Aqui les dejo mi nueva adaptación espero les guste.

**Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer al final les digo el nombre del autor


CAPITULO TRES

Qué maravilloso sueño, ella está teniendo. La playa es cálida, el sol le calienta la piel. El hombre de sus sueños está entre sus piernas, besando su camino hacia su muslo interno, más cerca. La primera lamida de su clítoris la hace estremecerse. Echando la cabeza hacia atrás, se arquea, exigiendo más, y su amante de los sueños se la da.

—Sí… —Sus caderas giran instintivamente, buscando más placer, su entrada es penetrada lentamente, no se detiene hasta que está totalmente incrustada. Cuando está unida, no puede evitar gemir. Ella puede sentir que la presión aumenta, ¡oh Dios, esto va a ser tan bueno! Un gruñido áspero hace que sus ojos se abran para encontrar a Edward entre sus piernas.

—Edward... —Su cabeza cae hacia atrás mientras él responde a su capullo, sus dedos bombean más rápido. No puede detener su llanto mientras su orgasmo explota a través de ella. Edward con avidez le da vueltas a sus jugos. Cuando se había despertado envuelta alrededor de él, había tenido que tenerla. Se había entregado a ella, era suya, y tenía la intención de mantenerla. Ayer la complació dos veces. Él también continuaría, no le daría a su novia la oportunidad de abandonarlo. Levantándose de sus profundidades dulces, sus ojos cafes llenos de humo se fundieron con los suyos mientras él la recorría, envolviéndola en su calor.

Sintiéndose a su entrada, Bella abrió más las piernas, sabiendo ella nunca se lo negaría. Cuando vacilo en ella, no pudo evitar que su cuerpo se arqueara, Dios se siente tan bien. Cuando se hunde aún más, siente que su cuerpo responde. Recordando súbitamente su orden de la noche anterior, se cierra. Aquí, tratando de distraerse, diciéndose que esto es para él, para su placer no para ella, que no lo hace. Lo que ella responde, solo su cuerpo. Edward gime cuando se hunde completamente en sus sedosas profundidades sintiendo la respuesta de su cuerpo. ¡Elogió a la Diosa! Nunca había sabido que unirse podría ser tan hermoso. Que una mujer pueda traer tanta alegría a un guerrero, algo así, placer. Verla responder cuando él le da placer le hace sentir como el macho más poderoso que jamás haya respirado. Cuando de repente se queda inmóvil, frunce el ceño, puede sentir que ella se retira de él, no físicamente, pero ya no responde.

—Bella... —Él gruñe, deseando que ella lo mire.

—Lo estoy intentando —susurra ella, con los ojos fuertemente cerrados. —No me moveré. Toma lo que quieras. —Aun así, no puede evitar que su voz se rompa o que una lágrima se escape de un ojo.

—Mírame, mi Bella. —Ordena con brusquedad al escuchar su dolor. Sabiendo que le ha roto el corazón. Las grandes manos le enmarcan la cara suavemente, su pulgar le quita la lágrima.

— Mírame pequeña... por favor. —Suplica. Los ojos de color cafe ligeramente húmedos se encuentran con un remolino verde.

— Quiero darte placer, mi pequeña. Compartir un orgasmo contigo, por favor, déjame. —Los ojos de Bella buscan los suyos, tratando de encontrar la verdad. Sabe que no sobrevivirá rechazándolo de nuevo. —Por favor, pequeña, confía en mí, enséñame lo que realmente significa unirse a una mujer. —Se abre con ella, como él no lo había hecho con nadie más, dejándola ver su deseo oculto de pertenecer verdaderamente a alguien. De que alguien le pertenezca. No es normal, no para un Volterra. Un guerrero se cría sabiendo que ninguna mujer realmente se preocupara por él, siempre buscará a otro, incluso a su propia madre. Mirando profundamente en los ojos de Edward, Bella encuentra su verdad. Puede que no haya tenido un Guía, pero debe entender que los Voltrians han perdido lo que realmente significa que un hombre y una mujer estén juntos. Para unirse. Que es más que el acto físico, se trata de conectar con esa persona que te completa, que te ama, que estará a tu lado, con errores, fallas y todo. Mira a Bella de cerca, ve sus dudas, sus miedos, puestos allí por él, por sus acciones. Hay un momento en la vida de cada guerrero cuando sabe que su próxima acción cambiará para siempre su futuro. Sucedió quince años antes, le está sucediendo ahora. Tiene que tomar la decisión correcta en este momento.

—Por favor, Bella... —Encuentra que no está más allá de rogarle.

Lentamente ella comienza a mover las caderas, inclinándose para tomarlo incluso más adentro; su gemido la animo a agarrar sus hombros de forma tentativa.

—Sí, pequeña, guíame. —Se habría reído si él no hubiera empujado profundamente, haciendola gemir. Ella, quien solo había tenido un amante, ¿Se supone que debe guiarlo a él? Sus rodillas agarran sus caderas cuando sus piernas se envuelven alrededor de su flexionando su trasero, levantándose para encontrarse con sus empujes más fuertes.

—Sí Edward más fuerte... por favor... —Su aliento tiene a Edward soltando su pasión, una pasión que se da cuenta es solo para ella.

Siente que su canal intenta absorberlo de nuevo, su grito por la pérdida hace que vuelva a aparecer.

—¡Oh, Dios!—Ella no puede detenerse a sí misma a su alrededor, sus caderas empujando, girando haciendo todo lo que puede para mantenerlo allí. Su útero se convulsiona mientras él bombea en ella repetidamente hasta que explota. Edward siente que aprieta a su alrededor, exprimiéndolo y con cada empuje pierde un poco más de sí mismo, nada se ha sentido tan bien, ella es parte de él, él es parte de ella. Cuando su placer golpea, él pierde lo último de su control y con un último empujón, se entierra tan profundamente dentro de ella que no sabe si alguna vez encontrará la salida.

Manteniéndola encerrada, Edward rueda de espaldas, negándose a perder su conexión. ¿Cómo no había sabido que algo como esto podría existir? No ha escuchado historias de otros hombres. ¿Es él el único que lo encuentra? ¿O es solo su Bella? Bella no está segura de cómo sucedió esto. Se había ido a dormir con las chicas y se había despertado con Edward para complacerla. Ayer había sido el día más confuso de su vida y justo cuando pensaba que ella había encontrado un gran consuelo en sus brazos lo había arrancado. ¿Lo haría de nuevo? —¿Bella? —Él siente su creciente tensión.

—¿A qué hora llegará el Guía? Ella necesita concentrarse en lo que realmente importa. Sus chicas.

—Pronto.

—Tengo que ducharme... limpiar... antes de que las niñas se despierten.

Separando sus cuerpos, ella se aleja de la cama solo para que su mano la detenga.

—¿Cómo te he lastimado? —Él pregunta, con los ojos llenos de pesar.

—No me lastimaste, Edward. —Le tranquiliza, pero no puede mirarlo a los ojos.

— Lo he hecho... y no quiero... Bella... —Él pone un dedo suave pero implacable debajo de la barbilla, volteándola hasta que sus ojos se encuentren.

—Sé que no habría sido tu primera opción.

—Edward... —Instintivamente, ella quiere consolarlo y se acerca para tocarlo en una mejilla, pero él se sacude y ella lo deja caer.

— Tengo que prepararme. Deslizándose fuera de su alcance, ella toma su bolso, dejándolo solo. Edward cae cuando la puerta se cierra. ¡Lo ha hecho otra vez! Él la ha lastimado. Él la complació, sabe que lo hizo, dos veces y otra vez se sintió increíble, aún así ella se retiró de él. ¿Por qué? Levantándose, va a seguirla, y luego recuerda a las jóvenes. El agarra sus pantalones del suelo, tirando de ellos, va tras Bella por algunas respuestas.

Dejando que el calor del agua fluya sobre ella, la mente de Bella divaga. ¿Qué va a hacer? ¿Cómo va a asegurarse de que sus niñas sobrevivan en este mundo extraño? Cuando no sabe si ella lo hará.

Nada tiene sentido, cada vez que piensa que ella y Edward se están acercando, algo le sucede y la sorprende. Tal vez sí necesita a esta persona la Guía. Con la mano en alto para detener la ducha, sale y se congela. Edward la mira en silencio, sosteniendo una toalla. Se mueve hacia atrás para tomarla.

—Gracias. —Se cubre rápidamente.

—Dime lo que he hecho mal. Observa mientras oculta su cuerpo exuberante de él antes de buscar otra toalla para quitarle la humedad de su hermoso y largo cabello.

—El Guía viene Edward, una vez que complete el programa, estoy segura de que lo entenderé y dejaré de cometer errores.

—Los errores no son tuyos. —Él se acerca para acariciar su mejilla.

—¿Mami? —Edward gira para encontrar a la pequeña llamada Annie detrás de él. Deslizándose a su alrededor, Bella se pone de rodillas, ignorando el frío suelo.

—Buenos días nena. Bella la acerca y la besa en la parte superior de su cabeza como si no la hubiese visto en mucho tiempo. La verdadera alegría en su voz se acerca a Edward, haciéndole desear que su madre hubiera hecho lo mismo.

—¿Dormiste bien?

—Uh uh. —Ella murmura adormilada contra su hombro, sus ojos nunca se alejan de Edward. —Tengo hambre.

—¿Qué necesita? —Edward pregunta, encontrándose frustrado por su incapacidad para comunicarse con su descendencia.

—Ella tiene hambre.

—Hare que traigan comida.

—Gracias, Edward

—Gracias, Edward. —Annie imita a su madre y en lugar de irse Edward se encuentra que está arrodillado junto a Bella, así está más cerca del nivel de Annie. —De nada, mi Annie.

—¿Qué dijo él, mami? —Ella la mira expectante.

—Dijo de nada. —Ella está sorprendida por la posesividad hacia Annie.

—¿Ve a despertar a tu hermana mientras me visto?

—De acuerdo, mami. — Felizmente, Annie se aleja.

ooooooooooooooooo

Felix se congela al ver a tres hembras comiendo en la mesa de Edward. No le habían informado que los descendientes eran hembras. ¡Él sabía que nunca la habría rechazado! Tener tres hembras...¡debería ser incluso más poderoso que su manno! Su manno. Felix se encoge... él se va a enojar porque Felix se ha perdido esta oportunidad. Están muy cerca de que Edward sea destituido de Lua. Han reunido el apoyo de otros poderosos Lords, prometiendo que recibirían la primera elección de las hembras traídas de la Tierra. Ya es bastante malo que Edward se haya unido con una, pero eso puede arreglarse. Solo es necesario argumentar que Edward es impropio y que la mujer se unirá a otro, dejando a Edward sin una descendencia que no beneficiará su posición.

Felix disfrutó ese pensamiento, pero ahora la descendencia con la que se quedará es una mujer que hace que Edward sea demasiado poderoso para derrocarlo... todavía tiene una oportunidad de solucionar esto. Su mirada intensa hace que las jóvenes hembras se acerquen más a su madre, sintiendo una amenaza.

—Niñas —dice Bella, bloqueando la vista de Felix de sus hijas. A ella no le gusta la forma en que él las mira. —Tomen sus maletas y vayan a la otra habitación, vístanse y quédense allí hasta que yo venga por ustedes.

—Sí, mami. —Las niñas rápidamente escapan.

—Señor, me informaron que necesitabas un guía. —Felix se aleja, mientras sus ojos continúan mirando hacia la puerta a través de la cual han desaparecido las niñas.

Edward mira de cerca a Felix y ve su interés en sus hembras. Felix es el primer hijo masculino de Aro Vulturi, un poderoso y el ambicioso Lord que controla la Región de Etruria en Volterra. También tiene una hembra que se ha mantenido con él durante casi cinco años, y le dio un segundo macho. Edward sabe que los Vulturi quieren ser rey de Lua. Que está planeando que lo retiren. Querrá a las mujeres de Edward. ¡No las conseguirá!

—¿Dónde estabas cuando Bella se despertó, Felix? —El tono severo de Edward atrae la mirada de Felix hacia la puerta.

—La trajiste al educador, era tu responsabilidad guiarla. Podría haber sido herida.

—Ella no debería haber retirado el educador. —Felix afirma sin rodeos, negándose a responsabilizarse por las acciones de una mujer. Él es el Minor Felix Vulturi, primer hombre de Lord Aro.

—¡Era tu tarea y honor encargarte de ello! Solo lo preguntaré una vez más Minor Felix. ¡¿Dónde estabas?!

La voz de Edward se vuelve aún más áspera a medida que su ira crece.

—Estaba descansando en mi habitación. —Felix saca sus ojos ardiendo ante el tono de Edward.

—Es tu deber que te quedes hasta que se complete el programa.

—No necesito que me digan mis deberes, señor. —Felix se burla de él. —No debería haberse despertado. Si se hubiera quedado dormida, habría estado allí.

—¿Estás culpando a mi mujer? —Edward se levanta lentamente y Felix se da cuenta de lo lejos que está sobrepasado. A las mujeres nunca se les culpa por nada.

—No, sire, nunca.

—Completará el programa, ella no puede acceder a la información que el educador ha implantado. —Ordena severo.

—Sí, señor. —Felix voltea los ojos fríos a Bella.

—Acuéstate. —Él ordena.

Bella ha estado siguiendo el intercambio y no puedo creer la arrogancia de este personaje de Felix. No hay manera de que la toque a ella o a sus niñas.

—Edward, —le da la espalda a Felix, sin darse cuenta del insulto que acaba de hacer. Darle la espalda a un guerrero significa que no le temes. Que no es una amenaza. En algunos casos, es un signo de confianza, no aquí.

—Sé que esto es necesario, pero no por él.

Tiene que haber alguien más que esté calificado, alguien que no haya demostrado su total desprecio por mi seguridad.

—Edward mira a esta pequeña mujer que la diosa le había confiado, comprendiendo al instante.

—Te preocupa que te haga daño. —Su voz se suaviza instantáneamente cuando habla con ella.

—Él no toma sus deberes en serio, no le confío a mis niñas a alguien que no lo hace.

—¡La obtuve! ¡La traje aquí! Ella no tiene derecho a desafiar mi derecho a guiarla —declara Felix enojado.

—¡Silencio Felix! Mi Bella hace un punto válido. Le has fallado al no estar allí para guiarla, y una vez más, al no admitir tu error de que no tenía descendencia. ¿Por qué debería confiar en ti ahora? ¿Por qué debería confiar en ti? —Felix adquiere un tono enfermizo de naranja, lo que Bella asume es cómo un Voltriano amarillo se pone rojo. —Envía a Emmett para completar el programa.

—Ordena severo

—¡No puede hacer esto! Soy el primer hombre de... —Felix comienza, solo para ser cortado.

—¡Soy el rey Edward! ¿Me desafías, Felix?— Su voz es letal. Si es así, registremos tu muerte. —Bella observa a Felix encogerse en sí mismo.

—No, sire. —Él susurra, incluso mientras se encoge, Bella puede ver la rabia dentro sus ojos.

—¡Entonces envía a Emmett! —Edward reclama y le da la espalda a Felix y luego a Bella.

—¡Sí, señor! —Felix sale corriendo de la habitación.

—Bueno, no hice un amigo allí, ¿verdad?— Pregunta mientras ella se aleja de él.

—Lo siento, Bella, —ella oye el arrepentimiento en su voz.

— Debería haber considerado que desconfiaras de él.

Ella está asustada. Sus cicatrices se vuelven aún más pronunciadas cuando se da cuenta de que la ha asustado. —¿Edward? —Ella no sabe qué puso esa mirada áspera en su rostro, pero ella tiene que decirle sus otras preocupaciones, tiene que proteger a sus hijas.

—¿Qué pasa mi Bella? —La posesividad que él le da a su nombre toca algo muy profundo, que pertenece a alguien otra vez... ha pasado tanto tiempo. Sacudiéndose de la sensación, se concentra en lo que necesita hacer.

—Este programa de aprendizaje en el educador, ¿es lo mismo para todos?

—Sí. —No está seguro de por qué está preguntando pero se da cuenta de que tiene una razón. —Fue desarrollada para que los no Voltrianos comprendieran, nuestra historia. Se ha desarrollado durante muchos años. La Emperadora Victoria y tu son las primeros de su especie en usar el programa.

—¿Las mujeres Voltrian también utilizan este programa?

—No. —Él le da una mirada confusa. —¿Por qué lo harían? Se crían en nuestra sociedad.

—Entonces no quiero que las niñas reciban el programa completo.

—Ella puede ver que lo ha confundido y le explica más. —Sé que necesitan el programa de idioma y la historia, pero el resto... las interacciones entre hombres y mujeres... las pueden aprender a medida que crecen, como lo hacen todos los Voltrianos.

Edward le da una mirada de consideración, al darse cuenta de que tiene razón, otra vez. Darles a las pequeñas información adulta podría causarles un gran daño y él nunca lo permitiría. —Entiendo tus preocupaciones y estoy de acuerdo contigo. —Él ve que la ha sorprendido.

—No permitiré que ningún daño venga y dañe a nuestras niñas, mi Bella. Les prometí aceptarlas y protegerlas y yo lo haré, —él le sonríe levemente. —Incluso si a veces tienes que decirme cómo hacer eso.

—Realmente no sabes nada acerca de las niñas, ¿verdad? —Ella le da una mirada evaluadora.

—No. Nunca he estado cerca de ellas. No conozco a ningún guerrero que tenga, pero estoy dispuesto a aprender, especialmente si también te complace. —Él se movió lentamente para pararse frente a ella. —No quise que te asustaras, mi Bella. Mi ira estaba con Felix, no contigo. No debes temerme nunca, porque yo entregaría mi vida antes de lastimarte a ti o a las niñas.

—Bella levanta la vista en un momento confuso antes de que ella entienda lo que él está diciendo. De alguna manera, saber que está siendo honesto.

—¿Por qué? ¿Por qué dirías una cosa así? —Ella susurra, necesitando entender.

—Realmente no entiendes lo que has hecho, ¿verdad? —Su declaración tiene un aumento de su opinión.

—Aprenderé.

—Yo también tengo mucho que aprender. Mi Bella. Tú no eres de Volterra. —Él la observa ponerse rígida aún más. —Me sorprende lo mucho que me agradas. —Sigue observándola de cerca. —Eres diferente de la mejor manera. —Lentamente se acerca para correr un nudillo a lo largo de su mandíbula. —Eres tan frágil, tu piel es tan suave y aún así me permites que te toque. Incluso pareces disfrutarlo. Confusión honesta llena de ojos. —Tu descendencia...te importa, las proteges incluso si eso significa arriesgarte. No es así cómo son nuestras hembras... pero deberían serlo.

—¿Qué quieres de mí? —Susurra, mirando cómo se oscurecen sus ojos.

—Lo quiero todo. Todo lo que yo ni siquiera sabía que era posible. ¿Puedes entenderlo mi Bella? Haré lo que sea necesario para hacerte feliz, para que nunca quieras dejarme. No sobreviviré perdiendo la única felicidad verdadera que he tenido en mi vida.

Bella lo mira en estado de shock. No había esperado tal declaración de él, al menos no algo como esto.

—Edward... —Él pone un dedo firme pero suave en sus labios.

—Me has dado más placer de lo que cualquier guerrero tiene derecho a esperar. Eres mía Bella y no te entregare. Has abierto mi mundo, me has dado niñas y yo no las entregaría tampoco, no por lo que representan, sino porque son parte de ti.

Un golpe en la puerta le impide responder.

—Ese es Emmett.

Él se aleja, solo para que ella lo detenga. —¿Entonces te encargarás de ello? ¿El programa? ¿Te asegurarás de que no haya nada dañino en eso?

—¿Me confiarías a mí la codificación del educador? —No puede ocultar su sorpresa.

—No confiaría a nadie más con las niñas. —Bella observa cómo las emociones cruzan la cara de Edward antes de que el asienta con la cabeza.

—Programaré personalmente al educador mi Bella, no les sucederá ningún daño. Ve a buscar a nuestras niñas mientras informo a Emmett. —Asintiendo, se vuelve hacia el dormitorio.

—¿Me llamaste, señor? —Emmett entra en la habitación.

—Sí, Emmett, —espera a que Bella salga de la habitación, antes de continuar. —Bella necesita completar el programa de educación y guiarse en cómo acceder a el...

—Felix…

—Es inaceptable. —Edward lo interrumpe. —Para Bella y para mí.

La guiarás a ella y a nuestras niñas.

—¿Niñas? —Emmett le da una mirada confusa.

—Es la palabra de la Tierra para las hembras jóvenes. —Le informa.

—Me das un gran honor, señor permitiéndome Guiar a tu mujer...

—Ella es mi Reina Emmett. —Edward lo corrige.

—Tu Reina… —Emmett no puede ocultar su conmoción.

—Sí. —Edward hace una pausa mientras Bella regresa con las niñas.

—Tengo una petición si crees que es apropiada. —Ella mira a Edward.

—¿Qué es mi Bella? —Emmett está sorprendido por la dulzura de la voz de su Rey.

—Me gustaría que las niñas me vean completar el programa primero. Les ayudará a comprender lo que está sucediendo y calmar sus temores. —Edward mira a Emmett.

—¿Tienes el educador? —Pregunta él, estudiándolo cuando Edward se lo entrega.

—Solo quedan diez minutos del programa, ya no estaba enviando ondas de penetración profunda cuando lo retiraste. —Él le da a Bella una sonrisa tranquilizadora. —Las jóvenes no deberán temer al proceso. —Al escuchar a Emmett, Edward, se da cuenta de lo cerca que había estado de nunca haber conocido a esta increíble mujer. La habría perdido a ella y a sus niñas.

—Hay otra cosa más, el programa de aprendizaje para las niñas será sólo lenguaje e historia, personalmente me ocuparé del programa.

—¿Mi Rey?

—Bella quiere que aprendan las maneras Voltrian de la misma manera que lo hacen los jóvenes Voltrianos, estoy de acuerdo con ella.

—Eso tiene sentido mi Rey. —Emmett asiente en comprensión.

—Niñas, este es Emmett. Nos trajo nuestras comidas la noche anterior, ¿recuerdan? —Emmett observa a las niñas que lo miran fijamente, especialmente a la más pequeña. —Esta es Carly.

— Indica a la chica más alta. —Y esta es Annie. —Bella sonríe ante la evidente fascinación de Annie con Emmett. Discúlpala, Emmett, el color favorito de Annie es el azul, y tú eres muy...

—Azul. —Termina por ella. Sonriendo, se arrodilla y levanta la mano lentamente girándola. Annie puede ver el azul más claro en el otro lado. Ella le sonríe. Después de un momento, Bella se dirige al sofá.

—Muy bien, niñas, esto es lo que está pasando. Ya saben lo que dije que pronto serían capaces de entender a Edward como yo. Bueno, para eso está aquí Emmett.

Va a poner estas gafas especiales en tus ojos, llamados educadores. —Ella les muestra el dispositivo. —Y yo voy a ir primero.

—Pero mamá, ya entiendes a Edward. —Carly interviene, pareciendo confundida.

—Sí, nena, pero estaba tan emocionada de ir a por ti y Annie que no terminé el programa, así que voy a terminarlo ahora, de esa manera ustedes dos pueden ver exactamente lo que va a hacer.

—¿Te dolerá a mami? —La temblorosa voz de Annie tiene a ambos hombres tensos.

—No, nena, no dolerá, lo haré. Te muestro. —Ella le da a Emmett una mirada aguda y luego se acuesta. —¿Por qué no se ponen de pie junto a Edward? —Con una última mirada a ellas, respira profundamente y deja que Emmett ponga al educador en sus ojos.

Edward mira a su hembra, asombrado por su valentía. Tiene todo el derecho de luchar para volver a tener el educador, pero por sus hijas lo hace. El suave toque contra su pierna lo tiene mirando hacia abajo para encontrar a Annie acurrucada. Sus ojos, pegados a su madre, mientras busca consuelo y seguridad de él, todo saldrá bien. Cuidadosamente, pone una gran mano en su pequeña espalda. Cuando envuelve sus pequeños brazos alrededor de su muslo, él está asombrado, momentos más tarde, Carly hace lo mismo. Mira hacia abajo a las cabezas de color castaño y se da cuenta de que confían en él, gracias a Bella. Confían en él para protegerlas, consolarlas, no puede pensar en nada que haya hecho para ganarse su confianza y aun así se la dieron a él. También Bella.

Él la mira, sin moverse en el sofá, Emmett habla en voz baja y sabe qué hará lo que sea necesario para no decepcionarlas.

Bella podría haber jurado que el educador continuaba cuando Emmett lo quita con cuidado. —¿Cómo te sientes? —Preguntó, observándola de cerca. Sentándose con cuidado, sus ojos buscan a las chicas inmediatamente. Verlas envueltas alrededor de las piernas de Edward la hace detenerse.

—¿Mi reina? —No es hasta que Edward frunce el ceño que Bella se da cuenta de que Emmett está hablando con ella.

—Bien, la última vez me mareé mucho. —Asintiendo, Emmett continúa observándola.

—Eso es porque se retiró muy pronto. ¿Sabes cuál es la función del Serai?

—Para asegurarse de que ustedes chicos tengan sexo. —Bella le lanza a Emmett una mirada molesta a la pregunta. Pensar en un Serai tocando a Edward le enoja. A ella no le importa lo que sean.

—¿Disculpe? —Emmett no entiende su respuesta.

—Es una criatura animada hecha de las arenas de Creata. —Bella suspira pesadamente. —Simulan a las hembras de Voltrian para que los machos de Voltrian puedan tener liberación sexual ya que las hembras son tan escasas.

—Eso es correcto. —Emmett asiente aliviado.

—Hacen un trabajo bastante pésimo en eso también si me preguntas. —Bella continúa diciendo.

—¿Qué? —Las mejillas de Emmett se vuelven de color púrpura.

—¿Acabo de avergonzarte, Emmett? —Bella no puede dejar de divertirse de que este gran guerrero se avergüence de hablar sobre sexo.

—Yo... —Él mira a Edward en busca de ayuda solo para encontrarlo con una sonrisa.

—Confía en mí, Emmett, pueden estar bien si te encuentras con una mujer Voltrian, pero si estás interesado en una persona de la Tierra, te enseñaré que es bastante inútil.

De pie, ella le da un último consejo. —Y para ser honesta, tus hembras realmente están jodidas. —Ella se acerca a Edward. —Así que, niñas, están listas para poder decirles a estos hombres ¿Qué hacer?

—¡Sí! —Ambas niñas responden con entusiasmo. Edward levanta una ceja y ella solo se encoge de hombros, dándole una sonrisa inocente.

—¿Quieres hacer las dos niñas al mismo tiempo? Emmett la mira interrogativamente.

—Sí, estaré más relajada de esa manera. —Bella le informa.

—No traje un segundo educador. —Él mira a Edward.

—Recupera uno y regresa. Quiero esto hecho. —Ordena severo.

Él quiere poder hablar con sus niñas, escucharlas. —Todavía necesito adaptar el programa. —Advierte Emmett.

—Estará adaptado cuando regreses.

—Sí, señor.

Las chicas yacían confiadas en el sofá mirando a su madre y a Emmett.

—¿Quién va primero? —Bella pregunta.

—Soy la mayor, siempre voy primero. —Carly habla y Bella sonríe, su pequeña guerrera, ella siempre va primero, protegiendo a su hermana. Asintiendo, ella le da su permiso a Emmett. Después de unos minutos, él pone a Annie. Treinta minutos más tarde, Carly se queda mirando confundida. —¿Estás bien, nena?— Bella se deja caer ante sus preocupaciones.

—¿Sabes que el hermano de Edward es el Emperador? —Ella susurra haciéndoles saber que el programa funcionó.

—Sí nena, lo sabía. —Carly le dio a Edward una mirada confundida.

—¿Qué hace un Emperador? Edward lanza su cabeza hacia atrás y se ríe, una carcajada completa que tiene a Bella sonriendo mientras Emmett se queda atónito. ¡El rey no se ríe!

—Me lo he preguntado muchas veces, Carly. Cuando le preguntes, quiero estar allí. —¡Puedo entenderte! —Ella aplaude con entusiasmo.

—Sí, puedes. —Carly mira a Emmett. —Despierta a Annie, ahora.

—Ella ordena. —Quiero asegurarme de que ella también pueda hablar con Edward.

—Solo un poco más, pequeña —Él promete.

Sabiendo que Carly va a discutir, Bella la toma de la mano y se la lleva.

—Vamos Carly, démosle un poco de espacio a Emmett. Annie estará despierta pronto.

—¿Lo prometes mami? —Mira por encima del hombro a su hermana.

—Lo prometo.

— Mami... —Minutos después, la vocecita de Annie la llama.

—Aquí estoy, nena. —Emmett se aparta, dejando que Bella tome su lugar.

—Mami, sabías que Edward es un Rey. —Bella tiene que sonreír.

Sus chicas están tan fascinadas con Edward como ella.

—Sí, nena, lo sabía. —Annie mira a Edward insegura y luego susurra en su oído. Amagando una risa, Bella mira hacia abajo.

—¿Por qué no le preguntas a él?

—¿Qué quieres saber, pequeña? —Edward pregunta mientras disfruta del brillo en los ojos de Bella.

—¿Tu fuiste rana? —Bella se ríe de la expresión perdida de Edward.

—La rana se convirtió en un Príncipe Annie, no en un Rey.

—Carly informa a su hermana con ese tono superior que solo las hermanas mayores pueden lograr.

—¿Cuál es la diferencia? —Annie responde y es el turno de Carly es parecer confusa.

—Un príncipe es el hijo del Rey. —Bella les dice que terminen la discusión antes de que comience.

—Oh... —Las niñas responden al unísono. Edward y Emmett, aunque confundidos, están fascinados por la conversación de las hembras. Nunca antes habían estado expuestos a una familia de hembras y eso es lo que son una familia.

—¿Qué se le dice a Emmett, niñas? —Bella pregunta y dándose la vuelta, forman un coro.

—Gracias, Emmett.

Él mira a Edward. —Realmente has sido bendecido mi Rey.

—Creo que todos lo hemos sido Emmett. —Cruzando los brazos, Edward se encuentra sonriendo.

El resto del día pasa rápidamente con las niñas comparando sus nuevos conocimientos y Edward pacientemente respondiendo sus interminables preguntas. Está asombrado de cómo funcionan sus mentes. Miran las cosas de manera tan diferente a como lo hacen los Voltrians, ¿o es solo que sus hembras? Encuentra que no quiere irse cuando es hora de que ajuste su rumbo. Prometiendo regresar poco después se va, asegurando la puerta.

—Muy bien, chicas. —Bella ordena un rato más tarde.

—¡Pero mami!

—No Carly hasta que pruebes un bocboc, no puedes decir que es mejor un pb&j, y Annie no puedes decir un pb&j es mejor que un bocboc. Ahora es el momento de una ducha, las dos, adentro.

—Sí, mami. —De inmediato están de acuerdo, pero ella sabe que continuarán su discusión en la ducha. La vida de una madre soltera. Recortando su cabeza en el respaldo del sofá, ella frunce el ceño, ¿eso es lo que es ahora? ¿Una madre soltera? Ella tiene Edward. Él acordó en aceptar y proteger a sus niñas. Ahora sabe que eso lo convierte en su padre, o manno, pero qué significa para él. Las mujeres son el poder de los Voltrianos. ¿Sólo le importará el poder que le da tenerlas, como Diego? ¿O realmente las amara como suyas? Deseando solo lo que es mejor para ellas. Sacudiendo la cabeza, sabe que solo el tiempo lo dirá.

Al darse cuenta de que ha estado en silencio durante demasiado tiempo, se dirige a la sala de limpieza para ver qué problemas han encontrado las chicas. Un golpe en la puerta exterior la detiene, ella considera qué hacer. Está en una nave extraterrestre con sus hijas y Edward no está aquí. Le aseguró que sus aposentos estaban seguros, que estaban a salvo. Aun así no tomará ningún riesgo, no con sus hijas. Ya hizo enojar a un Voltriano hoy. La decisión fue tomada, ella ignora los golpes. Cuando la puerta se abre repentinamente, se da vuelta sorprendida cuando tres grandes machos llenan el salón.

—¡Fuera! —Ordena, haciendo todo lo posible por intimidar.

—Estamos aquí para llevarte a ti y a tus hembras a un protector más apropiado. —El macho verde le informa.

—¿Perdón? —Bella exclama incrédula. —¡He elegido a mi protector! ¡Ahora salga!

—No había sido guiada adecuadamente en el momento de su elección. No puede ser retenida. Se ha elegido un macho en forma para usted y su descendencia. —El macho verde la agarra del brazo.

—No me toque —Ella se suelta —No pelees conmigo pequeña hembra. No querrás que te haga daño.

—¡Mami! —Los tres machos se congelan al ver a las niñas.

—¡Vuelvan a la sala de limpieza, niñas! —Bella ordena bloqueando la vista de los machos. —Te lo diré por última vez, y luego me enojare. ¡Fuera! —Cuando el líder la agarra de nuevo, ella grita

—¡Edward! —Conduciendo su rodilla hacia arriba en la ingle del bastardo verde, él cae inmediatamente, soltándola. El rugido que responde a su grito hace que el color restante de los machos se desvanezca. Edward entra en la habitación seguido por Emmett y Jared. La ira en su rostro hace que incluso Bella retroceda un paso.

—¡Te atreves a atacar a mis hembras! —Edward agarra al más cercano y lo lanza de cabeza contra la pared del fondo, donde se estampa el piso. Antes de que pueda hacer lo mismo con el resto del macho, se arrodilla y baja la cabeza.

—Señor, seguimos las órdenes del Minor Felix.

—¡Crees que Felix puede ordenarte que te lleves a mi Reina! ¡Mi descendencia! —Edward inclina su voz, si fuera posible, el macho se habría puesto blanco. —Señor...

—El macho comienza a temblar.

—¡Vete mientras aún respiras!— Se gira hacia el macho, tirado donde Bella lo ha golpeado, él se acerca a ella.

—¿Estás lastimada? —Sus ojos verdes se abalanzan sobre ella, enfocándose en las barras rojas que estrechan su brazo.

—No. —Susurra, observándolo con cautela.

—Mami... —Voces asustadas hacer girar rápidamente a Bella.

—¡Te dije que regresaras adentro! Edward manejará esto. —Con una última mirada por encima de su hombro, las empuja hacia la sala de limpieza. Edward se agacha, mirando al macho que ahueca sus pelotas. —Tocaste a mi reina. —Su voz se volvió como la muerte.

—Ella nunca fue guiada apropiadamente. —Él jadea. —Ella tiene el derecho de elegir a un hombre adecuado, uno que pueda protegerla a ella y a sus crías.

—Ella las protege a ellas y a ella misma bien ¿No lo crees Paul? Quizás mi reina debería entrenarte. —Su orgullo en Bella se escucha fácilmente. —¿Por qué la llevabas a Felix? —Cuando él no responde lo suficientemente rápido, Paul encuentra el poco de aliento que había recuperado, cortado por la mano de Edward alrededor de su garganta. Luchando, descubre quién es realmente el guerrero superior. Edward lo libera momentos antes de que se desmaye.

—¡Por qué! —Él ruge.

—¡Para que ella y sus crías puedan ser educadas apropiadamente! —Él se atraganta.

—Educadas adecuadamente… — Edward palidece ante el pensamiento de cómo Felix lograría esto.

—Sí, Felix cree que corrompiste la programación, influyendo en la elección de la mujer, para que no perdieras tu posición como Rey. —

—Jared —Edward se pone de pie. —Paul será acusado de agredir a mi Reina.

—¿Señor? —Jared está tan conmocionado como Paul.

—Él entró en un lugar seguro, con la intención de robar a mi Reina y mi descendencia. Puso las manos sobre ella, dañándola, será acusado.

—Dice que estaba siguiendo las órdenes de Minor Felix, señor. El heredero de su señor. —Jared le recuerda

—Si Felix concede eso, entonces consideraré cargos menores.

—La mirada de conocimiento en los ojos de Paul de que Felix nunca lo admitirá. Es una sentencia de muerte para un hombre hacerle daño a una mujer.

—¡Que lo acusen capitán!

—Si, Rey Edward. —Jared hace una reverencia, antes de levantar a Paul del piso, obligándolo a salir de la habitación.

—Emmett.

—Sí, mi Rey.

—Quiero un informe detallado, desde el momento en que Bella abordo hasta que la tomé para recuperar a su descendencia.

Incluye todos los elementos visuales y material de apoyo. Incluye una copia de la grabación no editada del centro de comando.

—Se hará, señor. —Los ojos de Emmett son serios cuando se encuentran con Edward. —Este es un ataque directo contra ti mi Rey

—Sí. Necesito saber qué más está planeando Felix.

—Sí, mi Rey. —Emmett duda.

—¿Qué? —Edward exige

—¿Realmente crees que Felix la habría lastimado? ¿Si él hubiera completado el programa?

—Sí, lo creo. —Su mandíbula se contrae con el pensamiento.

—Te conseguiré lo que necesitas para proteger a tus hembras, mi Rey. —Con una rápida reverencia, se va.

—Mami, ¿qué está pasando ahí fuera? —El miedo en los ojos de Annie rompe el corazón de Bella. Ella siempre se mostró honesta con sus niñas, era necesario con la enfermedad de Mike. Aún así, solo son niñas. Literalmente, han entrado en un mundo extraño y si ella las quiere a salvo, hay cosas que necesitan saber.

—Hay algunos hombres, que no quieren que nos quedemos con Edward. Ellos creen que nos hará daño.

—¡Pero él no haría eso mami! —La fuerza de la convicción de Annie sorprende a Bella.

—No nena, él no lo haría. —Ella está de acuerdo.

—Entonces, ¿por qué? —Carly exige.

—Por la forma en que se ve nena. Hay Voltrianos que creen que debido a sus cicatrices no se le debe permitir tener una familia, porque no puede protegernos.

—Pero eso es una tontería, mami. Detuvo al tío Diego. Detuvo a esos hombres. —Carly le da una mirada confusa.

—Sí, nena, no dije que tuvieran razón, solo que piensan que sí la tienen.

—¿Nos pueden alejar de Edward mami? —Dos pares ojos llenos de miedo la miran.

—No nenas, Edward nos protegerá. Arrodillándose, las abraza y reza porque no esté mintiendo. —Ahora se suponía que las dos se estarían preparando para ir a la cama, así que, a la ducha, iré a ver cuánto falta hasta la cena.

—Sí, mami.


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