La noche era fresca. El viento danzaba con sus hojas y pétalos blancos y, en lo alto del baobab, un mandril preparaba una mezcla que se asemejaba a la pintura mientras tarareaba una cancioncilla. Ya es momento de actualizar las pinturas de su árbol.
El mandril estaba conversando con el espíritu de Mufasa, contándoles las nuevas buenas. Aunque sabe que el espíritu del antiguo rey ya debe estar al tanto de todo, de igual forma se lo cuenta, sus charlas son las que más adora. Intento enseñarle a Nadia como hablar con él en vano. La chica apenas si pudo interpretar un saludo por parte del espíritu, terminando un día con el cabello enmarañado, cortesía del rey, en un intento desesperado (con un toque de exasperación) para que entendiera finalmente; cosa que no sucedió terminando como resultado con una chica con el cabello enredado y un humor de perros.
–Oh, Mufasa –Continúa Rafiki incorporándose, terminando su mezcla –. Kiara está cada día más hermosa –sus dedos se tiñeron de pintura azul y, acto seguido, hace un arco sobre el dibujo de la princesa –. Algún día será una reina de la que un día estemos muy orgullosos –Luego su semblante cambia a uno preocupado, con su purgar manchado de otra pintura empieza a dibujar la melena de Kovu –. Pero ese cachorro, Kovu, se fortalece y Zira le llena el corazón de odio. Eso me preocupa, Mufasa. Las cosas no son como yo quisiera.
Entonces una brisa mueve sus mechones blancos, Rafiki se vuelve, Mufasa mueve a través del viento unas frutas.
– ¿Tienes algún plan? –Un fruto cae partiéndose en dos a sus patas como respuesta. Con algo de confusión recoge las dos partes –. ¿Qué? –Mira ambos unos segundos, luego los dibujos de Kiara y Kovu, entonces empieza a unir lentamente ambas partes –. ¿Kovu? ¿Kiara? ¿Juntos? ¿Ese es el plan? ¡¿Estás loco?! –Exclama soltando el fruto mientras hace un ademán con el brazo –. Eso jamás funcionara. Has estado demasiado tiempo arriba, tú cabeza está loca –cruza los brazos para dar un punto, una ráfaga de viento más fuerte lo empuja hacia delante. Rafiki utiliza sus brazos cubriendo su cara –. ¡Este bien! ¡Está bien! ¡De acuerdo, de acuerdo! No creo que esto funcione, pero confío en ti. ¡Sólo espero que sepas lo que haces!
Mufasa se despide rodeando a su amigo en círculos antes de ascender hacia el cielo nocturno.
Rafiki niega con la cabeza ante esa descabellada idea. Honestamente esto es tan loco y descabellado como traer a Nadia para ayudar a Taka, algo que no ha salido del todo mal, pero que está lejos de ser perfecto.
–Vaya, no sabía que Mufasa podía sacer ese lado racional que muy pocas veces sale a la luz –Rafiki se vuelve hacia la voz para ver a Nadia con una sonrisa burlona, seguramente ha presenciado la mayor parte de la conversación, o solo el final de esta –. Sea lo que sea que harás, estoy dentro.
–Oír conversaciones ajenas no es de buena educación. ¿Cómo estuvo el viaje al lugar donde fue criado Simba?
–Te juro que no era mi intención escuchar. Sólo vine por una fruta y un cuenco nuevo, nada más. Y lo otro, bueno, ahora no sé si estar preocupada por la aparente amistad del tío Max con Scar; pero lo considero un avance, aparte de que me divertí mucho. Al fin tuve una bebida con un sorbete y espuma rosada, no me preguntes como lo consiguieron porque no quiero ni saber ni imaginarlo –Sus labios se fruncen. Mueve su cabello tras su espalda y, cambiando su expresión divertida a una más seria –. Hable en serio con eso del plan de su majestad.
Rafiki suspira, ha sido un largo día.
–Espero que esto salga bien.
–Lo hará –manifiesta Nadia tocando su hombro –. Solo ten algo de fe. Ni que alguien fuera a morir porque esos dos terminen juntos.
–Tú humor a veces me preocupa, mucho tiempo con Taka.
La luz del sol ilumina el gran nido de terminas que sirve como hogar para Zira y su manada. El semblante serio de la leona cambia a una mirada orgullosa y sonrisa maliciosa, está contenta con lo que ve, demasiado satisfecha.
–Ya estás listo –Declara soltando una risilla entre dientes, luego empieza a caminar en círculos. Quería ver de cerca a su hijo –. Bien. Me agrada. ¡Si! Tienes la misma alma perversa que tenía Scar antes de traicionarnos. ¡¿Cuál es tu destino?! –Preguntó.
–Voy a vengarnos, y las tierras del reino tomare su lugar –Responde Kovu en voz baja y firme, filosa como una navaja.
– ¡Si! –Zira exclama cual madre orgullosa podría estar –. ¿Y qué te he enseñado?
–Simba es el enemigo.
– ¿Y qué es lo que debes hacer tú? –La locura en su mirada rojiza se pudo apreciar por un instante, ese brillo peligroso.
–Yo debo ¡matarlo!
Dicho esto todos en la manada empiezan a rugir, extasiados. La venganza estaba a punto de comenzar. Los tiempos pacíficos del enemigo acabaran.
– ¡Muévete, Scar, llegaremos tarde! –Nadia sostenía la falda de su vestido por encima de las rodillas para caminar más rápido –. Simba nos matara por llegar tarde o peor, Nala, ella sin duda nos matara –Scar caminaba a unos cuantos pasos detrás de ella, como si no tuviera apuro alguno –. No te matara ser un poco más rápido, lo sabes, ¿verdad?
–Hubiésemos llegado a tiempo sino te hubieras tardado tanto en arreglarte.
– ¡No sabía que ponerme!
–Tienes solo ese vestido y tu ropa de siempre –Recalca con sorna –. No había mucho por donde escoger, querida.
Tiene razón. Nadia no contaba más que su ropa normal y el vestido que Rafiki le presto, siempre tuvo la mala costumbre de ser indecisa a la hora de vestirse para un evento importante; aunque estaba en un mundo animado, rodeada por la sabana y animales, siempre procuraría ir impecable.
"Primero muerta que sencilla", quiso decirle al león pero no estaba de humor para su respuesta perspicaz.
– ¡Llegamos! Gracias al cielo, llegamos a tiempo, aún no ha bajado.
Una vez que saludaron a la manada, los reyes, príncipes y ha Timon y Pumba. Nadia y Scar se posicionaron un paso detrás de los reyes, Scar era acribillado por las miradas de las leonas completamente molestas por su presencia, nada nuevo para él.
–Es una lástima que no tenga mi teléfono, la hubiera grabado –le susurra a Nala, cómplice.
– ¿Grabado? –Se vuelve a verla –. Espero que la cacería de mi hija sea exitosa, ¿no, Simba?
–Sí, sí. Por supuesto.
–Y lo hará sola, como lo dicta la tradición, sola –Nadia insinúa mirando a Simba. Ella sabe que él ignorara ese (poco) sutil comentario.
Seguido de eso le da un codazo poco disimulado a Scar, este rueda los ojos.
–Felicidades por la primera cacería de la princesa, Majestades –Por el rabillo del ojo ve a Nadia instándolo a continuar, contiene una mueca –. Espero que la cacería no tenga ningún contratiempo.
Simba asiente, solemne y Nala le da las gracias.
–No lo tendrá, tío, mis amigos y yo hemos llegado a un acuerdo con el clan de Janja –El pecho de Kion se infla con orgullo.
–Pronto nosotros también tendremos nuestra primera cacería, nos vendría bien un par de tus sabios consejos –agregó Kopa.
–Si a tu padre le parece –responde.
Diez pares de ojos se posaron sobre él. Simba arruga la nariz ante tal petición, si bien, poco le agradaba la cercanía que sus hijos tenían con su tío este no ha influenciado de manera negativa sobre ellos; cabe recalcar, pero la falta de empatía de Scar por la vida aún era un tema que los pone en conflicto cuando se entera que Scar mata a una presa que no va dirigida a su alimentación, aunque Nadia le ha asegurado que esos días han quedado atrás. Su tío es habilidoso en la caza, no lo negara, pero confiarles la enseñanza de sus hijos es algo de lo que no está preparado.
Con la mirada buscó el consejo de Nala, ella asiente cortamente, Scar no es su león favorito pero no ha hecho nada para que le tenga desconfianza respecto a sus hijos.
–Mientras respete el círculo de la vida –declaró como el rey que es.
Los chicos sonríen, entusiasmados.
Los murmullos de las otras leonas interrumpen su entusiasmo, la heredera está descendiendo justo ahora. Se ha convertido en una leona hermosa. Rafiki la saluda, orgulloso. Todos la miran con admiración y cariño, hasta Timon abraza a Pumba completamente orgulloso. Los susurros extasiados de las leonas, las miradas orgullosas de los reyes y príncipes.
Nala se adelanta dos pasos al encuentro de su hija, abrazándola con cariño mezclado con orgullo.
–Lo harás muy bien –le dice su madre.
Simba baja la mirada contrariado.
–Papá –Lo llama, levanta la mirada encontrándose con una mirada suplicante por parte de su hija –. Tienes que prometerme que me dejaras hacerlo sola. Promételo.
La mirada rojiza de Simba se vuelve hacia Nala, quien le da una mirada significativa con una ceja alzada y una leve sonrisa. Nadia casi se muere de la risa al ver como el rey rueda los ojos al cielo, diciendo un:
–De acuerdo. Lo prometo.
Kiara salta feliz y abraza a su padre. Finalmente su padre la dejaría hacer su cacería sola.
–Buena suerte, hermana –Le desea Kopa.
–Espero que te vaya mejor de lo que le fue a Zuri –Kion comentó viendo por el rabillo del ojo a cierta vanidosa leona.
–Gracias a los dos –Nadia extiende sus brazos y ella va en su encuentro. Nadia le susurraba que lo haría muy bien, que no se preocupara ni se frustrara si a la primera no derriba algo –. ¿Y tú, Scar? ¿No me dirás nada?
–Se sigilosa, princesa.
–No me llames así.
–Será mejor que vayas y lo hagas bien, Kiara –Scar mueve su cabeza ligeramente hacia la sabana.
Los lloriqueos provenientes de Timon y Pumba hacen que Scar ruede los ojos. No entiende como Nadia puede aguantar tanto su presencia y tonterías, pensó que al comer insectos por culpa del suricato mantendría la distancia, pero no, de hecho, se acercaron más. Mucho. Desde ese viaje que hicieron para conocer el lugar donde Simba termino de criarse.
Kiara salta sobre una roca mirando la pradera, voltea a verlos con un brillo especial en los ojos y una sonrisa emocionada. Sus padres, Simba y Nala, la miraban con orgullo siendo Simba quien asiente para dar inicio con su partida de caza. Entonces, Kiara se empieza alejar.
Simba la ve alejarse con preocupación, con una mirada discreta a sus espaldas, asegurándose que no lo estaban viendo, se inclina para susurrarle una orden a Timon y Pumba.
–Asegúrense de que no le suceda nada.
Sus amigos sonríen cómplices y, en menos de un segundo, desaparecieron tras Kiara.
– ¿Cuándo la dejaras hacer algo por su cuenta? –Simba se sobresalta ante la voz de su tío. Scar lo miraba con la misma indiferencia e irritabilidad que lo caracteriza. La brisa mueve la melena de ambos leones –. Al menos hubieses enviado a alguien menos tonto que esos dos. Los descubrirán, ya lo verás.
–Y supongo que se lo dirás a Nala y Nadia, ¿verdad?
–Nadia se lo puede imaginar muy bien. Pero Nala, bueno, no es como que charle mucho con tú reina, para empezar.
–Tú no lo entiendes.
–Tengo una hija –recalcó casi gruñendo –. Que, por si no lo recuerdas, la exiliaste cuando era apenas una cachorra. Una inocente de las trasgresiones de sus progenitores.
Simba desvía la mirada. Aunque no lo diga, de vez en cuando se pregunta por la suerte de esos cachorros. Al expulsar a Zira y sus seguidoras pensó que hacia lo correcto, pero debió ser más indulgente con los cachorros, cosa que Nala le hizo saber en aquella ocasión. No pensó en el peso que pondría sobre esos cachorros al exiliarlos para convertirse en forasteros.
–Veo que no dirás nada. ¡Kopa, Kion, vámonos! –Scar le da la espalda y desciende junto a los príncipes, gira hacia su silencioso sobrino –. Volveremos en un rato. Con suerte, enseñarles una lección no me tomara mucho.
–Hasta pronto, papá –se despide Kion.
–Nos vemos en un rato –agregó Kopa.
Una caricia en su melena hace que Simba gire la cabeza, Nadia le dedicó una pequeña sonrisa mientras sus dedos seguían entre su melena, dándole confort. Nala lo abraza amorosamente y murmurándole palabras alentadoras antes de compartir una mirada con Nadia.
–Supongo que quieres hablar de ello, ¿no? –Tanteó ella suavemente luego de que la reina se fue a atender a las otras leonas.
–Vamos arriba –respondió –, me gustaría hablar con la bella vista.
Ambos subieron con Zazu esperándolos. Y si, Simba tenía razón en cuanto a la vista, es muy hermosa.
"¿Se me estará olvidando algo?", se cuestionó Nadia arrugando la nariz, con la sensación molesta de que estaba olvidando un evento importante. Se encoge de hombres. "Nah. Seguramente no es nada"
Más allá de las tierras del reino, donde no toca la luz, en el cementerio de elefantes antiguo hogar de las hienas; dos jóvenes adultos leones se preparaban para dar marcha al plan entre risas macabras y miradas ansiosas.
