Peace could be an option
Capítulo 47
Abby comenzó el regreso a su casa luego de emitir su voto y lograr evitar a viejos conocidos que en medio del ambiente político consideraran que era buena idea ir por un café y discutir sobre quién sería la próxima cabeza de los Estados Unidos. No se sentía muy emocionada con su elección, Robert Kennedy hubiera sido mejor opción que Humphrey para el partido demócrata, pero un muerto no podía postular a la presidencia.
«La maldición de los Kennedy» pensó chasqueando la lengua. La familia era asociada con la mala fortuna debido a las múltiples tragedias que parecían perseguirlos.
Se sintió incómoda al recordar que Erik le confesó que John F. Kennedy había sido un mutante. Eso en sí mismo no debería hacerle perder el sueño, pero a menos de un año de la muerte de su hermano, Ted Kennedy sufrió un horrendo accidente aéreo del cual se recuperó milagrosamente a pesar del extenso daño a su cuerpo. Si un hermano era mutante bien podía darse el caso que otro lo fuera y ella sospechaba que era el caso con los Kennedy. Eso sumado al hecho que Robert hubiera sido asesinado sólo unos meses antes de las elecciones y el conocimiento de que había un grupo anti-mutante activo hacían que su mente generara escenarios horrendos sobre la realidad detrás de la supuesta maldición. Una familia poderosa e influyente de mutantes sería uno de los objetivos principales de Wide Awake o al menos eso creía.
Había logrado rehacer su vida en medio del caos que envolvía a la nación. La guerra en Vietnam no parecía tener un fin próximo y el asesinato de Martin Luther King encendió disturbios en varias ciudades. En medio de todo vivir en Montana la mantenía lejos de los grandes acontecimientos. La población era sumamente homogénea, lo que hacía más sencillo que la gente no estuviera señalando diferencias con tanta facilidad. El pensamiento la hizo sonreír con nostalgia, Erik seguramente lo hubiera odiado.
―Ya llegué ―anunció al entrar a la casa de sus padres, ellos se habían quedado cuidando a sus nietos.
―¡Mami! ―exclamó con alegría Darryl, saltando hacia sus brazos, dejando el sillón donde había estado viendo televisión.
―Vas a romperme la espalda uno de estos días ―dijo, pero sonriendo ampliamente mientras lo abrazaba―. ¿Dónde está tu hermana?
―No sé ―respondió con holgura―. ¿Puedo jugar afuera?
―Después de almorzar. Ve a lavarte las manos ―respondió, controlando con maestría el impulso de negarse a tenerlo corriendo lejos de donde ella pudiera cuidarlo.
Darryl había cumplido los cinco años a finales de Julio, pero la fecha también era un recordatorio brutal de lo fácil que pudo haberlo perdido si alguno de los hombres que atacó el lago Leech la hubiera encontrado antes que Erik. Una parte de ella quería formar una barrera alrededor de su familia y el resto del mundo, pero era injusto, sus hijos merecían vivir tranquilos y sin miedos, aunque eso significara un esfuerzo sobrehumano de su parte para no negarles una infancia normal.
―Edie está en el estudio, dice que va a ayudar a su abuelo con sus dibujos ―intervino Beth, saliendo de la cocina cuando escuchó la voz de su hija―. Ya casi está la comida.
Abby sonrió y soltó a Darryl para que fuera a lavarse las manos. Avanzó hasta la puerta del estudio de su padre donde vio a su pequeña sobre el suelo dibujando lo que parecía ser un edificio muy colorido con paredes en posiciones imposibles de recrear en la realidad. No pudo evitar sonreír al verla tan concentrada y sumida en sus pensamientos, todo lo contrario a su hermano que rara vez era capaz de mantenerse quieto por más de unos minutos.
Edie llevaba el nombre de su abuela paterna, algo que Erik se negó como opción cuando estuvieron buscando nombres durante su primer embarazo. Pero cuando tuvo a la niña en brazos sintió que necesitaba darle algo que la acercara a su padre aunque él ni siquiera supiera de su existencia y lo único que se le ocurrió fue nombrarla en honor a la mujer que crió a Erik en medio de una de las más espantosas guerras.
―¿Y dónde planeas que tu abuelo construya eso? ―preguntó, sentándose a su costado para darle un beso en la frente.
―Los Ángeles ―respondió la pequeña, colocando algo similar a una firma en la parte baja de la hoja antes de presentarle su trabajo a su madre.
―¿No es para Great Falls? ―cuestionó Abby sonriéndole.
La niña frunció el ceño y negó con fuerza.
―Great Falls es muy chico ―explicó como si fuera obvio el motivo por el que su edificio no podía ser construido en su ciudad.
. .
―Es una oportunidad interesante, deberías considerarla ―habló su padre tarde en la noche luego de la cena, cuando estaba seguro que sus nietos se encontraban dormidos.
―No lo sé, es un cambio grande ―replicó Abby indecisa. Claro que le interesaba tomar un puesto de profesor permanente en una universidad que hiciera investigación activa en temas de glaciología, pero hacerlo como estudiante de post grado era algo para una persona que no tuviera dos hijos por los que velar por su cuenta.
―Podrías mudarte cerca de tu hermana ―insistió Richard. Le encantaba tener a su hija y nietos en casa, pero no quería ver a Abby eternamente atascada en Great Falls o incluso Montana con un futuro poco favorable. A él no le iba mal, pero no era ciego, la ciudad poco a poco perdía las oportunidades de crecimiento.
Abby llevaba casi cinco años viviendo en casa de sus padres luego de separarse de Erik. En un inicio le costó ver un futuro prometedor en donde no tuviera que batallar día a día, pero las cosas fueron acomodándose poco a poco. Su trabajo como profesora suplente de ciencias se extendió más de los dos meses iniciales que acordó, el accidente del profesor titular resultó en una recuperación más extensa de la prevista en un primer momento. También en ese tiempo logró conseguir un par de alumnos a los que les dictaba clases particulares por las tardes, llenando así suficientes horas de trabajo como para sentir que al menos no estaba siendo una carga total para sus padres.
Cuando nació Edie se sintió perdida; el parto en el hospital fue una experiencia totalmente distinta a lo que había vivido antes. A pesar que sabía que estaba segura, la presencia del médico y enfermeras dándole indicaciones le fue incómoda e incluso invasiva. El nacimiento de Darryl pudo estar rodeado por muchas cosas horrendas, pero fue sumamente íntimo en comparación.
Criar a sus hijos con ayuda de sus padres no fue difícil en los aspectos prácticos, ellos siempre estaban dispuestos a ayudar en todo lo que fuera necesario, pero emocionalmente le tomó tiempo aceptar que no tenía a Erik con ella. Darryl no recordaba a su padre, la única prueba que se conocieron era la foto que se tomaron en Chicago en donde él era un bebé de pocos meses. A Edie decidió ahorrarle la crueldad de informarle que su padre no sabía siquiera de su existencia y mintió diciéndole que ambos decidieron su nombre en honor a su abuela paterna.
Enfrentar las preguntas sobre su marido desaparecido tampoco fue sencillo. No quería contar una mentira grande llena de detalles que pudieran en algún momento chocar entre ellos. Para el mundo Erik Eisenhardt regresó a Europa para atender asuntos personales y familiares que no fue capaz de arreglar luego de la guerra por haber sido muy joven.
―Sería mucho más sencillo que pudieras publicar más si estás haciendo investigación de forma activa ―insistió Richard al ver a su hija pensativa.
―Publiqué hace poco―rebatió Abby torciendo los labios, si no fuera que conocía bien a su padre pensaría que estaba tratando de botarla de casa―. Sé que la universidad de Great Falls no es un faro a la cabeza de la educación, pero no es mal lugar.
―Es sólo para que lo pienses, Hannah está convencida que Maine te encantaría y podrías mudarte al barrio de ellos, está buscando casas en venta.
―¿Le comentaste a Hannah sobre esa opción antes que a mí? ―cuestionó Abby levantando una ceja, consiguiendo que su padre se quedara en silencio antes de decidir que era buen momento para ir a acostarse, dejándola sola en la sala.
Abby suspiró y puso toda su atención en los papeles que su progenitor le entregó. La universidad de Maine no gozaba de un gran prestigio tampoco, pero sin dudas estaba mejor posicionada que su actual lugar de trabajo.
Cuando decidió volver al mercado laboral después del primer cumpleaños de Edie, no regresó al colegio, sino se animó a postular como profesora de geología en la universidad de Great Falls. No le fue difícil conseguir la plaza, la mayor parte de gente con educación universitaria abandonaba la ciudad e incluso el estado, pocos eran los que decidían quedarse, su competencia fue casi nula. Sin embargo, conseguir presupuesto para la investigación era un desafío, incluso cuando propuso algo tan simple como llevar a sus alumnos a hacer trabajo de campo a pocas horas fuera de la ciudad le costó convencer al decano.
Maine le abría todo un mundo de posibilidades y aún tendría el apoyo familiar constante que tanto necesitaba. Trabajar y criar dos niños pequeños requería de un arte de balance muy delicado, imposible para una persona sola a menos que pudiera contratar una niñera de forma permanente, un lujo que ella no podía darse.
Vivir cerca de Hannah también era algo que le atraía en sí mismo, mientras no tuvieran que compartir techo nuevamente. Estuvieron viviendo juntas en casa de sus padres por cerca de dos años, suficiente tiempo como para dejar claro que eran personas que priorizaban su tiempo y energía de formas muy diferentes. No discutían constantemente, pero donde Abby prefería planificar y organizar, Hannah se inclinaba por la espontaneidad e improvisación, aspectos que se notaban claramente en la forma en que criaban a sus hijos, volviéndose sumamente marcado en momentos como eran las vacaciones familiares o incluso el ir a ver una película al cine.
Una sonrisa triste se dibujó en el rostro de Abby al visualizar a su hermana con su esposo y no pudo contener la sensación de envidia inundarla. Tras el terremoto de Alaska, todos los problemas de pareja que Hannah tuvo quedaron relegados a un segundo plano, el miedo que la llenó al pensar que podía haberlo perdido sirvió para limar las diferencias superficiales que generaron la separación. Gale se mantuvo en el trabajo que aceptó e incluso se benefició de una extensión de contrato debido a los daños provocados por el sismo. Cuando regresó abrió su compañía y en el verano del 66 mudó a su familia a Maine, a una casa que él mismo refaccionó a modo de probar a sus trabajadores.
Sabía que eso no le esperaba a ella. Erik no aparecería mágicamente para llevarla a vivir a una casa en algún lugar apartado, y aunque su cerebro procesó la idea desde un comienzo, aún le costaba aceptarlo por completo. Esa pequeña semilla de esperanza era como una daga al corazón, siempre recordándole su ausencia.
―Quizás Maine sea un buen lugar ―susurró. Erik visitó Great Falls sólo en dos ocasiones, pero incluso a veces le dolía cuando lo imaginaba por los corredores como si estuvieran visitando la casa de sus padres. Un lugar que Erik nunca pisó podría darle un poco más de tranquilidad.
No quería olvidarlo, pero necesitaba poder aceptar que no volverían a estar juntos y estaba dispuesta a tomar cada pequeña ayuda que pudiera para conseguirlo.
. .
Abby dibujó una gran sonrisa cuando tomó la foto de sus dos pequeños colocando la estrella en la parte más alta del árbol de navidad con la ayuda de sus abuelos. Ese año su padre llevó a Darryl y Edie a elegir el árbol y regresaron con uno que era muy frondoso, aunque algo regordete para el tamaño que tenía, perfecto para no tener que usar la escalera para decorar las zonas más altas.
Celebrarían las fiestas con Chloe y su familia, Hannah se quedaría en Maine y el resto de parientes tampoco viajarían a Great Falls. La única visita que tuvieron fue del tío Maxwell a inicios de Diciembre ya que no podría viajar para año nuevo como era su costumbre.
El hombre aprovechó para comentarle a Abby sobre una casa que el banco para el que trabajaba incautó por falta de pagos y que estaba muy cerca de donde su hermana vivía. Necesitaría arreglos, pero el precio era extremadamente cómodo, los bancos no eran inmobiliarias y no les sirve llenarse de propiedades. Además que era una perfecta oportunidad para tratar de legalizar algo del dinero que Erik le dejó y que si bien no enterró en el jardín estaba ganando polvo en el fondo de un ropero.
Lo que no comentó inicialmente fue la razón por la que el banco tomó posesión de la vivienda. La casa fue escena de un horrendo crimen; un hombre mató a su esposa y tres hijos ahí. El criminal estaba en la cárcel y no podía realizar los pagos de la hipoteca, aunque la verdad era que llevaba meses de retraso previos al asesinato de su familia, el poco dinero que ganaba luego que perdiera su trabajo lo desperdiciaba en cerveza. La idea le era perturbadora, pero el precio demasiado tentador, sólo ocho mil dólares contra los once que solían costar las casas nuevas en la zona.
Abby negó con la cabeza y trató de concentrarse en las fiestas, no servía de nada pensar demasiado en esa oferta hasta que supiera si realmente se mudaría a Maine. Y para eso tendría que esperar, mandó sus papeles de aplicación, pero no sería hasta al menos Marzo que se enteraría de los resultados.
Notas de autora: Próximo capítulo tendrá una aparición de un personaje de Marvel que adoro y también volveremos a ver un personaje que no toco desde el inicio del fic xD Y luego de ese toca al fin comenzar con Days of Future Past.
Estamos en 1968, Darryl anda de 5, Edie de 4, Abby de 30 y Erik de 36 donde sea que esté. Sobre las dificultades de trabajar y tener hijos sin el padre presente, es un tema que no cambiaría mucho incluso con el padre presente, en esos años las guarderías no eran algo tan común como ahora y una niñera a tiempo completo podía ser un gasto muy grande.
Los precios de casas me costó encontrarlos, pero con paciencia se encuentra todo en la internet. 11k era lo que costaba en promedio una casa en Maine en esos años, cabe resaltar que es un estado bastante barato. Siendo que no es casa nueva, necesita reparaciones y el banco no la quiere para que siga devaluándose en su posesión, pues la están sacando a precio cómodo. El salario medio era como 5k aunque Abby siendo mujer posiblemente esté debajo de eso (aunque podría compensar por tener educación superior que no era tan masivo como lo es ahora en USA) Y son números para pensar, antes la gente realmente podía comprarse una casa con lo que ganaban sin endeudarse por el resto de sus vidas.
