Peace could be an option
Capítulo 62
Abby se detuvo frente a la entrada de uno de los pabellones de la Universidad de Nueva York y tomó aire despacio para tratar de calmar los nervios. Unos días después de la exitosa defensa de su tesis doctoral, recibió una invitación para participar como expositora en un simposio de ciencia organizado por el gobierno americano y financiado en buena medida por las industrias Stark. Compartir conocimientos era parte del objetivo, pero también deseaban atraer sangre nueva, jóvenes que aún estuvieran decidiendo qué camino tomar respecto a sus estudios e incluso niños para encantar desde temprano con las ciencias.
―Dime que no estás pensando huir ―comentó Erik al ver la expresión tensa en el rostro de su esposa―. Cuando me pediste que evitara que salieras huyendo pensé que lo decías de broma.
―No voy a escaparme ―aseguró ella torciendo el labio―. Pero no es por falta de ganas, lo único que impide que regrese al hotel es que desaparecerme sin excusa a estas alturas bien podría arruinar mi carrera.
―Es sólo una versión resumida de tu tesis, son quince minutos de exposición y tú misma me dijiste que lo más probable es que casi no vaya a haber gente ―comentó tratando de tranquilizarla―. Has dictado clases por años, no pensé que tuvieras pánico escénico.
―Puedo asegurarte de que van a estar los idiotas con los que estudie el pregrado.
―¿Tanto te afecta? ―pregunto curioso.
―No es eso. Pero llevo años tranquila y feliz sin verlos ―se lamentó―. No estaría aquí si hubiera sabido que también invitaron a un par de ellos.
―Si me los señalas podrían tener la mala fortuna de un accidente menor ―bromeó Erik riendo un poco, hasta que notó que Abby parecía estar considerando la oferta―. Estás provocando que quiera conocerlos.
―Debí haber hecho que el glacial se los comiera en Argentina ―masculló antes de resignarse y comenzar a caminar al interior del pabellón―. Al menos esto sirve de excusa para que puedas vestirte bien de nuevo ―comentó sonriendo.
Abby recordaba con emociones contradictorias los días que pasaron en Las Vegas una década atrás, pero algo que sin dudas disfrutó fue el ambiente elegante que permitió que Erik se mostrara en su mejor faceta respecto a vestimenta y estilo.
―El pequeño inconveniente de trabajar en construcción y vivir en un pueblo chico ―replicó él. Ya que no quería llamar atención innecesaria, sus opciones de vestuario estaban restringidas a lo informal, con excepciones puntuales como cuando fue a la graduación de Abby en mayo―. Deberíamos buscar una excusa para otoño o invierno, llevar traje en verano puede acabar siendo incómodo.
―Tienen aire acondicionado al menos y tú no eres el que va a pararse al frente donde todo el mundo puede verte.
―Debiste ponerte algo más ligero.
―Lo pensé, pero que se te vean los brazos parece que es pecado en este tipo de exposiciones.
Erik llevaba un traje azul oscuro de algodón, hecho pensando en el calor del verano y los miles de oficinistas que estaban obligados a seguir vistiendo el uniforme empresarial a pesar de las temperaturas. La corbata la tenía guardada en el bolsillo interno del saco en un intento por no verse tan formal, estaba ahí acompañando a su mujer, no era quien daría una exposición.
Por su lado, Abby optó por un conjunto de chaleco y falda gris claro acompañados por una blusa blanca, ropa sólo un paso más formal de lo que solía usar para cuando dictaba clases. Sin embargo, lo más destacable y lo que le incomodaba un poco a Erik, era el peinado que llevaba. No era secreto que prefería verla con su largo cabello meciéndose al viento, pero comprendía que para ciertos eventos esa no siempre era una opción. El moño bajo en que recogió su pelo tiraba con fuerza para que ninguna hebra pudiera escapar, con ese aspecto rígido parecía que llevaba un lustroso casco marrón, parte de una armadura para enfrentarse a sus viejos compañeros de estudios.
―Esto parece una feria ―comentó ella recibiendo un pequeño panfleto con un mapa donde se designaban los salones donde habría conferencias, los que tenían exposiciones permanentes, secciones para niños e incluso un área para comprar mercadería del evento.
―Escuché que hace poco vendieron la universidad, quizás están tratando de recuperar algo de capital. ―No es que a él le importara mucho las finanzas de la institución, pero le encontraba algo de lógica pese a que sin dudas gritaba que los organizadores carecían de clase.
―Dice que venden juguetes para incentivar el interés por las ciencias, podríamos pasar a comprarle algo a Edie, quizás incluso para Darryl ―comentó ella antes de guardar el panfleto en su cartera.
Se dirigieron al aula en la que tendría que exponer y luego de revisar que todo se encontraba correcto con sus transparencias para el proyector decidieron esperar a que se diera la hora para el bloque de exposiciones de geología. Sin embargo, pese a lo que Abby esperaba por experiencias previas, iba a tener bastante más público de lo que imaginó, faltaban unos minutos para que se diera inicio el evento y el aula estaba lejos de encontrarse vacía.
―¡Abby! ¡Abby Stirling!
La voz masculina llamándola la tensó, podía reconocer el ligero acento sureño a pesar de los años. Le tomó toda su fuerza de voluntad controlar los músculos de su rostro para no generar una mueca de descontento al confirmar que se trataba de Robert Walker junto a su inseparable compañero James Young. En la facultad ambos habían expresado de forma abierta y directa que pensaban que estaba gastando el tiempo al estudiar con ellos y que le había quitado la vacante a un hombre que podría sacar verdadero provecho a la educación.
―¡Oh, Abby! Después de diez años sigues resaltando como un clavo ―comentó James con tono condescendiente, pero no dijo mucho más ya que se distrajo con la presencia de Erik.
―Robert Walker y James Young ―habló ella, ignorando el comentario, resignada a tener que presentarlos―. Mi esposo, Erik Eisenhardt.
―Un placer. ―Erik se permitió el gusto de apretar con más fuerza de la necesaria la mano de ambos hombres durante el saludo. Decidió que por el momento se quedaría al margen de la conversación, a menos que Abby le diera una señal para que interviniera o si las cosas escalaban demasiado para contenerse.
―No sabía que estabas casada ―dijo Robert confundido.
―Sales como Stirling en la lista de participantes ―mencionó James con cierta incomodidad―. ¿Acaso son parientes?
―Sigo usando mi apellido de soltera para propósitos académicos.
―¿Te sirve de algo siendo profesora? ―James se cruzó de brazos y sonrió―. Robert casi comente esa imprudencia, por suerte la responsabilidad de tener una familia lo llevó por mi ruta.
―¿Y eso es? ―indagó ella sólo por no quedarse callada.
―Recursos energéticos por supuesto.
―¿Trabajan para una petrolera? ―Había esperado que los que decidieron tomar la oportunidad de ir a Argentina para sus tesis de pregrado se quedaran en algo relacionado a glaciología, hidrología o quizás incluso conservación.
―Es donde está el dinero y hay mucho espacio para crecer profesionalmente ―explicó con soberbia.
―Donna va a estar sorprendida de verte, no podía creer que estuvieras trabajando ―comentó Robert, revisando con la vista el aula y haciendo una seña con la mano al posar los ojos sobre una mujer.
Abby demoró un instante en recordar de quién le estaba hablando. Donna había sido la enamorada de Robert desde la secundaria según tenía entendido, continuando la relación por todo el periodo universitario. Nunca pensó demasiado en la vida privada de sus compañeros de estudios, pero suponía que no debía ser sorpresa que siguieran juntos, las pocas veces que cruzó palabras con ella parecía contenta con él.
Donna se acercó sonriendo en compañía de otra mujer que se presentó como Sandra Young, la esposa de James. Habían dejado a sus hijos ya sentados en sus respectivos asientos, vestidos de forma impecable para ver las presentaciones de sus padres, pero por sus expresiones no se encontraban muy entusiasmados de estar en un salón de clases en la mitad del verano.
―Cuando Robert me comentó que estarías aquí me sorprendió ―dijo Donna desviando la mirada hacia Erik por un instante―, pero me ha sorprendido más que estés casada. ¡Sólo te faltan los hijos! Ahí el tiempo va a ser un problema.
―Tenemos dos ―intervino Erik con un gesto tranquilo, disfrutando como la expresión de la mujer se llenó con desconcierto.
―¿No los trajeron? ―cuestionó James al ser el primero en reaccionar.
―Se quedaron con mi hermana. Aún son chicos y no creo que disfrutarían estar aquí por más de unos minutos ―respondió Abby, aunque la razón principal era para poder tener algo de tiempo a solas con su esposo cuando el evento terminara.
―La defensa de la tesis doctoral de Abby nos sirvió para hacernos una idea de eso ―agregó Erik con una sonrisa. Quería mencionar el grado académico de su esposa, recordaba el nombre de los dos hombres en la lista de expositores y no tenían ningún título referente a que hubieran seguido avanzando sus estudios.
―Quiero revisar que todo esté bien con mis transparencias ―intervino Abby al notar lo incómodos que se pusieron Robert y James ante la comparación tácita―. Suerte con sus exposiciones.
Sin pensarlo dos veces sujetó con fuerza la mano de Erik para que la acompañara de regreso al área donde minutos antes ya había asegurado que todo estuviera bien con el material para su exposición.
―¿Se te olvidó algo? ―preguntó él controlando la sonrisa burlona que amenazaba con dibujarse en el rostro.
―¿Era necesario que antagonices con ellos?
―No he empezado ―replicó con cierta malicia―. Y no escuché que te negaras a un pequeño accidente cuando te lo propuse.
―Tampoco te dije que quería uno ―se quejó―. Están con sus hijos, déjalos en paz.
―Puede ser algo sutil.
―Vas a arruinar…
―Nada va a arruinarse ―aseguró tomándola por los hombros―. Sé que quieres que algo les pase, normalmente estarías exigiendo que no me atreva a usar mis poderes.
―Que algo les pasé no es lo mismo a que provoques algo.
―No le veo la diferencia ―comentó él con honestidad.
Abby no tuvo oportunidad de seguir con su pobre intento por evitar un incidente, el sonido del micrófono encendiéndose fue el aviso para que Erik buscara un asiento y ella se dirigiera a la zona de expositores al frente del salón. Le tocaba hablar primero, algo que la ponía nerviosa, aunque al menos podría relajarse en cuanto terminara y apreciar el resto del evento con tranquilidad.
El público frente al que se encontraba parecía mucho más enfocado que los alumnos a los que solía enseñar. Podía ser por la mezcla de edades entre los presentes, una buena parte eran adultos con estudios ya terminados o jóvenes que estaban tratando de encontrar una respuesta a qué cosa podía interesarles para estudiar; en cualquiera de los dos casos no necesitaban tomar notas para un examen que vendría en unas semanas.
Comenzó su exposición decidiendo que en ningún momento prestaría atención al espacio en donde los otros expositores estaban esperando, eso sólo la pondría ansiosa. Cuando posó la vista en los asistentes trató de no enfocarse sobre Erik, pero le resultó difícil, no sabía si era un rezago de haber estado practicando con él días antes o culpa de su penetrante mirada y expresión divertida. Sin embargo, todo terminó tan rápido como inició, quince minutos hablando de un tema que conocía al detalle pasaron de manera fugaz.
Respondió un par de preguntas del público con calma hasta que Robert decidió que también deseaba participar, pidiendo aclaraciones sobre los parámetros que tomó para decidir su área de estudio. Estuvo tentada a decirle que era por meros motivos económicos ya que pudo conseguir que la financiaran para ese lugar en específico, pero optó por explicar la importancia del glaciar Lowell debido a su ubicación aislada y los deseos de implantar un área de conservación por parte de las autoridades.
Cuando regresó la mirada al público pudo notar que la expresión de Erik había cambiado, más que una pregunta lo que Robert había hecho era cuestionar la necesidad de la investigación desde sus inicios y su esposo lo había comprendido bien. Se tensó cuando el moderador a cargo le agradeció por su trabajo y anunció que el próximo expositor sería James. Escuchó un gritó y luego la risa de uno de los pocos niños presentes llenando el salón.
Giró la cabeza al instante para ver qué había ocurrido y se encontró con James tratando de liberar a Robert que había caído al suelo, atrapado dentro de la silla plegable en la que había estado sentado.
La madre del niño que soltó la risa se excusó de inmediato y lo retiró para resondrarlo en el corredor, los organizadores presentes corrieron para auxiliar al par de amigos que no eran capaces de forzar la silla por sí solos y desde su asiento Erik observaba con placer el momento, admirando el caos que podía provocar la inesperada falla en una sencilla articulación metálica.
. .
―Admite que lo disfrutaste.
―No sé de qué hablas ―replicó Abby, dispuesta a negarlo hasta el final.
―Se lo merecía y lo único dañado fue su orgullo.
Erik mantuvo la sonrisa, había sido una tontería usar así su don, pero estaba bastante satisfecho. No necesitaba realmente que ella lo expresara con palabras, cuando Robert logró liberarse ileso de su desafortunado accidente pudo ver la sonrisa contenida en el rostro de ella.
―Hay que buscar la tienda que te dije ―pidió ella tratando de cambiar de tema―. Aunque no quiero nada de juegos de química, estoy segura de que Darryl haría explotar la casa.
―No lo ha hecho con el laboratorio de la escuela, no le das suficiente crédito.
―¿Vas a estar vigilando cada vez que lo use?
―Lo podría hacer, pero vas a comenzar a imaginar que voy a alentarlo a armar un laboratorio secreto para armar bombas de gas para lanzarle a los niños del pueblo vecino.
―No me des ideas, estoy segura de que el auto destartalado que tienen en el bosque está lleno de cosas parecidas ―se lamentó, sabia de la existencia del vehículo que Darryl y sus amigos usaban como si se tratara de una casa en el árbol, pero no su ubicación exacta.
―Quizás por eso lo defienden tanto del resto.
―¡No estás ayudando!
―Sólo digo que es razonable ―bromeó hasta que quedó en silencio cuando sus ojos se enfocaron en un cartel especifico entre las propagandas de varias instituciones―. Escuela Xavier para jóvenes superdotados.
Abby observó el anuncio con sorpresa. Sabía que en algún momento Charles trató de establecer una escuela para mutantes, pero el proyecto acabó de improvisto, no imaginaba que lo retomaría y mucho menos de forma tan abierta.
―Eso es un peligro ―susurró Erik, tensando todo su cuerpo.
―¿Lo es? ―cuestionó ella pensativa―. La gente sabe de los mutantes, hasta parece que Raven tiene seguidores y aún no hay una negativa masiva, quizás algo como esto ayude a la percepción.
―Lo que va a facilitar es que los encuentren y va a ser una escuela llena de niños indefensos ―expresó, sintiendo el resurgimiento de muchas emociones negativas que trabajó por encerrar en lo más profundo de su ser durante el último año.
―¿Confías en Charles?
La pregunta cayó como balde de agua fría sobre él. Sí, confiaba en Charles a pesar de no pensar igual a él, había decidido darle una oportunidad a la línea de acción que él defendía.
―Confiaste en él cuando regresaste luego de Washington, estoy segura de que sabe lo que está haciendo.
―Creo que tenemos que atravesar los puestos de empresas si queremos llegar a la tienda ―habló él tras calmarse unos instantes. No valía la pena torturarse por algo que no lo llevaría a actuar, al menos en esos momentos estaba feliz, montar una nueva cruzada no era una opción en su futuro.
―Hay mucha más gente aquí ―comentó ella, dispuesta a dejar que Erik procesara a su tiempo la idea de una escuela para mutantes disponible en plena luz del día.
―Supongo las empresas están buscando nuevas ideas y talento.
―¿Buscando? Yo los veo esperando a que los prospectos de trabajadores se les acerquen.
―Tienen el lujo de poder escoger entre lo que les guste ―agregó y afinó la mirada al notar el contingente de hombres vistiendo terno que serían confundidos por seguridad de no ser porque algunos estaban hablando con los representantes de algunas compañías―. Tu gobierno se ve bastante interesado en algunas compañías.
―¿De qué hablas?
―Diría que son la CIA o el FBI.
―¿Erik? ―llamó preocupada tomándolo de la mano.
―No nos buscan a nosotros, pero parecen muy interesados en ciertos temas, mira el puesto de Essex ―indicó, haciendo un gesto con la cabeza para señalar el espacio que ocupaba una compañía que parecía especializarse en biogenética.
Abby se estremeció con incomodidad, ahora que Erik le mostró a qué se refería comenzó a notar la presencia de los hombres. Sin embargo, lo que la incomodó más fue que por un segundo pudo jurar que distinguió una figura elegante vestida de blanco por el rabillo de su ojo y algo en su cerebro le colocó cabello rubio y un nombre: Emma Frost.
―¿Estás bien? ―preguntó él apretándole ligeramente la mano―. No nos buscan ―reiteró, pensando que quizás no debió haber mencionado nada.
―Sí, creo que estoy imaginando cosas.
―No estás acostumbrada a tanta gente quizás, tus eventos son más pequeños.
―Claro, porque a nadie le interesan las ciencias de la tierra.
―Yo sólo dije que eran de menor tamaño ―comentó tratando de disipar la tensión.
. .
Abby tomó un juego de química y comenzó a leer el listado de las piezas que venían incluidas. No debía siquiera considerarlo como opción, pero sus dudas no eran por Darryl, sino Edie. A su hija le iba bastante bien en sus clases de ciencias y se emocionaba con las cosas que hacía en el laboratorio, no quería negarle algo sólo por un miedo extremo al poco control de su hermano mayor.
Dejó escapar un suspiro sintiéndose indecisa. A primera vista no se imaginaba que algo fuera a ser peligroso, pero tenía que considerar que había limpiadores en la cocina, algunos minerales curiosos decorando el pequeño estudio y que a una cuadra Gale guardaba en su garaje una colección de pegamentos y químicos que no solían encontrarse en una casa común.
Buscó con la mirada a Erik. Cuando entraron a la tienda llena de juguetes de todo tipo él enfocó su atención en los modelos de aviones que parecía incluían diminutos motores. Lo acompañó por unos momentos, pero las versiones caseras para hacer invernaderos, volcanes miniaturas y juegos con arena mágica terminaron arrastrándola poco a poco al lado extremo del local.
―Disculpa. ¿Podrías alcanzarme uno de los juegos de química?
Abby reaccionó al pedido de una mujer y le extendió una de las cajas de la sección que llevaba bloqueando un buen par de minutos.
―Perdón, estaba asegurándome que no hubiera nada muy peligroso ―se excusó, pero al levantar la mirada no logró decir una palabra más, su cabeza debía estar dispuesta a hacerle pasar un muy mal rato porque si antes pensó que había visto a Emma Frost ahora tenía a Moira MacTaggert hablándole.
―¿Tienes un muchacho travieso también? ―preguntó Moira sonriéndole―. Justo pensaba tratar lo mismo, aunque no es que sepa mucho de química.
―Sí ―logró articular sin poder esconder el choque de ver a la mujer luego de más de diez años.
―¿Nos conocemos de algún lado?
―No, no lo creo. Disculpa, tuve una presentación pesada hace un par de horas y no se me han bajado los nervios por completo. ―Detestaba tener que mentir, pero no podía hacer otra cosa, menos cuando había sido tan obvia de que algo no andaba bien y no podía decirle que un telépata le borró la memoria sin sonar como una loca.
―Oh, no hay muchas mujeres exponiendo.
―Con suerte esto cambie un poco las cosas ―agregó Abby asintiendo―. ¿También presentaste algo?
―No, vine a visitar un par de puestos de empresas para mi trabajo nada más.
Abby se contuvo para no ahondar más, sin conocer que Moira trabajaba para la CIA la frase era sumamente inocente.
―Parece que me tocará supervisar mucho durante las vacaciones ―comentó Erik, acercándose con tranquilidad hasta quedar al lado de su esposa y tomar la caja del juego de química. Posó la mirada sobre Moira y sonrió por educación, sabía que ella no recordaba nada y no había razón para alterarse por el encuentro.
―¿Qué edad tiene tu hijo? ―preguntó Abby de improvisto en un intento por aparentar normalidad.
―Once recién cumplidos. Es buena edad para un juego de química, ¿no?
―Claro ―asintió Abby sintiendo como Erik se tensó al momento en que Moira se despidió para ir a la caja y pagar―. No puede ser…
―Es de la edad de Darryl y nuestro hijo se adelantó unas semanas. ―No llevaban ni un mes desde la celebración de su cumpleaños y si las matemáticas no le fallaban el niño que Moira mencionaba debía haber sido concebido cuando ella estuvo quedándose en la mansión de Charles.
―No se hubiera atrevido…
― Le borró la memoria sin saber ―aseguró Erik negando con la cabeza.
―¿Y cómo se supone que eso funcioné? ¿Salió embarazada sin recordar cómo y con quién?
―No tengo la más mínima idea y no quiero pensarlo.
―Al menos parece estar bien.
―Hay que pagar y regresar al hotel ―comentó con pesadez.
. .
Erik se recostó en la cama del hotel, provocando que Abby se removiera un poco sin mirarlo. Parecía que estaba fastidiada por la compra del juego de química, ya que cuando logró recomponerse tras la sorpresa de ver a Moira se convenció que había sido una mala idea adquirirlo.
―Estás desperdiciando nuestro tiempo a solas estando de mal humor ―habló el rodeándola por la espalda.
―Lo sé, es sólo que molestarme por una compra me es más manejable que dejar que mi mente divague con lo de Moira.
―Sólo enfócate en la habitación.
―Eso trato, pero te juro que ha sido un día demasiado extraño para poder ignorarlo.
―Voy a ofenderme si me dices que no puedo ganar tu atención si compito con la vida privada de Charles y Moira.
―Como si no estuvieras igual de interesado que yo ―replicó girando y juntando su rostro con el de él.
―Sólo un poco y es algo que podemos hablar en el regreso ―agregó besándola en el cuello―. Ahí podemos hablar incluso de tus compañeros de estudios también si eso te hace feliz.
―Y de Emma.
―Y de Emma ―repitió sin percatarse de lo que dijo hasta segundos después―. ¿Frost?
―Me vas a creer loca, pero por un momento pensé que la vi ―dijo, dejando escapar una risa al darse cuenta de las posibilidades de que eso ocurriera eran casi nulas, Emma no iba a estar en una ciencia de feria glorificada.
―Necesitas relajarte―insistió él, volviendo al cuello de ella.
El teléfono timbrando los interrumpió cuando ya estaban medio desvestidos, envueltos en caricias y besos. Trataron de ignorarlo al inicio hasta que el sonido cesó, pero la llamada se repitió por segunda vez y Erik se estiró para contestar esperando que se tratara de un número equivocado o alguna tontería administrativa que pudiera posponer.
Abby lo observó a la expectativa, no quería angustiarse pensando que quizás había ocurrido un accidente en casa. Se tranquilizó cuando él le hizo una seña que todo estaba bien, pero la expresión que tenía no era congruente con la acción. La llamada fue corta y de las pocas palabras que Erik dijo no logró comprender qué había ocurrido o quién llamó.
―Era Maxwell, tu hermana le dio el número ―anunció Erik pensativo―. Dice que Charles le avisó que pudo detectar a tu primo por unos momentos hace poco no muy lejos de aquí.
―¿Cómo que detectar por unos momentos?
―No lo sé, ocultarse de Charles no es algo sencillo ―susurró mirándola―. Dice que mandó a Alex a que investigara la zona para hacerse una idea.
Abby desvió la mirada con incomodidad, no comprendía qué estaba pasando, incluso aún le costaba hacerse a la idea que su primero fuera mutante y todas las cosas que su tío contaba sobre él.
―¿Quieres ir? Me dio la ubicación a la que envió a Alex, podríamos tratar de alcanzarlo.
Para Erik era clara la ruta que tomaría, pero sabía que su esposa no se lanzaba con facilidad por caminos como ese. Sin embargo, Steven era su familia a pesar de casi no conocerlo y eso sin dudas pesaría en su decisión.
Notas de autora: Como tres meses sin publicar, una pena luego de un par de capítulos relativamente seguidos, pero es lo que hay. Pude arreglar mis líos migratorios y si todo va como debe en septiembre estaría empezando una maestría (Lo que no creo que afecte la cantidad que escribo, al contrario, mi mejor época como escritora fue cuando andaba en la universidad)
¿Realmente fue Emma o Abby tiene problemas con mujeres que visten de blanco cuando no es una boda? ¿En qué estaba pensando Charles al borrarle la memoria a Moira, sabe que quizás sea padre? ¡El primo Steven regresó al mapa! ¡Muchos nombres viejos están resurgiendo en este capítulo!
