Peace could be an option
Capítulo 40
Abby se sentía como el ser más despreciable del mundo, el llanto de su pequeño le partía el alma. Habían pasado tres días desde que llevó a Darryl con un doctor para que le realizaran la circuncisión y no había forma de convencerla que no había cometido el peor error de su vida. Vincent, su sobrino, lo circuncidaron en el hospital donde nació y su hermana nunca le comentó nada que le hiciera dudar sobre la decisión. Por otro lado Erik también estaba circuncidado y si bien él no insistió que se realizara la operación, a ella le pareció lo más natural continuar con la tradición, tradición que en los Estados Unidos era común pese a no tener una población mayoritaria que lo hiciera por razones religiosas. Pero cada vez que debía cambiar el pañal de Darryl no podía evitar que sus ojos se llenaran de lágrimas al ver la inflamación, la incomodidad e incluso dolor que el pequeño debía de tener debido a ella.
―No está infectado ―le aseguró Erik acercándose al verla de pie en silencio frente al pequeño―. En unos días pasará, no va a recordarlo.
―Eso no me hace sentir mejor ―susurró triste. No le importaba si todo resultaba bien, eso no borraba el hecho de que una decisión que tomó dañó a su bebé aunque sea por unos días.
Erik no trató de hacerla sentir mejor, esa era una batalla perdida. Simplemente optó por prender la radio que compró unos días atrás y navegó entre los canales hasta llegar a una emisora que se encontraba transmitiendo en vivo desde Washington DC. Ese día, en el Monumento a Lincoln, una multitud se había reunido para escuchar el discurso de Martin Luther King Jr. uno de los más grandes representantes del movimiento por los derechos civiles. De inmediato captó cómo su esposa comenzó a calmarse e interesarse en lo que estaba ocurriendo en la capital.
El discurso fue recibido con un bufido por parte de Erik, un futuro en coexistencia armoniosa e igualdad eran exactamente lo que mencionaba: sueños. Pero quizás su fastidio se incrementó al sentir que de alguna manera Charles estaría totalmente de acuerdo con esa ideología fallida.
―¿Te disgusta? ―preguntó Abby al percibir su actitud.
―Si hablar de igualdad sirviera para algo… ―contestó, dejando la idea que tenía en mente sin terminar, no quería comenzar una discusión.
―Mejor que salir a las calles y provocar daños ―replicó un tanto incómoda, ya que a que a King se le consideraba un hombre problemático y se le atribuía la incitación de muchos disturbios según muchos medios de comunicación.
―Las acciones suelen tener mejores resultados que las palabras. ―No se pudo contener, pese a que no estaban hablando sobre mutantes el paralelismo era innegable.
―Igual se necesita tiempo, pueden pasar leyes, pero la gente no va a cambiar de actitud mágicamente.
―Eso es cómodo decirlo desde el lado en el que estás ―replicó, era fácil esperar cuando tu vida o la de tu familia, así como tus oportunidades no se encontraban amenazadas―. Tenía la idea que estabas de acuerdo con ese movimiento.
―La idea sí ―respondió, desviando la mirada a su bebé―. Era más sencillo cuando estaba en Montana y todo se sentía tan lejano, en cambio aquí… ―explicó, a pesar de que podía comprender y apoyar lo que la población de color reclamaba, no podía evitar sentir cierto rechazo al percibir su seguridad afectada en una ciudad como Chicago.
―No te sientes segura ―dijo Erik, expresando lo que a ella le era difícil sin sentirse mal.
La posibilidad de que un día que saliera a comprar comida con Darryl y terminara teniendo que evitar manifestantes peleando contra la policía no la hacían sentirse tranquila. Se juzgaba duramente por pensar así, pero en el fondo deseaba que las quejas desaparecieran aunque no se solucionaran los problemas por las que ocurrían.
―Es natural priorizar tu bienestar y el de tu familia ―resaltó al verla bajar la mirada con clara expresión de culpabilidad.
―¿Mañana también vas a salir temprano del trabajo? ―preguntó cambiando de tema y Erik asintió, Abby no quería seguir la conversación―. Estaba pensando que podríamos ir a tomarnos una foto, así podemos mandársela a mi familia para calmarlos un poco.
Erik frunció las cejas con fastidio al recordar la última comunicación que sostuvo con la familia de Abby. A pesar de que inventó una historia bastante creíble para sustentar el no poder visitarlos ni ser visitados, los abuelos de Darryl no parecían comprender razones, querían conocer a su nieto y asegurarse con sus propios ojos que todo estaba bien. Había un momento en que aunque le presentara a una persona el argumento más lógico y razonable, no le iba a importar y los Stirling habían llegado a ese punto. Abby les afirmó incontables veces que todo estaba bien, sorprendiendo a Erik con lo honesta que sonaba a pesar de que su rostro no transmitía la misma seguridad. Por el momento las aguas se habían calmado, pero para mantener la situación así debían de ofrecer algo y una foto podía servir como solución a corto plazo.
―Podría comprar una cámara ―ofreció como alternativa a tener que ir a un estudio.
―No podemos gastar en una si sólo usamos tu sueldo ―comentó ella pese a que sabía que causaría incomodidad en su esposo. Erik tenía aún el dinero que retiró antes del ataque al hotel, pero lo ideal era no tocarlo. La radio ya había sido un lujo peligroso si querían mantener la fachada de familia humilde y encajar con el resto del barrio.
Erik no recibió la respuesta con buen humor, no quería mantener a su familia bordeando la miseria para poder estar seguros, no era un intercambio que le hiciera feliz. Tenía la posibilidad de ofrecer una vida cómoda, pero las circunstancias se lo impedían y resentía enormemente la situación.
―Como quieras ―respondió, tomando a Darryl en brazos para devolverlo a su cuna, Abby había terminado de cambiar el pañal varios minutos antes y el bebé se encontraba durmiendo plácidamente sobre la cama de ellos.
―Ayer cuando fui a la carnicería vi a una mujer muy graciosa preparando platos franceses en la televisión ―comentó Abby, tratando de aligerar el ambiente de la casa―. Hablaba bastante gracioso.
Erik no comentó nada de inmediato, sabía a qué se debía el repentino interés de su esposa en contarle algo que vio el día anterior. Él siempre consideró a Abby un libro abierto, pero con el paso del tiempo ella estaba comenzando a reconocer con facilidad sus cambios de humor y los motivos que los provocaban.
―Creo que se llamaba Julia Child ―prosiguió Abby tratando de recordar.
―No suena muy francesa.
―Creo que es americana ―respondió ella antes de tomarlo por el brazo para ir a sentarse al sillón a su lado―. Escuché que es autora de un libro. Tal vez pruebe alguna receta, hizo unos panqueques muy delgados que parecían ricos.
―Crêpes ―opinó, cediendo a los intentos de Abby por distraerlo.
Abby se dio cuenta de la hora y decidió que era buen momento para empezar a preparar la cena, más si Darryl se encontraba tranquilo. Pese a que no tenía una buena relación con sus vecinos, los vendedores solían ser más serviciales y gracias a ellos había podido averiguar algunos platos tradicionales alemanes que asumió podían gustarle a Erik. No era que él se hubiera quejado de su comida, pero sentía que podía hacer el esfuerzo por aprender a cocinar como quizás su suegra lo hizo en algún momento.
Erik vio la receta que algún vendedor le escribió a Abby, pero no se atrevió a mencionarle un detalle muy importante que seguramente la desanimaría por completo. Quien le dio las instrucciones era obviamente alguien con conocimiento de comida alemana, pero no judío. Los Schnitzel podían prepararse con diversas carnes, pero la más usada era la carne de cerdo, algo que él consumía sin problemas, pero que de niño jamás probó debido a sus creencias religiosas. Decidió que Abby no se enteraría por él de su error, verla empanizando con cierta alegría los trozos de carne lo ponían de buen humor y no pensaba romperle la ilusión.
Cuando la cena estuvo casi lista él se dirigió a la pequeña mesa que tenían para despejarla y poder comer ahí. Abby ya se había acostumbrado a la idea de que Erik no gustaba mucho la informalidad de llevar los platos al sillón o la cama, incluso la música parecía importunarle a menos que estuviera en un volumen muy bajo. Cuando cenaron en restaurantes no lo había notado, pero sus costumbres de casa eran bastante tradicionales y eso le causaba algo de gracia, incluso cuando visitaron Montana por Acción de Gracias no dejó ver ese aspecto de él.
. .
El llanto y quejidos ahogados provenientes del departamento continuo despertaron a Abby. La ventana se encontraba abierta para atenuar las altas temperaturas del verano y los sonidos ingresaban con facilidad, aún así su esposo dormía, ajeno al lloriqueo. Era algo inusual, Erik tenía el sueño ligero y aunque desde que nació Darryl ella solía despertarse con facilidad, esperaba que él se percatara también. No fue hasta que el distintivo sonido de un cuerpo golpeando contra la pared que dividía los departamentos que Erik abrió los ojos.
―Están peleando de nuevo ―comentó con cansancio, cerrando los ojos por un instante.
―Mejor dicho, la está golpeando de nuevo ―aclaró Abby acurrucándose junto a él.
La familia que vivía al lado no sólo tenía dificultades económicas, el esposo era un hombre agresivo y poco articulado que trabajaba como conserje en una escuela cercana, trabajo que no disfrutaba en absoluto. Solía desahogar sus frustraciones con su esposa o alguno de sus hijos, en especial su hija mayor de once años que había comenzado a negarse a aguantar el abuso en silencio. Sin embargo esa noche parecía haber optado por esperar un par de horas antes de explotar y comenzar a agredir a su familia.
―No está gritando ―susurró Abby extrañada.
―Mejor, Darryl sigue durmiendo ―contesto Erik abrazándola en un intento por regresar a conciliar el sueño.
―Hace unos días salí al corredor cuando comenzó a discutir ahí.
―Dime que no dijiste nada ―pidió Erik con cierta preocupación. Sabía que Abby podía cuidarse, pero lo ideal era evitar problemas con los vecinos.
―No, me miró feo y se llevó a su hija en silencio de vuelta al departamento ―confesó triste, hubiera querido decir algo, pero sabía que debían mantener un perfil bajo.
―Debiste decirme, ese hombre es peligroso, no me extrañaría que viniera a molestar ahora que dejaste claro que sabes lo que es ―opinó, pensando que quizás deberían mudarse.
―Todo el mundo lo sabe ―se defendió ella.
―No creo que tenga la inteligencia para darse cuenta ―repuso con sequedad.
―¿Por qué no te despertó el llanto? ―preguntó Abby con curiosidad.
―No es algo que pueda dañarnos y es un sonido que aprendí a ignorar ―respondió, alargando la explicación más de lo necesario en un gesto de confianza. Los sollozos eran algo común en las duras noches en Auschwitz, al menos en un comienzo, antes que la gente perdiera la esperanza―. Voy a asumir que perdiste el sueño ―prosiguió sin darle oportunidad de ahondar en el detalle de su pasado.
―Darryl se va a despertar con hambre en cualquier momento ―explicó luego de asentir―. Tú vuelve a dormir.
Erik no trató siquiera de obedecer, su oportunidad de conciliar el sueño ya había pasado. Se quedó en silencio por algunos minutos, jugando con el cabello de ella entre los dedos hasta que recordó la primera noche que pasaron en Las Vegas y una sonrisa divertida invadió su rostro.
―Nunca me has comentado sobre tus novios ―comentó acercándose a la oreja de ella para soltar las palabras.
―¿Por qué me preguntas eso? ―cuestionó avergonzada, sin saber qué responder―. ¿Qué te hace pensar que he tenido?
―En Las Vegas te mostraste bastante impaciente por acelerar las cosas cuando regresamos a la habitación, eso me sorprendió un poco ―explicó, deseando que las luces estuvieran prendidas para ver la variedad de tonalidades que el rostro de Abby debía estar tomando.
―Yo no te ando preguntando con qué mujeres estuviste antes ―replicó cuando se recuperó de la impresión inicial.
―Si tuviera que apostar diría que tu pareja de fiesta de promoción sería un buen candidato ―habló, pero recibió una carcajada como respuesta.
―No digas tonterías, vas a hacer que despierte a Darryl ―comentó riendo, aunque tratando de controlar su volumen―. Dan Thompson se llamaba. No era el chico más atractivo de la escuela, pero estaba en el equipo de football y sus notas no eran desastrosas. Bailamos hasta que tomó de más y acabó inconsciente sobre una mesa, por suerte cerca del final de la fiesta. Regresé a casa con Gale.
―¿Tu cuñado? ―interrumpió con curiosidad, no había imaginado que el padre de las gemelas hubiera estudiado con Abby.
―Es un año mayor que yo, pero se graduó conmigo ―explicó ella―. Y antes que preguntes, sí, Hannah estuvo en mi fiesta como su pareja, eso le ganó muchos puntos de popularidad.
―¿Entonces, Dan Thompson está descartado? ―preguntó regresando al tema para fastidio de su esposa.
―Totalmente ―respondió negando con la cabeza―. ¿Por qué te interesa? Es extraño conversarlo contigo ―añadió ocultando el rostro en el pecho desnudo de él.
―Curiosidad.
―Da el ejemplo entonces ―masculló sin elevar el rostro.
―Te vas a poner celosa ―aseguró él riendo un poco―. Y recuerda que nunca me quedé mucho tiempo en un lugar, mis relaciones nunca fueron profundas.
―¿Nadie? ―cuestionó Abby levantando la mirada con cierto escepticismo.
―Nueva York, hace unos siete años, me asenté unos meses y conocí una mujer.
―¿Y? ―indagó Abby cuando él no siguió hablando.
―Supongo que la asusté, un día se llevó sus cosas y no volví a saber de ella ―prosiguió. Era la verdad, nunca supo más de Magda y optó por concentrarse en Shaw en lugar de tratar de buscarla―. Tu turno.
―Sólo tuve un novio antes que tú aparecieras y fue en la universidad.
―Pensé que ese había sido tu momento de todos en contra tuya ―bromeó ante la noticia.
―Él estaba terminando de estudiar leyes ―continuó, ignorando el comentario―. No me criticó la opción de carrera, era bastante inteligente y agradable. Luego de unos meses saliendo comencé a notar que si bien no le importaba qué estudiara, lo veía como una forma de mantenerme entretenida hasta que él acabara y nos casáramos.
―Al menos es un paso más que muchos ―comentó Erik acariciando el cabello de ella.
―Es una forma de verlo, pero al final es lo mismo ―replicó soltando un suspiro―. Aunque si somos objetivos, no estoy trabajando.
―Podemos tratar de mudarnos a un lugar donde puedas encontrar algo ―ofreció él, no podría ser muy pronto, pero era una opción. Estaba ofreciendo cosas que serían difíciles de cumplir en la situación en la que estaban, pero no quería que tuviera trabas a causa de él.
―No ―respondió ella―. Me gusta estar en casa cuidando a Darryl e incluso cocinando, por ahora estoy bien.
Abby sonrió y le dio un beso. Giró en la cama para ponerse de pie y avanzar unos pasos hasta la cuna donde su bebé aún dormía.
―¿Vas a despertarlo? ―preguntó Erik―. Deja que duerma, se va a levantar cuando tenga hambre.
―Sólo estaba asegurándome que estuviera bien. ―Cuando pasaban más de un par de horas sin que los llantos del bebé rompieran el silencio no podía evitar acercarse a ver que siguiera respirando y se encontrara a salvo.
. .
Para Erik era innegable que disfrutaba su vida actual pese a las carencias autoimpuestas para evitar llamar la atención. Abby parecía feliz a pesar que aún no había podido visitar a su familia y estos sospechaban que algo no estaba bien, Darryl era un saludable bebé de casi tres meses que gravitaba entre grandes sonrisas y ensordecedores llantos y él había logrado acostumbrarse a su rutina. Pero incluso así, no se veía capaz de olvidar lo ocurrido en el Lago Leech, ni mucho menos abandonar la idea tan acentuada de que cuando menos lo esperara el mundo atacaría a los mutantes. Era por eso que continuó reuniéndose con Mystique, enviándola a diferentes lugares a que recabara información e investigara qué medidas se estaban tomando en contra de los suyos.
―¿De qué va la protesta? ―preguntó la joven mutante. La seguridad policial era visible, muchos negocios estaban cerrados a pesar de ser media mañana y la aglomeración de personas continuaba en aumento.
―Segregación en las escuelas públicas ―respondió Erik de mal humor. Cuando citó a Raven no estaba enterado de que se llevaría a cabo la protesta o de la magnitud que tomaría.
―Pensé que eso no era un problema acá ―comentó sin mucho interés.
―No legalmente, pero eso no quiere decir que hayan formas de mantenerlo. ―Al final un papel dictaminando algo no tenía que reflejarse en la realidad, siempre había formas de manipular las reglas para no hacer cambios reales. En ese caso específico, dibujar las divisiones de los distritos escolares manteniendo a los barrios de personas de color separados.
―Es conveniente ―opinó Raven.
―Por un lado, al menos con todos estos conflictos no hay forma que Wide Awake reciba apoyo local.
―Hice lo que me pediste ―informó Mystique con amargura―. Tenías razón, los hermanos se han unido a un grupo anti mutante.
―Pareces sorprendida ―señaló Magneto con algo de condescendencia.
―Son sus hermanos… ―susurró, incapaz de no pensar en cómo ella dejó a Charles herido en la playa de Cuba, quizás no era diferente a ellos.
―Ella era mutante y viste lo que hizo su familia ―le recordó sin tapujos. Amanda Walker murió en el sótano de su casa bajo la mirada de sus padres y sin duda conocimiento de sus hermanos―. Es natural que hayan buscado unirse a algún grupo. Para ellos la muerte de sus padres vale más que la de su hermana ―recalcó.
―No forman parte de Wide Awake, pero si los apoyan desde el exterior. Son descuidados, seguro esa es la razón por la que no les han permitido unirse ―explicó la mutante, a diferencia de objetivos previos, los hermanos de Amanda dejaban muchas pistas―. Los hombres que los contactan han estado averiguando mucho sobre los Kennedy, tiene mucho interés con el abogado y diría que con el presidente también.
―¿Cómo lo están haciendo sin llamar la atención? ―cuestionó, Wide Awake era una organización fundada por Kennedy para atender la situación de los mutantes luego de Cuba.
―Con los grupos que apoyan a Wide Awake, tienen muchas reuniones ―respondió Raven, llevaba un buen par de semanas activa en sus labores de recolectar información y seguir objetivos.
―¿Qué quieren con la familia? ―Erik no tenía interés en ahondar en alguna conspiración de extorsión por poder político, eso no le importaba.
―No lo sé, pero están muy enfocados en ello. En tres días va a haber otra reunión a la que me infiltraré ―informó ella antes de bajar la mirada y apretar los puños―. No quiero que se me adelanten ―susurró tratando de controlar la furia―. Él es el culpable.
―No dio la orden directa, pero fue quien les dio las herramientas y el objetivo ―asintió Magneto observando con cautela a Mystique. El resentimiento de la mujer ya no yacía sólo en quienes jalaron el gatillo en el Lago Leech, deseaba ver toda la cadena caer, en especial la cabeza.
Unos gritos en la calle provocaron que la conversación de los mutantes terminara. Si bien las protestas eran pacíficas, algunos transeúntes se veían incapaces de guardar sus opiniones y aunque muchos de los que marchaban ignoraban los insultos, algunos jóvenes habían reaccionado y la policía aprovechó para interferir.
―Es mejor que vaya a casa ―anunció Erik al ver la escena, Abby le comentó que iba a salir a comprar a media mañana y le preocupaba que terminara cruzándose no sólo con quienes protestaban sino en medio de una riña.
Raven asintió sin decir más y se retiró, ya sabía cuándo volverían a reunirse.
Erik comenzó su retorno a casa desviándose un poco no sólo para evitar la manifestación, sino también para ir por la ruta en donde estaban las tiendas que Abby solía visitar. Si su esposa estaba en una de ellas podrían juntarse y volver juntos.
Notas de autora: Este capítulo lo escribí con mucha facilidad, amo escribir a Erik y Abby en un ambiente más cotidiano, familiar e íntimo. Muchos detalles en las conversaciones que han tenido, algunos sobre eventos de la época y cómo se sienten al respecto, tradiciones y eventos de vida para conocer a este par más y que ellos mismos también sepan más sobre uno del otro. A Erik pese a todo lo imagino como una persona tradicional en ciertos aspectos, así que usar la mesa para comer me parece un detalle que lo refleja bien.
Darryl tiene casi tres meses, USA anda en ebullición con los Derechos Civiles y estamos a puertas del fin de JFK. Erik disfruta su vida familiar, pero es incapaz de olvidarse de su lucha mutante, cree que si no actúa algo lo alcanzará con la guardia baja en el futuro. El discurso de King ocurrió el 28 de agosto de 1963 y el boicot de las escuelas públicas de Chicago en 22 de octubre del mismo año. Y pese a que no lo he mencionado por aquí, Erik y Abby han cumplido un año de conocerse… sí, recién y tienen un bebé (Que si bien nació unas semanas antes igual… xD) Por eso me gusta no ahondar mucho en el poco tiempo que transcurre First Class, Abby salió embarazada al mes y medio de conocer a Erik… no sigan el ejemplo de Abby! Ni le den cerdo a una persona de tradición judía sin averiguar primero qué tan a pecho siguen sus tradiciones, Abby no sabe y no tiene internet o conocidos para averiguar.
