Gracias, Yani por ayudarme a betear el capítulo.
Disclaimer: la mayoría de los personajes mencionados son propiedad de Stephenie Meyer.
Capítulo 1
Cinco años antes…
La sensación de nervios seguía instalada en mi pecho, no comprendía si era ansiedad o quizás una mezcla de todas las emociones.
Intuía que era producto de que estaríamos dos semanas fuera de casa. Lejos de nuestro hogar y familia.
Podría decirse que tenía sentimientos encontrados. ¿Estaba feliz? Sí, pero…
Revisé por última vez los ventanales, me aseguré que estuvieran cerrados con su debido seguro. Pensé en desconectar los electrodomésticos, luego desistí al ver el refrigerador y microondas.
Mis suegros se harían cargo de venir cada noche y asegurarse que todo estuviera bien. Era lo bonito de ser nuestros vecinos, ellos siempre estaban ayudándonos en todo, al igual que mis padres.
―Edward, ¿y estos calcetines?
Volteé hacia mi mujer y le soplé un beso al darme cuenta que descubrió los calcetines debajo de la cama. Bella puso las manos en sus caderas y en lugar de enojarse y llamarme la atención, sacudió ligeramente la cabeza, negando.
»¿Qué haré contigo, amor? ―añadió―. En estos siete años no he podido lograr que te vuelvas ordenado, los calcetines no van bajo la cama, señor Cullen. Es primer aviso, para la próxima te azotaré duro con el látigo qué hay en el clóset.
Reí fuertemente.
Bella tenía razón. En siete años que llevábamos de casados mis manías sobre el desorden seguían manejándose a mi ritmo. Aunque podía decir que tenía un avance porque había aprendido que la ropa sucia iba en el cesto y no fuera de la ducha.
Caminé por toda la sala y llegué hasta ella, rodeé su cintura con mis brazos cargando ligeramente su menudo cuerpo; soltó un pequeño grito y sus manos se aferraron a mis hombros a la vez que envolvía sus piernas en mis caderas.
Apoyé su cuerpo en la pared.
―Pensaba levantar mi desorden ―expliqué, rozando mi nariz con la de ella―. Solo que antes estaba verificando que las puertas y ventanas estuvieran cerradas.
Sus dedos frágiles jugaron con el pelo de mi nuca, enterrándose de forma deliciosa y logrando erizar mi piel.
Su mirada marrón estaba clavada en mis ojos, mirándome fijamente, como lo hacía cada vez que necesitaba averiguar la verdad.
Sonreí y descaradamente restregué mis caderas en ella.
Gimió, al tiempo que también ondulada sus caderas en busca de fricción.
―Seré la mujer más feliz de este planeta ―deslizó lentamente una mano por mi espalda hasta pellizcar mi nalga, siseé―, cuando mi hombre sea el más ordenado de todo el estado, no pido mucho.
―¿Por qué no pides cosas más sencillas? Como amarte siempre y para siempre ―susurré, apresando con mis dientes su labio inferior.
Escuché que soltó una exhalación de dolor. Yo me había perdido en su cuello, mordiendo suavemente su piel.
―Ya me amas y siempre será así ―gimió―. Te he puesto un embrujo y no podrás liberarte.
Me alejé un poco y miré su rostro. Era perfecta, siempre hermosa con el maquillaje necesario que la hacía lucir extraordinaria, su coquetería femenina era una de las cosas que más amaba de ella.
―No me liberes nunca, amor ―pedí, mirando sus ojos.
Se acercó, su nariz jugando con la mía, era una caricia entre nosotros. Una broma que empezó desde nuestro primer beso y después de diez años juntos aún perduraba.
―Eres solo mío ―sentenció besando mis labios.
Nuestros dientes chocaron y nuestras lenguas jugaron una lucha de poder en un beso salvaje cargado de pasión.
La necesitaba. Urgía tener nuestras vacaciones y saciar nuestros lujuriosos deseos.
Estaba perdido en nuestros besos y caricias. En cómo mis manos recorrían la redondez de su trasero. Apreté mis dedos en su carne...
―¡Mami, papi! ―gritaron nuestros hijos.
Nos separamos con rapidez y bajé a Bella, dejándola sobre sus pies. En lo que ella acomodaba su vestido yo hacía lo propio con mi pantalón.
Amy nos miró con sus ojos vueltos dos rendijas. Oculté mi risa, mi niña nos observaba desde el sofá, su hermano también se subió junto a ella y miraba en nuestra dirección.
―¿Por qué estás agitada, mami? ―interrogó Sam mientras rascaba su cabeza.
Eran unos mellizos preciosos de cinco años. La combinación perfecta de mi esposa y de mí.
Me aclaré la garganta.
―Le estaba haciendo cosquillas a mami ―mentí―, por ese motivo está agitada.
―Aah… ―exhaló Amy no muy convencida.
―¿Han salido sin permiso? ―inquirió mi mujer―. ¿Dónde están sus abuelos?
Bella caminó hacia la entrada principal. Mis suegros entraron, Charlie y Renée traían los rostros enrojecidos y lucían bastante agitados.
―Así que están aquí ―expresó Charlie frunciendo el bigote.
Cargué en brazos a mis dos pequeños traviesos.
―Quisieron verlos nuevamente ―habló Renée―. No fue suficiente la despedida de anoche.
―¡Oh, mis bebés! ―exclamó Bella volviéndose hacia nosotros.
Acarició con mucha ternura los rostros de Amy y Sam empezando a llenar de besos sus mejillas.
―¿Por qué no podemos ir? ―preguntó Sam manteniendo un puchero en los labios.
Bella lo cargó en brazos, anclando las piernas de Sam en su cadera.
―Este es un viaje para nosotros, Sam ―le empezó a explicar―. Nunca tuvimos una luna de miel cuando nos casamos, hemos pospuesto cada viaje por muchos motivos y, después de años, ese día ha llegado. Solo son dos semanas y se pasarán muy rápido.
―No seas tonto, Sam ―dijo Amy―, es un viaje de papás y nosotros somos niños, tenemos que esperar hasta que regresen para ir a la playa, ¿verdad, mami?
―Amy, no llames así a tu hermano ―reprendí―. Sam tiene un nombre y debes llamarlo como es.
Mi hija me miró con esos grandes orbes marrones.
―¿Puedo llamarle ardilla? ―quiso saber―. Así nos llama el abuelo Charlie.
Mi suegro carraspeó haciéndose presente.
―En mi defensa puedo decir que siempre han parecido unas ardillas frondosas y chaparritas ―admitió mi suegro, haciéndonos reír.
―Hija, se les está haciendo tarde ―murmuró Renée al tiempo que cargaba a Sam con ella―. No olviden avisarnos cuando lleguen a Brasil.
Mi esposa se acercó a Charlie y lo abrazó fuertemente.
Siempre la molestaba diciéndole que tenía veintisiete años y era la niña de su papá.
―Cuida a mis niños ―pidió―, recuerda que las ardillas son mi vida entera.
Charlie besó los cabellos de Bella. Él mantenía los ojos cerrados y guardaba una sonrisa ligera en los labios; un hombre grande sosteniendo en brazos a su única hija.
―Lo haré con mi vida ―susurró él―. Te prometo que los cuidaré hasta que regreses, corazón.
También abrazó a Renée. Ellas tenían una fuerte complicidad y la mejor relación madre e hija que pudiera conocer.
Sonreí un poco al ver la escena: Renée sosteniendo a Sam en brazos y abrazando también a su hija, era un enredo de brazos y de cariño sincero.
―¿Qué pasará cuando los extrañe? ―inquirió Amy, su voz se había entrecortado y en sus ojos había lágrimas retenidas.
Apoyó su cabeza en mi hombro. No dudé en pasar una mano por su espalda y reconfortar su ánimo. Repartí besos ruidosos en su pequeña frente.
―Cuando eso suceda puedes ver una foto de nosotros ―dijo Bella―. O hacernos una videollamada, ¿está bien, princesa?
Mi niña negó con la cabeza.
Mi mujer vio el rostro abatido de Amy y se acercó con Sam en sus brazos. Nuestro hijo se había colgado de su cuello como un verdadero hombre araña, envolviendo sus cortas piernas en su cintura.
Los cuatro nos abrazamos muy fuerte.
Tal vez silenciosamente ninguno quería despedirse.
―No quiero que se vayan ―susurró Sam.
Anoche nos habíamos despedido y dejado en casa de mis suegros. Hubo lágrimas y gimoteos de los dos, pero nada se comparaba a que ahora no querían soltarnos.
―Está bien, chicos ―articuló mi mujer―. Cuando necesiten vernos o saber de nosotros pueden asomarse por la ventana y ver la luna, es la misma y seguramente nosotros la estaremos mirando y pensando en ustedes.
―¿Es una promesa? ―preguntó Amy con lágrimas rodando por sus mejillas regordetas.
Bella llevó una mano a su pecho, justo en el lado del corazón.
―Estaré siempre con ustedes ―prometió con voz rota.
Nuestros hijos se abalanzaron sobre ella, quedando en sus brazos.
Me limpié una solitaria lágrima y pronuncié:
―Debemos irnos, amor. Llevamos media hora de retraso y debemos estar en el aeropuerto con tiempo de anticipación.
Besé nuevamente las mejillas de mis hijos y caminé hacia la puerta. Abracé fuertemente a Charlie y Renée, despidiéndome.
Volteé hacia adentro.
Las ardillas seguían colgadas de Bella.
Miré su rostro, estudiando pacíficamente su semblante. Sabía que ella no quería irse, algo en su mirada me lo decía.
No obstante, no podíamos perder el avión, nuestro viaje estaba completamente pagado desde hacía cuatro meses.
Era un viaje de pareja que nos debíamos.
Bella no podía desistir, ¿o sí?
¡Hola! Déjenme les aclaro que NO es un cheat fic y NO me equivoqué de país, ellos tenían planeado ir de vacaciones a Brasil. También les diré que por supuesto la historia SÍ tiene final feliz entre Edward y Bella. Les seré honesta, no sé aún qué días actualizar, no sé si dos sean suficientes por semana o según su interés.
Agradecida con el apoyo para la historia, sus lecturas, favoritos y follows, así cómo por sus reviews.
*Les recuerdo que respondo comentarios por mensaje directo y para los perfiles Guest lo haré aquí mismo. No olviden unirse al grupo para imágenes alusivas.
Infinitas gracias por sus comentarios: Dulce Carolina, Guest(no me ofendes y no, no es un cheat fic. Gracias por unirte), Adriu, Valeria Sinai Cullen, Mabelli Masen Grey, Diannita Robles, Adriana Molina, indii93, ALBANIDIA, cocoa blizzard, Moni Belmudes(te agradezco mucho tu review), jupy, Daniela Masen, Cinthyavillalobo(gracias por estar apoyando), Jimena(pues no me animé a poner el nombre de Angela), Noriitha, Adyel, Maria(gracias a ti por unirte).Torrespera172 (Perita que bueno leerte por aquí, creí habías abandonado Fanfiction. Gracias). Guest (no hay problema), Kasslpz, shuanime, patito feo, karo29, Antonella Masen, nataliastewart, Guest(gracias), Wenday14, Lore562, sandy56, Andrea(probablemente sea traingulo, pero no engaño), Lily Pattinson Stewart, mrs puff, Ary Cullen 85, Lizdayanna, Pepita GY(no quiero estropear tu emoción), PaolaValencia, Marbelli, saraipineda44, Cary(trataré actualizar más seguido), Lili Cullen-Swan, Flor McCarty-Cullen, Patty (pronto sabran), Cassandra Cantu, rociolujan, Maribel 1925, Maiisa
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