Peace could be an option

Capítulo 41


Cuando Erik llegó a casa más temprano de lo usual y anunció con premura que tenía que viajar a Dallas de inmediato, Abby lo observó desconcertada por unos momentos hasta que su mente le lanzó una fuerte advertencia ya que debido a la radio sabía lo qué iba a ocurrir en la ciudad Tejana. Ella no podía creer lo que estaba escuchando y mucho menos viendo, su esposo no se detuvo a esperar su respuesta ante tal noticia, simplemente comenzó a separar una muda de ropa para cambiarse.

―¡Erik! ¡No vas a ir a ningún lado! ―ordenó, tratando de no elevar demasiado la voz, lo último necesitaba era que algún vecino los escuchara.

―Mystique va a matar al presidente ―habló él sin detenerse―. Estoy seguro que no quieres verlo muerto ―agregó sin poder ocultar el desagrado al hombre en su tono.

―¿Qué? ¿De qué estás hablando? ¿Por qué Raven haría eso? ―cuestionó confundida, hasta que una mejor pregunta surgió de sus labios―. ¿Cómo sabes qué está planeando Raven?

Erik se detuvo al escuchar la última pregunta y cerró los ojos al escuchar un bufido proviniendo de su esposa. No disfrutaba mintiéndole, pero ocultar sus encuentros con Mystique había sido una necesidad, Abby no lo entendía, incluso luego de lo ocurrido en Minnesota ella no podía ver el mundo como él lo hacía.

―¿Eso has estado haciendo? ¿Reuniéndote con Raven? ―cuestionó incrédula sin poder quitarle la mirada de encima―. ¿Cómo pudiste ser tan…? ―Abby no pudo encontrar palabra para describir las acciones de Erik.

―Voy a tratar de detenerla ―interrumpió acercándose a ella―. Kennedy es mutante, lo descubrió hace poco, pero a Mystique no le interesa.

―¿Y crees que a mí sí? ―replicó furiosa ante la inesperada revelación que en ese momento tenía poco valor―. Pensé que estábamos aquí para alejarnos del peligro, pero eres incapaz de mantenerte al margen. ¿Cuánto ha pasado desde que nos atacaron? ¿Cuatro meses? ¿¡Tienes idea lo que pasé!? ―continuó, comenzando a elevar más la voz y apretando los puños―. Eres un egoísta ―soltó, sintiendo como su vista se nublaba a causa de las lágrimas que comenzaban a brotar―. Cuando estaba en la mitad de ese bosque a oscuras con Darryl en mis brazos sólo podía pensar en cómo mantenerlo a salvo y en ti. Lo único que quería era regresar contigo y que no tuvieras que volver a estar sólo, pero a ti eso no te interesa ―acusó con desesperación, su vida en Chicago era solamente una fachada.

―Cuando me vaya ve a comprar comida para unos días ―indicó tomándola por los hombros, ignorando por completo lo que ella estaba diciéndole ―. No salgas a menos que estés segura que debes huir…

―¡Erik! ―le interrumpió, no quería oír instrucciones en ese momento.

―Te escuché ―aseguró él sin soltar su agarre―. Fue un error, pero no puedo quedarme aquí y esperar que Mystique cambie de opinión por cuenta propia, eso no va a ocurrir.

―¿Por qué no puedes parar? ―preguntó casi en un susurro, cerrando los ojos con fuerza.

―Tú sabes porque ―respondió serio.

―Nadie te está cazando ―replicó, ese era el mensaje tácito en sus palabras―. O al menos nadie lo estaba haciendo.

Erik no objetó, había algo de verdad en esas palabras. Pudo haber tomado a su familia e irse lejos en búsqueda de una vida tranquila, las probabilidades de que alguien los dañara seguramente eran las mismas que como las de cualquier otra persona. Incluso pensándolo mejor, tuvo la opción de estar más a salvo aún si luego de Las Vegas hubiera decidido irse con Abby.

―Sabes que no es sólo por mí ―habló con suavidad―. Ya te lo había dicho en algún momento, podríamos vivir entre ellos sintiéndonos seguros, pero no puedo ignorar todo lo que vendrá contra los que no puedan mezclarse con los humanos.

―Eso no te da derecho a ponernos a nosotros en peligro. ―Abby notó la sorpresa en los ojos de Erik, su expresión permanecía relajada, pero su mirada lo traicionaba. No quería herirlo, no quería hacerlo sentir mal o chantajearlo emocionalmente, pero sentía que la vida de ella y su bebé no eran una prioridad.

Las palabras cayeron como un balde de agua helada para Erik. Nunca pudo borrar el resentimiento hacia su padre por no haber tomado acción y poner a salvo a su familia cuando la situación se volvió insostenible en Alemania, pero él estaba cometiendo el mismo error a pesar de que sus acciones eran las contrarias.

―Voy a detener a Mystique. Cuando regrese…

―¿Hablaremos? ―completó ella bajando la mirada, no era la primera vez que decía eso.

―Voy a arreglar esto ―le aseguró dándole un beso en la frente.

Se terminó de alistar y se acercó un momento a la cuna donde descansaba Darryl para verlo dormir por unos instantes antes de salir con dirección a Dallas. Cerró la puerta tras de él y deseó escuchar alguna maldición en su contra o un objeto golpeando la pared, pero Abby no desfogaba sus emociones así.

. .

Un presidente mutante era algo que sencillamente no podía ignorar. Cuando Raven le reveló la información que identificaba a John F. Kennedy, así como a su hermano Robert, como mutantes, le tomó unos instantes creerle y más aún asimilar la noticia.

Wide Awake había comenzado a expandirse incluso debajo de las narices de quien les dio la ayuda inicial para organizarse y armarse. Continuaban bajo el mando del ejército, pero sus vínculos más estrechos eran con asociaciones como los Purificadores, los Amigos de la Humanidad y un grupo del cual Erik recién escuchaba; la iniciativa Tandem. Estos últimos fueron justamente los que procuraron la información sobre la familia Kennedy, pero de dónde habían salido y cómo lograron obtener ese conocimiento tan sensible era aún un misterio.

La remodelación de la Casa Blanca no había sido hecha para el presidente, contrario a lo que Erik asumió por las palabras escritas en la carta de agradecimiento al arquitecto que lideró el proyecto. El verdadero usuario de la habitación nombrada "Cocoon" sería Robert Kennedy, el actual Fiscal general de la Nación. Por lo que Mystique pudo averiguar, el abogado no tenía un control tan grande sobre sus habilidades y la habitación le serviría como un espacio seguro para aprender a dominarlas. También, pese a que no se especificaba a detalle, ambos hermanos poseían habilidades telepáticas de algún tipo, eso al menos no sorprendió tanto a Erik, JFK era sumamente popular pese a su juventud y bien podía ser a causa de estar influenciando a las masas.

Que uno de los suyos fuera el líder de una de las dos grandes súper potencias podía ser la respuesta ganadora a muchas de las batallas que vendrían a futuro. Sin embargo, Kennedy no se había mostrado como alguien que aceptaría inclinar la balanza a favor de los mutantes, al contrario, no podía olvidar que él fue quien permitió que lo que habían sido grupos desorganizados anti-mutantes tomaran fuerza bajo el amparo del ejército americano. Quizás no sabía lo que era, que habían otros además de su hermano, pero eso era un pensamiento ingenuo. Kennedy debía de tener conocimiento hasta cierto nivel y no había hecho nada para al menos tratar de no armar a quienes deseaban destruir a los mutantes.

Dejó de pensar en los secretos de la familia presidencial para cuando el bus que tomó en Chicago al fin llegó a Dallas tras más de un día de viaje casi sin paradas. La estación se encontraba repleta de personas y rebosante de banderas americanas en su forma natural o estampadas en objetos y ropa debido a la visita del presidente. Erik se tensó instintivamente, el ambiente era festivo y no se sentía hostilidad, pero el entusiasmo e incluso fanatismo por los colores que representaban la nación le trajeron malos recuerdos.

Una de sus más tempranas memorias lo asaltó de improvisto. Recordaba estar siendo sujetado fuertemente por las temblorosas manos de su madre, viendo como su tío era sometido a una paliza pública en medio de la celebración anual del partido Nazi. Fue el día que se anunciaron las leyes de Núremberg y al hermano de su padre lo tomaron como ejemplo de lo que ocurriría con cualquier judío que estuviera en una relación con un ciudadano alemán, algo que se volvió ilegal a partir de ese momento, junto con blandir la bandera nacional o usar los colores del Reich.

Avanzó abriéndose paso entre la multitud hasta conseguir salir de la estación, tratando de no sumirse demasiado en sus recuerdos, el cansancio del viaje sin dudar lo había dejado más susceptible. No iba a ser fácil encontrar un hotel con espacio disponible para pasar la noche, pero por otro lado reconsideró la idea; quizás no valía la pena tratar de conseguir habitación. Encontrar a Raven era su prioridad y no sería fácil hacerlo, era cerca de media noche, lo que le dejaba menos de doce horas para localizarla y detenerla.

. .

Erik tenía una idea clara de los lugares que Raven podía tratar de tomar para ejecutar el asesinato, lo habían planeado juntos. Sin embargo se encontraba en desventaja, ya que era ella quien había estado en la ciudad previamente, mientras él sólo conocía las calles a través de mapas e imágenes. Sabía que la joven trataría de evitarlo si lo divisaba, quizás no esperaba que la detuviera a pesar de no estar a favor de continuar con el plan, pero haría lo posible para evadirlo, necesitaba encontrarla sin que ella lograra percatarse de su presencia.

Buscó en los lugares que habían discutido podían serles de utilidad, no eran muchos, pero le era difícil hacerlo sin llamar la atención de las autoridades que monitoreaban la zona y los transeúntes que mientras más se acercaba la mañana comenzaban a amontonarse en las calles. Kennedy era un presidente popular, y pese a ser un demócrata en un estado tradicionalmente republicano se esperaba una gran afluencia de espectadores.

Pasada la media mañana, cuando Erik estaba comenzando a perder la paciencia, logró dar con la mutante que buscaba. No la encontró en medio de preparaciones o lista esperando su momento para disparar el gatillo del rifle que había conseguido para la ocasión, ni siquiera se encontraba ocultando su forma real. Raven estaba sentada en la esquina de un viejo ático abrazando sus rodillas y con la mirada perdida.

―Mystique ―llamó, muy interesado en saber qué le ocurrió, ella estaba casi agazapada.

Raven se sobresaltó al escuchar su nombre, pero al elevar la mirada y encontrar a Erik su cuerpo se relajó, deteniendo el impulso de huída a medio camino. Podía ver en su rostro serio que no se encontraba ahí para apoyarla, que no había cambiado de idea, sino más bien pensaba detenerla. Lo que él no sabía era que si realmente pensaba salvar a Kennedy estaba perdiendo el tiempo con ella.

―Si deseabas usar este lugar ya deberías de haber comenzado a prepararte ―recalcó Erik, analizándola sin acercarse, algo estaba mal, se veía asustada.

―No pienso hacer nada ―susurró.

Erik afinó la mirada, notando un meneo inconsciente de la cabeza, como si estuviera tratando de sacudir una imagen desagradable.

―¿Qué viste? ―preguntó, consiguiendo la atención de ella.

―Harvey Oswald ―respondió conteniendo el impulso de buscar refugio en el mutante.

Erik frunció las cejas, ese era un nombre que no esperaba volver a escuchar. Meses atrás, cuando asesinó a Partridge, Raven fue quien condujo al general retirado a la trampa que le tendieron usando la figura de Oswald, un joven que abandonó el ejército y comenzó a tener una inclinación a favor de la Unión Soviética. Sabía que Oswald vivía en Dallas, pero no comprendía por qué Raven lo estaba mencionando, hasta donde logró investigar fue un militar de pocos logros, mala puntería y nula trascendencia.

―No estaba solo…

Raven le explicó cómo horas antes había decidido utilizar un edificio que no consideraron en su plan inicial: el Depósito de Textos Escolares de Texas. Durante los días que planearon el golpe, Erik decidió que el escape se dificultaría en comparación a otras locaciones por lo que lo dejaron de lado, pero Raven decidió tratar de utilizarlo para despistarlo si trataba de buscarla, confiada que con sus habilidades contrarrestaría cualquier inconveniente que surgiera.

Logró escabullirse sin dificultad, pero cuando trató de comenzar su asenso por lo que creía era un edificio que se encontraba vacío, se vio obligada a esconderse al escuchar una voz masculina. Fue ahí que vio a Oswald acercarse, forcejeando con un niño que no debía pasar de los doce años que trataba con desesperación liberarse.

El ex militar comenzó a hablar en ruso y aunque Raven no comprendió las palabras podía percatarse que el hombre se encontraba casi igual de aterrorizado que el pequeño que retenía. Era obvio que no se estaba dirigiendo al niño, pero no lograba distinguir que llevara algún tipo de radio o comunicador con él.

Fue en ese momento en que un segundo hombre apareció inquietándola profundamente. No lo sintió acercarse a pesar de su físico imponente y el pesado rifle de francotirador que llevaba colgado. Fue incapaz de identificar la ropa que llevaba como parte de algún grupo militar que conociera, pero el estilo era sin dudas lo que uno esperaría de un comando especial. En un primer momento lo que más le llamó la atención fue que llevaba el rostro cubierto con una máscara y grandes gafas de protección que se perdían a través de su desordenada cabellera oscura. Pero fue cuando arrancó al pequeño de las manos de Oswald que se percató de una característica aún más llamativa: su brazo izquierdo parecía ser de metal.

No tuvo tiempo de pensar demasiado en lo que estaba observando, un crujido horroroso proviniendo del cuello del niño casi hizo que revelara su presencia, pero de alguna manera logró contener el grito que deseaba escapar de su boca. Cerró los ojos con fuerza tratando de doblegar los impulsos de su cuerpo que le pedían a gritos que huyera, ese hombre era peligroso.

Oswald dio un paso para atrás al ver el cuerpo sin vida caer como un trozo de carne contra el suelo. Habló en ruso y comenzó a guiar al hombre por las escaleras, dando una última mirada a la joven víctima que dejaba atrás.

―¿No los seguiste? ―preguntó Magneto cuando ella quedó en silencio, recibiendo una negación con la cabeza―. ¿Te vieron salir del edificio?

―No lo creo ―respondió momentos después, aún tratando de no recordar lo que había visto, pero en especial intentando bloquear con todas sus fuerzas el sonido de los huesos crujiendo―. Salí rápido cuando creí que abandonaron la escalera en los pisos superiores.

―Sal de la ciudad ―ordenó él―. No creo que los rusos hayan venido hasta aquí por un objetivo menor ―explicó, estaba convencido que debían de estar tras Kennedy o alguien de su comitiva.

―No le importó ―susurró Raven mirando a Erik con una mezcla de terror y desconcierto.

Él no le respondió, sabía que se refería a lo sencillo que había sido para aquel hombre tomar la vida del niño como si no se tratara de un ser vivo. Raven quería venganza, pero viéndola en ese estado comprendió que no estaba dispuesta a hacer los grandes sacrificios. Él no disfrutaba matar personas ajenas a sus conflictos, pero si debía hacerlo lo haría, posiblemente de forma igual de brutal que el hombre que acompañaba a Oswald.

Se retiró sin decirle nada más, la hora apremiaba, debía llegar al depósito de libros a tiempo y eso sería un problema, no podía moverse abiertamente sin llamar la atención.

. .

Caminó por la plaza Dealey controlando su paso, estaba ansioso, podía escuchar el vitoreo de la multitud no muy lejos de donde se encontraba y sabía que no llegaría al edificio a tiempo, la limosina que llevaba a Kennedy se encontraba cerca. Clavó la mirada en la construcción de ladrillos, buscando en las múltiples ventanas la ubicación de Oswald o de su acompañante.

―¡Disculpe! ―habló una mujer que llevaba un bebé en brazos luego de toparse con él―. No estaba mirando por donde iba ―explicó emocionada casi sin mirarlo, su interés real estaba volcado en la pista por donde debía venir la comitiva presidencial y en una pesada cámara de fotos que balanceada para tomar una instantánea.

Erik sólo asintió suavemente, deteniéndose y tratando de dibujar la expresión más tranquila que fue capaz, lo último que necesitaba era llamar la atención justo en ese momento. Logró divisar una pequeña colina a un lado de la pista que se encontraba casi vacía y comenzó a dirigirse en esa dirección, tendría que encargarse desde fuera, no tenía tiempo para llegar al edificio y buscar habitación por habitación.

Cuando la comitiva presidencial estuvo en rango de visión, logró dar con lo que estaba seguro se trataba de un rifle saliendo por una de las ventanas del sexto piso del edificio.

Sintió el disparo y desvió la bala de su trayectoria, pero no tuvo tiempo para dirigirla a un lugar seguro, casi al mismo instante pudo escuchar cómo se abrió fuego desde otra posición. Se enfocó en la limosina y extendió el brazo para detener el segundo proyectil que se dirigía directo al presidente. Kennedy llegó a reaccionar al sonido de los disparos, girándose instintivamente como si buscara el punto de origen de estos. Fue en ese momento, en que Erik vio el rostro del hombre, que algo en su interior le hizo dudar.

Recordó el hotel en el Lago Leech, la desesperación que tuvo por horas manejando de regreso tras el asesinato de Sean, Abby con Darryl en brazos en medio del bosque y el resto de los suyos muertos. No tomó la decisión consciente de dejarlo morir, pero sólo consiguió desviar ligeramente la trayectoria del proyectil y cuando sintió un tercer disparo ni siquiera trató de detenerlo.

Vio a la mujer de Kennedy con el rostro teñido de rojo y a la limosina acelerar con los miembros del servicio secreto lanzándose sobre el vehículo en un intento tardío por usar sus cuerpos como escudos.

La gente a su alrededor ya se encontraba en el suelo y él los imitó, no sin pasar por alto que una niña se quedó mirándolo desde su posición, debajo de la que debía de ser su madre. Maldijo en silencio, se había expuesto y para nada, estaba seguro de que Kennedy había recibido los impactos en puntos letales.

Observó los alrededores y se concentró por unos instantes, el tirador que logró dar en el objetivo no había sido Oswald, debía de tratarse del hombre del brazo de metal que vio Mystique. No logró sentir nada que lo delatara en las cercanías, y un extremidad metálica era algo que sin dudas podía ubicar con facilidad gracias a su don. Si ese sujeto fue quien realizó los disparos, ya debía de haber comenzado a moverse y él no tenía tiempo para poder intentar ubicarlo.

Cuando vio que el público comenzaba a alejarse en una mezcla de pánico y confusión, decidió que era el momento para retirarse. Se puso de pie y caminó al ritmo de la multitud con la intención de irse de la ciudad lo antes posible y regresar a Chicago. Abby se enteraría de lo ocurrido antes de que él pudiera llegar con ella y no tenía idea de siquiera si la encontraría, la muerte de Kennedy no iba a ser una noticia que ayudara a apaciguar la brecha entre ellos. Aún así debía de volver y encontrarla, sola con un bebé era un blanco muy sencillo y no iba a permitir que nada volviera a dañarlos.


Notas de autora: El horror. Llevo casi 6 meses sin publicar, no tengo excusas, sólo promesas de tratar de no seguir con este mal ritmo. Al menos ahora ya no me toca trabajar más turnos de noche y tengo un horario estable, eso ayudará.

Kennedy está muerto, Erik al final se dejó llevar por sus emociones. Una pequeña aparición de Winter Soldier, mi mundo de X-Men comparte universo con el MCU, aunque por la época no sea obvio… hay un personaje secundario que planeo usar más delante. La iniciativa Tandem es un grupo formado por las industrias Trask, para estos momentos ni Erik o Raven saben cómo está implicado Trask o siquiera su existencia. Adapté una escena del Magneto's testament para el pequeño recuerdo, mi Erik tenía unos 3 años para 1935 a diferencia del comic que debía te andar por los 10 así que no podía ser exactamente igual.

Asumo que este es el "fin del paraíso" para Erik y Abby… Si aún están leyendo dejen un comentario, así sabré que aún hay gente interesada xD

PD: Si les gusta Saint Seiya (En especial los santos dorados) pasen a leer "Guerras justas" de Kusubana Yoru, ando ayudando con ese fic y posiblemente publique un apéndice más enfocado en una de las subtramas románticas (Un ShakaxOC)