SUSURROS EN LA OSCURIDAD

Prólogo

Su tía Kagura, siempre fue una mujer hermosa y no era de extrañar que su esposo también lo fuera. Desde donde estaba, Kagome podía verlos sentados uno al lado del otro, así como sus rostros sombríos, desentonando por completo con el ambiente festivo.

— Cariño—. Dijo su madre. —Toma, llévale pastel a tu tía Kagura y a su esposo.

Ella quiso negarse por una y mil razones, porque solo con acercarse a él sus piernas temblaban y su corazón latía con tanta fuerza que era imposible que no lo escuchara. Cuando eso le ocurría, quería morirse por la vergüenza, odiaba que su traicionero cuerpo la delatase de esa forma.

Su madre no le dio opción, colocó la bandeja en sus manos y la empujó hacia esa dirección.

Avanzó a paso lento, mirando el suelo donde pisaba, no quería caerse y pasar aún más humillaciones. Tenía la extraña sensación de que todos la observaban, aunque sabía que eso no era así. Su padre conversaba con el vecino, su madre perseguía a su pequeño hermano por todo el jardín, pues se había ensuciado con pastel y no quería limpiarse, y los niños invitados al cumpleaños de su hermanito corrían en todas direcciones gritando y riendo.

Nadie la observaba, pero...

Se paró frente a su tía y colocó la bandeja frente a sus ojos, sin querer mirar a su derecha. —¿Desean pastel?—. Preguntó con voz nerviosa. Kagura apenas si le dio una mirada y rechazó el pedazo con una de sus manos. Giró su cuerpo y le ofreció la bandeja a Sesshomaru quien para su sorpresa levantó su mano y tomó una porción.

Se quedó sin aliento, abrió su boca para tomar una bocanada de aire pues en el proceso, y durante unos segundo, Sesshomaru la miró a los ojos.

Temblando camino de regreso hacia la mesa, donde dejó la bandeja y volvió a su silla, hasta el otro lado del jardín, sintiendo que con cada paso fuese como si flotara. Sus piernas no fueron las únicas en presentar síntomas después de apreciar las extravagantes pupilas doradas, también sus manos estaban bañadas en sudor y su rostro completamente rojo.

Tomó asiento, y para disimular el aumento de su temperatura corporal, cruzó sus manos sobre su regazo.

Desde la distancia podía observarlo libremente; si, definitivamente era mejor estar lejos de él.

A los ojos de todos, Kagome era una niña, aunque ya tenía dieciséis casi diecisiete, y parecía que ningún adulto reparaba en ella, al menos no lo suficiente como para notar que no podía quitar sus ojos del esposo de su tía Kagura.

Sesshomaru era un hombre extraño. No lo había visto sonreír ni una sola vez, hablaba lo justo y necesario, y su mirada lucía aburrida la mayor parte del tiempo; sin embargo, su voz grave era increíblemente seductora, su boca demasiado tentadora y sus ojos dorados podían derretir a cualquier mujer.

Ella era una.

Trago saliva al sentir que su boca se inundaba al imaginar cómo sería ser besada por el. Su corazón palpitó con fuerza, pues no era la primera vez que soñaba despierta con eso. Varias veces se encontró sumergida en una romántica fantasía, donde se sentía lo suficientemente osada como para acariciar aquel hermoso e inusual cabello plateado mientras que él sonreía sobre su boca.

— Si sigues observandolo de esa forma terminarás por darle dolor de cabeza—. Dijo su tía Kikyo a sus espaldas.

Sonrió sin voltear, Kikyo era la única en darse cuenta de que la pequeña Kagome ya no era una niña, y daba gracias por eso.

— Yo no observo nada—. Mintió descaradamente en un susurro sin poder apartar su mirada del hombre de sus sueños. Se sentía hipnotizada.

— Claro, mi pequeña no está mirando con deseo al esposo de su tía.

— No, no lo hago—. Repitió, en voz baja y sonriendo ante tal mentira. Siempre mentía sobre eso.

— Deberías acercarte a él.

—¿Para qué?, casi muero a falta de oxígeno hace un momento.

— Hmmn.

Esa ligera exclamación se le hizo de lo más extraño, sintió su cercanía y un susurro casi en su oreja: —Deberías ir a él y decirle que lo deseas, que deseas sentir sus manos y su lengua en todo tu cuerpo.

La sonrisa de Kagome comenzó a irse lentamente, su mirada seguía fija en Sesshomaru, quien parecía ser una estatua.

— Dile que deseas verlo desnudo, que deseas estar entre sus brazos, deseas sentir como su pene entra y sale de tu cuerpo y gritar su nombre cuando el orgasmo llegue con fuerza.

El horror se grabó en sus ojos al escuchar esas palabras obscenas. Se giró con rapidez… No había nadie.

Miro hacia un lado, luego al otro con rapidez y, cuando miró nuevamente a Sesshomaru, vio a Kikyo ofreciendo bebidas, a él, a Sesshomaru.

Se quedó con el ceño fruncido intentando entender lo ocurrido. Era algo imposible que Kikyo caminara tan rápido, más aún con una bandeja llena de copas y bebidas, y todavía ofrecerle una a la pareja.

¿Qué había ocurrido?

Entonces, Sesshomaru se giró y la miró directamente a los ojos, esbozó una pequeña sonrisa y movió sus hombros.

"Como si fuera culpable". Pensó. "Pero... ¿culpable de qué?"

CONTINUARÁ…

Después de años ausentes en esta plataforma, volvimos trayendo esta alucinante historia escrita por Ely (ElizabethShane). Por cierto, iremos corrigiendo poco a poco las historias ya publicadas, esperando darle final a Love of my Life.

¡Besos!