Aqui les dejo mi nueva adaptación espero les guste.
**Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer al final les digo el nombre del autor
CAPITULO SEIS
El día amanece para encontrar al Rey y la Reina enredados en su cama, observando el amanecer. Apartando la mirada de su belleza, Bella se apoyó sobre un codo para mirarlo.
—¿Cuál es tu pregunta mi Bella?
—¿Por que es todo el mundo está tan sorprendido cuando dices que soy tu reina? Eres el rey Edward, ¿por qué no lo seria? ¿Ser tu reina?
—Los ojos de Edward están llenos de indecisión.
—¿Edward? —Él siente que ella comienza a tensarse. —¿Qué es lo que no sé?
Con un profundo suspiro, él se sienta manteniéndola cerca, sus manos acariciándola. —En la antigüedad, cuando el rey decidía unirse a una mujer, ella siempre se convertía en su reina. —Sin decir nada, ella espera. —Una vez que una mujer acepta el título, ella siempre estará unida a ese hombre, incapaz de unirse a los demás.
Cuando las hembras se hicieron menos, se decidió que el título ya no podía ser forzado en la hembra. Ella debe aceptarlo voluntariamente. Han pasado más de quinientos años desde que ha habido una Reina sobre Lua. Solo al unirse al Emperador el título sigue siendo obligatorio. —Podía verse la mente trabajando, clasificando lo que él le ha dicho.
—¿Por qué no querría ella el título? ¿No aseguraría su lugar en la sociedad? ¿Ser reina?
—Sus dedos se mueven distraídamente sobre su pecho.
—Quizás, pero así terminaría su oportunidad de convertirse en Emperatriz y ese es el objetivo de todas las mujeres.
—Pensé que sus hembras eligen con quién unirse, no el macho.
—Un macho puede negarse. Es algo inaudito, excepto por el Emperador.
—¿Porque hay tan pocas mujeres?
—Sí. Para un hombre que rechace la solicitud de una mujer puede hacerse, pero luego las posibilidades de que el hombre consiga tener una unión es pequeña.
—Excepto el Emperador, él puede negarse.
—Sí, y James lo hizo después de la muerte de su primera Emperatriz. Él tuvo dos hijos varones y decidió que a otros se les debe dar la oportunidad de unirse.
—¿Su primera emperatriz murió? ¿Que pasó?
—Ella estaba en una excursión y de alguna manera ingirió una baya skua. Nadie sabe cómo. Había arbustos en la zona pero no habían ido cerca de ellos. Algunos piensan que un pájaro los dejó caer en su plato. Había uno en casa de Heidi también, pero ella todavía tenía que comerlo.
—¿Heidi? ¿Tu Heidi? —Bella se puso rígida.
—Ella nunca fue mía. —Edward negó.
—No discutas semántica conmigo Edward. Si tu no habrías sido emboscado ella lo habría sido.
—Estás molesto.
—Él le dio una mirada confusa. —¿Te molesta que ella estuviera allí?
—No. —Sin embargo, Bella se da cuenta de lo que es. Está celosa de que Edward sepa dónde estaba la mujer que lo había rechazado.
El se mantenía al tanto de ella.
—Mi Bella. —Él inclina con su cara arriba de la suya, con un dedo firme. —Dime.
—Todavía te preocupas por ella.
—¿Por quién? ¿Heidi?
—Llevas un registro de dónde está ella. —Ella descubre que no puede mirarlo a los ojos.
Ella no tiene derecho. Cuando el había estado solo, ella había tenido a Mike. Dios no es mejor que una mujer Voltriana.
—Mírame mi Bella. —Él ordena. —¿Porque estas molesta?
—Porque soy una perra —le dice con impaciencia. —Estoy celosa de que hayas seguido a una mujer quien te lastimo tanto y no tengo ningún derecho.
—Mientras desnuda su lado feo, Edward le sonríe lentamente.
—¡Para eso!—Ella exige. —No deberías estar sonriendo.
Deberías gritarme por ser tan egoísta.
—Crees que me preocupo por ella. —Su sonrisa crece —Estás celosa de alguien que no he visto desde que ella era una niña.
—Pensé que habías dicho que nunca la habías conocido. —Ella contesta.
—Nunca lo hice, dije que la había visto. El padre de Heidi era el capitán de la Guardia de Élite de mi padre. Ella creció arriba en el palacio.
—¿Pero nunca la conociste? —Ella no puede quedarse con la confusión fuera de su voz.
—Nunca se hubiera permitido. No hasta que ella estuviera dispuesta a unirse.
—¿Cuántos años tenía ella cuando te contactó?
—Diecisiete.
—Pensé que dieciocho años era lo más temprano que una mujer podía unirse.
—Lo es, pero cuando estaba proclamado rey, Heidi le pidió a James que le permitiera unirse. Su padre fue muerto en la misma batalla que el rey Caius, el hermano de mi padre, el ex rey de Lua.
Ella temía que se vería obligada a unirse a pesar de sí misma debido a su muerte y desde que James ya estaba unido ella me eligió.
—Espera... espera... déjame ver si entiendo esto. Heidi creció en la misma casa que tú.
—Volterra es la casa del universo civilizado, sí.
—Tranquilo. Pero nunca la conociste, solo la viste, y cuando su padre fue asesinado ella quería asegurar su posición, así que te eligió porque te habían nombrado Rey.
—Sí, pero si James muriera sin un heredero, lo reemplazaría para que ella aún pudiera convertirse en Emperatriz.
—Devolviéndola a Volterra.
—Sí. —Bella sacude la cabeza.
—Tus hembras son un grupo intrigante Edward.
—Lo son, pero son esenciales para nuestra supervivencia.
—Así que de vuelta a la pregunta original. Tu gente cree que preferiría tener la oportunidad de ser Emperatriz que ser tu reina... y luego estar contigo.
—Sí.
—Supongo que tendremos que mostrarles eh. —Bella le sonríe.
—No. Solo me enseñas cosas a mi. —Su sonrisa sexy hace bombear su sangre, recordándole cómo ella le había mostrado sus cicatrices y no le importaban.
—Puedo vivir con eso. —Ella susurra, estirándose seductoramente para besarlo. Edward se engancha a ella. Sus labios listos para besarla cuando las risitas lo congelan. Separando sus labios, mira hacia el borde de la cama, para encontrar dos pequeñas. Las chicas las miran con avidez. Los ojos en pánico de Bella parpadean, que deja caer su cabeza sobre su pecho desnudo.
—Buenos días, nenas—dice, volviendo la cabeza para mirarlas.
—Buenos días, mamá… buenos días Edward. —La risa regresa.
—Buenos días pequeñas. —Edward se mueve rígidamente debajo de ella.
—Nenas, ¿por qué no van a vestirse y arreglar su habitación mientras preparamos el desayuno?
—Está bien, mami. —Todavía riendo, agarran sus bolsas.
—Bienvenido al mundo de la paternidad. —Bella le sonríe.
—Vamos a bloquear la puerta.
—Ellas sólo van a golpearla. Vamos, solo tenemos unos minutos antes de que vuelvan y confía en mí, tan bonito como es tu trasero desnudo, no necesitan verlo.
—Bella se desenreda de él.
—¿Te gusta mi culo? —Edward pregunta tirando de sus pantalones para dormir. —Sabes que sí. —Poniéndose el camisón, ella se mueve para hacer la cama.
—Ven aquí. —Ordena, señalando el lugar justo delante de él.
—Edward... —Aunque ella protesta, lo obedece.
Hundiendo los dedos en su cabello, él captura su boca para un profundo beso. —Buenos días. —Susurro contra sus labios sin aliento.
El desayuno es un asunto ruidoso. La buena noche de sueño tiene a las chicas refrescadas y llenas de energía.
—Así que chicas, hoy vamos a limpiar su nueva habitación.
—Ahhhh... —Ellas gimen.
—No, ustedes dos no me ahhhhh; a mi. Algunos de los hombres de Edward vienen a ayudar, por lo que no debería tomar mucho tiempo y una vez que este limpio, Edward tiene una sorpresa para ustedes.
—¿La tienes? —Dos cabezas se vuelven como una hacia él.
—Es su madre la que se las debe dar.
—Edward. —Bella le da una mirada exasperada. Ella penso que habían resuelto esto.
—Es tuya mi Bella.
—Mami, ¿de qué está hablando Edward? —Carly exige.
—No lo descubrirás hasta que tu habitación esté limpia, así que, ¿qué dices? ¿Empezamos?
Bella decide que la habitación no se ve mejor a la luz del día.
Respirando hondo, ella camina adentro y se vuelve hacia sus niñas.
—Bueno, no se queden ahí paradas. Tenemos trabajo que hacer, comenzando con la apertura de estas ventanas. Camina hacia ellas y Bella separa las pesadas cortinas enviando una nube de polvo ondulando por la habitación. Tosiendo, abre la ventana, la brisa fresca hace que salga aún más polvo de las cortinas de las ventanas.
—¡Mami! —Sus chicas se están riendo y tosiendo.
—Bueno, esto es simplemente ridículo. Alcanzándolas ella agarra las cortinas tirando de ellas hacia abajo. —Venga chicas, todas se están yendo. —Riéndose tontamente, se apresuraron a ayudarla a tirar y así es como Edward y Amun las encontraron cubiertas de polvo y riendo.
—Bella... —Se da la vuelta con aire de culpabilidad y luego le sonríe.
—Oh Edward, ahí estás. Pensamos que empezaríamos sin ti.
—Puedo ver eso. —Frunce el ceño ante las cortinas que ahora están en el suelo. –Podrían haber salido lastimadas.
—Sí, bueno, las cortinas tienen que irse, están tan llenas de polvo que dudo que incluso sean lavables.
—Podrías haberte lastimado.
—Solo por inhalación de polvo, así que ahora que están abajo podemos llegar a la limpieza seria.
—Hombres de confianza estarán aquí en breve para preparar la habitación Senior. –Amun se dirige a Edward. –Si me dijera lo que quieren tus hembras, podrían retirarse a su habitación. Les avisare cuando hayamos terminado.
—No lo creo. —Bella dijo primero. —Las chicas y yo estaremos aquí ayudando.
—Señor. —Amun le envía una mirada desesperada. –Son hembras.
—Me alegra que hayas notado a Amun —informa Bella con sarcasmo. —Pero eso no significa que seamos indefensas, las niñas ayudarán, de lo contrario no apreciarán lo que se les da.
—La boca de Amun cayo abierta, no solo por lo que ella había dicho, sino porque se dirigió a él, directamente.
—¿Qué he hecho mal ahora? —Ella mira a Edward con exasperación.
—Las hembras solo se dirigen a los machos directamente cuando desean unirse a ellos.
Edward frota la parte de atrás de su cuello. Debería haber anticipado esto.
—Entonces, ¿cómo se supone que debo decirles lo que quiero que se haga?
—A través de mí —le dice, sabiendo que necesita cambiar sus planes para el día.
—Bueno, ¡eso es simplemente tonto! —Pone sus manos en las caderas e inclina la cabeza. —Necesitas reunirte con tus guerreros.
No tienes tiempo para estar aquí.
—Mis guerreros pueden esperar. —La mirada en la cara de Edward le dice que va a tener una batalla en sus manos.
—Edward. —se mueve hacia él, deteniéndose justo antes de tocarlo, cuando recuerda que está cubierta de polvo. —Te amo. Las chicas y yo sabemos que estamos primero para a ti, pero también nos damos cuenta de que tienes otras responsabilidades y ahora mismo necesitas para ver por ellas.
—Bella ve que él está escuchando. — Amun y estos hombres —de confianza— que has seleccionado solo tendrán que acostumbrarse a que las mujeres les hablen .y comprenderlo. —Ella agita sus brazos enviando otra ola de polvo. —¿Cómo se supone que van a atraer a una mujer si ni siquiera han hablado con una?—Eso puso a Edward frunciendo el ceño.
—No te atraerán. —Sus ojos se endurecieron.
—No, no lo harán. —Ella le da una mirada suave. —Eres el único hombre que quiero atraer. —Ignorando lo sucio de su mano, ella acaricia su mejilla cicatrizada calmándolo.
—Soy tuya Edward.
Amun aturdido; mira de su rey a la mujer que ha reclamado como su reina y siente que él se está entrometiendo. Él no entiende esto. No la entiende. ¿Que juego está esta hembra jugando con su rey?
Ella le habla con ternura, es aparentemente comprensiva acerca de sus deberes. Ella le dice —Te amo—, una frase antigua que manifiesta su compromiso con él en presencia de otros. Ella toca de buena gana sus cicatrices pero ella quiere que la dejen sola con otros hombres, muchos otros machos.
—Señor... —Amun les recuerda a su presencia. —Sería mejor para ellas no estar aquí.
—¿Son una amenaza para nosotras Edward? ¿Dañarán a las niñas? —dice ignorando a Amun.
—No. Estos son hombres honorables, pero se sentirán incómodos a tu alrededor. —Edward observa los ojos de Bella que se dirigen de sus chicas, a la habitación y luego a Amun antes de volver a él.
—Sé que no es la manera de Volterra— Edward para que hembras y machos interactúen fuera de la unión. —Ella ignora el grito ahogado de Amun. —Pero es la forma de la Tierra. Podemos interactuar, ser amigos, e incluso preocuparse el uno por el otro sin que conduzca a unirse. Tal vez sea algo que tus machos necesitan aprender. El cambio no siempre es algo malo... si nos fuéramos las chicas y yo, sería muy infeliz en este momento.
Edward mira a las chicas en silencio escuchando y luego a Bella.
Sus vidas han cambiado drásticamente, una cambio forzado en ellos. Podrían ser hoscas y exigentes para todas las pruebas que han tenido que soportar pero no lo eran. Una mujer Voltriana estaría amenazando con unirse a otro si su habitación no hubiera sido preparada a su gusto, no su Bella, ella lo prepararía ella misma, pidiendo solo que se le permitiera hacerlo. Ella ha traído mucho a su vida, más que solo las chicas, ella lo acepta, lo ama. Ella le mostró que su mundo puede ser diferente, mejor, ahora ella quiere hacer lo mismo por su gente, su gente. Significará un gran cambio, pero como ella dijo, no siempre es algo malo. Sonriendo él se inclinó para capturar sus labios en un rápido beso.
—Amun. Él lo mira. Bella y las chicas se quedarán. Ella va a dirigir a los hombres sobre lo que ella desea sea hecho y seguirán sus órdenes a menos que las ponga a ella o a las niñas en peligro. ¿Esta eso entendido? —Le da a Amun una mirada dura.
—Si señor.
—¿Te ocuparas de todo verdad mi Bella? —Él la toma suavemente de la cara.
—Lo hare. ¿Estarás comiendo la comida del mediodía con nosotros?
—Lo dudo.
—Oh. —Amun escucha la decepción en su voz. —¿Pero esta noche?
—Sí. —Se vuelve oyendo a sus hombres acercándose.
— Guerreros, esta —indica a Bella —es su Reina. La reina Bella y nuestras dos niñas, Carly y Annie. —Silencio saluda su declaración.
—Hola —dice Bella de pie con orgullo junto a Edward, deseando no estar cubierta de polvo.
—Hoy preparan la cámara de reposo de las chicas. La reina Bella va a estar dirigiéndolos en cuanto a lo que ella desea sea hecho, con la asistencia de Amun. ¿Entienden? —Después de un momento de shock, ellos respondieron.
—Si señor.
—Te veré esta noche —le dice bruscamente que asintiendo a Amun, se va.
Después de un comienzo lleno de baches, Bella puede decir honestamente que están progresando. Los hombres fueron finalmente siguiendo sus instrucciones sin mirar primero a Amun.
Había ayudado que las chicas, que al principio no se habían acercado, fueron encantándolos. Con sus sonrisas y risas. También rápidamente quedó claro que mientras la habitación estaba polvorienta, no estaba sucia.
—Esto no es tan malo como pensé que sería Amun. Además de pulir y limpiar ventanas, es sobre todo polvo. Ojalá las otras habitaciones estén igual.
—Lo están. El rey solo requería que se mantuvieran una vez al año.
—E hiciste lo que él pidió. — Ella reconoce. —Gracias, pero eso va a cambiar ahora que hay una familia viviendo aquí. Las habitaciones no utilizadas se limpiarán cada... —Ella busca la palabra. —Ciclo lunar—.
—¡Cada ciclo lunar!— Amun no puede mantener el shock fuera de su voz.
—Sí. Controlará el polvo y mantendrá las ventanas limpias. Y hablando de ventanas, las de la Cámara del Rey tendrán que hacerse hoy.
—Sí, Majestad—, dice Amun rígidamente, suspirando Bella lo mira.
—No voy a hacer que me llames Bella, ¿verdad?
—No Majestad.
—¿Puedo preguntar por qué?
—Solo el macho con el que una hembra está unida, puede usar su nombre. —Amun le informa.
—Entonces, ¿cómo llamas a una con la que de repente debes hablar también?
—Si dentro de mis deberes se hace necesario que hable con una mujer, sin su hombre presente, a ella siempre se le dirige por el titulo de su macho.
—¿Entonces… tú eres?
—Soy Guerrero Amun, Maestro del Castillo Luada.
— Amun se para con orgullo y Bella sabe que tiene el derecho.
Amun está a cargo de todo el castillo, asegurándose de que todo funcione sin problemas, desde comida hasta limpieza.
—Muy impresionante, ¿entonces tu mujer es tratada como?
—No tengo mujer —le informa.
—¿Por qué? —Él la ve honestamente confundido. —Eres un guerrero de la casa Luada. Tienes un puesto de gran responsabilidad en esa casa. No tiene sentido que una mujer no te elija.
Amun no sabe cómo reaccionar. Ella acaba de darle un gran cumplido, si hubiera sido alguna otra mujer, él pensaría que estaba interesada en unirse a él, pero no ve interés en ella. Ve sólo preguntas.
—No podría mantenerla suficientemente feliz.
—Suficientemente feliz... ¿eso significa proporcionarle cosas? Cosas como las de arriba.
Amun asiente con rigidez. —Las prioridades de sus mujeres están realmente en mal lugar Amun.
—¿Mujer?
—La palabra de la tierra para las hembras.
—Sus... mujeres... ¿no exigen muchas cosas por unirse a ellas?
—Bueno... hay mujeres así en la Tierra, no te mentiré. Pero la mayoría solo está buscando un buen hombre, uno que las trate bien y este en casa por la noche.
—Las trata bien, eso es darles cosas.
—Podría ser, supongo. Siempre lo disfruté cuando mi esposo me dio regalos, pero eso es lo que eran, regalos. Algo que pensó que me gustaría, no algo que exigí para quedarme. Pero es más que eso, es el resto, hablar y escuchar, ser amable y comprensivo con el otro.
Nadie es perfecto Amun, todos cometemos errores, tenemos días malos. Es estar dispuesto perdonar al otro, eso es tratar bien a alguien. Tratándolos como te gustaría que te trataran.
—Y esto es lo que quieren las hembras de la Tierra... las mujeres.
—En su mayor parte sí, cada una es diferente, al igual que cada guerrero aquí quiere algo diferente en una mujer, supongo.
—Sería abordada como Amada —le informa Amun. —Mi hembra.
—Gracias Amun.
El repique de campanas hace que todos los hombres se detengan.
—¿Qué es eso? —Ella mira a Amun para la aclaración.
—Es la señal para la comida del mediodía.
—Oh. —Bella mira alrededor de la habitación y sonríe. Los pisos están brillando, las ventanas brillan, los muebles pulidos a alto brillo. Ahora todo lo que necesita son esos pequeños detalles que hacen a un hogar y esos están arriba.
—¿Majestad? —Amun interrumpe sus pensamientos.
—Oh, lo siento. —Tímidamente ella ve todos los hombres estan esperando —Disfruten de su comida se la han ganado. —Ella se hace a un lado, sonriendo, mientras todos intentan irse al mismo tiempo. —¿Amun?
—Sus comidas serán traídas Majestad.
—Bien, eso está bien. ¿Crees que puedes conseguir que otra habitación hecha hoy o son necesarios en otra parte?
—Están a su disposición durante el tiempo que desee a Majestad.
—Oh, bueno, me gustaría que las habitaciones se hicieran primero, de esa manera el polvo no se lleva a un área limpia. Después que podemos movernos en el primer nivel y así sucesivamente.
—¿Quieres que limpien todo el castillo? —Él no puede ocultar su sorpresa.
—Bueno... —Ella considera su pregunta. —Sí, supongo que sí.
Una vez que haya visto el resto por supuesto. Estoy segura de que no habrá mucho que hacer pero yo necesito averiguar dónde colocar todo lo de arriba.
—¿Vas a mostrar tus tesoros por todo el castillo? ¿Para que todos los vean? —Amun está seguro el universo acaba de colapsar
—Para que todos disfruten. —Ella corrige. —¿Que bien están haciendo escondidos allí arriba? Después del almuerzo, las chicas y yo subiremos para ver qué les gustaría en su habitación. Vamos a necesitar algo de ayuda para mover muebles y cosas por el estilo, oh, y ¿quién hace la ropa aquí? —Ella se agarra su camisa para que él entienda.
—Tenemos un vestidor —le dice.
—¿Sabe cómo hacer ropa femenina?
—Su hembra lo hace.
—¿El vestidor tiene una mujer? ¿Aquí en el castillo? —Bella no puede ocultar su sorpresa.
—Él tiene una casa de campo entre el Castillo y pueblo. Su hembra es Auyangian no Voltriana, su nombre es Mary Ella hace cubiertas para las hembras. —Él le dice a ella como si eso lo explicara todo.
—Yo... —La llegada de su comida la detiene. —Ve a comer a Amun, hablaremos luego.
—Mami... ¿es real? —Carly le pregunta con los ojos abiertos mientras mira la recompensa que tiene por delante. Después del almuerzo y duchas rápidas, Bella lleva a las chicas por la escalera hasta su sorpresa—
—Lo es, así que vamos a mirar y ver qué quieren para su habitación.
—¿De verdad, mami? —Annie no puede mantener la emoción fuera de su voz.
—Realmente, pero dentro de lo razonable chicas, noté un edredón azul y verde de cama allá atrás pensé que estarían de acuerdo.
— Con chillidos, comienzan a correr. El verde es el color favorito de Carly y siendo el azul el de Annie, Bella había dicho una silenciosa oración de agradecimiento cuando lo había visto.
No lleva mucho tiempo para que las chicas comiencen un montón de lo que querían y para que Bella aparte la mitad negándose.
—Vamos chicas, ¿realmente creen que necesitan un cuenco lleno de diamantes?
—Pero son brillantes mamá —le informa Annie.
—Sí, lo son, pero no son para el dormitorio de una niña. Edward tendrá que decidir qué hacer con ellos. Ahora estoy de acuerdo con el edredón, las sábanas y las almohadas. Las mesas de al lado de la cama están bien y cada una puede elegir dos cosas que quiera ponerles.
—Ella se golpea un dedo en la mejilla mientras ella piensa —Ahora, hay un escritorio para cada una de ustedes y esa mesa baja para que pueda sentarse en el suelo para dibujar o jugar juegos y alfombras por supuesto.
—La azul mamá. —Annie rápidamente anuncia.
—¡No hay verde! —Carly le responde.
—¡No discutan o no consiguen nada! —Advierte Bella.
—Pero mami... —La pequeña mandíbula de Annie tiembla.
—Lo digo en serio Annie Renee. Estás siendo muy ingrata, lo sabes.
—Lo siento mami... me gusta mucho el azul. —Bella se arrodilla envolviendo sus brazos alrededor de ella.
—Lo sé nena, pero a Carly le gusta el verde y vas a compartir un cuarto.
—Lo siento Carly. —Annie se acerca a su hermana, sus pequeños ojos llenos de lágrimas.
—Tu puedes tener la verde. —Carly abraza a su hermanita, el momento es tan precioso que casi rompe el corazón de Bella.
—Está bien Annie, me gusta verde, pero te encanta el azul.
Amun y los hombres se congelan ante la vista que les saluda a su regreso. Tres hembras jugueteando y riendo, en un montón de ropa de cama que está atascada en la puerta del Rey.
—¿Majestad? —Amun corre a través de la habitación antes de detenerse al ver sus lágrimas. —¿Está herida?
—No. —Bella se seca la mejilla con un gesto de la mano y trata de pararse. —Nosotras estamos. Nosotras sólo... —Ella estalla en rizas de nuevo.
—Estábamos tratando de llegar a nuestro dormitorio. —Carly les informa. —Entonces mamá se quedó atascada en la puerta y entonces ella giró la manta envuelta alrededor de ella y luego, cuando tratamos de ayudarla, resbaló y luego todos nos enrollamos y luego nos echamos a reír.
Todos los guerreros están agradecidos cuando ella finalmente se detiene para respirar.
Finalmente saliéndose del edredón Bella se pone de pie. —Lo siento por esto chicos, era tan divertido. —Respirando hondo, intenta controlarse. —Muy bien chicas, el tiempo de reírse ha terminado, volvamos al trabajo.
—Las niñas se salen de las mantas.
— Amun, odio preguntar, pero ¿Podría usted o alguno de ustedes ayudarnos aquí?
Inmediatamente, dos machos se lanzan hacia adelante, fácilmente capaces de maniobrar la ropa de cama voluminosa a través de la puerta, llevándola a la habitación de las niñas.
—Gracias Riley, Brady—, dice ella siguiéndolos a la habitación.
— En la cama está bien.
—De nada Majestad. —Rápidamente se van.
—Chicas, comiencen con la cama mientras hablo con Amun.
— Sabiendo que harán lo que ella le pide, Bella se va a buscar a Amun.
—Sí, Laurent también por el lado de afuera de las ventanas. —Ella lo encuentra tratando con lo que parece ser un guerrero molesto.
—Hola Amun, ¿hay un problema?
—No, Majestad, solo una opinión diferente sobre lo que está limpio. —El guerrero vuelve rápidamente a su tarea.
—Lo veo, gracias por asegurarse de que se haga correctamente. Sé que a los guerreros como estos debe parecerles tonto pero no hay nada de malo en querer ver las cosas contenidas en su casa con la mejor luz.
—Como si alguna vez los fuéramos a ver. —Laurent gruñe lo suficientemente fuerte como para ser escuchado.
—Laurent —Grita Amun enojado.
—Supongo que solo tendrás que esperar y ver. —Volviendo a darle la espalda al guerrero, ella ve que cada guerrero en la habitación vuelve rápidamente a su tarea.
—Amun hay varias piezas de mobiliario que las chicas escogieron que necesitarán mudarse y si me consigues una escalera voy a bajar las cortinas para que se pueden colgar en su habitación también.
—¿Majestad? —Todo el trabajo se detiene de nuevo.
—No debería llevar mucho tiempo, oh, y hay un par de alfombras.
—Bella continúa sin darse cuenta de que está sorprendiendo los machos.
—Sí, majestad.
—Genial, déjame ver cómo están las chicas y te veré arriba para que sepas qué necesita ser movido.
Girándose, sin saberlo, sale de una habitación aturdida.
—¡Majestad, déjame hacer eso! —Demanda Riley. Ver a su nueva reina en la parte superior de la escalera tiene a su corazón tartamudeando.
—Estoy bien, pero si pudieras doblar y apilar esos, lo apreciaría.
—Ella hace un gesto hacia la pila de material en el suelo. —Este debería ser el último que necesito. —A medida que el material cae, ella se gira para descender.
—¡Bella! ¿Qué estás haciendo? —El repentino grito de Edward tiene el pie de Bella deslizándose. Atrapándose a sí misma, ella se vuelve a él.
—¡Edward! ¡Me asustas mucho! —Una vez que está firme, comienza a bajar solo para descubrir que está en los brazos de Edward mientras la saca de la escalera.
—Hola. —Ella le sonríe, pero Edward no sonríe, ella se podría haber caído y herido.
—¡Riley! ¿Por qué estaba ella en esa escalera? —Exige enojado.
—¡Ahora espera un minuto! —Bella le da una mirada enojada.
— No puedes culpar a Riley. Él no sabía que yo estaba en eso. Él acaba de subir y me estaba pidiendo que bajara.
—Mis disculpas. Majestad. Debería haber sido más diligente.
— Riley se arrodilla ante él.
—Edward... —Bella suplica. —No hizo nada malo.
Edward mira a los ojos suplicantes de Bella, su corazón aún palpita por el susto que le ha dado cuando la había visto deslizarse... pero, ella tiene razón, no fue culpa de Riley. Él es el que la sobresaltó y ella está a salvo en sus brazos.
—Riley, mi Bella tiene razón. No fuiste negligente en tus deberes.
—Señor. —Levantándose los mira y luego los aleja rápidamente.
—Edward, que… ¿Estás volviendo tan temprano? —Ella atrae su atención hacia el. —No pensé que lo harías, que vendrías a la cena.
—Te extrañé. —Su admisión es recompensada con una sonrisa radiante.
—¿De verdad? —La alegría en su voz es fácilmente escuchada por Riley quien parece haber sido olvidado.
—De verdad. —Riley no puede dejar de mirar mientras su Rey pone sus labios en los de Bella... que parecen obtener gran placer de ello. Girándose rápidamente comienza a doblar las cortinas.
—No vas a seguir con eso de nuevo. —Edward ordena terminando el beso.
—Edward…
—Tengo guerreros que pueden hacerlo. Guerreros que no se harán daño.
—Bien, bien. Probablemente tomará dos para levantarlos de todos modos. —Bella se menea en sus brazos. —Permíteme bajar para que pueda ayudar a Riley a llevarlas.
—No. —Él la pone en sus pies. —Las llevaremos. ¿A dónde van?
—La habitación de las chicas. Oh Edward, deberías verlo. Tus guerreros hicieron un trabajo tan maravilloso y con apenas refunfuños en absoluto. Las chicas están tan emocionadas.
—Un guerrero ¿Se quejó de un deber asignado? —El tono de Edward es amenazador.
—No en realidad no. No importa. —Ella agita una mano de despedida.
—Me darás su nombre Bella. —Edward la mira.
—No. No lo haré. —Riley se sorprende al ver a la pequeña mujer que puso sus manos en sus caderas y fulminó con la mirada de vuelta en el rey. —La limpieza del polvo, el pulido y la limpieza no es algo que tus guerreros son normalmente requeridos a hacer. No puedes culparlos si les disgustó a algunos de ellos, no cuando deberían estar con su Rey. —Había escuchado lo suficiente la conversación para saber que habían sido sacados del tiempo con Edward.
—¡Puedo y hare! ¡Les di este deber! ¡Escogí aquellos en los que más confiaba para estar cerca de mi reina y descendencia cuando no pude! ¡Para que uno se niegue! —Edward se enfurece, su ira brota de él en oleadas. —¡Obtendré el nombre Bella! —Ella solo lo mira a los ojos y sacude la cabeza, no intimidada por su ira mientras Riley inclina la cabeza en señal de sumisión. Gruñendo, Edward gira su Atención a Riley.
—¡Oh, no, no! —Bella se interpone entre los dos. —Riley no tiene nada que ver con esto y tú no lo harás. ¡Lo pondrás en medio de nuestra discusión! —Ella se gira hacia un Riley aturdido.
— ¿Podría por favor bajar esa primera carga para mí, Riley?
— Pregunta con la voz más dulce que puede manejar. Los ojos de Riley vuelan a Edward.
—Haz lo que tu Reina te ordena a Riley. —Edward ordena con brusquedad pero sus ojos nunca dejan a Bella.
—Sí, mi rey. —Agarrando una pila, se escapa rápidamente.
—¿Defenderías a otro guerrero de mi? —Edward no puede evitar el dolor de su voz.
—Si creo que estás equivocado, entonces sí, pero la palabra clave aquí es para ti Edward, no antes que tú. Si alguno de los guerreros hubieran sido irrespetuosos contigo, con las chicas o yo, estaría gritándote su nombre. —Ella pone una mano sobre su pecho abultado. —Todos los hombres de abajo te representan y te respetan. Hicieron la tarea que les asignaste por eso. Yo, ellos no me conocen... soy mujer... no voltrian... no soy de su confianza. Y aquí les doy órdenes.
—¡Tú eres su reina! ¡Es tu derecho!.
—Estoy de acuerdo, pero ayer solo me proclamaste su Reina y ya estoy cambiando las cosas. Les va a tomar un tiempo para aceptarme Edward. Aceptar que mi lealtad te pertenece.
—Viéndolo tranquilo, ella toma su mano. —Baja las escaleras Edward. Ven a ver qué trabajo tan increíble que los guerreros lo han hecho. Ven a ver lo felices que han hecho a nuestras chicas.
—Tú, mi Bella eres peligrosa. Tu podrías encantar al Kelpie del arbusto Elul. —Edward le permite liderar el camino en las escaleras.
—Eso es un cumplido, ¿no? —A su sincera mirada él se ríe.
—Si mi Bella. Solo los más hábiles capturan al Kelpie.
—Bien.
—¡Edward! —Dos paquetes de energía están de repente volando por la habitación, saltando a sus brazos. Levantándolas, se encuentra con varios besos. —¡Mira Edward! ¡Mira! —Exigen.
Mientras lo hace, no puede creer que sea la misma habitación que dejó antes. Los pisos relucían mostrando la variedad de colores de la madera lua utilizada en ella.
La cama está cubierta con la tapa azul y verde que había estado destinada a Bella y llena de almohadas a juego. Hay alfombras en los pisos, muy limpias.
Muebles en ellos y pequeñas cosas en las mesas, captando la luz que entra por el resplandor de las ventanas.
—¿No es hermoso Edward? —Annie le sonríe. Tus guerreros hicieron un buen trabajo. Incluso están también colgando las cortinas para que mamá no lo haga.
Mirando hacia dentro de la habitación, él ve a Riley y Brady haciendo precisamente eso.
—Ya veo Annie. Parece que todos ustedes han estado trabajando muy duro.
—Lo hemos hecho. —Carly asiente. —Y mamá nos dejó elegir todo lo que queríamos de arriba. Bien casi cualquier cosa, pero eso está bien, yo no quería un tazón de piedras brillantes de todos modos.
—¿Rocas brillantes? —Él mira a Bella.
—Los diamantes. —Bella le susurra.
—Oh.
—Sí, mamá dijo que tendrías que decidir qué hacer con ellos —le dice Carly.
—¿Lo hizo ella? —Él levanta una ceja.
—Sí.
—Perdona mi rey. —Laurent entra en la habitación, ignorando por completo a Bella, mientras él trae el resto de las cortinas que le han ordenado llevar. Al pasar por el rey, él se topa con Bella y ella tropieza con una silla.
—¡Bella! —Rápidamente baja a las chicas.
—Estoy bien. —Edward la comprueba rápidamente antes de encarar a Laurent.
—¡Te atreves a hacerle daño a mi reina!
—¡Majestad! —Laurent rápidamente se pone de rodillas.
—Lamentablemente fue un accidente. —Ella pone su mano en su brazo tratando de que entienda —Tenia las cortinas apiladas tan alto que no podía verme.
—Fuera Laurent. —Ordena Edward.
—¡Mi rey! —Protesta Laurent.
—Fuera de mi vista antes de que te desafíe por su ofensa. —La voz de Edward es mortal. Con un rápido asentimiento de la cabeza Laurent sale de la habitación, el silencio que sigue es pesado.
—Riley —Edward gruñe.
—Mi rey. —Riley se apresura hacia él.
—Toma esas. —Señala el piso cubierto por una cortina.
— Levántalos.
—Sí, mi rey. —Rápidamente él recoge las restantes cortinas y reanuda su tarea. Mirando a los ojos de sus niñas Edward ve que su ira les ha quitado la alegría de ellos.
—Chicas porque no le muestran a Edward lo que hemos hecho en la sala de limpieza —Bella sugiere frotando una calmante mano a través de la espalda de Edward.
—¿Quieres verlo Edward? —Carly pregunta tentativamente.
—Realmente lo deseo Carly. —Edward preferiría darle una patada en el culo a Laurent, pero Carly sonríe, y eso mas que lo compensa.
—Vamos, entonces. —Confiadamente, ella toma su mano y lo aleja. Bella los sigue más lentamente, pensando. Eso es la segunda vez ya que Edward ha reaccionado en exceso ante lo que él ve como una ofensa contra ella. ¿Qué lo tiene tan preocupado?
—¿Mi Bella? —Él la mira por encima del hombro.
—Ya voy.
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