Naruto no me pertenece, pero esta historia si.

Advertencia. Lenguaje subido de tono.

Disfrútenlo.


Uno.

El contagio.

El mundo de Sasuke Uchiha estaba de cabeza.

Durante las últimas semanas, había sido consciente de la existencia de una nueva enfermedad que se había extendido por todo el mundo, creando una constante ansiedad en las personas. Sin embargo, en su arrogancia, había subestimado su impacto y pensó que sería algo similar a una gripe común. Pero la realidad se le impuso con fuerza. El COVID-19 había arruinado no solo su viaje, sino posiblemente el siguiente mes entero.

El aviso de la cancelación de su vuelo parpadeaba en un llamativo color rojo, desafiante, como si se burlara descaradamente de él.

La noticia de que el país del Fuego y sus aldeas estarían en cuarentena obligatoria lo golpeó como un martillo. No había escapatoria ni soluciones sencillas. Y eso se hacía evidente en ese momento; mientras el bullicio del aeropuerto ensordecía sus oídos, se dio cuenta de que no era el único cuyos planes se habían desmoronado. La incredulidad se reflejaba en el semblante de las personas a su alrededor, incluso con la mitad de su rostro cubierta por las medidas de seguridad. La fila para aclaraciones parecía interminable. Con frustración, Sasuke decidió que era mejor abandonar la idea de intentar arreglar la situación allí. Tomó su maletín y, sintiéndose abrumado, se dirigió decidido hacia la salida.

Al cruzar las puertas de cristal, el sol abrasador le cegó momentáneamente. Las avenidas estaban repletas de taxis que recogían a pasajeros incrédulos, arrojando sus maletas en las cajuelas con gestos de molestia y desánimo. Veinte minutos después, él mismo se sumergió en esa escena. Después de una desesperante espera, tuvo la fortuna de que un conductor regordete, con una cabellera exuberante, se detuviera frente a él. El aroma a ambientador barato inundaba el interior del vehículo, y Sasuke se acomodó en el asiento trasero, aliviado de poder alejarse finalmente del caos y la multitud del aeropuerto.

—¿A dónde te diriges? —preguntó el conductor con sus grandes ojos abiertos y la mitad de su rostro cubierta por un cubrebocas negro, igual que él.

Sasuke suspiró y se recostó en el asiento, contemplando el tráfico que se abría paso en las concurridas calles de la ciudad.

—A Konohagakure, por favor. Y creo que será un largo viaje.

El conductor asintió comprensivamente mientras el motor del taxi rugía y se alejaban del aeropuerto mientras Sasuke le daba las indicaciones para llegar a su destino. Poco a poco, el bullicio fue desapareciendo, sumiéndose en un reconfortante silencio.

El joven miró su reloj. Apenas era mediodía, y una sensación extraña lo invadió mientras se dirigía a casa. Durante los últimos tres meses, había ajustado su rutina laboral para llegar justo cuando el sol comenzaba a ponerse. Una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro al recordar lo ingenioso que había sido al tomar esa decisión. Durante todo ese tiempo, había tenido que soportar compartir el departamento con su antigua compañera de colegio, Sakura Haruno. Aunque ella se había convertido en una exitosa médica, él se negaba rotundamente a pasar más tiempo del necesario con ella.

Sin embargo, con la situación actual, parecía que escapar de su presencia sería casi imposible.

Sasuke recordó cómo había cambiado su situación de vivienda. Su mejor amigo, Naruto, y su novia, Hinata, habían decidido dar el gran paso de vivir juntos, lo que los llevó a un intercambio de compañeros de piso. Aunque Sasuke tenía perfectamente la capacidad de pagar la costosa renta de su penthouse, la situación financiera de Sakura no era la misma, y dado que sus amigos vivirían en la casa de la Hyuga, ella se encontraba prácticamente en situación de calle a menos que consiguiera un lugar barato y cercano al hospital, algo prácticamente imposible. Inevitablemente, después de la insistencia incesante de Naruto, Sasuke finalmente cedió, y accedió a subarrendarle una habitación, aunque con renuencia y desdén.

Era algo que lamentaba todos los días.

La convivencia con Sakura era un desafío constante y eso que apenas cruzaban miradas debido a sus diferentes rutinas diarias. Sasuke, era un abogado de renombre, tenía reuniones a lo largo del día en su despacho, mientras Sakura trabajaba en el turno nocturno en el departamento de urgencias. Lo que convenientemente se traducía a que cuando uno se encontraba en casa el otro se refugiaba en su lugar de trabajo.

Solo se encontraban fugazmente en la cocina, un espacio donde sus estilos de vida chocaban de forma catastrófica todas las mañanas. Mientras Sakura causaba desorden con sus intentos culinarios de hacerse una especie de desayuno-cena, Sasuke se limitaba a prepararse un café bien cargado, buscando algo que lo mantuviera en pie y lo alejara de la caótica escena para comenzar el día.

A pesar de esos breves encuentros, el choque de mundos y estilos de vida se hacía evidente. Mientras Sakura mostraba entusiasmo y desorden en su intento por alimentarse sanamente, Sasuke se aferraba a su rutina calculada y ordenada, manteniendo su distancia, como siempre.

Eran dos polos opuestos, viviendo en universos paralelos dentro del mismo espacio. Aunque sus vidas se entrelazaban brevemente en aquel apartamento, sus caminos nunca parecían encontrar un punto de encuentro. Cada vez que compartían el espacio, era como si se mantuvieran en esferas separadas, sin conexión ni entendimiento mutuo.

No importaban los incontables intentos de su grupo de amigos por reconciliarlos, la relación entre Sasuke y Sakura se deterioraba cada vez más. Resultaba irónico que, a pesar de ser parte del mismo círculo cercano, su relación se hubiera convertido en un verdadero dolor de cabeza. No había una explicación clara para ello; todos habían estudiado juntos en la academia desde pequeños, lo que había estrechado sus lazos y los había convertido en una especie de segunda familia, pero esa conexión parecía haberse desvanecido entre ellos.

Sobre todo, ahora que el desorden y los platos sucios se habían convertido en la banda sonora de la vida de Sasuke, algo que lo llevaba al límite.

Las conversaciones entre ellos eran escasas y superficiales, y él se esforzaba por evitar cualquier interacción innecesaria con ella. No había amistad ni respeto entre ellos, solo un abismo de antipatía y desprecio que él consideraba mutuo.

Cada paso que daba en aquel departamento se convertía en un recordatorio constante de su incómoda convivencia con Sakura. Sus miradas frías y palabras cortantes eran un baile interminable de hostilidad que llenaba el espacio que compartían.

En su interior, Sasuke anhelaba el día en que pudiera liberarse de esa atadura. Soñaba con la oportunidad de vivir en un lugar tranquilo y sereno, lejos de Sakura y de todo lo que ella representaba para él. Pero, por el momento, estaba condenado a soportar su presencia y a mantener una fachada de indiferencia.

A lo largo de los años, Sasuke había sentido una clara antipatía hacia Sakura. Su personalidad enérgica y su interés en él, que él nunca había correspondido, habían sido las principales razones por las que siempre había evitado su compañía. Ahora, en esta extraña situación, se veía obligado a compartir su espacio con ella.

Tan pronto como se anuncio el inicio de la cuarentena su primer pensamiento se centró en ella, la sola idea de estar atrapado en su apartamento, junto a Sakura como única compañía, le resultaba desesperante. Su sed de tranquilidad y su necesidad de escapar de su presencia se veían aplastadas por una amenaza invisible que apenas empezaba.

Observó por la ventana, el paso de los árboles y la imponente vista de las puertas de Konoha le daban la bienvenida de nuevo. Con desgana, Sasuke saco su teléfono celular y comenzó a revisar su calendario, cancelo todas sus reuniones de ese día y los del resto de la semana; su viaje a el país del sonido se había cancelado indefinidamente, y, por lo que sabía, las reuniones de las siguientes semanas tendrían el mismo destino. Una sensación de claustrofobia se apoderó de él de forma inesperada ¿Cómo se las arreglaría para soportar el encierro junto a ella?

Una ligera punzada de esperanza se alojó en su interior al observar el imponente hospital de la ciudad. Era cierto, Sakura era médico, y mientras él se resguardaría en la seguridad de su hogar, ella estaría luchando incansablemente contra esa fatídica enfermedad. Un sentimiento incómodo se apoderó del estómago de Sasuke, aunque intentó ignorarlo.

—Hemos llegado. —carraspeó el conductor, observándolo desde el retrovisor.

Sasuke parpadeó, tan absorto estaba en sus pensamientos que no se había percatado de su ubicación. Rápidamente abrió su cartera y ofreció uno de los billetes.

—Quédate con el cambio. —indicó mientras abría la puerta trasera y salía del vehículo.

El chico soltó un suspiro al encontrarse ahora frente a su flamante edificio. Era uno de los más grandes y lujosos de toda la aldea, algo que no sorprendía a nadie, considerando que él era el hijo de la influyente dinastía Uchiha. La familia era una de las más importantes y prominentes de la zona, y el hecho de residir en el flamante penthouse era prueba de ello.

Mientras subía en el elevador, una delicada voz sonó por el interfono, recordándoles las medidas de seguridad. Inevitablemente, Sasuke volvió a sentir esa nota de incertidumbre en su estómago.

Una voz, muy similar a la anterior, resonó en su cabeza con un tono agrio. "A pesar de todo el odio que dices tener por ella, te importa. Y no puedes negarlo". El pensamiento hizo fruncir el ceño a Sasuke, incómodo con sus propias contradicciones. En el fondo de su corazón, había una chispa de preocupación por el bienestar de Sakura, aunque él se resistiera a admitirlo abiertamente.

La sensación de culpa se intensificó al recordar cómo su relación se había deteriorado con el tiempo, dejando solo cenizas de lo que alguna vez fue una ligera amistad. Sin embargo, la imagen de Sakura enfrentándose valientemente a la enfermedad despertó una pequeña pero inquietante sensación de responsabilidad en él. Sabía que, a pesar de todo, no podía negar la conexión que los unía desde su infancia.

Sasuke suspiró mientras las puertas del ascensor se abrían. Al entrar al penthouse, se encontró inmerso en un mundo de lujo y elegancia, tal como siempre le había gustado. Los amplios espacios se abrían ante él, inundados de luz natural que se filtraba a través de las enormes ventanas y ofrecían vistas panorámicas de la ciudad.

El suelo reluciente de mármol blanco reflejaba la iluminación cálida y suave del techo, creando una atmósfera acogedora y sofisticada. Los muebles de diseño cuidadosamente seleccionados aportaban un toque de modernidad y refinamiento a cada rincón del penthouse. Sin embargo, mientras recorría el lugar, no podía evitar notar el caos que cada día se apoderaba de su antiguo ambiente ordenado.

En la sala de estar, los sofás impecablemente colocados y las mesas de centro de vidrio habían sido invadidos por montañas de papeles y expedientes médicos desordenados. El minimalismo había sido perturbado por el desorden que Sakura había dejado a su paso. Sasuke frunció el ceño ante la falta de organización y limpieza que ahora dominaba el espacio.

La cocina, de estilo abierto, era un ejemplo de belleza y funcionalidad. Los gabinetes de madera oscura y las encimeras de granito añadían un toque de elegancia, pero ahora mostraban un trasfondo de despreocupación. Los electrodomésticos de acero inoxidable convivían con recipientes de ingredientes desparramados por la encimera. Papeles con recetas a medio escribir y utensilios de cocina desordenados hablaban del poco entusiasmo que Sakura sentía por el orden y la limpieza.

El pasillo que conectaba ambas habitaciones era un reflejo de la dualidad presente en aquel penthouse. Por un lado, la pulcritud y la simplicidad de la habitación de Sasuke contrastaban con la explosión de creatividad y desorden en la habitación de Sakura.

Sasuke caminaba por el lugar mientras se despojaba de la mascarilla que cubría la mitad de su rostro y colocaba su maletín perfectamente en el centro de la mesa. Luego se despojó de su chaqueta, tomando el tiempo para observar detenidamente cada rincón del lugar. Sentía cómo sus mundos chocaban y se entrelazaban, creando una tensión constante. El contraste entre el orden y la rebeldía, entre el pasado y el presente, se manifestaba en cada rincón, recordándole a Sasuke la complejidad de convivir con alguien tan opuesto a él.

Sasuke se dirigió a su habitación, un oasis de sobriedad. La cama estilo king-size, impecablemente hecha, ocupaba el centro de la habitación. Los muebles de tonos oscuros y líneas rectas conferían una sensación de serenidad y equilibrio.

Suspiró con cierta tranquilidad. Había imaginado que al llegar a casa se encontraría con alguna de las extrañas manías de Sakura, ya que aún era muy temprano para su turno en el hospital. Sin embargo, el lugar parecía vacío, o eso creyó hasta que un extraño ruido emergió de la habitación de la chica.

Frustrado, decidió que era hora de abordar la situación. Sabía que pedirle a Sakura que fuera más ordenada era algo que escapaba de sus posibilidades, pero se preguntó si sería posible encontrar un punto intermedio que pudiera satisfacer a ambos.

Sin embargo, ese pensamiento se rompió bruscamente.

La puerta de la habitación se encontraba entreabierta, permitiéndole vislumbrar una escena que lo dejó sin aliento; la espalda desnuda de su compañera de piso llamó por completo su atención como si una fuerza magnética lo atrajera hacia ella. Sakura, se entregaba a una danza de pasión y erotismo con alguien más desencadenando una avalancha de emociones en Sasuke.

La habitación parecía estar envuelta en una atmósfera de deseo y sensualidad. Cada movimiento seductor de Sakura, cada gemido que escapaba de sus labios, parecían resonar en el aire y se clavaban en los sentidos de Sasuke. El palpitar acelerado de su corazón era casi audible, mientras su piel se erizaba en respuesta a la ardiente imagen que tenía frente a sus ojos sintiéndose hipnotizado por cada uno de los movimientos de Sakura, su cuerpo era una sinfonía de curvas perfectas y tentadoras, su cabello rosado caía en cascada sobre sus hombros, incitando a que sus dedos se hundieran en sus sedosos mechones. Cada detalle de su anatomía, desde la suavidad de su piel hasta la curva de sus caderas…

Sakura gemía mientras su compañero, un desconocido para Sasuke, la tomaba con una pasión desenfrenada, sujetándola firmemente por las caderas. Observó con fascinación cada detalle de Sakura, su cuerpo en armonía con el éxtasis, con movimientos suaves y seductores desatando un deseo que nunca había reconocido. Su piel brillaba con un resplandor casi mágico, e imaginó cómo sería tocarla, sentir la suavidad de su piel bajo sus dedos; era una tentación irresistible para él

Verla así, sumida en el placer y el deseo era una contradicción deslumbrante para Sasuke. Por un lado, su mente se llenaba de irritación y enfado al presenciarla en una situación tan íntima con alguien más; una sensación de celos incontrolables lo invadió, haciéndole sentir como si su pecho estuviera siendo apretado por una fuerza invisible. La molestia y la frustración se entrelazaron en su interior mientras observaba impotente cómo Sakura se entregaba al placer con otro hombre. La visión le resultaba insoportable, como si le hubieran arrojado al vacío, y la necesidad de arrebatarla de los brazos de aquel sujeto y ocupar su lugar lo consumía.

Cada parte de su ser gritaba por actuar, por entrar en la habitación y detener aquella escena, pero algo en su interior lo retenía. Una voz en su cabeza le recordaba que no tenía derecho a sentir esos celos, que él no tenía ningún reclamo sobre Sakura y que lo que ella hacía era asunto suyo, no de él.

El mareo lo envolvió mientras luchaba por mantenerse en pie, sus emociones chocando como olas violentas dentro de su mente. Se aferró al marco de la puerta para mantenerse estable, pero sentía que su mundo se tambaleaba. Su corazón latía con fuerza en su pecho, cada latido resonando como un estruendo en sus oídos.

Su respiración se volvió errática y entrecortada, como si le faltara el aire. La idea de que Sakura estuviera así con otro hombre lo sofocaba, pero al mismo tiempo, la imagen de ella en medio del éxtasis despertaba en él una excitación que no podía controlar.

El pulso de Sasuke se aceleró y el calor se apoderó de todo su ser. Era una atracción que iba más allá de lo físico, una conexión intensa que había permanecido oculta bajo capas de negación. Cada detalle de Sakura se grababa en su mente, desde la suavidad de su piel hasta el brillo en sus ojos, alimentando su propia excitación despertando una atracción carnal en él que había negado durante mucho tiempo.

La lucha interna entre el deseo y la negación se volvió más intensa. Sasuke se encontraba atrapado en un juego prohibido, donde sus propios anhelos lo dejaban vulnerable y confundido. Mientras su cuerpo y su mente se entregaban al placer visual que tenía ante sí, una voz interior intentaba justificar sus emociones, negando la realidad que se desplegaba frente a él, viéndose sorprendido por una atracción que había negado durante mucho, mucho tiempo y ahora estallaba con tanta furia que podía sentir como su cuerpo respondía con una fuerza incontrolable.

Sasuke se mordió el labio inferior con fuerza, tratando de contener los gemidos que amenazaban con escapar de su garganta. La culpa y la vergüenza se entrelazaban con la lujuria, creando un torbellino de sentimientos contradictorios en Sasuke. Quería apartar la mirada, alejarse de esa escena que lo atormentaba, pero estaba como anclado al umbral de la puerta como si su cuerpo parecía tener voluntad propia, incapaz de resistirse a la tentación que se extendía frente a él. Su pulso se aceleraba, el calor se intensificaba y la tensión sexual se volvía tan insoportable que lo dejaba mareado.

Con movimientos cautelosos, intentó escapar sin hacer el menor ruido, temiendo que Sakura se percatara de su presencia. La última cosa que deseaba era enfrentarla y tener que explicar lo que había visto.

Cuando finalmente logró alejarse lo suficiente, una avalancha de emociones lo golpeó con fuerza. Se sentía enojado consigo mismo por haber reaccionado de esa manera, por haber dejado que los celos y la atracción lo dominaran. Apretó los puños con rabia, sintiéndose vulnerable y expuesto como nunca antes.

El mareo persistía, su mente y su cuerpo llenos de una tensión insoportable. La imagen de Sakura en aquel acto tan íntimo se había grabado en su mente de una manera que lo perturbaba profundamente. Aunque sabía que debía salir de allí lo más rápido posible, sentía un conflicto interno, una extraña mezcla de excitación y anhelo que lo hacía querer quedarse y alejarse al mismo tiempo.

Finalmente, con el corazón aun latiendo desbocado y la respiración entrecortada, Sasuke se alejó del lugar, tratando de ordenar sus pensamientos y enfrentar la verdad que había estado negando. Aquella atracción que había tratado de ignorar ahora lo envolvía como un vendaval, confundiéndolo y dejándolo sin una respuesta clara.

Quería entender lo que sentía, quería encontrar una explicación lógica y racional para todo aquello. Por un momento, trató de justificarse a sí mismo. Pensó que era normal sentir atracción hacia su compañera de piso, que cualquiera en su lugar habría sentido lo mismo, pero no había manera de evitar la verdad. Estaba atraído por Sakura, más de lo que había querido admitir.

Intentó alejarse silenciosamente, pero sus pies se sentían como plomo, cada paso que daba lo alejaba físicamente, pero su mente seguía anclada en aquella escena.

El corazón aún latía desbocado en su pecho, y el pulso martillaba en sus sienes. Sentía como si sus piernas se negaran a obedecer, como si estuvieran atrapadas en un campo de fuerza invisible que lo arrastraba de vuelta a la habitación.

La frustración se apoderó de él cuando se dio cuenta de que no podía alejarse por completo. La puerta que lo separaba de aquellos amantes no era suficiente para bloquear los sonidos que emergían de la habitación. Cada gemido, cada suspiro, como dagas que se clavaban en su pecho, lo obligaban a enfrentar la realidad de lo que estaba ocurriendo.

No pudo evitar escuchar las voces entrelazadas en un éxtasis compartido, ni el suave roce de las sábanas que acrecentaba su tormento. Cada sonido era como un latigazo que lo empujaba a la locura, despertando una necesidad primitiva de huir de ahí.

Abrumado por la tensión que aún se aferraba a su pecho, Sasuke dio unos pasos más hacia la sala de estar, buscando una vía de escape para procesar todo lo que había sucedido. Sentía el peso de la discusión aún en sus hombros, pero también una chispa de esperanza en su interior.

Justo cuando creía que finalmente podría encontrar un momento de paz, su corazón dio un vuelco al sentir la vibración de su teléfono celular dentro de su pantalón. El instante previo a que el teléfono sonara se volvió eterno, como si el destino nuevamente se burlara de él.

El teléfono sonó, rompiendo el silencio con un ruido que parecía ensordecedor haciendo más ruido del que quisiera rompiendo bruscamente la tranquila intimidad de aquellos dos amantes. Sasuke sintió cómo el aire se volvía denso a su alrededor.

Sakura, sumida en el éxtasis del placer, se sobresaltó al escuchar aquel sonido, abriendo los ojos de repente. Una extraña sensación de inquietud la invadió, un miedo repentino que se apoderó de todo su cuerpo. Rápidamente, se apartó del lado de su acompañante y salió de la habitación, cubierta en sudor y envuelta en la sábana, dirigiéndose hacia la sala de estar.

Pero, para su pesar, sus sospechas se confirmaron y una sensación de hundimiento llenó su estómago al ver caminar a Sasuke hacia la puerta principal.

La realidad de la situación golpeó a Sakura como un puñetazo en el estómago. La presencia de Sasuke allí, en aquel momento tan vulnerable, generaba una avalancha de sensaciones contradictorias en su interior. Una mezcla de enojo, confusión y una chispa de excitación se entrelazaban en su mente, mientras trataba de entender el significado de la repentina aparición de su compañero de piso.

La tensión en el aire era palpable mientras ambos se miraban en silencio, sin saber qué decir ni cómo enfrentar la situación. Los segundos se estiraban como horas, y el corazón de Sakura latía con fuerza en su pecho, sin encontrar calma en medio de la confusión y la sorpresa.

Sus ojos se encontraron con los de Sasuke, y en ese instante, supo que había sido descubierta. Las mejillas de Sakura se tiñeron de un tono carmesí mientras su mente buscaba desesperadamente una explicación. Intentó hablar, pero las palabras parecían haberse atascado en su garganta. La sábana que la envolvía se apretó entre sus manos, un intento de protegerse y cubrirse ante la mirada intensa de Sasuke.

El silencio tenso y cargado llenó el ambiente, como si el aire mismo estuviera cargado de electricidad. Los latidos de su corazón resonaban en sus oídos, y Sakura podía sentir el nudo en su estómago creciendo con cada segundo que pasaba. No sabía cómo explicar lo que había sucedido, cómo enfrentar a Sasuke y admitir que él había presenciado algo tan íntimo y personal.

La lucha interna de Sasuke se reflejaba en su mirada, una mezcla de enojo, deseo y confusión. Quería alejarse, dar media vuelta y dejarla atrás. Pero su cuerpo se negaba a obedecer, como si estuviera anclado al suelo, incapaz de apartar los ojos de Sakura.

En medio de la tensión y el silencio, el sonido de la puerta de Sakura abriéndose rompió la quietud. Sakura intentó reprimir el temblor en sus manos mientras se abrazaba fuertemente con la sábana, deseando desaparecer en ese mismo instante...

Un suspiro escapó de los labios de Sasuke, mientras intentaba ordenar sus pensamientos y emociones. No sabía qué decir, cómo actuar ante la situación que se había desencadenado.

Los segundos seguían pasando, y la distancia entre ambos parecía hacerse más grande. El corazón de Sakura latía con fuerza, y podía sentir la mirada penetrante de Sasuke sobre ella, como si quisiera desnudar su alma y conocer cada rincón de sus pensamientos.

—Sasuke... —murmuró Sakura con voz temblorosa, intentando encontrar las palabras adecuadas para romper el silencio.

El latido del corazón de Sasuke se aceleró al escuchar su nombre en los labios de Sakura. La suavidad de su voz solo intensificó la tormenta de emociones que lo envolvía.

—Lo siento, Sakura. No debería haber... —sus palabras se entrecortaron, incapaz de encontrar una explicación adecuada.

La tensión en el aire era casi tangible, como una cuerda tensa a punto de romperse. Los ojos de Sasuke seguían clavados en los de Sakura, buscando respuestas y encontrando más preguntas en su mirada.

—Sabia que tu rommie, era un amargado, pero no tenía idea que le gustaba mirar. —dijo aquel desconocido con malicia mientras se acercaba y sonreía sarcástico, como si estuviera disfrutando de la incomodidad de Sasuke.

Los ojos de Sasuke se clavaron en los del hombre, su mirada cargada de molestia y desafío. La rabia hervía en su interior, pero no podía permitirse dejarse llevar por ella.

—No te equivoques —respondió Sasuke con voz tensa, su mandíbula apretada—. A mí no me importa lo que hagas con ella.

El joven se rio con cinismo. —Oh, vamos, no tienes que esconderlo. Se nota que mientes…

Sasuke apretó los puños con fuerza, luchando contra la ira que amenazaba con desbordarse. No podía permitir que aquel idiota lo provocara, pero al mismo tiempo, no podía mantenerse callado.

—Tienes razón… —respondió Sasuke con frialdad, su voz tensa y controlada. —en realidad, nada que tenga que ver con Sakura me importa.

Sakura, que había estado escuchando en silencio, sintió un nudo en el estómago ante las palabras de Sasuke. No podía evitar sentirse herida por su aparente indiferencia. Se acerco lentamente hacía él con la intención de decir algo, pero antes de que pudiera hablar, su acompañante interrumpió de nuevo.

—Mejor para mí, como pudiste darte cuenta soy muy capaz de darle lo que necesita.

La paciencia de Sasuke llegó a su límite, giro sobre sus talones dispuesto a largase de ahí para no caer en las provocaciones de aquel sujeto, pero antes de hacerlo observo brevemente a Sakura quien permanecía en silencio sumida en sus pensamientos y en medio de la incertidumbre, una verdad se hizo evidente para ambos: ya nada volvería a ser igual...

TBC


He vuelto, con una historia que me gusta mucho. Por favor díganme que les parece.