Peace could be an option
Capítulo 66
Una serie de luces tenues, muy espaciadas entre ellas, eran la única fuente de luz en los corredores cavernosos de la base subterránea de Siniestro. Los pasillos sinuosos se encontraban bastante reducidos en espacio debido a las gruesas raíces que, en algunos sectores, parecía que estaban a punto de bloquear por completo el acceso a ciertas áreas. La dificultad para desplazarse con comodidad reflejaba que pocos debían movilizarse de forma continua y eso al menos aliviaba a Erik, lo último que necesitaba era tener que enfrentarse a un pelotón de mutantes enemigos.
―Por aquí ―indicó Alex, señalando un camino por el que se adentró unos metros a investigar cuando se encontraron con una bifurcación―. No es la salida, pero creo que va a interesarles.
Abby se adelantó, pensando en que quizás se trataba de algo relacionado a su primo, al final Steven era la razón por la que terminaron ahí. Sin embargo, lo que se encontró fue una habitación plagada de raíces más pequeñas, estanterías con libros y tubos llenos de substancias coloridas, así como un objeto que no esperaba volver a tener que ver en su vida.
―No esa cosa de nuevo ―masculló de mal humor.
Casi como si se tratara de la pieza central de una exhibición de museo, sobre un pequeño podio, reposaba el casco que Magneto dejó abandonado en Washington.
―Perfecto ―dijo Erik, usando su poder para tomar posesión de la emblemática pieza, levitándolo hasta sus manos―. Ya no tendremos que preocuparnos por Frost. ―Al colocarse el casco se sintió tranquilo, confiaba que bloqueando los ataques mentales de Emma podría encargarse de Siniestro e ir a buscar a sus hijos con prontitud.
―Sólo dime que no planeas usarlo en casa ―susurró Abby acercándose.
―No hay motivo ―aseguró―. Estás más calmada de lo que esperaba.
―¿Yo? ―Bufó ante el comentario, no era ella la que cargaba con un historial de levantar grandes objetos de forma amenazadora―. No sé si es mejor esperar aquí a que traigan a Darryl, asumiendo que lo vayan a hacer o tratar de llegar a casa e impedirlo.
―Vamos a destruir este lugar y luego tú vas a quedarte esperando en caso alguien llegue con nuestros hijos ―explicó tomándola por los hombros―. Yo voy a regresar a casa para asegurarme de que están bien o para solucionar lo que sea que haya ocurrido.
―¿Tu plan es que me quede aquí? Tienes que estar bromeando.
―Puedo llegar más rápido que tú si hay complicaciones en el camino y alguien tiene que quedarse ―insistió.
Ella sólo negó con la cabeza, frustrada al no encontrar cómo rebatir la lógica. Además, pese a que no lo había dicho, existía una razón de más peso aún para que fuera él quien regresara primero. Si la situación se tornaba en un enfrentamiento abierto lo mejor era que Erik se encargara, bastaba con que uno de ellos estuviera en la lista negra del gobierno. Existirían consecuencias y dificultades para todos si se llegaba a eso, pero era la fórmula más segura para garantizar que sus hijos se mantuvieran con al menos uno de sus padres a largo plazo.
―Este tipo sabía sobre Trask ―habló Alex, a unos metros de distancia, revisando un grupo de papeles acumulados sobre una mesa―. También colecciona artículos de periódicos de pueblos pequeños, creo que son reportes sobre posibles mutantes.
―¿Algo sobre grupos anti-mutantes? ―preguntó Erik, sujetando con un poco más de fuerza los hombros de su esposa.
―Hay muchas cosas aquí ―respondió, dudando de sí era sabio mostrarle a Erik cualquier documento relacionado a esos grupos―. Hay una lista bastante grande con nombres y edades de niños.
Abby vio a Erik alejarse para revisar por sí mismo los documentos que Alex había encontrado y sólo atinó a tratar de recostarse contra la pared cercana. Las raíces dispersas por el suelo de la habitación casi provocaron que perdiera el balance, dándose un ligero golpe en la espalda. Maldijo en silencio, pero su atención fue captada de inmediato por una mesa triangular con un gran monitor que parecía estar fusionado con la extraña vegetación.
Se acercó para examinarlo mejor y sintió un escalofrío recorrer su cuerpo: las raíces realmente parecían estar integradas con una serie de peculiares cables dorados. Jamás en su vida había visto algo similar, no ayudaba en absoluto para comprender qué estaba viendo, que inscritos en la mesa hubiera símbolos extraños, casi como los que uno podía ver en un museo en la sección egipcia.
Erik observó cómo su esposa parecía haber encontrado algo que llamó su atención y aprovechando la distracción, decidió guardar algunos papeles para revisar después. Había decidido dejar ese mundo, pero simplemente no podía ignorarlo por completo, necesitaba tiempo para poder pensar qué hacer.
―Hay algo más ―susurró Alex, señalando al fondo de la habitación―. Creo que sólo ciertos mutantes salen vivos de aquí.
Erik avanzó con cuidado, tenía una idea de a qué podía estar refiriéndose Alex y prefería evitarle la horrenda visión a su mujer. Del fondo del laboratorio, como si se tratara de un congelador, un cristal de gran tamaño mantenía contenido un líquido opaco, proveniente de las raíces, en donde flotaban varios cuerpos. Dejó de tratar de contar al llegar a los diez, para ese momento al menos siete se trataban de niños.
―Sólo tiene interés en los fuertes ―murmuró Erik, posando la mirada sobre un par de pequeñas que se encontraban en un estado horrendo a comparación de los otros cuerpos―. A Steven le gustan las niñas ―habló al sentir a Alex junto a él.
―Charles nunca pudo explicarme bien lo que Steven podía hacer, pero parece que las hubiera quemado…
―Hervido ―corrigió Erik, recordando la conversación con el tío de Abby―. Hay que encontrar la salida ―anunció, caminando hacia la entrada del laboratorio.
Erik pensaba regresar a casa lo más rápido posible, pero se encargaría de Siniestro y sus ayudantes primero. Por otro lado, Steven iba a generar una brecha con su esposa, porque en esos momentos dudaba tener el autocontrol necesario para no matarlo en el segundo que apareciera frente a él.
. .
En su búsqueda por una salida, los tres mutantes llegaron a una gran habitación central, con altos techos de vidrio reforzado que permitía ver que se encontraban bajo un lago. La luz del exterior conseguía penetrar con cierta fuerza a través de los ventanales sumergidos, por lo que no debían de encontrarse con muchos metros de agua separándolos de la superficie. Sin embargo, los intentos de escapar tendrían que detenerse momentáneamente, no se encontraban solos.
Nathaniel Essex, o Siniestro como lo llamó Frost, los esperaba al lado opuesto de la habitación exhibiendo una sonrisa. Otros seis mutantes se hicieron presentes también, con Emma destacando sobre todos gracias a su vestuario blanco. Los otros eran un grupo diverso: la mujer que los recibió, un hombre peludo de estatura pequeña, uno alto de cabello claro y largo y uno de piel tan morada como la gabardina que llevaba puesta. No obstante, el último de los presentes captó la atención inmediata de Abby; Steven. Lo reconoció gracias a las fotos que sus tíos mandaron a Montana durante los años, aunque por la expresión torcida que llevaba le hubiera sido imposible reconocerlo de habérselo cruzado en la calle. El cabello largo, la ropa descuidada y la mala postura hicieron que se cuestionara el estado mental de su primo.
―Temo que estamos a punto de dar un paso innecesario ―dijo Siniestro, avanzando bajo la atenta mirada de sus seguidores―. Sería una pena perder mi laboratorio, aunque al menos sé que hay escasa posibilidad de una acción tan drástica, deben ser conscientes de los peligros de la presión del agua a estas profundidades.
―No necesito destruir el lugar para acabar contigo ―declaró Erik.
―Nos estás subestimando y el único con casco eres tú ―rebatió Siniestro al instante―. ¿Por qué pelear? Puede que mis métodos hayan sido un poco agresivos al retenerlos por la fuerza, pero sabes que los mutantes son superiores. ―No era un discurso lanzado a oídos sordos, conocía hasta cierto grado las creencias de Magneto―. Yo sólo deseo acelerar el paso lento de la evolución, ahorrar el sufrimiento que la mayoría inferior va a liberar al verse desesperada por no desaparecer. Ayudar al surgimiento de una raza mejor y más poderosa.
―Cuidado, no vayas a llevarte a casa al incorrecto ―susurró Alex, dirigiéndose a Abby.
Si no fuera por la urgencia del momento Abby hasta se hubiera reído. Al final Siniestro tenía ideas sobre el destino de la humanidad que eran muy similares a las de Erik.
―No es sólo la capacidad de hacer cosas asombrosas; estoy seguro de que debes de haberlo notado, entre los mejores ejemplares se puede distinguir una mayor longevidad ―continuó Siniestro―. Piensa en todo lo que se puede ganar. Estudiar la genética y descendencia mutante puede abrir puertas, imagina un mundo lleno de niños como el tuyo.
Erik decidió que había escuchado suficiente, pero por un instante un recuerdo incómodo invadió sus pensamientos. La mención que debía referirse a Darryl, trajo a su mente a otro mutante, uno un poco mayor: Peter. No lo había conversado con nadie, ni tampoco tenía la seguridad que fuese suyo, pero dudaba que en el mundo hubiera muchos hombres que controlaran el metal como para reclamar la paternidad. Empujó el pensamiento invasivo a un lado, no era el momento.
El sonido del metal rechinando provocó que Siniestro chascara la lengua, decepcionado.
―Debo advertirte que soy por mucho superior, no hay nada que puedas hacer para derrotarme ―anunció con seguridad.
La caverna tembló cuando el metal incrustado en las paredes voló con violencia contra Siniestro y Emma. La mujer no dudó en tomar su forma de diamante para evitar ser atravesada por las vigas afiladas que Magneto lanzó en su dirección. Aun así, los impactos continuos consiguieron lanzarla por los aires. Por su lado, Nathaniel Essex, mantuvo la sonrisa en el rostro, tomando control de los objetos lanzados para evitar que lo golpearan.
Erik observó a su enemigo con recelo, dudaba que también controlara el metal, lo más probable era que se tratara de alguna forma de telequinesis. Se distrajo cuando una sensación familiar de mareo lo golpeó, obligándolo a cambiar el foco de su siguiente ataque, no pensaba aceptar interrupciones. Múltiples placas de metal rodearon a Vértigo, cubriéndole el rostro para detener los efectos que provocaba su habilidad y sujetando sus extremidades para contenerla.
Alex hubiera preferido alguna forma de aviso previo para tener tiempo de posicionarse mejor. Aunque al final, no es que esperara que iban a poder salir sin pelear. Juntando energía en su mano lanzó una ráfaga roja, pero no la pudo mantener por suficiente tiempo como para que llegara a golpear al par de mutantes que se lanzaron sobre él. A diferencia de Magneto, aún cargaba con algo de los efectos del gas, afectando la eficacia de su don. Logró salirse del camino de un ataque sónico que levantó cualquier objeto suelto en su camino. No tenía idea de dónde Siniestro había reclutado a sus seguidores, pero podía notar un patrón en habilidades que servían para deshabilitar más que para dañar.
El mutante de color morado estiró su cuerpo como si se tratara de una gran carpa, en un intento por envolver a Alex. Una segunda ráfaga de energía roja logró conectar, obligándolo a retroceder y retomar una forma más humanoide. El hombre de cabello largo trató de volver a gritar, pero al estar más cerca Alex no tuvo problemas en que su don diera sobre el blanco, mandándolo a volar varios metros hasta que una pared lo frenó.
Al momento en que Erik inició su ataque, Abby había tratado de buscar un espacio más a cubierto. El metal volando, los gritos y los rayos de color rojo generaron un ambiente caótico al instante. Usar sus poderes no era un problema para ella, pero no estaba preparada para hacerlo en una zona de guerra y eso era exactamente lo que el lugar se había vuelto.
―Prima ―llamó Steven, dando un salto para quedar a unos metros frente a ella.
Abby quería tratar de razonar con él, pero se vio obligada a retroceder cuando notó a un mutante de cuerpo peludo correr en su dirección. Gracias a Erik había una cantidad razonable de agua a su disponibilidad, por lo que la utilizó para generar una pista resbalosa que alejara al mutante por unos instantes.
―Steven, el tío Maxwell te ha estado buscando.
―¿Crees que me importa? ¡Este es mi destino! ―clamó, para luego mirarla de forma intensa―. Pero sabes, me recuerdas un poco a Susan ―comentó, frotando las manos.
Abby frunció el entrecejo y provocó que el agua cercana rodeara las manos de su primo, conteniéndolas en un bloque de hielo. El contacto frío directo con la piel generó que un grito escapara de la boca de Steven. Sin embargo, no demoró mucho para que derritiera el intento de prisión que su prima usó para contenerlo.
―Vas a tener que hacerlo mejor ―se burló él.
―Como gustes.
Una ola golpeó todo el cuerpo de Steven, haciendo que perdiera el equilibrio y arrastrándolo hasta el muro más cercano. Ahí, Abby congeló el agua, dejándolo atrapado como una mosca en papel con goma. Ya que no comprendía bien cómo funcionaba la habilidad de su primo, decidió dejar sus manos descubiertas, pensando que así no podría derretir el hielo para escapar.
La atención de Abby retornó con su esposo cuando lo escuchó gritar.
Siniestro dejó escapar una risa antes de volver a lanzar un rayo de energía dorada contra Magneto, que pese a estar en el suelo, logró salir del camino. Hasta el momento había estado divirtiéndose bastante creando campos de energía para que el metal no alcanzara su cuerpo o peleando por el control telequinéticamente. Sin embargo, con varios de sus secuaces fuera de combate era hora de tomar las cosas con algo más de seriedad y comenzar a atacar.
―¡Ten cuidado! ―advirtió Alex, lanzando una ráfaga de energía al lado de Abby, logrando alejar al mutante peludo que estaba aprovechando su distracción para acercarse―. ¿Quieres un intercambio? ―preguntó, el hombre elástico con el que había estado peleando parecía ser resistente a sus ataques y no quería generar energía más potente que pudiera terminar dañando la estructura de la cueva.
Abby asintió y de inmediato rodeó al mutante morado en una espiral de agua. Notó los intentos que hizo por escapar, alargando su cuerpo, pero ella podía manejar el líquido a mayor velocidad, suficiente como para cortarle cualquier camino y encerrarlo en un ataúd de hielo.
Confiada de que Alex se encargaría del otro mutante, dirigió su atención a Erik que por suerte ya se había recuperado del ataque que recibió. Dio unos pasos para tener un mejor ángulo de la pelea y se percató de la presencia de Emma, observando el caos desenvolverse. La mujer seguía en su forma de diamante y al ver que no parecía tener ninguna intención de intervenir, Abby optó por ignorarla.
Erik vio a su esposa acercarse y cuando Siniestro bloqueó un ataque de agua, él aprovechó para romper lo que quedaba de su defensa, logrando finalmente empalar a su enemigo. Escuchó a Abby gritar horrorizada, en otras circunstancias hubiera buscado la manera de evitarle el desagradable espectáculo, pero Siniestro era un oponente con el que no podía bajar la guardia.
Sin embargo, una potente risa ahogó todos los otros sonidos. Nathaniel Essex soltó una carcajada y simplemente liberó su cuerpo del metal que lo atravesó momentos antes.
―Lo expliqué en un principio, es un desperdicio que traten de atacarme ―dijo, dejando ver cómo su cuerpo se regeneraba a una inmensa velocidad―. La pregunta ahora no es quién va a salir vencedor, sino cuánto van a demorar en rendirse.
Erik reaccionó a tiempo para crear una barrera protectora en frente de Abby, manipulando el metal, cubriéndola de un rayo de energía lanzado en su dirección. Hasta el momento pese a que Siniestro los había secuestrado y amenazado con hacer lo mismo con su hijo, no había dado el salto a sentirse atacado de manera personal. Sin embargo, ver lo expuesta que se encontraba su esposa ante los ataques cambió la situación e incrementó su sentido de urgencia. La acción hostil contra su mujer avivó sus temores, generando una oleada de ataques de naturaleza mucho más violenta.
La sonrisa desapareció del rostro de Siniestro, obligándolo a concentrarse en mantener sus barreras que poco a poco comenzaban a ceder ante la presión de varas de metal chocando con sus afiladas puntas. También debía de cuidarse de no pisar en un lugar equivocado, Magneto dispuso varias placas en la zona del combate y cada vez que tenía la oportunidad provocaba que reptaran por su pierna, insertándose dentro de su carne. Podía regenerar el daño, pero ya no estaba sintiéndose en una posición de superioridad.
Alex logró librarse del mutante que faltaba y decidió apoyar a Erik, pese a que parecía que sólo requería algo más de tiempo para doblegar a su oponente. Lanzando una ráfaga de energía roja, logró atinar contra el torso de Siniestro y al instante escuchó cómo soltó un grito ensordecedor.
―No… ―Nathaniel Essex se encontraba perplejo, el punto donde Summers atacó no era capaz de regenerarse.
Erik no dudó en explotar el momento de debilidad. Encerró a Siniestro en una esfera de metal y comenzó a reducirla de tamaño, con la esperanza de aplastar al hombre en su interior. No se detuvo cuando Abby corrió a su lado y lo observó preocupada en silencio, no podía detenerse, aunque estuviera mostrando su peor cara.
El metal salió volando en todas direcciones, Essex no iba a permitir que lo vencieran tan fácil. Con Magneto perdiendo unos vitales segundos para impedir que alguien acabara atravesado por algún proyectil de metal, Siniestro utilizó el tiempo para lanzar un rayo de energía directo contra Alex.
―No sé cómo lo hiciste, pero tú vas a venir conmigo ―soltó, dirigiéndose al cuerpo inconsciente del hombre que había logrado dañarlo.
Abby observó con preocupación. No tenía idea si Erik era capaz de salir victorioso, pese a que Essex se veía finalmente herido, y decidió que esa batalla debía terminar.
―Rompe el refuerzo de los vidrios ―pidió. Sabía que la advertencia que les dieron sobre la presión no era sólo para asustarlos, pero necesitaban deshacerse de Siniestro.
Erik ni siquiera volteó para verla, simplemente cumplió con el pedido, confiando que no lo estaba haciendo sin medir las consecuencias. Las vigas reforzadas que mantenían los vidrios sujetos salieron volando, dejando que en un instante el agua comenzara a ingresar barriendo todo a su paso.
Incrédulo, Essex sólo giró para ver cómo Abby usó sus poderes para que el agua entrara con más velocidad, generando un rugido estruendoso. Sintió el golpe del líquido sobre su cuerpo y como el impacto sin dudas debía haberlo dañado, pero también notó el cuerpo de Alex Summers siendo arrastrado hacia una esfera de agua que protegía a sus enemigos.
Abby mantuvo el agua girando a gran velocidad alrededor de ellos para poder repeler la potencia del embate externo. Observó cómo el ambiente comenzó a llenarse y los cuerpos de los esbirros de Siniestro flotaron. La idea de dejar a su primo morir ahogado no le sentó bien y con esfuerzo consiguió generar una corriente que lo arrastro hasta la esfera protectora.
Erik pensaba quejarse, no necesitaban recogerlo, pero consideró que no era sabio discutir con ella mientras estuviera manteniéndolos a salvo. Sin embargo, no pudo ocultar su descontento cuando su esposa decidió salvar a alguien más.
―Ahora no ―dijo Abby al escuchar el gruñido.
Con la corriente menos agitada, elevó la esfera para poder iniciar el escape a través de los ventanales rotos. Escuchó cómo el laboratorio comenzó a colapsar debajo de ellos, las vigas principales se retorcieron en un instante. Varios cuerpos debían haber quedado atrapados en el interior, pero uno logró distinguirse, Siniestro se hundía lentamente hacia la oscuridad el fondo del lago, dejando un rastro de sangre.
Notas de autora: Siniestro tiene un montón de habilidades, así que, para mantenerlo un poco más en línea con el nivel de poderes de los personajes en las películas, no lo tengo usando todo su arsenal. Le he quitado sus poderes "mentales" mayormente, la verdad que tiene una ola de poderes a su disposición. Cómo no ha conquistado el mundo en los comics es una pregunta que me veo obligada a hacerme xD
Me puse a investigar un poco qué tanto estos habían peleado, consultando foros de gente que sigue más los comics, pero no ayudó mucho. Magneto de los comics es mucho más fuerte comparado a las películas, incluso diría que la versión de las pelis es la más débil de todas. En todo caso, Siniestro es de esos personajes poderosos, pero por el sentido de difícil de matar y con un arsenal amplio de cosas que pueden usarse para bloquear o inhabilitar oponentes, no tanto por el lado de tener fuerza excesiva por el lado ofensivo.
