Disclaimer: Naruto no me pertenece, pero esta idea sí.
Advertencia: Ligero y justificable Out Of Character.
No olviden dejar sus comentarios.
Disfrútenlo.
Dos.
La Incubación
Sasuke se encontraba sentado en el borde de su cama, con la mirada perdida en el vacío. No tenía idea de la hora que era; las cortinas negras de su habitación impedían que cualquier destello de luz se filtrara, sumiendo el espacio en una oscuridad profunda. Aunque sabía perfectamente que ya había amanecido. Hacía poco más de una hora que Sakura había llegado a casa, y se maldecía internamente tan solo por haber notado eso.
La noche anterior había sido una tortura para él. No había dormido bien, los recuerdos de Sakura lo perseguían, deslizándose en su mente como fantasmas inquietantes. En dos ocasiones se había despertado abruptamente, su cuerpo envuelto en sudor y su corazón latiendo a mil por hora. Eran claras señales de que no estaba teniendo pesadillas, sino más bien lo contrario. Los recuerdos de Sakura, deslumbrante y seductora, lo atormentaban y lo dejaban con una mezcla de conmoción y deseo haciendo que prácticamente no durmiera nada.
Sabía que tarde o temprano tendría que salir de su habitación y enfrentarse a la realidad. Pero no tenía idea de cómo reaccionarían ambos. Las emociones y pensamientos se agolpaban en su mente, mezclándose y confundiéndolo, creando una tormenta interior que lo dejaba sin rumbo fijo.
Trataba de convencerse de que la causa de su inquietud era simplemente la sorpresa y lo inesperado de lo ocurrido. Ver a Sakura en esa situación fue como adentrarse en un mundo desconocido, uno que nunca imaginó que existiera. Pero sabía que había algo más, algo que no quería enfrentar; ahora, había descubierto detalles de ella que antes desconocía. Un lunar cerca de su cuello, un tatuaje detrás de su oído, incluso una pequeña cicatriz cerca de sus costillas…
Cada marca se grabó en su mente, recordándole la intimidad compartida por Sakura con alguien más. Y lo que lo hacía sentir eso último era otra historia completamente diferente.
El silencio de la habitación era abrumador, solo roto por el suave murmullo del viento rozando las cortinas. Sasuke podía sentir su propio latido del corazón retumbando en sus oídos, como un eco constante de la tormenta interior que lo embargaba. Sus manos se cerraron en puños involuntariamente, las uñas clavándose en la palma de su mano mientras su mente seguía en una batalla consigo mismo.
¿Quién había sido aquel idiota? La pregunta se repetía una y otra vez en su cabeza. Hasta donde sabía, Sakura no mantenía ninguna relación, de hacerlo, Hinata lo sabría y siendo así, Naruto ya se lo hubiese contado.
Simplemente no podía olvidar las imágenes que había presenciado, las expresiones de Sakura, los suspiros compartidos, la complicidad en sus ojos...
Un nudo se formó en su garganta mientras intentaba contener la ola de celos que amenazaba con ahogarlo. No podía permitirse sentirse de esa manera, no tenía derecho a sentir celos de una relación inexistente. Era ridículo, infantil, y sin embargo, ahí estaban, arremolinándose en su interior.
Cerró los ojos, tratando de respirar profundamente y calmarse. Pero la imagen de Sakura en brazos de aquel desconocido lo atormentaba, encendiéndole una ira ardiente. La idea de que alguien más pudiera tocarla, besarla, lo estaba volviendo loco.
Y de alguna manera él creía que todas esas sensaciones se debían únicamente a que aquel sujeto era un imbécil, aun podía recordar su sonrisa de suficiencia en su enfrentamiento del día anterior, pero sabia muy dentro de él, que se estaba mintiendo.
Toda tenía que ver con Sakura.
Joder.
En ese momento, decidió que tenía que enfrentarla, hablar con ella y aclarar lo que había sucedido. Necesitaba descargarse de todos esos pensamientos, porque sobre todas las cosas necesitaba aclarar lo que estaba sintiendo. No podía dejar que los celos y la inseguridad lo controlaran.
Con paso decidido, se levantó de la cama y se dirigió hacia la puerta de su habitación.
Al abrir la puerta, una luz tenue inundó su habitación, y él se detuvo por un momento, dejando que sus ojos se acostumbraran a la claridad. La casa estaba silenciosa, sabía que Sakura se encontraba en la cocina como cada mañana, haciéndose algún raro refrigerio para ir a dormir un poco, solo se escuchaba un pequeño susurro que hacía el cuchillo al rebanar las verduras o los suaves movimientos que hacía la chica al desplazarse por el lugar.
Con pasos cautelosos, se dirigió hacia la cocina donde encontró a Sakura de espaldas a él mientras lavaba sus manos. Al acercarse, ella levantó la vista y giró su rostro. Ya no llevaba puesta su característico uniforme azul marino, vestía una playera que claramente no era de ella pues le quedaba bastante holgada, apenas cubriéndole las caderas, mientras unos shorts cortísimos delineaban el comienzo de sus piernas largas.
Sasuke trago saliva intentando concentrarse hasta que sus ojos se encontraron, comunicándose sin necesidad de palabras.
La tensión era palpable, pero a pesar de todo, Sasuke podía ver la vulnerabilidad en los ojos de Sakura, una vulnerabilidad que reflejaba sus propios miedos e inseguridades.
—Buenos días... —dijo Sakura, rompiendo el incómodo silencio.
—Días... —respondió Sasuke, y se maldijo internamente por no poder articular una oración completa.
Sasuke no podía evitar sentirse cautivado por la visión frente a él. Aunque no era la primera vez que se encontraba en esa situación, era la primera vez que realmente la veía. Sus ojos se posaron en cada detalle de su compañera de piso, tomando nota de cada movimiento y gesto que ella realizaba. Observó cómo Sakura bostezaba con suavidad mientras caminaba delante de él, alzándose ligeramente en las puntas de sus pies para alcanzar la alacena. Sus movimientos eran gráciles y sin esfuerzo, como si cada acción estuviera en sintonía con la melodía de la mañana. Tomó una taza con delicadeza, otro bostezo escapó de sus labios mientras avanzaba lentamente hacia el refrigerador para sacar el envase de leche.
—¿Quieres tomar algo? —pregunto Sakura, evitando su mirada, era evidente que la incomodidad se cernía sobre ambos.
—Sakura sobre lo de ayer… —comenzó él, rechazando la propuesta con un meneo suave de cabeza. Sakura tosió ligeramente anticipando la conversación.
—No te preocupes, sé que no era tu intención… —aseguró ella con un tono cálido, mientras sus dedos danzaban sobre la porcelana de un plato cercano. — No tienes por qué disculparte
—¿Disculpa? — preguntó Sasuke, frunciendo el ceño en una arruga marcada de confusión
Él sabía que tenía que disculparse, pero había algo en su interior haciendo corto circuito, un fallo en la línea de sus emociones. La despreocupación de Sakura, la ligereza con la que hablaba, como si lo sucedido no tuviera mayor importancia, mientras él estaba sumido en una especie de naufragio emocional, lo estaba haciendo perder la cordura.
Era el colmo. Le estaba dando demasiada importancia. Se sentía estúpido y eso era algo que lo dejaba fuera de sí.
—Sé que no era tu intención... —volvió a asegurar ella, posándose suavemente en uno de los taburetes de la cocina y llevándose un trozo de pan a la boca. Ante la perplejidad de Sasuke, añadió —Interrumpir.
Sasuke soltó una risa casi siniestra.
—No te confundas, Sa-ku-ra — masculló, alargando cada sílaba de su nombre como si el peso de cada letra estuviese cargado de reproche. —¿Crees que soy yo el culpable de todo este malentendido?
Sakura parpadeó, sintiendo cómo un sentimiento de indignación comenzaba a burbujear en su estómago. Ella tampoco sabía cómo iniciar aquella conversación; si hubiera sido por ella, nunca se habría producido. Podrían haber continuado en su habitual silencio sin necesidad de explicaciones. Pero al verlo a los ojos, había sentido aquella maldita necesidad de aligerar su carga, de despejar la tensión en el ambiente. Y como siempre, Sasuke estaba actuando como un verdadero imbécil.
—Si mi memoria no me falla, fuiste tú quien decidió quedarse a mirar.
—No sé de qué demonios hablas —exclamó Sasuke en un intento desesperado de evadir la realidad. La sonrisa burlona que brotó en los labios de Sakura hizo que inevitablemente perdiera la cordura, apretó los puños y se acercó lentamente a ella. —Lo que quería decirte es que no me gusta que traigas desconocidos a mi casa —sentenció tajante.
—Por si no lo recuerdas, esta también es mi casa, Sasuke, estoy pagando por mi habitación.
—Y bien sabes que lo que pagas no cubre todo.
—Así que de eso se trata, ¿eh? —replicó ella, poniéndose de pie con una velocidad que perturbó el aire de la habitación, —No te preocupes, no tienes idea de cuánto deseo poder irme de aquí.
—Pues si tanto lo deseas, ya te has tardado.
—Maldito idiota —exclamó Sakura, descargando su frustración al arrojar su desayuno inconcluso a la basura y lanzar los cubiertos al fregadero con un sonido metálico.
—Sea como sea, por favor, la próxima vez que desees montar un espectáculo, procura conseguir alguien que pueda pagarte un hotel.
El comentario le arrancó a Sakura una mirada de sorpresa, sus ojos abiertos de par en par y la boca ligeramente entreabierta. Apenas las palabras abandonaron sus labios, Sasuke sintió un remordimiento inmediato. Había cruzado la línea. Cerró los ojos con pesar, negando con su cabeza mientras respiraba profundamente.
—No quise...
No notó cuán cerca estaba Sakura hasta que la bofetada le devolvió a la realidad, sentía la piel de su rostro ardiente por el impacto y un nudo en el estómago que le confirmaba la justicia de aquel golpe.
—¿No quisiste decir eso? Oh, yo creo que sí —lo acuso Sakura con voz afilada, levantando la mirada hacia Sasuke, sus ojos irradiaban una furia que él conocía perfectamente, pero había algo más ahí, una decepción que parecía aún más hiriente. —Pero según recuerdo, dijiste que no habías visto nada, depravado enfermo —espetó con un tono mordaz.
—Sakura... —dijo Sasuke, alcanzándola por la muñeca cuando ella se disponía a marcharse, aquel movimiento la hizo girarse hacia él involuntariamente, tenía los ojos ligeramente cristalinos.
—¡No me toques! —se zafó, sacudiendo la mano de Sasuke con un movimiento furioso. — Y quiero que sepas algo —Sakura dejó escapar las palabras con un tremendo esfuerzo, las lágrimas aún amenazaban con desbordarse pero la ira le proporcionaba una firmeza inusitada —Prefiero estar en la calle antes que seguir compartiendo contigo, Sasuke —confesó.
Sin esperar una respuesta, la pelirrosa cruzó el umbral de la puerta con una rapidez que dejó el aire aún cargado de las emociones vertidas en la estancia. El retumbar del cierre de la puerta resonó por todo el penthouse, dejando tras de sí un silencio casi sordo que se cernía sobre el lugar como una losa de concreto.
"Maldita sea," pensó Sasuke con amargura, mientras una mezcla de remordimiento y frustración inundaba su ser.
Necesitaba un semblante de normalidad en medio del caos emocional, algo que le diera un respiro, aunque fuera momentáneo. Sin pensarlo mucho, se dirigió hacia la cocina, necesitaba ese café matutino como nunca antes. Con Sakura probablemente enclaustrada en su habitación, tendría algunas horas para descifrar cómo limpiar el desastre que había hecho.
Aparte de la nube de culpa que parecía seguirlo, Sasuke tenía otras preocupaciones que demandaban su atención. Era hora de enfocarse en ellas, de procurar que su vida no se desmoronara más de lo que ya había ocurrido. Mientras tomaba su café, busco su agenda para ponerse al día, se prometió a sí mismo encontrar una aplicación confiable para las reuniones que mantenía de forma habitual con sus clientes.
El gruñido de su estómago le recordó que su último alimento había sido hace más de veinticuatro horas, cuando había salido abruptamente de ahí. Aunque la cocina estaba surtida de alimentos gracias a la previsión de Sakura, la perspectiva de cocinar algo, en aquel momento, le parecía desalentadora. Aun así, sabía que necesitaba alimento para pensar con claridad.
Miró alrededor, el penthouse parecía diferente de alguna manera, como todo lo ocurrido desde el día anterior hubiera dejado una huella tangible en las paredes y los muebles.
Necesitaba comer, y después limpiar…
Y lo más importante que necesitaba hacer era dejar de pensar en Sakura.
Cada vez que su imagen cruzaba su mente, una punzada de remordimiento le golpeaba el estómago, acompañada de una confusión abrumadora. ¿Cómo había llegado todo a este punto? Primero aquella estúpida atracción casi irreal y ahora todo ese embrollo. ¿Cómo podía enmendarlo?
Mientras trataba de apaciguar la tormenta en su mente y concentrarse en las tareas inmediatas, las palabras de Sakura seguían resonando en su cabeza, como un eco interminable...
El zumbido persistente del celular en la mesa de centro sacó a Sasuke de su ensimismamiento. Miró la pantalla y no pudo evitar un bufido de exasperación al ver el
remitente y su mensaje.
Naruto:
Día 1 ¿Aun no se matan el uno al otro? jajaja
El intento de humor de su amigo no tenía el menor efecto en su estado de ánimo. El día anterior, había buscado refugio en la casa de Naruto, pretextando que no estaba listo para la convivencia 24/7 con Sakura
Aunque Naruto no dejaba de hacer comentarios jocosos al respecto, se había mantenido lo suficientemente alejado del tema, evitando preguntas incisivas que pudieran forzar a Sasuke a hablar del tema, El rubio no tenía la menor idea de que la imagen de Sakura desnuda e reproducía constante y vívidamente en la mente de Sasuke y eso era algo que no estaba dispuesto a compartir.
Moviendo los dedos con agilidad, respondió al mensaje:
Sasuke:
Es peor de lo que creí
Naruto
No digas tonterías.
Sasuke:
Nunca digo tonterías.
Naruto
No seas idiota. Si los dos se dieran la oportunidad de conocerse, dejarían atrás todo eso.
Sasuke:
Tú eres el idiota.
Naruto
Los dos son lo suficientemente idiotas como para que un enamoramiento infantil ahora no les dé la oportunidad ni siquiera de hablar.
La última frase de Naruto provocó que Sasuke lanzara el teléfono al sofá más cercano con un gruñido de irritación. Había momentos en que Naruto podía ser insoportable. Sin embargo, debajo de la frustración y la indignación, Sasuke no podía negar que Naruto tenía algo de razón en sus palabras.
Honestamente, nunca había considerado a fondo cómo comenzó su conflicto con Sakura. En realidad, su problema con ella se originó en la adolescencia, en la época del colegio. Aunque Sakura no era la peor de sus acosadoras, Sasuke sintió un rechazo particular hacia ella. Sabía perfectamente que Naruto, su único amigo en aquel entonces, estaba locamente enamorado de ella, y no estaba dispuesto a poner en peligro su amistad por una especie de triángulo amoroso.
La herida que había infligido en Sakura al rechazarla se convirtió en una barrera invisible entre ellos. Mientras Naruto y él se convertían en hermanos prácticamente, y este ultimo encontraba su verdadero amor en Hinata Huyga, la relación con Sakura se enfrió hasta convertirse en un terreno helado de sarcasmo y frustración. El tiempo solo sirvió para profundizar las brechas, añadiendo sal a las viejas heridas, convirtiendo sus interacciones en comentarios hirientes, burlas constantes y enfrentamientos peculiares debido a sus diferentes formas de ser.
Ahora, frente a la de convivir todo el tiempo juntos durante la cuarentena, Sasuke se había estado preguntado si había llegado el momento de intentarlo y descubrir si existía la oportunidad de sanar las heridas y mejorar la relación con Sakura
Pero justo cuando comenzó a considerar la idea, la imagen desnuda de lo golpeo con una fuerza que no esperaba; intensa y provocadora. El recuerdo de su suave piel, la curvatura de sus senos, el cabello rosa que se movía con gracia sobre su espalda, y los gemidos que escapaban de sus labios, todo aquello dejaba en él una sensación de deseo que lo dejaba sin palabras y en paralelo, la culpa por su pelea matutina le hacía mantener un sabor amargo en la boca.
El remordimiento y el deseo se mezclaron en su interior, provocando que tragará saliva con dificultad y frunciera el ceño involuntariamente.
Necesitaba distraerse.
Empezó a limpiar la sala, recogiendo las recetas médicas que estaban esparcidas por el suelo. Los suéteres coloridos de Sakura, que habían sido abandonados sin cuidado en los días pasados, los dobló cuidadosamente y los puso en un solo lugar junto a su mochila negra que estaba en el sofá, intentando poner un poco de orden en el caos.
Se dirigió hacía la cocina y comenzó a organizar. Acomodó los alimentos en la alacena, limpió los platos sucios y los puso en su lugar, acomodó meticulosamente los utensilios en sus respectivos lugares, desechó los contenedores que ya estaban vacíos, limpió y ordeno cada sitio del penthouse. Cada tarea que terminaba le daba una sensación de alivio, como si estuviera poniendo en orden no solo su casa, sino también sus pensamientos.
Aunque a veces se frustraba con su necesidad de tener todo limpio y ordenado, en este momento prefería lidiar con eso que con los recuerdos de Sakura y la culpa que sentía.
La casa estaba llena de una calma estática cuando Sakura por fin empezó a mostrar signos de vida cerca de las tres de la tarde. La música, alegre y rítmica, comenzó a brotar de su habitación, rompiendo el silencio pacífico..
Sasuke parpadeó, sorprendido por la repentina irrupción del pop en el silencio de la tarde. Sasuke se estremeció, una mueca arrugando su rostro. No tenía nada contra la música en general, pero nunca había sido fan, menos aun de "Moves Like Jagger" pero sabía que ahora no era el momento para quejarse. Empezar una conversación con "apaga esa basura" probablemente no sería muy constructivo de su parte.
Mientras tanto, la cocina se llenó con el aroma de los fideos recién cocidos. A pesar de que nunca pensó que se vería cocinando ramen como una especie de bandera blanca, estaba seguro de que a Sakura le gustaría. Si bien no era su comida favorita, él sabía que al ser amiga de Naruto, al igual que él, habría desarrollado un cariño especial por el platillo.
Tomando los suéteres de Sakura en sus manos, Sasuke se encaminó a su habitación y tocó suavemente la puerta.
— ¡Lárgate! —la voz de Sakura dura y cargada de irritación, salió desde dentro. Sasuke no pudo evitar una sonrisa de satisfacción. Sabía que, a pesar de sus palabras, ella esperaba que entrara. —Te dije que no me molestes —gruñó al verlo parado en el umbral.
Sasuke escaneó la habitación con una mirada apreciativa. El desorden en la habitación de Sakura era un caos controlado: libros esparcidos por el suelo, ropa tirada por todas partes, y hasta una bolsa vacía de papas fritas. El día anterior no había estado demasiado distraído para apreciar completamente el desastre, y sintió cómo sus mejillas se calentaban ligeramente al recordar por qué.
Sakura yacía en la cama, boca abajo, sus dedos pasaban por las páginas de un libro mientras sus pies se movían al ritmo de la música. A pesar del caos que la rodeaba, parecía ser capaz de concentrarse en su lectura, algo que Sasuke encontraba extrañamente admirable.
—Hice un poco de ramen —anunció, lanzando sus suéteres hacia ella. Con un rápido manotazo, Sakura desvió las prendas antes de que pudieran aterrizar en su cara.
—¿Estás pidiendo disculpas? —su tono tenía un matiz burlón, sus ojos estrechados en una sonrisa sardónica.
—No.
—Entonces no lo quiero.
—No debí haber dicho lo que dije —confesó Sasuke, su garganta se sintió repentinamente seca. —No es asunto mío quién entra a tu habitación…
—Pero...
—No me gusta que traigas extraños a mi casa.
—Es lo mismo, Sasuke —gruñó Sakura, incorporándose en la cama. Su ropa, aunque holgada, delineaba las curvas suaves de su cuerpo, lo que provocó que Sasuke se apoyara más fuerte en el marco de la puerta.
—No, no lo es —contestó, luchando por mantener la voz calmada. Estaba observándola más de lo que debía, notando la forma en que la vena de su clavícula palpitaba, cómo la piel de sus piernas se erizaba por la brisa fría que entraba por la puerta. —Solo quiero que me avises cuando vayas a tener visitas privadas. Es todo lo que pido.
Sakura bufó y cruzó los brazos sobre su pecho. Pero había algo en la forma en que se mordió el labio inferior o quizás fue la manera en que sus ojos verdes se clavaron en los suyos, pero algo lo atrajo hacia ella como un imán.
—¿Te gustaría encontrarme a mí en esa situación? —la voz de Sasuke era suave pero cargada con una pregunta inesperada. Sus ojos negros se oscurecieron aún más con un destello de desafío.
—¿Qué? —Sakura parpadeó con confusión, su cara mostrando su asombro mientras retrocedía, alejándose de él.
—Eso... ¿Te gustaría verme en esa situación? —repitió Sasuke, avanzando un paso, acortando la distancia entre ellos hasta que estaban lo suficientemente cerca como para sentir la calidez del cuerpo del otro, tan cerca que podía distinguir las pinceladas de las pecas que salpicaban la nariz de Sakura, Podía ver cada línea en su rostro, cada pestaña que enmarcaba sus ojos verdes, cada temblor de sus labios mientras buscaba las palabras adecuadas.
—No te entiendo —murmuró ella, sus ojos apartándose de los suyos, como si no pudiera soportar la intensidad de su mirada.
Un hormigueo de anticipación se extendió por todo el cuerpo de Sasuke mientras sentía la palpitación de su corazón contra sus costillas. Sabía que no estaba pensando claramente, que practicamente estaba en piloto automático, que probablemente mañana se arrepentiría, pero en ese momento disfrutaba de la vista de Sakura nerviosa, sintiendo la misma adrenalina en su pecho, el latir acelerado de su corazón, el pulso en sus oídos…
Extendió su mano para acariciar las caderas de Sakura, buscando acercarla a él. Pero ella colocó las suyas sobre su pecho, en un intento de mantener la distancia entre ellos.
Incluso así, Sasuke no se retractó. En lugar de eso, llevó su mano a la mejilla de Sakura, acariciándola con los nudillos. Se inclinó y sus labios rozaron su oído.
—¿Te gustaría verme en la cama con otra chica? —su pregunta se perdió en el silencio de la habitación, excepto por el zumbido de la música de fondo. Sakura inhaló bruscamente, su cuerpo tensándose. —¿Te gustaría verla montándome? —susurró, sintiendo la calidez de su aliento — ¿Te gustaría verme tomándola, jalando su cabello? — sus dedos se deslizaron por su cabello rosado tirando suavemente. Sakura cerró los ojos, mientras suspiro silencioso escapaba de sus labios.
—Sasuke... ¿qué... qué estás haciendo? —balbuceó Sakura, parecía haber recuperado algo de su compostura, pero su voz temblaba.
—Dime... ¿Te gustaría ver cómo la beso? —la pregunta de Sasuke fue casi un murmullo, sus labios rozaron la delicada piel de su cuello, enviando un escalofrío a través de Sakura... Su agarre en las caderas de Sakura se endureció, y ella se sobresaltó soltando un pequeño gemido, sus ojos, ahora abiertos, parpadearon con sorpresa. La reacción de Sakura alimentó el deseo creciente en él. —¿Te gustaría escucharla gemir?
—N-no —murmuró Sakura, su cabeza se movió en una débil negativa. Sasuke sentía una oleada de excitación recorriéndole, su respiración se aceleró y un bulto incómodo se formaba en sus pantalones. Cada parte de él estaba centrada en Sakura, en su reacción, en el rubor en sus mejillas, en su respiración agitada, en sus ojos ahora abiertos y brillantes...
Pero tenía que salir de ahí. Necesitaba espacio para respirar, para pensar.
—A mí tampoco me gustó —respondió con voz ronca, tragando saliva para aliviar la sequedad en su garganta. Con suavidad pero con firmeza, empujó a Sakura hacia atrás, haciendo que cayera sobre la cama. La vio rebotar un poco antes de estabilizarse, sus ojos agrandándose de sorpresa.
—¿Q-qué? —la confusión se reflejaba en su voz.
—Creo que ya lo entendiste, ¿verdad? —inquirió Sasuke con un tono sarcástico, desafiándola con sus palabras. Sakura abrió la boca, como si fuera a responder, pero ninguna palabra salió. Sasuke pudo ver su lucha interna, la confusión y molestia bailando en sus ojos. —Tú me avisarás cuando tengas visitas... y yo haré lo mismo —explicó con un tono simple que contradecía la complejidad de lo que sentía.
La risa sarcástica de Sakura resonó en la habitación, una sonrisa amarga se extendió en su rostro mientras lo miraba.
—Eres un idiota —lo acusó, tomando uno de los cojines de la cama y lanzándoselo con fuerza.
Sasuke apenas se apartó a tiempo, saliendo de la habitación mientras el cojín caía con un golpe suave en el suelo detrás de él. Cerró la puerta, apoyando la espalda en ella, su pecho subiendo y bajando con la respiración agitada. Se sentía como un extraño en su propio cuerpo, incapaz de reconocer sus propias acciones. Era como si hubiera incubado una enfermedad y ahora estuviera sufriendo los síntomas.
Una risa amarga escapó de sus labios al pensar en lo que acababa de hacer. Habían pasado tantas cosas y apenas era el segundo día. Todo parecía destinado a acabar en un desastre...
O quizás no.
TBC
¿Llegaron hasta aquí?
Por favor díganme que les parece, este es de mis capítulos preferidos.
Les adelanto que el siguiente estará centrado en Sakura.
Nos leemos la próxima semana.
2/8
