Peace could be an option
Capítulo 45
Erik observó con nostalgia el amanecer en las tranquilas calles de un pequeño poblado en la provincia canadiense de Alberta. Había estado ahí hace poco más de un año para casarse con Abby, cuando ilusamente imaginó que podría tener una familia y a la vez mantenerse a la cabeza de la lucha por los suyos. Era un lugar remoto, pequeño y ajeno a los grandes acontecimientos, perfecto para una boda sencilla que quedara olvidada si es que no tenías al gobierno americano tras tus pasos.
El acta de matrimonio con su apellido era un cabo suelto que resolvió durante la noche tras meterse en los archivos y cambiar el documento original por la falsificación en donde aparecía como Eisenhardt. Quemó el acta real, asegurándose que el viento se llevara las cenizas, Abby aún tenía la copia que les dieron a ellos y aunque no tuvo la fuerza para decirle que la destruyera, esperaba que lo hiciera por iniciativa propia. El hombre que realizó el excelente trabajo del acta falsa no sería un problema, se encontraba muerto, y si la policía decidía investigar a fondo su deceso buscando huellas digitales en el cuchillo que cortó su garganta, terminarían culpando a un drogadicto local. Pero todo eso no era suficiente para dejar de sentir que estaba dejando a Abby expuesta, aún faltaba algo más.
El juez de paz que los casó seguramente podría hacer memoria y recordarlos si alguien llegaba haciendo las preguntas adecuadas. La posibilidad que algo así ocurriera era casi inexistente, pero para quedar tranquilo, el hombre debía morir.
Fuera del alcance de ojos curiosos gracias a los grandes cúmulos de nieve y hielo recientemente empujados sobre la vereda, Erik divisó a su víctima acercarse en su automóvil manejando a una velocidad prudencial. La sal sobre la pista ayudaba en cierta medida a evitar que el hielo se formase, pero el clima hostil del norte de Alberta dejaba claro quién llevaba la mano ganadora y las llantas del vehículo tenían problemas para mantener la tracción.
Erik tomó control cuando el juez Tremblay giró para entrar al estacionamiento al lado de su lugar de trabajo. Hizo rotar el automóvil con violencia para dejar dibujado en el suelo la prueba de que el hombre perdió el control. Debía parecer un accidente, eso lo tenía claro, se trataba de una persona importante en la comunidad y no deseaba que la noticia causara algo más que pena y quizás morbosa curiosidad.
En una fracción de segundo escuchó un grito femenino y notó a la secretaria abrir la puerta de la oficina con una expresión de horror en el rostro mientras daba unos torpes pasos sobre la nieve. La recordó y su instinto le dijo que ella también podría hablar si la dejaba viva. Sin necesidad de pensarlo dos veces decidió mover unos metros el punto donde haría chocar el vehículo. El pesado aparato de metal aceleró en su última vuelta llevándose consigo a la mujer hasta que se empotró con fuerza contra una de las paredes del lugar que fue testigo de lo que debía haber sido uno de los primeros matrimonios entre mutantes.
La nieve se tiñó de rojo con velocidad. La secretaria no articulaba sonido alguno y tenía la mitad superior de su cuerpo tendido cual muñeca sobre el capot del auto. El interior del vehículo también se manchó con el mismo color gracias a un pedazo de metal que atravesó el torso del juez por completo, dañando su corazón.
Erik esperó hasta que algunas personas en las cercanías comenzaron a acercarse en un intento por ayudar luego del fuerte sonido del choque. Fue cuando escuchó la desesperación carente de esperanza en sus voces, que decidió que era momento para irse. No huyó a paso acelerado de la escena, no tenía razón para hacerlo, a ojos de los presentes él era una persona más que estaba en la zona, eso si eran siquiera capaces de prestarle atención en medio del caos.
Las muertes que provocó le trajeron un poco de tranquilidad, pero aún podía imaginar muchas más personas y lugares que le gustaría borrar de la existencia por mera precaución. En Florida estaba el médico que revisó a Abby en algunas ocasiones durante el embarazo, pero ahí había llevado siempre papeles falsos y usado los poderes de Azazel para llegar. También estaba la gente del edificio en Chicago, pero encargarse de tantas personas, incluso aunque lograra que se viera como un accidente llamaría la atención de muchos e incluso llegaría a oídos de Abby, algo que se negaba a que ocurriera. Tendría que bastarle con lo que había hecho.
Le quedaban otros asuntos que arreglar, pero ya no incluirían violencia y mientras antes los terminara, mejor.
. .
El sonido de un patrullero pasando a unas cuadras de distancia no distrajo a Erik, se encontraba en Providence, Rhode Island y en los pocos días que llevaba ahí no le tomó demasiado notar que la ciudad estaba gobernada por el crimen organizado. Era un buen lugar para el encuentro que tendría, las autoridades sin duda eran corruptas y los pocos que aún respetaban la ley debían de estar hasta el cuello con los problemas locales, nadie les prestaría atención mientras no entraran en contacto con el mundo criminal.
―¿Es seguro aquí?
La voz femenina hizo que el alemán dirigiera su atención hacia el interior del viejo depósito en el que se encontraba. Era uno de los lugares que tiempo atrás marcó como posible punto de encuentro cuando pensó que el grupo que dirigía llegaría a expandirse más.
―No te hubiera dejado mensajes para vernos de no ser así ―replicó, encarando a la fémina de llamativos ojos ámbar.
―¿De qué quieres hablar? ―cuestionó ella, tomando su apariencia natural azul―. Pensé que luego de Kennedy nuestra relación llegó a su fin ―agregó, ella sabía que Magneto no había querido que el presidente muriera.
―Necesito algo de información antes de proceder y sé que tú debes de poder informarme.
―Te están buscando si eso es lo que quieres saber ―habló, desviando la mirada con incomodidad―. No tienen pistas, pero han pedido más recursos, es cuestión de tiempo.
―Un presidente muerto es un buen incentivo supongo ―comentó con suma tranquilidad eso era todo lo que deseaba saber. La actitud no pasó desapercibida para Raven.
―¿Qué planeas? ―preguntó, insegura de si realmente deseaba saber, ella tenía sus propios problemas.
―Asegurarme que Abby se mantenga a salvo.
La respuesta no la tomó por sorpresa, pero el tono de voz e incluso la actitud eran lo opuesto a lo que esperaría que acompañara tal declaración.
―No saben de ella y si dejan de buscarme jamás se enterarán de su existencia ―detalló, era una forma de informarle sus intenciones.
―Vas a dejar que te capturen… ―susurró desconcertada―. Erik, es una locura. Wide Awake insiste en que tu mataste al presidente, no hay forma que no pidan tu cabeza si caes en sus manos y nadie se los negará.
Erik negó con cierto fastidio, podía comprender que Abby pensara así, pero Mystique necesitaba abrir su mente más si realmente deseaba seguir por su cuenta. No lo matarían con verlo si se entregaba, era un espécimen muy valioso. Wide Awake sabía, tenían que saber, que él no asesinó al presidente, lo que dejaba a la vista una gran vulnerabilidad en la nación, no destruirían un recurso tan valioso como él cuando sentían acechar a la Unión Soviética sobre sus cuellos.
―Es la forma de mantener a mi familia a salvo ―replicó, pudo haberle dado más explicaciones, pero tarde o temprano Mystique debía de enterrar a Raven por cuenta propia, no pensaba seguir dándole la mano―. Dejé una pista, pronto la encontrarán, deja que lo hagan ―informó, unos días atrás extrajo una sustanciosa suma de dinero de una de las viejas cuentas de Shaw que no había sido cerrada, pero que sin dudas estaba siendo vigilada.
―¿Y Abby está de acuerdo con esto? ―preguntó incómoda hasta que se percató que él no habría hecho ningún movimiento que le permitiera ser encontrado con ella aún a su lado―. La dejaste. ―No fue una pregunta, sabía que eso era lo que había hecho.
Erik no pudo evitar notar que la noticia parecía haber afectado a la joven y eso le pareció extraño. Ella no era gran amiga de su esposa, sabía que ambas se preocupaban en cierta medida por la otra, pero no más allá de lo que un ser humano decente lo haría por un conocido.
―Desde que comenzamos a encontrarnos luego del ataque en el hotel he notado algo raro en ti ―confesó, no la volvería a ver, de eso estaba casi seguro y aunque no lo mataba la curiosidad, tampoco perdía nada con preguntar.
―Perdí a Azazel ―respondió bajando la mirada y permitiendo que el horrendo recuerdo hiciera que unas lágrimas escaparan de sus ojos―. Y en unos meses más…
Raven volvió a cambiar de forma para sorpresa de Erik, pero el cambio sólo dejó ver que su vientre se encontraba inflado, sin dudas con un bebé en su interior. Él no se animó a siquiera preguntar sobre cómo sus poderes para cambiar forma afectaban a la criatura en su interior.
―Nacerá en Abril ―soltó ella sin sonreír―. Lo único que me importaba era que para el momento que naciera su padre ya hubiera sido vengando.
―¿Qué planeas hacer? ¿Volverás con Charles? ―La última pregunta fue un desliz de lengua, pero bajo las circunstancias sabía que podía ser una opción.
―¡No! No puedo ―replicó avergonzada―. Perdí esa opción luego de Cuba.
―Europa es más segura ―opinó, al menos ahí no había un grupo anti-mutante organizado con ayuda de un gobierno, no que estuviera enterado.
―Lo sé, ya lo había pensado ―respondió ella con tristeza―. Pero no soy Abby, no puedo quedarme con el bebé, no mientras ellos sigan vivos.
―La venganza toma tiempo Mystique, es algo que vas a tener que aprender a aceptar, puede llevarte décadas concretarla. ―Podía entender el sentimiento, la incapacidad de dejar ir el odio―. Aunque eso es también una ventaja, el tiempo hace que tus enemigos se olviden de ti y los deja más vulnerables, más predispuestos a cometer un error.
―¿No vas a tratar de convencerme que me quedé con el bebé? ―cuestionó sin mirarlo, dolida y a la vez aliviada.
―¿Quieres que trate? ―replicó Erik con seriedad, puede que luego de sus últimas experiencias considerara que era un error poner la venganza sobre su familia, pero esa era una decisión que ella debía de tomar por su cuenta, no era algo que se pudiera aprender a costa de otros.
―No…
Erik asintió para retirarse, escuchó lo que deseaba e incluso más.
. .
Las voces entusiasmadas de un grupo de niños le distrajo por unos momentos cuando se aglomeraron frente al dependiente de la tienda para comprar una revista que traía la primera tarjeta coleccionable del Capitán América. Erik bufó ante la mención del supuesto héroe; liberador de múltiples personas que estuvieron bajo el puño Nazi, pero a sus ojos sólo el cuento de un hombre que jamás se adentró hasta llegar al verdadero horror de la maquinaría del tercer Reich.
―¿Buscando una revista para su hijo? ―preguntó el asistente del dependiente al ver a Erik con las manos sobre una―. Debería de comprar Boys' Life antes que se agote, todos los muchachos andan como locos con la carta coleccionable, incluso los que no son Scouts ―aconsejó, acomodando lo que parecía ser el último grupo de la mencionada revista.
Erik sonrió con todas sus fuerzas, su hijo no tenía edad para distinguir la diferencia entre el contenido de algo hecho para niños y un libro de cocina, pero el comentario tocó la herida que el mismo provocó. Le tocaría revivir la historia de su infancia de alguna manera, él no pudo compartir muchos momentos con su padre, momentos que la mayoría de los muchachos daban por sentado y por sus decisiones ahora le tocaba volver a perderlos, pero desde la posición de padre.
Tomó la sugerencia con cierta curiosidad ante la mención de los Scouts, ya en más de una ocasión había cruzado camino con el grupo de muchachos vistiendo el uniforme, nunca interactuó con ellos y aún le costaba comprender exactamente el objetivo de la agrupación. El contenido parecía inofensivo, deportes, naturaleza y ciencia ficción, pero lo que realmente le importaba era el tamaño, más de cincuenta páginas, perfecto para lo que deseaba usarla. Sin embargo también decidió comprar su primera opción: una revista de modelaje de aviones que en su portada mostraba un Folkker como el juguete que le compró a Darryl. Con esa Abby comprendería quién era el remitente.
Erik pagó por su compra y recibió la tarjeta coleccionable ocultando su desdén. Sólo le quedaba regresar al hotel que estaba hospedándose y ocultar página por página el dinero que pensaba enviarle a su esposa. Había sacado diez mil dólares del banco y en el transcurso de varios días cambió todos los billetes para que no quedara ninguno de los que le fueron entregados originalmente en caso pudieran tratar de encontrarlos por el código único.
. .
El sonido de los pasos de quienes pronto lo apresarían se hacía cada vez más fuerte, pero Erik no trató de huir, dejaría que los humanos lo encontraran, para eso había llegado a esa vieja granja en la zona rural del estado de Nueva York. Dejó su casco a un costado para verse menos hostil, lo había cambiado por última vez en un acto tonto cuando recordó cómo Abby se burló de su atuendo previo, quizás el aspecto más sobrio que ahora ostentaba el casco la hubiera dejado sin palabras.
Cerró los ojos convenciéndose nuevamente de que era el camino correcto, tratando de callar los demonios internos y los sentimientos de culpa que le gritaban que era un egoísta. Él sobrevivió a Auschwitz cuando millones perecieron, lanzar su libertad por la ventana era como si les estuviera escupiendo, permitir que su vida acabara tras las rejas era un insulto para toda la sangre derramada. ¿Para eso sobrevivió? ¿Para hacer nada? Sin embargo su familia seguía pesando más y haría lo que fuera necesario para mantenerlos a salvo luego de haberles fallado en repetidas ocasiones.
Notas de autora: Erik es un paranoico, matando gente y pensando hasta en el código de los billetes xD Según el canon Erik se entregó el 4 de febrero de 1964, se le dio un juicio privado y lo condenaron a prisión de por vida, reventó unas tres celdas, aunque no se escapó, hasta que en 1971 Trask creó la celda de donde ya no pudo escapar. ¿Por qué en el canon hizo esto? No tengo idea, a mí me sirve, estar en prisión significa que van a dejar de buscarlo y con ello no van a terminar dando con Abby.
Lo que viene serán un par de capítulos donde saltaré varios años, aunque trataré de marcar bien las etapas, tengo que llegar a 1973 para la segunda película y son 9 años que "llenar"
