Peace could be an option

Capítulo 38


Erik avanzó por el corredor del viejo edificio en donde alquiló un diminuto departamento días atrás. Había amueblado el espacio de forma sencilla, era en un barrio humilde y no podía permitirse llamar la atención a pesar de que poseía cierta solvencia económica, incluso sin el acceso a sus cuentas bancarias. Giró ligeramente el rostro para asegurarse que Abby aún estuviera siguiéndolo con el bebé en brazos, sabía que ella no estaba acostumbrada a la vida en una gran ciudad y mucho menos a los barrios de menores recursos.

El hecho de establecerse aunque fuera por un periodo corto era un riesgo, pero debía de tomarlo. Abby y el bebé no podían seguir moviéndose continuamente de motel en motel por carreteras poco transitadas, eso le quedó claro a la tercera noche cuando ella rompió en llanto, desconsolada por todo lo que había vivido e imaginando su situación a futuro. También tenía que ser honesto consigo mismo respecto a su propio estado físico y mental, necesitaba descansar, las noches sin dormir ayudando con Darryl o pensando a dónde irían al siguiente día lo tenían agotado.

Escogió Chicago como destino, era sencillo pasar desapercibido en una gran ciudad, más en una donde los problemas raciales estaban cerca del punto de ebullición y las autoridades se veían copadas tratando de evitar una catástrofe. Muchas personas llegaban constantemente en búsqueda de trabajo, las caras nuevas no eran una novedad y aunque Abby no estaba totalmente convencida de que pasarían desapercibidos, no puso trabas ante la idea de un lugar medianamente estable donde descansar.

Abrió la puerta del departamento y esperó a que Abby ingresara luego de dar un rápido vistazo.

—En unos meses podremos ir a un lugar mejor —aseguró él sin elevar mucho la voz, no le gustaba la idea de tener a su familia en un lugar tan humilde—. Nuestro rastro se enfriará pronto y tendremos más opciones.

—Está bien —habló Abby, dirigiéndose hacia una pequeña cuna para dejar a Darryl durmiendo y poder descansar sus brazos.

Sin el bebé a cuestas se animó a revisar lo que sería su hogar. Era una única habitación con una ventana que daba hacia el patio interior al centro del edificio, en la pared opuesta se encontraba una cocina sencilla junto con un viejo repostero para guardar utensilios y una puerta blanca a la izquierda llevaba a un modesto baño al que no le vendría mal una remodelación. El amoblado era austero; una mesa de madera con cuatro sillas que por la posición funcionaría no sólo como comedor sino como lugar para preparar la comida, un sillón rojo que resaltaba como un faro contra la pared blanca, una cómoda, la mencionada cuna donde dormía Darryl y una cama de dos cuerpos.

—¿Vino con los muebles? —preguntó Abby con curiosidad, a la vez que su atención se enfocó en la sucia alfombra que ocupaba la habitación completa, sin dudas iba a tener que limpiarla a fondo si quería poner a su bebé en el suelo.

—No, sólo venía con la base de una cama, pero estaba seguro que iba a traernos problemas de chinches así que me deshice de ella —explicó Erik, analizando a su esposa, convencido que no estaba satisfecha con el lugar y no podía culparla.

—La cama es cómoda —soltó al sentarse sobre ella, sonriendo ligeramente.

—No trates de hacerme sentir bien —replicó Erik ante el comentario, acercándose hasta quedar frente a Abby—. Podemos ir mejorando algunas cosas poco a poco, dudo que los vecinos lo noten —ofreció. Él había vivido en condiciones peores, pero eso no significaba que estaba dispuesto a revivir esos momentos y menos compartirlos con su nueva familia.

—No me molesta, es mejor si no llamamos la atención, tú mismo lo dijiste.

—Hay varias tiendas cerca, creo que vi una lavandería…

—Dudo que la gente de aquí la use —opinó Abby soltando un suspiro—. Seguro lavan a mano y no, no me molesta hacerlo.

Erik afinó la mirada, conteniendo el impulso de ser brutalmente honesto y decirle que a duras penas parecía tener fuerzas como para cuidar de su hijo. Ella necesitaba dormir, ambos necesitaban el descanso, pero incluso con un hogar sobre sus cabezas, el bebé no iba a darles tregua.

—¿Tú estás bien? —se animó a preguntar. Entre la marejada de problemas que lo golpearon debido al ataque en el hotel, vinieron también muchos aspectos del post embarazo que él desconocía totalmente.

—Aún sangro, pero es normal —respondió Abby tratando de sonar lo más neutral posible. Era parte natural del proceso, pero la incomodidad era demasiado grande como para sentirse bien —. Quizás podríamos ir a Montana —soltó de improvisto, a pesar de que consideraba a Erik y a Darryl como su familia actual, el lugar donde realmente se sentía a salvo y alejada de los problemas era en la casa de sus padres y su mente le rogaba buscar refugio ahí.

—Ya hemos hablado de esto —replicó Erik tratando de no perder la calma, sabía por qué ella quería regresar y una parte de él incluso lo consideraba como una alternativa, pero como último recurso y aún no sentía que habían colmado todas sus opciones—. Tu familia está a salvo, pero no sabemos con seguridad si es porque no saben de nuestra conexión con ellos o porque están esperando que vayamos para allá.

—Van a preocuparse si no nos comunicamos y no tengo idea qué decirles —explicó nerviosa, ese pensamiento era uno de los tantos que no la dejaban dormir tranquila.

—Diles que el bebé nació antes de tiempo y por eso no has estado comunicándote, estábamos muy atareados al estar solos…

—Digo eso y mi mamá va a estar con la maleta lista pidiéndome nuestra dirección —interrumpió Abby abrumada ante la idea.

—Déjame manejarlo entonces —ofreció, ganándose una mirada escéptica por parte de ella—. Los llamaré yo, les explicaré lo que pasó y nuestra situación actual sin detalles y les diré que vas a llamarlos luego. Cuando lo hagas van a estar más preocupados por tu salud y con suerte no van a presionarte por respuestas en ese momento. Más adelante ya veremos cómo lo manejamos.

—¿No vas a decirles la verdad, no?

—Claro que no, adaptaré lo ocurrido para que sea más sencillo conversarlo cuando traten de conseguir detalles, pero voy a tener que hacerles creer que estás delicada de salud y necesitas mucho descanso.

—Eso no es una mentira total.

Erik se agachó y besó su frente. Lo que él realmente quería era darle paz y no sólo con un hogar adecuado donde vivir, si no también sin la sombra de alguien persiguiéndolos y eso incluía Wide Awake, el gobierno e incluso los humanos. No sabía cuál era la posición actual de Abby respecto a la lucha que sabía debía de continuar, porque aunque se defendió en el hotel, no había expresado ningún sentimiento de revancha.

—¿Vas a ir a tramitar el acta de nacimiento de Darryl? —preguntó ella.

—¿Por qué estás obsesionada con eso? —replicó él con cansancio, quería evitar el trámite todo lo posible, pero para Abby ese papel parecía ser de suma importancia.

—Sin eso es como si no existiera —explicó triste—. Ya sé que para ti el no existir oficialmente no es malo, pero…

—Puedo ir en la tarde —aceptó derrotado, si eso le daba tranquilidad no pensaba retrasarlo más—, pero recuerda que va a ser con mis documentos de Eisenhardt.

—Lo sé —asintió ella perdiendo la emoción inicial por la noticia. Sabía que era lo mejor y que incluso era tonto deprimirse por un apellido, pero realmente hubiera querido poder usar el Lehnsherr como nombre de la familia.

—Diré que nació a las nueve y diez de la noche —agregó y Abby asintió, no había forma real de saber la hora del nacimiento, pero ese era un buen aproximado.

. .

Lo más importante para guardar las apariencias era conseguir un trabajo, algo que Erik nunca había tenido si descontaba las veces en que lo utilizó de coartada para conseguir información o acercarse a una de las múltiples víctimas que tuvo en su búsqueda por Shaw. Él era un hombre inteligente, que dominaba varios idiomas y por cuenta propia había estudiado diversos temas, pero en papeles no tenía siquiera un certificado real de estudios primarios. Eso nunca le había molestado, incluso al compararse con su esposa que llevaba un título de educación superior, pero al encontrar que sus opciones laborales eran de paga mínima y por horas, el sentimiento cambió. Abby trató de convencerlo para que ella buscara trabajo, pero con Darryl tan pequeño y dependiente era ridículo siquiera tratar, además no era lo usual que la mujer saliera a trabajar dejando a su bebé con el padre.

Consiguió un trabajo como obrero no muy lejos de donde vivían en Hyde Park, la ciudad estaba en un proceso de compra de edificios viejos para demolerlos y comenzar la construcción de nuevas estructuras más modernas. No disfrutaba la compañía de los humanos con los que debía trabajar, pero era capaz de aparentar ser simplemente un hombre tratando de mantener a su familia que no tenía muchas energías como para conversar demasiado.

Para Abby el proceso de adaptación no fue más sencillo. Sabía que no debía hablar mucho sobre ellos para evitar incongruencias, pero en cuanto trató de entablar una relación con sus vecinas se dio cuenta que no tendría un vecindario muy amistoso. El barrio que Erik eligió tenía una alta población de habitantes judíos que se habían asentado incluso antes de la primera Guerra Mundial, muchos provenientes de Alemania y Polonia. El problema era que se trataba de un grupo bastante tradicional que en un primer momento la recibió con los brazos abiertos hasta que se enteraron que no era judía como Erik, sino más bien protestante.

A Abby no le cabía en la cabeza como un grupo que había sido perseguido podía ser tan cerrado con alguien por no ser parte de ellos. No le afectaba especialmente, ya había aprendido a vivir con el rechazo, ignorando comentarios de doble sentido y murmullos no tan silenciosos, pero la llenaba de cólera cuando la atención se veía dirigida a su bebé.

—¡No ha pasado ni una semana desde que llegamos y ya decidieron que me van a tratar con la mínima educación posible! —se quejó terminando de servir la cena que preparó esa noche—. Lo peor es que miran a Darryl con pena.

—No eres judía, no lo ven como parte de la comunidad —explicó Erik con calma, no había pensado que algo así podía ocurrir cuando escogió el lugar, pero tenía sentido.

—Y me odian por estar casada contigo —agregó fastidiada, sentándose frente a Erik.

—Supongo que creen que te robaste un posible esposo para una de sus hijas —opinó tranquilo, dejando que Abby ventilara sus frustraciones.

—No pienso salir a lavar con ellas —sentenció, había tratado de socializar en el área de lavado del patio, pero se arrepintió de inmediato—. Me dicen cosas horribles aunque las escondan con falsa educación.

—¿Cómo qué? —preguntó él con algo de curiosidad, era llamativo verla tan fastidiada, aunque no podía quejarse, la molestia parecía darle energía y eso era bueno.

—Nada —replicó luego de pensarlo por unos momentos, pero cedió ante la penetrante mirada de su esposo—. No me incomoda la mitad de lo que dicen —recalcó primero, desviando la atención hacía la cuna donde Darryl descansaba luego de haber sido amamantado.

—Pero… —insistió él, con verdadera curiosidad.

—No es nada específico, pero ya varias veces han hecho alusión a tus padres —explicó, tensándose un momento al ver como la expresión de él se endurecía de golpe—. Asumen que estás peleado con ellos y te casaste conmigo por despecho o que murieron y que estarían decepcionados… —continuó, pero no se atrevió a terminar—. No sé por qué te cuento esto, son un grupo de viejas chismosas sin nada mejor que hacer.

Erik asintió y dirigió su atención a la comida en silencio. No importaba cuánto tiempo hubiera pasado, la mención de sus padres siempre le ocasionaba emociones fuertes, ya fueran de tristeza o cólera por su destino.

—¿Lo estarían? —preguntó ella de improvisto sintiéndose mal ante la idea de que sus suegros no hubieran estado de acuerdo con la elección de pareja de su hijo—. No pensé que fuera tan importante mi religión —añadió incómoda al sentirse juzgada por algo que ni siquiera practicaba; cuando su madre dejó de obligarla a ir a misa todos los domingos ella se alejó de la iglesia.

—Eso es algo que nunca podremos saber —respondió con honestidad al darse cuenta que jamás podría ser confirmado, recordaba a sus progenitores como personas amables, pero también con un profundo apego a su cultura—. Heredamos por parte materna la pertenencia a la comunidad judía y mis padres estaban orgullosos de lo que eran. Hubieran insistido para que la familia siguiera las tradiciones, pero dudo que te hubieran tratado mal.

—¿Entonces Darryl no es judío aunque tú lo seas, aunque le enseñes tus costumbres? —indagó, fastidiada por ver que su pequeño podía ser puesto a un lado por un grupo de personas por una tontería como esa, pese a que hasta ese momento no se había puesto a pensar en qué religión sería criado.

—No, no lo es —asintió Erik mirando de soslayo al pequeño—. Y aunque pudiera serlo, yo dejé de practicar cuando mis padres murieron —explicó, notando lo incómoda que Abby se veía al imaginar no ser aceptada por la que debía de ser su familia política—. Aunque si quieres una respuesta aún más honesta creo que el verdadero problema de casarme contigo hubiera sido tu educación —agregó tratando de desviar un poco las preocupaciones sin sentido de su esposa—. Mis padres no hubieran comprendido por qué fuiste a la universidad pese a que siempre valoraron la educación, creo que eso hubiera sido un tema más grande de conversación.

—Eso no es gracioso —replicó ella con una mueca.

—Piensa que al menos ya estarías acostumbrada a las preguntas tontas sobre tus elecciones de vida —opinó sonriendo ligeramente al ver que recobraba algo de su ánimo.

La cena siguió tranquila, Erik no tenía quejas sobre su trabajo, era capaz de aguantar la parte física y desde un inicio se hizo a la idea de que no tendría charlas interesantes con ninguno de los obreros, aunque estaba más que abierto a la posibilidad de que alguno probara que estaba equivocado. Pero debía prepararse para mentirle a Abby, él era bastante bueno haciéndolo, sin embargo la mujer ya había probado que era capaz de sospechar sobre la veracidad de lo que decía en varias ocasiones.

—Mañana llegaré tarde —habló cuando ella se acercó a cargar a Darryl para alimentarlo nuevamente, por las noches el pequeño solía exigir más alimento.

—¿Pasó algo? —preguntó un poco preocupada, pero con la atención dividida tratando de acomodar al bebé en su pecho.

—Nada importante, supongo que quieren terminar algo, la verdad no sé mucho de construcción, con que paguen las horas adicionales me doy por satisfecho —replicó, sentándose junto a ella en la cama y acariciando con suavidad su largo cabello.

—¿Quieres que te prepare más comida para que lleves?

—No, no es necesario. —Se sintió mal ante el ofrecimiento, ella estaba preocupada en mantenerlo alimentado imaginando que iba a tener un día pesado en el trabajo cuando en realidad no pensaba pisar la construcción.

Al día siguiente se cumplirían las dos semanas desde el ataque al hotel y debía de juntarse con Mystique en Milwaukee. La ciudad se encontraba a unas tres horas al norte en automóvil, pero le tomaría más tiempo debido a que planeó ir en bus ya que se deshizo del vehículo robado con el que llegaron a Chicago. No podía decirle la verdad a Abby, independientemente de cómo se sintiera respecto a los humanos que los atacaron, sabía que se negaría a dejarlo ir y eso generaría problemas innecesarios.


Notas de autora: No tengo excusas para un periodo tan largo sin actualizaciones. No tengo una laptop en estos momentos, pero incluso así 7 meses es excesivo considerando que puedo tomar prestada la de mi esposo por momentos. Es un capítulo corto y sin mucha acción, pero es lo que sigue en la historia ya que nos estamos perfilando para Kennedy. Erik no puede vivir en paz, no está en sus genes al parecer y pese a lo cotidiano del capítulo, pues va a seguir en pie de guerra a espaldas de su esposa.

Pensaba poner una llamada a la familia de Abby ya que es algo que por consistencia del mundo no puedo ignorar (o si lo ignoro el paso lógico sería que los padres desesperados llamaran a la policía para saber qué fue de su hija embarazada xD) pero lo voy a dejar para un capítulo adelante, en este no encontré el lugar adecuado para ponerlo sin que se sintiera como una escena puesta a la fuerza.

Si siguen leyendo realmente me serviría saber de ustedes en un review haciéndose presentes, eso anima a la musa y de paso me hace sentir menos mal por dejar abandonada la historia por todos estos meses.

Feliz Navidad atrasada y espero que este 2018 que viene sea un buen año :D