Holis, hace un par de meses que trabajo en esta historia, sigo trabajándola, pero será corta, unos 5 capítulos, pero son capítulos largos, así que lean con tiempo.

Y bueno, como dice en el resumen, quise hacer esta historia con un final alternativo, porque me gustó mucho esta pareja y, quería un final lindo y romántico.

Bueno, espero que les guste este primer capítulo. Enjoy!

Capítulo I: "¿Existen las segundas oportunidades?"

´Someone you loved´, Lewis Capaldi (song)

Ash

Sabía que no debía hacerlo, sólo iba a abrir la herida. No podía seguir siendo egoísta, debía velar por el bienestar de Eiji.

Cierro los ojos, pero de repente es como si el sobre en mis manos pesara el doble. "Sing parecía muy empeñado en que lo abriera ...", me muerdo el labio, pero no podía engañarme, me urgía revisar su contenido.

Me siento en una banca a las afueras de la biblioteca y al abrirlo, lo primero que noto es un billete de avión. 'De Nueva York, Estados Unidos a Tokio, Japón'.

No puedo evitar que parte del aire se me escape. Con dedos un poco temblorosos, me apresuro a sacar la carta y, noto la caligrafía estilizada y bonita del moreno.

Mientras leo ávido la carta, no puedo evitar que el corazón me martillee con fuerza. "Eiji", no razono, sólo actúo.

Salgo disparado sin poder evitar que la sonrisa se abra paso por mi cara." ¿Llegaré a tiempo?, por favor que se demore el vuelo, sino no importa, me compraré otro pasaje e iré por ti Eiji".

Aunque estaba nublado y hacía frío por estar en pleno invierno, no puedo evitar sentir que vuelo. Todo era cálido y eso se debía a que las dulces palabras del japonés estaban en mi mente, repitiéndose una y otra vez.

Casi podía sentir en mi piel de nuevo los brazos del moreno y su cálida sonrisa, sonriéndome a mí, sólo a mí.

De repente, antes de poder cruzar ni siquiera a la siguiente cuadra, noto un dolor punzante que me hace arder las entrañas.

Parpadeo desorientado y es recién ahí que noto a un hombre frente a mí. Este retuerce el cuchillo y el aire se me sale.

Aun así, aunque el ataque parece reproducirse en cámara lenta, la realidad es que en pocos segundos me hago con mi pistola y le disparo al hombre.

Este cae abatido, pero al llevarme mi mano al costado de mi estómago, noto mi palma escarlata.

Mientras respiro agitado, mi mente rememora rápidamente al hombre que me encaraba, el cual me decía que no me reconocía como líder, que era leal a Sing.

"Era uno de los chinos, Lao ... era de los que desertaron de seguir a Sing, por aliarse conmigo", hago una mueca por el dolor.

Doy media vuelta y con paso tortuoso regreso a la biblioteca. "Soy un imbécil, mira que bajar la guardia de esa manera ..."

Me dejo caer con fuerza sobre la silla. Siento que me arden los ojos, pero al final sólo tengo ganas de reír.

"Bien Dios, entiendo que para que él viva, yo debía pagar con mi vida", extiendo con cariño y reverencia la carta frente a mí.

Lamentablemente había sido ensuciada con mi sangre, pero aún podía leer las últimas palabras que Eiji me dedicó.

'Una vez me contaste sobre un leopardo que leíste en un libro. Cómo creíste que el leopardo no podía volver'.

Acariciolas letras y al mismo tiempo observo a mis alrededores. "Así es Eiji, no puedo volver, estuve a punto de pensar que podía elegir ser feliz ... quería soñar que podía estar a tu lado ..."

Apoyo mi rostro en la mesa, sin gritar, sin pedir auxilio.

'Y dije que no eras un leopardo, que puedes cambiar tu destino'.

"Pero ese es mi destino ... no merezco ser feliz a tu lado. Volé muy cerca del sol y me quemé, al igual que Ícaro".

Comienzan a pesarme los párpados, siento como la sangre empapa mi ropa y, el calor de la biblioteca de alguna manera comienza a acunarme y arrullarme.

"Tal vez en otra vida tendría el derecho de estar contigo ... sólo ... sólo tal vez ... Eiji ..."- sa-sayō ... sayōnara (adiós) – susurro sonriendo mientras mis párpados que ya no puedo mantener abiertos, se cierran.

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Noto algo suave que toca mi piel, luego soy consciente que estaba acostado en algo cómodo. "Una cama", comienzo lentamente a reparar en los ruidos de los autos de la calle, siento una brisa que me acaricia el rostro y entiendo que lo suave son las sábanas envueltas a mi alrededor.

Intento moverme, pero mi cuerpo arde, mi estómago se retuerce dolorosamente y siento que, si no tengo cuidado, con seguridad iba a terminar vomitando.

Por ello con lentitud me fuerzo a abrir mis ojos, al principio la luz también es dolorosa, cierro los ojos otra vez y siento una migraña haciendo acto de presencia.

"Vamos, tú puedes", me animo. Vuelvo a entrecerrar mis párpados y la luz lentamente comienza a entrar en mi visión nublada.

Parpadeo otra vez y lentamente las formas amorfas comienzan a ser más nítidas y a adquirir sustancia.

Apenas girando un poco mi cabeza, reparo que yacía en una cama y que de mi brazo salía una intravenosa hacía una bolsa de suero.

"¿O será veneno?", no puedo evitar que este sea mi primer pensamiento, pero al seguir detallando mi entorno, comienzo a entender que estaba en un cuarto de hospital.

Noto el poco mobiliario, sólo lo indispensable, algunos materiales médicos y un cuadro en la pared.

Al reparar mejor en el último, no sabía si era una gran coincidencia o una broma de mal gusto, pero el cuadro era claramente una pintura japonesa.

Sintiendo esta vez un dolor en mi corazón, parpadeo rápidamente para evitar que las lágrimas que me ardían escaparan de mis ojos.

"... Si estoy en un hospital, es porque me salvé", vuelvo a mirar la pintura." ¿Cuánto ha pasado desde esa tarde?, ¿Eiji habrá regresado a salvo a Japón?"

Mientras detallo la pintura y sus trazos, en mi cabeza comienzan a desarrollarse todos los eventos que llevaron a este momento.

"Ese tal Lao me apuñaló justo cuando quería reunirme con Eiji, pero los cielos me hicieron recordar que ese no es mi destino, no merezco desear algo para mí", observo mis manos a mis costados.

"Llevo mucha sangre y muerte en mí, por eso ya había hecho las paces con morir ... ¿por qué sigo vivo?"

Es justo en ese momento en que la puerta se abre y observo como entra una enfermera. Ella al levantar la cabeza, ocasiona que nuestras miradas se crucen.

Abre los ojos como platos y me observa petrificada, pero luego de salir del shock, se apresura a mi lado.

-Hey ... qué bueno que por fin despertaste - me sonríe cálidamente.

Aunque no quiero bajar la guardia, ya poco me importaba. "Tendría que haber muerto, ¿por qué sigo con vida?"

Intento hablar, pero mi garganta estaba seca. Incluso me cuesta abrir la boca, pero finalmente logro graznar algo -... ¿dónde ...? - carraspeo - ¿dónde estoy? - se sienta a mi lado.

- En el NYU Langone Health ... entiendo que te llamas Aslan, ¿cierto? - asiento un poco, ella me acerca un vaso con una pajita y me ayuda a tomar un poco de agua.

- Bueno Aslan, es un placer conocerte, es milagroso que estés aquí - me toca con delicadeza mi mano - entiendo que tienes muchas preguntas, deja ir por el doctor para que te ayude, también para contactar con tus parientes - niego. "No tengo a nadie, mi padre no cuenta".

- No ... no tengo parientes - hablo un poco más fluido, pero aun así me sentía más débil que nunca. Ni siquiera cuando Dino me drogó y estuve semanas muriendo de anorexia me sentía tan mal.

- Umm, ha habido dos hombres que han velado continuamente por ti. Además de algunos chicos que comentaron ser tus amigos - la observo más perdido todavía.

Me sonríe con dulzura - deja ir por el doctor, regreso pronto - se retira.

No pasa mucho tiempo hasta que la puerta vuelve abrirse y entra el doctor en compañía de la enfermera.

- Hey, ¿Aslan cierto? Bienvenido de vuelta, eres un muchacho muy fuerte - no puedo evitar verlo con cierta desconfianza.

- Hemos llamado a sus representantes, me comunicaron que estaban cerca del área y no deberían tardar mucho. Primero, déjeme revisar su estado de salud - me tenso, pero luego vuelvo a desinflarme.

"¿Qué importa?", dejo que saque una linterna y me examine. Me aparta un poco la bata y con un estetoscopio me revisa mis latidos.

Revisa mis músculos y revisa la bolsa del suero a mi lado. Conversan con la enfermera y esta sale trotando y, regresa con una pequeña bandeja y una jeringa. Esta la inserta en la bolsa de suero mientras la observo.

En otra situación habría saltado desconfiado, pero ahora sólo me sentía ... vacío.

Es recién cuando ya estoy harto de estos chequeos y abro la boca para pedir explicaciones, es que la puerta vuelve a abrirse y, por esta ingresan Max y Charlie de la policía.

- ¡Ash! - Max se acerca a mi cama y me observa lloroso, pero con una gran sonrisa - ¡qué alegría!, ¡qué alegría muchacho! - me apoya con delicadeza su mano en mi frente.

Vuelvo a hacer esfuerzos por hablar - ¿qué ocurrió? - Max observa en silencio al doctor y este asiente.

-Pensamos que era mejor que alguien de su confianza le explicara la situación - comenta el doctor.

Max traga saliva y se sienta a mi lado - bueno, luego de ir a dejar a Ibe y a Eiji al aeropuerto, recibimos una llamada de Sing. Este se había enterado por sus muchachos que habían transportado de emergencia a un joven con tus características a este hospital. Cuando venimos a asegurarnos, confirmamos que eras tú - se muerde el labio, pero con cuidado saca unos papeles doblados de su chaqueta y me los extiende.

- Cuando preguntamos a diversos testigos, los que se fijaron en ti nos comentaron que te sentaste en un banco de la biblioteca y que te quedaste dormido encima de esta carta. Fue una señora la que se acercó para decirte que no podías dormir ahí, pero cuando notó algo extraño, observó que estabas desangrándote. Llamaron al 911 y …- suspira, viéndose triste.

- Comenzó la carrera para salvarte ...- me mira - estuviste a punto de morir Ash, tu corazón durante la operación se detuvo, pero ...- se limpia las lágrimas - es un milagro que estés aquí, vivo ... Has estado en coma por tres semanas - esta vez un nuevo mareo me ataca, "tres semanas".

- Y bueno, más detalles sobre tu condición te las puede decir el doctor acá presente - me señala al médico.

- Primero que todo, ¿eres Aslan Jade Callenreese? – asiento - ¿18 años? - continuo asistiendo - perfecto, bueno señor Callenreese … - lo interrumpo.

- Sólo dígame Ash - este parpadea, pero asiente.

- Bueno señor Ash, su condición es francamente muy delicada y el que esté con nosotros vivo es ... un milagro prácticamente - observa algo en sus papeles y luego suspira lentamente, le hace una señal a la enfermera que sale del cuarto y, parece comunicarse en silencio con Max y Dickinson.

Finalmente, el doctor se sienta y me observa de una manera más empática.

Espero a que hable, pero al parecer está esperando algo. Cuando me canso de esperar, nuevamente ingresa alguien al cuarto y, noto a un señor de unos cuarenta y tantos años.

-Ash, este es el psicólogo Francis Julie - lo observo confundido, pero cabeceo en su dirección.

En este rato, por lo menos, la visión se me había estabilizado y me habían ayudado a sentarme, apoyado contra el respaldo de la cama.

- Un placer Aslan - me sonríe el mayor.

- Sólo Ash - vuelvo a corregir.

Max se sienta más cerca mío y los doctores se acercan desde el otro lado de mi cama.

- Bueno joven ...- suspira el doctor. Distingo en sus ojos lástima y de repente entiendo de qué quieren hablar - cuando lo atendimos, notamos en su cuerpo indicios de lesiones varías, de huesos previamente fracturados, otras cuchilladas, períodos de desnutrición y ... abusos sexuales también - aprieto los dientes y no me atrevo a hacer contacto visual.

- Nos preocupamos y cuando llegaron a buscarlo estos señores, por protocolo, debimos pedir explicaciones. Es ahí que nos platicaron sobre su ... tormentosa vida - mi estómago se hunde y esta vez no lo aguanto.

No puedo evitar voltear a un lado y vomitar en el suelo.

- ¡Ash! | ¡Oh no!, ¡Clare! - exclaman.

Al instante noto que la enfermera vuelve a entrar y comienza a limpiarme, al igual que el suelo.

- Lo siento - logro exclamar.

- Descuida cielo - me sonríe dulcemente.

Cuando vuelve a irse, el doctor suspira - disculpe, creo que aún no es momento para tratar este tema, apenas despertó del coma hace un par de horas - hace amago de levantarse, pero lo freno.

- No ... sólo dígame todo ahora - se vuelven a echar miradas entre los mayores, pero el doctor asiente.

- Bueno, nos platicaron de su vida y todo a lo que tuvo que someterse. En estas semanas hemos estado en sintonía con su caso, a un nivel de salud física, mental y legalmente - este observa a Max.

Este vuelve a apretarme la mano - bueno, Charlie y yo hemos estado apelado por ti en la corte por toda la situación con Dino y el Banana Fish. Todos entienden que has sido una víctima Ash, una víctima que ha estado sufriendo desde los 7 años - hago esfuerzo por tragar la nueva náusea que se me presenta.

- La corte ha estado de acuerdo en no presentar cargos contra ti, pero es cierto que has matado gente Ash a lo largo de los años. Nuevamente apelamos a que lo hiciste por órdenes de Dino y es por eso que la corte nos ofreció un trato - lo observo.

- Por seis meses harás servicio comunitario, tendrás que presentarte a sesiones de terapia tres veces a la semana con el señor Francis acá presente - lo señala - tus cuentas de banco, permisos de circulación, visas de viaje, lo que sea, estará bajo nuestra tutela - se señala a él mismo y a Dickinson. Comienzo a asentir lentamente, entendiendo mejor el panorama.

- Claramente una de las condiciones es que, si te pillan en una actividad ilícita dentro de alguna banda, el trato se cancela. Igualmente, si infringes alguna de las otras reglas dentro de los seis meses, se cancela el trato y serás llevado a la cárcel con una sentencia de 15 años, pero si cumples con todo en los seis meses, podrás ser libre Ash - frunzo el ceño.

- ¿Por qué apelar por mí? - este me mira confuso.

- ¿Cómo que por qué?, porque eres inocente Ash. Mataste gente, es cierto, pero también eran criminales y estabas contra la pared debido a Dino, además, no podía permitir que el hermano de Griffin sufriera más de lo que ya ha hecho - me quedo viendo a la nada.

-... Pero yo no merezco vivir, ya lo había aceptado - noto que los mayores intercambian más miradas y esta vez, el psicólogo se acerca.

- Joven Ash ... los testigos nos comentaron que sólo te sentaste y apoyaste tu cabeza en la mesa. Si te habían apuñalado, ¿por qué no pediste ayuda? - silencio, no soy capaz de decir nada.

Este me observa y comenta con suavidad - Joven Ash ... ¿usted de verdad siente que no es digno de seguir viviendo? - me quedo viéndolo. "Sí", le trasmito.

-No - todos nos volteamos hacía Max, sorprendidos por su tono. Este vuelve a extenderme la carta ensangrentada y vuelvo a aterrizar que era la carta de Eiji.

De repente la sonrisa, el calor y la camaradería que había sentido junto al moreno, vuelve a llenarme y apretarme el corazón.

- Disculpa leerla Ash, pero teníamos que entender que había ocurrido - este me deja la carta a mi lado - Eiji ha estado muy preocupado por ti, lo hemos convencido que se quede allá en Japón, pero siempre nos está consultando por tu salud - siento como me pican los ojos, parpadeo para que las lágrimas no salgan.

- Sé y ... sólo puedo imaginar una mínima parte del dolor que has tenido que afrontar toda tu vida ... - parece rompérsele su voz, pero se obliga a seguir - pero Ash, tú mereces vivir, mereces ser feliz, mereces reírte tan fuerte que te duela el estómago y tu cara te duela por tu gran sonrisa - lo observo sintiéndome pequeño.

- Mereces estudiar, mereces tener sueños y … mereces a Eiji - me mira intensamente, cierro los ojos y las lágrimas caen.

- No es cosa de merecer o no, es sobre querer. ¿Tú quieres estar junto a Eiji? - me tiembla el labio, me lo muerdo con fuerza, pero el llanto comenzaba a superar mis barreras, así que sólo asiento.

- Entonces cumple los seis meses de trabajo comunitario y de ahí, ve a buscarlo. Sé que él te esperará - me sonríe Max.

-... Joven Ash - me volteo hacía el doctor - su condición de salud como le dije es delicada, necesita de un mes de reposo, de ahí comenzaremos con trabajo de Kinesiología. Y lo más importante, su cuerpo ya no puede seguir el ritmo al cual lo sometía, entiendo que no tenía más opción, pero las actividades físicas y luchas, quedan descartadas - parpadeo un poco en shock.

- Un trabajo bien controlado, pero no actividades de riesgo. También debe mantener una mejor rutina de alimentación, la cual le recetaré y como le decíamos, trabajará con el señor Julie para apoyarse sobre los diversos traumas psicológicos que, lamentablemente, usted parece mostrar -.

Observo fijamente mis sábanas y luego comento – yo ... pensaré sobre lo que me han dicho, pero ahora, ¿me dejarían solo? - los mayores vuelven a asentir y se retiran.

Vuelvo a recostarme y me quedo mirando el techo. "Griffin ... dime que hacer".

Cierro los ojos y en poco tiempo me quedo dormido. Cuando vuelvo a despertar a la mañana siguiente, no puedo evitar que las lágrimas vuelvan a caer.

Tenía noción de haber soñado con mi hermano y con Shorter, todos buenos momentos. Además ... recordaba haber soñado con Eiji encima de la colina, cuando le enseñaba a disparar.

En esos momentos en que reíamos y él me miraba con ojos brillantes por mi puntería. Recordaba sus pucheros diciéndome que él era dos años más grande y yo molestándolo.

Suspiro largamente. Mi hermano y mi mejor amigo ya no estaban, lamentablemente la vida se los había llevado antes de lo debido. Si pese a todo yo seguía aquí, no podía simplemente rendirme. Eso sería como un insulto para ellos.

"Aunque me gustaría verlos otra vez, de seguro se molestarían conmigo por no haberlo intentado", vuelvo a suspirar.

Cuando ladeo el rostro, observo la pintura japonesa. "No estoy seguro respecto a Eiji, él está seguro sin mí y lejos allá en Japón, pero no puedo rendirme", me decido.

Es así como comienza lentamente mi recuperación. Como bien me dijo el doctor, sentía mi cuerpo débil y mi mente no ayudaba a que mi cuerpo adquiriera fuerza.

Al parecer mi mente también había llegado a un límite, porque muchas noches sufría de pesadillas, más bien recuerdos de matanzas y de esos hombres cerdos que me tocaban.

Recordaba todo, cada detalle. Sus manos ásperas, sus apretones bruscos, su lascivia sonrisa, sus asquerosos besos que dejaban su saliva en mi piel ... Noche por media despertaba con sudores y con náuseas, muchas veces terminaba vomitando.

Por lo menos, la dieta que me dejó el doctor y, los pequeños y controlados ejercicios que hacía en Kinesiología, estaban ayudando a mi cuerpo lentamente a sanar.

Luego de salir del hospital tras estar en observación por un mes, Max me hospedó en su casa.

Este había vuelto con su esposa Jessica y su hijo. Los tres me trataban con mucha suavidad, casi como si yo me fuera a romper.

Un detalle que nunca me perdía, era la llamada semanal que recibía Max. Sabía que era Eiji u otras veces el señor Ibe, pero yo siempre me excusaba para no hablar con ellos, así que Max se encargaba de hacerles un pequeño reporte sobre mi mejoría.

Tenía tantas ganas de escuchar otra vez su voz, pero mis pesadillas me recordaban el por qué debía mantenerme alejado.

Luego del primer mes fuera del hospital, ya estaba lo suficientemente sano y recuperado para moverme sin problemas, aunque pelear y usar mi cuerpo como antes, estaba descartado.

Por ello y además por el trato con la corte, oficialmente corté relaciones con las pandillas, los únicos con los que solía hablar en territorios inofensivos eran Sing, Cain y en algunas pocas oportunidades, había cruzado unas palabras con Yut-Lung.

Fue así que en el segundo mes comencé a trabajar recogiendo basura para la municipalidad. Mis compañeros no preguntaban de más y por lo general eran amigables.

Otra cosa de la cual no podía escaparme eran las sesiones de terapia. Por los menos, el señor Julie era respetuoso, simpático dentro de lo posible y realmente parecía comprender o intuir mi dolor.

Las primeras semanas no quise decirle nada, tampoco confiaba en él, pero él uso una estrategia que pudo conmigo, comenzó a hablarme sobre literatura y filosofía.

Me hablaba de acuerdo a mi IQ y no me trataba como un niño herido. Al principio le hablaba medio escueto y sarcásticamente tóxico, pero luego comencé a bajar la guardia y terminábamos teniendo unas charlas realmente interesantes.

-... Es interesante como la naturaleza humana muchas veces sigue siendo instintiva y casi animal - me decía este en nuestra nueva sesión.

Ya llevaba tres meses viéndolo, asiento - créame doc., si viera todo lo que hacen en las calles ...eso no es humano - suspiro, mirando hacia la calle.

-... ¿Me contarías? - lo observo fijamente, este me mantiene la mirada, pero no con prepotencia, sino que con amabilidad.

Suspiro y es ahí que le voy contando un poco de todo. Este era bueno escuchando y no me imponía una idea, sólo conversábamos y sorprendentemente, esto era justo lo que necesitaba, conversar.

Hablamos de mi familia, de mis fantasías juveniles, mi miedo a las calabazas, mi adoración por mi hermano, de la vida en las calles, de las bandas y de mis amigos. Cuando ya llevábamos cuatro meses de terapia, me atreví a hablarle de los abusos.

Le platiqué sobre ese primer hombre que me tocaba a los 7 años y como todo siguió yéndose en declive a partir de quedar atrapado en la red de Dino.

Hablar de ello me hacía recordar todo más nítidamente, eso llevaba a más pesadillas en las noches, pero sorprendentemente una vez soñada la pesadilla, ya no volvía a tenerla otra vez.

Era como sacarse el veneno de adentro, dolía hacerlo, pero una vez fuera, ya no me lastimaba más.

O por lo menos, estaba logrando hacer las paces con todo ello, pero había un tema que no podía tocar con el señor Julie. Y ese tema era lo que sustentaba los únicos buenos sueños que tenía en estos meses.

En ellos se me presentaban una sonrisa, unos brazos cálidos que me envolvían y protegían, igual que esa vez que me habían vuelto a dañar y Eiji me había abrazado en pleno callejón. Aunque estuviera dormido, siempre sabía que esas sonrisas y brazos pertenecían al moreno.

En mis ratos muertos, para no molestar de más en la casa de Max, solía irme a la biblioteca y ahí, había comenzado a ojear libros de Japón. Libros de su historia, con ilustraciones de sus pinturas, de su geografía, de su idioma.

Había comenzado a estudiar japonés y aprender a dibujar los diversos kanjis. Cuando lo hacía, recordaba sus manos trazando los mismos símbolos esa vez en la guarida.

Recordaba cómo me enseñaba a pronunciar palabras y yo le seguía el juego, no pudiendo evitar estar encantado por su risa y sonrisa que me dedicaba.

Ahora muchas veces en vez de tentarme y comer un hot dog, prefería ir a comerme un Ramen, había descubierto que me gustaba mucho.

Cuando hacía esas cosas, de alguna manera podía sentirlo a mi lado. "Te extraño Eiji", me descubrí pensando una noche tras despertar de otro sueño con el moreno. En este, volvía a verlo saltar usando ese tubo de cañería como bastón de pértiga.

"¿Por qué no puedo olvidarte?", me regaño. Sacudo la cabeza y me alisto para un nuevo día de trabajo como recolector de basura. Como mi desayuno y, me despido de Max y su señora.

Cuando ya es medio día, hacemos una pausa para comer y descansar un poco. Estoy comiéndome un sándwich cuando alguien conocido se acerca a mí, Sing.

Nos saludamos y, este me pregunta sobre mi salud y el trabajo.

- Bien, ya me queda sólo un mes y medio, luego de eso seré libre, así que bien - le cuento. Este asiente.

- Me alegra, cuando termines tu trabajo comunitario ¿irás a ver a Eiji? - frunzo un poco el ceño.

- ¿Por qué tendría que ir? - hago que no me importa.

- ¿Cómo que por qué? - este me observa más firme - vamos Ash, deja de hacerte el duro. Si quieres ir a verlo, anda a verlo - bufo.

- No quiero ir a verlo - intento terminar la conversación.

- ¿Ah sí?, sabes que eso es una gran mentira. ¿Por qué ocultas tu amor por Eiji? - parpadeo repentinamente desorientado y me volteo a mirarlo.

Vuelvo a fruncir el ceño - ¿qué? - este me mira también perdido - no inventes esas cosas de mal gusto - me levanto - debo seguir trabajando – me comienzo a alejar.

- ¿De mal gusto? Estar enamorado no es de mal gusto Ash, en especial si es de alguien bueno como Eiji, quién siempre veló por ti y te salvó de un disparo - me giro ya enojándome.

- Mira, no soy Gay y no estoy enamorado de ...- pero, aunque tengo su nombre en la punta de la lengua, no puedo decirlo.

Abro los ojos como platos. Sing parece verme con pena, pero luego suspira – Ash ...-suspira - no tiene nada de malo, ahora estás limpio y nada dañará a Eiji si se involucra contigo. Pueden ser felices, puedes amarlo libremente ... pero sólo si así lo quieres - se adelanta y me aprieta el hombro, brindándome una sonrisa.

Pero cuando comienza a irse, lo detengo - ¿por qué te empeñas en ayudarme? - se voltea.

-... Tú eres un líder mucho mejor que yo, y aunque ahora estés fuera, sigo pensando igual. Además ...- hace una mueca - pese a que tú me salvaste a costa de perder la evidencia del Banana Fish, uno de mis hombres estuvo a punto de matarte, eso jamás me lo hubiera perdonado - nuestras miradas coinciden y puedo percibir sus emociones.

Asiento -... gracias Sing - este sonríe.

-Ese día Eiji nos sonrío a todos, pero de todas maneras estaba triste porque no estabas ahí para despedirlo. No dejes que lo mejor que te ha pasado, se vaya de tu lado - abro la boca impresionado por su ímpetu, pero antes de poder decir más, se voltea con una sonrisa y se aleja.

Me muerdo el labio y vuelvo a rememorar todos los momentos al lado del japonés. Sus bromas, su sonrisa, sus brazos cálidos, sus bonitos ojos castaños y ligeramente rasgados, sus atenciones al prepararme comida más sana, todas nuestras conversaciones.

Me llevo la mano al corazón y noto como palpita con fuerza. También siento un ligero calor en mis mejillas. "Entonces sí es cierto ... me enamoré de Eiji".

Me siento de golpe otra vez en la banca. "Pero yo no soy gay, recuerdo que me gustó una chica … lamentablemente ella murió, pero me gustaba", hago una mueca, "acaso … ¿soy bisexual?", analizo mis sentimientos.

Recordaba la vez cuando este me visitó en la cárcel y yo lo había besado para que este trasmitiera mi mensaje oculto.

En esa ocasión sólo lo había hecho por necesidad, para mí no era la gran cosa, ¿cuántas bocas no había besado previamente? Una más no importaba y realmente en ese momento no pasó mucho, sólo que me había dado ligeramente gracia el sobresalto de Eiji, por eso jugueteé otro poco con él y le di una nalgada.

Aunque ahora recuerdo lo suave que eran sus labios, recordaba su colonia, el calor de sus mejillas y el brillo de sus ojos. Recuerdo degustar su lengua con la mía.

Un hormigueo comienza a crecerme en las entrañas y se aloja un poco en mis mejillas que de repente se sienten acaloradas. Sacudo la cabeza, pero desde ese día comienzo a soñar con el moreno casi día por medio.

Justamente en mis sueños se repetía esa ocasión en que lo besé, soñaba con sus expresiones y pucheros, con su rostro en calma al verlo dormir, con su calidez. Todas esas sensaciones me atacaban en mis sueños y siempre al despertar lo único que deseaba era que ojalá pudiera repetirse.

Quería que este volviera a abrazarme, quería que sus suaves labios se fusionaran con los míos, quería que este me hiciera cosquillas y me sonriera como cuando estuvimos conviviendo juntos.

Quería tantas cosas, pero ... "Yo no tengo derecho a querer ¿o sí?", me debatía todos los días.

De repente era muy consciente de las parejas en la ciudad. Siempre estaba fijándome en quienes caminaban de la mano, cuando se reían, cuando se besaban con lujuria en los rincones oscuros del Central Park, cuando salían a comer.

"Yo quiero eso también", vuelvo a desquiciarme y me dan ganas de golpearme repetidamente contra el concreto de la calle.

Antes de darme cuenta, estaba a sólo una semana de superar los seis meses de trabajo comunitario y cómo había cumplido todo al pie de la letra, todos estaban de acuerdo en otorgarme la libertad.

Con el señor Julie habíamos conversado sobre los estudios y este me había incentivado a que hiciera algo que me gustara. Por eso quería ingresar a la universidad y estudiar Ciencias Políticas y Literatura.

Sólo que ... "quiero ir a Japón a estudiar". Me muerdo el labio, pero no había podido evitar investigar en internet y ver diversas visas de estudio, también universidades en Tokio y sus planes de estudio.

La idea y el deseo cada vez crecían más en mi cabeza, tenía dinero suficiente, aunque debía decírselo a Max porque él como mi tutor debía autorizarme para usar ese dinero, pero sabía que él encantado me lo daría.

Sólo que cada vez que pensaba que me había decidido, volvía a retorcerme con mis miedos. "¿Qué pasa si Eiji sólo me ve como amigo?, ¿o si ya no me quiere ver porque lo he ignorado en todos estos meses?, ¿qué ocurre si mis traumas no me dejan realmente estar con él y este me deja?"

Todos los días me desquiciaba con esas cuestiones.

Finalmente llega mi último día de trabajo. Las horas pasan rápidamente y antes de darme cuenta había terminado con éxito la jornada, mis compañeros me despiden con buenos deseos y yo les agradezco por todo.

Sintiéndome ligero regreso a la casa de Max y al traspasar la puerta, pego un bote de sorpresa ante los gritos.

- ¡FELICIDADES ASH! - parpadeo como tonto y es ahí que noto a Max, a su señora Jessica, al pequeño Michael, al señor Charlie, a Sing, Cain y algunos miembros de mi ex banda.

- ¿Qué ocurre? - no puedo evitar preguntar perplejo.

- Bueno, pues quisimos hacerte una pequeña fiesta, ¡para celebrar que ahora eres libre Ash! - me sonríe Max.

- ¡Si jefe, estamos felices por usted! | ¡Lo extrañamos jefe, pero se le ve mucho mejor! | ¡Lo queremos jefe! - gritan mis amigos.

- Además, queríamos darte un pequeño empujón - Sing y Cain me extienden un sobre. La experiencia no puedo evitar no compararla con los sucesos de hace casi siete meses atrás.

- Es de parte de todos - me sonríe la señora Jessica, dulcemente.

Los miro a todos con cierto recelo, pero me atrevo a abrir el sobre y en este el déjà vu vuelve a chocarme. Saco el billete de avión que señala su destino; a Tokio, Japón.

Además, había papeles que, al revisarlos rápidamente, entiendo que son una visa de estudios y una matrícula en una universidad de Tokio, Toshi-dai (TCU).

Levanto la mirada con la boca abierta y todos me sonríen - ve Ash, sé feliz - no puedo evitar que me tiemblen un poco las manos.

Vuelvo a revisar los papeles y a mirar el boleto de avión, pero ya no aguantaba más. "Quiero volver a verte".

Los observo a todos y sonrío – gracias - todos gritan y sonríen.

Esa noche bebemos y comemos, pero yo casi no me despego del sobre con los papeles. Se habían convertido en mi más grande tesoro, ya que, con ellos, podría por fin rencontrarme con el japonés que me había dejado a sus pies con su timidez y al mismo tiempo, su determinación.