Peace could be an option
Capítulo 36
La ruta a Minneapolis resultó ser un viaje pesado aunque sólo se tratara de cinco horas de camino. La reunión con Sean no le entusiasmaba en absoluto, el joven ya se había negado a unírsele antes y estaba seguro que saldría el tema de Charles y su parálisis en algún momento. Trató de no pensar en la playa de Cuba, pero en la soledad del coche y con la carretera siendo únicamente iluminada por los faroles de su vehículo su mente no tenía con que distraerse para alejarse de esos pensamientos.
Decidió que saldría durante la noche sin esperar a la mañana para poder familiarizase con la zona antes de la hora del encuentro. Angel optó por escoger un motel en las afueras de la ciudad, eso en sí mismo no era un problema, pero temía que el local fuera frecuentado por gente de mal vivir y Sean terminara llamando la atención innecesaria si se mostraba nervioso. Ellos no estaban siendo buscados por la ley, ni sus rostros estaban en los noticieros, por lo que podían sentarse a hablar en cualquier lugar, incluso frente a la estación de policía si les daba la gana. Y a pesar de eso sospechaba que Angel concretó la cita teniendo en mente que harían algo ilegal digno de alguna película de mafiosos.
Llegó a la ciudad a mitad de la madrugada y se adentró por sus calles hasta encontrar un hotel decente donde descansar por unas cuantas horas, sabía que iba a necesitar estar fresco para encarar al pelirrojo y la lluvia de reproches que seguramente vendría con él. Le ofrecería un espacio en el grupo, le explicaría que su objetivo principal en esos momentos era Wide Awake y le narraría todo lo que ellos habían hecho contra los suyos, con eso estaba seguro de que al menos conseguiría ponerlo en duda.
«Pero se separó de Charles y aceptó encontrarse conmigo, quizás ya pasó el periodo de duda y desea actuar» Era un pensamiento extraño el que uno de los seguidores de Charles decidiera cambiar de facción y aunque era positivo para su causa también le generaba cierto recelo saber que abandonó a su mentor. Aunque el telépata se rehusaba a ver los peligros que vendrían contra los mutantes y pese a que él mismo lo dejó de lado, aún lo respetaba y estimaba lo suficiente como para sentirse agraviado por la ruta que Sean parecía haber tomado.
A media mañana Erik se dirigió a la zona del motel y se dio cuenta de inmediato que como lo había imaginado el lugar era uno de los peores vecindarios de la ciudad. Maldijo a Angel en silencio, iba a tener que esperar a Sean y decirle para hablar en otro sitio, él en lo personal se rehusaba a visitar barrios de ese tipo a menos que fuera totalmente necesario. La cita era a las tres de la tarde en el bar de un sucio motel que sin dudas debía de haber sido testigo de múltiples crímenes.
Por costumbre y siguiendo su plan, comenzó a navegar las calles aledañas al lugar de reunión para conocerlas. No es que pensara que Sean lo atacaría, pero aunque iba a sugerirle que cambiaran de lugar para charlar, siempre cabía la posibilidad que algún matón tratara de hacerles algo y pese a que podían encargarse de cualquier humano insolente, era mejor no llamar la atención con sus poderes. Se dirigió a un café de aspecto descuidado y pidió algo sencillo para almorzar. Ahí mientras comía sin apuro comenzó a identificar algunos rostros que rondaban la zona de forma continua, eso siempre le daba mala espina, pero por la condición de la zona debía de tratarse de criminales locales esperando por una víctima.
Diez minutos antes de la hora pactada entró al motel y se dirigió al bar sin siquiera preguntar por Sean como normalmente uno esperaría se actuara en un establecimiento de cierta categoría. Escogió una mesa en una esquina que le permitiría ver con comodidad la llegada del joven o si alguna otra persona trataba de acercársele. Esperó en compañía de una botella de cerveza que se vio obligado a comprar para que no lo echaran del local.
Un poco después de la hora pactada, Erik reconoció la cabellera rojiza de Sean asomarse con precaución por la puerta. No le hizo ninguna seña, aunque mantuvo la mirada fija en él hasta que el joven se percató de su presencia y avanzó.
―Erik ―saludó, sentándose frente a él.
―Bonito lugar que escogió Angel ―habló Erik con sarcasmo―. Preferiría que fuéramos al centro de la ciudad, no somos criminales como para tener que estar reuniéndonos en lugares como este.
―Aquí está bien ―replicó el joven dándole una mirada acusadora, él no estaba tan convencido de que Erik no fuera un criminal.
―Como gustes ―aceptó el alemán, no pensaba insistir―. ¿Qué es lo que querías hablar conmigo?
―Yo no quería hablar, pero Angel me convenció de que lo hiciera.
Erik observó al joven en silencio, Angel sabía más de lo que le comunicó a Azazel y no tuvo la delicadeza o incluso inteligencia de transmitir la información.
―¿Sabes lo que le hiciste a Charles? ―cuestionó Sean sin miramientos.
―Eso, fue culpa de Moira ―respondió Erik arrastrando las palabras mientras sus músculos se tensaban.
―Está en una silla de ruedas…
―Lo sé ―Le tomó todo el autocontrol de su ser para no perder la compostura. Lo sabía y le dolía, pero no había nada que pudiera hacer para remediarlo.
―¿Lo sabes? ―repitió extrañado―. ¿Cómo lo sabes? ¿Has estado espiándonos?
―No creo que sea para esto que aceptaste venir hasta aquí ―replicó, con la esperanza de que la conversación cambiara de rumbo.
―No ―asintió Sean y bajó la mirada―. Quiero que quede claro que pienso que eres un psicópata, pero Charles no está en condiciones de hacer mucho y no supe a quién más acudir hasta que vi a Angel y hablamos.
―¿Qué viste? ―preguntó Erik enfocándose por completo, debía ser algo grande para que el joven decidiera buscar ayuda en alguien en quién obviamente no confiaba.
―Luego de que Charles dejó de buscar alternativas para volver a caminar y su salud volvió a estar estable, decidí tratar de recuperar algo de normalidad en mi vida, pero en cuanto volví a casa no pude evitar notar cosas extrañas que antes había pasado por alto ―explicó, jugando nerviosamente con sus dedos―. Tenía una vecina que ahora estoy convencido debía de ser mutante, siempre pasaban cosas inusuales con ella. El día que me animé a tratar de acercarme y confirmarlo vi como un grupo de hombres armados la siguieron por una calle solitaria cerca a donde vivía… ―Sean se quedó en silencio por unos instantes, por su mirada recordaba muy bien lo que vio, pero le costaba encontrar las palabras adecuadas para describirlo.
―¿La mataron? ―preguntó Erik, los detalles desagradables no eran de suma importancia si estaba muerta.
―Sí, se llevaron su cuerpo también ―afirmó el pelirrojo sin levantar la vista―. No pude hacer nada, fue muy rápido.
―No es la primera que asesinan, ni será la última ―habló Erik tratando de no presionar demasiado.
―Escuché que se comunicaban con otros ―susurró, sin controlar el miedo en su voz―. Nos están cazando.
―No llegarán lejos. Hace poco nos encargamos del fundador…
―¿Sabías de ellos? ¿Por qué no le has dicho nada a Charles? ―cuestionó preocupado y molesto, pese a que él tampoco le había dicho nada.
―Porque la solución a este problema es la opuesta a la que Charles buscaría.
―Entonces vine por gusto ―Sean se puso de pie y observó a Erik por unos momentos.
―Puedes venir conmigo ―ofreció con sinceridad―. Sólo has visto una fracción de lo que son capaces, con tus dones podrías ayudar a los nuestros a permanecer a salvo.
―No soy como tú, yo no podría hacer lo que tú haces aunque se trate de esa gente ―respondió Sean desviando la mirada para luego avanzar hacia la salida.
Erik no trató de insistir, sabía que iba a ser por gusto. Pero le preocupaba enormemente que Wide Awake o el grupo que sea que vio Sean estuvieran actuando de forma tan abierta como para que él haya podido presenciar un ataque contra una mutante. Sus pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de un disparo muy cercano.
Vio el cuerpo de Sean comenzar a caer revelando la presencia de un hombre con un revolver en la mano a escasos centímetros de distancia.
Logró reaccionar a tiempo y detuvo en el aire una bala que se dirigía en su dirección. Cuatro hombres ingresaron armados, con las miradas clavadas sobre él. Comprendió lo que estaba ocurriendo, de alguna manera Wide Awake los había localizado.
―¡Dispárenle! ―gritó iracundo uno de los individuos.
Magneto detuvo en el aire múltiples proyectiles que venían en su dirección y sin titubear los retornó por la trayectoria que habían viajado para que impactaran contra sus atacantes y también contra cualquier testigo que estuviera presente, lo último que necesitaba era alguna persona dando su descripción a la policía.
Se acercó con prisa al cuerpo de Sean, pero fue recibido por un charco de sangre y un cuerpo sin vida, el joven recibió una bala en medio de los ojos. Erik maldijo en silencio y sin poder controlarse sintió un escalofrío recorrer toda su espalda. Se acercó de forma brusca al teléfono del motel, que pare ese momento parecía haber quedado vacío, los disparos asustaron a las personas que podían haber estado en los alrededores.
Marcó con desesperación el número del hotel, pero no recibió el tono de llamado, sino un aviso que anunciaba que la línea no se encontraba disponible en esos momentos. Se quedó quieto un instante, tratando de calmarse, pero le fue imposible, su mente sólo fue capaz de mostrarle el peor escenario posible.
Salió del motel por la puerta trasera y caminó rápido hasta llegar al auto que parqueó a varias cuadras. ¿Cómo los habían encontrado? ¿Lo siguieron a él o a Sean? O quizás Angel no tuvo las precauciones suficientes, la joven no era ni remotamente un intento de espía. Encendió el motor del automóvil y aceleró todo lo posible, ignorando semáforos a su paso, algo en su interior le gritaba que debía regresar lo antes posible al hotel.
. .
La policía de Dallas llevó a la morgue el cuerpo de una joven identificada como Arleen Adams para obtener una causa oficial de la muerte; aunque las heridas ocasionadas por impacto de bala en la espalda dejaban bastante claro qué había ocurrido. A pesar de no contar con testigos que vieran el crimen, los oficiales manejaban la teoría que posiblemente el asesino era un cliente insatisfecho debido a la ropa reveladora que llevaba la muchacha y la cercanía con el Carousel club.
Jack Ruby, el dueño del conocido local había sido citado para que prestara su declaración en la comisaría al día siguiente y no estaba para nada contento al verse implicado en una investigación de asesinato.
―¿Cómo pudieron ser tan incompetentes de permitir que la mugrosa mutante llegara hasta la calle? ―cuestionó evidentemente preocupado.
―Sr. Rubenstein, la citación es algo de rutina. Únicamente tiene que confirmar que la víctima trabajaba para usted, pero no tiene idea quiénes la frecuentaban, con eso les bastará ―aconsejó Bolivar Trask mientras monitoreaba con cierta satisfacción el traslado del cuerpo de otra joven mujer―. Además, no olvide resaltar que el incidente ocurrió en un horario en que su establecimiento se encontraba cerrado.
―Van a investigar el club y van a encontrar rastros de sangre ―insistió nervioso―. Nunca debieron de traerla aquí.
―Estoy seguro que no sería el único rastro de sangre que encontrarían ―recalcó el pequeño hombre―. La otra mujer los tomó por sorpresa, esos tatuajes eran alas ―explicó con fascinación, minimizando la preocupación de su asociado.
Debido a la insistencia de múltiples miembros de Wide Awake, el ataque contra las mutantes que creían responsables de la muerte de Partridge no se llevó a cabo en el lugar más obvio, dentro del Carousel club, sino en la residencia de ellas. Sin embargo los responsables de abatirlas tuvieron problemas para llevar la operación como fue planificada y terminaron asesinando a ambas fuera del apartamento en que vivían, una de ellas incluso llegó hasta la calle. Al no ser militares entrenados y encontrarse en una situación tan expuesta, procedieron a abandonar el cuerpo al que no podían llegar sin verse expuestos y cargar con el otro hasta el primer lugar cercano en que sentían estarían seguros.
―Espero que al menos valga la pena todo el problema en el que me han metido.
―Por supuesto que sí ―aseguró Trask, el cuerpo de Angel ya se encontraba envuelto en un plástico negro y era cargado en una camioneta―. Cada espécimen es valioso, vivos serían más útiles por supuesto, pero hay mucho por analizar incluso de sus cadáveres. Sólo espero que el presupuesto que pedí para investigación sea aprobado.
―¿Y si no?
―Yo continuaré investigando aunque deba de hacerlo de forma independiente, eso puede tenerlo por seguro.
―Trataré de conseguir el cadáver que tiene la policía entonces ―ofreció el dueño del club luego de meditarlo.
―No hay que llamar la atención ―resaltó con seriedad, no necesitaban que la policía tomara interés en el caso―. Dejemos que realicen su investigación, será corta de cualquier forma, no invertirán mucho tiempo y recursos en una bailarina exótica.
En ese momento William Stryker se acercó a los dos hombres. No había esperado que el ataque contra dos bailarinas exóticas, mutantes o no, pudiera terminar en oídos de la policía. Por su expresión era obvio que no gustaba en absoluto tener que poner pie en el Carousel club, pero era un profesional y si las circunstancias le obligaban a visitar un local como ese no iba a manifestar su incomodidad abiertamente.
―Tengo un contacto en la policía que me informará de cualquier avance en el caso, aunque no espera que se llegue a encontrar al asesino ―habló con fastidio antes de dirigirse directamente a Trask―. El cargamento ya está en movimiento.
―¿Cuántos? ―preguntó el científico.
―Cinco.
―¿Alguno vivo? ―indagó con anticipación.
―No ―respondió cortante―. Y mejor así, hemos perdido la mayor parte de los efectivos que enviamos.
―¿Se dieron cuenta del ataque? ―preguntó con curiosidad Trask ante lo que parecía sería un elevado número de bajas.
―Sucedió algo al inicio, pero sólo fueron unos segundos de ventaja que no esperábamos tuvieran ―respondió Stryker visiblemente preocupado―. El ataque concluyó, pero el comandante ha ordenando la retirada.
―¿Qué? ¿Por qué? ―intervino de golpe Jack Ruby.
―Una ola gigante arrasó con los soldados de apoyo que debían llegar por el lago y en tierra los torbellinos golpearon duramente a las tropas que iniciaron la ofensiva ―explicó con seriedad―. El mutante que controla el viento fue abatido, pero no tenemos idea de dónde esté el que controla el agua si es que se trata de otro ―Se quedó en silencio un momento, si había algo que detestaba era fallar y aunque habían ganado algo el costo resultaba demasiado elevado.
Prosiguió explicando cómo habían logrado evacuar los cuerpos de los mutantes en un momento en que una perturbadora tranquilidad tomó posesión del hotel. Pero por la poca descripción que se dio de los cinco cadáveres que transportaban Emma Frost no se encontraba entre ellos, lo que elevaba las sospechas de que no habían acabado con todos los mutantes que habitaban el lugar. Las pocas tropas que lograron mantenerse en pie se reagruparon y resguardaron a la espera del apoyo que debía de llegar desde el sur.
―¿Entonces por qué se ha ordenado una retirada? ―indagó Trask con cautela.
―Hace unos momentos se perdió toda comunicación con los refuerzos que debían llegar desde el sur, alguien los atacó. Pese a la orden dudo que las pocas tropas que quedaron en el hotel vayan a poder salir, creemos que es el líder―opinó Stryker tensando el cuerpo.
. .
Erik manejó como un maníaco con dirección al norte, reduciendo el tiempo de viaje de cinco horas a sólo tres. Algo había tenido que ocurrir para que fuera atacado por sorpresa en Minneapolis y su mente le advertía que el hotel podía encontrarse en una situación similar si fue a él a quién siguieron hasta el punto de encuentro con Sean. Trataba de convencerse que Azazel y Riptide podrían manejar cualquier ataque, aún recordaba lo eficientes que fueron cuando decidieron hacerle una visita a las instalaciones de la CIA el día que Angel se fue con ellos, pero a pesar de eso no era capaz de calmarse.
Esa misma noche abandonarían el hotel, no le importaba si todo estaba en calma. Había sido un grave error mantener una base tan grande durante todo ese tiempo cuando los enemigos eran un montón de fanáticos bajo el manto de protección de una agencia del gobierno.
Las luces de múltiples vehículos a la distancia justo por la única ruta por tierra para llegar al hotel fueron el anuncio que necesitaba para confirmar sus más profundos temores. No se detuvo a considerar que cabía una minúscula posibilidad que se tratara de algún grupo de personas locales que tuvieron la desgracia de juntarse ese día en aquel lugar, sin permitirles tiempo de reaccionar tomó control de todo el metal de la zona.
Los vehículos se desmantelaron en un abrir y cerrar de ojos sin darle oportunidad a los humanos de siquiera tratar de comprender qué estaba ocurriendo. Las numerosas armas que llevaban se elevaron por los aires quedando fuera del alcance de sus dueños y gracias a la rapidez con que Erik disminuía la distancia que los separaba, ya era capaz de distinguir que se trataba de soldados vistiendo uniforme militar.
No detuvo su automóvil, simplemente pasó por encima de los cuerpos que acababan de caer al suelo al verse arrasados por una aterradora y sonora ráfaga de balas proveniente de las que habían sido sus propias armas segundos antes.
El automóvil que manejaba comenzó a vibrar, cada pedazo de metal tronaba bajo la tensión imprimida por sus emociones descontroladas. Lo único que llenaba su mente era un profundo sentimiento de impotencia al saber que habían sido atacados y él no había podido ser capaz de impedirlo.
Detuvo una bala viniendo en su dirección y divisó a un pequeño grupo de soldados a un costado del hotel iluminados únicamente por los faroles de su propio vehículo. No pasó inadvertido el estado de la construcción, los vidrios rotos y las cortinas ondeando hacia el exterior eran sólo un fragmento del catastrófico estado del lugar que los acogió por varios meses.
Frenó en seco el automóvil y descendió con rapidez, ignorando los gritos de advertencia para que se detuviera. No logró ver a ningún mutante, por lo que decidió repetir la escena de minutos antes a la entrada de la ruta hacia el hotel. Las armas se elevaron por los aires y apuntaron con dirección a los soldados.
―¡Erik!
Reconoció la voz femenina saliendo de entre el grupo de militares, pero no por ello retrasó la ejecución de los hombres. Las balas atravesaron los cuerpos de los soldados, dejando a algunos de ellos irreconocibles. Entre la masacre una ágil figura azul dejó la apariencia de militar a la par que evadió los disparos, que si bien no fueron en contra ella, Erik no se tomó la molestia de darle tiempo para alejarse a una distancia segura.
―¿Dónde está Abby? ―preguntó con ansiedad en cuanto terminó la segunda ronda de disparos para asegurarse que todos estuvieran realmente muertos.
―No lo sé ―respondió Raven acercándose―. Nos atacaron de improvisto, sólo llegué a ver que la entrada a su habitación estaba bloqueada con hielo.
Erik no necesitó escuchar más y se encaminó hacia el interior del hotel.
―¡Espera! ―llamó la joven mutante―. Revisaron el lugar antes que llegaras, dijeron que no había nadie, se llevaron los cuerpos de los otros hace varios minutos… no la vi a ella, pero no hay forma que siga adentro ―informó con premura―. Pude escuchar un poco lo que conversaban, podemos seguirlos si partimos ahora.
Erik la observó un momento sintiendo como su respiración se volvía forzada, le costaba enfocarse para poder tomar una decisión y a duras penas era capaz de prestarle atención. Raven habló de cuerpos no de prisioneros y el sólo imaginarlo le hacía sentirse igual de impotente que cuando tuvo que presenciar la muerte de su madre. No debía de ocurrir de nuevo, él ya no era un pequeño incapaz de pelear, con sus poderes se suponía que podría defender a los suyos, pero al final no fue siquiera capaz de defender a su esposa.
Fue en el momento en que pensó en ella y cómo la había dejado la noche anterior que recordó que si aún no estaba muy lejos todavía tenía una oportunidad de encontrarla. Se negó a aceptar que estaba yendo detrás de un cuerpo, conocía lo retorcidas que podían ser las mentes humanas y una mutante embarazada podía ser mucho más útil viva que muerta si eran medianamente inteligentes.
Se dirigió al carro sin decir palabra y Raven lo siguió ansiosa por ir detrás de los pocos militares que lograron escapar. Pero en cuanto Erik se concentró para tratar de sentir el adamantium que colocó en los aros de matrimonio pudo percibir que la muestra del extraño metal que estaba buscando se encontraba muy cerca. Abandonó el vehículo sin dar explicaciones a la mujer que acababa de sentarse en el asiento del copiloto.
―¡Erik! ―llamó Raven confundida al verlo alejarse a toda velocidad adentrándose en el bosque.
No le respondió, podía sentir que el anillo de Abby estaba muy cerca, pero más que alivio sintió miedo al imaginar que en unos momentos encontraría un cadáver abandonado y con eso nuevamente estaría sólo. La tímida idea de volver a tener una familia que rondó su mente había quedado sepultada en un instante.
Avanzó y llegó hasta una formación de hielo de monstruoso tamaño que ocupaba un gran espacio en medio de un grupo de árboles secos. Se acercó con cautela, esa era una marca clara de que Abby había estado ahí. Notó que dentro del agua congelada se encontraban los cuerpos de seis hombres armados y si su vista no le engañaba al menos dos de ellos parecía que habían sido parcialmente aplastados por la presión del hielo.
Alzó la mirada hacia las copas vacías y cerró los ojos al escuchar las hojas crujir bajo sus pies, al final Abby terminó haciendo algo que desde que la conoció se había negado a siquiera probar. No secó a una persona, pero era evidente que toda la vegetación en esa zona sufrió grandes daños a causa de ella.
Fue en ese momento que se percató de un llanto rompiendo el silencio del bosque. No era cualquier llanto, podía reconocer que se trataba de un bebé, ese agudo sonido aprendió a reconocerlo en su estadía en el empobrecido gueto de Varsovia y luego en el orfelinato francés donde vivió un par de años cuando terminó la guerra.
Se concentró nuevamente y confirmó que el sonido venía de la misma dirección desde donde sentía se encontraba la presencia del anillo de Abby. Comenzó a correr sin ser capaz de hacerse una idea de qué iba a encontrar, su bebé no debía de nacer hasta dentro de dos semanas al menos y su experiencia de vida lo atormentaba con recuerdos de los experimentos en los campos de concentración.
Llegó a unos metros del punto que sus poderes le indicaban y notó a Abby sentada contra un árbol con un bebé en brazos que lloraba con todas sus fuerzas. Se acercó sin pensarlo dos veces, notando manchas de sangre en el vestido que ella llevaba, pero ninguna herida a primera vista. Al arrodillarse junto a ella se dio cuenta de que respiraba, pero no se encontraba consciente y que el bebé seguía unido por el cordón umbilical a lo que asumió era la placenta.
―Liebe ―susurró sin saber qué hacer, sintiendo una extraña sensación de euforia ahogar todos sus temores.
Abby estaba viva, su bebé estaba vivo. Había ocurrido lo peor, pero de alguna manera ambos se encontraban a salvo o al menos no en peligro inminente y no sabía cómo reaccionar, en toda su vida jamás había logrado esquivar una tragedia.
Notas de autora: Bueno, Erik y Abby vuelven a estar juntos… no en la mejor de las condiciones, pero juntos a fin de cuentas. Erik no esperaba encontrarla viva, con la suerte que tiene y lo que ocurrió en ese hotel no tenía muchas esperanzas, pero a diferencia de su familia ella es una mutante que aunque no le guste andar exhibiendo sus poderes es bastante fuerte. ¿Qué pasará ahora? Luego de esto Erik no va a quedarse tranquilo, hacer que Abby diera a luz en la mitad de la nada siendo atacada es algo que sin dudas no va a dejarlo pasar.
Muchos fics de Erik usan el "Liebe" (Amor) bastante seguido yo he preferido guardarlo, este par no andan de melosos llamándose por apelativos, pero dada la situación y el grado de alivio que ha tenido el pobre pues se le salió… aunque ella no lo escuchó.
La amiga de Angel es un personaje canon del universo de las películas, si ven la página de The Bent Bullet puede encontrarla por ahí.
