Aqui les dejo mi nueva adaptación espero les guste.
*Los personajes le pertenecen a Stephenie Meyer al final les digo el nombre del autor
CAPITULO DIEZ
Así es como Edward las encuentra, horas después, acurrucadas bajo mantas y almohadas, durmiendo. Sus ojos viajan sobre sus formas dormidas, asegurándose de que están ilesas. Él había sido notificado de su anterior susto y odiaba no haber estado allí para tranquilizarlas. Lua sigue siendo nuevo para ellas y no le había dado ni un momento de reflexión a una tempestad que las molesto, al igual que no había pensado en sus palabras impacientes que lastimaron a Bella.
Había vuelto a estar más preocupado por proteger que por quien estaba protegiendo ¿Alguna vez conseguiría esto bien?
Las palabras de Sam lo perseguían.
¿Le había hecho creer a Bella que no le importaba? Que ella no era digna.
Eso sería inaceptable.
Ella es la única que sí le importaba, ella y sus chicas. Él renunciaría a todo, todo en el universo, por ellas. Dejando que su mirada acaricie su rostro, frunce el ceño ante la oscuridad bajo sus ojos, ojos que se abren lentamente. El calor los llena hasta que ella se despierta por completo, luego el calor desaparece y mira a las chicas.
—Bella... —Un trueno impide que diga más mientras las chicas se despiertan con gritos.
—Shhhh. —Bella las acerca mientras Edward se tira al suelo.
— Shhhh, es solo un trueno. ¿Recuerdan? Está bien, vamos despertar.
—Ella trata de distraerlas.
—¡Edward! —Annie lo ve por encima del hombro y se arroja a sus brazos.
—Haz que pare Edward. —Ella suplica.
Acercando su tembloroso cuerpo, Edward no quiere nada más que poder conceder su petición. —Se acabará pronto Annie. Estás a salvo aquí en Luada. No te puede hacer daño.
—¿Lo prometes? —Los ojos llenos de lágrimas lo miran.
—Lo prometo. Es solo un fuerte ruido. —Él la acomoda más firmemente en sus brazos y mira a Carly que esta escuchando y viendo —Se dice que el sonido que escuchas, es causado por las alas del Gran Raptor cuando él sobrevuela, protegiendo todo lo que ve.
Los destellos de luz son sus ojos alejando toda oscuridad. Los Gran Raptor destruyen todo lo que podría causar daño a lo que es suyo y luego envía la lluvia para lavarlo lejos. A veces la batalla es larga y brutal, como esta noche, pero es solo el Raptor que protege a su gente.
—Edward mira entre sus dos jóvenes. —Para que veas que no hay nada que temer solo necesitas permanecer en Luada para no distraer al Gran Raptor de su tarea.
—¿Puede vernos? —Annie mira de Edward a la ventana y luego le mira con los ojos bien abiertos.
—Claro, tú eres suya, él protege lo que es suyo. Él siempre cuidará de ti. —Edward mira a Bella, para ver si entiende lo que él está tratando de decir. —Todas ustedes. Pero él también necesita que le ayudes.
—¿Nosotras? —Carly dice con los ojos como platos.
—Tú. Para que el Gran Raptor pueda proteger la tierra, necesita que te quedes dentro mientras él lucha contra la oscuridad. Es la única forma.
—Wow... —susurra Annie. —Podemos hacerlo. Podemos Carly.
— Ella mira a su hermana.
—Sí. Nosotras podemos ayudar al Gran Raptor.
—Eso es bueno pequeñas. Porque él quiere que estén a salvo en Luada en momentos como estos. ¿Así que van a recordar quedarse dentro cuando llegue la tempestad?
—Sí, Edward. —Ellas corean y con el siguiente destello de luz están arriba y en las ventanas tratando de atrapar un vistazo al Gran Raptor.
Parándose Edward extiende su mano a Bella y espera, los ojos que se encuentran se llenan de confusión y están heridos, haciéndole preguntarse si ella lo aceptará.
Ella le coloca lentamente la mano en la suya, permitiéndole levántala, pero cuando él trata de acercarla, ella se pone rígida. —Bella... —él murmura.
—Señor. —La voz de Amun lo interrumpe.
—Sí Amun, ¿qué es? —Edward intenta controlar su impaciencia, que es lo que lo tiene en esta situación en primer lugar.
—La última comida está lista, señor.
—Gracias Amun—responde Bella, alejándose de Edward. —Las chicas tienen tiempo para comer —las lleva fuera de la habitación a la Cámara de Edward donde comen todas las noches juntos como una familia.
Edward mira a Bella de cerca a pesar de la comida, está tan atenta con las chicas como siempre, pero hay tristeza, justo debajo. El brillo que sus ojos siempre tenían cuando lo miraba se había ido, reemplazado por una nueva distancia.
—De acuerdo, chicas. —Bella se para cuando terminan. —Vamos a recoger su habitación, entonces necesitan prepararse para la cama.
—Oh mami...
—Chicas... —Edward advierte, agregando su voz a la de Bella.
—Sí Edward. Sí mami. —Se levantan rápidamente obedeciendo.
Edward evita que Bella recoja los platos.
—Bella... —Él comienza a ser interrumpido solo esta vez por el timbre de su comunicador.
—¿Qué es? —Él exige.
—Señor, Demetri ha sido capturado. Estará aquí en cinco minutos.
—Harry le informa.
—Estaré allí en breve. —Edward responde.
—¿Quién es Demetri? —Pregunta Bella.
—Nadie de quien debes preocuparte. —Le informa y luego hace una mueca ante sus palabras. —Bella...
—Necesitas irte. Necesito ver a las chicas, buenas noches. —Por segunda vez ese día, Edward sabe que la ha lastimado.
oooooooooooo
Bella se limpia la lágrima de su mejilla mientras observa a sus nenas dormir. Son tan hermosas, tan inocentes. ¿Cómo van a sobrevivir en este lugar? No importa qué, Edward las protegerá, ella sabe eso. Su honor no le permitiría hacer menos. Eso ella lo entendió, pero el resto...
Silenciosamente cerrando la puerta, ella se muda a la Cámara Real, ahogando un bostezo. ¿Como puede estar tan cansada? Ella nunca ha sido capaz de dormir una siesta. Si ella lo hace nunca duerme bien esa noche. Bien a excepción de cuando estaba embarazada de Annie, se corrige a sí misma, y luego estaba cansada todo el tiempo... cuando ella había estado... Bella encuentra que necesita sentarse.
¿Es posible? ¿Podría estar embarazada? Frunciendo el ceño, cuenta, hace más de un mes que habían dejado la Tierra y en todo ese tiempo, ella no ha tenido su ciclo, pero eso podría ser solo por todo por lo que han pasado. Sí, entonces ella está cansada, eso no necesariamente significa que ella esta embarazada. Ella había estado tan enferma con Annie. No con Carly, su voz interior le recuerda, ni un día. Inclinándose hacia atrás, la mente de Bella acepta lo que su corazón sabe que es verdad y lentamente ella pone una mano protectora sobre su estómago. Ella está embarazada, embarazada del hijo de Edward. Acunando su cabeza en sus manos, ella llora.
La mañana amanece gris y triste, reflejando perfectamente el estado de ánimo de Bella. Edward no había vuelto la noche anterior y las chicas preguntaban por él.
—No lo sé chicas. Estoy segura de que desearía estar con ustedes.
Ahora coman. —A medida que avanza la mañana, el clima no se detiene, haciendo que las tres se sientan inquietas.
—¡Annie, eso es mío! —Carly agarra el color de la mano de Annie, colocándolo junto a los suyos.
—¡Pero no lo estás usando! —Annie le responde. —¡No importa, es mío y no puedes tenerlo! —¡Mami! —Grita Annie.
—¡Suficiente chicas! —Bella está en su punto final. Ella sabe que las chicas se están recuperando de su agitación, pero ella parece que no puede detenerlo, sus emociones son un desastre. Necesita moverse.
—Vamos chicas, vamos fuera de aquí.
—Pero mamá está lloviendo.
—No dije afuera, dije fuera de aquí.
Vamos a ver qué está pasando en la cocina.
—¡Sí!
Liam y Embry siguen a la familia real a la cocina. La mayoría de los guerreros evitan al guerrero Ephraim , también conocido como cocinero. Es un guerrero de mal genio que se niega a interrumpir su rutina, por lo que ambos son sorprendidos por su respuesta a su llegada.
—¡Pequeñas! —Las saluda con entusiasmo. —¿Has venido a ayudarme otra vez hoy?
—¿Podemos? —Carly ruega con entusiasmo.
—Por supuesto, pequeñas. —Enderezándose, se pone rígido cuando ve a Bella. —Mi Reina. —dice muy formalmente.
—Hola Ephraim. Estamos un poco fuera de lugar hoy y pensamos que lo podríamos visitar.
—Por supuesto, mi Reina, siempre eres bienvenida. —Sin embargo, Bella puede decir que su presencia lo está poniendo incómodo.
Suspirando, mira alrededor de la habitación viendo a todos los machos que están incómodos. Esto no va a funcionar.
—¿Te importaría si las chicas se quedan contigo Ephraim? Siempre disfrutaron ayudando en la cocina en casa.
—¿Majestad? —Ephraim ve la tristeza en sus ojos mientras mira alrededor de la habitación. —Usted y las pequeñas… ¿cocinaron juntas?
—Si cada día. —Bella le da una sonrisa triste. —Fue algo que disfrutamos mucho haciendo juntas.
—¿Te gustaría ayudar? —Ephraim se obliga a preguntar, sin darse cuenta de que Bella puede escuchar en él la reluctancia.
—No Ephraim. —Ella sacude la cabeza. —Este es tu espacio y para ser sincera, mientras he disfrutado todo lo que has cocinado, no es nada como lo que teníamos en casa.
Sería más un obstáculo que una ayuda.
—Estoy seguro que eso no sería verdad majestad. —El niega de inmediato.
—No lo estoy. —Ella lo mira a los ojos y él no entiende la tristeza que ve allí.
—Si estás seguro que las chicas no estarán en tu camino...
—Nunca Majestad, es un placer tenerlas. —Bella asiente. Antes de pasar a Liam.
—Me pondré en contacto con la Guardia Majestad. —Una vez que llegan, Bella deja a las niñas a su cuidado con una orden final.
—Si se convierten en un problema, Ephraim, avísale a Risley y podrán regresar al Ala Real. —Bella mira hasta sus hijas.
—¿Entienden chicas?
—Sí mamá —dicen a coro.
Liam y Embry siguen a la Reina mientras deambula sin rumbo por los pasillos de Luada. Ella hace una pausa ocasionalmente, moviendo la colocación de un objeto ligeramente o para mirar un retrato colgado en una pared. Su silencio absoluto les preocupa, a su reina le gustaba compartir sus pensamientos con ellos, para obtener su opinión, no hoy. Bella, inconsciente de la preocupación de su Guardia, entra en una de sus habitaciones favoritas en Luada. Esta se enfrenta al sol de la mañana con una pared llena de ventanas que permiten que los rayos brillen sobre su contenido. Es la primera sala en que pensó poner los atrapa sol de Nahuel.
—¡Majestad! —Bella salta. Ella no se había dado cuenta de que alguien estaba en la habitación.
—Ben. —Bella asiente con la cabeza al hombre que había sido puesto a cargo de esta habitación.
—No me había dado cuenta de que deseabas usar la sala Majestad o me hubiera asegurado de que todo estuviera en orden.
—Ben no puede creer que esto haya sucedido. Le habían dado el honor de asegurarse de que esta habitación se mantuviera de acuerdo con los estándares de la Reina y el día que él está atrasado es el día en que ella desea usar la habitación.
Bella escucha la angustia en la voz de Ben y mira alrededor de la habitación. —No veo nada fuera de lugar Ben. De hecho, la habitación es hermosa. Ojalá pronto pueda agregarse a su belleza los atrapa sol hechos por Nahuel.
—¿Atrapa sol majestad?
—Sí, hermosas piezas de... —Bella encuentra que no puede continuar, porque los atrapa el sol son otra cosa que Edward vería como hacer poca diferencia.
—Lo siento Ben. No quise interferir en tu día. Si importa, creo que estás haciendo un trabajo maravilloso.
Sorprendido el hombre da un ligero asentimiento, ella sale rápidamente de la habitación. Liam mira a Embry confundido ante el comentario de la reina. ¿Por qué diría una cosa así? Ella es la Reina de Lua. Esta es su casa, pero ninguno puede ignorar el dolor que escucharon en su voz.
—Majestad. —Liam finalmente habla, observándola llegar a tocar algo, solo para retirarse como si ella no lo tenía permitido — Luada es tu hogar, otros se entrometen, nunca tú.
Bella se da vuelta mientras habla y él se sorprende y se siente consternado al ver que sus ojos se llenan de lágrimas, una escapándose antes de que ella rápidamente la aleje. —Creo que volveré al Ala Real. —Es su única respuesta cuando se aleja.
ooooooooooooooooo
Edward mira el cuerpo magullado y sangriento de Demetri sin el más mínimo remordimiento. Este macho comprometió la seguridad de Lua, permitiendo a los intrusos aterrizar. Lo han interrogado durante horas y Edward está finalmente satisfecho de que han recuperado toda la información que tenía.
Necesita informar a James de lo que está haciendo.
Ha descubierto que este ataque, ha sido instigado por alguien en voltrian, Demetri no sabía quién, solo que a su padre le habían prometido mucho porque la nave entrara en Lua sin ser detectada. A su vez, su padre le prometió a Demetri que él sería colocado en una posición de poder en la provincia de Andeen, elevándolo. No sabía quiénes estaban en el transporte ni qué iban a hacer, solo que le señalarían cuando iba a permitir el transporte de vuelta por los escudos.
—Haz que traigan a lord Marcus a Luada de inmediato . —Edward ordena dándole la espalda a Demetri.
—Sí señor —reconoce Sam.
—Estaré en mis cámaras, notifícame cuando esté aquí.
—Si señor.
ooooooooooooo
Bella mira por encima de las paredes que vigilan a Luada.
Preguntándose si alguna vez se le permitirá salir de ellas otra vez.
Edward es sobreprotector ahora.
¿Cómo será él una vez que sepa que ella ha concebido? Suspirando, su dedo sigue el camino de una gota de lluvia. Este debería ser un tiempo tan feliz. Una nueva vida ha sido creada. En cambio, ella está sola en el nivel femenino contemplando sus elecciones.
¿Tuvo ella alguna? Ella le dio a Edward su voto, pero aún así... ¿podría quedarse con él sabiendo que le importa tan poco a él? ¿Cuáles eran sus opciones? ¿Ir a Voltrian y ser obligada a unirse con otro macho? Uno que podría ser como Felix. Al menos aquí, las chicas estaban felices y Edward parece preocuparse por ellas. ¿Y qué hay del bebe? Ella podría ser capaz de tomar a las chicas, pero Edward nunca permitiría que su niño sea alejado de él. ¿Podría ella alejarse de eso? ¡Nunca! Entonces, ¿dónde la deja eso? La deja aquí... en Lua.
Mirando alrededor de la habitación vacía Bella se pregunta si ella se había apresurado a limpiarlo. Ella había estado tan segura de que ellos podrían hacer esto. Ahora... ahora ella no está segura de poder dormir con Edward... no después de ayer... y unirse... ¿cómo uno se une a alguien que ama... cuando no te aman a cambio?
Bella siente que sus ojos se llenan con el pensamiento. Ella ama a Edward. Ella lo hace. Ella lo sabe tan seguro como ella sabía que ella amaba a Mike. Edward no la ama... la necesita, pero no la ama.
Lamentablemente, ella ni siquiera puede culparlo. Ella fue la que derramó sus entrañas. Ella fue la que sugirió el sexo de reconciliación y ella fue la que dejó que sus emociones se salieran de control. Todo lo que Edward había querido era unirse a una mujer, cualquier mujer y tener descendencia. Él no necesita amarla para hacer eso.
Ella necesita llegar a un acuerdo con esto. No va a haber un 'felices para siempre' en esta historia, no para ella, pero podría haberlo para sus niñas, si ella juega según las reglas de Edward. ¿Podría hacer eso? ¿Podría retroceder de nuevo? ¿Dormir con Edward, unirse a él y no dejar que la destruya lentamente?
Tendrá que... sus niñas y este bebé, dependen de ella.
oooooooooooo
Edward asiente con la cabeza a los guardias fuera del ala real, moviéndose hacia las escaleras, encuentra a Liam y Embry en el fondo.
—¿Mi familia está arriba? —pregunta.
—Sólo la reina señor. —Liam responde, manteniendo sus ojos hacia adelante. —Las más pequeñas están con el cocinero.
—¿Tienen su guardia? —Demanda Edward.
—Por supuesto señor. —Por su tono Edward le da a Liam una mirada aguda.
—¿Ha ocurrido algo que no conozco? —Liam finalmente mira a su Rey a los ojos. —No, Sire. —Dándole una última mirada, Edward asiente, y luego se dirige a buscar a su Bella. Impaciente los pasos llevan a Edward a través de la sala de estar vacía hasta su Reina. El necesita verla, tocarla, hablar con ella. Él necesita hacer que ella entienda que no había querido lastimarla. Ella le dijo cuan herida ella había estado junto a su Mike y él no quería que ella piense que él haría eso. Esto es diferente. Al entrar en su habitación, los ojos de él exploran rápidamente la habitación, pero no la encuentran. Una búsqueda rápida de la sala de limpieza también la encuentra vacía. ¿Dónde está ella? Liam había dicho que ella estaba aquí, pero él había estado actuando de una manera extraña. A punto de llamar a la Guardia, se da cuenta de que la puerta al nivel de las mujeres está abierta, su luz débilmente brillante. ¿Por qué estaría allí? Ella no pertenece allí.
Rápidamente se mueve por la escalera.
—Bella... —al verla saltar, se da cuenta de que la ha sobresaltado.
—Edward. ¿Qué estás haciendo aquí? —Ella pregunta con voz ronca.
—Te estaba buscando.
—Moviéndose hacia ella, sus ojos buscan rápidamente en el espacio vacío. —¿Por qué estás aquí arriba?
—Necesitaba pensar y este me parecía un lugar lógico. —Pensar...
—Se detiene justo detrás de ella. —¿Sobre qué?
—Nosotros.
—Edward se pone rígido ante su respuesta.
—Qué hay de nosotros. —Exige y su corazón palpita. ¿En qué tenía que pensar ella? Ella era suya. Él era de ella.
Bella lo mira, sabiendo que ella lo ha molestado con su respuesta. Su corazón se rompe un poco cuando ella se da cuenta de que no le gusta ver a Edward molesto.
Ella quiere verlo feliz, verlo sonreír.
Ella quiere darle amor que le ha sido negado toda su vida. Suspirando pesadamente ella se vuelve hacia la ventana, aparentemente sus decisiones han sido tomadas.
Se quedará con Edward, haciendo lo que ha prometido y encontrará una manera de sobrevivir como su hembra.
—¿Qué hay de nosotros Bella? —Agarrando sus brazos, él le da una pequeña sacudida. Ella se aparta de él. Dolía pero no tanto como la mirada en sus ojos. Habían estado llenos de una aceptación desgarradora. ¿Aceptación de qué? —Dime, por favor, mi Bella...
— Girándola, él inclina suavemente su rostro hacia el suyo. — Dime. —susurra.
—No es nada por lo que tengas que preocuparte Edward. He llegado a un acuerdo con eso. —Ella pone una mano tranquilizadora en su mejilla.
—¡No es nada! Te ha molestado.
—Mira a los ojos que ama y ve una profunda tristeza en ellos, una tristeza puesta allí por sus palabras irreflexivas, palabras que ella acaba de devolverle. Sam tiene razón ha causado un gran daño a quien nunca debe ser dañada.
—Es a causa de ayer, por lo que dije. —Él puede decir que está en lo correcto.
—No importa. —Cuando ella se apartaba, él la acerca.
—Importa mi Bella. Cualquier cosa que ponga esa mirada en tus ojos importa. Tú eres todo lo que me importa. ¿No lo sabes? Tú eres mi Reina.
—No, yo soy tu mujer. —Ella lo corrige y ve que sus ojos se abren en shock.
—¿Por qué dices esto... quieres dejarme?
—No. Te hice mi promesa, Edward, mi voto, de unirme contigo y solo contigo. Lo dije en serio y lo mantendré pero eso no hace que yo sea tu reina.
—¡Por supuesto que eres mi reina!
—No. —Ella lo mira con ojos firmes. —Una reina está a tu lado, Edward. Ella es tu igual. Tú amante, tu confidente y tú amiga. Ella tiene un poder propio y deberes que cumplir, deberes que importan.
Ella es todas estas cosas Edward... pero eso no es lo que quieres .
— La tristeza es completa en su firme mirada. —Solo seré la mujer que tenga tu descendencia.
Edward la mira con horror. ¿Es esto lo que le he hecho pensar? Que solo le importa a él debido a la descendencia. Abre la boca para hablar pero no puede pasar las palabras más allá del repentino nudo en su garganta.
—Está bien, Edward—. Observa cómo la tristeza se desvanece para ser reemplazada por algo mucho peor... aceptación.
—¡No está bien! —Edward quiere rugir, rabiar, solo para descubrir que está temblando. Que ella pudiera pensar esto. Y creerlo, por algo que dijo. Que ella podía creer que él no creía que ella fuera digna de ser su Reina... Levantándola en sus brazos, él entierra su cara en su cuello, respirando su olor, su calidez, buscando consuelo hasta que pudiera encontrar las palabras.
—Está bien Edward. —Ella susurra, acunando su cabeza en sus brazos.
—Ahora entiendo y las cosas serán mejor, como antes. Lo prometo. —Ella lo arrulla, queriendo tranquilizarlo, pero los ojos que lentamente se elevan a encontrarse con los suyos están devastados. —Edward...
—¿Piensas que te usaría así? ¿Que no te considero nada más que una criadora? —La rabia se acumula lentamente en sus ojos y voz. —¡Tú! ¡Quién destrozó mi universo con tu verdad, con tu lealtad, con tu amor! Me mostraste que importaba, que valía la pena, pero crees que no lo haces ¡No a mí! ¡No a mis guerreros!
—Pero dijiste... —Edward la silencia con un duro beso.
—Me equivoqué en lo que dije mi Bella, en cómo lo dije. Estaba enojado e impaciente y tú estabas ahí. Lo siento... lo siento, mi Bella.
—Bella mira sus turbulentos ojos verdes tratando de ver la verdad.
—Dime mi Bella. Dime la verdad. Tú dijiste que parte del amor es perdonar cuando uno está teniendo un mal día. ¿Eso fue una mentira?
—No Edward era la verdad. —Ella susurra, preguntándose si podría creer, podría confiar, una vez más.
—Entonces perdóname mi Bella. Te lo ruego. Te amo, sin ti mi vida es como esta habitación... vacía...
y ayer... ayer fue un día muy malo.
—Las lágrimas fluyen por sus mejillas cuando termina. Ella quiere responder pero encuentra que no puede, en lugar de eso ella asiente y entierra su rostro en su cuello sollozando. Liberando toda la angustia y el dolor del último día.
Edward mira al fuego, sosteniendo a su Bella cerca, repitiendo el último día en su mente. Se había ido de maravilloso a terrible en cuestión de horas. Bella le ha dicho lo que quiere de él. ¿Podría el dáselo a ella? ¿Podría él dejar que ella fuera todas esas cosas? Un amante, eso fue fácil, pero los demás. Si ella fuera su confidente significaría que ella conocería sus fallas, sus defectos. Ningún hombre hace eso con su mu... Edward frunce el ceño. Él iba a llamarla su mujer. Algo que él le ha dicho que no es. ¿Y qué va a ser? ¿Podría él dejar que ella fuera la reina que ella quiere ser? Mirando hacia abajo se sorprende al encontrarla mirándolo.
—¿Qué decidiste? —pregunta suavemente, sin censura en su voz. —Me conoces bien, ¿verdad, mi Bella?
—Sé que eres un hombre fuerte y honorable que no solo se preocupa por mí y por las chicas, sino por tus guerreros y personas. Me quieres como tu reina pero quieres ocultarme, protegiéndome de todo daño, pero no puedes hacer eso Edward, no puedes tener el amor y en algún momento no sufrir. No puedes ser feliz y no tener un poco de tristeza. Se llama vida, hay que vivirla. Lo bueno y lo malo.
—No puedo soportar la idea de que sufras algún daño a mi Bella — admite.
—La única manera que lo puedas prevenir es encerrándome Edward y eso duele más. Es uno de las cosas que hizo Mike. Con sus decisiones. Pensó que dolería menos, que me estaba protegiendo pero dolió mucho más al darse cuenta de que no confiaba en mí para tomar las decisiones importantes. —El dolor que ve en los ojos de Bella le dice a Edward que esas decisiones, tomadas hace tanto tiempo, todavía la lastiman. ¿Qué pudo haber hecho Mike que estaba tan mal?
—¿Cómo podría lastimarte su protección, mi Bella? —Al principio, él no piensa que ella va a responder, mientras ella mira al fuego.
—Firmó un DNR y no me lo dijo. Ni siquiera preguntó. —Ella susurra, su voz mientras está plana se llena con dolor recordando.
—N...ER…
—DNR. No resucitar. Es una orden para su atención médica.
Significaba que si a él se le detenía la respiración, si su corazón se detuviera, no habría ningún intento de resucitarlo. Tráelo de vuelta.
—Los ojos de Edward se abren en shock.
—¿Por qué haría una cosa así?— Edward no puede entenderlo.
Pelearía con todo su ser por tener solo un minuto más con ella.
—Porque él estaba tratando de protegerme. Pensó que sería más fácil... para mí... si eligiera cuándo morir. —Ella toca la lágrima rodando por su mejilla con asombro.
Ella no creía que le quedara nada.
—Pero lo empeoró. —Ella enojada limpia la lágrima. — Tuvo una reacción a un nuevo medicamento que le dieron que hizo que su corazón se detuviera. Había un antídoto pero no podían dárselo a menos que su corazón estuviera latiendo y no pudieron iniciar su corazón debido a la DNR. Murió cuando no debía, todo porque estaba tratando de protegerme para que no me lastimaran, pero la verdad es que no confiaba en mí, no cuando realmente importaba.
Edward la mira y puede ver el dolor y la culpa en su rostro. —No fue tu culpa Bella.
—¿No lo es? —El dolor en sus ojos se desgarra de su alma. —No lo enfrenté cuando debería haberlo hecho, cuando supe que estaba equivocado. Yo lo deje tomar todas las decisiones importantes, nunca discutí. No le di razones para creer que podría tomar esa decisión.
—Eras muy joven mi Bella. Todavía lo eres. —De repente, se da cuenta de que ella es más joven que cuando él se convirtió en rey.
—No, no lo soy. —Ella se desliza de sus brazos para pararse, alejándose de él. Esa chica murió Edward. Ella murió con Mike. Ella murió porque no se enfrentó al hombre que amaba y le exigió sus derechos. —Volviéndose ella lo enfrenta. —Así que tienes que decidir si voy a ser tu reina o tu mujer, Edward. Quiero ser tu reina.
—Ella se para con orgullo ante él. Ella va por lo que quiere ahora.
—Quiero estar a tu lado, ayudarte a hacer de Lua un lugar glorioso para vivir. Quiero darte a tus descendientes, criarlos en esta casa, asegurándome de que sepan que son amados, cada minuto de cada día. No importa qué, no importa si son hombre o mujer, sabrán que importan. No puedo hacer eso sola Edward. Solo puedo hacerlo si me dejas. Si crees en mí, si confías en mí...
Edward frunce el ceño mientras se para frente a él, desafiándolo por su derecho a ser una verdadera reina. Por el derecho a estar a su lado, como lo habían hecho las reinas de antaño. Aceptando voluntariamente los riesgos de estar con él traía. Si él vacila ahora ambos perderán.
—Hace casi treinta y seis horas, una nave se deslizó a través de nuestro sistema de defensa planetario. Quedaron doce detrás.
— Los ojos de Bella se abren ante lo que él le está diciendo, porque él le está diciendo, lentamente ella se sienta frente él.
—Alguien en Lua los ayudó. —Edward la mira sorprendido y asiente.
—¿Por qué crees eso?
—Porque es la única manera en que alguien podría atravesar tus defensas, Edward. —Cerrando los ojos, el apoya su frente contra la suya. ¿Qué había hecho él para merecerla?
—Estás en lo correcto. El comandante Harry descubrió que las defensas habían sido cerradas por tres minutos. Lo informó.
— Edward se da cuenta de que no le ha dado suficiente crédito a Bella.
—Demetri.
—Sí cómo… —Ni de cerca el crédito suficiente.
—Escuché su nombre en tu sala de comando y otra vez anoche.
Inmediatamente te fuiste cuando se te informó que estaba aquí. Es por eso que te fuiste toda la noche.
—Sí, yo estaba... interrogándolo. —Él nunca le dirá cómo. La fealdad nunca tocará a su Bella. Bella mira a Edward, entendiendo lo que quiere decir cuando dice interrogar. Ella quiere estar molesta por ello pero encuentra que no puede. Este macho traicionó a Edward, permitió que los intrusos entraran en Lua, intrusos que podrían dañar a su gente.
—¿Te dijo lo que necesitabas saber?
—Me dijo lo que sabía. —La mirada de Edward le dice que no va a decir nada más, asintiendo con la cabeza ella se instala en sus brazos, mirando fijamente el fuego.
Cuando ella no le pregunta más, Edward está sorprendido. Él había pensado que ella querría saber cada detalle, algo que él no le daría. En cambio, ella lo deja caer, es entonces cuando se da cuenta de que ella confía en él. Realmente confía en él.
—Bella... —Él murmura en su cabello.
—Hmmmm...
—¿Serías mi Reina? Quiero que seas la Reina Bella.
—Lentamente ella lo mira. —Tu eres todo lo que ni siquiera sabía que quería o necesitaba. Haré mi mejor esfuerzo para hacerte feliz pero sé no siempre sucederá. Yo voy…
—¿Tu vas a que Edward? —Volviéndose, pecho a pecho, ella descansa sus manos sobre sus tensos hombros. —Sabes que puedes decirme.
—Voy a cometer errores, te enojaras.
Puedo ser de mal genio, especialmente cuando se trata de ti o de tu seguridad y de las niñas. Intentaré controlarte, lo sé, pero solo será porque te quiero mucho.
—Y voy a cometer errores, te enojaré.
También puedo ser de mal genio, ya sabes. —Ella le da una sonrisa amorosa —Especialmente si se trata de ti o la seguridad de nuestros niños. Te diré cuando piense que estás equivocado, Edward, pero nunca te avergonzaré. Siempre estaré a tu lado. No importa qué. Porque te amo y nada cambiará eso jamás.
—Mi Bella... —Edward gime capturando su boca para un profundo beso. Él nunca la dejara ir. Nunca renunciara a ella. Quitándose rápidamente los pantalones, la levanta a horcajadas sobre él. Él debe tenerla. —Mi Edward. —Los dedos de Bella trabajan furiosamente para liberarlo. Ella lo necesita dentro de si... ¡ahora! en un movimiento tan antiguo como el tiempo, se convierten en uno, deteniéndose solo lo suficiente como para envolver sus brazos alrededor cada uno del otro antes de que su pasión explote.
Bella apoya su barbilla en un puño mientras mira a su Rey dormido.
Él la colocó encima de él después de haber hecho el amor por segunda vez, y luego cayó en un sueño agotado. Ella debería de haberse dado cuenta de que no había dormido la noche anterior, había estado en sus ojos, pero a ella había estado muy dolida para verlo.
Debía hacer un mejor trabajo cuidándolo. El es suyo.
El pitido de su comunicador la hace estirarse hacia abajo buscándolo en su chaqueta, queriendo silenciar la maldita cosa antes de que lo despierte.
—¿Sí?— Ella pregunta en voz baja.
—A... ¿Majestad?
—Sí, ¿qué es Sam? —Ella exige en voz baja.
—Yo, ummm, estaba buscando al Rey. —Una mano se acerca y le quita el comunicador.
—¿Qué es Sam? —Edward pregunta, besando su frente.
—Señor. —El alivio de Sam es fácil de escuchar. —Lord Marcus está asegurado y esperando por usted.
—Estaré allí en breve.
—Desconectándose, él deja caer el comunicador y tira de ella de nuevo encima de él. —¿Qué ibas a decirle? —Le pregunta acariciando su cuello.
—Que el rey está descansando. —Ella gira la cabeza dándole un mejor acceso. —Y que a menos que estuviéramos bajo ataque, permanecería así. —Gimiendo, sus dedos se hunden en su pecho, mientras él levanta sus caderas, empalándola sobre él. Echando la cabeza hacia atrás, él gime, mientras ella lo lleva en un viaje duro y rápido.
—Diosa, me encanta descansar contigo. —Edward le dice cuándo puede finalmente hablar. Bella se ríe suavemente besando su pecho.
—Cuando quieras, mi amor. —Después de unos minutos, él se retira de ella para que puedan sentarse.
—¿Realmente tienes que ir? —Mirándola, Edward se da cuenta de que no quiere. Sus labios están hinchados de sus besos, el pelo enredado por sus manos y su piel enrojecida por su pasión. Ella es la cosa más hermosa que jamás haya visto, pero se obliga a sí mismo a asentir.
—Lord Marcus es el padre de Demetri. Hizo que Demetri bajara nuestros escudos. —Baja sus piernas sobre el lado de la cama y se pone de pie.
—Entonces, por supuesto, debes irte.
—Bella sabe lo que le costó decirle.
—Pero primero te ducharas y comerás.
—¿Me estás cuidando, mi Bella? —Edward encuentra que su garganta se contrae.
—Siempre mi amor. Ahora ve a bañarte antes de que te haga descansar un poco más. —Ella le hace una malvada mueca. Echando la cabeza hacia atrás, Edward se ríe mientras se dirige a la sala de limpieza. Diosa, él nunca se sintió tan bien antes.
Bella sonríe, no solo por la risa de Edward, sino también por su hermosa parte trasera desnudo. Diosa el hombre está bien construido y ¡él es todo de ella! Sonriendo ella se levanta recogiendo sus ropas desechadas a través de la habitación, ella las coloca donde se limpiarán antes de ponerse de su bata moviéndose al comunicador, ella contacta a Cook para ordenar para Edward una comida temprana del mediodía.
—¿Las chicas siguen contigo? —Pregunta ella.
—Sí, majestad. ¿Las necesitas?
—No en este momento, pero enviarlas antes de la comida del mediodía. Tu trabajo es suficientemente difícil sin que las chicas estén en tu camino.
—No son un problema, Majestad. —Ephraim se apresuró a asegurar.
—Gracias, Ephraim, pero sé que no puede ser fácil satisfacer el apetito de los guerreros de Luada, incluso aunque lo hagas ver fácil.
—Yo... sí, Majestad... gracias.
—Una simple verdad Ephraim. Si pudieras asegurarte de que la comida de Edward este rápido, te lo agradecería. Necesita irse pronto.
—¡Sí, Majestad! —Ephraim puede siente llenarse su pecho inflado al pensar que la Reina ha notado realmente sus esfuerzos. Sus ojos se encuentran con los de Brady, que escuchó toda la conversación, él asintió y le hizo saber que lo entiende antes de que sus ojos vuelvan a las princesas.
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