Peace could be an option
Capítulo 67
Abby llevó al grupo a la superficie y los depositó, a salvo, en el borde del lago. Una mirada rápida a la zona logró tranquilizarla, no parecía haber nadie en las cercanías, sólo grandes árboles y algunos troncos caídos. Tampoco pudo distinguir alguna señal que revelara la dirección del pueblo o del orfanato. El sonido del agua salpicando provocó que dirigiera la atención hacia su esposo, que desde el fondo del lago extrajo una placa de metal.
Dos largas cadenas se formaron en el aire y en un instante envolvieron los cuerpos inconscientes de Steven y Emma Frost. No había manera de saber cómo actuarían al despertar y Erik no se encontraba en un estado misericordioso, a diferencia de su mujer.
―Puedo entender que decidieras rescatar a tu primo ―dijo él, observando los cuerpos suspendidos en el aire―. ¿Pero en qué estabas pensando al salvar a Frost?
―No lo sé ―admitió Abby, no le tenía especial cariño a la mujer, pero al conocerla le fue difícil ignorarla y dejarla morir ahogada.
Erik no insistió, se acercó a Alex y consiguió levantarlo tras darle un par de cachetadas ligeras. Necesitaban continuar, escapar del laboratorio era sólo el primer paso.
―¿Dónde estamos? ―preguntó Alex, aun desorientado.
―Unos doscientos metros del orfelinato ―señaló, sintiendo la estructura de la construcción―. No pareciera que la gente del pueblo se haya percatado de lo que ocurrió, al menos por el momento.
―Eso es bueno, lo último que necesitamos es a la policía local tratando de controlar la situación mientras todo el pueblo se reúne para ver qué pasó ―intervino Alex―. ¿Qué se supone que vamos a hacer con estos dos?
―Vamos a ir al orfanato y vas a llamar a Charles para que decida qué hacer con ellos ―respondió Erik, comenzando a caminar, levitando a sus prisioneros delante de él―. Yo voy a volver a Maine.
―Podemos llamar a casa y ver qué ha pasado, quizás advertirle a mi hermana ―opinó Abby, acelerando el paso.
―No vayas a llamar a nadie ―advirtió Erik, consiguiendo que ella se frenara―. Este lugar va a ser revisado en algún momento, las llamadas telefónicas incluidas.
―¿Y yo sí puedo llamar a Charles? ―se quejó Alex.
―Estoy seguro de que Charles podrá manejarlo, no necesita usar su don para inventar una historia razonable de por qué una escuela como la de él recibió la llamada de este lugar.
La puerta del orfelinato se abrió de par en par y Erik depositó los cuerpos de sus enemigos en la sala de espera, lugar donde horas antes se vio emboscado por la rubia que tenía prisionera. Disfrutó la ironía del momento por un instante, pero la urgencia de las circunstancias le obligaron a moverse.
―No tienes que decirme que no vaya a soltarlos, lo sé ―dijo Abby, cuando cruzó la mirada con Erik―. Cuando llegues… ―La idea quedó en el aire, pedirle que llamara era lo mismo que usar el teléfono del orfelinato.
―Me comunicaré de alguna manera ―aseguró, acercándose para darle un beso―. Vamos a estar bien, en unos días inician clases y todo esto quedará olvidado.
―¿Olvidado? Eso lo dudo ―replicó Abby, sabía que Erik no era capaz de dejar el pasado atrás, pero ella también recordaría todo, incluso si sus hijos nunca fueron alcanzados por el esbirro de Siniestro, asumiendo que realmente existía.
Erik no habló más. Avanzó hacia un costado del orfanato, en el área donde había reconocido estaba su automóvil y el vehículo que pensaba tomar. Dudó un momento sobre si debía de deshacerse de su casco, pero optó por llevarlo con él, al final le podía servir como protección ya que no pensaba respetar ningún límite de velocidad.
El fuerte sonido de un motor desconocido llamó la atención de Abby. Sin embargo, antes que pudiera asomarse a ver qué estaba haciendo Erik, Alex salió corriendo del orfelinato a toda prisa, acababa de colgar el teléfono luego de una rápida conversación con Charles para explicarle lo ocurrido.
―¡Si la dañas vamos a tener un problema! ―gritó, viendo como su motocicleta se perdía a lo lejos en el sendero―. Supongo que nos toca llevarnos tu camioneta ―añadió de mala gana.
―¿Vamos a movernos? ―preguntó Abby, preocupada.
―Sí, hablé con Charles y quiere que nos encontremos en un punto medio.
Abby sintió un escalofrío al pensar que tendrían que movilizar a Frost y Steven, sólo esperaba que no despertaran en el camino. A diferencia de Alex, ellos estuvieron un tiempo más extenso bajo el agua, pero dudaba que fueran a quedar inconscientes de forma indefinida.
―Puedo ayudarte a ponerlos en la camioneta, pero yo me quedo ―dijo, la única razón por la que no estaba regresando a casa era por la probabilidad de que sus hijos fueran secuestrados sin que Erik pudiera interceptarlos.
Alex la observó por unos momentos, y chasqueó la lengua, retirándose para hacer otra llamada.
Ante la negativa por moverse, Alex volvió a comunicarse con el telépata y decidieron que pese a todo un punto intermedio no les ahorraría tanto tiempo. El avión privado era sin dudas más veloz que ir por tierra, pero lo perdido en el embarque y desembarque anulaba casi todo lo que podían ganar al ser un viaje tan corto; dos horas por carretera contra alrededor de veinte minutos en el aire.
. .
A Abby el paso de las horas se le hizo eterno. Sabía que era porque necesitaba que Erik se comunicara, que le dijera que podía regresar a casa y que los niños habían tenido un día completamente normal, que Siniestro nunca mandó a nadie. Aun así, al momento en que sintió un automóvil estacionándose fuera del orfanato, una ansiedad diferente la invadió, llevaba más de diez años sin ver a Charles.
―¡Abby! ―Charles llamó con entusiasmo al ingresar al orfanato―. Qué bueno es verte después de tanto.
Era la primera vez que Abby lo veía desde Cuba y aunque sabía que se encontraba en una silla de ruedas, no pudo evitar sentir el impacto al no verlo caminar. Sin embargo, Charles no le dio tiempo para hablar.
―Abby es fabuloso verte nuevamente, pero temo que tendremos que postergar el ponernos al día ya que tenemos asuntos críticos que requieren de nuestra atención inmediata ―agregó, dirigiéndose a la sala en donde lo esperaba Alex junto a los dos cautivos―. Alex, si fueras tan amable de ayudar a Steven a salir de la habitación, necesito conversar con Emma a solas.
―¿Eso implica que ya no voy a volar en pedazos si dejo mi forma de diamante? ―preguntó con falsa preocupación la mujer, lanzándole una mirada divertida a Alex, quien la amenazó al instante en que despertó.
―Parece que tienes la costumbre de juntarte con gente de dudoso calibre moral ―dijo Charles cuando quedaron a solas.
―¿Quién dice que no soy yo la del dudoso calibre moral? ―replicó, regresando a su forma natural.
―Estuviste en perfil bajo por varios años.
―Hasta que la oportunidad adecuada se presentó ―recalcó Emma―. ¿Acaso estuviste observándome? ¿O estás asumiendo? No creí que te dedicaras a la psicología.
―Trato de no usar mi don de forma invasiva.
―Lo cual te deja en una disyuntiva incómoda: Qué hacer conmigo ―comentó, intentando de forma inútil mover sus brazos, aún apresados por las cadenas de metal―. Estoy segura de que Magneto debe tener unas cuantas sugerencias.
―Siendo honesto, pese a que eres nuestro mayor problema actualmente, no eres quien me genera un conflicto ―confesó, dejando que el peso de lo que se avecinaba se distinguiera en su voz.
―Increíble que sean de la misma familia. Uno disfruta tanto hacer daño y la otra tiene problemas para decidir defenderse.
―¿Y tú lo disfrutas? ―preguntó Charles.
―Disfruto las ventajas, el poder, el estatus ―respondió Emma.
―¿Qué planeas hacer?
―¿Vas a dejarme ir? ―cuestionó, divertida.
―Entregarte a las autoridades no es una opción y no creo que pueda influenciar tu mente demasiado, aunque trate.
―Magneto propondría una sencilla tercera opción
―Tienes suerte que no esté aquí.
―Mucha, dudo que él haya sido quien me sacó del agua ―comentó, había estado inconsciente, pero podía imaginar la escena de su rescate perfectamente.
―¿Por qué los niños? ―indagó Charles endureciendo la mirada, notando que la pregunta la incomodó.
―¿Crees que Nathaniel los buscó o tuvo interés especial en ellos? Se enteró del grupo de huérfanos que nadie quería cuidar y lo vio como una oportunidad que no podía dejar pasar ―explico ella, desviando la mirada―. Ninguno era especialmente hábil, pero con la dirección correcta estoy convencida que hubieran florecido, tenía planes para ellos. De cualquier manera, no vale la pena lamentarse, cuando Steven tuvo oportunidad de probar sus talentos todo terminó.
―Es un desperdicio que siempre seas la sombra del loco homicida de turno con ego inflado.
―¿Acaso quieres ofrecerme trabajo? ―preguntó risueña ante la idea―. No serás un homicida, pero posees el ego inflado y si sigo tus consejos, debería mantenerme lejos.
. .
Elevaron vuelo desde la pequeña pista del Columbia County Airport, a sólo una media hora manejando del orfanato. Charles logró convencer a Abby de ir con ellos hasta Old Town. Que lo más sensato era tratar de alcanzar a Erik y calmarlo, aunque sus hijos estuvieran a salvo, bien podía dar un paso en una mala dirección. Además, debían de trasportar también a Steven, quien Charles se aseguró de que siguiera inconsciente luego de un intento fallido de hablar con él.
Antes de irse por cuenta propia, Frost le reveló a Charles que sí habían enviado a un mutante al pueblo, pero que no se trataba de un hombre muy brillante y que al menos hasta ese momento, no se había comunicado para informar de una misión exitosa. La noticia no tranquilizó a Abby en absoluto, su hijo tenía poderes, pero eso no implicaba que pudiera pelear.
―Alex nos avisará si alguien llama al orfelinato para reportarse ―habló Charles, decidió que era mejor que se quedara a esperar en caso el peor escenario sucediera y también para poder manejar la camioneta de Abby de regreso cuando todo terminara―. En estos momentos creo que nuestro problema mayor debería ser la cantidad de infracciones debe estar acumulando Erik con la moto de Alex. ―agregó Charles tratando de reducir la tensión de la incertidumbre.
―No bromees ―pidió Abby, podía imaginar que su esposo haría el viaje de ocho horas en cinco o menos.
―Coordiné para conseguir que un auto de alquiler esté esperándonos cuando aterricemos.
―Gracias. ―Abby observó a Charles por un instante, pero de inmediato desvió la mirada.
―Cualquiera pensaría que te hice algo horrible.
―¿Qué? No, claro que no.
―Entonces deberías de relajarte un poco ―pidió―. Sé que es un momento tenso, pero temo que tu mente ha tomado una ruta con dirección a Cuba.
―Los dejé en una playa, sin transporte, en un país no amistoso, con dos armadas de navíos que trataron de matarnos minutos antes ―soltó avergonzada―. Y sin olvidar que estabas herido, aunque no supiera la gravedad.
Charles soltó una carcajada, la imagen que Abby describió era real, pero a la vez una visión bastante negativa para llevar luego de tantos años.
―Si tan solo Erik hubiera tenido una milésima de esa preocupación, hubiéramos salido un poco más rápido del problema ―comentó él sonriendo―. No voy a negar que fue una situación complicada, pero olvidas que una bala no afecta mis poderes.
―Me sentiría mejor si al menos estuvieras molesto ―susurró.
―Lo estuve por un tiempo, más de lo que creo fue saludable ―aseguró, recordando cómo pese a que en un inicio consiguió mantenerse firme y positivo, terminó por derrumbarse―. Aunque mi enojo nunca fue contigo ―agregó, antes de soltar un suspiro―. Hubiera querido que mantuviéramos contacto, el año después de Cuba no fue sencillo para ti.
―¿Estuviste espiando?
―No a propósito, pero tuve un periodo difícil para controlar mi don no hace tanto ―dijo, riendo―. ¿Erik te ha contado cómo salió de prisión?
―Sí, aunque aún me cuesta creer la historia.
―Traté de usar a Cerebro para localizar a Raven tras los eventos de Paris, pero al final fue tu mente la que me atrajo, como un faro en una noche tormentosa ―explicó―. Sin querer vi muchos de tus recuerdos relacionados a Erik.
Abby se encogió en el asiento del avión, incómoda. Solía tratar de no pensar en la temporada que vivió en las orillas del lago Leech o el periodo en Chicago, pero le era difícil. Si bien ahí estaban sus peores recuerdos, también compartían espacio con un buen número de experiencias que deseaba seguir recordando.
―¡Abby! ―La voz de Steven invadió por completo la cabina, pese a que estaba en el asiento más lejano―. ¡Dile al inválido que me suelte! ¡No tiene idea quién soy! ―exigió con prepotencia.
―Por el contrario, sé exactamente quién eres ―intervino Charles con tranquilidad.
―¡Voy a matarlos a todos! ―agregó, poniéndose de pie, a pesar de tener los brazos restringidos.
Abby reaccionó de inmediato. Los hielos que estaban enfriando algunas latas de refresco y una botella de licor salieron volando, congelándose encima de los zapatos de su primo para mantenerlo quieto.
―Está bien ―dijo Charles, entrando en la mente de Steven para controlarlo―. Puedes dejarlo ir, voy a volver a ponerlo a dormir mientras discutimos qué hacer.
―No entiendo como mí tío pudo vivir con él por tanto tiempo ―se lamentó ella, al ver como su primo regresó a su asiento para seguir durmiendo.
―Estaba bajo cierto nivel de control, pero esa etapa ha pasado ―explicó Charles, frotándose los ojos en frustración―. Tu primo es peligroso, y no en la forma de Erik, Shaw o Essex.
―No puede volver con mi tío.
―No, a menos no en el estado en que se encuentra ―afirmó Charles, ganándose una mirada curiosa por parte de Abby―. Dejar que las autoridades se encarguen de él no va a ser posible, tu familia entera estaría en peligro si habla. Tenía la esperanza de poder llevarlo a mi escuela luego de conversar, pero viéndolo en persona esa ya no es una opción.
―No creo que estés sugiriendo algo que Erik haría.
―No, claro que no, pero quizás mi alternativa sea más cruel. En algún momento lo hablé con Maxwell y él aceptó ―explicó Charles, dejando entrever su incomodidad―, pensé que era una opción a la que no llegaría, pero viendo a Steven en persona…
―¿No imaginaste que sería así? ―preguntó ella.
―Temo que su periodo con Essex lo empujó más hacia la locura, de haberlo conocido años atrás siento que hubiera podido hacer algo.
―¿Qué planeas hacer con él? ¿Mantenerlo dormido de forma indefinida?
―No. Bastante van a tener que soportar tus tíos, no puedo hacer mucho para aliviar la pérdida emocional, pero puedo al menos no dejarles una carga física ―dijo palmando sus piernas―. No quiero imaginar lo que sería tener que velar por alguien que se encuentra totalmente inmóvil.
Charles no quiso explicar a detalle, no se sentía orgulloso de lo que haría y estaba esperando que de alguna manera algún milagro ocurriera. Dejaría que Steven viera a sus padres una vez más, que ellos se lograran despedir, luego de eso se aseguraría que no pudiera dañar a nadie más.
―¿Por qué no hablamos de algo más positivo? Hará que el vuelo se sienta más corto ―sugirió Charles―. Tengo mucha curiosidad por conocer a tus hijos, pero también siento que lo adecuado es conversar sobre tu tesis doctoral.
―¿Desde cuándo te interesa la geología?
―Tengo una amplia gama de intereses. Además, es lo justo, tú has leído mi tesis y por lo que tengo entendido tenías algunas objeciones con ciertas observaciones ―replicó Charles con humor.
Notas de autora: No esperaba demorarme tanto para subir este capítulo, al final tuve que partirlo en dos ya que estaba creciendo más de lo que esperaba. Pero lo bueno es que el siguiente pedazo sólo necesita ser beteado, así que la espera será de días nada más. Hubiera podido agregar una escena más aquí, de Erik llegando a Old Town, esa partición hubiera sido más equitativa para conteo de palabras, pero no tenía mucho sentido separarla de lo que seguiría.
