Bueno, algunos no me conocen, pero me suele costar mucho escribir cuando una idea ronda mi mente y no la plasmó, espero no se enojen por hacer una nueva historia.
Como siempre los personajes no me pertenecen yo solo los ocupo sin fines de lucro, para dar un poco de vida a mi triste intento de historia.
Capítulo I. ¿Quién eres?
Después de superar todos los obstáculos, y las circunstancias imprevistas en la tercera tarea, Cedric llego junto a Harry al altar donde descansaba la copa de los tres magos, sus respiraciones eran agitadas, apenas pudiendo respirar, los jadeos de ambos se hicieron más pesados cuando escucharon otra trampa que se acercaba.
- Debes tomarla tu. - Escucho decir a Harry, en sus ojos se veía la determinación que sentía. - Tu eres el verdadero campeón de Hogwarts.
Aquellas simples palabras hicieron acelerar el corazón de Cedric, no solo por estar en tan alta estima a los ojos del menor, que era por muchos considerado un héroe, sino por qué, sabía que en el torneo había sido superado por el mismo mago que lo incitaba a tomar la copa y a ganar en su lugar, no sólo le había ayudado al saber qué esperar durante la primera tarea, y aunque le había "pagado" el favor con una pista para descifrar el huevo de oro, sabía que no era lo mismo, y que decir durante la tercera ronda, de no haber sido por el, Víctor lo habría hechizado junto a Fleur, o hubiera terminado siendo comido por la acromántula, y ahora le decía que el era el verdadero campeón, por un momento pensó en compartir la gloria juntos tomando la copa al mismo tiempo, sin embargo lo descarto al sentirse un usurpador, así que sin que se diera cuenta lo aventó con la suficiente fuerza para que cayera sobre la copa, viéndolo desaparecer gracias al trasladador, Cedric se sentó sobre el pasto derrotado pero sintiéndose bien consigo mismo, un sentimiento que lamentablemente no duraría mucho tiempo.
Después de salir del laberinto ya con todas las trampas y bestias contenidas, Cedric esperaba encontrar una gran fiesta celebrando al campeón del torneo, sin embargo todo estaba en silencio, estaba por preguntar qué sucedía cuando se vio envuelto en los brazos de su padre, que había bajado de las gradas apenas lo vio salir de entre los setos.
- ¿Que paso con Harry? - Preguntó viendo al director Dumbledore acercase a ellos, sin saber que el mismo se hacia esa pregunta.
- Ese mi querido niño, es la verdadera pregunta. - Le dijo el director mientras que ignoraba a todos los que querían saber que estaba sucediendo.
OwO
Harry no sabía que había provocado la cúpula de energía que lo rodeaba junto a Voldemort, pero no se quedaría a averiguarlo, vio a las sombras de sus padres y de muchos más ir en contra del recién resucitado señor oscuro, y como le dijeron corrió con todo lo que tenía hacia la copa, solo para alzar su mano y tratar de invocarla con un accio, feliz por ver a la copa acercase a él, se perdió por completo la maldición verde precipitarse hacia el desde la espalda, justo cuando el tirón del traslado se hizo familiar en su cuerpo, el imperdonable lo golpeó haciendo que todo se volviera negro, sin que siquiera se le permitiera llegar al que consideraba hogar.
El sonido del trasladador resonó con fuerza por todo el campo de quidditch, algunos se permitieron sonreír, antes de que pudieran ser testigos de la muerte de un joven ante ellos.
La ultima guerra de sangre había dejado demasiadas consecuencias, una de las más pertubadoras era el saber identificar los residuos de la maldición asesina, más de un espectador había sido testigo del imperdonable, y frente a ellos tendido en medio del campo quedo postrado el cuerpo de Harry James Potter siendo cubierto de la niebla verde que afirmaba las sospechas de los veteranos de guerra.
Durante unos segundos el silencio reino en el aire, los pocos festejos que llego a haber murieron apenas vieron el cuerpo inerte, un grito desgarrador rompió el silencio, cuando una joven bruja se precipitó hacia el cuerpo de su mejor amigo, empujaba a todos abriéndose paso como las lágrimas amargas que caían de sus ojos.
Pese a su edad, Dumbledore seguía contando con reflejos rápidos, vio a la bruja correr hacia dónde estaba Harry, pese al dolor en su viejo corazón logró sostener a la bruja antes de que llegara ante el niño al que se le había arrebatado la vida muy pronto, odiaba sentir como la joven luchaba en sus brazos tratando de liberarse de su agarre, podía sentir como el corazón de la niña se rompía ante lo que veía, como sus pulmones se desgarraban por su llanto, y sin embargo una pequeña esperanza aún estaba viva dentro de él, tenía que actuar fríamente si no quería que todo se arruinara, aunque eso le doliera.
Con una mirada llamó a sus maestros a actuar, todos hicieron lo que podían pese a que sabía que ninguno estaba en mejores condiciones que el o que la niña que sollozaba en sus brazos.
Severus Snape estaba en shock, pese a la mirada en los ojos del director se acerco al hijo de Lily, debía verlo por sí mismo, necesitaba saber si todo lo que había hecho había sido en vano, sus pasos se hicieron cada vez más pesados mientras que lo guiaban ante el, podía escuchar los llantos a su alrededor, los gritos de histeria cuando Minerva, Pomona y Filius los guiaban a todos lejos de la escena, apenas era consciente que a lado suyo caminaba madame Pomfrey, y sintió su fuerzas irse cuando lo vio con los ojos cerrados sosteniendo esa maldita copa con su mano. Vio a al jefa de enfermería secarse los ojos mientras apuntaba su varita hacia el cuerpo de Harry, y aunque parecía una mala jugada del destino, vio el resultado del hechizo lanzado, era tenue y odiaba la idea de una falsa esperanza pero en ese momento se aferró a ella, el niño estaba vivo, por muy poco, pero lo estaba.
La enfermera de la escuela lanzó el hechizo para levitar el cuerpo de Harry y sin voltear a ver a nadie corrió hacia su santuario a hacer lo necesario para lograr estabilizarlo, aunque no tenía ni la menor idea de cómo lo haría.
Dumbledore no se perdió ningún movimiento a su alrededor, desde la desaparición de Harry, había estado viendo con especial cuidado a todos los presentes, esperando encontrar al responsable de la manipulación en la que se vio envuelto el torneo, cuando el nombre de Harry salió de la copa pensó que el plan era desprestigiar al héroe, que lo vieran como un niño que tomo más de lo que podía comer, y aunque había sido un error de su parte lo dejo pasar, pensado que Harry se las arreglaría para salir adelante como siempre lo hacía, sin embargo era claro que era mucho más que eso, no se perdió la forma en la que Severus se había cubierto la marca oscura, eso le daba que buscar, Karkarov se había sostenido el brazo, pero parecía más conmocionado que eufórico, y sabiendo que era considerado un traidor lo descartó, por mucho que pudiera pensar que hubiera orquestado toda la trampa para ganarse el favor del señor oscuro, Snape lo había estado vigilando desde que había comenzado todo, y dudaba que algo se le hubiera escapado a su profesor de pociones, eso lo dejo justo al principio, y vio a su viejo amigo Alastor, que se sostenía su brazo, y contrario a lo que había aprendido de él a lo largo de los años, no estaba exigiendo hablar con nadie, parecía querer seguir a la enfermera, y fue cuando la realización lo golpeó tan duro como una maldición explosiva.
Apenas lo había visto alejarse un par de pasos cuando tomó su varita y le apuntó, tomándolo por sorpresa con un hechizo deslumbrante, algo inaudito para el gran Ojo Loco, apenas sintió a la niña que aún sostenía en brazos alejarse de el, se precipitó hacia el que estaba seguro era un impostor, tomó la ánfora que guardaba en su túnica, y la destapó para olerla. Cerró los ojos con pesar, poción multijugos.
Convocó ataduras, y sujeto el cuerpo, sentía todo el peso de los años sobre su espalda.
- ¡Dumbledore! - Escucho decir detrás suyo, y aunque reconoció la voz no tenía las fuerzas para lidiar con el ministro en ese momento. - ¡¿Qué significa todo esto?!
Suspirando le tendió la ánfora a Cornelius, quien con una expresión desconcertada olio la botella, y aunque se tardo más que el, llegó a la misma conclusión.
- Quiero a un par de aurores vigilando el cuerpo en todo momento. - Aunque no era el mago más listo de todos los tiempos, el ministro de magia, sabía que cuando se supiera lo sucedido con el icono del mundo Mágico, los ciudadanos exigirán sangre y solo esperaba no fuera la suya. - ¿Ahora que?
Albus Dumbledore vio a su alrededor, todo se había salido de control muy rápido, pero había un lugar en el que necesitaba estar, y ni siquiera cuidó sus expresiones para ocultar lo que estaba a punto de hacer, por lo que sin decir una palabra se apresuró a la enfermería de la escuela, sin darse cuenta que más de una persona lo seguía al ver lo que planeaba.
Ni siquiera había podido ingresar a la enfermería cuando fue empujado con fuerza hacia atrás, magia pura lo habia atacado, y si los quejidos a su alrededor eran una indicación no había sido el único que había sufrido una desastrosa caída. Pero no tenía el tiempo de detenerse, sin ninguna ceremonia se apresuró a su destino, justo a tiempo para ver cómo la misma magia que lo había empujado regresaba a su origen que era un joven postrado en una cama.
Se acercó a Madame Pomfrey y la ayudó a levantarse, necesitando respuestas. - ¿Qué sucedió?
- ¿Te parece que tengo alguna idea de lo que está sucediendo? - la molestia era palpable en su voz. - Trataba de ver que diablos está pasando, tenía pulso, pero su núcleo mágico era inestable...
Y antes de poder seguir con su explicación, todos los presentes vieron como el cuerpo de Harry Potter comenzaba a destrozarce a sí mismo, los huesos rompiéndose eran audibles, los músculos se desgarraban a plena vista, la piel se despedazaba y se volvía a unir por sí misma, dejándoles ver tan horrible escena, podía llegar a confundirse con el proceso de cambio de la poción multijugos, pero la ferocidad con la que el cuerpo reaccionaba era demasiada para serlo, las convulsiones se hicieron tan violentas que la cama en la que estaba postrado se derrumbó sobre sí misma.
Los jadeos del joven eran una clara idea del dolor por el que atrevasaba, y así como comenzó terminó, cuando el cabello azabache se convirtió en pelirrojo y creció un par de pulgadas, el cuerpo ya no era de un hombre en crecimiento, sino que suaves curvas se acentuaron para dejar ver a una mujer, y para cualquiera que hubiera conocido a Lily Evans era claro que la ahora niña era su hija.
- ¿Poción multijugos? - preguntó el ministro, aunque sabía que no era el caso.
- No... No lo creo, no hay una poción con un efecto parecido. - Dijo Snape apenas pudiendo procesar la imagen frente a él, pues nunca creyó poder volver a ver a su amiga de la infancia.
- ¡¿Entonces que demonios?! - preguntó de nueva cuenta.
La niña abrió los ojos mientras se tocaba la frente en la cicatriz que la caracterizaba, aunque esta sangraba pareció no darse cuenta mientras veía a su alrededor.
Hermione rompió a llorar mientras se avalanzaba sobre ella, no entendía que estaba pasando, pero poco le importaba en ese momento, estaba vivo y era lo único que le importaba.
Y pese a la reacción de la bruja más inteligente de su generación, algunos de los mayores no se perdieron como los ojos de la joven viajaban por todos ellos, pero había algo en su mirada que los hizo estremecer, era como si...
- Perdona. - la suave voz de la joven se escucho en la habitación. - Pero ¿quien eres? Mejor dicho... ¿Quien soy yo?
Y el silencio tan familiar en esa desastoza noche volvió a reinar, Hermione se separó de Harry, sus labios se partieron en una tenue sonrisa. - No bromees, Harry, no es el momento.
Pero al ver a esos ojos verdes tan familiares, reconoció la verdad, no era recordada.
- Soy yo, Hermione, tu amiga... Harry... - La niña bajó la mirada y trato de alejarse. - ¡Soy yo! ¡Soy Hermione! ¡Hemos estado juntos desde siempre! ¡Harry soy yo! - la desesperación en su voz y lo rota que sonaba, hizo que Dumbledore se acercara a la bruja, tratando de darle apoyo, pero sabiendo que era inútil.
El director trató de levantar a Hermione del suelo, no podía siquiera imaginar lo difícil que era para ella, sin embargo, la niña que antes era Harry Potter le impidió separarla de ella. - Lo siento, yo... Yo... No te recuerdo... Pero te siento... Yo te siento aquí... - dijo tocando su pecho justo encima de su corazón.
Esas simples palabras fueron suficientes para hacer que Hermione sonriera, no importa cómo se viera, Harry siempre encontraría la forma en que todo fuera un poco mejor.
Madame Pomfrey se acercó a la niña, con su varita en mano aunque con cautela, sabía que muchas veces la conmoción hacia inestables a los pacientes. - Niña, ¿Sabes que es esto? - pregunto enseñando su varita.
El rostro de la pelirroja se torno en confusión, como si buscará la información en su cerebro. - Una... varita, una varita mágica.
- ¿Sabes lo que es la magia?
Un asentamiento tímido vino de la niña.
- Excelente. - dijo la enfermera ya comenzando a hacer un diagnóstico en su paciente. - Voy a lanzar un par de hechizos sobre ti, para tratar de saber que sucede, ¿Esta bien?
Con otro asentamiento, comenzó con su diagnóstico, su rostro se rompió en preocupación con cada nuevo hechizo lanzado.
- ¿Puedes recordar que te sucedió? - preguntó lo más calmada que pudo, aunque fue una tarea titanica para la mujer.
La niña cerro los ojos y pareció concentrarse. - Había una luz dorada alrededor mío, unas personas me veían y hablaban, pero no se que me decían, solo recuerdo haber tomado algo y una luz verde envolviendome.
- Ya veo, ¿algo antes de eso?
Pero pese a las esperanzas que guardaban, la niña negó con la cabeza.
Pomfrey asintió e hizo un ademán a los reunidos para que la siguieran, y muy a su pesar Hermione se separó de Harry, pero antes de que Snape los siguiera levito a la niña hacia otra cama en mejor estado.
Y tan simple acto hizo que la mayoría de los reunidos viera con sorpresa al hombre que era conocido por su desprecio por el vástago de la familia Potter.
- Gracias. - dijo la niña recostandoce en la cama.
- ¿Sabes que sucedió? - preguntó Severus a la enfermera, justo cuando la puerta de la oficina se cerró sin prestar atención a la gente reunida alrededor.
- Su cuerpo muestra la exposición a dos imperdonables, el crusiatus y... La maldición asesina, además de algunas más, que no son más agradables. - dijo la enfermera tallandose los ojos con pesar.
- ¿y su memoria? - preguntó Hermione con desesperación.
- No tengo idea, al igual que no se como demonios sobrevivió a la maldición asesina una segunda vez.
- ¿Estamos seguros que es Harry Potter? - preguntó Cornelius, aunque no sabía que le preocupaba más, si era o no.
- ¿Estas diciendo que no conozco a mis pacientes? - gruño la enfermera sin importarle si el hombre era el ministro o el mismo Merlín..
- Yo solo digo...
- Se puede hacer una prueba de sangre, los duendes pueden comprobarlo en un segundo. - dijo Fleur haciendoce notar por primera vez, y llamado la atención de todos, sus ropas seguían sucias, y era claro que había estando llorando si la humedad en sus mejillas podían decir algo.
- Esa es una excelente idea señorita Delacour. - dijo Albus Dumbledore, el no dudaba de la identidad de la niña, pero aún estaba esa pequeña posibilidad que el horocrux hubiera terminado poseyendo el cuerpo sin alma de Harry Potter, y si la magia de los duendes creía que se estaba usurpando una identidad, ella misma se haría cargo, podía ser cruel, pero en la situación en la que se encontraba no tenía muchas opciones, también era consciente que las circunstancias exigían medidas para evitar que la niña fuera manipulada, o incluso violentada más de lo que había sido, y un plan comenzaba a formarse en su mente, ya le había fallado a Harry no podría permitirse hacerlo más de una manera u otra. - Sin embargo creo que lo mejor es esperar hasta el aman...
- ¡ALBUS! - El grito estridente venía desde fuera de la oficina, y el director pareció derrumbarse sobre sí mismo, eran claros los indicios de que la noche acababa de comenzar.
La puerta de la oficina se abrió y dos de las más grandes brujas se encontraron en el umbral, en sus rostros se veía la consternación, pero aún más el enojo, y el director de Hogwarts estaba seguro que este último se dirigía a él en particular.
- Mademe Bones. - reconoció la presencia de la mujer con el respeto que se merecía, haciendo una leve inclinación de cabeza.
- Deja las formalidades de lado Albus. - su mirada severa podía paralizar a cualquier persona, pero el no era cualquier persona. - ¿Que carajos está sucediendo?, me han llegado mensajes urgentes de que Harry el jodido Potter esta muerto, todo por este maldito torneo olvidado de la mano de Merlín.
La declaración hizo palidecer al ministro de magia, la información había volado más rápido de lo que creía, y estaba seguro que no podía salir bien librado de esta con palabras bien dichas.
- Esa sería una gran exageración viendo el panorama completo, sin embargo le aseguro que estamos haciendo todo lo posible para averiguar que está sucediendo. - Dijo el director con calma, aunque no logró engañar a nadie notándose la rigidez en el poderoso mago.
- ¿Donde está el cuerpo del señor Potter? - preguntó Minerva McGonagall, que parecía que solo se sostenía por pura fuerza de voluntad.
Con una mirada compartida entre los presentes, señalaron a una cama detrás de ellas, donde dormía una niña pelirroja, pues el estrés en su cuerpo le hizo posible el dormir pese a los gritos en la habitación.
Ambas mujeres vieron el cuerpo en estado de shock, ambas habían conocido a Lily Potter, y era la imagen que tenían frente suyo parecía ser el reflejo de la bruja más inteligente que habían conocido.
- Mierda... - Dijo Amelia Bones sostenido su frente sintiendo un gran jaqueca apuntó de atacarla.
Viendo que era inevitable, Albus Dumbledore convocó a su patronus, el gran fénix plateado iluminó la sala, y el mago dijo unas palabras que nadie logró comprender, siendo el idioma de los duendes, cuando terminó de hablar el fénix voló para desaparecer de la vista.
Todos se tomaron unos segundos en silencio para poder procesar lo que sucedía, no había forma en que estuvieran preparados para algo de esa magnitud, y sin embargo su tranquilidad fue momentánea cuando un auror entro corriendo a la enfermería, su cabello cambiaba de colores con cada respiración que daba.
Auror Junior Tonks, pensó que ser la escolta del ministro iba ser una tarea aburrida, más cuando iban a estar dentro de los terrenos de Hogwarts, que era considerado como el lugar más seguro en las islas británicas, pero ahora estaba en medio del ojo del huracán y si era sincera consigo misma no se sentía preparada para ello, la habían dejado cuidando al que se presumía era el causante de todo lo que sucedía, que se había despertado cuando los efectos de la poción multijugos llegaron a su final, había estado gritando sobre el que no debe ser nombrado, poniéndola más que nerviosa, cuando fue a buscar al ministro no se espero encontrar a la directora de la aplicación mágica que tenía una mirada de muerte.
- Auror Tonks, ¿Que sucede? - le preguntó Madame Bones sin siquiera permitirle tomar aire.
- Despertó, el prisionero despertó.
Sin que se le dijera otra cosa, el ministro y la jefa Auror salieron de la enfermería a toda prisa.
Encontrar a Barty Crouch Jr gritando a todo pulmón, haría las cosas más difíciles para ambos, más si la mitad de lo que dijo era cierto.
- Debe ser besado de inmediato. - Dijo el ministro listo para dar la orden, sin embargo una mirada de su subordinada lo detuvo de hacerlo.
- Necesitamos averiguar todo lo que sabe, que se haga una junta de emergencia del Wizengamot mañana a primera hora, que sea a puerta cerrada bajo contrato de silencio, será tomado como prisionero de guerra y tratado como enemigo del estado. - Dijo Amelia con la voz más autoritaria que podía hacer, no podía permitir que las cosas se salieran de control, y el ministro necesitaba saber que debían actuar juntos a la brevedad.
Afortunadamente para ella, Cornelius vio la razón en sus palabras y asintió al resto de su escolta para que fuera llevado al ministerio.
- Debemos regresar a la enfermería. - Dijo el ministro cuando sus aurores esposaron al criminal y lo llevaron a rastras para salir de las salas de la escuela y poder aparecerse.
- ¿Hay algo que deba saber? - Dijo sabiendo que no tenía toda la información que debería.
- Se llamó a los duendes para una prueba de identidad. - Dijo el hombre notando por primera vez que no traía puesto su bombín y sin saber dónde exactamente había quedado.
- Entonces es cierto, esa niña es Harry Potter. - Dijo sabiendo que nadie se atrevería a verse a través de la magia de los duendes siendo un impostor.
- Es lo que queremos averiguar, Madame Bones.
Ambos caminaron a la enfermería, viendo cómo los maestros y los jefes de casa trataban de controlar a la población estudiantil, casi habían llegado cuando dos jóvenes trataban de controlar a una Molly Weasley que trataba desesperadamente pasar sobre ellos, vociferando en voz muy alta.
- ¡Déjeme ir! ¡Es como mi hijo! - dijo casi golpeando a uno de los gemelos en el rostro, mientras que su hermano Charlie la trataba de controlar, Merlin sabía que estaba siendo más obstinada que un dragón.
- Señora Weasley. - Para sorpresa de todos fue Cornelius el que habló, haciendo que la mujer se detuviera momentáneamente. - Aunque se que no puedo comprender sus sentimientos en este momento, le pido comprenda que es una situación delicada, Albus Dumbledore está a cargo de la enfermería en este momento, y si se le pide espere es por su propia seguridad, será la primera en saber qué sucede cuando nosotros mismos lo averigüemos.
Las palabras fueron dichas con tal fuerza que más de uno dudo que fuera el ministro el que las dijera, y esa misma sorpresa hizo que todos los movimientos se detuvieran.
- Por favor sean pacientes.
Para cuando llegaron a la enfermería, un grupo de duendes ya estaban ahí, el que parecía a cargo hablaba con Dumbledore, y no parecía complacido en lo más mínimo.
- Bien lo haremos. - Dijo el duende, llamando a uno de los suyos. - ¿Quien es el que se dice llamar Harry Potter?
- Esa sería ella. - Dijo Severus apuntando hacia la cama donde la niña aún dormía.
El duende la vio durante unos segundos y asintió, como si toda la situación fuera normal, pues para ellos era difícil diferenciar entre magos y brujas, y si le decían que era un el, a Borjon no le importaba.
- Despiértenla, y díganle que va hacer. - Ordenó mientras que tomaba una daga de plata y comprobaba que tuvieran lo que necesitaban.
En cualquier otra ocasión, Severus Snape hubiera tomado la oportunidad de despertar al joven lo más bruscamente posible, sin embargo en vista de todo lo que había sucedido solo la movió del hombro con la suficiente fuerza como para que abriera los ojos, perdiéndose momentáneamente en los orbes esmeraldas que lo veían con curiosidad.
- ¿Que sucede? - Dijo la joven tallándose los ojos, tratando de ver a su alrededor.
- Necesitamos que hagas lo que se te diga, para saber quién eres. - Le explicó lo más simple que podía, esperando que por una vez el muchacho lo escuchara.
- Bien, ese sería un buen comienzo. - Dijo la joven sentándose al borde de la cama, al mismo tiempo que Borjon se acercaba a ella.
- Buenos días joven mago. - Le dijo el duende sin esperar contestación, pues no eran muchos los magos y brujas que eran educados.
- Buen día tenga usted señor. - Le respondió haciendo una ligera reverencia con la cabeza. - Que sus enemigos caigan al filo de su espada.
- Y que los tuyos sufran tu ira. - Respondió automáticamente el duende, casi conmocionado. - Me llamó Borjon, del clan de guerreros Jœn.
- Un gustó poderoso guerrero, tengo entendido que me llamó Harry, pero no sabría decirle realmente.
El rostro del duende tomo una ligera mueca de ira, pero logró ocultarla.
- Veamos eso. - le tendió la daga que cargaba. - Corta tu palma lo suficiente para sangrar, pero no tanto para desgarrar algo importante.
La niña vio la daga unos segundos, antes de hacer lo que le dijeron, sin hacer ni siquiera una mueca ante el corte, haciendo que el duende asintiera aprobando a la joven, era claro que era una guerrera.
- Sangra sobre este pergamino, y luego sobre esto. - Le tendió el pergamino y dejo caer un par de gotas de su sangre sobre de él, un par de letras comenzaron a aparecer, solo para que el duende tomará su mano y la guiará hacia un cáliz de plata, con rubíes y zafiros incrustados, y de igual manera dejo caer su sangre sobre de él, solo para sentir como la molesta picazón de la herida se iba, se acercó su palma al rostro solo para verla sin ningún rastro de la cortada.
- Genial. - Dijo sintiendo su piel.
- Ciertamente, joven mago, ciertamente. - Dijo el duende leyendo el pergamino, mientras se volteaba a ver a los demás en la sala. - Harry James Potter, reconocido como Lord de la casa más antigua y noble de los Potter, y heredero de la casa más antigua y noble de los Black, hijo de James Charlus Potter, y de Lily Elizabeth Potter de soltera Evans, nieto de...
- Creo que eso será suficiente, Borjon, muchas gracias.
El duende se ofendió por verse interrumpido, pero se encogió de hombros tenía asuntos más importantes que atender.
- Lord Potter. - Dijo volteándose a ver a la joven que parecía querer volverse a cortar solo para ver la magia de la daga actuar y tomado algo del cáliz en el que había sangrando. - Su anillo de jefe de la casa más antigua y noble de los Potter.
Los jadeos fueron audibles, mientras le tendía un anillo de oro con un gran rubí en su centro, mismo que dejaba ver el escudo de armas de la familia Potter. Un grifo con las alas extendidas y con un escudo y espada en el centro de su pecho.
La joven vio el anillo mientras lo deslizaba por su dedo anular izquierdo, y este se ajustaba a su delgado dedo.
- Gracias Borjon, que tu oro se multiplique con la desgracia de los que se oponen a ti y a los tuyos.
- No hay de qué Lord Potter, me gustaría que nos pudiera visitar durante el verano para hablar de los negocios de su casa, pero por el momento solo espero que sus enemigos tiemblen ante su furia, pues su presencia será el castigo a temer. - los duendes restantes hicieron una ligera reverencia al Lord y recibieron una a cambio.
Durante unos segundos nadie se atrevió a decir nada, mientras los duendes seguían su camino. Albus sabía lo que iba a suceder pues según el contrato mágico para el torneo debía ser un adulto el que compitiera, y cuando pensó en ello en un principio, pensó en dejar pasar la oportunidad de decirle a Harry sobre ese hecho en particular, pues estaba seguro que las protecciones de sangre en la casa de los Dursley lo deberían mantener lo suficientemente a salvo, sin embargo dudaba seriamente que aceptaran los acontecimientos con los brazos abiertos, por lo que estaría más segura en otro lugar, aunque no esperaba que fuera heredera de la casa Black también, aunque debía haberlo esperado, dejando de lado sus preocupaciones sobre las responsabilidades que la joven debía absorber, para que todo estuviera listo solo hacía falta avisarle a la familia de Lily Evans que estarían mucho más seguros lo más lejos que pudieran de Gran Bretaña.
- Ahora que estamos seguros de quién es quién, creo que lo más conveniente sería dejar a la señorita Potter descansar. - Dijo Dumbledore. - Pues estoy seguro que mañana será un gran día para más de uno.
La mayoría asintió, y comenzaron a retirarse, todos menos una bruja en particular, que veía a la que fue su mejor amiga viéndola con sus grandes ojos verdes.
- Madame Pomfrey. - le dijo a la jefa de enfermería. - ¿Cree que me pueda quedar la noche junto a Harry?
La mujer vio el anhelo en los ojos marrones de la bruja, y asintió sin poder negarse a su pedido.
