No tenía fuerzas para volver a ponerse de pie, incluso le costaba mantenerse despierta, así que se quedó meciéndolo, esperando que todo terminara y rogando que no los encontraran.

No supo cuanto tiempo pasó, pero cuando nuevamente sintió contracciones, comenzó a temblar. No había visitado a un doctor la cantidad de veces que su hermana lo hizo y su vientre era considerablemente pequeño a comparación, pero estaba segura de que debía de ser un único bebé. Pujó con incomodidad por la posición y casi de inmediato sintió un alivio indescriptible al ver que lo que había salido de ella no era otra cosa que la placenta que aún seguía conectada a su recién nacido.

Dejó escapar una risa casi silenciosa acompañada de más lágrimas, no sabía que otra cosa hacer con la mezcla de sensaciones tan opuestas que tenía. Estaba aterrada y a la vez con una alegría desbordante por el pequeño bulto que llevaba en brazos.


Notas de autora: La última parte del capítulo la escribí a la par que los nueve primeros, llevo bastante tiempo tratando de llegar a esta parte. En teoría mi idea era llegar antes de que se estrenara Apocalipsis, pero ya ven recién lo público más de medio año después. Abby dio a luz un par de semanas antes de tiempo, no es algo tan serio, el bebé está completamente formado, pero hay casos en que pueden surgir complicaciones, cada día extra en el vientre cuenta.

No me gusta matar personajes, pero hay ocasiones que lo ameritan y desde el punto de escritora hay una ventaja, menos personajes significa menos distracciones a la hora de escribir, hay menos cosas que tomar en cuenta. Yumi, Azazel y Thomas pasaron a mejor vida, Riptide y Leslie posiblemente también y Raven y Abby (Con el bebé) no están a salvo aún. ¿Dónde está Erik? En Minneapolis, él está en el lugar de donde no han recibido confirmación de cómo fue el ataque. ¿Qué creen que pasará ahora?

Respuesta a Whitch: Me alegro mucho que la historia te guste, los OCs no son exactamente lo más popular o querido en los fics. Fabián no secuestró a nadie, pero creo que hubiera sido menos catastrófico si ese hubiera sido su plan, aún así a Abby le tocó pelear por su vida y la de su bebé. Pienso escribir sobre las tres películas, aunque por el momento tengo todo bien planeado hasta el final de la segunda, lo que sigue necesita que lo trabaje un poco más. El bebé no es ninguno de los hijos de Magneto (Wanda y Pietro para esta época andan con menos de diez años según calculo, Polaris pese a que podía encajar decidí no usarla y Nina es de Apocalipsis. También vi que me dejaste un comentario en mi fic de Naruto, si me dejas algún correo al cual responderte con gusto nos comunicamos por ahí (ponlo como "tu usuario" arroba y el servidor (Gmail, hotmail, etc) sino la página no lo va a mostrar.